Partida Rol por web

El joven sátiro entona una corta plegaria a cierto dios (Esculapio) y trata de contener la hemorragia que sufre el joven pero al parecer la cosa es muy chunga. Mientras sigue tratando de curar al joven mira a Holden con cara muy seria.

-Esto tiene muy mala pinta...

-¿Pu... puedo hacer algo?

El enorme dueño del rancho rie de forma estruendosa y mientras su cuerpo se convulsiona por las carcajadas empieza a aumentar su tamaño... Tres metros... Cuatro... Y así hasta llegar a los 6 metros. Su ropa se rasgó y cayó echa pedazos a sus pies (No así su ropa interior, unos enormes boxers blancos con corazoncitos rojos) , no así su hacha que creció junto con él. Su cuerpo se cubrió con una inmensa capa de pelo negro encrespado por el torso y los musculosos brazos.

-¡Pequeños hijos de dioses, no sabeis con quien estais hablando! ¡Yo soy Clitio, hijo de Gea! ¡Y vosotros pronto no sereis más que una mancha de herrumbre en mi hacha!- Tras lo propio en inmenso ser

Tras haber terminado con eso... ha aparecido algo más. La voz esa, se desveló y mostró su cara.  ¿Qué era eso? ¿Qué podía parecer? Estábamos todos algo pensativos con eso.

Veo como aquel hombre crece y se transforma en algo, una especie de ser peludo que parece sacado de Star Wars, aun así no me amilano.

-Tío, ¿en serio vas a luchar con esos calzoncillos?- Pregunto divertido.

El fauno levanta la cabeza del mestizo caído y vierte un poco de ambrosía en sus labios entreabiertos. Su herida parece cerrarse un poco, pero aun sigue sangrando y tiene muy mala pinta. El joven está pálido. Los parpados de Lukas se abren lentamente y se fijan en Holden. Una sonrisa cansada aparece en su rostro.

-Hey...

Ojala estuviera tan tranquilo como su compañero como para bromear en aquella situación, pero el golpe de la quimera aún le dolía, y aunque no fuera así se ponía demasiado serio cuando peleaba. Con una gran mueca de desagrado en la cara comenzó a andar hacia un lado con el escudo al frente, atento a los movimientos de aquél autodenominado hijo de Gea.

Miro a Lukas y al ver como está empiezo a llorar.

Me inclino sobre él llorando amargamente.

-Lukas... por favor... ponte bien... no puedes hacerme esto...

El semidios trata de incorporarse pero la herida se lo impide. Sin embargo parece que la ambrosia y los cuidados del fauno le permiten curarse pues la herida ya esta cicatrizando. Lukas sigue teniendo un aspecto muy pálido.

-Ugh esto duele... Tu tranquilo Holden. Gracias a nuestro amigo parece que no me voy a morir.- El joven se gira al fauno y abre mucho los ojos.- ¿¡Eso son cuernos!?

El fauno asiente distraido y luego señala a la enorme masa de musculo que es Ktimatías/Clitio.

-Dioses... ¡Un gi-gi-gigante!- El fauno suelta un balido atemorizado.- Hay que saliiiir de aqui... ¡Raaaaaapido!

Me giro para ver al gigante y vuelvo mi mirada a Lukas con gesto confiado.

-Voy a sacarte de aquí, tranquilo - Digo muy seguro - Ayúdame a llevarlo, por favor - Le pido al fauno

El fauno te coje de las manos y te mira asustado pero firme.

-No se puede mover. La herida apenas a cicatrizado... Si le movemos se desangrará en un par de minutos.- El fauno niega con la cabeza y cierra los ojos mentalizandose.- Llévate al resto, yo... yo veré que hago. Con algo de suerte podré ocultarnos a los dos mientras vosotros salís de aqui. Pero necesitaríamos distraer al  gigante. Debe haber algo que pueda con el... ¿Has visto algo o alguien que tenga poder o influencia sobre el monstruo?

-No... no sé... ¿Su mujer? - Digo tratando de omitir la idea de tener que dejar a Lukas atrás.

El fauno empieza a arrastrar muy lentamente, entre quejidos, al pobre Lukas.

-Si... Eso podría servir... Pero debes darte prisa... No se si tus amigos aguantaran... Coooooorre. Pero que no te pillen... No quiero mas heriiiiidos.- El fauno mira asustado a Holden, momento en el que te das cuenta que debe tener mas o menos tu edad.

Miro al fauno con los ojos llorosos y asiento.

-Por favor, cuida de Lukas, es mi mejor amigo.

Dicho eso echo a correr hacia la casa.

Sales corriendo de la zona y tras subir las escaleras vuelves a encontrarte en la casa.

Ahí dentro ves la cocina y el comedor con todos los platos recogidos, así como unas escaleras que suben al piso de arriba.

Empiezo a rebuscar por la casa tratando de encontrar a la mujer, pero no parece que vaya a haber suerte...

Efectivamente, Ipophema no está ni en el cesto de la ropa sucia ni en los armaritos de la cocina... Aunque un par de los calzones de su marido si se encontraban en el primer lugar.