Partida Rol por web

Ice no se lo pensó demasiado. Tenían que acabar el trabajo. Estaban allí por eso y para nada más. Habían atravesado una selva asesina para volar aquella antena y eso iba a hacer aunque fuera lo último que hiciera. Al fin y al cabo, les habían descubierto y se podía decir que ya estaban muertos. 

Por ello salió disparado hacia la antena. Trataba de ser lo más sigiloso posible pero no sé detendría por nada y si era localizado, simplemente aceleraría la marcha hasta lograr llegar a su objetivo y dejar el paquete. Paquete que fue poco a poco recogiendo de su cinturón. Todas la granadas que llevaba encima serían las que lanzaría y para cuándo llegase frente a la antena, quitaría las anillas y las lanzaría contra esa maldita antena. 

La había cagado. El sigilo se había acabado y, a esas alturas, ya no había vuelta atrás. Tenían que destrozar la antena con las granadas y evitar que los japoneses les mataran en el proceso. De ahí en adelante, todo sería huir en desbandada. Rhys MacReady estaba convencido de que no lo lograrían, de que en esa maldita jungla el Señor ya les había abandonado, pero no por ello podía darse por vencido.

Por ello, cuando advirtió que el soldado japonés de la ronda reparaba en su presencia y gritaba, le apuntó con su fusil y no dudó ni un segundo en disparar para abatirlo.

-¡Traga plomo, japo hijo de perra! -exclamó el religioso, a voz en grito.

Como era de esperarse nada importaba ya. 

Me levante y dispare contra el guardia. Para mi alegria ya no estaba solo y teniamos la antena rodeada. Era el mejor escenario para crear confusion mas no para salir de alli, pero a estas altura todos sabiamos que era una mision suicida. 

- Muere malditoooooo.....

-¡Por los clavos de Cristo! ¡Fuego contra esas Torres!-Abrahams no tenía excesiva fe en el plan, pero tampoco esperaba que todo se fuese a la mierda tan rápido. Apenas había tenido tiempo de buscar un buen lugar para prepararse y plantar un par de cargas de detonación para su gran despedida. Pero ya no había tiempo para planes elaborados o para algo que no fuese empezar a disparar y llevarse a tantos amarillos como sus balas le permitiesen

-¡Demosles algo de tiempo!

A aquellas alturas, estaba claro que el diablo os acompañaba, ya fuese para recoger vuestros restos y llevarlos al infierno o para extender este a vuestros enemigos. En el momento en el que se desató el horror, en la forma de disparos, gritos, fuego y explosiones, el campamento se transformó en el punto central de un desafío épico contra vuestro destino.

Oddball reaccionó con tal ferocidad que el amarillo no tuvo ninguna oportunidad. Cayó derribado por una salva de disparos que transformaron su cuerpo en un colador. Después, lanzó un par de granadas contra la puerta y saltó para protegerse.

MacReady supo reaccionar a tiempo para dispararle al cabrón que se había vuelto contra él; mientras los disparos del amarillo impactaban a su alrededor, despidiendo barro y agua, los suyos lo tumbaban, transformando al soldado en una especie de protección para que los demás pudieran seguir con la destrucción de la antena. Al descubierto, protegido únicamente por el señor y un aguacero que prácticamente lo ocultaba de la visión, MacReady continuó disparando para crear una cortina de fuego a su alrededor.

Ice fue mucho más expeditivo. Cuando llegó a la cabaña, agarró su cinturón con todas las granadas, quitó un par de anillas y lo lanzó al techo, casi al mismo tiempo que Oddball lanzaba la suya contra la puerta. Ambos se alejaron y saltaron para ocultarse entre el fango.

Desde las torres de vigilancia por fin localizaron cuál era el problema, pero los disparos del todopoderoso sargento y de Chicken, fueron suficientes para impactar en los focos, cegarlos e impedir que actuaran.

La cabaña con la antena voló por los aires, haciendo que fragmentos de techo y paredes salieran despedidos por todas partes, mientras muchos de los japos que habían salido al grito de alarma, recibían el impacto de forma letal.

Tablones y restos varios cayeron sobre Ice y Oddball, que eran los que estaban más cerca, pero estaban bien. Ahora solo tenían que salir de un jodido campamento lleno de jodidos amarillos disparando jodidamente bien.

- ¡Bien, joder! - Exclamó cuando la antena voló por los aires. 

Habían cumplido su misión y lo habían hecho en tiempo. Eso les valdría para conseguir una jodida medalla. Estaba contento y sonriente, sin embargo, cuando empezaron a caer escombros sobre su cabeza, principalmente tablones de la reventada caseta, cayó en la cuenta de que si quería ver esa medalla, ahora tendría que correr y tendría que hacerlo jodidamente bien y con una puntería excelente.

- ¡Salgamos de aquí! - Le gritó a Odball y a Rhys. - ¡Rápido como el viento!

Y eso hizo. Comenzó a correr y a disparar como si no hubiera un mañana y no lo habría si no salían de allí a toda hostia.

Pendollini decidió utilizar el mismo camino para salir, que el que utilizó para entrar. No sabía si era el mejor, pero al menos lo conocía. En su camino hacia la escapatoria se encontró con un par de japos saliendo de una caseta a los que fusiló sin compasión y a otro de ellos pasando entre dos casetas al que agujereó sin que el pobre infeliz pudiera verle siquiera.  Llegar a la valla y salir por patas era ahora su prioridad y luego reencontrarse con los suyos su siguiente objetivo.

-¡Demosles fuego de cobertura!-ordenó a Chiken mientras no dejaba ni por un instante de apretar el gatillo.

-En cuanto hayan abandonado el claro, vas a ir a reagruparte con ellos, ¿¡entendido!?

Chicken asintió al sargento mientras disparaba a todo lo que se movía. Aquello era un auténtico avispero de amarillos parecía incluso imposible fallar, aunque también lo era no darle a los suyos.

Vio como Ice se abría paso para salir de allí y los demás intentaban seguir su ritmo.

-Pero sargento, ¿y usted? No voy a dejarle aquí, de eso ni hablar. Cuando hayan salido, le ayudaré y puedo asegurarle que en mi pueblo era el rey de las carreras de sacos, así que ya verá como lo conseguimos.

La cabaña de la antena había volado por los aires, por lo que la misión quedaba cumplida. Aunque quedaba lo más difícil: escapar en medio de un auténtico infierno de japos que no dejaban de dispararles. MacReady apenas podía creer que lo hubieran logrado. La misión había sido completada y al menos las muertes de Kansas, Stalin y el capitán no habían sido en vano.

-¡Vamos, teniente! -le gritó a Oddball, sabiendo que no tenían mucho tiempo para poner pies en polvorosa y marcharse del campamento de los japos a toda prisa-. ¡Hora de marcharnos! ¡Siga mi voz!

Sintiendo que la adrenalina corría por sus venas y disparando contra los japos con su fusil, MacReady no dejó de correr para tratar de dejar atrás cuanto antes el campamento.

Todo habia salido bien. 

Aquella explosionfue todo lo que necesitaba para Navidad y estaba listo para salir de alli.

Sali corriendo disparando.

Bajo los disparos de Abrahams y Chicken, los japos no sabían de donde le llovían tantas balas. La explosión del edificio de la antena hizo que todo el campamento se convirtiese en un infierno sin sentido. Los soldados salían de las cabañas, pero solo para encontrarse con vuestra respuesta.

Ice disparó una ráfaga tras otra y avanzó empujando a MacReady para salir por el mismo lugar que habían entrado, mientras Oddball volvía también para bordear el bosque. 

De alguna manera, todos lograron ser cubiertos con éxito y salir del lugar, pero eso no significaba que se hubiera terminado. La lluvia continuaba cayendo, incesante, pero no importaba. Ahora lo de menos era tener los calcetines mojados, sino no quedarse allí para siempre, así que corristeis sin mirar atrás, disparando a izquierda y derecha.

Las torres también disparaban, aprovechando la iluminación que había creado el fuego y la explosión de la antena, logrando alcanzar a Ice en un hombro mientras este esperaba a que MacReady traspase la cerca, pero no fue suficiente para detenerlo.