Partida Rol por web

Carrie, que esperaba una respuesta, no vio venir la reacción del chico al aparecerse junto a él así que acabó de espaldas en su cama parpadeando sorprendida y con una expresión impasible que se diluyó en una sonrisa torcida de las suyas ante sus palabras. Se fundió en aquel beso inesperado subiendo las manos hacia sus lumbares y metiéndolas por debajo de la camisa de él.

- No sabía que fuera sexy y excitante pero suena a algo extremadamente interesante si esta es la recompensa de serlo - reconoció con calma cuando se separaron un poco -. Me alegro de que la idea tuviera tan buena acogida, me temía que la encontraríais excesiva. ¿Qué tal tu espalda?

Zac le devolvió la sonrisa, clavando sus ojos en los de ella, casi sin pestañear mientras notaba las manos suaves de Carrie recorriendo su espalda.

- El hermano de Deirdre ha alucinado. Admito que no podía ni echarme en la cama pero con una poción, unos pequeños toques de varita y unas vendas que me he quitado hace un rato porque picaban... ya está muy bien.- la besó de nuevo aunque de forma corta, como poniendo punto y final a ese tema de conversación para pasar al siguiente.- La verdad es que ese cambio de planes está muy bien. Daremos cuentas de la amenaza pero es imposible que sospechen de nosotros. Eres una genio y Carrow bastante lelo. Pero por eso le hicieron líder. Para que se llevara él las culpas y yo quedase en una segunda capa, aislado del peligro cuando realmente soy el más peligroso.

Ante esa última palabra sonrió de forma tanto chula como engreída.

Por un momento se distrajo acariciando los músculos de la espalda de Zac y analizando las diferencias anatómicas entre un hombre y una mujer que hasta el momento le habían pasado desapercibidas, obviando las más básicas. Siguió su paseo distraído hasta sus hombros, de manera que le había arremangado toda la camiseta cuando el chico soltó su último comentario, provocando una mirada escéptica por su parte.

- Secundo lo de que Carrow es un lelo pero hasta ahora no me has demostrado para nada que seas el más peligroso - y era algo por lo que en ese momento, se daba cuenta, sentía una gran curiosidad -. ¿Qué te hace tan peligroso? ¿Por qué crees que lo eres más que Deirdre, Nixie o incluso... - se acercó hasta él y le mordió con suavidad un labio antes de retirar los dientes y pasar la lengua por el punto que había mordido -...más peligroso que yo?

Un escalofrío recorrió todo su cuerpo con el movimiento de Carrie. Realmente se preguntó si no estaba siendo consciente de que estaba resultando de lo más atrayente y sexy.

Sí que lo sabe. Porque como no lo sepa, el día que lo haga a propósito será mi fin.

- Es sencillo, Carrie. Porque soy imprevisible, tengo determinación y haría cualquier cosa para cumplir lo que me propongo, soy paciente, tengo un autocontrol que no muchos tienen en ciertas situaciones, gran estratega, también soy un mago excelente al que no le tiembla el pulso para echar una avada kedavra y en este caso... a ti debería hacerte temblar... porque... - se acercó milimétricamente, apoyando todo su peso en las manos para no caerse encima de la chica. Su aliento, fresco, llegó hasta ella en modo de susurro.- muerdo...

Pasó al cuello de Carrie que empezó a "comerse".

Nunca había sentido nada parecido, sus ojos se abrieron por la sorpresa mientras el chico jugueteaba por su cuello despertándole intensas olas de placer. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, lo cual era casi tan increíble como todo lo anterior.  ¿Por qué, se preguntó con los labios entre abiertos y el cuello arqueado para recibir mejor los deliciosos mordiscos de Zac, no había descubierto aquello antes? Era tan diferente a su monotonía habitual, a su costumbre de llenar el tiempo en lugar de disfrutarlo... Carrie empezaba a perderse en los entresijos de las emociones humanas, concretamente en el apartado del placer carnal. En aquel momento fue una adolescente más descubriendo un secreto que hasta entonces había permanecido oculto.

- ¿Qué me has hecho, Zac? - repitió las palabras de él, una a una, con suma lentitud mientras disfrutaba de aquellas sensaciones y le dejó hacer acariciándole el pelo antes de hablar -. Me gusta lo que haces... - ronroneó con placer -. Pero hay algo que tengo que decirte y que no he considerado oportuno mencionar durante la reunión - estaba convencida de que él lo entendería -. Creo que la más afectada por el veneno debería ser yo.

Leo se vio obligado a pedir calma a Kaitlin con ambas manos ante su avalancha de preguntas. Fue irónico ver a Leo pedir calma a alguien, cuando normalmente era al revés. Leo pudo ver el terror de Kaitlin en su rostro según le explicaba. Por un momento, se vio reflejado en ella, hace tan solo unos minutos en el despacho de la directora.

Comenzó a jugar con aquella foto entre los dedos, según iba haciendo acopio de la información que Kaitlin le había pedido. Decidió sacarla de dudas por el principio. Un orfanato. Supongo que uno de esos para hijos de padres víctimas de la Segunda Guerra. Negó con la cabeza. Dentro de lo que cabía, él había tenido suerte. Entre el colegio y que lo acogieran en distintas casad de amigos suyos, se libro de tales lugares. Es... una larga historia. Veamos... supongo que como yo había demasiados niños. Deduzco que mi caso se perdería, o no sería importante, o simplemente hubo algún fallo burocrático en el ministerio... no lo sé. La cuestión es que, por lo que se ve, Gringotts iba retirando dinero para el mantenimiento de mi casa, y se debió acabar ahora. Debería haberlo previsto. Se quejó, agachando la cabeza y negando.

Cuando no hubo dinero, los duendes se quejaron, y tiraron del hilo, llamaron al ministerio. El ministerio se daría cuenta de mi situación y... buscó un pariente. Y dieron con McGonagall. Resumió lo que había deducido desde que salió del despacho de la directora. La directora es la primera noticia que tiene. En cuanto recibió la noticia, me llamó a su despacho.

Asintió con la cabeza, cuando relacionó el parentesco. Me ha dicho que solo tía, que nada de abuela. Bromeé, a pesar de todo, intentando levantar el ánimo. Me ha dicho que se hará cargo de mí. Y... aun no se qué haré, o que pasará. Quiero decir, se ha ofrecido a sufragar los gastos de la casa, y me ha dicho que le diga todo lo que necesite, que cuente con ella. Pero yo... no quiero ser una carga, princesa. Me sabe mal pensar que ella tenga que hacerse cargo de mi por obligación.

...pero me ha dicho que me firmará el permiso para ir a Hogsmeade. Y eso, por estúpido que fuera, era importante para Leo. Sin unos tutores que le firmaran el permiso, jamás había ido a Hogsmeade.

Zac, que había continuado con su cometido en el delicioso cuello de Carrie, soportando incluso una sonrisa pícara ante la pregunta de Carrie, haciendo eco a lo cuestionado por él anteriormente, paró en seco, ipsofacto. Por un momento creyó haber escuchado mal, pero pensándolo bien decidió que sus oídos no estaban erróneos en la información recibida. De Carrie se esperaría eso y mucho más.

Se apartó de su cuello para mirarla al instante, pero como no aguantaba más el peso de su cuerpo en las manos se puso de lado, dejando una mano en el vientre de Carrie. Estaba serio, intentando descifrar por dónde iba la mente perversa de Carrie. No le gustaba la idea, pero antes de rechazarla, si lo consideraba útil para el plan no quedaría otra que aceptar.

- ¿Por qué?

Es peligroso.

Al principio le disgustó que el chico parara pero comprendió que le acababa de dar una información que merecía su atención más que su cuello.

- Porque sospechan demasiado de mí - acabó por decir finalmente con un suspiro desdeñoso -. Les oigo constantemente a través del gato, todo lo que yo hago es malo pero Carrow merece toda su compasión con esto del compromiso, es un mártir por tener que aguantarme - aquello le molestaba un poco, a decir verdad, pero siguió -. Si me pasa algo tan grave a mí también se eliminarán las sospechas sobre Deirdre e incluso sobre Jackie, pero si saben lo que pretendo se delatarán. Si soy la primera en caer sé que Deirdre se sorprenderá como la que más e incluso se preocupará, es una buena amiga - guardó un segundo de silencio antes de añadir -. Tú también deberías acabar envenenado, no tan grave porque será muy obvio pero puesto que también sospechan de ti no estaría mal que te vieras afectado como muchos de los alumnos.

No me dio tiempo a contestar, ya que Duncan se me adelantó, y tenía demasiado trabajo poniendo los ojos como platos, desencajándome la mandíbula y transformándome en un tomate con patas. ¡Pero cómo podía ser tan...tan...!

Tan Duncan. 

No es que no quisiera hacer todo lo que había dicho, pero es que... ¡Yo era demasiado pudorosa para decir esas cosas! Y que el las dijese tan pancho, así sin más... Pues no podía evitar sentir vergüenza. 

- Eres tonto... - conseguí susurrar mirándole con las mejillas encendidas.

Después miré a Kyle quién, tras lo que acababa de soltar Duncan, no necesitaría más explicaciones. Recordé entonces algo totalmente distinto.

- ¿Pero no estaban contigo? Bueno, Will y Peter, no Laura. - aunque al momento de decirle casi me sentí un poco tonta. Si Kyle estaba con Liliana seguro que no habían estado jugando a ningún deporte en los jardines. Lo más probable es que los otros dos les hubiesen dejado a solas, eso que le gustaba hacer a los adolescentes con aires de Celestina.

Cogí aire, en cuanto Leo me pidió calma. Era imposible mantener la calma cuando todo aquello por lo que Leo habia luchado durante tantos  años estaba en juego. Aún así, me obligué a guardar silencio, acariciando su pierna con cierto aire compulsivo.

-¿Como ibas a preveer eso, Leo? Tienes dieciséis años... Demasiado que has conseguido llegar hasta aqui tu solo... - le dije, negando, cuando lo vi culparse de la situacion.

Acabé por sonreir, cuando hizo referencia al comentario de MacGonagall- Pues entonces sé bueno y no la hagas enfadar... Llamala tía Minerva... - bromee, sumandome a ese intento de Leo por levantar el animo de la situacion. Y luego negué, comprensiva, pasando una mano por el pelo de Leo, cariñosa- Tu no eres una carga, Leo... De todas formas, si quieres, puedo hablar con mi madre... Seguro que encontramos la forma de poder ayudar a MacGonagall... - dije, a sabiendas de que mi madre no le sobraba precisamente el dinero. Seguro que encontraría otra forma de poder ayudar. - Además, si lo prefieres, podemos pedirle permiso a MacGonagall para que pases las vacaciones y todo eso en casa... Si seguro que no pone problemas en que sigas viviendo en casa de tus padres.. - le dije, intentando hacerlo sentir mejor. Sabia como era Leo y sabia que si algo no le gustaba, era molestar. Y lo ayudaría en todo lo posible para que asi fuera.

Sin embargo, su ultima afirmacion me hizo mirarlo, con un gesto de sorpresa. Y, en esta ocasion, una sonrisa ilusionada brotó de mis labios- ¿En serio? ¿Vas a poder ir a Hogsmeade? ¡Eso es genial! Por fin podras verlo todo...

Sabia lo que habia supuesto para  él no haber podido ir en todos aquellos años a la excursión. A partir de ahora, veria las proxima salida a Hogsmeade de otra forma, como un gran acontecimiento que no estaba dispuesta a perderme por nada del mundo.

Me aguanto la risa mientras escucho la retahíla de palabras de Duncan que, incluso sin ver el semáforo en rojo en que se han convertido las mejillas de Eve, puedo saber que le están provocando una terrible vergüenza. No es hasta que interviene mi compañera de Ravenclaw que decido responder. 

- Pues sí, estaban conmigo hasta que vino Liliana a avisarnos de un problemilla entre Kaitlin y Leo y nos separamos para la operación rescate.- comento a modo de explicación. No entro mucho en detalles pues no sé hasta que punto la pareja de Gryffindors tienen confianza con Duncan. Sé que a Eve no dudarían en contárselo pero a Duncan...tengo mis dudas.- Pero vamos, que a estas alturas, ya debe de estar casi solucionado. Sólo quería decirles que parasen la búsqueda. - aclaro, quitándole importancia con un gesto de mi mano, por si acaso había conseguido preocupar a Eve y sacarla de su momento de felicidad por su nuevo noviazgo.

Miro a Duncan con una expresión cómica. No, no es lo que pensabas...- Así que básicamente hemos estado recorriendo el castillo a la carrera hasta hace unos minutos. 

Zac sopesó la idea de Carrie y, aunque intentó encontrar algún punto flaco en su explicación, lo cierto es que no lo había. Terminó por asentir con la cabeza:

- Si no hay más remedio... tienes razón, eso no puedo negarlo. Así que nos haremos compañía en la enfermería o en San Mungo.- bromeó aún sin apartar la mano de la tripa de Carrie pero dedicándole una atractiva sonrisa.- Capaces son de hacernos preguntas después... bueno, ya planearemos lo que sea cuando ocurra. Antes tenemos que lograrlo. Será una buena noche de borrachera... será divertido verte borracha. Me pregunto cuánto tardarás en lanzarte a mis brazos.-  y rió de forma espontánea. Claramente divertido ante la broma.

- Mmmm... no me atrae la sensación de perder el control, ni siquiera la de envenenarme adrede, pero eso me dará más libertad incluso... tal vez ya no sea tan problemático que nos vean juntos - se encogió de hombros sin darle importancia aunque en realidad era una reacción falsa. Le molestaba tenerse que estar ocultando constantemente hasta el punto de que ni siquiera pudieran hablar con normalidad en público -. De todas formas, ya me tienes entre tus brazos, ¿para qué esperar a que esté entre ellos borracha y envenenada? - bromeó con una leve sonrisa ladeada.

Volvió a reir, divertido por la situación, aún de lado.

- Bueno...- con la mano que tenía en la tripa de la chica remangó su camiseta hasta la zona de las costillas, casi desvelando el sujetador de Carrie, mientas acariciaba lentamente la zona abdominal- Quizás porque me gusta ver cómo te me lanzas. Pero tienes razón, ahora mismo estás en mis redes.

Se acercó hasta sus labios y la besó nuevamente, luego quedó en silencio unos segundos mientras se centraba en acariciar la piel de Lewis y luego volvió a hablar con el mismo tono distendido:

- Que nos vean juntos... así... ¿te gustaría?

- ¿Así? - era una pregunta retórica, sabía a lo que se refería. Meditó la respuesta en silencio, disfrutando de la lenta caricia de Zac. ¿Le gustaría? -. No me gusta que la gente me vea vulnerable - afirmó antes de quedarse callada por lo que acababa de reconocer: que con Zac lo era. Frunció el ceño en señal de disgusto pero sabía que era cierto. Carrie Lewis, independiente hasta la médula, ahora dependía hasta cierto punto de alguien, o al menos esas emociones recién descubiertas que nunca había experimentado y que tanto le gustaban, estaban en manos de Zac. Aquello, de algún modo, la hacía sentirse avergonzada, turbada. Desvió la mirada.

Hizo un sonido mientras ponía cara de estar pensando, aún centrándose en los círculo que su dedo empezó a hacer en la piel de la chica durante unos segundos. Hasta que depositó un beso bastante íntimo y con toda la intención de provocar un gran cosquilleo en todo el cuerpo de la chica. Luego la miró:

- Creo que nadie te verá nunca como vulnerable. Porque no lo eres, ni lo serás. Que te vieran con alguien, y más si es conmigo solo nos convertiría en aún más inalcanzables.- comentó con tono neutro. Luego se encogió de hombros.- Pero si no lo deseas, tú te lo pierdes.- y le dedicó una sonrisa deslumbrante.- De todas maneras cada uno tenemos nuestra pareja para la fiesta ya, así que... solo me queda hacerte disfrutar de mi compañía. Al fin y al cabo estás invitada a mi cama, ¿no?

¿Qué harás ahora, Carrie? Nunca sé lo que piensas. Me intrigas.

Con el beso consiguió la reacción que esperaba y más, puesto que los dedos de Carrie imitaron sus dibujos en el costado al descubierto de Zac. Sin embargo parecía inquieta, pues las palabras de Zac tenían un doble rasero que le costaba comprender. Tenía la sensación de andar por terreno pantanoso y no le gustaba.

- Si no hubiera la más mínima posibilidad de que sus sospechas volvieran a recaer sobre nosotros o de que Carrow se pusiera suspicaz, no me importaría..., no, me gustaría que nos vieran juntos - hablaba lentamente, incluso recelosa, sin saber cómo interpretaría el chico sus palabras o qué había pensado de las anteriores. Parecía como un cervatillo asustado ante los faros de uno de esos coches muggles -. Te aseguro que mucho más que con O'Reilley. Ahora que el plan ha cambiado me parece que voy a tener la peor compañía de la fiesta...creo que incluso envenenarme es una perspectiva mejor - comentó con aire desdeñoso -. Al menos tu pareja es atractiva y divertida... pero espero que sigas prefiriéndome a mí como invitada a tu cama - musitó con total seriedad antes de besarle.

Recibió el beso de la chica aguantando una sonrisa y después se terminó de quitar la camiseta mostrando su cuidado y musculoso tronco, colocándose boca abajo al lado de ella, de manera en que a Carrie le fuera más sencillo y cómodo acariciarle.

- Sabes que serás la única privilegiada en poder ser invitada a mi cama. Como si quieres pasar la noche aquí...

Alzó las cejas dos veces, aguantando la risa. A pesar de que Zac sentía una irrefrenable atracción hacia Carrie, no era solo su cuerpo lo que le atraía. Era un joven paciente y disfrutaba con aquellos momentos de compañía que no tenían por qué llegar a más. La chica le intrigaba y su respuesta le había satisfecho. El poder tener a Carrie allí, besándole, acariciándole... le hacía sentir especial. Ella no era cualquiera y sabía que él sí que era el privilegiado.

Carrie se sentía atraída por la idea de saber qué pasaría si se quedaba, qué era aquello de lo que tanto disfrutaban los adultos y por lo que su madre vendía su cuerpo. Sin embargo, ésto mismo le causaba cierta reticencia, casi un ominoso terror de convertirse en una persona como lo era su madre, el único ser en el mundo junto a Carrow por el que Carrie sentía odio, aunque por la primera era algo más profundo y con demasiadas connotaciones. La slytherin era tal vez superficial, egocéntrica y egoísta pero también se consideraba alguien fuerte, independiente...¿y si eso la convertía en su madre?

Una mirada a Zac le devolvió un extraño pensamiento. Él no es mi padre. Eran personas muy distintas y según había dicho, la quería, algo que había removido su interior. Zac, tal vez sólo sea para mí, pero eres extraordinariamente interesante.

Un dedo juguetón resiguió su columna hasta su nunca y después se internó por su pelo.

- Suena tentador pero tú tienes compañeros de habitación y por el momento aún tenemos una fachada que mantener. Dímelo después de Halloween o quién sabe... tal vez incluso sea yo la que te ruegue por ello - concluyó como si aquella fuera una broma especialmente graciosa -. Mañana a la misma hora - dijo antes de acercarse y darle un nuevo e intenso beso. Después, se levantó, se recolocó bien la ropa y se marchó, no sin antes dirigirle una mirada penetrante que quería decir muchas cosas.

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