Partida Rol por web

Konrad salió de la habitación con la cara palpitante y caminó por los pasillos en busca de la dichosa doncella pero parecía no estar por ninguna parte. Los guardias de la torre de Audra le dijeron que no se encontraba dentro, pero si la joven señora, así que el bastardo tuvo que andar sobre sus pasos y bajar al patio, donde por fin vio asomarse la cobriza cabellera de Victoria junto al pozo.

La doncella estaba junto a Cassel, o mejor dicho él estaba junto a ella mientras Victoria recogía la ropa que había tendido unas horas antes.

-¡Victoria!.- Alzó el muchacho la voz desde lejos, interrumpiendo las posibilidades de Cassel de llevársela al catre esa noche. A medida que se acerca va bajando el tono de su voz para no ser demasíado escandaloso- ¿Se puede saber que estas haciendo aquí a estas horas? Deberías estar atendiendo las mesas conmigo. Lord Duncan reclama tu presencia. ¡Hola, Cassel! - Termino el bastardo en un tono alegre y animado, como si no se hubiera fijado hasta estar allí de que su ex-compañero de armas se encontraba allí plantado.

Escuchó a todos uno por uno, excepto a Ser Leander, que fiel a si mismo, guardaba un inquietante silencio.

-Es verdad, Ser Roderick, que mi padre nunca hubiera permitido esta unión. Pero es deseo de nuestro señor en Invernalia que se celebre, ¿que haríamos si no? ¿Negarnos? ¿Levantarnos en armas contra los Stark? Podríamos unirnos a los señores del hierro y demás enemigos del lobo y hacernos con todas las tierras que queramos- Intentó que sus palabras sonasen sarcásticas, pero la interpretación no era su fuerte.

-Como bien decís hermana, de haber boda, cosa que tampoco estoy muy a gusto, tendrían que, por supuesto, ofrecernos una buena parte del pastel. Ni por asomo se me había pasado la cabeza un casamiento por amor- El labio superior se le retorció, aquello significaba una sonrisa, aunque no lo pareciese.

Marcus se separó de Victoria como un resorte, pero se relajó al ver que "solo" se trataba de Konrad. El pupilo sonrió mostrando una boca perfecta y sana y levantó una mano para señalarle la cara.

-Estás sangrando, ¿te has peleado con una escoba?

Victoria se llevó una mano al pecho, alarmada, y frunció el ceño cuando vio al bastardo.

-Me has dado un susto de muerte. Oye, por quién me tomas, ¿por una simple sirvienta? Soy la doncella de Lady Audra, yo no sirvo copas, ese es tu trabajo... ¿Para qué quiere verme el lord? -preguntó y le dio un codazo a Cassel cuando dijo lo de la escoba.

-Pues porque está preocupado por Lady Audra, y como tú no estabas para responder a las preguntas sobre su estado me han cruzado la cara a mi.- Respondió con cierto rencor mal escondido. No es que la culpase, eso era cosa de su antiguo maestro de armas, pero aún así si ella hubiera estado allí se hubiera ahorrado el golpe. Parecía expectante de que al menos la mujer tuviera la decencia de preocuparse un mínimo.- Además, para no ser una simple criada, te veo haciendo cosas que deberías dejar en manos de las lavanderas.

-Bueno, no descarte nada mi señor... Igual la chica está de buen ver y le alegra los ojos. Después de todo si come igual que Lord Amos tiene que tener un busto igual de grande que la barriga de Norwood. Pero si, estoy con vuestra querididísima* hermana, aunque yo con cien barriles de vino Dorniense me conformo.

Victoria le devolvió la mirada con una mezcla de sorpresa e indignación. La doncella cogió el cesto de la ropa seca y se lo tendió a Konrad con forzada energía golpeándole en el estómago.

-Pues igual tienes razón y deberías estar haciéndolo tú. Vamos -le dijo invitándole a ponerse en marcha.

Marcus permaneció detrás de Victoria, sonriendo como si todo aquello le pareciera lo más divertido del mundo y Konrad y la doncella fueran un par de bufones.

-¡Ey! -exclamó cuando vio que se iban a ir-. Acuérdate de lo que te he dicho.

La doncella se dio la vuelta un momento y después volvió a tirar de Konrad para que se movieran.

Lord Duncan no estaba de humor para las idioteces de Ser Maynard. Era un buen caballero, pero de lengua suelta cuando bebía un poco más de la cuenta.

-Me temo, mi buen Ser, que ahora mismo priman temas más serios que las tetas de una niñata con aires sureños...- Se centró en el resto de sus invitados-. Quizás deberíamos conocerles primero y llegar a un acuerdo con su casa. Si las condiciones no nos son favorables, tendremos que declinar su oferta y lidiar con el lobo de Invernalia.

El joven fue detrás de Victoria hacia el salón tras dejar el cesto en el suelo y despedirse de su amigo con una sonrisa forzada, aun tendría que servir copas y después limpiar el desastre que el golpe había causado antes. Pero nada le impedía cotillear justo antes. Lo cierto era que entre las bambalinas de la servidumbre, se desarrollaba un mundo que nada tenía que envidiar al de los nobles, excepto la alimentación, la higiene, la salubridad y la esperanza de vida media.

-No sabía que querías dejar de ser doncella ¿El puesto te agobia mucho y quieres ser la esposa de uno de los caballeros de la casa Karlyle?.-Preguntó mientras con un gesto de cabeza indicó que hablaba de Marcus. Después se preparó para atrapar la mano con la que intentarían darle el segundo bofetón de la noche.

Morrigan se sonrió ante las palabras de su hermano y bebió de vaso mirando a Maynard de refilón.

-Entonces ya está decidido.

Ser Roderick asintió con la cabeza y después pidió la vez para decir algo más.

-Cambiando de tercio, mi señor. ¿Se sabe algo de mi esposa? La última vez que hablé con vos me aseguró que iba a enviar a alguien a investigar las poblaciones cercanas así como los bosques, pero no se me ha reportado nada. Lo único con lo que cuento es con un caballo y el testimonio de... Morton -dijo volviéndose hacia el soldado. Siempre que Ser Roderick le veía le pedía que le repitiera la historia como si esperase descubrir algo nuevo cada vez.

Como todos sabían, la esposa de Roderick hacía un par semanas que había desaparecido durante una cacería.

Victoria se contuvo, pero se podía ver que no le faltaban ganas de abofetearle.

-No es de tu incumbencia -le contestó mirándole de reojo. No parecía avergonzada por las palabras del bastardo-. Además Cassel todavía está muy verde, aunque él no parezca verlo. Lo que quiera él igual no es lo mismo que quiero yo. ¿Y tu qué? ¿Pretendes dejar de ser doncella algún día?

-Por pretenderlo...-Respondió lacónico. La mujer no le caía mal y a medida que se iba pasando el mal humor, la actitud de casi amistad jerarquizada que se formaba entre el servicio se iba volviendo a imponer. Los nobles no se daban cuenta de que eran el modelo a seguir, y que todos les imitaban con unas diferencias u otras.-...tampoco me quejo. No es como si me sirviera de mucho, además no soy ni la mitad de bueno con la espada que Marcus. Supongo que seré un siervo bastardo toda la vida. No es como si pudiera cambiar mi herencia de sangre, bueno, la ausencia de la misma. Pero tu sigues sin haber dicho que es lo que quieres.- Preguntó de forma indirecta el copero.

- Yo no pueddo decc...ccir más mi sseñor. - dijo Morton ahora sí, con una cara sombría. Le costaba llegar con la lengua a la punta de los dientes, debajo de la lengua. Maldito maestre, me hubiera venido mejor que me cosiera una costurera de las que hacen la ropa en el castillo. La las letras cé y ese le salían con un sonido húmedo. El maestre había comentado que mejorarían con la práctica, pero también había avisado que nunca serían como antes.

Repitió las palabras otra vez, como hacía siempre que preguntaba. - Essstaba con todos destripando al jabalí cuando nos avissaron de que el caballo se había desbocado. Nos separamos para abarcar más terreno. Encontré el caballo en los prados vacccíos, entre las torrenteras que se forman del deshielo... ¡Ssseguí las huellas hacia las rocas y el canchal, pero se perdía ahí. Volví tan tarde por haber seguido las huellas, por tratar de encontrarla...- En la voz había un tono de desesperación, pero... ¿Era desesperación o hartazgo de decir lo mismo día tras día?.-  Pero allí no había nadie, no había huellas. En el canchal hay cuevas. ¡Y las hemos estado registrando! Pero si ya se perdió... Debería ir al pueblo y hablar con loss envidiossos que allí habitan, no lesss gusstó que la chica que tenían para trabajar e hilar y romperse el espinazo cultivando les fuera arrebatad...

Desde luego, se había cargado el ambiente de la cena, pero no podía dejar de responder a las preguntas de un hombre preocupado por su esposa.

-Confío en lo que nuestro buen Morton dice, no hay mejor explorador que se conozca esos riscos y toda la zona. Seguiremos buscándola, eso tenedlo por seguro, pero quizás deberíais haceros a la idea de que haya podido fallecer... Ya sabéis como es la montaña de caprichosa.

Sus palabras sonaban frías y distantes, por mucho que se quisiese esforzar. Duncan había destinado ya a muchos batidores para peinar la zona donde desapareció la esposa de Ser Roderick, quizá porque ya sabía lo que era perder a una esposa, o mas bien, dos.

-Aún así- Añadió-. No cesaremos hasta dar con algún rastro.

-Sobrevivir. No soy tonta, no quiero casarme con un príncipe azul... Las intrigas no son lo mio y la nobleza está llena de víboras. Prefiero casarme con un cualquiera y seguir con la cabeza en su sitio.

Cuando alcanzaron la puerta, el guardia que se encontraba fuera los miró ceñudo antes de abrirla y dejarles pasar.

Ser Roderick bebió de su vaso a falta de algo más que decir y miró al "Lenguaraz".

-A estas alturas lo de menos es si está muerta o viva, lo que quiero es encontrarla y darle la sepultura adecuada... Ya he velado suficiente por ella.

En ese momento las puertas del salón se abrieron y el guarda del otro lado dejó pasar al bastardo seguido de la doncella de Lady Audra.