Partida Rol por web

Los mercenarios les cachearon en busca de armas, pero no encontraron nada. Les maltrataron un poco, empujándolos, obligándolos a agruparse. Mientras uno vigilaba, el otro hablaba por radio.

-Tenemos el material, los sujetos no iban armados. Pasamos a Delta, repito, pasamos a Delta.

Compartieron una mirada de circunstancias. Pero el abuelo estaba como ido, concentrado en sus mierdas. No paraba de repetir, "mierda, mierda, mierda". Los mercenarios le patearon la espalda, gritándole que se callara. Poco después, llegaron los coches. Y no eran cualquier coche, joder. 4x4 de lujo, blindados y preparados para una guerra nuclear, si hiciera falta.

Las puertas se abrieron, y bajaron más mercenarios, algunos de ellos simplemente guardaespaldas en traje negro, con pistolas y subfusiles. Crearon un perímetro, profesionales, mientras el último de ellos abrió la puerta de atrás, que era gorda como para resistir el impacto de un RPG. Parecía el coche del presidente de los Estados Unidos.

Pero no se bajó el presidente. Lástima. En su lugar, un tipo vestido a la usanza de los jeques árabes, joven, increiblemente guapo, con unos botines de piel que parecían sacados de un museo de historia de la ropa cool, y unas gafas de sol tan caras que servirían para pagar la hipoteca de un yuppie durante un par de meses. Todos le trataban con mucho respeto.

El jeque se quitó las gafas, y sus ojos eran acojonantemente bellos. Era bello como Gadaffi antes de arruinarse a base de sexo y drogas sin control. Miró las maletas, y mientras sus hombres las abrían, se acercó al trío calavera, a los que miró con mucha curiosidad. Se rió.

Finalmente, cogió el walkie que tenía el viejo, y se separó unos pasos para hablar por él.

-¿Toreno, eres tú?

-Efectivamente -dijo la voz al otro.

-Me decepcionas. Teníamos un trato, un trato al márgen de tu gobierno. Y me mandas a éstos aficionados. ¿Que son, personal de la ONU? Falta un negro, para tener a todos los grandes grupos étnicos representados.

Se rió con una risilla molesta.

-Sigo queriendo mi transacción, emir. Mi dinero.

Eso le hizo reírse con ganas y de veras. Miró alrededor, alzando los brazos.

-¿Ah si, y por qué debería darte el dinero, eh?, ¿donde está tu ejército, tu policía, tu FBI, tu NSA, donde?

Negó.

-Yo te diré donde están -prosiguió- Haciendo su trabajo. Por que a los traidores se les mete en la cárcel. Pero mira, me has hecho un gran favor. Mejor que nosotros utilicemos ésto, y no los cerdos americanos.

Uno de los mercenarios comenzó a sacar cosas de la bolsa. Lo primero eran una especie de fusiles de asalto muy futuristas, con una leyenda inscrita en el borde. Lo segundo, que llevaron ante él, no era si no un extraño cubo metálico.

-Vaya, un extra. Que generoso. ¿Y qué es esto, Toreno?

-Tu sentencia de muerte.

Su expresión cambió de repente. Como si no fuera él, si no un tipo infinitamente más duro y resoluto. Se giró a sus compañeros, en el momento en que se pronunciaban esas palabras, y se giraba el mercenario que les apuntaba con su arma. Con rapidez y agilidad antinatural, robó el cuchillo que éste tenía en su funda de la pierna, mientras le hacía una llave tirándolo al suelo, y clavaba la hoja en la garganta.

-¡Al suelo, agarraos a donde podáis!

Y el cubo estalló. En realidad no estalló, si no que... implosionó. Creó una especie de vórtice que succionaba todo a su alrededor. Y el primer afectado fue el jeque, que se comprimió, estallando en un haz de sangre, huesos y vísceras que entraron dentro de aquel vórtice, desapareciendo como succionados por un violento agujero negro.

El mercenario más cercano comenzó a ser succionado, y no tardó ni tres segundos en desaparecer. El fenómeno venía acompañado de un sonido parecido al del viento huracanado.

"Mecawentodo..." Aquello iba de mal en peor, cuando vio aparecer ese pedazo de buga supo que era tema de gente con pasta, con pasta de la de verdad, de la que quita y pone presidentes de países. Y eso la acojonó, esa gente tiene el suelo bajo sus pies empedrado de cadáveres, 3 más no le iban a importar lo más mínimo. La cuestión es que el tío le sonaba, un tío tan acojonantemente macizo no se olvidaba tan facilmente, sin la túnica y el pañuelo... sí... se lo cruzó por Gangnam... putos saudíes, tanta juerga y tanta coca les deja a todos el cerebro hecho mierda y si a eso le sumas que de serie vienen muertos por dentro... apaga y vamonos, en manos de quien estaba el mundo... que hijo de la gran puta "¿Aficionada? Un respeto moro de mierda, a la reina le hablas con respeto" le miró desafiante, se estaba ganando un sopapo como el que no le dio su madre a tiempo "Que pena romper una cara tan bonita" Hmmm... empezaba a pensar que los medio-orientales le ponían mucho. Movió los labios intentando no emitir sonido preguntandole al abuelo en que mierdas andaba metido pero estaba como loco "Noooo, ahora no te pongas con el monoooo" ¿Quien era Toreno? Eso no era una peli de Flint Westwood? Meditando sobre la conversación... eran ellos los 007 de la peli? Entonces abrieron los paquetes y sacaron esas pedazo de armas que le hicieron brillar los ojos, por sus muertos que se hacía con uno y "mataseaba" a todos esos cabrones, pero había junto a ellos una cosa... un cubo con unos dibujos raros, como el de Hellraiser (también se acordó del Teseracto pero ella es más de los clásicos) y sin sin saber porqué empezó a creer que The Truth no estaba tan chalado, no sabría decir, fue un sexto sentido que le dijo que eso era mierda muy dura.Incoscientemente cogió la mano de Golan, allí iba a pasar algo, lo presentía.
De pronto una honda en el aire, un pálpito, y la cosa se volvió ciencia ficción de verdad -PERO QUE COÑ...!?- el instinto les hizo agacharse y obedeciendo a las instrucciones del abuelo tiró de la muñeca de Golan y juntos corrieron a un enorme tronco seco que hundía sus raíces en el suelo cuarteado, con suerte, por tamaño, debía estar bien anclado. Por si acaso cerró los ojos, vaya a que eso fuera como el arca de la alianza.

¿Pero que coño era aquello? Madre de Dios. Estaba claro que aquello era una mierda muy seria. Casi que demasiado seria. Pero al mismo tiempo, excitante. ¿Que le pasaba?, ¿era acaso la crisis de los 40? De alguna manera, el peligro le ponía a cien, sexual y vitalmente hablando. Le hacía sentir vivo. Que cada día merecía la pena.

Ahora solo había que asegurarse de que hubiera un día siguiente, por que aquella cosa succionaba todo para no volver a verse jamás.

Se agarró al tronco por el lado de sotavento, de modo que sus propios cuerpos ejercieran resistencia contra él y no fuera todo fuerza de los brazos.

Tan rápido como surgió, se fue.

Pero tuvo tiempo para putear mucho. Mucho, mucho.

Todos los objetos menos pesados que un coche fueron succionados por el vórtice: radios, armas, personas... Los mercenarios que estaban en campo abierto, que eran todos, pues todos habían bajado, fueron succionados por el vórtice tarde o temprano. Succionados después de descomponerse en un haz de sangre y mollejas, francamente desagradable.

Y veinte segundos más tarde, el vórtice decreció en potencia, hasta que finalmente cesó. Y en su epicentro volvió a formarse en cubo, que cayó al suelo de forma inocente, dejando junto a él un evidente reguero de destrucción que se extendía en círculo.

Finalmente, surgiendo del agujero que habían cavado en el suelo, The Truth, manchado de tierra, que miró a uno y otro lado, hacia los coches abiertos de par en par y con las llaves puestas. Uno de ellos se había arrastrado unos metros de su posición original. Y se acercó al cubo para recogerlo con la mano.

Miraba el cubo como Gollum el anillo antes de caerse en el monte del destino.

Volvía a ser él, o al menos lo que él era habitualmente. Igual de abstraído, con muestras claras del síndrome de abstinencia, sudando como si estuviera en las calderas del infierno, con la camiseta pegada al cuerpo. Y mirando el cubo con cara de gilipollas.

-Existe. El objeto 247 de la lista de Roswell. Oh Dios. Rápido, echadle una puta foto.

El tronco había amenazado con desgarrarse. Si hubiera tardado treinta segundos más, habrían terminado ahí dentro, con esos tíos. Sea donde fuere que hubieran ido. Pero estaban vivos, aunque los brazos dolían un poco por el sobreesfuerzo. Había aplastado con su cuerpo a Queen, que había notado el "efecto secundario" tan curioso. Ella tenía miedo de morirse, y él se había empalmado como un quinceañero.

Así que antes de separarse se frotó un poco contra ella, de modo "accidental". ¿O quizá intencionado? Si no estuviera el viejo, se la habría follado contra el árbol. Dios, ¿Que le pasaba? Se estaba volviendo un adicto al riesgo.

-¿Estás bien? -dijo, con la respiración alterada.

Se pasó la mano por el mentón, sucio de polvo, y se separó lo justo. Él fue a lo práctico. No había salido tonto, después de todo.

-Ey, ¿No iban a traer pasta? Estará en los coches.

-Mierda,, mierda, mierda mierda...- El tronco crujía infernalmente y se inclinaba cada vez más, además sentía el cuerpo de Golan incrustandosele como si pesara mil toneladas, ella seguía con los ojos apretados por precaución pero ya que no podía mirarle en semejante momento estiró un par de dedos para rozar su mano. No entendía una puta mierda de l oque estaba pasando, solo que la iba a palmar sin cumplir la voluntad de su padre "Papá...". pensó en él en el momento en que sintió que el árbol no resistía más y la succión terminó subitamente.
Tosió, el polvo picaba en la garganta, y entonces lo notó. Abrió los ojos como platos, estaban a punto de cascarla y su novio se ponía palote? Pero no palote normal, no, palote como para partir nueces. Tras la estupefacción, ella que no era de piedra y estaba más habituada a eso supo que era la adrenalina, a ella también le había pasado lo mismo más de una vez. A la gente del común les da por reir y a ellos por follar -Podría estar mejor- respondió seductora. Suspiró, lástima que no pudieran disfrutar del subidón, el abuelo gritaba saliendo del foso recordandoles que estaba allí -Luego...- le susurró al oído mientras echaba a andar hacía los coches rozandole "accidentalmente" cierta parte.
El todoterreno del hijoputa saudí molaba demasiado como para dejarlo allí, si no se lo quedaba para ella le sacaría una buena pasta vendiendolo. -Abuelo ¿Estas bien?- se puso en cuclillas para ver el cubo de cerca -Y ahora me vas a explicar que acaba de pasar- sacó el móvil -o te quedas sin foto-

Aquello era jugar sucio. El mundo merecía saber la verdad, y que por supuesto él la difundiera. Tener que explicarlo todo. Ufff, tantas cosas. Había para mucho rato. Y el tiempo no era algo que precisamente sobrara.

-Creo que está la hostia de claro -dijo, apartando la mirada del cubo- Que a veces le hago favores a un agente del gobierno con tanto poder que es capaz de acceder a cosas como ésta... Armas de una tecnología tan acojonante que están en fase experimental, o son secretas. Incluidas movidas "sacadas" con alguno que otro soborno de los almacenes del Área 51. ¿Es que no escuchas mi emisora?, ¿que te creías que estaba loco, o qué?

Parpadeó, volviendo a mirar el cubo. Cuando se ponía serio parecía un viejo severo de esos que acojonan un poco.

-Lamento que hayas tenido que ver que pasa cuando estoy "sobrio". Entonces el dispositivo de control mental MK Ultra se puede activar, y esos hijos de perra me usan como si fuera el protagonista de una peli de acción. Por eso te digo que cuando me chuto es por que "yo controlo". Por que me controlo a mi mismo, copón. ¿Que te crees que me gusta andar todo el día con un monazo de la hostia?

No perdió el tiempo. Cogió las llaves del coche, abrió el maletero y registró todo: guanteras, asientos, etc. Encontró cosas interesantes, que se guardó en el bolsillo. Pero lo más importante, sin duda, eran los maletines.

Había cuatro maletines, dos en cada coche, cerrados sin combinación, ni llave, ni nada. Eso solo sale en las películas. ¿Para que coño quiere un tío que se hace acompañar de un ejército de mercenarios, cerrar una puta maleta con una llavecita de mierda? Ridículo, joder.

Así que cuando abrieron los maletines, lo fliparon. Allí habría, no se. Tres o cuatro millones de dólares en billetes sin marcar, no consecutivos. Quizá más. Además, en la guantera había encontrado unas joyas, que es lo que se guardó en el bolsillo. De las joyas no habían dicho nada, claro.

-Madre mía. ¿Todo ésto por esas armas que han desaparecido? Entonces no quiero ni saber cuanto vale ese cubo mágico.

La pasta no le interesaba tanto. Tenía la necesaria para vivir, para sus necesidades, gastos médicos y demás. Querer más pasta, en su caso, no tenía ningún sentido. Él tenía ganas de ser rico en conocimientos, en secretos. Viajar donde el ser humano no había conseguido aventurarse. Eso era algo que practicaba cuando se metía algo de LSD. Pero también quería "el original". Lo que no era fruto de su cabeza. Lo genuinamente astral.

-No digas tonterías. No es mágico, es extraterrestre. Rigeliano, para ser más exactos. De la nave de exploración que se estrelló en Roswell por un fallo gravitacional provocado por el impacto de un relámpago. E imagino que se tratará de alguna especie de implosionador de materia que utilizarían con fines científicos o militares. O para ambas cosas.

Se mesó la barba, y luego levantó la cabeza.

-Chicos, viene Toreno.

Un coche venía, efectivamente, y no venía solo. Un helicóptero le seguía. Uno de esos famosos "helicópteros negros" que el gobierno decía que no existían y blablabla. Con su autocañón preparado para mandarlos a tomar por culo si se terciaba.

A Queen se le quedó cara de gilipollas, calló, hizo la foto y, por si acaso, se la auto.mandó por e-mail, que tenía solo una rallita de covertura pero algo era.
Todo era verdad... no sentía ni frío ni calor de lo sorprendida que estaba -Emmm, no joder, loco no, pero no creí que todo, todo...- y lo del sistema de control remoto era ya para cagarse -pero... como te pusieron la cosa esa?- No le respondió, el ruido del helicóptero impidió que siguieran hablando -Arranca el coche por si hay que salir a escape- dijo a Golan, que vete tu a saber que intenciones llevaba el Toreno ese, ella se quedó a medio camino entre el abuelo y el vehículo, alerta como pocas veces había estado.

Aquellos tíos SI eran profesionales. El helicóptero se mantuvo arriba, soltando a unos cuandos comandos en uniforme negro que bajaron haciendo fast-rope. Tomaron control de la situación, examinando el perímetro en profundidad. De hecho encontraron los dispositivos de seguimiento que habían utilizado los mercenarios, y los inutilizaron.

Revisaron los coches, se hicieron con la custodia de los maletines y los mantuvieron encañonados y con las manos en alto, tras cachearles (por segunda vez), en busca de unas armas que no tenían.

Y vuelta a lo mismo. El coche llegó. Aunque éste era menos glamuroso. Un simple coche blindado como el que usaban los políticos americanos, negro y con el motor trucado para que tuviera mayores prestaciones. De él bajó un hombre con barba y traje sin corbata, con sus gafas de sol, fumando un pitillo, y detrás un hombre maduro mejor trajeado, con rasgos mexicanos.

El primero que se adelantó fue el de la barba. Se acercó a los agentes, NOOSE, o lo que coño fueran, que lucían las siglas de la NSA en el traje, y sacando una mano del bolsillo la levantó con gesto jocoso para que se tranquilizaran. Luego tomó el cigarrillo entre dos dedos, y lo tiró lejos usando el pulgar como plataforma de lanzamiento.

-Tranquilos, joder. Están con nosotros, y son inofensivos.

Sonrió, todavía con las gafas puestas, mirando a Truth.

-¿Te ha gustado lo del cuchillo? Ese hijo de puta, lo conocí en Irak. Me debía quinientos pavos, y vaya que si me los he cobrado.

Uno de los miembros del equipo revisó el dinero de los maletines, anunciando.

-Está todo, jefe.

El dinero estaba allí, y eso era un alivio. Pero él buscaba algo infinitamente más importante que unos pocos millones de petrodólares, que seguramente terminarían en los vicios de tal o cual congresista en las Bahamas. God bless America, my home, sweet home.

Así que se acercó a The Truth e hizo un gesto con la mano extendida.

-El cubo, si eres tan amable.

Volvieron a encañonarle, y él suspiró, entregándolo. Toreno se lo pasó a su compañero, que jugó con él como si fuera inofensivo.

-Lo has hecho bien, como siempre.

Sonrió, paternal.

-Os felicito, el mundo es hoy un poco más seguro gracias a vosotros. Claro que a los Bush no les va a gustar que el principito de Qatar haya desaparecido en extrañas circunstancias. Pero no os preocupéis, ya tenemos un sustituto en mente, muy fiel al original, y totalmente leal a nuestra causa.

Se agachó, levantándose un poco los pantalones para que no le tiraran tanto, y les miró a su altura.

-Ah, como no. Señorita Choi. Soy un admirador de su trabajo. Muy prometedor, sin duda. Pero algo le voy a decir: con Lester Crest será usted aficionada. Con nosotros puede pasar a profesional.

Sacó un cigarrillo mentolado, aunque no lo encendió. Con tanto viento era imposible.

-Conozco su cruzada contra los Wu. Jay nos mantiene bien informado sobre todo, cuando está durmiendo.

Miró a Truth con una sonrisa de lobo.

-No siempre puedes estar colocado, aunque lo intentes.

Dió una palmada, entusiasmado.

-Bueno, éste dinero servirá para recuperar la inversión de los señuelos. Por que obviamente no ibamos a entregar las chemrail de verdad a los del ISIS, ni por todo el puto oro del mundo. No. Si no les hicieramos la guerra ahora, quizá así. Pero así es la política, una cosa muy cambiante. Los amigos de hoy, los enemigos de mañana, etcétera.

La señaló con el dedo.

-Hagamos una cosa, señorita Choi. La llamaré, y si quiere, venga a verme. Tengo trabajo para usted. Sin chip, por que espero que no haga falta. A los mejores no les hace falta, claro. Usted me ayuda, y yo le ayudo. ¿Wu Zi Mu? Torres más altas han caído en nombre de la democracia. Saddam, por ejemplo. Y lo lamenté, por que éramos muy amigos. 

Se acercó a uno de los maletines, y sacó un fajo de filletes de mil. Serían como cien mil, o así. Y se lo tiró a Truth.

-Tus honorarios, viejo. Cómprate algo bonito.

Se acercó luego a Golan, pero seguía hablando a Queen.

-Piense en lo que le he dicho, sopésenlo.

Sacó algo de su bolsillo, que resultó ser un inofensivo boli y un papel en blanco, que ofreció al actor.

-¿Le importaría firmarme un autógrafo? A mi mujer le encantará.

Golan firmó en el papel, e intentó sonsacarle el nombre de su mujer. Él sonrió.

-Mrs.Toreno, si no le importa.

Recibió su firma, y se la guardó de nuevo en la chaqueta.

-Bien, eso es todo. Nos llevamos los coches, el nuevo emir los necesitará. Pueden quedarse con las joyas, son zafiros auténticos. Pregunten por Goldstein, en Liberty City. Lester lo conoce. Él podrá colocar las piedras, sacarán quinientos mil, más o menos. Considérenlo un regalo del gobierno, por los servicios prestados.

Se despidió con la mano, encaminándose hacia el coche.

-A más ver, señores.

Y el despliegue se marchó tan pronto como había llegado, alejándose por el horizonte.

Dios salve América… el despliegue fue peliculero el discurso del tal Toreno ya no tenía tanto de fantasmada.
Queen aguantó el tipo, ya podían estar pellizcándole con tenazas que cuando decía de poner cara de palo… si las miradas lanzasen laser ella ya habría hecho chopped al tío hace rato. Y que pequeño y asqueroso se le hizo el mundo “Repugnante”. No perdía ripio de cuanto salía de aquella sierpe, no era mejor que el mierda saudí de hace un momento, quizás peor, porque los ricachones del petróleo te quitaban de en medio y ya está, pero tipejos como este te chupaban el tuétano y además se recreaban jugando contigo. En manos de semejantes psicópatas estaba el planeta. Gente que por encima suya no tenía nada, ni conciencia ni Dios.

Y ahora ese demonio tenía los ojos puestos en ella, bien fichada que la tenía y ahora quería convertirla en una especie de Nikita. Sí, sí, ayudar… ahora lo llaman así a poner una soga al cuello. Por muy tentador que fuera quedarse con el cubo y soltarlo dentro del casino del puto chino el favor de vuelta seguro le costaría caro. Resopló escuchándole, tenía mucha tensión no resuelta y no estaba acostumbrada a aguantarse las ganas de repartir ostias.
“Joyas? ¿Qué joyas?” arqueó la ceja entendiendo que su paladín intachable se había manchado con algo tan vulgar como el robo. Aun así cuando Toreno se acercó a Golan a punto estuvo de saltarle a la yugular. Seguro que el muy hijo de puta lo sabía y por eso lo hacía “Cabrón”… se estaba divirtiendo de lo lindo.

Finalmente terminó con su rollo acojonador/chulesco y se fue con viento fresco, con las armas, el cubo, los coches y su libertad, dejando tras de sí bilis y silencio.
De rodillas como estaba, apoyó una mano en el suelo e inclinó la cabeza. Abandonada la pose dura las lágrimas afloraron copiosas pero sin mohines ni sollozos. Estaba jodida, jodida de verdad. Ahora que pensaba que empezaba a tener el control de las cosas, que creía conocer a amigos y enemigos, que tenía un objetivo y aspiraba a ser libre y limpia… le habían endosado un grillete al cuello del que no sabía como zafarse.
Miró a The Truth, Jay ahora, desesperada ¿Porqué? ¿Por qué a ella? ¿Qué había hecho para merecer eso? Se miró las manos y las piernas, cubiertas de polvo, se vio allí tirada, desengañada, dolida en el corazón y el orgullo, convertida en un pelele, asqueada…
Se levantó y sin decir ni una palabra caminó hacia el coche en el que habían venido

Silencio, miradas perdidas.

El regreso fue tenso, por así decirlo. Tenso como una pareja que discute fuertemente, y es obligada a compartir el trayecto en el mismo coche, solo con ganas de salir corriendo a campo traviesa y no regresar jamás.

Dejaron al abuelo en el taller, sin bajarse siquiera para saludar al personal. Golan sabía que la había cagado de alguna manera, pero también sabía que ella estaría mal. Obviamente, su padre había muerto. Y ahora además un agente de inteligencia la había pillado "por los cojones", ofreciéndole (u ordenándole) trabajar para él. Sintió que debía decir algo, una vez que estuvieron solos, y así lo hizo.

-Oye, si estás enfadada por lo de las joyas, te pido perdón. No es que quisiera robarlas y quedármelas para mi. Pero pensé que si nos habíamos metido en esa movida y estuvimos a punto de morir horriblemente succionados por un vórtice aniquilador de materia de origen extraterrestre, sería mejor que no nos fuéramos con las manos vacías. Fuéramos... -agregó- Por que ésto es de ambos. Obviamente.

Parpadeó, sin saber muy bien que más añadir.

-Lamento que los días libres se hayan arruinado. Pero si te sirve de consuelo, no es culpa nuestra. Quizá un poco del abuelo, pero... a él le estaban utilizando también. No se.

Se pasó la mano por la boca y el mentón.

-Bueno, ¿A donde quieres que te lleve?

Queen siguió llorando en silencio mirando por la ventanilla y ni se inmutó cuando el abuelo se bajó. A veces miraba el móvil atenta a si había novedades familiares, pero nada, el velatorio continuaba y nadie preguntaba por ella "De puta madre...". Fuera llovía, habían sido días de mucho calor.

Un par de manzanas pasado el taller Golan aparcó y rompió el silencio. Parpadeó con la vista perdida en la gotas que se escurrían por el cristal, tardó en responder.
-Sí se han fastidiado es por mi culpa- se refería a los días de pausa de Fehr -Todo lo que toco se convierte en mierda...- se frotó la nariz con la palma de la mano -Le prometí a mi abuela que arreglaría las cosas, a mi padre que lucharía por una vida honrada, le dije que tu lo eras...- se limpio las ojeras cabizbaja -no justifiques a... a Jay, podía haber llamado a cualquier otro pero me llamó a mi, a la que está jodida por que le han matado a su padre, a la que no puede volver a su casa porque le persigue un ejército de matones, la que está con la mierda por las orejas...- respiró hondo, se le estaba quebrando la voz -ha sido... muy desconsiderado- se autocontroló y volvió a mirar por el cristal -por no decir una gran putada...-

Hizo una pausa -las joyas... quedatelas, no quiero ni verlas, no quiero nada que me recuerde lo de hoy. Hablaré con Lester para que las coloque y así no te tengas que preocupar tu de moverlas... no quiero que te manches más...- eso era lo que le estaba doliendo en el corazón, le gustaba que él estaba limpio, que no pertenecía a ese mundo suyo en el que un delito se arreglaba con otro delito y así hasta el infinito. Apoyó una mano sobre una de las de Fehr acariciandola con el pulgar en un ademán cariñoso. -¿Tu te has visto en el espejo? Parecemos dos filetes empanados- por él debía ser positiva y no cargarle con sus problemas, le sonrió con un gesto pizpiretillo aunque cansado -¿Que te parece si pedimos lo que sea y cenamos en casa? Una convencional noche de peli y cerveza...- algo que les recordara lo que era la vida normal, la felicidad del ignorante de como de mueven los hilos del mundo y cree que esas cosas solo pasan en las pelis

Escuchó lo que le dijo y reflexionó. Reflexionó sobre lo que había dicho, y trató de entender más allá de sus palabras. Entender lo que "realmente" estaba diciendo. De repente, se sintió algo sucio por lo que había hecho. Hasta los matones tienen sus códigos, y los delincuentes no era una excepción. De cualquier modo, lo que ella hacía no podía catalogarse plenamente como "delincuencia", si no como "supervivencia".

Había pensado bastante en torno a él. Él y ella. Que le veía a él, o que le podía aportar, que no tuviera ya, o pudiera conseguir fácilmente. "Haz lo que quieras con ellas, no quiero ni verlas". Se llevó la mano al bolsillo, y miró la lluvia de afuera. Más allá de la lluvia, había una parroquia católica, con unos carteles del ejército de salvación fuera, con una campaña de recogida de ropa. Y pensó, "que cojones"... No necesitaba ese dinero, no lo necesitaban. Él tenía un trabajo, y se ganaba la vida honradamente con él. El dinero que fácil viene, fácil se va.

-Espera aquí un momento -dijo.

Salió del coche, cerrando la puerta tras de si, y caminó de esa forma tan graciosa que uno suele hacer cuando está lloviendo. Como si encoger los hombros o caminar con pasitos cortos te hiciera mojarte menos... Entonces entró dentro de la iglesia, y tomando un boli que había para apuntarse a las donaciones, escribió en un papel: "Un alma caritativa, manchada por el pecado. Transformadlas en caridad, y no hagáis preguntas. Goldstein, joyero en Liberty City. Dios os bendiga a todos". Y metiendo la nota dentro del estuche con las joyas, las depositó en el cepillo de la iglesia, regresando al coche.

-Ya está, no te preocupes más. Vamos al super, a comprar cosas ricas. Y luego te hago una cena como Dios manda.