Pese a los numerosos recovecos de la Biblioteca, salir no os resulta tan difícil como habríais esperado. Claro que una vez fuera, el recibimiento del frío y la nieve os empujan a replantearos entrar. Las manos os duelen y empezáis a dejar de sentir las puntas de los dedos de los pies. Vuestras mejillas se ponen al rojo vivo, y notais como con cada respiro sale vaho de vuestras bocas. Salís con rapidez hacia al coche y os encaminais hacia el hospital.
En comparación con las pequeñas casas del pueblo de Davenham, y con los imponentes edificios de la Biblioteca y la Comisaría, el hospital es un edificio mucho menos impresionante, y con un aire más moderno.
El letrero de la entrada se intuye entre la nieve: Hospital de Herald Street.
- Bien, allá vamos. - dice Kellemport mientras se encamina a la entrada principal del hospital. - Entraré y echaré un vistazo, pero quizá sea bueno que no nos vean entrar juntos. Entremos por separado. - digo al padre Garibay. - Al menos no si usted va a pedir documentos confidenciales... Creo que es mejor que no sospechen que vamos juntos. -
Espero a que entre Kintana. Al poco entro yo y cuando entre por la puerta principal me encamino a la sala de espera si la veo... dejo que el padre Garibay se encamine al mostrador de recepción como si no viniera conmigo.
Asiento algo animada por la perspectiva de entrar en un lugar caliente. Fuera quien fuera el benefactor de la biblioteca, no apreciaba del mismo modo la salud, por lo que veía.
Espero a que entre el Padre Kintana, cuento hasta diez y entro detrás de él.
Cuando la señora Terman entró en el edificio, el Capitán von Helmoltz se quedó un minuto fuera, pensando en lo que haría a continuación, y después entró. La climatología no invitaba precisamente a esperar fuera.
Embutido en el abrigo negro y ligeramente encorbado por el frío, el padre Kintano entró en el hospital, donde se sacudió la nieve mientras se adentraba por el recibidor en busca de la recepción. Los demás aguardaban fuera por el momento.
Nada más entrar, una ola de calor te invade. Tras un mostrador hay una enfermera, que se dedica a colocar una pila de archivos que tiene tras de sí, que va introduciendo en cinco grandes muebles llenos de carpetas.
La actividad del hospital impresiona, no paras de ver gente moviéndose de un lado para otro a toda velocidad, enfermeras, médicos, camillas, aparatos... El bullicio es indescriptible.
Dos guardias de seguridad se encuentran patrullando esta planta, uno vigila la puerta, y otro se va moviendo por la zona, vigilando que todo esté en orden.
Garibay entra en el Hospital, vosotros aún os encontráis fuera, y el frío os hace pensar que deberías haber entrado antes... Hace un frío horrible... Esperáis que el cura no tenga problemas dentro del Hospital.
Me temo que el plan B tampoco va a funcionar. - Pensó el padre Kintana mientras se sacudía la nieve del abrigo. No le gustaban los hospitales, pero al menos no hacía el frío siberiano del exterior. Sin pensarlo mucho más, se acercó a la enfermera de la recepción. - Buenas tardes, soy el reverendo Kintana, desearía poder hablar con la persona al cargo de los expedientes médicos.
Con el rabillo del ojo, Kintana no perdía detalle de lo que acontecía en la sala. Fijandose en que el señor Kellemport y los demás entrasen.
Cuando acabó de contar mentalmente hasta teinta, John se recompuso y entró en el hospital. Le había dado tiempo suficiente a Garibay para que entablara conversación con alguien y que no pareciera que iban juntos.
Una vez sobrepasada la puerta principal John comenzó a echar un ojo a las posibles salidas, direcciones, ascensores, escaleras... a todo lo que pudiera llevarle a algún sitio. Se dirigió hacia alguna silla para sentarse y hacer como que esperaba noticias de algún familiar...
La mujer, que se encontraba aún guardando algunos archivos, se da la vuelta.
- Soy la enfermera jefe, yo me encargo de los archivos. - Dice señalando los archivadores tras de sí.
Su voz suena fuerte y clara, quizá hasta algo autoritaria.
En ese momento, tus compañeros entran por la puerta.
Nada más entrar, una ola de calor os invade. Tras un mostrador hay una enfermera, que se encuentra hablando con el Padre Kintana. Tras ella, hay cinco grandes archivadores.
La actividad del hospital impresiona, no parais de ver gente moviéndose de un lado para otro a toda velocidad, enfermeras, médicos, camillas, aparatos... El bullicio es indescriptible.
Dos guardias de seguridad se encuentran patrullando esta planta, uno vigila la puerta, y otro se va moviendo por la zona, vigilando que todo esté en orden.
John se pone a la cola detrás de Garibay como si esperara pacientemente su turno para preguntar a la enfermera.
Mientras no pierde detalle ni de la conversación de Garibay ni de lo que ocurre a su alrededor.
¿Hay algún tipo de sala de espera?
Muy buenas tardes... - dice el reverendo con la más amable de sus discretas sonrisas. A pesar de que el tono autoritario de la enfermera no fue de su agrado. - quisiera hablar con el doctor Bill Pinter.
Tras echar una ojeada al recibidor sin demasiada prisa y fingir que lee los letreros, el capitán se pone también a la cola para hablar con la enfermera.
Hay señales de haber una continuando por un pasillo.
John carraspea y tose un poco... se apoya disimuladamente en el padre y pide disculpas tanto al padre como a la enfermera... - ¡Cof, cof, cof...! -
Mientras sigue con su ataque de tos disimulado le susurra al padre: - El doctor Pinter trabajaba en Arkham, no aquí... - otro lapsus para seguir tosiendo... - ¡cof, cof, cof! - y finaliza el susurro: - juraría que aquí veníamos a revisar los archivos. -
Me coloco tras el señor Kellemport, en la cola, e intento disimular mi atención sobre el Padre Kintana mirando el contenido de mi bolso, como buscando algo.
- Perdone... le susurro a Kellemport... Con tantos datos sobre la investigación me estoy haciendo un lío. Mejor pregunte usted., que esta más habituado a este tipo de investigaciones.
Me giro hacia la enfermera de nuevo... - Tal vez el doctor ya no trabaje aquí. de cualquier modo, muchas gracias por atenderme.
Dicho lo cual, abandono la fila y espero a que los demás tengan mejor suerte.
El capitán carraspea, visiblemente impaciente.