Partida Rol por web

A través del boquete podéis ver a Trasgo totalmente inmóvil como envuelto en una capa de hielo. Parece que alguien lo ha congelado...

Y ese alguien está de pie esperando vuestra aparición. Es un hombre de 1,75 aproximadamente, delgado y lleva una especie de capa con capucha que no permite que le veáis la cara. Con voz ronca seguramente forzada os dice:

- Hay otro más...y este sí que es peligroso...

Señala con su mano hacia la azotea del edificio de enfrente...

¿Otro? ¿Más peligroso? ¿Como era posible que se me hubiera pasado? Tal vez se camufle de persona normal y por eso no lo he visto. En todo caso es un fallo impersonable, un fallo que de tener fe me haría rezar para que no tuviera como consecuencia la muerte o daño de más personas inocentes. Con cierta ansiedad sigo la dirección del dedo señalador, obviando que hay un encapuchado ante mi, ya que éste parece haber sometido al Trasgo y tampoco es que se haya sorprendido especialmente por verme aparecer *a mi* levitando ante el recién abierto agujero de la fachada.S

Si hay alguien ahí lo veré. Si no lo hay tal vez se ponga a prueba mi escudo de fuerza y mi paciencia, pero algo me dice que el encapuchado dice la verdad y tengo que esforzarme en reprimir un escalofrío. "Más peligroso" ha dicho...

Para colarme por el hueco, he reducido mi tamaño, no así mi densidad, que me convierte en algo más que una estatua de iridio viviente. Aprieto los puños, observando con recelo al desconocido. Sí, está muy bien que haya inmovilizado a ese loco del patinete, pero… ¿qué se ha hecho del señor Adams?

No obstante, avisa de algún otro peligro inminente. No esperaba tanta acción esta noche.

-¿De quién se trata? –pregunto buscando con la mirada en los edificios de enfrente. –Y: ¿alguno tiene idea de qué persiguen estos tres?

Observáis en la dirección que indica la mano del encapuchado pero no veis nada de nada. El encapuchado parece verlo pero vosotras dos no. Anankaia recuerda que sintió una presencia al iniciar la inauguración pero tampoco logró captar nada...

El encapuchado habla en voz alta, casi gritando y dice:

- Muéstrate, sé que estás ahí...

Y justo en la dirección que señalaba el dedo poco a poco se va mostrando un joven de pelo negro bien parecido. Viste unos simples pantalones vaqueros de color negro y unas deportivas. No lleva camisa y muestra todo sus abdominales perfectamente trabajados. Dos alas negras como el carbón brotan de su espalda, son inmensas con varios metros de envergadura. En su diestra porta una espada flamígera de llamas negras. Nunca lo habéis visto pero habéis escuchado hablar de él en las noticias...es Ángel Negro.

El villano sonríe mientras dice:

- No tenía ni idea que un empresario tan joven guardara tantos secretos Daniel...eres capaz de verme y sólo unos pocos en este mundo tienen ese don...

El joven encapuchado al mencionar su nombre se quita la capucha y podéis ver el rostro de Daniel Adams. Parece que en esta ciudad nadie es lo que aparenta.

Bueno, si sobrevivo esta noche, y a la luz de este descubrimiento, es más que posible que Dan Adams done una buena cantidad para la campaña de mi jefe, Richard Cox.

Ato cabos a toda prisa: el objetivo de estos tres villanos es el librero, y aunque contaron con su indefensión durante la inauguración, deben de ser lunáticos –o buscar algo muy gordo- por atreverse a atacar en el corazón de Manhattan.

No sé quién esté tipo sacado de un manga, pero su espada de fuego quita el hipo.

-¡Márchate de aquí! ¡Somos tres contra uno! –mi amenaza cruza la avenida. Y a los otros, les hablo con media boca: -Qué detalle el suyo, señor Adams, encargando pollo frito para la recepción. Deberíamos trazar un plan, no creo que huya. Soy buena lanzando proyectiles, proyectiles pesados. Esa estantería de mi derecha, por ejemplo, podría servir de distracción.

- Eso si logras alcanzarle...este no es como los otros Felicia. Este es mucho más poderoso. Si se oculta en otro plano no podréis verle y acabaría con vosotros en un santiamén. - dice el joven con seriedad - ...lo del plan me parece bien...creo que deberíamos mantenerlo ocupado a distancia para que pueda preparar un regalo... - dice mientras busca en un zurrón que lleva colgado y saca algunas redomas. - Me llevará un tiempo prepararlo, tengo los ingredientes pero no pensé que me enfrentaría a un ángel caído. ¿Podréis aguantar un par de minutos?

Ese tipo me da muy mala espina y como cambie de dimensión, como ha anunciado Adams que puede hacer, tendremos graves problemas. Tal vez pudiera teletransportarlo muy lejos de aquí, pero no conozco lo suficiente del viaje dimensional como para estar segura de que volver no le supondría un mero instante. Podría atacarlo con fuerzas invisibles, pero tal vez decidiera así cambiar de dimensión y atacarnos desde ahí... Parece que la solución es más bien la clásica superheroica: increparle, herir su ego y entretenerlo mientras ideábamos una respuesta más inteligente...

-Lo intentaremos. -asevero con rotundidad al señor Adams para luego girarme a cuchichearle a mi enorme nueva compañera- Hay que mantenerlo en esta dimensión. Yo paro lo físico y tu lo mantienes aquí. ¿Trato?

-Dalo por hecho –le respondo a la chica de formas exuberantes. Y sin demora, entonando una pieza piadosa, conveniente con la aparente naturaleza del adversario:

-“Erbarme dich, mein Gott, (Ten piedad de mí, Dios mío,)
Um meiner Zähren willen; (advierte mi llanto.)
Schaue hier, (Mira mi corazón)
Herz und Auge Weint vor diry
bitterlich. (mis ojos que lloran amargamente ante Ti.)

Erbarme dich! (¡Ten piedad de mí!),

atrapo por uno de los costados la estantería repleto de libros de Física, giro un par de veces sobre mis puntas, más densas que la de una peonza, y la arrojo por el hueco descalabrado, a través de la calle, en pos del bulto del tipo.
 

La estantería vuela hacia Ángel Negro que parece no querer moverse de la trayectoria. En el último momento se aparta unos veinte centímetros a su izquierda y esquiva la estantería. Sonríe ante el ataque y se mantiene inmóvil mientras dice:

- Ciega...¿qué tienes pensado hacerme? He visto tus trucos ante Trasgo pero ninguno de ellos puede afectarme...espero que tengas algún truco nuevo...

O es un chulo de cuidado o posee mucha confianza en sí mismo. Ya que no hace nada más y permite que Anankaia tome la iniciativa o prefiere contra-atacar.

-Yo venía a una inauguración en son de paz, eres tú el que ha irrumpido aquí y nos has lanzado tus secuaces. ¿Vas a utilizar esa espada de fuego tan mona? Inténtalo conmigo, si te atreves -digo sin un ápice de temor en mi voz, con una seguridad aterradora. Esperemos que no esté equivocada en mis suposiciones.

- Eeny, meeny, miny, moe, Catch a tiger by the toe. If he hollers, let him go, Eeny, meeny, miny, moe. - dice mientras lleva el dedo desde Anankaia a Felicia.

El dedo finalmente señala a Felicia y Ángel Negro con una gran sonrisa le dice a la forzuda:

- Te tocó...

Ángel Negro desaparece en un suspiro...durante medio segundo nadie sabe donde está. Aparece enfrente de Felicia y le golpea con el pomo de la espada flamígera en toda la cara lanzando a Felicia varios metros hacia atrás e impactando esta con suma violencia contra una de las paredes de la librería.

Por suerte el daño no parece ser muy grave, gracias en parte a la dureza de la heroína aunque Ángel Negro parece ser un rival temible con unas habilidades muy por encima de las vuestras.

Se gira hacia Anankaia y sonríe, parece que ha elegido a su próxima víctima.

Respiro profundamente y contengo la respiración preparándome para la contienda, lo que genera el curioso efecto de hacer que parezca que mis generosos pechos van a hacer estallar mi "uniforme". Mis ocultos ojos se fijan en el ángel caído y mis mis poderes telequinéticos toman posesión de mis puños, envolviéndolos en un campo de fuerza que los protege a la vez que los proyecta como una ráfaga de puñetazos de tal intensidad y velocidad que cada uno de ellos podría ser confundido con un disparo de alto calibre, o incluso con pequeñas y atronadoras explosiones. Por desgracia no son nada certeros.

-Cómo diablos ha hecho eso… -farfullo, con las palmas sobre el puente de la nariz.

Los cascotes dejan de caer sobre mi cabeza. Por suerte, no he afectado a ninguna viga.

Está jugando con nosotras, y casi me ha despachado en el primer asalto. Si Adams no se da prisa…

No estaba segura, pero ahora que el ángel lo menciona, sí, resulta que mi aliada es ciega o, cuanto menos, lo aparenta. No sé qué poderes sobrehumanos posee, encuentro impúdico preguntar cosas de esa índole, pero espero por nuestro bien que sean realmente extraordinarios. La asistiré en cuanto se me pase este ramalazo de dolor y recupere el aliento.

Ángel Negro esquiva cada uno de los ataques de Anankaia con una facilidad pasmosa. La superheroína incluso le parece ver una mueca de aburrimiento en su rostro mientras intenta golpearle. Tras terminar el ataque el villano la mira y parece dudar en qué ataque usar sobre ella.

Mira a su espada y le dice:

- Encárgate de ella. 

Tras decir esto suelta la espada y esta queda volando inmóvil aunque sus llamas negras crepitan con cierta furia. Ángel Negro se da la vuelta y camina hacia el interior de la biblioteca tranquilamente, justo hacia donde Felicia está tirada en el suelo.

La espada apunta a Anankaia como si estuviese indicando que ese es su objetivo. De la punta del arma sale una bola de fuego negro directa hacia Anankaia que se queda petrificada en ese instante sin saber que hacer...por suerte el arma no parece tener el mismo nivel de maestría que su portador y la bola de fuego falla con claridad.

Ahora hay dos combates en ciernes. Felicia contra Ángel Negro y La Espada contra Anankaia. Adams parece seguir preparando la pócima pero nadie sabe cuándo estará lista, y puede que el villano acabe con vosotros en cuestión de segundos.

Maravilloso, no sólo me ha dejado de lado el malote con un "secundario", sino que éste no es ni más ni menos que una espada animada por vete tú a saber qué fuerza mística o diabólica... Pero el Ángel Negro ha cometido un fallo, uno bastante grave: ha dejado a una maestra de lo material con un objeto bastante físico.

Me concentro con toda la potencia de la que soy capaz para activar la traslación instantánea de objetos en el espacio. La teleportación, vaya. Es un objeto, los objetos no tienen, en teoría, capacidad para resistirse, como no la tienen tampoco la mayoría de personas. No acabaré con ella, pero va a ir bien lejos, algo así como a la Luna. Feliz viaje, espadita.