Partida Rol por web

En el ensanche, en un lugar no muy alejado del céntrico lago Hoan Kiem...

El edificio era bastante privilegiado para lo que se estilaba en el ensanche y buena parte de la culpa lo tenía las políticas del Neo-Bushido. Actuaba como una iglesia y recaudaba más que una.

El origen del Neo-Bushido es incierto, algunos hablan de historias de samuráis. Pero la verdad es mucho menos romántica pues el bushido murió con la restauración Meiji, y con su muerte comenzó la leyenda. Hablaban en forma de historias románticas de japoneses que luchaban y morían por unos ideales, con la misma destreza con la que empuñaban sus armas. En el siglo XXI con el desencanto por las religiones tradicionales, a alguien se le ocurrió utilizar esta leyenda para atraer al público a la práctica de este arte marcial casi perdido. Ésta destreza exigía más devoción y práctica que la que en el pasado demandaba el catolicismo, y con el tiempo esta idea romántica creció para convertirse en una organización sin ánimo de lucro. 

Pero todo eso eran apenas historias, leyendas y rumores en aquel edificio. A los que allí se encontraban sólo les importaba el aquí y el ahora, en el distrito de Hai Bà Trưng donde se encontraban. Las tazas humeaban mientras algunas trazas de Matcha sin disolver flotaban en su superficie. 

Frente a la joven Buscadora se encontraba Ming Lao, había actuado durante casi toda su formación como su sensei. Con él había aprendido, había crecido y además había perdido... Para acabar aprendiendo de la pérdida. A pesar de su carácter bonachón y su apariencia dulce, la joven Ha había descubierto en ocasiones algunos atisbos de dureza e inflexibilidad. Sin embargo en aquel momento su máscara era la risueña y reflexiva. Le había llevado todo un año de meditación volver y ahora que estaba allí la confianza y la cercanía se había esfumado para dar paso a las lecciones, sólo lecciones y nada de sentimientos por medio:

—No te fijes en lo que ves en la superficie y quédate con la esencia del contenido de la taza Yeng Ha. Eso es lo que intento explicarte... Antes de encontrar la respuesta, primero tienes que tener muy clara la pregunta, ¿cuál es el sentido de la vida? ¿Qué puedo hacer para ser más fuerte? ¿Cómo adquirir destreza? Todas con más valor o menos, son preguntas que deben ser respondidas.

—Yeng Ha... ¿Sabes cuál es tu pregunta?

La habitación era de tamaño medio y tenía repartidas en su espacio tres mesas bajas de un plástico sintético cuya textura y color era el de la madera del ciprés y un peso semejante. El suelo era de un tatami sintético, recubierto en las zonas de las mesas por cómodos cojines rellenos de pluma natural manufacturados en vietnam, con un exquisito pero mal confeccionado bordado.

En una de las paredes cuelga un pergamino que reza “Un verdadero guerrero, como el té, muestra su fuerza en agua caliente” escrito en una deliciosa caligrafía en perfecto vietnamita. Un pergamino anónimo, quien quiera que lo escribiera se mostró humilde en su bello arte, pues eso era la caligrafía: un arte, que se podía apreciar en cada una de las bellas pinceladas. Quizá lo hiciera una impresora demostrando la insignificancia de lo que llamamos Alma, y de igual manera, se mostró humilde al no dejar al pie del pergamino el número de impresión reglamentario.

En una de las mesas vacías había una pequeña figura de auténtica madera lacada, de un exquisito tallado que presentaba la poderosa figura de Quan Cong, dios de la guerra en una posición de lucha amenazando el viento con su arma de asta.

La tetera reposaba en la mesa de Ha y Lao. Y los vasos rebosaban de té, dejando en los bordes restos verdosos. Ming Lao no mostraba resentimiento, y Yeng Ha le devolvía la cordial sonrisa, sabedora que su antiguo sensei le guardaba un rencor interno. Su mujer y su hija habían sido secuestradas y asesinadas por un doctor loco, que cuando estuvo al filo de la katana de Yeng Ha... sobrevivió, para pasar el resto de sus días en una cárcel vietnamita. Lo que Yeng Ha no esperaba, es que el desfrontalizado y sádico médico sería rescatado por las mafias para vaya uno a saber qué propósito... aunque Yeng confiaba en que de poca utilidad les sería después de pasar por la cárcel.

Yeng Ha escuchó a su interlocutor y se acomodó en el cojín, dejando una pierna doblada bajo su cuerpo, la otra pierna alzada con el pie apoyado bajo la mesa y la rodilla soportando su codo del que ahora colgaba su brazo, brazo del que su mano acariciaba los bordes del vaso de té.

Llevaba un calzado deportivo de color negro, los había comprado hace dos semanas recomendados por otro bushi de la iglesia: Hasuo Woodlands. Hasuo Woodlands controlaba toda una manzana donde tiendas y domicilios se encontraban hacinados, amenazados por las guerras de bandas. Y él y sus allegados les protegían. Entre estas tiendas se encontraba una pequeña factoría de calzado deportivo que al parecer, Hasuo se había encargado de distribuir por toda la iglesia, el diseño estaba lejos de ser especial. No obstante el material era bueno y eran cómodas.

De igual forma Hasuo le hizo "presuntas" ofertas en su Hakama, su parte inferior era algo más corta y estrecha, y su material era algo más rígido y fácil de poner y quitar, era como vestían los neobushi en las sucias calles de Hanoi, donde el traje de doscientos años atrás resultaba demasiado aparatoso. Sin embargo la parte superior se había mantenido prácticamente igual, los bordes de la casaca estaban enormemente ensanchados y eran de tela recia y muy dura mientras que el resto era una fina tela, casi transparente según la luz que incidiera. Debajo por supuesto acostumbraba a vestirse una prenda adicional aunque no era el caso de Yeng Ha en una cita con su maestro en aquel edificio.

Sobre el Hakama acostumbraba a llevar una chaqueta o sudadera impermeables y refrigerantes, que ayudaran al calor insoportable de Hanoi, su humedad, y lo poco que el uniforme de Neobushi pudiera ayudarle.

En el hombro y el pecho izquierdos de Yeng Ha se podía ver el Mon que la iglesia le había asignado al completar su entrenamiento: Un loto rojo. Este era el distintivo de que Yeng Ha finalmente se volvía una bushi absolutamente independiente y aceptaba toda la responsabilidad que la iglesia ponía sobre ella.

Yeng Ha contestó finalmente a las preguntas de su antiguo sensei, pero ya no era su alumna, por mucho que él se empeñara en mantener una posición superior, ahora eran iguales. Si bien Lao tenía más poder y más creds, a ojos de la iglesia cada Neobushi era exáctamente igual que el resto

-- La esencia del contenido Lao es tan solo la recompensa del trabajo que supone mantenerla en su lugar. Es pues, la bella taza de porcelana lo que estoy admirando. El control sobre el contenido nos permite disfrutar de él.

-- La fuerza y la destreza son aspectos del individuo. Ahora persigo encontrar una meta mayor que superarme a mí misma. Es encontrar el contenedor en el que podré disfrutar de mi propia esencia. Llegar a alcanzar cada meta del Neobushido, para que la fe, que es mi contenedor, me permita disfrutar de mi esencia.

–¿Después de una hora de meditación... Me dices esa chiquillada? –Se burló el bushi antes de levantarse
—Si de verdad piensas eso, no has crecido... –Agregó como despedida antes de marcharse y dejar a la joven sumida en sus pensamientos, buscando sus propias respuestas.

Ming Lao abandonó la sala y Yeng Ha tomó su taza de té con ambas manos, estaba lo suficientemente tibia como para poder sostenerla perfectamente, sintiendo la textura fina, suave y fría de la porcelana en la yema de sus dedos. Sorbió la bebida sonoramente para mayor disfrute y, aunque había parecido un largo trago, el nivel de té apenas había bajado una pulgada. Colocó cuidadosamente el vaso junto al de su maestro, todavía lleno, sin haber sido siquiera probado por éste que, presa de sus emociones se había marchado de la sala

-- Como he dicho, si no controlas el contenedor, no puedes disfrutar de su contenido

Ming Lao había enseñado bastantes cosas a Yeng Ha, pero lamentablemente se había negado a aprender nada de su joven pero sabia alumna. Ahora Yeng se sentía responsable del ingenuo temperamento de Lao, que ya tantos disgustos le habían acarreado en su infructífera vida. Otrora Yeng hubiera pensado que MingLao era alguien poderoso en la iglesia del Neobushido, y ciertamente controlaba lugares de gran interés en Hanoi, pero jamás había ambicionado nada más, manteniendo su cómoda posición, creyendo que ésta era la ideal para él y sin buscar nada más allá de lo que se le había concedido.

-- Tal vez debiera convertirme en su contenedor, si quiero que alcance a disfrutar de su propia esencia, querría que aprendiera, que interiorizar en lo más profundo de tu ser sin haber trabajado los aspectos anteriores, te hace perderte en el abismo de las pasiones que nuestra manera de vivir puede despertar.

Yeng levantó la vista hacia la puerta, pero no entró nadie, en el camino de su mirada se encontraba la figura de Quan Cong en brillante madera lacada, amenazando a Yeng con su arma. ¿Qué podía hacer con MingLao? Él no toleraba las ideas de Yeng, no tenía paciencia alguna y se marchaba cuando no conseguía las respuestas que quería y no aceptaba que su alumna pudiera tener un ápice de razón... pero Yeng no sería como Ming, ella seguía el camino de la meditación y la calma en una iglesia en la que duelos entre Neobushis, aunque no eran usuales, eran bien vistos. 

En Hanoi no abundaba el perdón y la misericordia, y la iglesia de los Neobushi la predicaba sin practicarla. ¿Debía Yeng dejarse llevar por las enseñanzas de aplicar un dogmatismo forzado? ¿O seguir intentando que su voz calmada se oyera en aquella marea de bocinas, violencia y neón?

Silencio, fue toda la respuesta que obtuvo la joven Yeng Ha a sus preguntas. Había meditado suficiente y hacía tiempo que había aprendido que muchas veces la verdad no se encuentra en la meditación ni en los libros. La meditación aunque crucial para asentar y reflexionar sobre el conocimiento adquirido, no daba respuestas. Éstas residían en la vida de las gentes, al final cabo el Neo-Bushi existe por y para las personas a las que sirve.

Una vez terminó la taza de té, la Buscadora la depositó nuevamente en el suelo junta a la taza que Ming Lao había dejado atrás; la de su antiguo maestro ya había dejado de humear y probablemente no fuese muy bebible a aquellas alturas. Pronto los sirvientes cibernéticos lo recogerían todo y no quedaría ningún rastro de su presencia en aquel lugar.

El ascensor se accionó en cuanto detectó la presencia de la joven, probablemente al sentir la proximidad del chip neural que tenía implantado (además de servirla para conectarla con el Velo la identificaba como miembro activo del Neo Bushi). En cuanto accionó el botón que había en una pantalla acristalada, la máquina empezó a cerrarse con un zumbido para a continuación descender hacia la salida.

Tras un par de minutos Yeng Ha llegó a la entrada del edificio, una gran recepción de seis metros de altura revestida de paneles de acero que daban al conjunto una sensación de grandiosidad que contrastaba con la austeridad del lugar donde había estado, ostentación y humildad en el mismo edificio... Ying y yang. Sin pensar demasiado en ello se dirigió al exterior para ver como ante ella se alzaba todo un lienzo en blanco en forma del distrito de Hai Bà Trưng. 

Aunque se le considera a esa zona como el Downtown del ensanche, no era el centro histórico de la ciudad. Aún así Hai Bà Trưng era lo mejorcito a lo que podía aspirar todo aquel ciudadano que no formase parte de las grandes corporaciones que circundaban el cercano Hoàn Kiếm, buena muestra de ello eran las estilizadas construcciones que sin hacer sombra a la sede por la que acababa de salir, destacaban de buena manera. Los coches pasaban silbando provocando de cuando en cuando alguna protesta de los peatones que se veían en la tesitura de tener que esquivarlos para llegar al otro lado de la calle. Más allá, tras los edificios lo suficientemente pudientes para estar en aquel distrito, se sucedían multitud de construcciones que se iban degradando en altura y extensión para en la lejanía, al sur de Văn Điển convertirse en chabolas que parecían hacer honor a los ya derruidos hutongs de la lejana Beijing.

Eran las siete de la tarde y las calles de Hanoi rebosaban de actividad con la frescura de la tarde. El asfalto se encontraba húmedo. No era una humedad agradable pues la polución y los gases hacía que, al tocar el suelo el agua que recogían las yemas de los dedos se encontrara sucia, una suciedad propia que no tenía nada que ver con la que recogía del suelo.

Se detuvo en un BossBurger, una de las grandes cadenas de comida rápida que luchaban en la creciente y agresiva industria alimentaria. Cogió una hamburguesa y un refresco del dispensador automático y siguió su camino observando las calles.

No encontraría la respuesta que buscaba paseando por las calles de Hanoi, nadie se detendría frente a YengHa y le propondría entrar en comunión para hallar juntos el camino al Nirvana. Además, quería convertirse en el contenedor de MingLao, y para ello, para que al menos MingLao se viera obligado a sentarse y escucharla, debía ascender en el camino del NeoBushido.

Caminó por el distrito de HaiBaTrung, observó a un tipo que cayó al asfalto cuando un vehículo casi le atropelló. Parece que hace tiempo que vendió su ciberimplante y ahora su pierna entera era un armatoste sin vida, más le valdría la pena tener una sola pierna.

Subió las calles cada vez más transitadas terminando su hamburguesa y a la entrada de HoanKiem cogió en un puesto de comida rápida una bolsa de bolitas de pan frito que vendía una buena mujer que atendía rápido y sin pensar demasiado en quien tenía enfrente.

Llegó hasta los altísimos rascacielos observándolos desde abajo con soberbia, aquellos que llevaban aquellas grandes empresas eran gigantes en sus respectivos campos. Monstruos de la economía, el subterfugio y la extorsión. No existía la honradez en los negocios. No existía la honradez. Desde la las oficinas del banco hasta el recogedor de la calle hacían lo posible por obtener el mayor beneficio a costa de los demás sin importar los medios.

YengHa percibió una mirada, sus ojos se cruzaron con los de un tipo uniformado, un policía. Estaba en un puesto de vigilancia solo. Debía pertenecer a una de las miles de comisarías diminutas que habían repartidas por todo Hanoi. Se acercó a él y pensó en él como un ente diminuto, obligado a ser la fachada de una ley inexistente, el anuncio de la niña bonita que decía a los ciudadanos que alguien velaba por ellos cuando no era cierto. El sistema policial de Hanoi hacía lo que podía en el mejor de los casos y en el peor colaboraba con mafias y ayudaba en otros intereses económicos.

—¿Puedo ayudarle en algo? - Preguntó YengHa al agente. Era bajito, de piel morena y arrugada pese a que no tenía una sola cana, no había vello en su rostro de nariz chata y ojos extremadamente rasgados. En su uniforme había una targeta identificativa Quan Yung Lao.

El hombre frunció el labio sin poder maquillar sus palabras para formular sus ideas e inquietudes con mayor elocuencia:

—Quería saber como haceis los neobushi. Para dormir tranquilos por las noches. Para creer que cuando actuáis con todas esas mafias lo hacéis por un bien superior.

Aquí le teníamos, un moralista. Se sentía superior por el hecho de servir al gobierno y el resto de ideas apenas tenían importancia. No era como MingLao, éste de aquí era un ignorante. YengHa quiso dar media vuelta y seguir su camino, pero eso es lo que haría exáctamente MingLao. Así que optó por ser paciente:

—No sois precisamente mejor ejemplo de moralidad que juez del mismo. - Contestó YengHa –. Tampoco tenéis mejor reputación. Actuáis de igual manera y cada vez que uno de vosotros comete un error, todos vosotros os veis repercutidos. Como diferencia, cuando un miembro de la iglesia del NeoBushido no aprueba los actos de otro miembro, puede retarle a duelo para corregir su comportamiento. ¿Qué haceis vosotros para curar la podredumbre de vuestro sistema?

El hombre se encogió y respondió muy convencido:

—Nosotros no podemos hacer nada, no podemos actuar contra otras municipalidades. Mi hermano es el Capitán de la comisaría ¿sabes? Hace todo lo que puede pero es imposible controlar la propiedad privada de estos rascacielos y lo que ocurre en su interior. Pero ten seguro, que si pudiéramos, más de uno actuaríamos.

YengHa asintió:

-Pues eso hacemos nosotros. Actuamos por vosotros. Porque Hanoi está llena de plebeyos que sufren el yugo de los más grandes y no pueden defenderse. Tal como vosotros sufrís de un yugo que no podeis desprestigiar. Piensa, comenta a tu hermano. Si vuestra comisaría necesita ayuda de la iglesia del NeoBushido podéis acudir a nosotros. Os informaremos de qué necesitáis para inscribiros, y os ayudaremos en lo que necesitéis.

—Vale, pongamos por un momento que compro tu discurso. —Contestó el agente municipal mientras levantaba una mano con la intención de subrayar sus palabras—. Ponte que nadie más lo compra y yo me uno al Neo-Bushido del que me hablas. ¿Cómo puedo cambiar a mis jefes?, si abandono la policía no estoy haciendo nada... Ahora bien, si sigo en ella debo someterme a la burocracia si no quiero jugarme un expediente interno.

Tras menear un par de veces la cabeza acabó por rechazar lo que le planteaban: 

—Es muy fácil hablar desde fuera pero mira... Tengo aquí un caso jodido y aunque sospecho de un tipo, debo esperar a tener los resultados y después a que nos autoricen a ir a por él. Hasta entonces esta desgraciado sigue liando las suyas.

El policía recibió el asentamiento de Yeng para que prosiguiera - Soy Lao. Este parte de Hai Bà Trưng colinda con Hoàn Kiếm. Y tenemos una buena muestra de hijos de la gran puta del todo intocables para la ley. Tienen mil ases en la manga, abogados, propiedades privadas y cien mil historias que conducen las investigaciones sobre ellos a la nada.

Cuando voy de patrulla, habitualmente lo hago con mi compañera Li, tiene una hija de quince años. Ayuda en su casa repartiendo comida a domicilio. Y relata - En este momento Lao se adelanta un paso para señalar un enorme rascacielos cubierto de publicidad de neón, aún a esas horas gran parte de las oficinas están encendidas y muchas siluetas pueden verse por el enorme edificio.

Que acudió al piso treinta y siete del edificio B23, ahí tiene sus oficinas un supuesto bufete de abogados. Llevó ocho raciones de cena y al parecer en el piso treinta y siete le estaban esperando varios matones armados. La violaron. - Esperó la reacción de YengHa pero no pareció provocar emoción alguna en la muchacha, quien había pensado mucho en sus lecciones sobre la virtud y el pecado.  - No dejaron apenas marcas de violencia sobre ella y en las cámaras de seguridad tan solo se ve a una joven Chin entregando el pedido. Manipularon cuanto fue necesario para que no pudiéramos actuar. 

YengHa asintió, como si hubiera entendido lo que Lao le estaba pidiendo pero éste chasqueó la lengua, enervándose más y más en cada frase - No sé qué hubiera hecho yo de ser mi hija, pero sé lo que hizo Li. Entró en la planta treinta y siete del edificio y comenzó a aporrear y arrestar a los abogados que allí habían confiscando todo lo que pensaba que pudiera ser analizado para encontrar una pista.... ahora cumple seis meses de cárcel y dos años de suspensión

¿Sabes quien mantiene a Chin? El menda lerenda porque el padre desapareció cuando nació, y por honor y respeto hacia mi compañera. 

No podremos sacar a Li de la cárcel. No sin una confesión que justifique sus actos, pero al menos disipar el humo que han arrojado sobre éste asunto y darles una lección.

Yeng Ha echó un paso hacia atrás, estaba cerrando un trato, no le reportaría un beneficio económico pero ¿Quien sabe? En el Neobushido todo plebeyo que acepte la palabra y protección del Neobushido es un nuevo adepto... ¿Qué podría suponer la pequeña comisaría de este barrio? No serían plebeyos a ojos de la iglesia pero sin duda serían una gran victoria, para la iglesia y para Yeng

- La iglesia del Neobushido imparte justicia y protege al ciudadano y al pequeño comerciante, normalmente, por una pequeña donación de sus beneficios. Si te ayudo a ti y a tu compañera. ¿Hablarás por la iglesia del Neobushido a tu hermano? Compartiréis conmigo cualquier cosa que compartiríais con tu hermano. El pan, vuestras sospechas, vuestra ayuda.

Observó entonces el edificio y se detuvo a pensar ¿Qué hacían varios matones armados en un bufete de abogados? . 

- ¿Tenemos un trato?

—Consigue que confiesen para exonerarla... Si lo haces, estaré en deuda con usted y tenemos un trato. —Contestó el madero.

—Dadnos la justicia que buscamos y esta comisaría os servirá... Intentaremos que el resto hagan lo propio pero no puedo prometerte tanto. Por nuestra parte los donativos del sindicato son vuestros, supongo que será suficiente. —Preguntó finalmente.

Tras ellos como una sombra amenazante emergía como si de una premonición se tratase, el edificio B23 de 49 plantas y 250 metros de altura. Una cantidad nada desdeñable para aquel barrio en el que estaban. Por el exterior era de aspecto sobrio casi ortogonal como si de un prisma se tratase, pero las ventanas iban cambiando su posición cada planta para dar sensación de movimiento. Por todo lo demás era un edificio barato y anodino con luces LED que lo integraban en el ecosistema urbano de la ciudad.

Un foco de corrupción a tenor por la historia contada por el agente. Una corrupción que debe ser lavada por medio del Neo Bushido.

Yeng Ha alargó la mano y Lao se la estrechó. Tenían un trato

Observó el edificio y cruzó la calle con premura y precaución, no quería que su cabeza saliera volando dejando una huella de sangre y piel compacta en el parachoques de algún vehículo de los que parecía no tenían consideración ni remordimiento alguno cuando zumbaban por las carreteras.

Entró al vestíbulo donde gran cantidad de ejecutivos, oficinistas y supervisores ya terminaban los últimos encuentros con empleados de otras empresas del edificio antes de irse a tomar unas copas, aunque más de la mitad seguirían trabajando hasta altas horas de la noche. Darle descanso al negocio es perder dinero, nadie gana dinero por dormir. En una de las placas informativas podía leerse : Planta 37- Zeching-Abogados y Notaría

La gente observaba discretamente  a YengHa. Sus katanas y su hakama la convertían en una atracción andante, y aunque reinaba la curiosidad y el escéptico respeto, la gran mayoría creía que los neobushi solo intentaban sacar a flote unas costumbres que jamás podrían adaptarse a la vida real.

El guardia de seguridad, un tipo alto y ancho, se pensó dos veces si detener a YengHa, pero finalmente desistió por no querer faltar al respeto a alguien de la iglesia, no obstante haría su trabajo si era menester, no quería a nadie en el edificio pregonando o mendigando atención. Por lo que la siguió con discreción hasta poder ver qué planta picaba en el ascensor. Cuando las puertas se cerraron se dio mediavuelta. Tal vez para informar, o tal vez para echar un vistazo en las cámaras qué clase de negocio andaba buscando una neobushi por allí.

El ascensor era amplio, con capacidad para dieciseis personas. No tenía melodía ni espejos y subía a gran velocidad. Solo se detenía en las plantas impares y en el trayecto de YengHa no hizo ningún alto por lo que se detuvo en la planta treinta y siete con el clásico "Cling"

No parecía haber gente armada allí, ni parecía el clásico ambiente en el que encontraría gente armada. Solo una cibersecretaria en una mesa ancha llena de papeles y material de oficina bien ordenado y clasificado en bandejas y carpetas, un androide con forma vagamente femenina que se activó antes de que las puertas se abrieran - Buenas tardes ¿en qué podemos ayudarle? Si desea una consulta de abogacía indique el nombre de su agente o siéntese y espere a que le sea asignado uno, si desea una cita con notaría rellene el formulario N002 que encontrará en la bandeja negra

YengHa se acercó despacio - Deseo una consulta con abogacía - Tras lo cual tomó asiento en una de las sillas, esperando que algun agente disponible le invitara a entrar.

La sala a la que la dirigieron era de aspecto pulcro y lujoso. Sin embargo lejos de ser confortable, era hastiante: había un par de tabletas digitales con varios contenidos que publicitaban la labor del bufete, igualmente otro par de pantallas se habían repartido en extremos opuestos de tal manera que era imposible sentarse en ningún lado y no recibir aquel bombardeo al que estaban sometiéndola en aquel momento.

Iban emitiendo mensajes y consignas de lo más patético, más propias de un predicador de barrio que de un elegante bufete: "Confianza, seriedad, Zenching Abogados" era la más ridícula que había visto hasta aquel momento. Aunque todo en aquella sala era nuevo, había algo que hedía a digital y a irreal, una sala de ese aspecto con materiales auténticos era un lujo prohibitivo para alguien que vivía en el ensanche, aunque fuese las mejores partes del mismo. ¿Cuál sería el aspecto real de aquella sala? Estaba claro que manejaban Creds si eran capaces de tener una configuración del Velo de aquel nivel. ¿Sería alguna corporación uno de sus clientes?

Para cuando la secretaria le avisó, la pantalla más cercana acababa de terminar su anuncio y había rematado con un nuevo eslogan: "Nuestro trabajo es que vosotros ganéis Cred" Aquellas palabras las estaba pronunciando un hombre bien parecido, elegante y ataviado con la prenda honorífica que solían vestir todos en los bufetes. Nidos de corrupción en los que el veredicto se había resuelto, Creds mediante, antes de presentar las pruebas.

En ese momento el ascensor se abrió y salieron tres vigilantes de seguridad que miraron en derredor buscando algo, o alguien. Entonces se fijaron en la NeoBushi:

—¿Tienes permiso para estar aquí? —Preguntó el que antes había visto Ha, con una barba de un par de días que no era mal parecido de no ser por su reducida estatura. Parecía que hasta que no pudo confirmar su superioridad numérica, había sido incapaz de reunir el valor de hacer la pregunta que antes no pudo hacer.

—Acaba de pedir una cita para nuestros servicios jurídicos. —Confirmó el androide, era un modelo obsoleto, pero para aquellas funciones a las que había sido destinado servía muy bien—. ¿Desean ustedes una cita con nuestros servicios jurídicos?

—Entiendo... —Pareció responder azorado el agente, entonces como si de repente recordase algo, volvió a la carga:

—Las armas no están permitidas, por favor entréguenos esas espadas. Las custodiaremos en la entrada y se las devolveremos al salir. 

Sus compañeros parecían no tener clara aquella solución diplomática y llevaron sus manos al mango de sus respectivas armas, unas pistolas cuyos modelos en ese momento Yeng Ha era incapaz de identificar.

Yeng Ha levantó ambas manos mostrando las palmas con una dulce sonrisa:

- No es necesario señores de seguridad, por favor. -Señaló despacio el mon que llevaba en su Hakama:

-Soy una Neobushi de la iglesia, y estas espadas son parte de mi uniforme religioso. Les pido por favor que sean comprensivos. Tienen mi palabra. - Comenzó diciendo con la mano sobre el mon -. Por mi honor, de que no desenvainaré arma alguna

-Ni siquiera contra un abogado - Bromeó tratando de relajar a los agentes, dándoles a entender que no había venido a luchar y que no iba a hacer ademán alguno de hacerlo.

Muy despacio se puso en pie, abriendo los brazos, dejando caer las anchas mangas de su hakama frente a ella mostrando que no ocultaba arma alguna y que solo llevaba dos espadas arcaicas, afiladas y letales, pero ambas parte de ella. Sonriendo en todo momento inclinó su cabeza esperando que los hombres creyeran en su palabra, que hubieran tenido relación antes con la iglesia del Neobushido, especialmente con alguno de los muchos miembros que seguían uno de los códigos más sencillos El Honor, y que sin embargo siempre había algún listillo manchando el nombre de la casa.

No obstante, si se empecinaban en retirarlas, Yeng las entregaría despacio, acordando recogerlas en el vestidor al salir, y señalándoles el valor que tenían y la afrenta que resultaría perderlas.

Aquella insistencia en la importancia de las armas rituales volvió a desconcertar a aquel agente. Desde luego que no estaba al nivel de los profesionales de la seguridad privada que suelen frecuentar las corporaciones ubicadas en torno al Hoan Kiem. Al contrario, eran pazguatos de la empresa GSI de amplia extensión internacional cuyo éxito se basaba en tirar los precios y a cambio de aquellos cred irrisorios poner a inútiles armados dentro de un uniforme.

Inútiles como aquel desgraciado que temblaba con cada respuesta de la bushi.

—Vale... En ese caso, si te parece... Me entregas la espada más larga, puedes enseñar el arma más corta como símbolo de lo tuyo... Y una identificación. —Resolvió finalmente—. No es habitual que hagamos ese tipo de concesiones, pero debes estar identificada al entrar, especialmente por si pasase algo.

—No lo quiera ningún abogado —. Dijo uno de sus compañeros con una risa nerviosa pretendiendo seguir el chiste que antes había hecho Yeng Ha.

En ese momento el primer agente de GSI sacó un lector que pretendía acercar al chip neural que llevaba encima la joven.

—¿Me dejas escanear tu identificación?

Yeng Ha permite al vigilante de seguridad escanear su identificación. No estaba segura de que estuvieran autorizados a hacer algo así, pero si así se daban la vuelta y le dejaban en paz, ya estaría bien. Este circo ya estaba durando demasiado. Después para más ridículo les entrega la espada. - ¿Hacen esto con todos los clientes del bufete? - YengHa ya empezaba a mostrarse algo molesta pero el androide le interrumpió.

El licenciado Yue Hikashi le espera -

No parecía un nombre vietnamita, sonaba a japonés, tal vez uno de esos asiáticos sacados de mil leches o incluso más abundantes uno de esos vietnamitas que frustrados por pertenecer a una sociedad masificada cambian el nombre que se les ha dado para intentar destacar entre los montones de papeles.

YengHa entró en el despacho cuya puerta automática se abrió hacia un lado cerrándose tras ella. Era un despacho en exceso ornamentado, con holomarcos colgados en todas las paredes y una mesa llena de material de oficina e informático. El licenciado esperaba justo tras la mesa, tomando una grabadora diminuta y poniéndola entre ambos. Ya nadie usaba el ordenador para guardar los casos, las aplicaciones de búsqueda inteligente en documentos de voz habían dejado obsoleta incluso la mecanografía.

Soy el licenciado Yue Hikashi, ¿en qué puedo ayudarla señorita? 

Yeng Ha tomó asiento frente a él. Colocando el wakizashi en su regazo - Venía a hacer una consulta con respecto a un tema de derechos de imagen y privacidad. 

Soy neobushi, y acostumbro a entrar y salir de sitios en los que más tarde no soy del todo bienvenida. Digamos que tras mi visita a un banco, deseo una copia de las grabaciones de seguridad. ¿Podría tenerlas? Y digamos que en mi visita... no me porté del todo bien con el banquero... son gente pendenciera y muy maleducados tras un fino velo de educado sarcasmo. ¿Tendríamos en ese caso oportunidad de modificar sus vídeos de seguridad? ¿Quedaría algún registro original?

—Soy neobushi, y acostumbro a entrar y salir de sitios en los que más tarde no soy del todo bienvenida. Digamos que tras mi visita a un banco, deseo una copia de las grabaciones de seguridad. ¿Podría tenerlas? Y digamos que en mi visita... no me porté del todo bien con el banquero... son gente pendenciera y muy maleducados tras un fino velo de educado sarcasmo. ¿Tendríamos en ese caso oportunidad de modificar sus vídeos de seguridad? ¿Quedaría algún registro original?

—Disculpe señorita pero sus preguntas me han pillado un poco a contrapié. —Reconoció el tipo al que la robot asistente había presentado como Yue Hikashi.

En efecto, tal y como Yeng Ha sospechaba, aquel tipo no era japonés, de serlo habría sido un pez demasiado gordo; sin embargo en su lugar tenía a un vietnamita demasiado pagado de sí mismo. Un mestizo tal vez fruto de una unión entre alguien de Japón y alguien local. Salvo la particularidad del nombre todo a él hedía a chupatintas pringado salvo por lo que había oído del agente de policía. Ahí había un 

—¿Quiere decirme que usted ha cometido un delito y desea eliminar pruebas? En ese caso prefiero considerar que la he malinterpretado porque de escuchar sobre algún delito debería informar a los agentes de seguridad. Sin embargo si usted abona un Cred... Estaría protegida por la relación Abogado-Cliente. En ese caso podría serle de más ayuda. —Agregó concluyendo tras una sonrisa abiertamente falsa.

¿Cómo? - Yeng Ha se quedó un poco perpleja, el abogado no había entendido nada pero es que lo que decía no tenía demasiado sentido - Si le digo que he cometido un delito... ¿usted llama a la policía? Pues menuda mierda de abogado si me permite. Por suerte para mí que he ido a topar con el peor abogado de la ciudad, no he cometido un delito. Sino que, como le he dicho, le estoy haciendo una consulta. Pregunto si tengo derechos sobre mi imagen, este edificio... empiezo a pensar que no son un bufete demasiado serio. 

Yeng Ha se puso con un brazo en jarra, algo iracunda - Además han tomado mi katana, con el pretexto de que en el edificio no se puede ir armado. Gilipolleces. Puesto que tendrían que haber tomado mi otra espada también de querer ser legítimamente legales, y por otro lado no son realmente armas. Un arma es una beretta o un rifle de asalto. No una puta espada. Son símbolos y me parece ofensivo que los hayan tomado.

Quiero el video de acceso al bufete, en el que toman mi espada.

Al abogado le pareció una chorrada por lo que negó - No conseguirá nada interponiendo una denuncia así. Pueden haber miles de alegaciones a favor de ellos. En cualquier caso, éste bufete no controla la seguridad del edificio. Sino que lo hace una empresa de seguridad privada llamada GreenShield y nosotros no tenemos nada que ver

YengHa apretó un puño manteniendo la compostura. - No me importa, quiero el video, debo tener mi derecho a poseer la copia de mi videoimagen.

El abogado se encogió de hombros. Era un caso perdido. Sin embargo los religiosos siempre luchaban por causas perdidas y  si estaba emperrada en gastar su dinero en abogados para una acusación que no tenía caso... era cosa de ella así que respondió - Está bien, el jefe de seguridad del edificio se encuentra en la planta baja. Se llama Hao. Él tiene el acceso a las cámaras, registros y probablemente tenga que devolverle la katana. Puede preguntar por él en la primera puerta del segundo pasillo

Muy bien. Volveré a verle - Respondió Yeng Ha con decisión. Abandonando el despacho para dirigirse de nuevo al ascensor y ir a ver al tal Hao a su oficina.

Le habían dado un nombre para quitársela de en medio… O no. Sin embargo, salvo el detalle de que Hao, el Jefe de Seguridad del edificio estaba en la planta baja no sabía en realidad nada. Y para ello su mejor opción eran los tres tipos que antes la abordaron como si fuesen gatitos asustados. Ellos amablemente la llevarían a él y por extensión al vídeo que tanto estaba buscando.

Con un pitido las puertas del ascensor se abrieron devolviéndola al imponente hall por el que antes había pasado, su llegada no pasó inadvertida para su vejo amigo:

– ¿Ya te marchas? ¿Has venido a por tu espada? –Preguntó el tipo de GSI, al ver llegar a Yeng Ha.

Yeng Ha asintió al guardia de seguridad - Los abogados tampoco dan para más, no iba a estar toda la noche.-

-Como les dije, esa espada es un símbolo religioso. Y mi palabra de que no la desenfundaría debería haber sido suficiente. Aunque el señor letrado crea que no hay caso, exijo me den las copias del vídeo de seguridad en que ustedes me requisan la espada.-

El guardia miró a YengHa. Interrogante. No sabía de qué coño le estaban hablando y no tenía ni idea de si podían exigirle algo así. Sin embargo Yeng acaba de bajar de hablar con un abogado y eso inquieta a cualquiera, más aún a un guardia de seguridad. La fría mirada de Yeng esperaba respuesta - Te-tengo que consultarlo con el jefe - Musitó el guardia que echó a andar por un pasillo de puerta cerrada.

Yeng le siguió y se encontró con el guardia de seguridad picando a una puerta para entrar - Perdone señorita, no puede estar aquí. Ésta es la oficina de seguridad. - 

Ella volvió a replicar - Y al jefe vamos a ver ¿Verdad? Exijo la grabación en la que aparezco y que saquen mi espada - 

El tipo no pensó demasiado, tenía claro que ella no iba a entrar en la sala de cámaras - Espere aquí un momento

El guardia de seguridad entró y se escuchó el pestillo. Yeng Ha acercó el oído para escuchar qué decían. 

El jefe de seguridad. Ahí estaba el verdadero testigo y si conseguía la grabación de la violación, ahí tendría la prueba física.

En el pasillo se escucharon algunos reproches duros que fueron amortiguados levemente por las cuatro paredes que rodeaban aquel entorno que Ha consideraba que podía ser la sala de grabaciones o al menos un despacho con acceso a las mismas. No tardó en hacerse el silencio y anticipando lo que estaba a punto de suceder se alejó.

Del lugar salió un tipo seguido por el que la había dirigido, a falta de otro parecía ser aquel al que, varias plantas más arriba, habían llamado Hao. La estaba mirando interrogativamente sin entender mucho qué diablos pintaba en aquel lugar.

—¿Se puede saber qué pretendes viniendo aquí? Es bien sabido que según el protocolo de seguridad recogido en el reglamento 48 de la Ley estatal, está permitido grabar en espacios privados siempre y cuando respondan a la seguridad y sea controlada por organismos de seguridad autorizados.

Tras unos segundos en los que sujetaba la puerta con la intención de volver a su interior, se sorprendió por la quietud de los dos recién llegados. Acabó entonces por decir las que creía que serían sus últimas palabras:

—¡Y ahora largaos de aquí que tengo que trabajar! ¡Y joder Nguyễn no sé qué haces viniendo con gente armada, en cuanto la acompañes a la salida ven aquí!