Partida Rol por web

Al amanecer del día siguiente os acercáis hasta las puertas de Saltmarsh, según lo acordado. Allí os espera Manistrad, que ultima los detalles. Viajaréis junto a dos enanos y un carromato tirado por una mula. Tras unos minutos, emprendéis el camino dejando atrás a la capataz y a los dos viejos guardias que vigilan la entrada a la villa.

Vuestro primer trabajo aquí ha transcurrido sin incidentes. Un día de ida y otro de vuelta, pasando la noche en Seaton. Coser y cantar. De la charla con los enanos, para amenizar el trayecto, habéis obtenido un par de rumores.

Algunas veces, en las noches de luna llena, puedes encontrarte con el fantasma de un marinero ahogado vagando por las calles de Saltmarsh, tratando de llegar a su antigua casa. Ayúdale a llegar hasta ella y obtendrás un deseo. Pero si fallas en el intento, te estrangulará.

Me siento más tranquilo trabajando en las minas que paseando por la villa. Dicen que ese extraño mago, Keledek "el Tácito", puede escuchar cualquier conversación dentro del pueblo, durante unos minutos, si pronuncias su nombre en voz alta.

También en la posada en la que os hospedasteis en Seaton pudisteis escuchar otro rumor.

El gobernante de Seaton es ese cuya estatua de bronce preside la plaza de la ciudad. El Duque Marik Feldren, un individuo impulsivo y belicoso. Se dice que está cansado de mantenerse a la defensiva con respecto a los Príncipes del Mar, y que está preparando una ofensiva contra ellos.

Ya en Saltmarsh recibís vuestro pago y volvéis a la rutina habitual.

Tres días después, estáis desayunando en 'La Cabra de Mimbre' cuando entra por la puerta el jefe de la guarida, Eliander Fireborn. Parece buscar a alguien con la mirada, la cual se detiene en cuanto la fija en vosotros. Seguidamente se aproxima a vuestra mesa.

-Buenos días caballeros... y señorita-dice con una ligerísima reverencia-. He oído que ya están realizando trabajos en la villa. Lo celebro. Y de hecho, quisiera proponerles otro si están dispuestos. Ando algo escaso de personal ahora mismo, pues he tenido que enviar a varios hombres a Dreadwood, y yo también partiré en breve, por lo que estaré fuera unos días. La tarea consiste en explorar una casa abandonada y certificar que está todo en orden. Hay varios chismes sobre esa casa que dicen que está embrujada, pero sinceramente, apostaría a que lo único que van a encontrar allí son alimañas y polvo como para llenar un carro.

Eliander suelta una risa seca.

-Si sienten curiosidad, por favor, vayan a hablar con Krag, el enterrador. Lo encontrarán en el cementerio, y lo reconocerán fácilmente, pues es un semiorco... bastante curioso. Es un gran amigo que me ayuda con varios asuntos, entre ellos este trabajo. Hay más detalles que compartirá con ustedes si aceptan la misión. Tan sólo tienen que decirle que son voluntarios para el trabajo en la mansión y él ya sabrá cómo proceder. Cualquier cuestión pueden preguntársela a él.
En fin, siento ser tan rápido y directo, pero debo marchar de inmediato. Tanto si aceptan como si no esta propuesta, les deseo que les vaya bien. Hasta más ver.

Sin daros posibilidad a decir nada, el jefe de la guardia se despide marchándose a paso ligero.

Algunas veces, en las noches de luna llena, puedes encontrarte con el fantasma de un marinero ahogado vagando por las calles de Saltmarsh, tratando de llegar a su antigua casa. Ayúdale a llegar hasta ella y obtendrás un deseo. Pero si fallas en el intento, te estrangulará.

-Un deseo...--se quedó meditando la maga elfa--No hay nada como un misterio sin resolver.

Me siento más tranquilo trabajando en las minas que paseando por la villa. Dicen que ese extraño mago, Keledek "el Tácito", puede escuchar cualquier conversación dentro del pueblo, durante unos minutos, si pronuncias su nombre en voz alta.

-Pues... si me está escuchando ahora, que le den a Keledek. ¡Ja, ja, ja!--ríe socarronamente el mediano pícaro al conocer el rumor sobre el arcanista.

-Una casa abandonada y un enterrador. ¿Qué dices, elfita? Suena mejor que quedarse aquí de brazos cruzados, ¿no?

-Tenía pensado ponerme a practicar un par de conjuros para polimorfar bocazas, pero si el resto del grupo se apunta...

Vokryl no había dejado de darle vueltas a la cuestión de que el culto de Iuz se hubiera establecido en Saltmarsh. Y no sólo eso, además tenía el beneplácito de las autoridades. Algo le olía a cuerno quemado y era su deber sacar a la luz toda la verdad sobre ese culto para que los ojos de San Cuthbert guiaran su mangual.

Más callado de lo habitual, el paladín había llevado a cabo las tareas encomendadas de manera diligente, sin perder de vista a la elfa y al mediano por si se metían el líos. Sin embargo Urgim era un hombre de fe y, a pesar de sus evidentes diferencias dogmáticas, Vokryl había empezado a confiar en él.

Los rumores que iban escuchando mientras pasaban los días no hacían sino alimentar las teorías conspiranoicas de Vokryl. No era capaz de eliminar al malvado Iuz de toda ecuación.

Talasek recibió el pago por sus servicios con una plegaria a San Cuthbert. Apartó para sí sólo la tercera parte y guardó en otra bolsita a parte el resto - Haré la donación tan pronto sea posible... - pensó fervientemente.

Un tipo curioso este Eliander Fireborn - pensó para sus adentros para no rozar el desprecio.

- Deberíamos hablar con Krag - se dirigió entonces al grupo -. No sé si vosotros estáis interesados pero es mi deber investigar lo que ocurre allí. Más aún si se trata de no muertos.

El carácter de Vokryl se había tornado más serio desde que hablara con Manistrad y esto también se notaba en la seriedad con la que trataba el resto del grupo. Algo preocupaba al paladín y parecía que era algo de cierta magnitud.

De nuevo en Saltmarsh, y aunque ya han pasado tres días, Urgrim no puede dejar de pensar en uno de los rumores

Algunas veces, en las noches de luna llena, puedes encontrarte con el fantasma de un marinero ahogado vagando por las calles de Saltmarsh, tratando de llegar a su antigua casa. Ayúdale a llegar hasta ella y obtendrás un deseo. Pero si fallas en el intento, te estrangulará.

"Una pena. Un hombre que se gana la vida en el mar no merece ese destino para su alma. Y ahora Fireborn nos propone investigar una casa embrujada. Los espíritus no descansan en paz aquí, puede ser una señal de que algo ocurre"-- piensa preocupado mientras desayuna.

—Vokryl. Cuenta conmigo. Pero necesito hacer una parada antes de ir al cementerio..— digo pegando el último bocado a mi primera comida diaria.

Vokryl levantó una ceja en señal de desconcierto.

Amigo Urgrim, tienes una gran suerte de encontrarte en una ciudad portuaria donde tu patrón Procan es venerado con cierto fervor.

Me vas a perdonar si no entro en ese lugar sagrado contigo pero tú más que nadie comprenderás las razones - dijo agarrándose la insignia que representaba a San Cuthbert -. En todo caso es una parada obligatoria para ti, no muy lejos del cementerio por lo que deberíamos partir lo antes posible.

Al paladín casi le obsesionaba ser puntual o llegar lo antes posible a cualquier lugar si se precisaba de él allí. Volvió la vista entonces hacia el mediano, intentando una vez más no cruzar la mirada con la elfa - ¿Vamos? - Preguntó refiriéndose a ambos.

Visitas el templo de Procan, un edificio de dos plantas con una pequeña torre, construido en piedra. Desde esta parte alta de la villa se siente con mayor intensidad el aroma y la brisa del mar.

Al llegar, observas a tres novicios que van de aquí para allá, ocupados en sus cosas. Un hombre se acerca a ti, es un humano robusto, de abundante barba, curioso sombrero y una pata de palo. 

-Bienvenido hermano. Veo por tu insignia que también eres hijo de Procan, lo cual me llena de dicha. Que la marea que te ha traído a Saltmarsh te arrastre hasta alcanzar tus objetivos. Mi nombre es Wellgar Brinehanded, y soy el encargado de dirigir este santuario. Como sabrás, si alguna vez necesitas un lugar donde alojarte, nuestras puertas están abiertas. También podríamos proporcionarte sanación o compartir hechizos llegado el momento. Mientras tanto, sé libre de visitar nuestro templo y ofrecer tus respetos al padre del cielo y el mar siempre que quieras. Esta es tu casa.

Dais un paseo por la villa mientras Urgrim presenta sus respetos a Procan en el templo. Todos habéis quedado en las puertas del cementerio dentro de un rato.

Volvió la vista entonces hacia el mediano, intentando una vez más no cruzar la mirada con la elfa - ¿Vamos? - Preguntó refiriéndose a ambos.

-¡Andando!--asintió Poppy sonriendo satisfecho.

Lía no comentó nada, pero recogió sus bártulos y se puso en pie para acompañar al grupo. No iba a quedarse allí sentada de brazos cruzados.

Aprovecho mi visita para dar una vuelta por el templo, y rezar unas plegarias a Procan --"mi próxima misión podría ser una casa encantada, y ya sabemos como se las gastan las almas condenadas.."-- mi mente habla como si tuviese una conversación con mi dios. Una vez he acabado me reúno con mis compañeros a las puertas del cementerio

Finalmente, todos os reunís en las puertas del cementerio, curiosos por averiguar más sobre ese trabajo que os mencionó Eliander.