Partida Rol por web

La instructora se fue paseando por la zona de prácticas tras haber premiado a Leonard con 10 puntos para su casa por aquella respuesta correcta.

- Felicidades.- le comentó al Gryffindor al comprobar que había realizado con éxito la aparición por los pelos.- Te has quedado en el borde. No ha sido algo perfecto pero no desesperes. No es nada fácil.- pasó a ver a Oliver y le ayudó para que retomase el equilibrio nuevamente.- Buen trabajo, aunque deberías probar de nuevo. Aprovecha que casi lo tienes ahora para pillarlo del todo.- pasó entonces a Carrie Lewis y le asintió al comprobar tal aparición.- Genial. Hazlo de nuevo, casi lo tienes.- Al lado Kaitlin lo clavó.- ¡Perfecto! No tendrás problemas llegado el momento. Si quieres, puedes intentarlo nuevamente aunque ya lo tienes hecho. Solo te faltará habituarte a la sensación de mareo extraño.- posó una mano en el hombro de Eve.- No te preocupes. No es nada sencillo. Veamos qué tal lo haces de nuevo. Seguro que a la siguiente te sale sin problemas. ¿Qué es eso?- entonces miró al suelo y arrugó la mirada. Había una cosa extraña entre Kyle e Eve y se puso de cuclillas.- Un dedo gordo de un pie...- miró primero a Eve pero sus zapatillas blancas no mostraban ningún tipo de hemorragia. No así el pie de Kyle que había comenzado a sangrar en cuanto hizo el intento de aparecerse. ¡Había sufrido una despartición!

Hermione corrió hasta él y llamó al profesor Longbottom. Kyle debía de estar sufriendo un desgarrador dolor.

- ¡Vamos Neville!- comentó antes de mirar a Kyle.- ¡Quítate la zapatilla cuanto antes!- apuntó con su varita al dedo gordo y con un accio lo atrajo hacia ella.- Neville, en cuanto yo acerque el dedo al pie sangrante echa toda la poción de este bote encima, ¿de acuerdo? No hay tiempo que perder.

Sí, no era fácil pero todo el mundo lo estaba consiguiendo... Era un pensamiento muy negativo pero no podía evitarlo, por mucho que la profesora intentase animarme. 

Me fijé en como lo hacía el resto y volví a probar... Esta vez con éxito. No fue perfecto, pero lo hice. En ese momento me giré realmente contenta hacia Kyle, quien tampoco lo había conseguido, para animarle a intentarlo de nuevo... Y vi que la profesora miraba a algo extraño en el suelo.

¿Qué era eso? ¿Un dedo? ¿En serio? No entendía qué decía la profesora hasta que até cabos. ¡Una departición! Nerviosa miré mi pie cuándo al profesora hizo lo mismo pero respiré tranquila al no ver nada raro. Aunque, pensándolo bien, estaría cayéndome del dolor si fuese mío... Y entonces fue cuándo la profesora llamó al profesor Longbottom y me di cuenta de la situación. ¡Era Kyle! 

Me acerqué corriendo el par de metros que nos separaban pero me quedé a una distancia prudente, para no molestar a los profesores. ¡Cómo tenía que doler eso! Miré a Kyle con preocupación y horrorizada, dispuesta a agarrarle la mano o lo que fuese, cuál parto en el hospital, pues mucho más no podía hacer.

Cuando me veo en el mismo lugar en el que estaba, mi primera reacción es de decepción pero termino por sentirme aliviado de no haber sufrido una de esas...¿cómo lo había llamado Leo? ¿desmembraciones? Justo en el instante en que ese pensamiento cruza mi mente, siento un hormigueo en la punta de mi dedo gordo del pie. Intento moverlo para sacudirme esa molesta sensación de encima, pero esa parte de mi cuerpo no parece responder. Bajo la mirada hacia mi pie y maldigo lo que veo: mi pulgar no está y en su lugar se encuentra un gran charco de sangre. 

- Joder...¿pero qué coño...?- musito, antes de que mi rostro se tuerza en una mueca de dolor al verme asaltado por una descarga eléctrica que viaja desde mi dedo fantasma hasta mi cerebro, seguida de un agudo dolor. Me muerdo el labio resistiendo las ganas de gritar y seguir soltando imprecaciones. Sin embargo, ni una sola lágrima escapa de mis ojos. Hacía ya tiempo que el dolor físico había dejado de hacerme llorar. 

Centrado como estoy en amortiguar el dolor, las palabras de la profesora Granger me llegan algo distantes. Todo lo que logro captar de lo que me dice son dos palabras: Quítate y zapatilla. Mis manos comienzan a obedecer automáticamente, liberándome de la sujeción de mis zapatillas mientras en mi cara se reflejan una sucesión de muecas que vistas desde fuera deben resultar algo cómicas. 

Cuando terminé la difícil tarea de airear mi pie, sentí la cercanía de Eve y levanté la vista hacia ella, ofreciéndole una sonrisa agradecida por su incondicional apoyo. Ella siempre estaba ahí. Nunca estaba en el bando de los que se burlaban de las desgracias ajenas y siempre sacaban a relucir lo malo de las personas. 

El espectáculo no tardó en llegar en forma de dedo del pie pugnando por su libertad lejos de su dueño, aunque éste, que no era otro que Kyle, no parecía disfrutar de la recién adquirida independencia del pequeñín. Sin embargo lo que le hizo gracia de todo aquello fue el atolondramiento en el que se había sumido su profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, que debería estar haciendo alarde de su valor y capacidad pero en su lugar parecía depender totalmente de la diligente Hermione Granger, que no era otra cosa que una simple examinadora de aparición.

Sin embargo seguía fiel a su extraño modo de apoyar a Kyle así que redujo toda su exposición de burla a una mueca, obviando sus clásicas frases incendiarias como hubiera podido ser el denotar en voz alta la semejanza del dedito de Kyle con una cría de serpiente y sugerirle que le hablara para ver si así volvía con él. Sin duda no hubiera sido un comentario que causara grandes carcajadas pero a ella la habría dejado plenamente satisfecha, cumpliendo el cupo de comentarios mordaces de la hora.

Finalmente optó por morderse la lengua, dar un paso atrás alejándose del aro y repetir con exactitud la desaparición anterior, sin obtener mejores resultados pero, por lo menos, tampoco peores.

No reaccionó ante la felicitación. No le importaba en absoluto. Dijese lo que dijese, era Hermione Granger. Su opinión no le importaba en absoluto. En esos momentos toda su atención estaba en Kyle, y en su dedo. Solo él podía cagarla de aquella manera. Una vez más vió la necesidad de plantearse la elección del Sombrero Seleccionador. No podía haber estado menos acertado.

Echó a andar de nuevo hacia la posición inicial, sin prestar atención a los tejemanejes de Granger y Longbotton. Cerró los ojos y se concentró. Destino, decisión y desenvoltura. Pan comido, ¿no?

Apenas me habia dado tiempo a comenzar a alegrarme por aquel reparto de puntos, cuando, de repente, me di cuenta de que, efectivamente, algo no iba bien. Y entonces lo vi: alli estaba el dedo de Kyle, separado del resto de su cuerpo. Y alli estaba Kyle, con una mueca de profundo dolor que intentaba contener, sangrando.

-¡Kyle! - exclamé y dejé a un lado cualquier otra práctica, lanzándome de lleno a por mi amigo. De alguna forma, Eve se habia adelantado, pero no eso no pareció disuadirme. Me dejé caer junto a él, con una mueca de preocupacion, arrodillándome a su espalda, para mostrarle mi apoyo, mientras los profesores encontraban la forma de solucionar aquello. Sabia que Leo tambien acudiría en su auxilio. Ninguno de los tres ibamos a dejar tirado a nuestro amigo, mucho menos en un momento asi.

-Tranquilo... verás como lo arreglan... Tu respira... - le dije, apretando sus hombros, en un gesto de apoyo, mientras tragaba saliva, buscando a Leo con la mirada. Despues de todo, no habia nadie como el para calmar y tranquilizar a la gente. Lo habia comprobado en más de una ocasion.

- Lo mismo digo, Carrow - Comentó el Gryffindor al comprobar que junto a él, se encontraba Oliver. Bajó la mirada hacia el circulo bajo el Slytherin, comprobando cuán bien lo había hecho. Se giró para comprobar cómo iban sus compañeros, los demás, y vio a Kyle levantar el pulgar en su dirección. Leo le dedicó una amplia sonrisa, devolviéndole el gesto, esperando a que "saltara". Pero su vista se desvió hacia su derecha, cuando vio a Kaitlin desaparecer, y aparecer junto a él, en el circulo contiguo, exactamente en el medio.

Levantó ambos pulgares en dirección a Kaitlin, con una amplia sonrisa, contento al ver que lo había hecho perfecto, propio de libro. Le guiñó el ojo, y vio como Carrie desaparecía, entrando también dentro de uno de los círculos. Leo se dio cuenta que sus amigos no habían aparecido aun, así que volvió a mirar una vez más hacia atrás, viendo a Eve y Kyle aun quietos.

¿Por qué no se aparecen? ¿A qué esperan? No entendía a que estaban esperando, hasta que la voz de la instructora Granger le llamó la atención. Asintió con la cabeza, agradeciendo en primer lugar los puntos por la respuesta. Aparecerse era uno de los sueños de Leonard. Alguien que no subía a una escoba, pocas formas de transporte le quedaban más que la aparición, los polvos flu o los vehículos muggles. De ahí el gran interés del Gryffindor por la materia.

- Gracias, Instructora Granger - Agradeció, educado cuando lo felicitó por la aparición. Tomó nota mental de sus correcciones sobre la aparición, volviendo a mirar el circulo, meditando sobre por qué no apareció exactamente en el medio como había planeado.

Y esa amplia sonrisa, esa alegría por los triunfos quedó relegado a un segundo plano, cuando la profesora hizo mención de un dedo del pie. Automáticamente, miró al suelo, mirando primero los pies de Eve, pero al ver que estaba bien, suspiró aliviado... entonces vio el charco de sangre bajo los pies de Kyle. El corazón se le encogió al ver lo sucedido, y levantó la mirada hasta su cara. La cara de Leonard reflejaba la preocupación por su compañero, y olvidándose de la clase, dio varios pasos largos en dirección al Ravenclaw, situándose junto a él, dejándose caer de rodillas situándose junto la cabeza del chico.

Así no molestaría a los profesores, mientras intentaban curarlo, y él podría intentar colaborar como fuera. Con la cantidad de veces que se había hecho daño, tenía claro algunas cosas que tenía que hacer. - Kyle, Kyle. - Repitió su nombre dos veces, mientras chasqueaba los dedos para atraer su atención. - Escúchame, estamos aquí. Tienes que hablar ¿Vale? - Había perdido sangre, y a juicio de Leonard, bastante. Puso una mano en el pecho de Kyle para que no se moviera cuando le vertieran el liquido sobre la herida, y centrara su atención en otra cosa que no fuera el dolor o la herida, por difícil que fuera - He pensado en meterme en el equipo de quidditch de Gryffindor. - Soltó de repente, mintiendo de forma descarada, con la esperanza de que fuera suficiente como para que Kyle dejara de centrar su atención en la herida.

- Sujétale la mano fuerte. Que haga fuerza sobre ti.- le comentó con rapidez y decisión la instructora a Eve, que era la primera que se había acercado.- Los demás, manteneos algo alejados. No viene bien que le agobiéis. ¿Preparado Neville?- y miró a Kyle, dirigiéndose a él.- Te va a escocer una barbaridad pero intenta aguantar el dolor.

A la vez, ella juntó el dedo a la zona ensangrentada y ante el aviso, el profesor Longbottom echó todo el líquido en la zona. Salió humo grisáceo pero, a pesar del dolor y el escozor, Kyle aguantó el tipo casi llegando a romper de forma inconsciente la mano a Eve Colleman. Pasado todo aquel barullo y una vez disperso el humo, todos pudieron comprobar que el dedo habia vuelto a unirse al cuerpo de su propietario. Eso sí, una línea morada marcaba por donde había sido despartido anteriormente.

- Te quedará esta marca, pero al menos hemos logrado devolvértelo.  Tranquilo, todo está bien ahora. - le sonrió antes de volver a incorporarse. Levantó nuievamente la varita y limpió de sangre el suelo antes de dirigirse a los demás presentes.-Bien. Hoy habéis sido testigos de lo útil que es aparecerse y también de los problemas que pueden causar una mala ejecución de aparición. Pero no temáis. La mayoría de las veces una aparición es exitosa o no, pero sin contar con mayores consecuencias. Por hoy ya es suficiente. Buen trabajo. Nos vemos después de Navidad.

Fue entonces cuando la profesora McGonagall tomó la palabra:

McGonagall:- Bien. Puesto que el tren ya ha partido, os tendréis que desplazar a vuestras casas mediante red Flu. Ponéos en fila india los que os vayáis a ir del colegio. O'Connor, no quiero verte en otro sitio que no sea en casa de los O'Hare, ¿está claro?- le comentó sin importarle que fuera delante de todos. Habían convenido que como su tutora no podría salir del colegio al ser la directora, le dejaría irse a casa de los O'Hare con la condición de que estuviera accesible en todo momento.- O'Brien. No te preocupes que la chimenea en donde aparecerás estará a cargo de un squib. Su nombre es James. Te está esperando ya allí. Bien, ¡pasad unas buenas vacaciones!

Deirdre se acercó hasta su amiga y le comentó con profundo aprecio:

Deirdre:- Menos mal que este año me voy contigo. Ya contacté con mi madre.

Casi grito de dolor cuándo Kyle apretó mi mano con tanta fuerza que podía huir mis huesos crujir (aunque eso era probablemente fruto de mi imaginación), pero me contuve para que la atención se quedase en Kyle y en devolverle el dedo. Y para evitar ese grito, me mordí el labio con tanta fuerza que podía notar el sabor metálico de la sangre.

No obstante, nada de eso me importaba. Tendía a poner el bienestar de mis amigos (y de casi todo el mundo, la verdad) por delante del mío y esta no era ninguna excepción. Respiré aliviada cuándo dedo y pie se volvieron a unir, además de porque Kyle dejó de ejercer presión en mi mano (el chico era mucho más fuerte de lo que parecía, o yo una debilucha). 

- ¿Estás mejor Kyle? ¿Aún duele? - le pregunté preocupada tras el visto bueno de los profesores a la cura. El extraño anillo morado era curioso, cómo si estuviese pintado y lo pudiese borrar si frotaba un poco más en lugar de ser una cicatriz permanente. ¿Se quedaría siempre así?

Cuándo la profesora McGonagall tomó palabra, me hice a un lado mientras me frotaba con disimulo la mano dolorida. No iba a poder escribir nada en un buen rato.

Normalmente me quedaba en la escuela por Navidades, aunque eso no era demasiado malo, pues no era la única y los elfos se esmeraban con la comida, las estatuas cantaban y todo estaba decorado exquisitamente. No era raro que Kaitlin me preguntase los últimos años si me iba con ella*, pero solía rechazar la oferta. No me gustaba sentir que me aprovechaba de nadie y sabía que la familia de Kait no era precisamente millonaria, así que aceptando me sentía completamente fuera de lugar y en deuda con ellos.

Aaron solía quedarse también y siempre había algo que hacer. Además, las vacaciones de Navidad eran muy cortas. Antes de darme cuenta había un centenar de niños corriendo a mi alrededor y se me terminaba el descanso.

Esperé a que el resto se incorporase para despedirme y pensé con cierta tristeza que si Duncan había cogido el tren cuándo debía no nos habíamos podido despedir. Iba a echarle de menos, mucho más que de costumbre, ya que ahora no era un amigo más.

Por desgracia no hubo ninguna otra despartición más, lo que privó a Carrie de diversión y muestras de maldad. Pero poco importaba porque desde hacía apenas un minuto estaban ya de vacaciones de Navidad y eso dejaba a un lado a la mayoría de sus aburridos y sosos compañeros.

- Será divertido no pasar las vacaciones a solas con mis padres - le dijo con una sonrisa -. Además, así me ayudarás a preparar mi fiesta de cumpleaños. También estáis invitados a mi fiesta, por cierto - comentó en dirección a Jackie y Jack mientras aguardaba su turno en la fila.

Preocupado por cómo estaba por Kyle, la orden de mantenerse alejado solo sirvió para Que Leo soltara a Kyle, pero no se apartó ni se alejo. Cierto era que tuvo el cuidado de mantenerse siempre en una posición donde no molestara a nadie, sin agobiarlo ni molestar a la tarea de los profesores.

La mueca de la cara de Leo mostraba la clara preocupación por lo que estaba sucediendo, esperando que todo acabara bien. Desvió la mirada hacia Eve, al ver la mueca de dolor que hacía. Leo frunció ligeramente el ceño, apretando la mandíbula ante la impotencia de no poder hacer nada. Cuando el dedo quedo soldado una vez más al cuerpo, y la instructora le dijo que le quedaría una cicatriz, Leo intentó aportar algo gracioso para suavizar la situación. - Míralo así, tío. A las chicas les vuelven locas las cicatrices - Bromeó, ofreciéndole la mano para ayudarle durante el tiempo que necesitara. ¿Cómo estás? Preguntó junto a Eve, mirándolo con una pequeña sonrisa, con el único objeto de animarlo.

Después del pequeño problema con su tutela, Leo tuvo que suspender la fiesta que había estado organizando en Kilrush para Navidad. Le había jodido, pues tenía grandes expectativas... aun así, pensó que si había sido así, era mejor así. Ya llevaría las cosas que había preparado a casa de Kait para aprovecharlas allí. Y fue cuando la directora habló, llamando su atención, que se giró hacia ella.

Agradeció que le dejara mantener la tradición de ir a casa de Kait, así que cuando le advirtió como si de una madre se tratara, sintió una mezcla de diversión e ilusión. Después de todo, a pesar de que era para imponer condiciones, aquello era nuevo para él. - Claro, tía. Te enviaré cartas cada tres días. - Comentó, con una pequeña sonrisa, asintiendo con la cabeza. Y se volvió hacia Kyle, extrañado ante las últimas palabras de la directora.

- ¿A dónde vas, tío? - Le preguntó a Kyle, y miró a Eve, aún frotándose la mano. - ¿Estás bien? - Le preguntó, señalándole la mano. - Por cierto... - señalo hacia Kaitlin - ...¿Este año te quedaras aquí o vendrás con nosotros? Venga tía... que te lo pasarás bien, de verdad - Le ofreció, en clara alusión a que fueran con ellos y no se quedara en el colegio.

También quería hablar con Oliver, antes de marchar.

Yo tampoco me aparté de Kyle, máxime cuando sí que habian permitido a Eve que se quedara a su lado. Los tres éramos sus amigos. No queria dejarlo en un momento así. Asi pues, hice lo unico que podia hacer: quedarme junto a Leo, cerca, pero sin molestar a los profesores en su intervención. Y agarré el antebrazo de Leo, apretándolo ligeramente, preocupada, mientras veía cómo hacían todo lo posible para devolver el dedo de Kyle a su sitio. Afortunadamente, lo lograron con bastante rápidez y con bastante éxito.

Y, cuando todo terminó, se acercó de nuevo a Kyle, pasándole una mano por el pelo, en un gesto cariñoso de apoyo- Ahora sí que eres un irlandés de verdad...  - bromeó, refiriéndose a la cicatriz, sonriéndole para quitar hierro al asunto. Menudo susto se habian llevado. -Leo tiene razón. Ahora tendrás que quitártelas de encima como moscas... - añadio, con una media sonrisa, desviando la mirada hacia Eve cuando Leo le preguntó cómo estaba. Habia visto la mueca de dolor de Eve cuando Kyle le agarró la mano, asi que dedicó a su amiga una sonrisa comprensiva, de apoyo.

Entonces McGonagall se dirigió a Leo, lo que hizo que Kait ladeara una sonrisa en sus labios- No se preocupe, directora McGonagall, sólo estará rodeado de pelirrojos ruidosos... estaremos todas las vacaciones con mi madre.  - le aseguré, asintiendo. Era Navidad, y todo el mundo sabe que, en la mayoria de hogares, Navidad es sinónimo de pasar el máximo de tiempo posible con la familia. Y, en nuestro caso, siendo irlandeses, la idea de pasar unas navidades sin Deirdre sentada en la mesa ya era lo suficientemente extraña y dolorosa como para que el resto decidiéramos marcharnos tambien.

No sabia por qué habia preferido marcharse con Carrie. Suponía que tendría sus motivos, pero al menos esperaba que fueran lo suficientemente buenos como para haberlo antepuesto a la cena familiar, teniendo en cuenta lo importantes que eran aquellos dias para mi madre, sobre todo desde que mi padre murió.

Quizás por eso, porque para mi también eran dias importantes, miré a Kyle y a Eve, con extrañeza, sobre todo al primero, ante el mensaje que le dejó la profesora- Eso digo yo... ¿dónde vas tú? - pregunte, extrañada, para acto seguido mirarlos de nuevo, alternativamente- Chicos... ¿Por que no os venis los dos a casa, con nosotros? Eve... Navidad no es para estar aqui sola... Y tú, Kyle, lo mismo digo... ademas, podria ser divertido que pasáramos las navidades juntos. A mi me madre le alegraría mucho veros a los dos...

Y, tras el ofrecimiento los miré a los dos, con aquel gesto interrogativo, deseando que aceptaran y vinieran con nosotros a casa.

- ¡Genial! Ya verás mi regalo. Seguro que te gusta.- comentó Deirdre mientras terminaban de avanzar hacia la chimenea.

Jackie:- Perfecto. Veré si puedo pasarme. Jack ya sabes que las fiestas no le van mucho.

Laura Van Dijck se despidió de Cormac dándole un nuevo beso en la mejilla que él aceptó sonriendo. Tras la despedida se marchó por la chimenea. A continuación lo hizo Carrie Lewis y lo mismo hizo segundos después Deirdre, que dijo la misma dirección que su amiga. Peter, que se quedaría en el colegio ese año, se despidió de Carrie con una sonrisa y un saludo con la mano y se marchó hacia su sala común, acompañado un trecho por Ian.

Katherine también se quedaría en el colegio y por ello se quedó apartada, junto a Bonnie, esperando a que Oliver se decidiera a irse con ellos.

Al rato ya solo quedaban unos pocos en la sala y la directora les metió prisa:

McGonagall:- Vamos, vamos. Que no tenemos todo el día y esta chimenea debe cerrarse cuanto antes. Ya os veréis después de navidades u os mandaréis cartas.

El hecho de tener tanta gente alrededor mío comienza a agobiarme, pero aún así agradezco la cercanía de mis amigos en ese momento de debilidad. Como respuesta a los comentarios de Leo y Kaitlin, les dedico un par de muecas que pretenden ser una sonrisa. En esos momentos, toda mi atención está centrada en paliar el dolor de mi dedo, como si darle órdenes mentales fuese a hacer que desapareciera. Cuando los profesores se ponen manos a la obra, el dolor se duplica y por un momento temo desmayarme. No me gustaría parecer tan débil delante de todo el alumnado de sexto. Sin embargo, aguanto estoicamente hasta el final del proceso y todo lo que queda al final es un leve dolor palpitante. Es entonces cuando me doy cuenta de que estaba sujetando la mano de Eve con tanta fuerza que las puntas de sus dedos empezaban a adquirir un color morado. 

- Lo siento.- musito, soltándole la mano.- ¿Te he hecho daño?- añado,y, seguidamente, agradezco a los profesores su ayuda con la cura, justo cuando mencionan no sé qué de una cicatriz. Bajo la vista de nuevo hacia mi pie y me quedo contemplando absorto el anillo morado que ahora rodea mi dedo. 

- Estoy bien.- digo, cuando mis amigos se interesan por mi estado y cuando Leo sugiere que la cicatriz me hará ligar más, esbozo una sonrisa pícara, volviendo a ser yo de nuevo, y le guiño un ojo.- No me hacen falta cicatrices para ello.- bromeo y luego miro a Kait. - ¿Insinúas que antes no era un irlandés de verdad?

Miro mi zapatilla que curiosamente, a pesar de haber perdido el dedo del pie, sigue intacta y la alcanzo para volver a colocármela, no sin antes pasar las yemas de mis dedos por la cicatriz, sorprendido ante su suave textura. Bueno, pienso, podría ser peor. Termino de incorporarme justo cuando la directora empieza a hablar, informándonos de la manera en la que íbamos a abandonar el castillo. Me alegro de no tener que recurrir a la aparición. Si llegase tan sólo con la mitad de mi cuerpo delante del tal James seguro que se volvería loco o, como poco, tendría problemas con sus superiores. Dudo que medio cuerpo "flotante" pasara desapercibido en una comunidad muggle. 

Las preguntas de los irlandeses cortan el hilo de mis pensamientos. Es verdad, ellos no lo saben. No había podido disfrutar de ningún momento de privacidad con mis amigos para contarles la segunda parte de la decisión de McGonagall, pues todos sabían que había hecho perder 25 puntos a mi casa. Me tomo mi tiempo en responder, pues no tengo ninguna prisa en marchar del castillo. 

- Yo...no puedo ir Kait. Créeme que me gustaría, pero tengo que cumplir con la segunda parte de mi castigo. Estas Navidades las pasaré entre muggles.- muggles que no había visto desde que tenía cinco años y dudaba que fueran a reconocerme.- Vuelvo al orfanato en el que me crié.- Mi tono no denota ni alegría ni tristeza. Sinceramente, sigo sin tener muy claro cómo me siento ante la perspectiva de volver a St Mary.- Lo bueno es que está en Irlanda.- añado con una sonrisa torcida y un guiño en la mirada. No digo más, pues seguimos en presencia de la directora y ésta acaba de advertir a Leonard de que no quiere que se mueva de casa de los O'Hare. Pero en mis palabras está implícita la posibilidad de un encuentro en nuestro país natal. 

- Eve. Deberías ir tú y disfrutarlo por los dos.- A pesar de su enemistad, Kait tenía que estar pasándolo mal ante la idea de que Deirdre no pasara las Navidades con la familia. Quizás el hecho de que Eve, que era casi como una hermana para ella, le acompañase esta vez seguramente sería muy positivo. Para ambas. 

Sonreí de manera amable ante la preocupación de Kyle por mi mano. 

- No te preocupes. Comparado con lo que debe haber dolido lo tuyo, yo me quejo por vicio. Aunque la próxima vez avísame para que esté preparada, y ara que nunca haga un pulso contigo. - bromeé con el Ravenclaw - Estoy bien, sólo tengo los dedos un poco entumecidos. - añadí al ver más de uno mirarme la mano o preguntarme. Me la frotaba para que la sangre circulase, no es que me fuera a morir por ello...

Cuándo Kait me ofreció ir a su casa no me sorprendió. Siempre insistían y agradecía su preocupación y sus ganas de ayudar, pero no podían entender el por qué siempre rechazaba la oferta. Para todos ellos Navidad era una fecha especial dónde estar con los seres queridos, tal vez intercambiar regalos, cantar y ser feliz. Para mí la Navidad era un día más ya que no había crecido con ella y nunca tuve nadie con quién compartirla. La Navidad no despertaba ese sentimiento en mí que sí en el resto. Además estaba el tema de sentirme como una extraña aceptando limosna, aceptando la caridad de alguien que además no tenía sobrados recursos. Además de que era incómodo pasar tantos días a solas con una pareja, sobretodo cuándo eran días considerados especial con extra de cariño y azúcar.

Sonreí a Kaitlin mientras negaba con la cabeza ante la insistencia de todos.

- En verano. Tendré licencia de aparición y ya no tendré el rastro. Prometo pasarme a menudo por tu casa. Dale recuerdos a tu madre y al resto de la familia y felicítales las fiestas. Yo estoy bien aquí, en serio. Además... - bajé el tono hasta un susurro - Tal puedo descubrir algo con la tranquilidad de las Navidades.

No sólo habría menos gente, sino que la mayoría se daba a la relajación y bajaba la guardia. Tal vez, sólo tal vez, descubría algo.

- Marchaos antes de que McGonagall os lo prohiba y nos vemos en dos semanas, ¿eh?

Pasados cinco segundos de recorrido entre chimeneas, tanto Carrie como Deirdre aparecieron en medio del salón, perteneciente a los Lewis. Una lujosa y amplia estancia que nada tenía que ver con cualquier otra habitación de estudiantes de Hogwarts. Posiblemente solo tuviera comparación con la de los Bolton, pero eso de momento, Carrie lo ignoraba.

Deirdre no pudo evitar expresar su admiración por el lugar.

Deirdre:- Increíble... es... increíble.

Aunque llenas de hollín y polvo, Deirdre se negaba a limpiarle en aquel lugar, pues ello supondría manchar la estancia.

Fue entonces cuando uno de los elfos domésticos entró en la sala y realizó una profunda reverencia a Carrie:

Elfo:- Señorita Lewis... siempre es un placer recibirla en su casa.

La clase había terminado, por fin. A decir verdad, esa práctica de apariciones había sido mucho más aburrido de lo que había esperado (y eso que sus expectativas no estaban precisamente altas). Se paseó por la clase en silencio, observando a sus compañeros. La mayoría de ellos no quitaba ojo de Kyle, que por fin había recuperado su dedo. Aun así, no le pasó desapercibida la conversación de Deidre y Carrie, ni como esta última se dirigía hacia la pareja de Jackie-Jack y no tenía ningunas palabras para él. Esperó hasta que las dos chicas desaparecieron por la chimenea, y se acercó hasta Leonard. Al llegar a su altura, le dió un par de palmadas en al espalda.

- ¿A mi no me invitas, O'Connor? - la sonrisa de sus labios dejaba claro que estaba de broma. Giró la vista para ver quienes se encontraban todavía en la estancia y se percató de la presencia de Katherine. Hizo un pequeño gesto con la cabeza indicándole que le esperara. - Parece que tendré que esperarme a la vuelta para poder disfrutar de tu presencia.  - Mientras continuaba echó un vistazo a los compañeros del Gryffindor. Se detuvo especialmente en Kyle y en el pie que tanto mal había dado hasta el último momento. - ¿Volverás entero, O'Brien?

Aaron se acercó entonces a Eve con su típico semblante serio pero tono afable:

- Bien, estás por aquí. - sin preguntarle si estaba libre ya para poder marcharse, tiró de ella en dirección a la instructora Granger alejándola de los demás que tenían que irse.- Instructora Granger. Le presento a mi compañera prefecta Eve Colleman.- mientras Hermione extendía el brazo para estrecharle la mano a Eve, el prefecto de Ravenclaw se dirigió a su compañera.- La instructora Granger se quedará unos días aquí y he pensado que os complementaríais bastante bien. Así la instructora no estará siempre sola y seguro que podéis hablar de muchas cosas.

Hermione:- Es un placer, Eve. Has actuado muy bien antes.

A veces Carrie dudaba de si la vuelta a su hogar era un acontecimiento feliz o triste. Por una parte significaba la vuelta a un aburrimiento aún mayor, más teniendo en cuenta lo interesante de aquel curso, pero a decir verdad aquel era su ambiente, su mundo bajo control perfectamente manipulable. Sin embargo sentía cierta inquietud al pensar que aquel mundo se desmoronaba bajo sus pies.

Recordaba a la perfección el momento en el que se aparecieron con Zac para enfrentarse con la dura realidad. Ni su fortuna era la que parecía ni su control era más que una ilusión. Aquello la había cambiado en cierto modo. Para empezar había establecido una especie de relación con Zac con la que se sentía a gusto y segura, por no hablar de que si aquello seguía adelante le depararía un poder y una economía altamente atrayentes para ella. Pero más que aquello estaba el hecho de que se había involucrado de verdad con todo aquel plan para que volvieran los mortífagos cuando aún no estaba convencida de simpatizar de verdad con aquel grupo obsoleto.

Las palabras admiradas de Deirdre corroboraron su deseo de no perder su posición social, a pesar de su plan para acabar con Oliver. Sin hacer caso de los reparos de su amiga se sacudió un poco la ceniza con una expresión desapasionada para, un instante después, extender sus brazos en cruz para que el elfo le cepillara el hollín, ignorando su comentario de bienvenida.

- ¿Dónde está Ping pong? Es su tarea la de recibirme, debería estar aquí.

Sin esperar una orden más allá de la señal de Carrie al colocarse en tal posición, el elfo empezó a limpiarle la ropa a Carrie mientras contestaba a su pregunta:

- El señorito Ping Pong se encuentra comprando los ingredientes para su tarta de cumpleaños de mañana, señorita. No tardará en volver y a ponerse a su disposición.

Una vez terminó con la ropa de la morena, hizo lo propio con la de Deirdre que parecía bastante feliz al contar con un elfo doméstico criado para aquellas tareas tan desagradables.

- Su padre le espera en su despacho, ama Lewis. Permítame que recoja su túnica.

Deirdre:- Puedo esperarte aquí si quieres.