Partida Rol por web

Gañanes de la Tierra Media

2. ¡LOS HOMBRES DE PACO!

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27/12/2017, 20:53
Éuhlogio Focín, el ovejero.

- Nusotros hemos venío a preguntar por la Japuta. Y ésta -el ovejero señaló a la siñá Mela pa que quedase claro quién era "ésta"- ha venío pa cotillear, ¿qué no la conoces?

Se cuadró delante del praticante.

¿Y bien, Isicio? No te andes con rodeos. ¿La ha espichao, o no la ha espichao?

Y cuando sabiese cuál de las dos opciones era la buena, ya preguntaría sobre las extrañas manchas que tenía la Salustiana en las manos y en la boca y que tan intrigao le tenían.

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28/12/2017, 15:23
Carmela Angustias Cansecillo Varces, la señá Mela, la Orejas

Feliz porque nadie la había apedreao para echarla de allí, la Orejas se echó a andar a rebufo de los otros cuatro camino del consultorio del Isicio.

Lo güeno de los pueblos es que to está cerca, así que en cuatro zancadas largas estaban allí. A La Mela le gustaba el consultorio. Era un sitio pa disfrutar del noble arte de la escucha. Allí y en el confesionario era donde uno se enteraba de más cosas, porque al médico y al cura no se les pue mentir, que si no ni te curas ni te perdonan na'.

Al llegar vieron una fila d'abotargaos de ciudá quejándose por mierdecillas de ná.

-Un par de guerras de las de antes necesitabais vosotros ¡Pasmaos!- les soltó la Mela cuando pasó a su lado, que todo el mundo sabe que las viejas tien derecho a dicir lo que les venga en gana.

Sus paisanos enseñaron a toos unas chapitas y las aguas, digo la gente que espera, se separó pa dejarles pasar.

"¡Por Námo que to lo sabe! ¿Qué llevan ahí y ande lo habrán sacao?" pensó la Mela entusiasmada por un nuevo secreto que descubrir.

El Isicio les recibió con su acostumbrado jolgorio, es decir, preguntando a qué coñe venían. Y la Mela casi suspiró. Porque mira qu'el Isicio era un tío de verdá, de los que sujetan el cigarro como pegao al labio d'abajo, que ni se cae anque hablen ni na'.

Pero fue el ovejero el que respondió antes que nadie. Y una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en la cara de La Mela. ¡Coño! Que es d'agradecer que le reconozcan a una su trabajo y su esfuerzo. Es bonito cuando todo el mundo te conoce bien y sabe lo que puede esperar de ti. Es lo bueno de los pueblos, que se sabe to de toos.

Y, como reputada pofesional, la Mela se quedó quietica, sin hacer ruido, a ver si s'olvidaban d'ella y podía enterarse de qué lío era este de si la Japuta estaba muerta o no.

"Pa mí que a estas alturas ya anda por las Estancias de Mandos pero mejor me callo no sea que haya algo más"

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08/01/2018, 01:55
Gromenauer, el "Sinpán" el del Klander, de los enanos Arrecíos de las montañas

—Eso ya te lo digo yo sin ser médico, a esa no la avían ni tirándola al Monte del Destino —dijo el enano adelantándose al médico—. Lo que tenemos que saber es quién ha sío y con qué.

Tras esto, el enano añadió—. Que está claro que han sío los orcos, pero pa que estos se den cuenta de que tengo razón.

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08/01/2018, 19:49
Lorelai Cantalapiedra, "La Pellegrina"

- Me da igual lo que digas, nano. - Dijo la Lore con esa cara de "ti'vi a pegar una hostia que la van a sentir hasta en Moria". - Los Orkos no han sío. Te digo yo que esa gente es de dejarte para reconocerte por los dientes, si es que te quedan. A la Japuta la' matao otra cosa.

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09/01/2018, 23:47
Don Isicio, el Costras

La Mano de Yavanna los oservó intensamente como solo oserva un erudito cuando piensa fuerte.

—Yo a la Japuta la mirao y está más tiesa que la pija de un ent. No había ná que puda hacer por ella.

Dejó en espera al que estaba tratando y los hizo una señal a los curiosones pa metelos en la rebotica. Allí tinía sus cosas de praticante, sus potingues, sus ungüentos, sus botellicas de aguardiente pa las heridas y sus cachivaches misteriosos y sus tancias mágicas pa hacer pócimas y remedios tradicionales. Los de toa la vida que son los mejores, no como los remedios de ahora que se traen los listos de ciudá, que esos ni curan ni na de na.

La parte de atrás, la que daba pal establo, estaba reservada pa los del corral de los tiesos. Los que tenían la mala suerte de morise fuera de su propia cama acababan en la sala del forense, que tamién era el Costras. Ahí encima de la mesa había unas viandas pal refrigerio: chorizos, morcillas, lomo en orza, vino y buenas hogazas, y también un bulto tapao con una tela de saco por aquello del respeto.

El Isicio se acercó y tiró de la manta esa. Y ea, que ahí estaba la Japuta, con una cara de haber comío limones que eso era pa velo. ¡Con lo que había sido la Japuta! ¡Si hasta hace ná estaba en la flor de la vida, tan fresca y rumbosa! ¡Con lo buena que era, que no se metía con nandie nunca! ¡Una santa!

Aparte del gesto de agrio, que no estaba mu claro que no fuera el natural de siempre de la Japuta, o si le venía de nuevo, sí había algo diferente que el Ovejero señaló porque ya lo había visto antes cuando vio a la momia tirá en el callejón de Esgaroth: las manchas renegrías, verdinegras, como de tinta o asín, que tinía en los deos y en la boca.

—Pos aquí la tienen. El venerable Jorge, el cura, ya vinío pa vela y darle el visto güeno. Amos, que pal hoyo.

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10/01/2018, 00:12
Gromenauer, el "Sinpán" el del Klander, de los enanos Arrecíos de las montañas

¡Ajá! —gritó el enano al ver las manchas renegrías de la Japuta—. Aquí está. Manchas de mierda. Como si se hubiese pegao con un orco mu guarro. Y tos los orcos son mu guarros.

—¡Esto no deja lugar a dudas! ¡Los culpables han sío los orcos! ¡Yo propongo que los busquemos y les peguemos una paliza entre tos en la plaza del pueblo, después de mantearlos!

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10/01/2018, 20:39
Carmela Angustias Cansecillo Varces, la señá Mela, la Orejas

La Mela seguía a todos como si fuese el Gollum, en silencio y encorvá pa' dar más penica y que naide la echase de allí. Por que ella olía una historia, pero una de las güenas de verdad algo casi casi como lo de Húrin y la tragedia de sus hijos.

Allíns, atrás del tó', pa' donde la matanza, estaba la Japuta tiesa como sólo los muerticos saben estarlo. Y que buen gesto se le había quedao a la mu' suertuda. Así, a medida que se pudriese, los gusanicos podrían salir y entrar libremente de la boca y no le harían gujeros en los mofletes. ¡Hasta morirse lo había hecho bien!

Tinia unas manchas negras como las uñas d'un orco en la boca y los deos. 

-¿Y eso qué coño es?- murmuró para si la Orejas. Entonces el enano comentó lo de las manchas de mierda de orco. Pero a la Orejas eso no le acababa de cuadrar.

-Pos... y digo yo... ¿no será como de tintura? Como aquella vez que la Toñi, la del Hugurin, andaba dejándose empujar por el escribano y nos enteramos porque tenía las palmas renegrías de apoyarlas en los papelajos recien escritos de mesa? ¿No sus acordáis? ¡Sí, hombre! Que luego el resumen del acta de la Junta Munecipal salió toa borrosa con forma de dedarros dibujaos- sugirió la Mela no queriendo insistir. A ver si por quitarle la razón al enano ahora iba a echarla de allí y se lo perdía to'. 

-Lo que no entiendo yo es porqué tiene también la boca sucia ¿le sabría buena la tintura y andaría chupando un bando munecipal o qué?-

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12/01/2018, 16:00
Don Isicio, el Costras

Don Isicio, el Costras, fumaba con parmis parsinom pirsimo mu tranquilo sin darle importancia a lo que dicían. Dejó pasar unos segundicos de meditación.

—Los orcos son mu guarros. Eso es verdá—sentenció.

Pegó una calada al pitillo, se acercó al chorizo y cortó una rodajica fina, de dos deos de gordo, como debe cortase.

—Pero yo no sé qué carajo tié que ver esto con los orcos, si orcos no quean. Que lo sé yo—el Isicio había estao en las Casas de Curación durante los tiempos de  la Guerra del Anillo, la batallica del Pelennor y los años seguientes, asín que estando en la capital había sío testigo de la pulítica del reino respeto a los orcos. Y esa pulítica era echalos a tos al pilón y no dejarlo de salir. Los ejércitos del rey Elessar se habían entretenío mu bien limpiando las cuevas de Mordor y las Nublás.— Y menos en Bree, copón.

Los Orkos Negros que tanto odiaba el Sinpán eran, como tol mundo sabía, una banda de humanos melenúos mu sucios y mu to lo malo, que na más sabían hacer ruido y disfrazase de orcos porque la juventú está mu perdía y se pone de mola ser maleante o dárselas de. ¡Una vrergüenza! Con lo bonica y decente que era la música de antes. Menos mal que todavía queda gente decente y limpia como Rick Martel, un cantante de los pieses a la cabeza que daba gusto de verlo y de oírlo. ¡Pobrecido que tamién había desaparecío, como la Purithiel, la Flor de Estío! ¿Dónde andará? ¿Qué labrá pasao?

Yo tintura no me paíce—dijo el Costras a lo de doña Mela, que se había colao con los demás hasta el fondo. ¡Qué profesional, qué espabile, qué to!

El Costras era un hombre hecho y derecho, de los que trabaja muncho, mirarte fijo y sin ganas y hablar poco y lento. Palabras las justas que la saliva se gasta. Tomó la mano de la Japuta pa mirar las manchas. Taba como impregnao en la piel, como si el pellejo de la Japuta hubiera cambiao de color ahín.

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12/01/2018, 18:32
Éuhlogio Focín, el ovejero.

- Yo lo que puedo dicí -intervino el Éuhlogio, que había estao callao dejando hablá a los profesionales de la invistigación (y a la Mela, que aunque no era una profesional de la invistigación, si se empeñaba en hablar no había quien la callase)- es que al chucho mío se le ocurrió pegarle un lametazo en las manos a la Japuta, y se puso malo y a dar vueltas y a aullar como si tuviese un dolor en las tripas como cuando te coje un retotijón de esos que tiés que irte pitando pa' no hacértelo encima.

¿Tú qué crees que es, Isicio? -le preguntó al ver que examinaba las manos de la vieja- ¿No pué ser que la Japuta haiga puesto las manos en algo envenenao?

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12/01/2018, 19:54
Carmela Angustias Cansecillo Varces, la señá Mela, la Orejas

La Mela escuchaba como la Voz de la Razón, el Isicio, les tiraba abajo la t'oría de los orcos. ¡Correcto pues! Lo que'l Isicio dicia iba a misa, ¡copón!. Y es que'l Costras era un sabio d'esos, que se notaba hasta en la ceniza del cigarro, que no importaba como de consumio estuviera, que se seguía sujetando ahí sin caerse

Eso sólo lo hacían los hombres mu sabios o los mu machos. Na' más.

Con la excusa de comprobar lo de las manos, la Mela se arrimó pa' donde el Isicio. No todos los días tenía ella la posibilidad de arribarse a un hombre de verdá, uno que fuma como un profesional y está to' día rodea de muertos.

-¿S'abrá quemao con el brasero?- preguntó la Orejas cuando el Costras comentó que la piel estaba como impregná. La pobre, como había llegao cuando la historia estaba empezada, sólo se enteraba a medias. ¡Y buena rabia que le daba, cago en sos!

Pero entonces el ovejero dijo algo de un veneno "¡Por los clavos forjados por Telchar! ¿y por qué iba a andar la Japuta con venenos? ¿Querría acabar con los caracoles de las lechugas o las babosas en la alfalfa?"

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13/01/2018, 17:32
Herculano Basurto Bijiola "El Chato"

Herculano taba to mosca. ¿Veneno? ¿Lamer bandas? ¿Orcos? Esto era mu complicao, y no había suficiente vino en sangre pa entende ná.

-Chicos...No sé que ha pasao, pero como Montero que soy y ante la falta de jerarquía...yo voto por ir a "hablar" con los orcos esos. Aunque el veneno suele se cosas de elfas pijas y mu estiras. Los orcos son mas de un hachazo...-

-...confuso...mu confuso...¡A por los orcos!-

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14/01/2018, 20:31
Lorelai Cantalapiedra, "La Pellegrina"

- Por fin alguien está de acuerdo conmigo. Que los orcos son más de esparruchar, y no de invininar.

La Lore estaba mu crecía y tenía cara de orgullo.

- Pues ea, a ver qué querís hacer ahora. Ir por los Orkos va a ser una pérdida de tiempo.

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15/01/2018, 20:02
Gromenauer, el "Sinpán" el del Klander, de los enanos Arrecíos de las montañas

¡Pos no lo acabas de escuchar! —respondió el enano a la Pellegrina—. El Chato y yo se los vamos a explicar a los orcos. ¡Ámonos Chato, que se van a enterar los Orkos por lo que le han hecho a la Japuta!

El enano se dió media vuelta dispuesto a coger la puerta e irse no se sabe mu bien a dónde, pero entonces, se volvió a dar la vuelta para decir—. ¿Ande está la garrota de la Japuta? que por algún sitio tiene que estar, y pa aviar Orkos seguro que viene del copón.

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16/01/2018, 13:24
Don Isicio, el Costras

El Costras parpadeaba lento, no se sabe si aburrío o concentrao. Su mente hacía equelibrios propios de un maestro curandero que ha visto de tó, los mesmos equelibrios que su colilla imperecedera.

Meneno pué de ser, no te digo yo que no. Como puén ver ustedes...—levantó la manta del to y ahí estaba la Japuta en bola picá, arrugá como los deos de un Gollum de estar to el día en la charca y más flaca que una elfa pa su boda. La Japuta era como si fuera un moñeco hecho con varas de endrino, con cuyunturas riumáticas más duras que un sarmiento duro y to cubierto con un pellejo de cuero más tieso que un bocadillo de kraken de antier. Tenía más arrugas y pliegues que to las cosas, con bultos de artriti y ronchas, eruciones y costras mu de gente mayor.

El Costras estaba acostumbrao a ver gente muerta y en bolas que pa eso era el curandero. Por eso no parecía que lo alterara muncho la visión de la hermosa Japuta, yaciente en la mesa como una princesa elfa de antaño en un pedestal labrao por maestros noldor. Cosa que sí podía pasarle a cualquier otro que viera el sin par bonico de ese cuerpo donde el paso de las Edades del Sol no había mancillao na de na, sino otorgao el don de la sabiduría y la serena belleza de la madurez.

... eso, como puén ver ustedes, la Japuta tié contusiones varias y costuras, pero casi to son tollinas de antiguo. No se ve que hayga golpes que la hayan matao ahora —El Isicio señaló algunos arañazos.— Hay rasguñicos y un tirón de pelo que sa llevao medio mechón de esparto de la calva, pero a la Japuta no se la mata con eso. ¡Menúa era!

Fumó lento mientras se liaba otro pitillo.

—Pué ser meneno. Sí. Algo que hayga disiquilibrao los humores del cuerpo de la Salustiana.

Se escuchaba gente en la consulta. A esa hora, las seis de la tarde, ya estaban llegando los primeros afectaos de la cumpetición de la cucaña que se estaba celebrando abajo en el llano, donde estaba casi to dios. Por los gritos que llegaban de la consulta debía de haber munchos forasteros. ¡Si es que se meten onde no les llaman! ¡Que se creen que to el monte es orégano y se vienen al campo a contar margaritas y se llevan las de Ar-Phârazon!

No tardaría en acabar los partíos de cucaña y el pueblo volvería a llenarse de gente, porque venían los pasacalles y tamién las atividades musicales programás pa la media tarde, en la Sala Hobbitón y en el escenario Mantecona, en la playa mayor, así como en el escenario que había en el llano de Elanor, más pa gente joven. Es que en Bree tenemos las mejores fiestas de la Tierra Media y hay atuaciones pa tos los gustos, como se podía ver en el pograma de festejos.

Sin en embargo, naide iba a estar pa fiestas si la procesión de la patrona Nuestra Señora de Lothlorien no salía a su hora después de la misa, y pa salir nesecitaban encontrar a la Puri, la más bonica, pura y decente de toas las mozas de Bree. Y naide iba a estar pa fiestas porque si Nuestra Señora no se daba su bañico de luz de Eärendil, el lucero más bonico de tos, como corresponde, nos íbamos a cagar tos.

—Ahora, qué meneno es... yo no lo sé. Además, ¿quién va querer enmenenar a la Japuta, con to lo güena gente que era? Naide saca na deso, digo yo.

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16/01/2018, 16:05
Lorelai Cantalapiedra, "La Pellegrina"

- Pos entre en vinino y el tirón de pelo que dice usté, - la Lore tenía postura de dititive, - pa mí que ha sío una moza. Que las mozas somos mu de tirar del pelo, y siempre se ha dicho que el vinino también es cosa de mozas, más que de mozos.

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17/01/2018, 10:50
Herculano Basurto Bijiola "El Chato"

-...una moza secuestrá...Japuta to tiesa por otra moza...eso son...3 mozas involucrás...

Herculano taba más perdio que un enano en campo abierto.

-Como dice La Lore, to pinta a que ha sió una mocica, ¿sospechosas?-

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17/01/2018, 19:12
Éuhlogio Focín, el ovejero.

Al oir al enano preguntar por la gancha de la Japuta, el ovejero recordó que había declarao su intención de traérsela a su dueña, que si no la había espichao, se pondría mu contenta de recuperala. ¿Habrían sío tan burros de habérsela dejao allí tirada, olvidada en el lugar del crimen? Pues... al igual. Miró al resto, pa ver si alguien la había cogío.

Escuchó cómo el Costras confirmaba que aquellas manchas podían ser de vereno, pero que no sabía ispicificar de cuálo podía ser.

- No sé quien habrá sío, pero seguro que la Japuta había husmeao alguna pista de lo que sus traéis entre manos, y que el asesino se la ha quitao del medio pa que no lo descubriese. -les dijo a sus ayudantes.

El Éuhlogio recordó cómo, no hacía mucho rato, mientras hacía la siesta a la sombra de un portal, había visto pasar a la defunta con su tropa de monteros y la había oío dicí:

– Si me queréis, irsen. ¡Irsen! – dijo la Japuta–. Que yo me voy por allí a golismear. Que tiengo una corazonada que hay que investigar. Luego sus veo.

Y es que al ovejero ya le empezaba a picar la curiosidá de saber detrás de lo que andaban. Porque, aunque Paco el Sieso ya se lo había dejado entrever, ya sabemos que de lo que dice el Sieso no hay dios que se entere de ná.

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17/01/2018, 21:07
Carmela Angustias Cansecillo Varces, la señá Mela, la Orejas

Mientras la Mela pensaba "Eso mesmo pienso yo, que quién iba a querer envenenar a la Japuta" al escuchar al Isicio con una oreja, por la otra oía el barullo que se estaba formando con los herios de las fiestas. Un reconcome le venío por dentro. ¿No debería estar allí en la pradera a la caza del cotilleo festivo? Se iba a perder to' ¿¿y quién iba entonces a contarlo por ahí?? Tanto sobrino y nieto de ciuda', atontaos perdíos, haciendo el tonto y ella perdiéndoselo. ¿¿Quién iba a ir luego con el cuento a sus abuelas, si no se habían enterao, pa avergonzarlas como está mandao??

"Mi sitio está allí. Con el pueblo" caviló.

Pero entonces la Lore y el Chato empezaron a hablar de una mujer asisina. "¡Ay, no! Que la noticia está aquí. Hay que quedarse"

Y, en poniendo cara d'interés comentó 

-¿Y por qué no pudo ser la Puri? ¿Y si la Japuta la pilló haciendo lo que no debía? Que por guardar un secreto la gente es capaz de to'. Si lo sabré yo...-

¡Ay, ay! La Mela miraba con un nuevo interés a la Japuta. -¿C'andabas tú refristrolliando, tunanta?- preguntó como si le fuera a contestar -¿Sabemos ande fue? Podíamos preguntar a los que la fueron viendo pasar y así saber, más o menos, hasta ande llegó- que La Mela sabía bien que siempre alguien te veía pasar, sólo era cuestión de hilar a los que la habían ido viendo.

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19/01/2018, 20:22
Lorelai Cantalapiedra, "La Pellegrina"

- ¡Eso es! ¡Eso es! - Dice la Lore to emocioná por la frase de la Mela. - ¡Os lo dije! La Puri no ha disaparecío, está haciendo algo malo y la Japuta l'a pillao! ¡Pa callarla l'a invitao a un vinico y la invininado!

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25/01/2018, 12:53
Pregonero

Don Isicio estaba ocupao. Era una de esas gentes que tinía que sacrificase cuando tos estaban de jarana, porque cuando tos estaban de jarana alguien acababa hostiao y claro, alguien tinía que sacrificase. Y ese era don Isicio, que cuando tos estaban de jarana tinía que sacrificase. Y no pasárselo bien como tos los demás, de jarana, el pobre don Isicio, el Costras.

Pero a esas alturas ya estaba más que acostumbrao y a lo mejor por eso de muncho trabajar y poca deversión era tan asín, tan don Isicio, el Costras. Callao y solitario, mu a lo suyo. Por eso de sacrificase.

Y como estaban llegando las gentes que venían de darse palos en el llano por jugar a la cucaña, noble deporte y plato fuerte del día, pos mandó irsen a los ayudantes de montero, que como tol mundo sabe ya eran un mago borracho con patinete, un enano borracho con una silla sustraía del Poni y una moza elfa aguá en camino de ser otra borracha, y tamién mandó irsen al palomo gordo, al gorrino obeso, al pastor, al perro del pastor, a la oveja del pastor y a señora Mela, la Orejas, la más cotilla e informá de to Bree y parte del estranjero.

El plan de tos parecía coincidir en un punto: la escena del crimen otra vez. Porque el enano quería recuperar la garrota de la Japuta, artefato venerable que había visto más dolores y quebrantos que los ojos de Galadriel. Y como los demás querían o seguir al Sinpán o ir a preguntar si alguien había visto algo, pos la escena del crimen parecía el lugar perfeto. Porque era más cómodo ir a lo seguro y preguntar en la calle ahí mesmo que subise al campanario y gritale al pueblo si alguien había visto algo. Amos, digo yo.

Volvieron al fatídico callejón de Esgaroth, donde toavía había algunos curiosos, sobre to señoras aprendizas de la Orejas, grandes profesionales del cotorreo y de decir muncho ¡ooogghh! ¡ooogh! cuando tinían que soltar una bomba de esas que causan indinación en la buena moral y el orden de las cosas de Ilúvatar. Ejemplo:

—Menchu, que disquen que el Mascaclavos, el herrero, apretó a la del Carmelo contra el yunque. No te digo na y te lo digo tó.

—¡Oooogh! ¡Oooogh! ¡Oyoyoyoyoyyy!

Pos ese tipo de señoras. Mu de la cuerda de la Orejas.

El callejón de Esgaroth era un birria de calle, to se lo tengo que dicir, que era estrechico y corto y empinao colina abajo y no daba pa muncho. Pero aún así había casas que daban pal callejón o lo acababan, como la trasera de la huerta del Marcelo el Atorao. Algún ventanuco se asomaba al callejón y, quién sabe, alguien habría visto algo. Pero tamién es cosa que si alguien hubiera de visto algo pos lo hubiera dicho ya, porque aquí no se salta uno la oportunidá de protagonizar una historia y un «yo lo sé to» y un «yo la dije».

Los investigaores, o algo, entraron en el callejón. Unos niños jobis jugueteaban donde había caído la Japuta, que ya se sabe que en los pueblos la muerte se mira de otra forma que en las ciudades y to era motivo pa divertise, sin darle importancia. Uno de los niños jobis llevaba una capa negra y unos cuernicos de jubete desos de chorradas que se venden en las fiestas.

¡Soy el bálro! ¡Soy el bálro! ¡Me vais a comer la polla tos!—dicía el mu maleducao, que es que eso era una vrergüenza de ver cómo vienen los niños con el lenguaje, que tiés un mocoso jobi que no mide ni medio metro y se te sube a la chepa. Se había cogío de los picos de la capa negra y correteaba en círculos, como si estuviera volando o algo. Que esa es otra, porque en los registros del Libro Rojo de la Frontera del Oeste no quea claro si el bálro volaba de verdad o tinía las alas pa hacer bonico.

Y lo peor era esa falta de respeto pa to el sufrimiento que en la Tierra Media hemos tinío con el Señor Oscuro y tos sus muertos. Ese niño jobi estaba criao en la prosperidad y no sabía na de lo que eran tiempos oscuros. ¡Qué rápido se olvidan las nuevas generaciones de los dolores de sus agüelos! En mis tiempos, a ese niño le dabas un sopapo y le quitabas la tontería de jugar a ser un bálro. ¡Así andamos ahora!

Otro niño jobi, con un gorrico de papel puntiagúo y una barba de mentira, estaba plantao en mitad del callejón con el bastón de la Japuta en la mano. Brazos y piernas abiertos, levantando la garrota y mirando al cielo, gritaba:

—¡No pués pasar! ¡No pués pasar!