Partida Rol por web

Escucho con atención y totalmente sorprendida las explicaciones de la situación. Me giro totalmente sorprendida por la presencia del hombre de hielo, Dios, que susto, no creo que pudiera acostumbrarme a esto la verdad...

Escucho sus palabras con atención, y algo en ellas me ilusiona, si al menos alguien quiere que todos nos llevemos bien, es un paso... Claro, eso sería estupendo digo con un tono de voz bastante más ilusionada que durante la explicación de lo sucedido...

¿Vamos entonces? digo poniéndome en pie y con el hambre apretando...

Alex había permanecido enfrascada en sus pensamientos aquel par de horas. Aunque estuvo metida en conversación se mostraba bastante absorta, limitándose más a escuchar que a otra cosa tras atender a Falken. Incluso hubo un punto en el que se detuvo a examinar sus propias manos, toqueteándose las llemas como si quisiera encontrar en ellas algo extraño...

Con la presencia del pedazo de hielo humanoide, centró toda su atención en la conversación que mantenía éste con Antti, tragando saliva con aquella orden:

- ¿... Estas seguro? - preguntó, nada convencida, incorporándose de donde descansaba al tiempo que Isabella. El estómago comenzaba a rugir, sí... Pero ya podía prepararles un banquete el mismísimo patriarca de los Drydens que la húngara había jurado no fiarse ni de él ni de su hijo, así le pagara un chalet en la playa más lujosa...

Veneno en la comida...

Con mil cosas en la cabeza, intentando no llorar y sin mirar a Falken, atendiendo a la conversación, así paso las dos horas. Se ha prometido varias cosas a si misma, y va a intentar cumplirlas con todas sus fuerzas.

Miro a Isabella y su esperanza en la comida, y vuelvo a mirar al suelo, reprimiéndome de negar con la cabeza, todavía no ha estado con todos juntos, es normal que reaccione así. Me incorporo y asiento, Antti sabe más, habrá que hacerle caso. No soy capaz de calcular cuanto hace que no como, así que ni me planteo negarme.

- Totalmente, Lex. El único peligro de éste lugar, en éste momento, es Sanuye. Si él quiere que muramos, será así de todas maneras... No creo que lo deje en otras manos, es una tarea de la que, creo, disfruta demasiado... - respondió Koivusaari echando a andar - Además... Necesito restaurar un poco mi capacidad para confiar en la gente. Últimamente ha sufrido "bajas"... - y parecía verdaderamente cansado de ello...

Mis ojos se fijan en la figura que yace sobre aquella camilla, evitando mirar la otra que hay junto a él, maldito hijo de puta, contrólate maldita sea, uso la “legendaria” eficiencia de los Scerri para concentrarme en lo que primero apremia, y tras remover y abrir unas cuantas cajas, finalmente encuentro ropa mucho más indicada.

No creo que a este tipo le importe que me cambie aquí, aunque va a ser un momento tenso, puesto que en cuanto empiezo a desvestirme el frío es terrible, los labios empiezan a tiritarme más de lo desearía, con algunas dificultades consigo colocarme uno de esos trajes negros, mucho mejor, deben estar hecho de un material bastante avanzado para resguardar de esta manera del frío, unas botas del mismo estilo, y ya parezco uno más de esta locura, ahora sólo falta cual es mi lugar en la mesa.

Tras comprobar que no queda comida, salgo del lugar, persignándome de nuevo, al salir, y tras completar mi paseo de reconocimiento, mi siguiente objetivo será el comedor, aunque no me apetece sentarme a la mesa, intentaré conseguir algo de alimento.

Al salir respiro profundamente, calmándome un poco más, pasando la mano por el lado derecho de la cara, hacia abajo, muy cansada, de todo.

Pero eso ya da igual, eso quedo atrás, ahora no voy a ser una quejica, aprieto los labios y respiro de nuevo, empiezo a andar hacia el almacén, con paso decidido.

Cuidare de él, Alice, igual de bien que tú lo hubieses hecho si te hubiesen dejado.

Me adentro con mucho cuidado de no hacer excesivo ruido al abrir la puerta y al desplazarme por la habitación hacia Falken, coloco la mano suavemente en su frente para ver si tiene fiebre, de forma muy sutil.

La frente de Falken, una vez descubres su rostro, está monstruosamente cuarteada por la enfermedad. Sus párpados no se cierran a pesar de estar durmiendo, y arde al tacto. No se despierta al ser tocado, pero sí que respira trabajosamente envuelto en aquel extraño traje hecho de correajes...

De pronto, sin más, el sonido de unas cajas derrumbándose te alarma, algo pesado ha debido de caerse profiriendo un:

- ¡Uaaaahh...! - algo dolorido de una voz que desconoces.

Al disiparse el humo originado por la aparición, encuentras a un joven bastante moreno de piel, aunque de raza caucasiana, levantándose del suelo y extendiendo una mano hacia delante en señal de pedir calma...

- Tranquila: Me llamo Milo, Milo Notara... No sé si te han hablado de mí, pero soy amigo... - se excusó con rapidez - He venido porque he visto el hotel cerrado a cal y canto y porque tengo algo que decir de parte de Kiruna...

Tenía un tono de voz agradable y sencillo, un extraño acento a pesar de un inglés fluído y correcto...

- ¿...Todo bien...? - se arriesgó a preguntar finalmente viendo la mala cara de la canadiense.

Lo miro apenada, apretando fuertemente los labios, no voy a llorar. La retiro con igual delicadeza.

Me giro bruscamente al ruido de las cajas, abriendo los ojos como platos al ver salir un hombre de las mismas, sin apartarme del lado de Falken. Frunzo el ceño, mirándolo fijamente, extrañada y recelosa de lo que dice. Milo.

-Yo me llamo Madison. ¿Cómo has conseguido entrar? Voz triste, apagada, pero no puedo evitar sentirme esperanzada, si ha entrado, podremos salir.

- Mi poder - informa, señalando con el pulgar por encima de su hombro - puedo entrar con él, pero no salir - tragó saliva mirando a la chica con preocupación, para luego mirar a Falken - ¿Adrien...? - abre los ojos, impactado - ¿Qué hace aquí? No debería estar aquí... ¿Porqué han cerrado todo, Madison...? - da un paso adelante sin bajar las manos, intentando transmitir a la chica que es inofensivo - Tranquila... Soy de los que se curó aquí... Puedes verlo en el ordenador - señaló el ordenador del almacén - El teleporte griego... Tu nombre me suena, Stern y Fameite te nombraron, perdona si no me acuerdo de mucho más... Alaska... O Canadá, ¿no...?

La esperanza ha durado apenas un segundo, el mismo poder que Art, trago saliva. Observo detenidamente como se preocupa por Falken, parece sincero. Sus palabras hacen que se agolpen las preguntas en mi mente. Me fío de él.

Le asiento a lo que dice, Sí, Canadá. Bajo la mirada un instante, tan lejos, y vuelvo a mirarlo, quedé en que nada de numeritos. Reacciona Madison. Verás, Isenhall nos ha encerrado hace unas horas, creo que sólo vamos a salir para las misiones. Me encojo de hombros, clara expresión de resignación. Dios mío, lo que he dicho en voz alta es la pura realidad, y es horrible. Este hombre acaba de condenarse a lo mismo si es verdad que no puede salir. Oye, el mensaje, sólo espero que sean buenas noticias, ¿Para quién es?

- Para... Para Isenhall, ella nos pidió que hiciéramos una asamblea para decidir sobre esa chica, Alice... Hemos decidido ya: No queremos que vaya a la cárcel ni nada por el estilo... Preferimos darle otra oportunidad - Notara parece desconcertado - ¿Isenhall os ha encerrado...? - no parece que le suene como algo que tenga mucho sentido - Pero... No puede hacerlo... Es decir... ¿Porqué? - terminó de acercarse hasta ponerse a su altura frente a la cama de Falken, al que miraba deshecho por la pena - Dios mío, Falkie... Qué mal te veo, viejo... - se frota la cara. Es raro ver un mutante tan bronceado y de aspecto saludable... El sol suele ser un inconveniente muy grave.

Las palabras más dolorosas que voy a escuchar nunca, eso siento por lo menos. Aprieto los labios, lo más fuerte que puedo, con expresión de haber escuchado la peor de las noticias. Pero no voy a poner las manos en mi cara, ni me voy a hartar de llorar, dios mío, me duele muchísimo el corazón. Exhalo aire mirándolo desesperada. Es demasiado injusto, esto es demasiado injusto. La razón me dice que no piense, que aguante hasta esta noche, está noche podré llorar todo lo que quiera, todas las noches. Pero por el día, por el día lo que haré será sobrevivir. Cuando considero que estoy más calmada vuelvo a hablar, responderé sus preguntas.

Ella… suspiro …Nosotros también tuvimos una asamblea, o algo parecido, y el resultado ha sido que nos ha encerrado como castigo. Lo miro entristecida, al verlo tratar así a Falken se me hace muy difícil no pensar, si veo esos gestos corro riesgo de que se me caiga la coraza. Trago saliva. Milo, ¿Por qué has dicho que Falken no debería estar aquí?

Milo está cruzado de brazos, observando todo con creciente preocupación, tanto al postrado hombre como a la chica... La situación se le escapaba, porque no la entendía.

- Hey... - susurró, tranquilizador - Tranquila... Todo irá bien... ¿Eh? Vamos a ver qué podemos hacer para que Isenhall abra ésto... Por algún motivo habrá sido. No me suena propio de éste lugar lo de tratar mal a los huéspedes. Yo estuve aquí un año entero y mírame... ¿Vale? Tranquila - acerca un momento la mano a su hombro lentamente hasta tocarlo y frotarle, tratando de reconfortarla - Falken tiene su propia habitación acondicionada a su grave estado de la enfermedad... Aquí, donde no se pueden usar los poderes, no tiene demasiadas posibilidades... ¡Pero! - levanta un dedo frente a Madison esgrimiendo un atisbo de esperanza - Pero lleva el traje de los Hayes. Eso le da el poder que no puede extraer de sí mismo, así que tenemos tiempo... ¿De acuerdo, Madison? ¿Me pones al día y te cuento lo que podemos hacer para mejorar la situación? Soy un viejo lobo en éste entorno, ya verás como se me ocurre algo - esbozó entonces una bonita y cálida sonrisa, no divertida, sino amable - Además, Hanne está loquita por Adrien, no va a dejar que le pase nada malo, ¿vale? Será un farol. Un farol muy feo, pero un farol... - no obstante, ni el propio Milo parece tranquilo, y lo deja ver en la última declaración que hace - ¿Ha habido algún altercado? ¿Sabes si tus compañeros tienen algo que ver...? - tragó saliva - ¿Ha vuelto Sloane...?

Suspiro, es uno de los hombres que mencionó la diosa en la reunión, uno de los que sí le caían bien. Le asiento a lo que dice, agradecida de que quiera ayudarnos. Está bien. Alegra un poco escucharlo, es optimista, recuerdo cuando yo lo era…. y le sonrío tímidamente cuando me consuela, es muy amable, le asiento dándole la razón cuando me dice lo de su estado, sí, a él se lo ve estupendamente bien.

Niego cuando nombra a la mujer, Antti nos contó que los traicionó. No, esa mujer no ha vuelto, por lo menos que yo sepa. Contestando primero a lo más fácil…

Verás, hubo una misión y acabó muy mal, el resultado fue que dos compañeros fallecieron, Marcos y Art, y… fue por culpa de una compañera, Lex. Me muerdo el labio inferior, me resisto a decir nada contra ella. No se bien lo que pasó, yo no estaba, cuando volvieron, Isenhall hizo una reunión con todos, dándonos a elegir, entre quedarnos aquí recibiendo un entrenamiento, a cambio de que muriesen Alice y Lex o quedarnos sin entrenamiento para las misiones, pero sin que les pasará nada a ellas. Ganó está ultima opción y entonces, ella, nos dijo que estaríamos encerrados, sin comida ni nada, pero que las misiones continuarían. Suspiro, ahora viene lo peor, pero estoy decidida a hacer el esfuerzo, la posibilidad de que mejore la situación un poco merece el sacrificio. Le daré toda la información.

Ha dejado con nosotros a un hombre, Sanuye,… él…él ha matado a Alice. Y mi gesto se trunca por el dolor que siento. Bajo la vista, mi amiga Alice. Esta noche Madi, esta noche. Vuelvo a mirarlo, con ojos brillantes, y carraspeo un poco.

Yo…. Falken…. Haré lo que haga falta para que mejore, haré todo lo que me digas. Lo miro muy seria, decidida, triste.

Milo queda clavado al suelo, con la boca entreabierta y la mano congelada sobre el hombro de Madison...

- Dios bendito... - es lo único que dice pasados unos largos segundos, sin dar crédito, constatando en los ojos de la muchacha que aquello era verdad.
Consternado y confundido, frunce el ceño y se sienta en la camilla de Falken, a un lado para no molestarle, cogiéndole la mano a su enfermo compañero, pero mirando al suelo, sin saber qué decir o cómo reaccionar durante un momento. Entierra la cara entre las manos, los codos sobre las rodillas. Los dedos pasan hasta entrelazarse con el negro cabello e inspira hondo. No es momento para eso.

Alza la cabeza hacia Madison y le pregunta:

- ¿Y Lior? ¿No ha hecho nada ella...? - tragó saliva y suspiró, mirándola con pesar - Mi más sentido pésame, Madison... Sé lo duro que es perder compañeros a lo largo de una experiencia tan dura como ésta... Yo perdí a mucha gente que consideraba mi amiga en la explosión que provocó Sloane... Llevábamos casi un año viviendo juntos... Yo fuí el primero en curarme... Pero a los demás les quedaba muy poco...

Recuerdos que duelen, se nota en su preciosa mirada grisácea. Un nuevo suspiro y se pone en pié. Algo iba muy mal cuando alguien que se dedica a salvar gente empieza a matar por puro sadismo...

- A ver, Madison... ¿Habéis comido ya? ¿Cómo están las cosas ahora mismo, cielo? - su voz, algo rasgada pero aterciopelada, resultaba amable y cooperativa - Vamos a tranquilizarnos y a hacer lo que haya que hacer con toda la normalidad posible. ¿Dónde están tus otros compañeros?

Me quedo mirando el efecto que producen mis palabras en el guapo telépata, es muy fuerte lo que le he dicho, yo lo he asimilado porque no me queda otra, porque no hay más opción, pero desde fuera…

Vuelvo a negar cuando nombra a la otra mujer, esa en la que parece que tiene mucha esperanza la gente de este lugar. Ella no está, creo que ha desaparecido. encogiéndome de hombros, es todo lo que sé de ella.

Y su consuelo es demasiado sentido, demasiado tierno, su pena se me contagia, y eso no es nada bueno para mis promesas, estoy demasiado vulnerable para soportarlo, las lágrimas que brillaban comienzan a deslizarse, por sus compañeros y por los míos, sin emitir sonido alguno, aprieto los puños para controlarme y que nada llegue a más, y luego, casi furiosa conmigo misma me quito con rabia las lágrimas de los ojos y mejillas, con ambas manos. Una respiración profunda y un susurro.. Lo siento…..

Hablaré de lo que haga falta, lo que sea para no pensar en los que han quedado atrás, en todo lo que no se ha podido superar, en lo que no superaré nunca. Ahora todo está muy en el aire, vamos a tener una comida todos, en el comedor, algunos ya están allí, creo que… espero que para organizarnos. Está Antti. Es lo más parecido que tengo a una buena noticia.

Me acerco a mirar de nuevo a Falken preocupada por él, dejarlo aquí, solo… Vuelvo a mirar los ojos grises que han venido a ayudarnos ¿Lo llevamos a la habitación en la que dices que estará mejor? ¿Te ayudo yo o busco a alguien? Pero… soy fuerte. Y quiero hacerlo.

- ¿¡Lior desaparecida...!? - ese dato le toca de cerca. Por lo visto los huéspedes antiguos del Icehotel sienten no sólo respeto, sino también cariño por esa mujer... - Ella no puede faltar aquí... Hay que encontrarla... Y para eso habrá que salir de aquí, y lo lograremos, ya lo verás - saca un paquete de pañuelos de papel y te lo tiende - No te preocupes, Madison, es normal... Yo no he podido volver por aquí hasta hoy... Todo me recordaba a mis amigos y... - una sonrisa triste - ¡No veas cómo me ponía...! No hace falta que te disculpes, llorar es lo natural cuando sucede una desgracia...

Se adelanta hacia las cajas comprobando lo que tienen escrito, todo en lapón. Parece que busca algo.

- Dudo que pongan de comer a éstas horas... Isen es muy maniática con la puntualidad y el compañerismo... A nosotros no nos daba de comer hasta que nos sentábamos todos juntitos en la mesa a la hora específica... ¡Y éramos treinta! Nos quedamos más de una vez sin comer, pero sólo nos enfurruñábamos y nos íbamos a Jukkasjärvi a que Valdemar nos diera de comer... - otra sonrisa, nostálgica ésta vez, mientras sigue explorando entre las cajas - Así que... Hasta mañana, habrá que aguantar el hambre. Salvo los niños... - al nombrar a los niños, una nota mucho mayor de tristeza le surca la voz - Si es que tenéis niños ahora... Nosotros teníamos a una locuela de trece años... Y... A una pareja que se conoció aquí... Ella estaba embarazada y se iban a casar... Éste mes... - tragó saliva, deteniéndose un momento. En el Icehotel, los recuerdos se arremolinaban en la mente de Milo... Los hubo malos, pero él sólo era capaz de recordar los buenos...

Por fin pareció encontrar lo que buscaba, y agarró una pesada caja de una estantería, poniéndola en el suelo. Empezó a pelearse con el embalaje para abrirla.

- La habitación de Falken está fuera del hotel... Y Antti... Uah, debe estar tirando cohetes - por supuesto hablaba con un melancólico sarcasmo, denotando que Koivusaari debía estar a punto de pegarse un tiro - Primero se divorcia y ahora Isen se vuelve loca y Lior desaparece... En fin... Voy a buscar a Antti, tú intenta relajarte y ve a tu habitación, entretente con algo y llora lo que tengas que llorar... Si no te abres con tus compañeros, ellos tampoco lo harán contigo... Y pasarás un año entre desconocidos... No suena bien, ¿verdad? - apretó una sonrisa y suspiró - Mañana os llamaré temprano a todos para abrir ésto y usarlo. Son cacharros de entrenamiento... Si no os entrena Isenhall, lo tendré que hacer yo, que aunque no soy una deidad elemental, soy bombero y algo sé. Creo que podré. Y no te preocupes: No habrá heridos, ¿vale?

Es cierto lo que pensé, en los peores momentos siempre llega alguien bueno, suspiro agradecida, no sabe lo que me está dando, unos ánimos que estaba segura había perdido para siempre, unos ánimos que no quería buscar, que no quería encontrar. Me ha recordado lo que tengo que hacer, lo que puede que quiera… en el fondo. Acepto su pañuelo, un poco entristecida, me ha malinterpretado, lo que sentía era lo de sus compañeros, pero claro, no es adivino.

Abro mucho los ojos al escuchar hablar de “Isen”, no tiene nada que ver con la que yo conozco, la mujer despiadada que ha torturado a una mujer sin parpadear. Tenemos a Amber, de un añito, y Victoria, de cinco o seis… ellas, tienen familia aquí, sus tíos y su padre, respectivamente. La idea de que alguien fuese tan feliz aquí como para querer casarse, es…. Mágica, añoro una vida aquí que no he llevado, esto es de locos.

Abrirme a mis compañeros, ¿A Taylor? ¿A Renka? reprimo un suspiro. Y sonrío cuando habla de Antti, Sí, es uno de los que más se está divirtiendo, no para de reírse. sonrío de nuevo, sin saber por qué me hace gracia una broma tan tonta en un momento así.

Tomo aire, agradecida por lo que está haciendo, por el interés, tiene más en solucionar las cosas que algunos de los que están aquí. Me acerco a donde se encuentra, mirándolo de nuevo, seria, asintiendo esperanzada a lo que dice. Muchísimas gracias Milo, gracias por estar aquí y querer ayudarnos. Yo… haré todo lo que digáis tú y Antti. Ya lo creo que lo haré. Voy a la habitación, pero vendré de vez en cuando a comprobar que Falken se encuentra bien.

Vuelvo a mirar a Falken y después de despedirme de él en silencio y con la mano de Milo, salgo en dirección al dormitorio. Espero que aquí lo traten como se merece.

Acompañado o, más bien, acompañando a Dale, llego al almacén, bastante serio, aunque canturreando una canción. Al llegar al mismo, saludo con un gesto de la mano a quienes se encuentran dentro, tras lo que me mantengo en un segundo plano, a la espera de que la australiana de la información que tenga que referirles. Yo, por mi parte, no sé bien de qué puede tratarse, ya que pillé la conversación a medias...