Partida Rol por web

Actualmente te encuentras en Toshi sano Kanemochi Kaeru (Ciudad de la rana rica) una ciudad de honor cuestionable y con gran diversidad de personajes.

Hace ya un par de años que recibiste la oportunidad de volver a tu familia pero decidiste ejecutar el Musha Shugyo por lealtad a Toturi, hace un mes que pudiste conocer a 11 samurais que Toturi llegaría a considerar sus iguales.

Ahí estabas tu, siguiéndole y ayudando en lo que podías. Toturi se encuentra reunido con sus compañeros hablando de algunos detalles importantes, tu te dispones a dar un paseo por la ciudad pues es primera ves que estas aqui.

Camino tranquilamente por la ciudad, inclino un poco la jingasa hacia arriba para ver el brillo de Amaterasu, para seguir caminando, podría parecer cualquiera. Hacia ya dos años que había dejado los colores de mi clan y el tinte del pelo, lleva un sencillo kimono y si no fuera por el daisho ni si quiera parecería un samurai. 

Decidí aprovechar el tiempo para dar un vistazo a la ciudad, es una ciudad en la que podría pasar cualquier cosa, estaba en una frontera peligrosa. 

Jugaba con una espiga de arroz en la boca mientras buscaba algo que pudiera suponer un peligro para Toturi, quizás alguno de sus antiguos enemigos le podrían preparar una trampa, mientras también buscaba un sitio donde tomar un poco de sake, quien sabe cuando podría volver a disponer de esa oportunidad.

Me permito durante un momento pensar como sería mi vida si hubiera aceptado volver al Clan, seguro que ya estaría casado con una mujer a la que no amo y que estaría atendiendo alguna rica aldea alejada de los problemas, una vida sencilla y sin complicaciones. 

Lo mejor es deshechar esa idea mientras doy una vuelta por la ciudad, con una sonrisa en la boca mantengo mi paso calmado para poder fijarme bien en todo. 

Quedas absorto en tus pensamientos por un tiempo, cuando vuelves a prestar atención consiente de tu andar, notas que vas por una calle tranquila donde no ves mayor movimiento. De hecho comienza a parecerte un poco extraño la poca gente que hay en esta calle.

Parece que estaba más despistado de lo que pensaba, la atmósfera era cuanto menos sospechosa, con algo más de cautela decidí volver a una calle más concurrida. 

Comienzas a caminar hacia lo que logras ver es una calle mas concurrida, hasta que notas a dos hombres que te siguen y un hombre que te corta el paso.

Claramente ninguno de los 3 tiene buenas intenciones, aun ninguno dice nada.

Vaya decepción, unos simples bandidos. Y son tres nada menos, tienen que pensar que sería un objetivo sencillo. Me muestro calmado en todo momento, incluso con una media sonrisa al dirigirme al que me corta el paso, el que supongo que es el líder. 

- Creedme, no queréis hacer esto, no puede acabar bien para vosotros - 

Con la misma calma con la que hablo, adelanto el pie derecho mientras sujeto la vaina de la katana con la mano izquierda poniéndola en posición para desenfundar y coloco la mano derecha cerca de la empuñadura con la palma hacia arriba como ofreciendo un regalo. 

Esperando su respuesta, dejo que mi concentración me ayude a centrarme en lo que está por venir, mi consciencia abandona mi cuerpo para adoptar el estado de consciencia que tantas veces nos mostraron en la escuela.

Los tres hombres son claramente simples bandidos, cuando mucho el líder tiene aspiración de lograr algo parecido a ser un samurai pero claramente no tiene la formación de uno, pero si la experiencia te dice algo es que sin importar la formación en todos los escalafones celestiales se pueden encontrar grandes guerreros.

Ah ver a ver... no quiero pelea solo algo de dinero y a ti se te nota que no te falta. Una par de monedas y nos evitamos la discución.

Bien, pensé para mi mismo mientras ampliaba la sonrisa, al menos ya sabía quien era el líder. Él sería el primero en caer.

Mantuve mi posición de concentración en todo momento. 

- Tengo dinero, es cierto, y ni un misero zeni acabará en vuestras bolsas. Si buscáis un medio honrado de ganaros la vida, se está formando un ejercito, seguro que lo habéis oído, a las ordenes de Toturi-sama, para proteger al Imperio - Hago una pausa dramática mientras dejo que piensen en lo que les estoy diciendo. 

- Si persistís en vuestras deshonrosas intenciones, moriréis, aquí y ahora -

Mi iniciativa es 51, supongo que gano, pero todo puede ser. Te pregunto porque no sé la iniciativa de ellos. 

Dejando que el momento actual del combate me inunde me lanzó al combate hacia el líder, un golpe, sólo un golpe es la técnica kakita. Casi me da pena, si al menos fuera un samurai comprendería mi habilidad en el arte del iai, pero ante bandidos por competentes que sean, ni si quiera entenderá lo que ocurre hasta que sea demasiado tarde. 

- Vosotros os podréis rendir, y desearéis hacerlo - 

Resultado total 65 para impactar.

Daño 45 a la cabeza. 

Decapitas al líder enemigo de un tajo y antes de que la cabeza caiga, sus compañeros ya se habían abalanzado hacia ti, ambos armados con sus Manrikikusari ondeando por los aires, se acercan pero sin llegar a estar a distancia cuerpo a cuerpo te atacan con sus grandes pesos, casa uno de ellos impactando en un lateral de tu costillar.

Recibo los impactos sin emitir ningún gemido pero por las fortunas que duelen. Malditos bandidos... 

No habrá piedad al parecer. 

Me lanzo hacia el que tengo a mi derecha para intentar terminar el combate cuanto antes, si la cosa se alarga no será buena para mi. 

Crees que eso dolió!? pagaras por matar al jefe... El enemigo al que te acercas comienza una maniobra de agarre con la cadena, pero lo falla.

El siguiente enemigo se mueve ligeramente como buscando tu retaguardia y te ataca impactando en tu espalda mientras escuchas una sonora carcajada junto al golpe.

El combate estaba siendo más duro de lo que esperaba de unos bandidos, debía terminar rápido o no aguantaría mucho más. Seguían siendo dos contra uno. 

Ataco al que ya he atacado con un aumento al daño. 

Estas en combate, repites tu objetivo y logras impactar con fuerza. Al mismo tiempo escuchas

"Alto, no es honorable que luchen tres.... dos contra uno" y al voltear logras ver a otro bushi claramente dispuesto a combatir con el otro enemigo al que te enfrentas.

Maldito!!...

Ante el dolor de aquel potente impacto los ojos del enemigo se llenan de ira, le da un par de vueltas al a cadena para que tomen impulso y arroja contra ti los dos pesos sujetando la cadena por el centro, impactando uno en todo el centro de tu pecho y el otro en un hombro, causandote el impacto un dolor agudo. 

De inmediato (y afortunadamente) el otro enemigo se da la vuelta y encara al bushi recién llegado mientras gira la cadena sobre su cabeza, No te metas donde nadie te ha llamado... Para acto seguido liberar uno de los pesos en un ataque en arco que impacta directamente sobre el hombro del recién llegado

- Se agradece la ayuda, samurai -

Con renovadas esperanzas después de ese terrible impacto en el costado me dispongo a hacer frente a mi enemigo. 

Parece que estos no son simples bandidos, pues demuestran alta capacidad y resistencia al daño, menos mal que me encargué del líder en un primer momento. 

Tras recibir el golpe me preparo para contraatacar y en rápido movimiento de pies me dirijo hacia el costado opuesto del arma de mi oponente haciendo un barrido con mi espada de arriba hacia abajo buscando impactar por detrás de la pierna haciendo que este pierda el equilibrio y la capacidad de moverse por el daño en la extremidad.

"Un golpe por un golpe sería lo justo. Aunque no tengas nombre decidiste convertir en mi enemigo y eso es un error"

Tras realizar el ataque sigo mi movimiento para quedar de espaldas al otro Bushi y evitar que mi enemigo pueda tomar ventaja de alguna distracción de él

Hisashi da un rápido tajo que cruza el pecho de su oponente en diagonal y que termina con la vida de su contrincante.

Por su parte Shoju gira entorno a su enemigo, atacando un fuerte de sus piernas y se pone de espaldas. 

Dándose la espalda mutuamente los dos bushis sienten una sensación de seguridad de que un ataque por la espalda no llegara.

Al ver morir a su compañero, el rostro del bandido se transforma y de inmediato gira sobre sus talones, con un movimiento circular para colgar la cadena de su torso y salir corriendo cojeando a toda la velocidad que la herida se lo permite.

La pagaran, esperen que reúna a la banda...