Partida Rol por web

- ¿Tu castigo es pasar las Navidades en el orfanato rodeado de Muggles? - ¿En serio? - ¿Era el St Mary, no? - Y no esperó confirmación alguna, señalándolo con el dedo índice y le guiñó el ojo con una media sonrisa, como si de una respuesta se tratara a unas palabras no pronunciadas.

- Nos vemos pronto, tío - Le dijo, y se adelantó un paso más, dándole un fuerte abrazo, acabado con un par de palmaditas en la espalda. - Cuídate ese dedo - Acabó por bromear, y se giró hacia Eve. Una vez más, rechazó el venir a pasar las navidades con nosotros. al menos, había dejado la promesa del verano. Aquello lo decepcionó, aunque no en el mal sentido, si no en el que la echaría de menos y que esperaba que quizás, pudieran pasar las navidades todos juntos.

- Escríbenos mucho ¿Vale? Y si necesitas cualquier cosa vente, o dinos algo, por favor - Le dijo a Eve, acabando por darle dos besos, y asintiendo con la cabeza, acabando por despedirla con un gesto de la mano cuando se marchó.

Me despedí con un gesto de la mano y asintiendo a las palabras de Leo cuándo Aaron "me secuestró", formando con lso labios un "disfrutad mucho". Aaron podría haber preguntado, pero a lo mejor era mejor algo así antes de que les echasen bronca por mi culpa al no haberse marchado aún. 

Al despedir a Eve, Leo se dispuso a decir algo más a Kaitlin cuando noto un par de palmadas en su espalda, y se giró extrañado, esperando que fuera Peter para despedirse de él. La sorpresa fue doble cuando no era Peter ¿Dónde se habrá metido? Y no era otro que Oliver.

Leo acabó por dibujar una media sonrisa, mirandolo. - Suponía que sin invitación ya vendrías a vernos, tío - Se encogió de hombros. - ¿No me dirás que echas de menos una invitación, no? - Bromeó, alzando las cejas, mirandolo.

- ¿Por que no te vienes a visitarnos alguún día por red flu? Así no tienes que esperarte taaanto tiempo para disfrutar de mi presencia - Acabó por exagerar las últimas palabras, en clara señal de seguir bromeando con el mismo tema. - Pasalo bien, tío. Espero que nos veamos pronto... además, aun me debes un duelo - Acabó por señalarlo con el dedo indice y tras eso, estiró la mano para estrecharsela.

- Bueno... deberiamos ir tirando. Princesa... ¿Sabes que no tenemos que ir directamente a casa, no? - Le preguntó, mirandola de reojo.

Acepté la mano de la instructora no sin sentirme abrumada. ¡Hermione Granger! Para mí era una lyenda, no sólo por haber sido un héroe en la guerra mágica sino porque sabía todo sobre su recorrido escolar. De familia muggle, la mejor alumna de su curso, Prefecta, notas perfectas, del Club Slug.. Seguro que habría sido Premio Anual si su último año no hubiese estado ocupada salvando nuestro futuro.

- El placer es mío. Y será un honor acompañarle en lo que necesite. - dije con una sonrisa y con algo de nerviosismo. ¡La de cosas que podría aprender de Hermione Granger!Sin duda merecía la pena quedarme estas Navidades más que nunca. Me sonrojé al recibir elogios de su parte - Yo... yo no he hecho nada, usted y el profesor Longbottom...

-Bueno...como quieras... Pero si te aburres pide permiso y ven a visitarnos algun dia... - dije a Eve, antes de estrecharla entre mis brazos, dandole un fuerte abrazo y un beso en la mejilla- Cuidate mucho... Y no eches mucho de menos a Duncan... - le dije, guiñando un ojo, despidiéndome finalmente de ella.

Luego me volvi hacia Kyle, abrazándolo tambien y dejandole un sonoro beso en la mejilla- Y tu cuidate tambien... Y procura portarte bien con esos muggles... que seguro que la acabas liando. - añadi, guiñandole un ojo. Claro que intetaríamos ir a verle, de eso no habia duda.

En cuanto Eve se marchó, y escuché a Oliver, me giré hacia el, con una sonrisa en los labios- ¿Desde cuando necesitas tu invitacion para venir a casa? - le pregunté, negando, antes de ir a darle un abrazo pre-navideño, subscribiendo las palabras de Leo- Además, espero que sepas que mi madre cuenta contigo en Navidad... Asi que ya sabes... Hay un sitio con tu nombre en nuestra mesa... -Oliver llevaba mucho tiempo en la familia, y el cariño era el cariño, independientemente de lo que hubiera sucedido con Deirdre. Además, teniendo en cuenta que mi hermana no estaria en casa en navidad, sería una buena ocasión para que Oliver pudiera estar con nosotros tranquilamente y sin el estres de Hogwarts.

-Te esperamos en casa... Cuidate - dije finalmente, dandole tambien un beso en la mejilla, para acabar, finalmente volviendo junto a Leo.

Y asenti al rubio, entrelazando mi mano con la de él, lista para marcharme.- Si, nosotros vamos a King´s Cross, a por Patrick... Ya usaremos la Red Flu desde alli... Creo que mi madre venia a recogernos... - añadi, cayendo en la cuenta de que Deirdre ni siquiera se habia despedido de mi.

Feliz Navidad....

Y esperé a que Leo cogiera un puñado de polvo para salir de alli.

- Mientras viaje con polvos flu...- respondo a Oliver sin tomarme a mal su comentario. A no ser, claro, que el estar rodeado de muggles en las navidades se convirtiera en algo muy peligroso.- A lo mejor muero del aburrimiento. 

Cuando Eve hace referencia a la prohibición de McGonagall no puedo más que exclamar un.

- Ojalá.- Preferiría pasar las vacaciones en Hogwarts y ayudar a Eve en sus investigaciones que tener que volver a revivir mi pasado. 

Sonrío cuando creo ver que Leo capta el mensaje y adopto un gesto indignado, rápidamente remplazado por otra sonrisa, ante la afirmación de Kait. 

Poco a poco me voy despidiendo de mis amigos hasta que soy casi la única persona que queda en la sala. Por fin, me decido y exhalando un suspiro me coloco en el último lugar de la fila esperando mi turno. ¿Me pregunto si habrá cambiado de como yo lo recuerdo? Al fin y al cabo, han pasado ya más de diez años... 

Debido a que no era posible dirigirse hasta la estación de King Cross mediante polvos flu ya que era un lugar público a rebosar de muggles y que no había ninguna chimenea activa, tanto Leonard como Kaitlin tuvieron que dirigirse directamente hasta casa de los O'Hare, lo cual tampoco resultaba tan mala idea ya que todos - a excepción de Deirdre- se reunirían allí.

Así pues, recorrieron chimeneas y más chimeneas a toda velocidad hasta acabar posando los pies fuertemente en el destino, llenos de hollín y polvo, pero enteros que no era poco.

Al instante se escuchó la voz de Morrigan O'Hare:

- ¡Kaitlin, querida! ¡Leo! Ya estáis aquí.-la señora O'Hare se había levantado del sofá donde les había estado esperando y corrió a abrazar a su pequeña.- Cuánto me alegro de veros. ¿Estáis bien?

Además de la señora O'Hare, uno de los hermanos de Kaitlin, Darren, el famoso buscador de quidditch del que se rumoreaba llegaría a ser en breves capitán de la selección irlandesa, esperaba de pie con un porte de lo más atractivo y musculoso:

Darren:- Ya veo que al final la cabeza loca de Deirdre no viene. Voy a tener  que ir a buscarla. La Navidad no funciona así.

Hermione comenzó a caminar junto a Eve hacia la salida del Gran Comedor, de forma tranquila y amable.

- Socorrer a los amigos reaccionando así de deprisa no lo hace cualquiera. Además, estoy segura de que habrías reaccionado más rápido y mejor que Neville, ¡Pero no se lo digas! No sé, apenas te conozco pero por lo que me ha contado Aaron y por lo que he visto me recuerdas a mí. ¿Qué sueles hacer en tu tiempo libre? Tengo pensado buscar algo de información a raíz de cómo está el mundo. Con una inminente nueva batalla asomándose por cada esquina, necesito entender si hay algún motivo para que esto suceda.

Al comentar sobre las batallas y cómo estaba el mundo fuera de Hogwarts, una expresión seria y preocupada se adueñó del rostro de Hermione.

Una vez recuperado del todo y llegado el momento de partir, la directora McGonagall le entregó la dirección que Kyle tenía que decir tras advertirle que como se trataba de un sitio muggle debía comportarse como tal. La magia no estaba permitida y ninguno de sus compañeros conocía su mundo, por lo que debería inventarse una historia creíble sobre su vida, o al menos callar antes que decir la verdad. Tras aquello le deseó felices fiestas y le comentó que tuviera cuidado, quizás en un tono más preocupado que de costumbre.

Tras aquello Kyle se colocó en el interior de la chimenea y al instante de lanzar los polvos al suelo se vio circulando a toda velocidad de chimenea en chimenea manteniendo una postura tensa y sintiendo la cabeza algo ida. Pasados diez segundos ya se encontraba pisando suelo firme, lleno de hollín y de polvo.

La sala era muy pequeña, contaba con tan solo una cama, chimenea, una mesa de escritorio pequeña y un sillón en donde le estaba esperando el squib. Era mayor, contaría con setenta años y se movía con un poco de dificultad. Si bien su expresión distaba mucho de la del señor Filch.

- Bienvenido, señor O'Brien. No creo que me recuerde, pero le conozco desde que era usted muy pequeño. Ha crecido mucho y se ha convertido en todo un hombre. ¿Cómo se encuentra?

Lo había imaginado. Algo le decía que su padre tendría alguna nueva genialidad que contarle sobre sus planes de compromiso o cualquier otra novedad y que dispondría de ella como quisiera ahora que había vuelto temporalmente a casa. Y, por supuesto, ella tendría que seguir mostrándose enigmática y esquiva por un tiempo.

- Aguijón, acompaña a Deirdre a mi habitación y dile a Ping pong que la sirva en lo que desee - dijo haciendo caso omiso de la sugerencia de su amiga.

Por supuesto, el nombre de Aguijón no era el propio del elfo, el cual no se había dignado en aprender. En realidad era uno de esos apodos que Carrie consideraba ocurrentes. Le había dicho al elfo que le apetecía miel natural y que la obtuviera sin magia del panal de abejas que había en su jardín. Obviamente media hora después tenía por lo menos quince aguijones clavados por su rostro y de ahí el nombre.

Sin decir más, se deshizo de su túnica, quedando en camisa y falda, y se dirigió al despacho de su padre donde, como de costumbre, entró sin llamar y con la misma carencia de expresión que de costumbre.

- ¿Qué quieres, padre?

El padre de Carrie, que en un principio se encontraba mirando por la ventana con las manos cruzadas atrás, se giró lentamente hasta tener en su ángulo de visión a su hija:

- Quería verte cuando llegases. Hace mucho que no nos veíamos, ¿no crees?- en dos pasos se colocó en su silla de cuero negro y se acomodó, como si estuviera teniendo una reunión de negocios en su propia casa.- Pero ambos sabemos que no solo te hago llamar para darte la bienvenida a tu casa. - hizo una pausa, sin variar su expresión pasiva y seria, sin mostrar sentimientos de ninguna clase.- Podías haber invitado a Oliver. Pensé que ya habrías entrado en razón y que te esforzarías por llevar a cabo los deseos de la familia. Y... sin embargo, me traes a casa a un Bolton.- apenas pestañeaba, observando directamente las reacciones de su hija.- Un joven que posee todo lo que anhelamos y al que no podría echar de mi casa sin que se formase una gran hostilidad entre los poderosos y nosotros... los que hemos decaído por las deudas. Me pregunto si me estás probando, Carrie. Si... realmente serías tan estúpida de retarme.- Miró momentáneamente a la mesa y estiró la mano hasta colocar en un ángulo paralalo perfecto la pluma que reposaba sobre la madera con respecto al pergamino.- Si bien deseo que esto no sea más que tu decisión de colaborar con el apellido Lewis y que Zac Bolton esté en la habitación de invitados en estos momentos porque has decidido apañártelas para tenerle como futuro marido.

Se incorporó aún sentado, alzando la mirada desde la pluma a su hija nuevamente.

- Mañana celebraremos tu fiesta de cumpleaños y ambas familias estarán invitadas. Hazle una lista a Ping Pong de que lo que quieres y mañana lo tendrás. Puedes retirarte.

Me alejé con la profesora, aún bajo la vergüenza de estar con alguien de su renombre y recibir elogios. Reí de manera nerviosa ante la broma sobre el profesor Longbottom, una mezcla de pudorosa y genuina humildad con un punto de alumna que no se ríe nunca, NUNCA, de sus profesores. Al menos no en voz alta.

- Paso mucho tiempo en la biblioteca. - le expliqué cuándo preguntó - En la general o la de la torre de Ravenclaw, si es que no tengo nada que hacer para el colegio o como Prefecta. Pero también me gusta relajarme charlando con mis amigos, aunque seamos totalmente opuestos. - nunca me había dado cuenta de que todos mis amigos eran unos "gamberros" mientras yo era una rata de biblioteca. Sólo Laura, compañera de casa, y Aaron eran serios y estudiantes de primera. - Y he entrado en el equipo de Quidditch este año. No quería irme sin probar.

Me callé al darme cuenta de que le estaba soltando de carrerilla todas las minucias de mi vida de adolescente aunque lo suyo hubiese sido una pregunta de cortesía.

Sin embargo, cuándo se puso seria hablando de peligros y batallas toda la vergüenza se disipó. ¿De qué hablaba? ¿Tan aislada estaba en Hogwarts o en mis propios pensamientos que no me había enterado de que habían peligros (de nuevo) fuera de los muros?

- ¿A qué se refiere, si no es indiscreción, con lo de "una inminente nueva batalla en cada esquina"? - pensé entonces en lo ocurrido en la escuela. ¿Tendría algo que ver? - Supongo que el professor Longbottom o el professor Diggory le habrán puesto al corriente, o la directora... Por si acaso, tal vez le interesa saber que hubo un atentado contra los alumnos en la fiesta de Halloween. Envenenaron a toda la escuela pero por suerte el veneno no estaba bien hecho.

Por primera vez en su vida las palabras de su padre la perturbaron, sobre todo cuando la llamó estúpida de esa forma. No fue porque se sintiera insultada sino porque de repente temía cuales podrían ser las consecuencias de sus planes. De repente fue consciente de todos y cada uno de los latidos de su corazón y de la saliva al pasar por su garganta, que parecía negarse a tragar. ¿Debería escoger el mal menor? ¿Casarse con Zac a pesar de que no deseaba comprometerse aún? En esos momentos no parecía servirle repetirse a sí misma que ella era Carrie Lewis, pues parecía carecer de sentido.

Los ojos de su padre volvieron a los suyos, provocándole una vaga sensación de miedo que la fastidió. Debía ceñirse a su plan. Pero se daba cuenta de que eliminar a Oliver no sería suficiente, él era otro monigote más. En realidad el quit de la cuestión era el dinero, pensó mientras salía del despacho de su padre sin responder y mucho más modosa que como había entrado, cerrando la puerta sin hacer ruido y apoyando la espalda en ella.

No podía ir a buscar a Zac y a Deirdre así, ambos la conocían lo suficiente como para darse cuenta de lo alterada que estaba, a pesar de que en apariencia parecía tan indiferente como de costumbre. Se tomó unos minutos antes de dirigirse hacia su habitación.

-¡Mama! -exclamé, conforme aparecimos en la chimenea de casa, lanzándome a sus brazos. La estreché con fuerza, cerrando los ojos, con ganas de verla. Permanecí abrazada a ella unos interminables segundos en los que pude sentir la reconfortante sensación de regresar a casa- Qué ganas tenía de veros... - añadi, dejándole una sucesión de sonoros besos en la mejilla, cariñosa.

Acabé por despegarme de ella, para dejar que Leo también la saludara, sobre todo teniendo en cuenta la buena relación y el cariño que se habian tenido desde siempre. Y miré a Darren, con una sonrisa en los labios. Por un momento, al verlo allí, junto a mi madre, me vino a la cabeza la imagen de mi padre, que solía ser quien, cuando mis hermanos mayores eran pequeños, era quien esperaba su regreso a casa.

-Darren... - acabe por decir, abrazándolo también con fuerza, intentando apartar aquella imagen de mi cabeza. Bastante recordaríamos ya a mi padre como para empezar las vacaciones asi- Que guapo estás... ¿Y Winnie? - pregunté por su novia, suponiendo que habria llegado con el. Y, cuando hizo referencia a Deirdre la sonrisa se encogio en mi rostro, negando, con gesto pesaroso- Luego hablamos... - le dije, en voz baja, dejando escapar un largo suspiro- Ni siquiera se despidió de nosotros... Estaba muy contenta con eso de irse con Carrie Lewis. - añadi, dándole a entender que seguramente le diera igual si fuera a buscarla, evitando alzar la voz para no dar un disgusto a mi madre.

Y, tras separarme de él, volvi la vista de nuevo hacia mi madre, alternándola entre ambos y Leo- ¿Donde estan los demás? ¿Somos los primeros?

Una vez que Carrie se hubo recobrado lo suficiente como para enfrentarse a sus amigos, se dirigió directamente a su habitación en donde se encontró con su amiga, echada en la cama comiendo bombones de una caja que le debían de haber traído.

Al verla Deirdre sonrió ligeramente mientras se llevaba otro bombón a la boca.

- Carrie, esto es vida. ¿Cómo puedes querer regresar a Hogwarts teniendo todo esto? Bombones, baños calientes, sirvientes...

Deirdre parecía encantada de encontrarse allí, lejos de la insufrible de su hermana y de su cuñado aunque sabía que echaría de menos al resto de sus hermanos y a su madre. Pero no podría soportar tener a Leonard de nuevo metiéndose en su habitación por la noche para estar con Kaitlin en la cama de al lado.

Cuando llego a aquella sala, tardo unos segundos en recuperar la visión y ser capaz de mirar a mi alrededor. La estancia en la que me encuentro es bastante sencilla y, por un instante me pregunto si será aquella la habitación en la que voy a pasar mi exilio. Entonces, una voz cansada me da la bienvenida, probablemente la del verdadero dueño de la estancia, y reparo por primera vez en la persona que descansa en el único sillón de la sala, frente a mí. Es un hombre de avanzada edad, sin duda conocedor de la presencia de la magia en nuestro mundo, pues no parece sorprendido de que acabe de teletransportarme a una chimenea. Dice que me conoce desde hace mucho, pero yo no consigo recordarle. Todo lo que recuerdo es lo gris que era ese lugar y las monjas que lo llevaban. 

- Algo mareado- respondo y, recordando mis modales, algo que en el orfanato tenía gran importancia, extiendo la mano hacia el hombre para estrechársela al estilo muggle.- Buenas tardes. Disculpe que no le recuerde. Imagino que usted es James. - aventuro a modo de pregunta retórica. ¿Quién podría ser si no?

Tras una llamarada esmeralda, Leo resopló por la nariz, dejando escapar algo de humo negro, imitando algún tipo de Dragón, y quitándose las gafas dibujando una amplia sonrisa al llegar a Ca O'Hare. Gracias a las gafas, el hollín había dejado limpia la piel que había cubierto las gafas, y los dientes blanquecinos que ahora contrastaban con una cara manchada de hollín.

Guardó las gafas en uno de los bolsillos, cuando la Señora O'Hare se puso en pie para recibirlos. Le llamó la atención que estuviera esperándolos, después de todo no habían avisado que no usarían el tren. - Buenos días Morrigan - Le dedicó a su suegra una amplia sonrisa, amable y alegre al estar allí, lo más parecido a lo que el podía llamar hogar. Se acercó hasta dándole dos besos en las mejillas. - Venimos cubiertos de hollín, el abrazo después mejor - Bromeó, estrechando la mano con Darren Jr. - ¿Cómo estás, tío? ¿Y Winnie? También preguntó por su cuñada, dejando la maleta en el suelo, junto la chimenea.

- No sabéis lo mucho que me alegro de veros, estamos bien... a pesar del hollín. Creo que necesito una ducha - Comentó con tono gracioso, palmeándose los costados haciendo hincapié en el asunto de ir cubiertos de polvo.

Cuando Darren habló de Deidre y Kaitlin le explicó lo sucedido, Leonard asintió con la cabeza.

- Al final también cansa, Deirdre. ¿Disfrutarías de estos baños, bombones y demás si los tuvieras cuando quisieras? ¿Piensas alguna vez en cuán afortunada eres por el aire que respiras? Y sin embargo le debes la vida - en ese momento Carrie derrochaba cinismo hacia ese estilo de vida que lo que le aportaba en aquel instante eran problemas -. Todo lo mio es tuyo - acabó por decir con indiferencia mientras hacía un gesto para abarcar su habitación, cubierta de siniestras muñequitas de porcelana, peluches, cojines y cantidades ingentes de puntilla, por no hablar de la cama con dosel.

Se levantó del lecho, en el cual se había sentado nada más llegar y se dirigió hacia su escritorio.

- Aguijón, informa a Zac Bolton de nuestra presencia e invítale a unirse a nosotras - dijo sin alzar la voz, a sabiendas de que el elfo la escucharía, a la par que se ponía a escribir una misiva.

Katherine se acercó entonces a Oliver, cuando todo el mundo se hubo ido por la chimenea y la fila de viajeros casi llegaba a su fin.

- ¿Entonces? ¿Qué harás? ¿Te quedas o te vas? Debo confesar que aún no me ha quedado claro. Me extraña que huyas de tus compromisos solo para estar con una Gryffindor traidora.

A pesar de las duras palabras finales que salieron de su boca, Katherine permanecía tan sonriente e irónica como siempre. Parecía como si nada le afectase realmente y que si era considerada traidora por llevar el apellido Lestrange y haber terminado en Gryffindor lo recibiría como un elogio y no como una ofensa.