Partida Rol por web

-¿Qué? No...- digo mirándole extrañada -Yo... estaba durmiendo, he oido ruidos en el pasillo, me he levantado y estaba usted aquí...-

Le miro sin intenderle

"¿Qué hace este hombre paseando por la casa, a la hora de dormir..." algo en su actitud me pone nerviosa "¿Qué busca?..."

¿Usted también escucho como unos pasos apresurados y una respiración agitada?.... miro sorprendido a la mujer, escuche eso y al instante salió usted por la puerta.

-¿Pasos? No. Yo sólo le oí a usted... creo-

Le miro con nervios

"¿Pasos? ¿aquí?"

Igual que esta mañana, Lady Anna empieza a ponerse nerviosa, le tiemblan las manos y ya no te mira directamente al hablar. Ves que empieza a recorrer el pasillo, pero luego vuelve a su puerta

-Vamos a despertar a todos... tengo... tengo que ir a dormir- dice antes de girarse y volver a su dormitorio

El Laird permaneció impasivo ante las excusas del mayordomo. Estar atendiendo o no a otras ocupaciones nunca debe de ser motivo para hacer esperar a un invitado, pues le hace sentir a este no deseado o poco importante. Esto lo sabe cualquier personal de servicio que se precie. Scott se podía imaginar, que haber sido citado como heredero del Vizconde no hubiera sentado demasiado bien a sus descendientes directos. Así y todo esto era una aprensa. Aunque, viendo el estado de las instalaciones exteriores, bien podría ser, que la residencia de verano de Lord Carrington estuviera algo desatendida por motivos de falta de servicio y el mayordomo realmente estuviera demasiado ocupado como para haberse percatado de la llegada del invitado.

Sea como fuere, el Laird merecía otro tipo de trato y no pensaba mostrar a aquel lacayo signos de condescendencia. Le dejo, que le dirigiera a la sala donde debería de esperar a la anfitriona y agradeció sin decirlo las viandas dispuestas para hacerle la espera más cómoda. Los alimentos degustados durante el viaje no habían tenido más finalidad, que la de cubrir unas necesidades básicas humanas y cualquier parecido con el disfrute del paladar no existía. Por lo tanto disfrutó en silencio del queso y la copa de vino allí dispuestos.

Cuando se abrió de nuevo la puerta de la sala y apareció en el umbral su prima Anna con una sonrisa abierta, Scott olvido por completo el trato recibido al llegar. A pesar del luto, claramente visible por el vestido, que llevaba puesto, estaba radiante. El Laird se limpio la boca con un paño y se dirigió a su prima. Sujetándola los hombros con ambos brazos la dedico una larga mirada y la devolvió la sonrisa igual de abierta.

- Querida prima. Que ilusión volver a verte a pesar de la lamentable situación, que nos ha reunido de nuevo. Y cuanta razón llevas. Demasiado es el tiempo, que ha trascurrido tras la última vez, que nos vimos. Y aquellos niños de entonces son ahora adultos, con sus obligaciones y tareas, que hacen más difícil el volver a reunirse como otrora.

Escuchó la propuesta de su prima y asintió agradecido. Refrescarse tras aquel viaje, para luego acompañarles en la mesa, era una idea excelente. Además comprendió, que el momento traía ciertas inconveniencias a su prima, que debería de seguir con sus obligaciones. Ya abría tiempo de hablar más adelante. Cuando llegó la doncella, para acompañarle a su habitación, volvió a sorprenderse. Otra situación que podía interpretarse cuando menos de atípica. Decididamente tendrían mucho de que hablar. Se dejó guiar por aquella sirvienta hasta su cuarto y, tras darle las gracias, entró en él y cerró la puerta tras de sí. Dedicó una mirada crítica a la habitación y descubrió con jubilo, que cubría sus expectativas. Empezó a despojarse de su ropa, para asearse e ir a reunirse con su prima y el resto.

La reacción tan exagerada de Anna me dice que oculta algo....menos mal que solo son dos días.... que ganas tengo de volver a Londres.

Vuelvo a mi habitación a ver si logro dormir con tantas historias en mi cabeza...

Vuelves a tu dormitorio y, cuando entras, el reloj da las 12. Pero no son las 12. Parece que el reloj es otra de esas cosas que no funciona correctamente aquí.

Tardas mucho en dormir y, cuando por fin lo consigues, no descansas realmente. Durante el sueño, te ves a ti mismo. Estas de pie, al lado de la cama. Observandote mientras duermes. Ese tú, se acerca al dormido y con desprecio te habla
-¿Qué haces aquí? ¿Para qué has venido? ¿Quieres jugar a Don Importante, al Señor Abogado? Crees que nadie lo nota, pero yo lo sé, sólo eres un maldito farsante, una rata de la calle vestido con ropas caras. Eres el hijo de tu padre y su sangre corre por tus venas. Juegas a ser el niño adorado de un ricachon, pero eres la misma basura arrabalera que cuando naciste. ¿Porqué no vas mañana a buscar a Camille? Llévatela a Londres, como querías. Llévatela a tus fiestas. Seguro que hay algún amigo rico y guapo que también la desea, seguro que a ella no le importa ir con él y así tú, también puedes desfrutar de alguna otra compañía. ¿Y después? Bueno, el siguiente podría no ser tan guapo pero, una vez en el juego ¿importa? Llévatela, llévatela y haz con ella algo parecido a lo que hacía tu padre con tu madre. Seguro que él estaría muy orgulloso de ti...-

Te despiertas. Hace ya tiempo que ha amanecido.

"Qué sitio más extraño" pienso al darle la mano al cochero para descender del carruaje. Dudo si bajar,todavía subida en el coche, "¿no se supone que alguien debería venir a recibirme?". Me siento como si estuviese haciendo el ridículo, yo allí sola, pasmada, esperando que aparezca alguien, así que retrocedo y vuelvo a sentarme.

- Vaya a buscar a alguien que recoja mi equipaje y anúncieme, creo que no se han dado cuenta de nuestra llegada- le digo al cochero lo más digna que puedo- yo esperaré aquí.

"Bastante daré que hablar presentándome sin mi marido como para aparecer como una desharrapada en la puerta con mis maletas..." pienso mientras me aliso el vestido y saco mi espejito para atusarme un poco el pelo y retocar mi maquillaje (y así hacer tiempo y no pensar en lo raro de mi situación).

Mientras estás decidiendo qué hacer, delante de la puerta, ves a lo lejos un hombre de tu edad aproximadamente. Por la ropa que lleva debe ser el guardés. Tiene un gesto de preocupación en la cara y niega con la cabeza mientras de mira.

Entonces se abre la puerta y aparece el mayordomo.

Por la ventana he visto llegar un carruaje e intento apresurarme para abrir. Pero como estoy preparando la mesa para el servicio de comidas, tardo un poco... Quizás demasiado cuando, al abrir, veo que la dama que tengo delante está dando instrucciones al cochero para que nos avise.

-Perdone, milady, habíamos sido avisados de que acudirían varias personas pero no sabíamos el momento y nos encontrábamos ahora mismo preparando la mesa para la comida. Si es tan amable acompañarme, avisaré a Lady Anna para que salga a recibirle- le digo, ciertamente avergonzado.

Cojo su maleta y la acompaño al salón azul

Estás esperando, cómodamente sentada, cuando entra en el salón una mujer de mediana edad. Rubia, con los ojos marrones, no es una belleza y ya pasa de los 30 años seguro, pero tiene un gesto sereno y ligeramente alegre que le confiere un aura agradable.

Sus ojos tienen cierta chispa y sus labios se curvan en una sonrisa ligera y delicada.

Viste de luto.

Miro con atención a la joven que tengo delante

-Hola...- digo extendiendo mi mano para coger la suya en gesto de saludo -... Soy Lady Anna Wisthire, pero llámeme Anna, por favor. ¿Y usted es?...-

Cuando se presenta me sorprendo un poco. Siempre he considerado que nuestro primo, nunca se casaría. Cuando hace menos de un año nos comunicó su matrimonio, francamente pensé que se trataría de una vieja viuda. Es decir, un matrimonio de conveniencia. Pero la mujer que tengo delante es hermosa, joven y tiene buenas maneras... así que no puedo evitar una cierta curiosidad por la naturaleza de ese matrimonio

-Es una lástima que mi primo no haya podido venir pero estoy segura que está más que bien representado. Si es tan amable de acompañar a la doncella, le mostrará su dormitorio. Puede dejar allí sus cosas y bajar a comer con nosotros. Ya se encuentran aquí dos invitados más. Tengo que pedirle disculpas por el servicio. Esta es una residencia de verano y no esperábamos visitas. Solo contamos con el mayordomo, la cocinera y una doncella -

Dicho esto me levanto para salir. Pero antes, recuerdo algo y le comento
-Oh, si encuentra algún juguete tirado por ahí, por favor, entreguelo a la doncella. Mi hijo, Ben, es buen muchacho pero un poco desordenado. Luego, si eso, le diré que baje a saludarles a todos. Encantada de tenerla aquí- digo llamando a la doncella y retirándome.

Guio a la dama por las escaleras, hacia el piso de arriba, para mostrarle su dormitorio donde el Señor Flint, el mayordomo, ya ha dejado su maleta

Le muestro donde está el llamador por si necesita algo y le indico cómo llegar hasta el comedor.

Lo sé. Maldita sea... lo sé.

Digo, mientras asiento, luego niego. No puedo evitar sentir un torrente en mi interior.

Tienes razón, como siempre. Sólo espero que no sea una broma macabra...

Me acerco a ella, sereno, con toda la firmeza que soy capaz de acumular, y beso delicadamente su frente. Necesita verme bien, no puedo permitirme fallar ante ella. Y la verdad es que tiene razón... mi hijo vale más que mi estúpido orgullo. Y ella también. Le dedico una sonrisa con ese pensamiento en mi mente.

Voy a descansar, querida. Mañana... será un día largo. Escribiré una carta para excusarme por mi ausencia ante quien te la requiera ¿de acuerdo?

La pregunta es retórica, sin embargo. Y aunque una parte de mí desea lanzarse sobre ella, marcharme con el vívido recuerdo de su calor... dudo que si lo hago pueda reunir las fuerzas necesarias para marcharme, con lo cual... decido marcharme a la cama. Mañana será un duro día.

Todo terminará bien.

Son mis últimas palabras.

A la mañana siguiente te levantas algo más descansado y Susan te comenta que Michael ha pasado muy buena noche. Quizás por eso se te hace aun más duro partir y lo vas posponiendo hasta que es inevitable. Al mediodía, no pudiendo aplazarlo más, te despides de Susan y Michael y comienzas el viaje a caballo, para ir más rápido.

Aunque hace buen día el sol ya se ha ido retirando y comienza a refrescar. Eso hace que te apresures por llegar a tu destino.

Afortunadamente, la casa no está muy lejos de la vuestra propia, de manera que en 3 horas has llegado. Aunque es demasiado tarde para el té, casi la hora de la cena.

Te detienes con el caballo, ante un enorme portón con rejas de metal. Desde donde estás, es el unico punto por el que ves que pueda atravesarse el enorme muro de 2 metros de alto que parece rodear toda la finca.

Desmontas para abrir el porton. Te cuesta trabajo empujarlo, hay demasiada hierba y la tierra parece que se ha acumulado allí por las lluvias. Aunque se ven marcas en el suelo de haber sido movido recientemente. Una vez abierta te adentras en la finca.

Aunque la parte por la que avanzas está más despejada, la arboleda que da nombre a la casa es mayor de lo que esperabas, en realidad casi es un bosque.

Nunca antes habias estado aquí, así que vas observando todo con detalle. Es un lugar realmente hermoso. Aunque te sorprende ver animales pastando tranquilamente por el camino. No es que tu seas ningún experto en normas de etiqueta, pero jurarías que no es lo habitual entre familias elegantes.

Llegas a la zona de la entrada y te detienes, para desmontar.

Mientras estás decidiendo qué hacer, delante de la puerta, ves a lo lejos un hombre de tu edad aproximadamente. Por la ropa que lleva debe ser el guardés. Tiene un gesto de preocupación en la cara y niega con la cabeza mientras de mira.

Entonces se abre la puerta y aparece el mayordomo.

Apenas he empezado con mis deberes de la mañana. Es muy pronto, incluso para mí, cuando al pasar por delante de una de las ventanas del recibidor, veo llegar un carruaje e intento apresurarme para abrir.

-Perdone, milady, habíamos sido avisados de que acudirían varias personas pero no sabíamos el momento. Si es tan amable acompañarme, puedo llevarla hasta el comedor y servirle algo de desayuno, mientras avisamos a Lady Anna- le digo mientras pienso que nunca antes había tenido que despertar a la señora por una visita...

Cojo su maleta y la acompaño al comedor.

Ordeno a Betsy que le traiga algo de desayuno y mientras subo su maleta a la habitación y aviso a la señora.

Cuando el Señor Flint me dice que ha llegado una visita, no me lo puedo creer... ¡¡pero si nos acabamos de levantar!!
Bajo corriendo a la cocina y pido a la señora Bright que prepare algo rápido para desayunar y con la bandeja, subo al comedor a servir a la señora que ha llegado.

No debe ser muy elegante porque la comida de la señora Bright no le ha gustado y no se molesta en ocultarlo. Y, después de un bocado tampoco quiere más*, así que la acompaño al cuarto que le han asignado donde ya está su maleta

Le indico donde está el llamador por si necesita algo del servicio. También me ofrezco a avisarla media hora antes de la comida para que pueda llegar a tiempo.

Con pesar, marcho a otros lares a intentar hacer lo mejor por mi hijo. Nadie me ha visto, pero tras diez minutos a caballo... he llorado. Llorado por traicionarme. Llorado por marcharme. Llorado por no saber qué será, si será una broma de mal gusto del viejo... Llorado por pensar que pueda ser cierto. He llorado, sin saber siquiera por qué. Me he secado las lágrimas con la camisa, ya que el pañuelo es para ofrecérselo a la dama que lo necesite.

Y llego a mi destino. El haberme desahogado me ha dado fuerzas, confianza. Es tarde, y se supone que se leerá mañana. Pero no me fío. No me fío nada. El lugar es enorme, hay animales pastando... parece como si nadie hubiese cuidado esto desde que me marché. Me pregunto cómo se lo habrán tomado los hijos. Aunque sinceramente el viejo tiene fortuna suficiente para todos. Sé exactamente lo que tengo que hacer.

No quiero quedarme sin cenar así que me acerco a la entrada, tomando las riendas de mi caballo, suelto las bridas. Y toco a la puerta, con cierto nerviosismo bien disimulado.

Mientras te aproximas a la puerta, ves a lo lejos un hombre de tu edad aproximadamente. Por la ropa que lleva debe ser el guardés. Tiene un gesto de preocupación en la cara y niega con la cabeza mientras te mira.

El caso es que su cara te suena... y, de repente, lo recuerdas. Cuando eras pequeño y venías aquí, siempre había un chico, justamente el hijo del guardes, que acompañaba a tu prima Anna a todas partes, como un perrillo faldero. Supones que podría ser que hubiese heredado la posición a la muerte de su padre. Eso explicaría su presencia aquí.

Entonces se abre la puerta y aparece el mayordomo.