Partida Rol por web

Sylven está muy pensativa luego de leer la carta. Una mirada extraña la atraviesa y puedo entender que en su situación debe estar realmente confundida. Ha perdido al menos un hombre cercano y valioso hoy y no conoce el destino de los otros que la acompañaban. Ha tenido que escapar con alguien que, muy a mi pesar, aún considera un enemigo y ahora es su única compañía.

Eso cambia repentinamente, los dos hombres que se le acercan hace a uno pensar dos veces. Se supone que los guardias de Baratheon que estaban aquí ya nos encontraron más temprano, pero si fuera una trampa podrían habernos emboscado mejor, sin darnos la oportunidad de escapar, no necesitan violencia, sus propios guardias me atraparon muy amablemente ayer.

La chica está decidida a subir, está claro que no tengo forma de impedírselo. Cuando se levanta le tomo delicadamente la muñeca.

- Espere, no me parece recomendable subir sabiendo tan poco. sé que lo hará de todas maneras. Si me permite, déjeme conseguir aunque más no sea un cuchillo para acompañarla. - Me levanto y camino hasta el tabernero, negocio un cuchillo por algunas monedas que llevo. Antes de seguir a Lady Water por la escalera escondo el arma disimuladamente en una bota.

Mientras subimos la escalera observo detenidamente todo el salón desde arriba, busco más encapuchados o personas que no parezcan en contexto con la taberna. He deslizado el cuchillo en mi bota. No es que pueda defender muy bien a Lady Sylven, no soy un gran guerrero, pero si he de usar la hoja espero poder hacer un único ataque sorpresivo y certero y así ganar algo de tiempo. Por supuesto, si es una trampa, trataré primero de salvarme hablando como es habitual en mí. Aunque no sea una trampa para Sylven aún podría serlo para mí y por lo que he visto la señorita no tiene autoridad para resguardarme. De hecho no he visto que nadie le haga caso en nada y en general más bien le dicen que tiene que hacer contra su voluntad. Otro motivo para no interponerme en sus deseos.

Observo con media sonrisa a Drake. No sabe que yo también llevo una daga en la bota, supongo que es la manera en que puede defenderse la gente como nosotros...

-Estas monedas son de tiempos del rey Robert, imagino que esos encapuchados quieren decirnos que son leales a los Baratheon. A los auténticos Baratheon -me corrijo al instante-. Creo que no tenemos nada que temer, pero en cualquier caso deja que sea yo quien hable cuando entremos.

Cuando alcanzamos la tercera planta echo un vistazo al pasillo. Segunda, tercera y cuarta habitaciones de la derecha... ¿Eso significa que son muchos? Mejor empezar por la segunda.

Me acerco sigilosamente a la puerta y acerco el oído tratando de escuchar lo que pueda estar ocurriendo en el interior.

En el comedor de abajo no veis a ningún encapuchado y, es más, habéis perdido de vista a aquellos que os han dado las monedas.

Una vez en la puerta de la habitación no escucháis ningún sonido que salga de estas. Sin embargo unas pisadas subiendo las escaleras os hacen giraros y veis a un hombre de edad adulta, bastante avanzada.

¿Queréis más donativos hermana?Tengo un nuevo amigo, Tom se llama, seguro que le gustaría daros más monedas. La pena es que no se donde se ha metido -os dice el hombre sonriendo con amabilidad.

-¡Tú! -exclamo en un susurro ahogado nada más verle. Inconscientemente me llevo una mano a la pequeña marca en el cuello, recuerdo de su cuchillo.

Pero ahora ya no es un enemigo, si es que en realidad lo fue alguna vez, así que trató de relajar mi gesto y le miro apenada.

-Tom ha muerto. Como Lord Desmond, Kyllian Dan Ar y muchos otros. La sacerdotisa armada que sirve a Melara los ha matado a todos. Ojalá hubierais acabado con ella en el barco... Sólo nosotros dos salimos vivos del bosque -señalo a Drake pero no menciono su nombre; no sé cómo puede reaccionar este hombre si sabe que es un vasallo de los Greyjoy. Lanzo un vistazo al pasillo y bajo la voz-. Hablemos en un lugar más discreto, ser.

El rostro alegre del hombre se torna serio, triste, apagado -Por los Siete, maldito sea ese falso dios asesino que tanto daño hace. Apenas conocía a Tom pues vuestro padre nos lo metió como topo hace poco, aunque finalmente parece que decidió unirse a nuestro grupo. Lord Desmond era un hombre honorable, un ejemplo claro de guerrero Baratheon de los de antes.

El hombre se lleva la mano al pecho, lanzando una oración o una frase -Honor, coraje, verdad. Kyllian era el último de los Dan Ar, un buen hombre, lo mandé hasta vosotros para que os ayudara.

Dicho esto el hombre abre la puerta y os hace entrar en la habitación.

La exclamación de Sylven Water me alerta por un momento, evidentemente conoce a aquel hombre y no en los mejores términos. Sin embargo luego hablan con naturalidad. No tengo idea de quien es el interlocutor, aparentemente perteneciente a la Casa Baratheon, pero a primera vista no me da confianza. lo que sí me llama la atención es que el hombre es jefe de Kyllian y que este es un noble. Eso si no lo sospechaba.

Al entrar en la habitación lo hago con cautela, mirando a todos lados, pongo particular atención a los puntos ciegos desde donde puede llegar una emboscada.

Sigo al hombre al interior de la habitación y me retiro la capucha del manto.

-¿Tom un espía de mi padre? -me sorprendo visiblemente-. Siempre creí que estaba de vuestro lado... Hubiera hecho mucho bien a vuestra causa, al igual que Kyllian -dudo que Melara sepa el favor que Alisa le ha hecho esta noche matándoles a los dos. ¿Por qué tienen siempre tanta suerte? A veces dudo de que R'hollor no exista realmente y esté de su parte...-. Doy un paseo por la habitación con el gesto ceñudo y me acerco a la ventana-. Al menos nosotros hemos llegado hasta aquí, así que el plan sigue en pie. Pero antes de nada decidme vuestro nombre. La primera vez que nos vimos no os presentasteis, intentemos que en esta ocasión las cosas transcurran mejor entre nosotros, ¿de acuerdo? -sonrío, aunque no es una sonrisa demasiado amable-. ¿Cuántos hombres tenéis en esta posada? Necesitamos llegar a Astas cuanto antes, ¿estáis aquí para escoltarnos?

Mi nombre es Boros Morrigen, sirviente del honorable y famoso rey Stannis, último de los Baratheon que ha gobernado con honor. Y si, Tom era un espía de vuestro padre, por lo visto lo envió para ver si éramos de fiar y, por lo que parece, lo somos -responde Boros cerrando la puerta de la estancia -somos sólo ocho, los que nos quedamos a vuestra espera, Lady Sylven. Y no, no iremos a Astas, partimos en busca de vuestro hermano, ya sabemos a donde se dirigen, el tío de vuestro hermano nos mandó una carta con esa información que llegó hace poco.

El hombre se acerca a Sylven y agacha la cabeza levemente -Espero me disculpe por la herida que le provoque, Lady Sylven.

Casi sin percatarme de su disculpa levanto una mano tras la explicación de Borros.

-Un momento, un momento... ¿Por qué debo entonces ir yo a Astas? ¿Quién os da las órdenes, mi padre? Disculpadme porque vos no tenéis la culpa pero estoy tremendamente harta de no saber adónde voy, ni por qué, ni para qué. Lo único que quiero es reunirme con mi hermano. El plan que tracé con Kyllian pasaba por salir de Desembarco para liberarlo de Rocadragón y matar a Melara con vuestra ayuda; mi padre echó por tierra ese plan obligándome a fingir mi muerte para darme entonces la libertad de actuar como quisiera, pero me mintió. Desde mi funeral no he hecho otra cosa que seguir planes de otros y viajar sin saber adónde. No tengo ningún interés en ir a Astas, así que voy a acompañaros a Harrenhal o a donde quiera que esté Robert. Y otra cosa más, ¿desde cuándo Lord Monterys está metido en esto? ¡Maldita sea! -doy una patada al suelo y levanto los brazos frustrada-. ¡¿Por qué no me entero de nada?! Tengo la sensación de que podría desaparecer ahora mismo y ni un solo punto del plan cambiaría. ¿Tan mal me considera mi padre que cree que no puedo aportar nada en todo esto? ¿Para qué demonios me obliga entonces a pasar por la agotadora patraña de mi propia muerte?

Después de dar unas cuantas vueltas por la pequeña habitación suspiro largamente y miro avergonzada a los dos hombres. No debería haber explotado de esa forma, pero la ignorancia me pone muy nerviosa, y más aún que me manejen como a un muñeco.

-Os pido disculpas -digo tras unos instantes de mirar al suelo-. Permitid que os acompañe hasta Robert.

Bueno, esto se pone interesante. Han logrado cabrear de sobremanera una vez más a Lady Waters. Ciertamente la he visto andar como un muñeco detrás de las órdenes de otros desde el principio, ahora sé que es desde mucho antes. La situación me pone bastante incómodo. Que desperdicio de energía y decisión en segundos planos y mudo testimonio.

No tiene que disculparse. Yo no soy vuestro padre ni ninguno de sus guardaespaldas. Yo sirvo a la sangre Baratheon y haré lo que me ordenéis, siempre que no contradiga directamente las órdenes dadas por vuestro padre y vuestro hermano-responde Boros tendiéndole una mano a Sylven.

Os contaré todo lo que se. Vuestro padre urguió un plan junto a u tal M.T para sacar a vuestro hermano. Para ello necesitó depositar su confianza en algunos hombres, entre ellos nosotros. Como no se fiaba plenamente de nadie escogió tres posibles destinos para su hijo, Pentos, Astas y Harrenhal -comienza a explicar Boros -las últimas noticias son que vuestro hermano se dirige a las ruinas de Harrenhal, desde donde podremos rearmarnos y organizarnos. Vuestro padre está en una situación dificil, la sacerdotisa lleva su sangre en su interior y, por lo que parece, desea veros muertos a vos y a su hermano. Sólo quieren protegerla, si me permite el atrevimiento. Por cierto, si me lo puede decir ¿quién es este hombre? -pregunta mirando a Drake.

Dudo un instante si responder con sinceridad a esa última pregunta o inventarme alguna mentira sobre el pirata, pero Borros ha sido sincero conmigo y le debo la misma sinceridad.

-Es Drake Blacktyde -me apresuro a alzar una mano antes de que pueda iniciarse ningún conflicto-. Se infiltró en mi séquito funerario y le hicimos prisionero, pero cuando Alisa atacó fue él quien me sacó de allí para traerme hasta aquí, así que ha dejado de ser prisionero. De momento, está de nuestro lado. Sólo quiere entrevistarse con mi hermano.

Observo un instante en silencio a los dos hombres calibrando sus reacciones.

-Volviendo al tema, ser Borros, os agradezco que al menos vos hayáis sido claro en lo que respecta al plan. Lord Desmond parecía disfrutar manteniéndome en la ignorancia... -me arrepiento de inmediato de haber dicho eso. Ha muerto y le debo respeto, pero es cierto que no me contó nada-. Hagamos lo siguiente: enviad a Astas a uno vuestros hombres para que avise a los esperan allí de que deben reunirse con nosotros en Harrenhal. Una vez pueda ver a Robert y hablar con él pensaremos qué hacer respecto a Melara. Me gustaría partir de inmediato, mañana al alba.

Cuando Sylven me presenta hago una leve sonrisa.

- Un placer - digo sin borrar la sonrisa e inclinándome levemente - Es cierto, no he conocido a Lady Water en la mejor de las condiciones, pero salvar el pellejo por poco juntos lima cualquier aspereza.- Doy un paso adelante.- si me permiten, escucho sus problemas y no puedo refrenar esta imaginación mía, que varios logros me ha traído. Mi opinión es que están ustedes desde hace mucho a la defensiva de sus enemigos y que en algún momento deberán pasar a la ofensiva o serán muertos uno a uno como sucedió recientemente. Me parece que en vez de ver cómo siguen escapando tendrían que estar pensando en tender una trampa a Melara.

Así se hará mi señora -responde Boros para a continuación mirar a Drake -un placer, mi lord. He oído hablar de usted. Y, en cuanto a su forma de proceder, hemos decidido unirnos a Lord Gendry y sus vástagos para atacar de forma más directa, aunque no es la primera vez que atacamos por sorpresa buscando la muerte de los siervos de R´hollor. Lady Water puede confirmároslo y la antigua sacerdotisa, Melisandre, podría hacerlo si no fuera por el hecho de que la quemamos en una hoguera, como a tantos otros que ella quemó.

No puedo sino asentir con un suspiro a las palabras de Drake. Él, que ni siquiera nos conoce, que apenas sabe de los problemas que afectan a la Casa de la Luz, es capaz de ver la falta de iniciativa que nos aqueja, y sin embargo mi padre lleva años aguantando, cerrando los ojos a lo que sucede con Melara, consumiendo su paciencia, la mía, la de Robert y la de muchos de sus vasallos... Sólo ahora, cuando la maldita sacerdotisa hace su jugada maestra, se preña y encierra a su primogénito, Lord Gendry parece comenzar a desperezarse. Siento que esté sufriendo por sus hijos, si es cierto lo que el maestre Tyrell decía en la carta, pero no sería así si hubiera actuado antes...

Pero aunque me gustaría darle la razón a Drake, guardo silencio. No olvido que sigue siendo un Greyjoy, y no voy a confesar ante él las debilidades de mi Casa.

-Ojalá podamos regalarle a Melara el mismo destino que a su predecesora -digo hacia Boros con una sonrisa, pero enseguida recupero la seriedad-. Os pido una cosa, ser. Sabéis que está encinta, que lleva la semilla de mi padre en su vientre... Lord Gendry me juró que pese a todo la mataría, pero le conozco, y no puedo imaginarle matando a la madre de su hijo: esa zorra pondrá cara de pena, le mirará a los ojos y le envenenará los oídos con palabras sobre el pobre niño inocente al que está a punto de asesinar. Por eso os pido que si tenéis oportunidad acabéis con ella, aunque hacerlo pudiera suponer desobedecer las órdenes de Lord Gendry. Es una orden mía, y yo asumiría ante mi padre cualquier consecuencia. Ni ella debe vivir ni ese niño debe nacer, por el bien de la sangre Baratheon.