Partida Rol por web

Me siento un tanto contrariado al no haberme esperado Konrad a la salida, aunque doy por supuesto de que se presentara ante mí antes de la cena.

Casi no me da tiempo estar preparado cuando uno de los sirvientes pica a la puerta para recordarme que ya se están ocupando los asientos para el banquete de esta noche. ¡He pasado demasiado tiempo aguardando que acudiera!

Tomo asiento donde me indica una de las doncellas que supervisan los numerosos criados que están sirviendo las mesas. Aunque ya había visto a mis sobrinas que habían sido mas diligentes que yo dejo que lleve a cabo su cometido indicándonos donde debemos tomar asiento.

Nada mas tomar asiento las saludo en el tono de voz justo para que me oigan sólo los mas cercanos a nosotros. – Buenas noches sobrinas, estáis resplandecientes.

Degusto todos lo platos intentando beber moderadamente. Estos actos sociales son muy útiles para conseguir información, siempre que no estés tan borracho como para ser la fuente de ella o te desplomes inconsciente.

Aquel explendido banquete también sirvió para que los Serf pudieran poner cara a todos los miembros del cortejo nupcial que daba sentido a todo el evento. Ya conocían a los Harte, Lady Ella llevaba un caro vestido que trataba de disimular las carnes de más en su rolliza figura, Lord Gerard se encontraba presidiendo la mesa más importante de la sala, como era obvio. A su lado se encontraban su esposa y sus dos hijas. La mayor, que era la afortunada que iba a contraer matrimonio, se llamaba Sylvie, como ya sabían, era una dama excepcionalmente bella que personificaba el ideal femenino de Poniente por el que cualquier juglar compondría más de una canción. Su cabello castaño caía en bucles alrededor de un rostro con forma de corazón en el que destacaban unos encantadores ojos verdeazulados tras unas largas pestañas. Cualquiera de los hombres allí presentes estaría de acuerdo en lo afortunado que sería quien la desposase, mientras admiraba su contorneada figura. La opinión generalizada sobre ella es que iba a ser una cándida y hermosa novia.

Al lado de Sylvie se encontraba su hermana pequeña, Eliene. Era tan parecida a su hermana mayor como el día a la noche. Eliene era tímida y reservada, se decía que era una romántica e idealista muchacha que disfrutaba con las canciones de las gestas de los héroes de antaño y soñaba con ser la princesa rescatada por uno de ellos. Una dulce niña del verano que todavía no había padecido los rigores de la vida en los Siete Reinos. Eliene soñaba con un reino en paz en el que las únicas responsabilidades de los caballeros sean participar en torneos y salvar a damas en apuros. La muchacha, acaba de cumplir quince años y ya había tenido su primer sangrado, por lo que sus padres esperaban que aquel evento le proporcionara un buen prometido y así esposar a sus dos hijas antes de que terminase el verano.

Los otros invitados de honor eran los Manning. Lord Artur era un hombre orgulloso, había sido caballero antes que lord y había destacado en innumerables batallas y torneos. Sin embargo, todo resplandor había quedado atrás, la perdida de su esposa y su hijo primogénito había deslucido parte de su brío. Aún así era un hombre alto, de actitud y porte regio, con una barba pulcramente recortada. Junto a él se encontraba un joven robusto, muy alto y musculoso, aunque no era muy agraciado; su rostro estaba picado de viruela y llevaba una barba que pretendía ocultar estas imperfecciones. Era su hijo Kevan, quien iba a desposar a Sylvie en aquella boda. Al lado de Kevan, y en un segundo plano, se encontraba el hermano pequeño, Darren. Mientras Kevan parecía una versión más joven de su Lord Artur, Darren parecía haber salido a su madre: más enclenque, bajo de estatura y con una cara más agraciada. Darren no compartía la naturaleza brusca de su hermano, parecía un ser más delicado que vivía a la sombra de su hermano.

Otros invitados de la noble mesa eran el maestre Hamdan, de bonachón rostro y que parecía haber granjeado una buena amistad con Anselminus en las horas previas, y el septón Moor, encargado de celebrar la ceremonia nunpcial. Un hombre muy devoto y creyente, al que no le cabía duda de que el camino para la virtud en esta vida, y la salvación para después de la muerte, pasaba por la fé en los Siete. Era un hombre recto, reservado y meticuloso. Ordenó con delicadeza los tenedores junto a su plato en el orden en el que consideraba correcto, que no era ni mucho menos el que los sirvientes habían considerado. Era un hombre alto y enjuto, de frente amplia y despejada. El poco pelo que le quedaba en la cabeza era castaño y se acumulaba a los lados de su cabeza redondeada. Sus orejas, algo más grandes de lo normal, sobresalían a los lados. Del cuello colgaba la estrella de siete puntas que simbolizaba su fe y vestía sobrias túnicas clericales.

Durante la cena observo algunos instantes a Sylvie Harte la hija a cuya boda hemos acudido. Son breves no porque no sea agradable mirarla, o ella rechace mis miradas, ni siquiera la actitud brusca de Kevan Manning es la motiva mí actitud. Quien lo hace es mi sobrina Grisel por temor a que me vea mirarla y se enfade por ese motivo. Sus hermanos parecen haber sido anulados por sus hermanos mayores.

Voy manteniendo pequeñas charlas intranscendentes con los comensales cercanos. Nuestro encuentro con los bandidos y los hechos posteriores no me permiten entrar en los usuales comentarios de anécdotas del viaje hasta aquí.

Aprovecho un instante en que los más cercanos están hablando entre ellos para inclinarme hacía mis sobrinas mientras les paso una salsera por si hubiera ojos pendientes de nosotros. – Probad esta salsa con hojas de menta le da un sabor especial a la ternera. – En un susurro añado. – ¿Todo está bien sobrinas?

He estado a punto de preguntarles si saben alguna cosa de los que encontramos muertos. Si simplemente les robaron las ropas alguien los habrá encontrado a faltar. O si se les han presentado Ser Tymon o Ser Rooddik, pero no se si Grisel se habría podido controlar.

Grisel levanto la vista para encontrar los ojos de su tio y susurro.-No me gusta la menta... sabe mucho a...verde.- dijo intentando explicar claramente el motivo por el que no la agradaba el sabor. Se quedo satisfecha con lo dicho, esperando que eso fuera suficiente para hacerse entender, lo cual algunas veces resultaba complicado porqué los adultos eran todos un poco tontos.

Ante la pregunta de su tio Grisel suspiro.- La comida esta rica pero me aburro un poco.- murmuro esperando que nadie se ofendiera por ello. Estaba rodeada de adultos que o bien solo comian o hablaban de cosas que no le interesaban lo más minimo.

Sabía que era bastante inapropiado pero se había fijado en la chica de quince años y le había parecido que seria una divertida compañera de juegos... claro que las normas sociales eran rigidas y raras, no queria hacer nada que dejara mal el nombre de su casa.- ¿Podría jugar luego con ella un ratito?.-pregunto a su tio, esperando que él encontrara la manera de hacer la noche un poco más divertida.

Miro a su hermana, como pidiendole permiso, cuando se le ocurrio algo más.- Esa otra chica esta aquí para encontrar marido... como mi hermana....¿Por que es tan importante casarse, tio?

No puedo evitar sonreírle a Grisel dará la espontaneidad de sus palabras. – Vaya lo había recordado al revés, discúlpame.

Cuando me pregunta por Elaine necesito unos segundos para contestarle. – Sí puedes, si logras convencerla. Al acabar, como ya sabes, en estos banquetes se harán pequeños grupos, aprovecha para acercarte a ella y proponérselo. Aunque antes tendrás que hacerte amiga suya presentándote, no creo que juegue con una que no conoce.

Esta última pregunta me afecta directamente ya que yo no me he casado, una hábil pregunta. Después dirán que si no es inteligente. Estoy convencido que mucho más de lo que se piensan algunos. Como los combatientes que simulan cometer un fallo para acabar contigo al intentar aprovecharlo confiado de que ya has acabado con él.

– Grisel, es muy importante para muchas personas, aunque no para todas. Yo no me he casado al decidir dedicarme a asegurarme, después de la herida de vuestro padre, mi hermano, que vosotras heredarais la Casa Serf. De haberme casado mis hijos y esposa me suplicarían que pensada en ellos y reclamara para mi el reconocimiento de ser el heredero al no tener mi hermano hijos varones.

Mirándolas a las dos. – Para mí vosotras dos siempre seréis las herederas y hare lo que sea para que eso ocurra, lo que sea.

Lylian había pasado gran parte de la velada luciendo una dulce sonrisa. La comida era deliciosa y el rato a solas antes de la cena le había sentado muy bien. Conversó de forma distendida con quienes se sentaban a su lado y miró con disimulo en las mesas que había junto a la suya tratando de averiguar que caballeros habían acudido al evento y si había alguien digno de consideración. Una cosa es que buscase encontrar un marido y otra que fuese a lanzarse desesperada en los brazos del primer gañán que le lanzase una mirada.
Las palabras de su tío atrajeron su atención, recogió la salsera con una sonrisa, -Gracias tío, todo está yendo bien.En ese momento Grisel hizo una pregunta de las suyas, no pudo evitar mirarla con ternura, era increíble lo distinta que era la visión de Grisel sobre algunas cosas. -NUestro tío tiene razón Grisel, el matrimonio puede ser adecuado o no dependiendo del caso. En mi caso, por ejemplo es importante porque aunque nuestro tío se ha asegurado muy bien de que tengamos un buen futuro algún día no podrá protegernos y cuidarnos como ha hecho hasta ahora, y será en esos duros momentos cuando la ayuda de un buen marido nos vendrá muy bien. Aparte de asegurarnos teniendo descendencia de la continuidad de nuestra casa. La familia es muy importante cariño, hay que asegurar su prosperidad.

Grisel escucho con atención y asintió. Le daba pena que su tio no se hubiera casado para que su hermana pudiera tener el puesto que le correspondia dentro de la casa pero tambien se abria una puerta para ella.

-Entonces yo tampoco me casare, asi los niños de Lylian no tendran problemas por mi parte.- comento como si aquello fuera un gran sacrifio, cuando era el mayor de los alivios. Sólo pensar que tendría que estar toooodooo el día con un aburrido señor al que no conocia, aciendo cosas aburridas... sin poder jugar a nada... se le hacía como un castigo infinito y cruel.

- Aunque...tio... Alomejor podrías casarte y tener sólo niñas, como nuestro padre.- sugirio pensando que de alguna manera aquello era posible.

Anselminus no era un hombre de gran apetito. Había dado cuenta de los primeros platos con avidez, pero a medida que avanzaba la celebración moderaba sus bocados para poder probar un poco de todo, al menos aquella era su idea de mostrar su agradecimiento a los Harte por acogerles como invitados.

En sus pausas entre bocado y bocado, no pudo evitar comparar a quienes serían pronto marido y mujer. Kevan Manning parecía muy serio y adusto, y aparentaba ser mayor con su barba; mientras que Sylvie Harte estaba simplemente arrebatadora. El maestre no pudo evitar sentir una pizca de tristeza por la novia; con su belleza podría haberse desposado con cualquier noble o caballero de buena reputación, y no le habrían faltado pretendientes para elegir, pero había tenido que aceptar un matrimonio de conveniencia por el bien de su familia. Era inevitable, pero aún así, pensar que aquello les podría ocurrir Lylian o Grisel le entristecía.

Distraído, los ojos del maestre continuaron rondando la sala, y al recordar algo empezó a buscar por la habitación con la mirada. Los cabaleros y el escudero que se habían encontrado atacados en su camino parecían dirigirse también a Cimera, si era así, habría unos asientos vacíos en alguna parte.

La mesa a la que se dirigió ser Yoren estaba ocupada por caballeros armados y juramentados, con blasones y colores variados, aunque ninguno de ellos era de alta cuna. Cuando se acercó al lugar y saludó en alto, la mayoría levantaron la cabeza para mirarle perdiendo inmediatamente el interés, algunos saludaron con breves cabeceos y volvieron a sus conversaciones banales sobre cuáles eran las mejores putas de Desembarco, quienes habían justado mejor en el último torneo, y temas parecidos. Únicamente un joven caballero se giró hacía él y le saludó abiertamente.

-Sentaos aquí, ser Yoren. - Dijo el muchacho. -Esta es la mesa de los caballeros, aquí compartiremos el pan como hermanos. Mi nombre es ser Etan Hogg.

Ser Etan se apresuró en pronunciar su titulo inmediatamente, pues quería dejar constancia de que había sido armado caballero. En realidad había sido ordenado recientemente, y lucía con orgullo los colores de los Harte. Era un gallardo muchacho de cabello oscuro y relucientes ojos verdes.

Tan simpáticos y simples como recordaba, Yoren no se decepciono especialmente ante la recepción. Respondió a los que habían tenido la educación de cabecear al menos, y tomo asiento junto al tal Hogg, estudiándolo un momento al hacerlo. Tenía buen porte; Lylian sin duda se fijaría en alguien así, si fuera de más rango.

-Gracias. El pan y el vino espero, ser Etan.+replico, sirviéndose a sus anchas un poco de todo, pero con moderación+ Después de todo estamos en una fiesta previa a la gran fiesta.

Llevo algunos bocados a su vientre y los paso con un trago, antes de retomar conversación.

-¿Cómo lo van llevando? Hoy tuve el honor de conocer a vuestro señor y parecen estar muy ocupados… ¿Ocupáis un puesto en su casa?+inquirió en tono ameno, buscando conocer un poco a su interlocutor y lo que pensaba del ajetreo de la boda.

-En efecto, una boda de este tipo requiere de muchos preparativos. -Respondió el joven caballero. -Si hubierais venido hace un par de días, esto era un hervidero de gente trabajando a todo correr.

El muchacho tomó otro bocado de carne, lo acompañó con pan y lo regó todo con vino. Masticó enérgicamente durante un buen rato y después contestó a la siguiente pregunta de ser Yoren.

-Fui el escudero de Lord Harte hasta hace no mucho. Él mismo me nombró caballero y apadrinó mi candidatura. -Dijo con orgullo, para luego añadir con una sonrisa una última frase. -Le he servido desde que era un mocoso de 6 años.

Ser Etan señaló al caballero y a los Serf que se encontraban en una de las mesas principales del salón, y se dirigió de nuevo a Yoren después de haber dado otro buen trago al vino; que ya empezaba a colorearle la cara, pues el joven no estaba acostumbrado a beber de esas maneras.

-Y vos, Ser, habéis venido hoy con los Serf, ¿no es así? Habréis visto a ser Viruela presumiendo en nuestra liza, como si fuera el único caballero capaz en toda esta tierra.

El banquete de bienvenida se dio por finalizado tras el postre, que resultó tan exquisito como el resto de platos que se habían servido aquella noche. Cuando alguien le comentaba a los sirvientes que aquella cena había resultado de lo más excelente, ellos se limitaban a sonreír y aseguraban que el gran banquete de boda sería mucho mejor. Todos esperaban con impaciencia el día de la boda para saber cuál sería la cena que lograra desbancar a aquel suculento banquete, incluso se rumoreaba que el mismo Lord Harte organizará una batida de caza para ir en busca de un gordo jabalí que llevaba semanas rondando la zona.

Cuando el último comensal rebañó su plato, los sirvientes acudieron a las mesas interpretando una coordinada danza con la que recogieron todos los platos y cubiertos en un escaso tiempo. Después de retirar la cubertería, los músicos comenzaron a interpretar algunas canciones de baile a la espera de que los comensales se animaran a ello. Muchos todavía seguían bebiendo en sus sillas, pero alguna dama se atrevió a inaugurar la pista, y los más jóvenes de los muchachos se apresuraron en pedirles una baile. La dama Lady Sylvie salió a bailar con su padre en una enternecedora imagen que cautivó los corazones de muchos, mientras su hermana parecía aburrida en su sitio, como si aquel baile no le importase lo más mínimo. El resto de los comensales, tal y como había predicho Normand, se juntó en pequeños grupos para charlar y beber.

El maestre Anselminus quiso saber si los caballeros que habían sido asaltados por los infames bandidos a los que habían dado su lección habían dejado alguna silla vacía en el banquete, pero las mesas donde los caballeros se juntaban para comer, al contrario que las de los nobles, no respetaban orden alguno. Aquellos que habían tenido la suerte de poder entrar y sentarse tenían un plato asegurado, el resto tendría que esperar fuera a obtener un asiento con algo de suerte en la próxima ceremonia.

Yoren comió bien pero bebió moderadamente, ojeando la mesa de sus señoras de tanto en tanto para asegurarse de que todo discurría normalmente. Aunque de seguro Normand podría encargarse mejor en esta clase de entornos.

-Lo hemos visto, en efecto, justo cuando estábamos llegando. El apodo le queda. +sonrió al amable muchacho, mientras asentía y pasaba los últimos bocados con una copa de vino, suavemente+ Lo hacia bastante bien, al menos contra los blancos de su practica. ¿Cuál es su nombre real? Tal vez oyera de él en otros torneos.

Tras obtener la información, dejo la copa y miro a los que se animaban a danzar, aunque con expresión especulativa.

-Imagino que no será el único buen contendiente. Veo que han invitado a bastantes caballeros de la zona y más de uno debe tener buen brazo. ¿Cuáles son los otros notables? Supongo por vuestras palabras que vuestro nombre también puede figurar entre ellos...

El chico enarcó una ceja incrédulo mirando a  ser Yoren como si éste fuese un salvaje que acaba de saltar el Muro y hubiese caido en una cena de nobles por algún tipo de error.

-¡Por el amor de los Siete! ¿A qué boda habéis venido vos? Ser Viruela es Kevan Manning, por supuesto. -Señaló con la copa hacia el lugar de honor donde ser Kevan degustaba el postre sentado junto a su padre en la mesa que presidía el gran salón de los Harte. El hombre lucía, tal y como el ingenio de ser Etan había destacado, un rostro picado de viruela que trataba de disimular en parte luciendo una espesa barba. 

-Dicen que es un buen justador, pero os apuesto mi caballo a que caerá de culo cuando alguien le plante cara con valor y no se deje golpear como esos con los que ensaya.

Al comenzar los bailes busco la mirada de mis sobrinas por si alguna de las dos deseara bailar esta noche y para guardar las formas comenzar con su tío. Una vez allí al acabar la pieza tener la opción de hacerlo con quienes realmente despierten su interés.

En el caso que no me acerco a los Manning, las ordenes del Rey era que nuestra casa garantizada, con su presencia, que la boda fuera sin incidentes. Ya me he presentado ante Lord Harte, ahora lo debo hacer con ellos o puede que se quejen ante Desembarco del Rey por ignorarlos.

Despues de la cena Grisel miro a su hermana igual que un cachorrillo deseando que lo sacaran de su jaula.

- ¿Puedo ir a hablar con Elaine?.- pregunto, aunque le servia la respuesta de su tio o cualquier adulto que la dispensara.

-Parece que se aburre... igual quiere ser mi amiga.... ¿Puedo?.- volvio a preguntar esperando ansiosa para salir y entablar conversación con la otra chica.

Miro con una mescla de dulzura y cariño a mi sobrina Grisel. – Por mi parte no tengo ningún inconveniente. Recuerda que le debes preguntar si quiere hablar ahora, puede estar cansada con los preparativos de la boda de su hermana. – Mirando a Lylian. – Siempre que tu hermana no necesite que la acompañes.

Si se queda sola mas de un joven, sobre todo animado por la bebida se le acercara al estar sola, al estar las dos juntas es menos probable.

-Gracias tio, lo recordare.- respondió con su mejor sonrisa y despues miro a su hermana, esperando su respuesta.- Si no quieres quedarte sola puedes venir conmigo.- sugirio a su hermana, aunque preferia ir sola para poder jugar sin supervisión adulta pero jugar con su hermana tampoco estaba mal. Se pregunto si podrian jugar al escondite... tal vez no, con todo el lio de la boda pero seguro que habia mil juegos divertidos.

Me acerco despacio hasta donde se encuentran los Manning con mi copa en las manos para presentarme y saludarlos.

Mientras lo hago intento oír lo que dices para no inmiscuirme si están tratando algún tema privado de su familia, esperando un momento oportuno para hacer notar mi presencia.

En ese momento me presento a ellos. – Buenas noches, encantado de conocerlos soy Normand Serf. – Mientras realizo una leve reverencia de cortesía.

Meneo la cabeza, sin discrepar ni asentir con el joven caballero. En la liza todo se resolvía y las palabras e transformaban en hechos o golpes…

-Es una interesante apuesta. Tal vez alguien la tome. +admitió simplemente, pasando otro trago+ Aunque espero que no seáis el único dispuesto a darle verdadera competencia;  seria una pena con tantos invitados, que solo uno de la casa tenga las agallas...

Al pensar en esto vio hacia la novia, una belleza que había traído no pocas miradas.

-La verdad es que llegue del Valle no hace poco más de un año. Hay muchos nobles y caballeros de la región que todavía no conozco. Pero si usted fue criado en esta casa, ser Etan, seguro conoce bien a los Harte. ¿Qué puede contarme sobre la novia? Al verla, me hace pensar un poco en mis propias señoras… ¿Esta conforme con la boda? +añadio, en un tono algo mas bajo, para encerrar la pregunta entre ellos.