Llegáis tras varios días de viaje a la altura de Nuevo Barril. El trayecto ha sido arduo, demasiados días durmiendo en bosques y caminos. Ahora, nuevamente, vuestros caminos se separan.
Un largo recorrido y en un nuevo destino. Lucyen pensaba a estas alturas que se pasaría eternamente viajando de un lado para otro sin un sitio en concreto. Y francamente, se estaba cansando algo de ello. La buena noticia de haber llegado se volvía contraproducente para él: aún le quedaba terminar su viaje. Pero aprovecharía aquella ciudad para descansar, informarse de la situación que podría encontrarse y averiguar si alguien iba hacia su mismo destino. La idea de viajar solo no le agradaba en absoluto.
Bueno, ya estamos en Nuevo Barril. Aunque mi destino no se detiene aquí, creo que lo conveniente es que esté un día o dos para prepararme para mi viaje. ¿Que vais hacer vosotros?
¡Vamos Marcus! Un, dos, tres.
Debemos seguir el camino. Una pena que no podáis seguir con nosotros, Atreides, espero que encontréis lo que buscáis en vuestro destino -zanjó Marcus dejando solo a Lucyen en Nuevo Barril.
Pnjotizado.
Marcus, cuando vuelvas déjame un mensaje por aquí y te paso a una escena nueva. Necesito celeridad para unir grupos :)
Te internas en Nuevo Barril, antiguo bastión de la ya desaparecida Casa Fossoway, buscando un sitio donde dormir e información de interés.
Pasas un par de días en una posada, reuniendo información que te pueda ser útil para el viaje. Sin embargo nadie parece querer partir en tu dirección. De lo que si te has percatado es que el ambiente de la ciudad es muy tenso.
Los habitantes de Nuevo Barril, acostumbrados a estar bajo el dominio de la reina, parecen disgustados e, incluso, rabiosos, ante el hecho de que sean los antiguos enemigos de sus señores muertos, los dornienses, los que ahora manden sobre ellos.
La posada en la que estás es de tamaño medio, dos pequeños pisos de piedra cercanos a una de las puertas de la ciudad. Sus paredes son de piedra maciza de distintos colores, amontonados unas encima de otras. La barra es de madera lisa y trabajada, bastante bien cuidada. En el local se guarecen otros veinte viajeros y muchos ciudadanos se acercan al lugar para comer.
Al anochecer del segundo día, estando tu en la planta baja, tratando de obtener información, el ambiente se caldea. Un par de soldados enviados por Dorne se enfrentan a un hombre que ha bebido más de la cuenta y ha soltado palabras inadecuadas que han llegado a oídos aún menos adecuados. Los soldados le han propinado una brutal paliza hasta que dos de sus amigos han intervenido, atacando a los guardias con sus jarras y un pequeño cuchillo.
La situación ha degenerado y ahora te encuentras en medio de una pequeña batalla en la que siete guardias, algunos de ellos heridos, arremeten contra una docena de parroquianos. Las cosas parecen decidirse por el segundo grupo hasta que los soldados desenfundan sus armas...
No tienes posibilidad de salir, al menos por ahora.
Durante los dos días que se encontraba en aquella ciudad solo podía describirlos con una palabra: frustración. Recabar información no había sido del todo complicado, claro que lograr encontrar a alguien que pudiera llevarle a su destino era otro cantar. Bien fuera porque los caminos podían ser peligrosos, porque el lugar no era el destino mas adecuado o simplemente porque no había tenido suerte, lo cierto era que por el momento aún iba a pasar mas tiempo del que pretendía allí. Solo esperaba dar con alguien y no demorarse mucho tiempo en esa ciudad.
Quería partir cuanto antes, en parte para llegar a su destino y en parte para salir de un lugar donde el ambiente estaba cuanto menos caldeado. Los parroquianos no le gustaban la presencia de los soldados dorniense. Y es que ellos eran seguidores de la antigua reina y no le gustaba en absoluto el nuevo reinado que se avecinaba. Tarde o temprano alguien diría algo que no debiera y la mecha se prendería con facilidad, acabando todo en un seguro derramamiento de sangre.
Y allí se encontraba en su posada, comiendo algo y pensando en su siguiente movimiento cuando saltó la chispa. Un comentario desafortunado que llegó malos oídos acabó en una pequeña lucha de taberna. Pero lo peor estaba por llegar: en un momento los dornienses acabaron agarrando sus armas y empezaron a desenvainarlas. Esto iba a acabar realmente mal, y él se encontraba en el medio.
O hago algo o no salgo de aquí- se levanta de su asiento y lanza un sonoro grito- DETENEOS TODOS AHORA MISMO-grita, en un intento desesperado de llamar la atención de los parroquianos y los soldados por igual.
Ya estoy, lo siento, tengo un cuatrimestre horrible con trabajos, exámenes y mudanzas. Creo que ya podría tirar. Pensé que en fin de semana hacíamos una pausa. ¡Tomo nota de que no! XD
En un par de días lográis llegar a vuestro objetivo, el señorío en el que se ha fundado la Casa Espada del Amanecer.
Veis a la luz del amanecer como un gran campamento de tiendas rodea la pqueña fortaleza de Sir Hector de Disirous, señor de esas tierras. Por el número de tiendas debe de haber unas trescientas o cuatrocientas personas alli reunidas.
No te preocupes, simplemente no sabía donde andabas :)
Siguiendo tus propósitos consigues llamar la atención de parroquianos y guardias. Todos se detienen brevemente pero, mientras que los primeros te miran con temor y aprobación, los segundos parecen verte como una molestia más o, al menos, eso te parece cuando uno de los soldados se acerca hacia ti espada en mano.
El primero de los guardias se lanza contra uno de los parroquianos pero, en contra de todo pronóstico, su filo no logra surcar la carne pues una espada la ha detenido.
Uno de los viajeros, con aspecto de mercenario, se ha interpuesto entre los guardias y los parroquianos. Los soldados, aún sorprendidos, no dudan en lanzarse a por su nuevo enemigo pero son recibidos por otros tres mercenarios que desenfundan sus espadas.
Rápidamente la situación se tuerce para los guardias pues la mayor parte de los viajeros allí reunidos se levantan de la silla, sacando armas ocultas, en el caso de los hombres con aspecto viajero y de comerciante, y desenfundando sus espadas y hachas en el caso de los mercenarios. Un total de doce hombres, ahora con aspecto peligroso, se enfrentan a los ya temerosos guardias.
Aquel que se acercaba a ti no puede reaccionar pues el hombre que se sentaba en solitario cerca de ti, una persona con el rostro sereno, pacífico, se levanta de su silla y estrella su jarra contra la cabeza del anonadado guardia -Ayúdame joven -te pide amablemente sin ningún rastro de ansiedad o nerviosismo ante el combate, como si te estuviera pidiendo algo tan normal como cargar unos fardos.
Lucyen no sabe como reaccionar. Balbucea un par de palabras sin sentido y calla, viendo que no estaba diciendo nada en concreto. Toda la escena había cambiado en un instante. En un momento, lo que iba a ser una sangría para los pobres parroquianos se había vuelto al revés: ahora eran los guardias los que estaban en un serio apuro. A decir verdad, todo parecía que era una trampa desde el principio.
Lo que estaba claro es que el aprendiz no podía quedarse allí, y sin tener muchas mas opciones se acerca hacia el hombre.
¿Que tengo que hacer?- le pregunta, sin analizar de nuevo en que su destino volvía a estar en movimiento, pero no porque él lo quisiera, sino por circunstancias imprevistas.
La lucha se acrecentaba a tu alrededor mientras el hombre que te había pedido ayuda esquiva el puñal del guardia con una finta y lo derriba con una poderosa llave. Una vez en el suelo lo retiene y os mira a los ojos -Machacadle la cabeza con algo, rápido, esa silla o esa jarra servirán -te pide mientras le retuerce el brazo y mira a su alrededor, observando la batalla.
Pasmado por la situación, y recordando que se encontraba en medio de una lucha, cogió la jarra de la mesa y se la tiró con fuerza al soldado inmovilizado. No esperaba matarle pero si noquearle para poder salir de allí. Estaba claro que debía ponerse a las espaldas de ese tipo si quería sobrevivir.
¿Y ahora?- pregunta.
El hombre aprovecha el momento de distracción para partirle el cuello a su enemigo con total sangre fría, sin inmutarse para nada.
Mientras la batalla se sucede y los guardias comienzan a morir bajo las manos de los hombres armados. ¡Matad a esos perros de Quentyn! -grita el hombre que te ha salvado.
Una vez todo ha acabado y los guardias yacen muertos el hombre al que has ayudado mira a todos los presentes -Quentyn es un mal rey, rodeado de engendros y traidores. Recordad esto que os digo, pronto se iniciará una guerra para quitar a ese sucio ser del Trono de Hierro y poner a alguien noble y justo, alguien válido para ser rey. Os pido también una cosa, dos de mis hombres han sido heridos en la reyerta, necesitamos alguien que pueda ayudarlos -dice mientras mira con total diferencia la gran herida que surca el pecho de uno de sus hombre y la muñeca rota de otro -ahora es cuando más hecho en falta al maestre Denior -parece que bromea el hombre con sus soldados, aunque no muestra emoción alguna.
Vamos Duncan. Pienso exigir lo que me han quitado. - Esto último lo menciono con voz siniestra y bajando el volumen llegando al punto de hablar conmigo mismo. Me dirijo entre la gente directo al campamento de tiendas.
Juro que como le tenga en las mazmorras de la fortaleza mato a la persona que lo haya metido ahí.
Sigo camino de la fortaleza si nadie me detiene por el camino.
Antes que nada- dice Lucyen- me gustaría saber quien sois vos- pregunta. Estaba claro que no era un partidario de Quentyn- si es posible saberlo- ¿quizás este pequeño grupo fuera un movimiento de resistencia en ciernes?- me gusta saber a que quien sirven los hombres a los que voy a atender.
El hombre muestra una leve sonrisa -soy enemigo del que ahora posa su trasero en el trono y de aquellos perros que le acompañan. Antiguamente me llamaban Lord pero mi familia murió y mis tierras fueron quemadas. Nada mas puedo deciros pues no os habéis ganado mi confianza
¿Que respuesta esperaba que no fuera esa? a decir verdad, suficiente información le había dado ya.
Creo que con eso tendré que conformarme- dice- lo mejor será que cure a sus hombres y luego pueda marcharme tranquilamente- esperaba que no le pusieran pegas a esto último. Claro que si eran rebeldes, tenía información valiosa sobre ellos. Y eso le ponía en un serio aprieto. No tenía intención de venderles al Rey -no por fidelidad, sino simplemente porque eso no era asunto suyo- pero su palabra quizás no valdría nada al forajido. Esperaba al menos que curando a sus hombres le serviría para salir de allí sin mayores problemas.
Claro que aún tendría que resolver el tema de su viaje, pero eso vendría después.
Te acercas a los dos heridos y, con una eficacia de la que tu mismo te sorprendes, coses y limpias el tajo del pecho de uno y colocas una tablilla improvisada en la muñeca del otro. Para el poco material que tenías a mano has hecho un gran trabajo y la vida de ninguno de ambos hombres peligra.
Chico, eres todo un experto en el arte de la sanación-dice el hombre evidéntemente sorprendido, una emoción que se refleja con claridad en su rostro hasta ahora desprovisto de emoción -ahora que Antigua ha sido arrasada en necesario proteger a cada uno de los hombres sabios de estas tierras y tu nos vienes muy bien. Vendrás con nosotros al norte-te percatas de que las palabras del hombre no son una invitación si no una orden que no se espera que sea desobedecida.
Vámonos de aquí antes de que vengan más guardias. Tu y tu, id al resto de posadas y avisad que nos marchamos de aquí. Iremos con mas celeridad que el resto, esperemos que los hombres de las otras ciudades no encuentren problemas-concluye hablando a sus hombres.
Motivo: Curar heridas
Dificultad: 0
Tirada (5): 6, 5, 6, 6, 6
Guardados (4): 6, 6, 6, 6
Total: 24, Éxito asombroso
Te he hecho yo la tirada y menuro resultado he obtenido ;)