Partida Rol por web

Curiosamente, alana no hizo nada, Miró la taza que tenía delante y sonrió tras unos momentos.

Me encantan los retos.

Sacó una larga y elegante varita de madera blanca de la túnica, y la sostuvo entre los dedos sin darle uso aún. Elevó laq vista momentaneamente, comenzando por usar la cabeza antes que una varita. Poder sin conocimiento era la combinación mas inútil que podía imaginarse.

 Observé la taza unos momentos con mucha atención, tratando de memorizar cada centímetro de su superficie, sus colores, su formas, su textura...

 A continuación, mientras empuñaba mi varita, cerré los ojos y visualicé un ratón de campo, mis favoritos, recordando todos los que había visto a lo largo de mi vida, y empecé a murmurar las palabras mágicas, mientras hacía los movimientos necesarios con mi varita, esperando recordarlo todo y hacerlo perfectamente...

Alana movió la varita de forma delicada, dibujando algo invisible en el aire. Movió los labios mientras, haciendo salir un susurro de magia esmerado y frágil. El movimiento terminó con un ligero golpe a la taza con la madera clara, que produjo momentaneamente un sonido vibrante, que tan de repente como había comenzado se desvaneció. Bajó la vista a la taza, dejando reposar la varita sobre el regazo, curvando los labios levemente.

Probablemente aquello no hiciese más que estropear la transformación que estaba intentando realizar, pero Alex no pudo sino barajar sus posibilidades de ocio en el futuro más inmediato. Era un eufemismo llamarlo así tratándose de Scarlet, pero ella no era todo el mundo del chaval.

Pensó en ir a la biblioteca, a proponerle pasar la tarde del día siguiente juntos, ya fuese paseando por ahí o jugando al ajedrez. La perspectiva de jugar al ajedrez al borde del lago, si bien se antojaba peligrosa por las Serpientes ocasionales, resultaba de lo más atractiva.

Pero reflexionó mientras balanceaba la varita, siendo consciente de una realidad. Scarlet iría, lo más seguro, acompañada por Spencer a la biblioteca. Y eso implicaba más cosas de las que Alex podía pasar por alto. Quizá, sencillamente, debiese olvidarse de los asuntos del corazón juvenil y dedicarse a ser quien era en realidad, el guardián silencioso que esperaba de brazos cruzados tras el héroe y la chica, dispuesto a recibir el Avada Kedavra por ellos.

Quizá, sencillamente, fuese mejor centrarse en sus amistades. Y las tenía justo delante, literalmente hablando.

Se pasea por las mesas viendo como los alumnos intentan transformar la taza en ratón. Golpea ritmicamente la varita en la palma de la mano izquierda mientras evalúa.

-Buena adaptación de ese hechizo Michaelis.

La taza de Alana se ha convertido en un magnífico ejemplar de ratón. No como el de Gabriel, que ni se acerca a un ratón, sólo a una taza con pelos.

-Le dije, señor Serpens, que prestase atención a la clase.

Después se pasea por el sector gryffindor de la clase.

-Señor Blair, buen trabajo... no como el de su compañero... debería aplicarse más, señor Andrews.

El timbre suena tras dos horas de hechizos intentando llegar al nivel que la profesora exige.

-Espero que para la próxima clase sepan sorprenderme. Pueden irse.

Alana resguardó la varita clara bajo su lugar en la túnica y cargó los libros y pergaminos en sus brazos. Tomó paso rápido a su habitación para depositar allí todo lo innecesario exceptuando una pluma y pergamino de escritura. Le echó un último vistazo al ratón, que chillaba un poco nervioso sobre el pupitre aún. No hizo nada calculando que probablemente en breve seria una taza nuevamente.

 Me sentí mal por no haber hecho bien el conjuro, normalmente me salían bastante bien, pero al parecer, hoy, al ser el primer día de clase después de las vacaciones, estaba bastante oxidado.

 Al sonar el timbre, me apresuro a coger mis cosas y salgo rapidamente del aura, sin mediar palabra, dispuesto a aprovechar al máximo la hora de estudio y no perder el tiempo por el camino, antes de llegar a mi destino y poder cumplir mis objetivos antes de la siguiente hora.

Alex sonrió de medio lado, satisfecho. Había estado pensando en lo que no debía, y aún así le había salido bien la jugada. Magnífico. Lo sintió por Logan, pero su alegría por haberle dado en los morros a Serpens pesaba más. Recogió sus cosas, haciéndose el remolón, pero en lugar de salir por la puerta y dirigirse directamente a la biblioteca, esperó.

Tenía que hablar con dos chicas, y cuanto más dilatase el momento más complicado sería justificar el por qué había esperado tanto. Es más, no tendría excusa, pues sencillamente no había encontrado hasta entonces el momento, y tenía que aprovecharlo mientras pudiese.

Se acerca a Alex tras acabar la clase, pero sabe que en ese lugar no puede hacer mucha cosa pues la profesora les observa como si siempre tratasen de hacer maldades... Se coge del brazo de Alex y tira de él con una sonrisa.

-Tienes mucho que contarme... no me has escrito en todo el verano.

Camina hacia los pasillos con Alex colgando del brazo y con Clare unos pasos por detrás.

MAO

El reloj da la hora de comienzo de la clase de Manejo de las Artes Oscuras. El aula se encuentra situada en una de las torres, en lo más alto, elegida especialmente por el profesor para desesperar a los alumnos que llevan todo el día estudiando y practicando.

A través de las ventanas se ven las estrellas que comienzan a brillar con la puerta del sol.

 Llegué a la clase primero, y, aunque no me entusiasmase la idea, después de la "conversación" que había tenido antes con el basilisco, me senté en primera fila, como era mi costumbre, para poder atender y ver mejor las explicaciones del profesor. Esperaba que esta vez pudiera aprender un buen hechizo o maldición para mi repertorio.

Alana llegó puntual al salón como siempre. Traía sus materiales  y su expresión neutra, y como de costumbre se sentó en primera fila. Preparó sus cosas sacando papel, pluma y acomodando su bolsa cerca de si en el pupitre. Nada extraño y de hecho hasta tedioso contando que hacía exactamente lo mismo en cada clase de manera rutinaria y sin cambio. Estuvo mirando hacia adelante los momentos que restaban antes de la llegada del profesor de la clase, Lo único curioso es que traía una mirada que no reflejaba simple y neutra seriedad como siempre: estaba encendida y mostraba dureza.

Alex entró a paso sencillo y se sentó por en medio de la clase. Sacó los bártulos que tuviera que sacar y esperó. Sencillamente intentó no llamar la atención ni hacer nada reseñable. Ya sabía de qué iba aquello y lo que tenía que hacer, así que no le iba a dar más vueltas al respecto. Era un león encerrado en un nido de serpientes, pero qué remedio. Uno tenía que cargar con lo que fuere, y aquel era el precio a pagar por todo lo que había pasado durante el día.

El aula de "Manejo de las artes oscuras" tenía una forma alargada y en cruz, similar a una pequeña iglesia, con la pared de la izquierda repleta de vidrieras y una gran mesa al fondo donde se sentaba el profesor. Tras esta había un encerado y una pequeña escalinata que conducía a una portezuela unos seis metros por encima del suelo.
A la hora señalada esta se abrió y el profesor Carak-Band descendió los escalones de piedra exhibiendo una sonrisa mezquina y portando un largo bastón negro con un gristal añil en el extremo (se rumoreaba que era el recipiente de su varita original).

-Buenas noches, alumnos. Bienvenidos un año más a "manejo de las artes oscuras" -saludó extendiendo una mano- señorita Michaelis, señor Serpens, me satisface ver su puntualidad. Enhorabuena.

Tras aquel breve inciso recorrió la clase con la mirada. La primera del año para Slitheryn y Griffindor.

-Bien, dado que este es ya su quinto curso es hora de que comiencen lecciones más trascendentes para su futuro como magos y brujas de esta sociedad. Veamos... ¡un voluntario!

Recorrió con la mirada las filas de alumnos.

-... no me obliguen a elegirlo personalmente... -añadió con una mirada furibunda tras unos instantes de violento silencio.

Típico.

No se sorprendió, la verdad. Ni por el favoritismo ni por el comportamiento. Era exactamente lo que esperaba de él. Por supuesto, de considerar aquello predecible a actuar cual suicida había un paso, por lo que Alex guardó el silencio más sepulcral que pudo.

Estoy seguro de que alguno de tus "puntuales" se te presenta voluntario, Basil.

Pensó para si, como si hablase con él, aunque obviamente no lo hizo. No esperaba loco. No mucho, vaya.

 Con cierto recelo, levanté la mano:

 - Me gustaría presentarme voluntario, si me lo permite, señor...

 Esperé a que el profesor aceptara mi ofrecimiento antes de levantarme, no fuera a ser que no me quisiera como voluntario. Lo último que quería era que se molestase conmigo.

-¡Bien!, me gusta la diligencia en mis alumnos. Cinco puntos para Slitheryn -alabó con una sonrisa, pero esta apenas duró un par de segundos antes de volver al gesto duro que lo caracterizaba- ¡vamos, acérquese, aprisa!

Una vez lo tuvo junto a él retrocedió un par de pasos y lo apuntó con el extremo de la vara.

-Descuide, apenas sí notará algo -dijo con una sonrisa que pretendía ser tranquilizadora, aunque más bien se parecía a la de un alligator- ¡Esstenea! -exclamó arrastrando la "s".

Con un estallido de luz el muchacho de Slitheryn quedó convertido en una estatua de piedra. Carak-Band se giró hacia sus alumnos sonriendo con satisfacción.

-Este es el maleficio de la gorgona. Existen varios conjuros y pocimas de diversa índole capaces de convertir alguna sustancia en piedra, pero con frecuencia actúan solamente sobre materiales concretos... -explicó- este que ven es el que transforma cualquier entidad viviente en piedra, inclyendo aquellas cuyo cuerpo presenta formas "no solidas".

Acercándose de nuevo a la estatua del muchacho golpeó con los nudillos sobre su hombro.

-Generalmente el tipo de roca en que se transforma se basa en el carbonato cálcico aunque puede variar de unas especies a otras... en cualquier caso comprobaran que es un arma poderosa, si bien el objetivo puede ser resistente a este tipo de maleficios o una habilidad en el manejo de la magia superior a la del conjurador.

Paseó su mirada sobre las filas de alumnos. Muchas de las caras le devolvían una mirada casi tan lívida y petrificada como la del chico-estatua.

El subdirector comenzó a pasear a un lado y a otro mientras explicaba los detalles del maleficio.

-El maleficio es reversible, por supuesto, siempre y cuando se cumplan tres condiciones. La primera, el cuerpo transformado debe estar entero. Si se lo revierte a su estado natural tras fragmentarse solo conseguirán un cadáver desmembrado. ¡Segunda!, solo quien invocó la maldición puede dehacerla. Se han dado casos de magos que han muerto dejando algún cuerpo petrificado irremisiblemente. Y tercera y última, una vez transcurridas seis horas tras la transformación el contramaleficio se vuelve inviable, inútil. Según el mago o bruja que lanza este maleficio el tiempo límite siempre varía, pero nunca más o menos de unos pocos minutos.

Una vez hubo terminado se giró de nuevo hacia ellos y golpeó el suelo con el bastón. Los pupitres desaparecieron dejando solo las sillas y su lugar lo ocuparon una especie de arcos de metal entre cada pareja de alumnos. El espacio cerrado por el arco parecía cubierto por una película acuosa transparente. Había que fijarse bien para poder verla.

-Eso que veis son pantallas de reflexión. Están calibradas para que los hechizos carentes de fuerza o mal realizados se reflejen contra quien los lance -explicó con gesto grave- quiero que se sitúen por parejas, uno a cada lado de la pantalla y lancen el maleficio a su compañero. Si el hechizo sale mal será quien lo lance el que sufra los efectos por lo que les aconsejo que lo ejecuten correctamente desde la primera vez. Si han atendido en clase sabrán que alguien que se petrifique a si mismo no podrá volver a su estado natural...

-¡Pereseiias! -exclamó apuntando de nuevo hacia el cuerpo petrificado de Gabriel- ese es el contramaleficio, ¡ahora comiencen!

 Miré a mi alrededor, confuso, ya que todo estaba diferente: El profesor estaba en otro sitio, los pupitres se había movido... Debía de ser por efecto del conjuro que me habían lanzado:

 - ¿Eh?... ¿Que ha pasado?.

 Luego me fijé en el profesor, todavía confuso:

 - ¿Señor?....