Partida Rol por web

Glinda corría hacia el castillo cuando sintió una terrible explosión. Algunos restos de gasolina incendiada llegaron hasta ella produciéndole varias quemaduras, pero alcanzó a ver cómo los murciélagos caían carbonizados al suelo. 

Bien hecho, Ali... - pensó.

Siguió corriendo, esperando no perder demasiada ventaja sobre el simiesco ladrón de su varita y el tablero.

- ¡Ostia, quema, quema, uffff! -se quejó Alistair al notar las salpicaduras del fuego. La magia siempre era peligrosa y a veces pasaban esas cosas, pero la mierda de juego aquel parecía tomarse en serio la idea de matar a sus jugadores y ante situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Y ahora se habían quedado sin juego.

De su mochila sacó su moto, habría llevado a sus compañeras pero no era una moto de calle, no tenía dos asientos, lo único que había tras su culo era un guardabarros que no admitiría el peso de una persona, pero quizás... bueno, quizás de una niña sí. Dejando atrás a Kiara se lanzó tras Glida.

- Lo siento Kiara, la moto no está pensada para llevar a dos personas.

Cuando alcanzó a su compañera la invitó a subirse.

- Agárrate bien a mi cintura o es probable que te caigas.

Aquel día se había despertado con la intención de evadirse un poco de todo y practicar Quidditch. Sin embargo, ahora se sentía la niñera responsable de un par de niños. Niños a los que les gustaba causar explosiones y huir del lugar, sin solucionar nada. 

- Pero, ¿QUÉ?- Preguntó alterada Kiara, que todavía no comprendía del todo lo que estaba pasando: eran demasiadas cosas en muy poco tiempo. Obedeció y se lanzó al suelo tal y como Alistair había pedido. ¡Debería mandar ella, que era la mayor! Pero, ciertamente, el niño había sido más avispado que ella. Se contuvo de quejarse del dolor de las quemaduras, pero se le veía claramente afectada. Tenía demasiadas cosas en la cabeza mientras rodaba por el suelo, quitándose el fuego como podía para que no le afectara tanto.

- Bueno, ha sido una pésima idea pero al menos...- Comenzó a decir Kiara mientras el pelirrojo sacaba algo más de la mochila. ¿Este niño iba preparado para todo o qué? Se alivió al ver que llevaba una moto e hizo el amago de subirse, pero el muchacho no lo permitió y se lanzó corriendo en búsqueda de Glinda, que seguía huyendo hacia el castillo. 

"Menuda excusa más mala me ha puesto" Pensó Kiara mientras veía como aquel mocoso invitaba a subir a Glinda pero no le había dejado subir a ella porque "no cabía". Pensó fugazmente que quizás el niño la vería muy gorda o algo así, pero lo cierto es que esa niña pesaría solo unos 10kg menos que ella.

"En fin, estoy sola y necesito tirar los dados para sacar un 5 o un 8, no puedo dejar a Gabor ahí atrapado... Él debería tomar el mando."

Kiara sentía miedo, pero a la vez la situación era excitante. Al menos, saldría de la rutina y viviría una aventura. Pero, como buena Ravenclaw que era, siempre precavida. 

Decidió seguir a los monos, por suerte había traído su escoba, así que se montó en ella y fue siguiendo a los dos bebés para conseguir el tablero. Si les adelantaba, mejor que mejor, así verían que ella era más rápida que ellos a pesar de no ir en moto.

Alistair sacó de su mochila una pequeña motocicleta y se montó en ella, no sin antes hacer una pequeña pausa para que Glinda le hiciera de paquete. La moto sorteó alguno de los baches que había en los jardínes de Hogwarts y finalmente llegaron a la entrada principal del castillo. Al llegar allí se dieron cuenta de que habían dejado muy atrás a la chica de sexto, pero lo que era aún peor, no tenían ni idea de dónde podían estar los monos, ni la varita ni Glinda, ni tampoco el tablero.

Tiempo después llegó Kiara, que le había costado bastante lograr alzar cómodamente el vuelo. Cuando alcanzó a los dos mocos se dio cuenta de algo que no se habían percatado hasta ahora. El castillo y los terrenos a su alrededor estaban totalmente vacíos. Era como si todo el mundo hubiese desaparecido. 

Glinda se agarró a Ali fuertemente para no caerse. Nunca había montado en moto y estaba un poco asustada. 

- Si te molesto para conducir, dímelo- dijo a su compañero de curso un poco avergonzada- No sé muy bien cómo tengo que sujetarme, nunca he montado en una de estas.

Cuando llegamos al castillo esperamos a Kiara que se había quedado un poco atrasada.  No había ni rastro de los monos... ni de nadie... Hogwarts ofrecía un aspecto irreal y en cierto modo aterrador.

- ¿ Pero... dónde...?- decía Glinda sin creerse aún lo que estaba viviendo. Su propia voz, resonando contra los muros de los desiertos pasillos le produjo un escalofrío-  ¿ Y los fantasmas? ¿Y...? ¡ Kiara!- cayó en la cuenta- ¿ conoces el hechizo Appare vestigium? A lo mejor podríamos ver qué camino han tomado los monos... o qué ha pasado con todo el mundo.

- Supongo que no estamos en nuestro mundo, este es otro hogwarts y aquí puede haber cualquier cosa. Simplemente agárrate a mi cintura y no te sueltes, de lo demás me encargo yo. Si se te ocurre un hechizo útil, como ése, coge mi varita y lánzalo, está en el bolsillo derecho de mi chaqueta.

Alistair se sentía seguro con las dos manos en el manillar, la moto era algo familiar, poderoso, y donde se sentía fuerte. Peró un momento cuando Glinda le habló pero su mirada seguía observando todo ¿Kiara había llegado antes que ellos? Ojalá. La cosa ya estaba  realmente difícil y la chica mayor era su mejor esperanza para recuperar la varita y el juego.

Kiara llegó a duras penas volando con escoba: Eso de ir más rápido porque "es la mayor y tiene que llegar primera", le salió muy mal. Iba medio mareada y muy preocupada por conseguir el tablero y sacar de ahí a Gabor. ¿Estaría bien? 

Observó que no había ni un alma por el colegio, sin contar con ellos mismos.

- Claro que conozco el hechizo Appare Vestigium.- Contestó algo indignada, pero contenta de poder ser útil ante ellos. Agitó la varita para accionarlo. - Veamos por dónde se han ido esos dichosos monos pesados. 

Advirtió, además de escuchar, que estaban completamente solos en Hogwarts. Pero ella no creía que fuera porque estaban en otro mundo, como había mencionado el pequeño Alistair, ella pensaba que, por alguna razón, todos los alumnos y profesores habían sido absorbidos por el juego, igual que Gabor. Intentaba mantener la compostura, pero se notaba esa sensación de estar a punto de llorar, con la nariz irritada y los ojos lagrimosos.

Kiara lanzó el conjuro de ubicación y la varita apuntó hacia arriba del castillo. Parecía indicar que los monos se habían movido por el interior de gigantesco edificio y tendrían que buscarlo por todo el lugar. Por suerte, gracias al encantamiento, descubrieron que se habían ido hacia la lechucería. 

Varios tramos de escaleras en movimiento y algunos minutos después, lograron alcanzar la torre de la lechucería. Lo normal es que es que algún alumno, profesor u otro empleado estuviese allí mandando alguna misiva. Siempre era un lugar en el que al menos había una o dos personas. ¿Dónde se había metido todo el mundo? Tampoco habían visto a nadie por los pasillos, ni oído a los alumnos dentro de las clases... ¡Estaba todo desértico!

El castillo estaba cubierto de un absoluto e incomprensible silencio y lo único que se podía oír era el grito desgarrador de las lechuzas, pues los monos que habían aparecido estaban asesinando a las aves sin ningún tipo de contemplación. Por suerte para los muchachoss, estaban tan entretenidos, que habían dejado tirados tanto el tablero como la varita. Desgraciadamente cada uno estaba en una esquina de la sala, y no podían hacer ningún tipo de ruido si querían conseguirlo. De lo contrario alertarían a los monos y podrían volver a huir.

Alistair señaló a Kiara el tablero al tiempo que él sacaba su propia varita. Después con la otra mano inició una cuenta atrás con tres dedos, dos, uno...

- Accio varita de Glinda!

Después de lanzar el hechizo y la varita indicar que los monos habían subido hacia la lechucería, Kiara seguía observando el lugar con ese nudo que amenazaba con salir. Miró de reojo a los dos chicos de primero y comprendió que ellos estaban llevando mejor la situación que ella misma. Soy la mayor y estoy siendo más inmadura que ellos, ¿qué fue ese intento de carrera? pensó. Se frotó los ojos con ambas manos para ocultar algunas lágrimas que amenazaban con escaparse, después apartó sus manos y con sus ojos cerrados, inspiró y exhaló aire Con esta actitud no iré a ningún lado, ¡no puedo dejar que la situación me supere! Se reprendió así misma.

Volvió a observar tanto a Glinda como Alistair, vio que estaban pendientes del lugar. Los tres podían escuchar cómo aquellos monos que habían salido del tablero estaban teniendo una fiesta con las lechuzas de Hogwarts, el sonido era horrible Desde que empezamos a jugar y salieron aquellos murciélagos, estamos en el mismo equipo... Esto no es ningún juego competitivo, tenemos que salir de aquí juntos... Kiara era una persona muy competitiva, incluso en los juegos cooperativos conseguía sacarle el lado competitivo. Le gustaba el sentimiento que le generaba el ganar algo, pero esta situación era muy diferente.

Alistair llamó la atención de Kiara y señaló a un extremo de la sala. Kiara miró y vio que estaba el tablero del juego. Ver que el juego estaba allí y no con los monos tranquilizó a Kiara. Mediante señas, el chico le indicó que se encargaría de la varita de Glinda. Kiara sacó su varita y se colocó en dirección al tablero. Alistair comenzó una cuenta atrás y ambos lanzaron su hechizo.

- ¡Accio tablero de Jumanji! - susurró para no llamar la atención de los monos.

El espectáculo al llegar a la lechucería era dantesco. Los monos habían masacrado a varias lechuzas, y los graznidos de las que quedaban vivas se confundían con los gritos de los monos en una cacofonía desgarradora.

En el suelo, pudo Glinda divisar su varita, y a unos metros, en el otro extremo, el tablero de juego. Decidió ir primero a por la varita, ya que sin ella poco podría ayudar a sus compañeros a sacar a Gabor del juego. Estaba segura que Kiara se encargaría del tablero. 

Intentó acercarse con paso sigiloso a la varita. Esperaba que los monos estuviesen demasiado entretenidos descuartizando lechuzas como para reparar en ella.

En su camino a la varita escuchó a Ali lanzar el hechizo Accio. Si no conseguía llegar, al menos esperaba que su compañero sí que pudiera hacerse con ella.

Ninguno de los encantamientos "Accio" fue suficiente para lograr atraer los objetos, pero para lo que sí que sirvieron fue para llamar la atención de los monos que al oírles susurrar aquellas palabras les vieron y decidieron coger la varita y el juego y salir corriendo de allí por las ventanas de la lechucería.

A Glinda tampoco le dio tiempo a coger su varita y vio como se la llevaban aquellos asquerosos primates. Cuando salieron corriendo tras ellos vieron cómo habían trepado por la torre y se habían dirigido hacia su techo. Para recuperarlo tendrían que salir al exterior y trepar o coger su escoba para volar y conseguir recuperar lo que les pertenecía.

- Adrom ruandam! -gritó Alistair de frustración, y aunque las chicas no sabían lo que significaba, parecía algo realmente malsonante.

- No tengo mi escoba, y no podré salir con la moto por los tejados, no sé qué hacer...

Kiara se quedó viendo la escena confundida. Tanto ella como Alistair usaron accio y por alguna extraña razón, ninguno fue capaz de atraer el objeto del que se encargaba. Los monos volvieron a la carga, volviéndose a llevar tanto el tablero como la varita ¿Pero... por qué... POR QUÉ? Piensa, piensa. Aquellos primates salieron por la ventana hacia el tejado. ¿Qué se supone que debemos hacer ahora?

Kiara se asomó por la ventana y pudo ver que era posible escalar por aquella pared, saliendo primero. Miró su escoba y, volviéndose hacia Glinda y Alistair, se acercó y los miró - Creo que tenemos varias opciones, de las cuales en todas Glinda debe estar acompañada, o bien por mí o bien por ti Alistair - empezó diciendo Kiara - Había pensado en estas opciones: la primera opción Glinda y yo nos subimos a mi escoba y tú te encargas de trepar Alistair; la segunda opción es que vayáis vosotros dos en mi escoba y yo trepe y, por último, que yo vaya en mi escoba y vosotros dos trepéis - la tercera opción era la que más le gustaba a Kiara porque era ella la que usaría su escoba y eso la tranquilizaba. De hecho, agarró su escoba firmemente y lentamente se empezó a dirigir hacia la ventana de nuevo.

 No tengo mi escoba, y no podré salir con la moto por los tejados, no sé qué hacer...

Kiara se paró en seco ¿En qué estoy pensando? No puedo dejar que ellos trepen solos, estarán más seguros si van en mi escoba... Se quedó mirando a través de la ventana. La mano libre se la llevó a la cara, posó sus dedos índice y pulgar en las sienes e hizo pequeños círculos. No, no me gusta nada esta opción, pero creo que es con la que estarán más seguros - Definitivamente, será muy complicado que subas al tejado con tu moto - suspiró, echó la cabeza hacia atrás y volvió a girarse a los chicos - Mirad, no es la opción que más me gusta, ya que para mí, mi escoba es muy importante, al igual que creo que lo es tu moto para ti, Alistair - miró su escoba y luego a los chicos, intentando disimular su mirada recelosa - Pero deberíais de ir los dos en mi escoba y yo trepar por la pared. Mientras que uno de los está volando con la escoba el otro puede usar la varita para o bien, atacar a los monos o volver a intentar el hechizo de accio - dirigió el brazo en el que tenía su escoba hacia Glinda y Alistair - Cogedla y recuperad lo que es nuestro, no os preocupéis por mí, yo estaré bien - les dijo con cierta autoridad - ¡vamos! - antes de que me arrepienta - No hay tiempo que perder.

A Alistair no le gustó la idea.

¿Quedarse sin SU escoba? Ni de coña.

- Probablemente soy el más acostumbrado a trepar, en mi tierra hay muchos acantilados. -Era cierto, pero no lo era que él los escalara, pequeña omisión- Cúidala, sin su varita está indefensa.

- Irás más segura y controlarás mejor la escoba si vas sola, Kiara- dijo Glinda- Yo treparé. 

Ninguna de las opciones que tenían le gustaba, pero... no tenían más remedio que elegir la que parecía menos mala de todas.

Se quedó mirando tanto a Alistair como a Glinda. No le gustaba nada la idea de que los dos fueran trepando y menos la pequeña Ravenclaw puesto que no tenía varita, pero los veía muy seguros en su decisión.

- De acuerdo... Confío en vuestras habilidades de escalada... Pero por favor si tenéis el más mínimo indicio de cansancio u os resbaláis o cualquier otro problema, gritadme inmediatamente, ¿entendido? - los miró con seriedad.

Una vez dicho esto, se dirigió a la salida con su escoba y se dirigió al tejado, pendiente de los pequeños Ravenclaw por si necesitaban que fuera a su rescate.

Los monos se habían escapado con el tablero a lo alto de la torre de la lechucería, y Kiara propuso hacer varias cosas. El problema vino con que estaba francamente nerviosa y le costó bastante lograr hacer que su varita echase a volar. Tras varios intentos dejó a los dos alumnos de primero allí y ella salió por la ventana con la esperanza de poder recuperar los objeto que los monos le habían robado.

Cuando Kiara salió por la ventana de la lechucería, Glinda se encaramó al alféizar y empezó a buscar las piedras salientes a las que agarrarse y en las que apoyarse. Una vez hubo estudiado la ruta que tomaría inició la escalada. 

Intentando no mirar abajo, intentando no pensar en los metros que la separaban del suelo, fijó su vista en lo alto de la lechucería, donde podía ver a los esquivos monos que parecía se burlaban de ellos.

Alistair salió por la ventana, y la verdad, por la habilidad con la que salió y corrió tras los monos, bien podría decirse que era uno de ellos.