Partida Rol por web

Me giré con la boca llena y vi aquella mirada de Irazzi, sonreí (como pude, pues con la boca llena era algo asqueroso). Me giré justo como había hecho ella.

-Pues yo escogí Cuidado de Criaturas Mágicas y Adivinación! -sonreí enseñando los dientes- Pues si quieres ser profe de Cuidado de criaturas mágicas... supongo que... cuidado de criaturas mágicas... jajajaja y sí, ya te informarán sobre que salidas tiene lo que hayas escogido.

Me dí la vuelta un momento y cogí un trozo de algo que había en la mesa, ni lo miré, la verdad, y me volví a dar la vuelta:

-Me alegra que quieras hacer cuidado de criaturas mágicas! La verdad es que a mi me gusta mucho, pero no sé si lo suficiente para dedicarme a ser profesor... ahora que lo pienso... no tengo ni idea de que quiero ser... tal vez no sea nada! Por cierto... no tienes más amigos? Me resulta extraño que sea tu quinto curso y no tengas ya algún grupo o algo así...

Le guiño un ojo mientras retira su mano. 

-La magia no sirve si solo se tiene aquí.- Toco su frente.- Tampoco me envidies tanto, solo son más responsabilidades, aunque lo cierto es que le he dado muchos más usos de los que se suponía. Creo que hay un límite, pero tampoco quiero arriesgarme.

Spencer le guiñó un ojo, y aunque sintió que producía un cosquilleo en el estómago, no era el guiño de Alex. Ese guiño la desarmaba completamente. Acarició con cariño la corona de flores que reposaba en su regazo. Entonces Spencer habló y toda su atención se dirigió a él y a su colgante.

-¿Un límite?-preguntó intigrada ¡No podía decirle que tenía ese objeto y luego no contarle nada! Cualquiera que conociese a Scarlet sabía que la chica era muy curiosa, a veces demasiado. Para ella, tocar el pequeño reloj había sido como darle un caramelo para quitárselo de la boca, tenía ganas de más.

También tenías ganas del portador, ¿eh? le dijo esa voz del cerebro que reinaba sobre los sentimientos y las emociones, que, aburrida ya del mismo tema durante cuatro años, despertó con la llegada de Spencer; porque para ella, el chico había supuesto el despertar de nuevas emociones, más impulsivas y rápidas, que apenas podía controlar. Acalló la voz desviando la mirada del rostros de Spencer. Si le miraba a los ojos, se quedaba como una lela mirano; si miraba a los labios, recordaba, y si miraba a la nariz, sería muy raro. Prefirió desviar ligeramente su mirada hacia la izquierda.

-¿Co-cómo es usarlo?-volvió al tema.

-Es...extraño. Sobre todo por los demás, se repiten siempre que no interactúes con ellos. Digamos que para mi no se me hace raro. Podremos hablar de eso luego, aquí hay demasiados oídos y no se si eso incumpliría el condicionamiento. Asumo que hay un límite, porque si no la gente trataría de cambiar todos los errores de su vida constantemente, cambiarían la realidad una y otra vez. Sería un caos. Tengo una teoría. 

Volver a hablar de temas mas académicos templaba mis ánimos. Después del contacto y su mirada, agradecía la túnica mas de lo que nunca había hecho.

_No creo que diga nada -respondió forzada Madelain-.

Esa situación no le gustaba nada, estaba enfadada y se le notaba. ¿Quién se pensaba que era esa niña?

_Espero que seas tan buena en pociones como crees ser en todo. No te negaré que se me cruzó por la cabeza perderme en el Bosque Prohibido para no correr el riesgo, pero no quiero ser castigada ya el primer día.

Hablaba y no sabía qué parte decía voluntariamente y qué parte obligada.

_Pero me subestimaste. Que deba decir la verdad no me impide lanzarte cualquier maldición a tí. No lo haré por esta vez, pero ten cuidado con tu manera de relacionarte conmigo de ahora en más. No soy de esos microbios que adulan a los de tu casa para ahorrarse problemas.

Con gran velocidad sacó su varita y la dirigió a su boca.

_¡Silencius!

Habían llegado a la escuela, en silencio se perdió con sus compañeros de casa.

Cuando Madelain llegó al Gran Comedor pasó desapercibida. No hablaba con nadie y no parecía prestar atención a nada. Ni los profesores ni los compañeros a los cuales hacía tanto que no veía parecían importarles. Se sentó en silencio junto a los de su mismo año.

Los profesores ya habían entrado pero aún no estaba ni la comida ni los de primero. Madelain quería que todo ocurriese rápido para poder ir a la cama. Se sentó junto a sus compañeros pero no hablaba con nadie, ni siquiera los miraba. Claramente esa no era su noche.

Por si fuera poco tenía que escuchar la charla entre los dos de su año, Spencer y Scarlet. Posiblemente dos de los alumnos más callados de la escuela no dejaban de hablar entre sí, y parecía que tenían las hormonas completamente alborotadas. Madelain no sabía qué se había perdido. ¿Un hechizo de amor quizás? Los años anteriores ni siquiera parecían tan cercanos. Si todo ese afecto se había producido en un día, no quería ni pensar las escenas que tendría que aguantar en un par de semanas.

Sí paró más la oreja cuando escuchó algunas palabras interesantes y misteriosas por parte del chico, que al parecer habían despertado gran interés en Scarlet y también en Madelain. A pesar de eso, la chica siguió mirándose las manos, sin intentar entablar comunicación con el resto. El chico parecía no estar dispuesto a seguir hablando del tema por el momento.

Por fin llegaba uno de los eventos más importantes de la estancia en Hogwarts: la primera noche en el Gran Comedor. Todos esperaban ansiosos a ver las nuevas adquisiciones de alumnos para las casas, el hambre empezaba a hacer efecto en todos nosotros, y el Sombrero Seleccionador daría las palabras de rigor, si es que aún se le permitía.

Se acerca a su mesa, observando a algunos compañeros, a los que conoce los saluda con un gesto de mano. Y finalmente se acerca a Ashton, al que se acerca para sentarse a su lado, y le hace notar su presencia poniendo la mano en su hombro con suavidad. Henry todavía no había llegado, así que no podrían comentar todavía como había sido el verano.

Entendía que el chico no quisiese hablar de ello con tanta gente, así que asintió y le sonrió a modo de agradecimiento por contarle eso.

-De acuerdo, lo e-entiendo. Me si-sigue pareciendo fascinante a-aún así, y mi envidia se manti-tiene.-bromeó y rió un poco.

Entonces vio a Madelain sentada cerca de donde estaba ellos y dejó de reírse bruscamente. No le agradaba que la chica estuviese tan cerca.

Qué raro, va sola... ¿dónde se ha metido el club de fans de Madelain? Siempre suele ir rodeada de gente...

Tenía la cabeza gacha, mirando sus manos. Scarlet se sintió identificada con ella por la postura.

No. Yo no soy como ella. Por suerte...o por desgracia.

Siguió mirando a Madelain con cara de pocos amigos, hasta que se dio cuenta de que estaba mirando demasiado y volvió a centrar su atención a Spencer, a quien volvió a sonreír levemente.

Sonrió por toda respuesta, mas que ofendida, complacida por alguna razón. Con esa curvatura de labios entro a la vista de los presentes en el lugar.

-Exquisitamente bien pensado y ejecutado, mantente asi. -comentó al aire antes de separarse del torrente que llegaba al comedor como si nada, sentandose a su mesa. Su mirada recayó sobre la mesa de profesores, una mas entre la multitud, en concreto sobre el polémico profesor de Artes Oscuras. Parecía sumida en sus propios pensamientos.

Ciertamente, estaba complacida. Su reciente relacionamiento con aquella chica de Ravenclaw prometía, era inteligente, tenía dignidad y una mente ágil. Se detuvo a meditar un instante, de momento todo parecía ir medianamente bien, aunque se veía un largo trecho por delante...

Contempló el sitio de profesores. El individuo sobre el que tenía posada la vista siempre le había causado una mediana curiosidad, pero con sus propositos para este año lo mejor sería no hacer tonterías.

Alana se preguntó por un instante si no sería demasiado para ella. Realmente se estaba proponiendo una embresa de proporciones practicamente épicas, como si nada, así que estaba para pensarselo.

Por supuesto que es una tarea ideal para mi -pensó al cabo de un instante- Solo un prodigio en magia e inteligencia podría llevar adelante algo asi. 

Hizo una pausa, y añadió de forma arrogante pero sumamente natural.

No tardaré en demostrarlo. Porque yo...me convertiré en la nueva mesías a seguir en el mundo de la magia.

Suspiró, anhelando aquello desde la distancia aún.

La ilusión se palpaba en los ojos de Henri, que lo vivía con la magia del primer año cada vez que regresaba a Hogwarts. Era como si pasar el verano entre muggles le hiciese olvidar la magia de ese lugar. En el viaje ya había disfrutado de muchas de las cosas de Hogwarts que ya apenas era capaz de visualizar después del tiempo fuera. El campo de quidditch, la sala común de Hufflepuff,... había tantas cosas que le ilusionaba ver. Y una de ellas era sin duda el gran comedor con su espectacular techo. Henri cruzó el gran comedor mirando al techo de vez en cuando y a los fantasmas de las diferentes casas el resto del tiempo. Henri se sentó junto a sus compañeros de curso saludándolos a todos y pacientemente esperó a que la comida apareciera. 

Todos los profesores hacen su entrada y toman asiento tras su mesa, esperando a que todos los alumnos entren en el Gran Comedor para dar inicio a la cena de bienvenida y de inicio de curso. Ante todo las tradiciones deben permaneces y ésta es una que se mantiene desde que la escuela fue fundada.

Cuando todos los alumnos ya se encuentran sentados en sus respectivas mesas, se abre la puerta dando paso a la profesora Fiore, encargada de la clase de Encantamientos. Todos la conocen por ser una profesora extremadamente dura y algunos dicen que hasta cruel.

Tras ella van los nuevos alumnos.

 Apoyando los codos en la mesa, y con las manos unidas y ocultando con ellas mi boca, miré con vivo interés a los recien llegados, a la espera de ver cuales de ellos irían a mi casa y los que irían a las otras...

-Bien, pequeños, esperad a que diga vuestro nombre. Y silencio... para todos...

Les dice a los nuevos alumnos y mira a todo el comedor. No tolera que los murmullos y las conversaciones interrumpan los momentos importantes. Su mirada es dura y da a entender que habrá un castigo duro para quien no le haga caso, aunque en sus labios se muestra una sonrisa.

Tras la tradicional canción del sombrero, la cual cambia cada año, la Profesora Fiore comienza a recitar el nombre de los nuevos alumnos. Pero hasta que el último alumno no se ha sentado en su mesa, la profesora no da permiso para que den la bienvenida. La profesora se sienta al lado del profesor Carak-Band.

El la mesa del profesorado la conversación era escasa y breve. Carak-Band no dejaba de escudriñar a los pequeños reptiles que iban ocupando sus asientos en las cuatro mesas. Ocasionalmente el profesor de historia hacía alguna obeservación o la señorita Sunders hacía algún comentario, habitualmente críptico. Él los correpondía con respuestas concisas y escasas sonrisas. Mientras vigilaba a los alumnos no pudo evitar cruzarse, accidentalmente,  con las miradas de algunos de ellos que se alzaban hacia su mesa. Entre ellos una joven de cabello ceniciento y mirada perdida que lo miró directamente un instante.

Poco después, por fin, llegaron el resto de los profesores y la señorita Fiore para presentar a los nuevos alumnos. Era una de las favoritas del señor oscuro y comprendía los motivos. Cuando todos los alumnos de primer año fueron asignados a una casa la mujer subió hasta la mesa y ocupó el asiento que restaba a su lado. Él la saludó con una sonrisa y una inclinación de cabeza como hiciera antes con Sunders y se levantó para acercarse al púlpito.

-¡Bienvenidos! -exclamó con voz imponente, amplificada mediante la magia para que hasta el más lejano de los niños lo escuchase- sed bienvenidos una vez más, jovenes aprendices, a este ilustre colegio.

Alzó ambas manos para dar mayor énfasis a su discurso.

-Hogwarts ha sido desde tiempos inmemoriables el origen de muchos de los más grandes magos del mundo. Cabe destacar entre todos ellos a nuestro soberano, Lord Voldemort -Carak-Band hizo una pausa dramática, sonriendo de una forma no my confortable a los infantes antes de continuar- Sabed que ingresar en esta institución es más que una oportunidad para prosperar en las artes mágicas. ¡Es un privilegio del que muy pocos son merecedores!
Así pues confío en que déis lo mejor de vosotros mismos, sin excepciones.

De nuevo guardó silencio, contemplando los rostros que lo miraban.

-Ahora, como recordatorio a todos los alumnos, nuevos y veteranos, os diré que la salida de la escuela está restringida a los mayores de trece años quienes podrán visitar el pueblo vecino Hogsmade durante los fines de semana previa autorización específica del correspondiente pariente o tutor.

Con cada palabra el rostro del subdirector se endurecía y sus manos se cerraban sobre los bordes del púlpito.

-Está terminantemente prohibido adentrarse en el lago o el bosque que circunda los terrenos de la escuela. No podrá utilizarse la magia fuera de las aulas mientras se permanezca dentro del recinto escolar.

Carak-Band dedicó una perversa sonrisa al alumnado, inclinándose ligeramente hacia delante.

-Quienes desobedezcan estas reglas serán severamente sancionados... Ahora disfrutad de la cena y procurad descansar lo suficiente para las clases de mañana.

El subdirector se retiró de nuevo hacia su asiento, intercambiando algunas impresiones con sus compañeros del claustro.

Al ver que Scarlet mira para otro lado, me doblo en el banco hacia atrás para verlo yo también

-Hola Madelain.- Saludo con formalidad.

Desde que en tercero discutimos por que ella me había "defendido" de ciertas personas y le deje claro que nunca se lo había pedido o necesitado que lo hiciera, nuestro trato era absolutamente formal. Al fin y al cabo era compañera de casa. Veo que está diferente, entre otras por su soledad, característica que hasta el año pasado brillaba por su ausencia. Tampoco puedo decir que me preocupe, cada uno tiene sus propios problemas que atender.

Escucho el discurso sin el menor interés. Hasta Lord Voldemort los hacia más interesantes desafiando a los estudiantes a convertirse en mejores hechiceros que él mismo y ahorrándose todas esas amenazas sobre castigos. En lo que a poner en práctica la magia se refiere era mucho más tolerante, consideraba que el mejor mago mandaba sobre el que no era tan bueno. Nada más importaba, edad, curso, casa, etc. Alguna vez había dado la razón a quien había desafiado a un prefecto, si podía demostrar su valía en un duelo.

-Las mismas chorradas de todos los años.-se me escapa en alto.

Todos los alumnos usaban magia fuera de las aulas, entre otras, para poder superar la clase de encantamientos había que practicarlos.

Mi copia de la autorización estaba en uno de los bolsillos de la túnica, había cosas que era mejor tener por duplicado. 

Fiore, parecía cruel, lo era. Respetaba pocas cosas, el honor y los tratos cerrados, la familia y el poder. En ese último aspecto se parecía mucho al gran director. O al menos esa era la opinión que me suscitaba.

Dichoso Spencer...¿por qué tenía que saludarla? ahora ella tendría que hacerlo también. Scarlet le mostró una media sonrisa y dio un leve golpe de cabeza, a modo de saludo. No quería que sus primeras palabras del curso hacia ella fuesen tartamudeos, no quería que la viese como la veían los demás. Y ¡qué demonios! no quería saludarla.

Escuchó con atención el discurso del temido profesor. Lo mismo de todos los años...se estremeció al escuchar lo de los castigos, sabía que hablaban totalmente en serio, que no era una simple amenaza para asustarlos (que también)

Miró sorprendida a Spencer cuando soltó eso, estaba de acuerdo con él, pero tampoco quería meterse en líos. Le dio un golpe con la rodilla por debajo de la mesa y le lanzó una mirada que claramente decía: "No te metas en lios".

Pensó en su autorización firmada de Hogsmade que se encontraba en el interior de su libro favorito, tenía ganas de ir al pequeño pueblo, ya deseaba que fuese fin de semana.