Partida Rol por web

- ¡Yo quiero brindar por el bueno de Abrahams! - Alzó su jarra de cerveza. - ¡Ese maldito loco de tiró sobre esa granada japo para salvarnos a todos! - Desveló orientando su jarra hacia John y delicándole una leve reverencia con la cabeza. - ¡Pediré para ti la medalla de honor del congreso! - Soltó una carcajada. 

Y es que esa medalla de otorgana por un claro gesto de valentía e intrepidez con riesgo de la propia vida, más allá de la llamada del deber, estando en combate contra un enemigo de los Estados Unidos y lo que hizo el demente de Abrahams en aquel búnker de aquella playa en una isla perdida en medio del Pacifico era a la vez, lo más estúpido y lo más valiente que había visto hacer nunca a nadie.

Alzó la vista al escuchar su nombre en dirección a sus compañeros. agradeció el gesto de su superior con una cabezada y alzando su vaso, si bien negó con la cabeza.

-Las tipo-97  de los amarillos son una porqueria de granadas. Sabía que no iba a soportar mi peso, Capitán-bromeó tratando de quitarle importancia al asunto

-¡Y déjese las medallas para Capitanes y demás chupatintas!¡A mi con que me consiga una paga extra me tendrá tirándome de tantas granadas como le lanzen los putos Tojos-añadió riéndose, para luego volver a centrar la atención en la chica

Agradeci al soldado que me encendio el cigarrillo y di un par de aspiradas disfrutando como se llenaba mi cuerpo de aquel humo que comenzo a salir por mi nariz de manera delicada. 

- Gracias cielo.

Luego mire al soldado mientras pedia su cerveza y me ofrecia pagar la mia. Un lindo gesto hasta que solte la carcajada por su comentario.

- Oh no no no cariño, ustedes estarian perdidos sin nosotras, eso es seguro, ja ja ja ja, Acabo de llegar con unas amigas y trajimos un escuadron de P51 para la base area. 

Con esa referencia y viendo mi chaqueta de cuero podian suponer que era piloto y si sabian un poco de nosotras podian ver mi insignia como miembro del Wasp en mi pecho.

Entonces vino aquel soldado a beber cerveza como si fuera su ultimo dia y dejando la jarra media vacia propino su sonora firma de gases. 

Coloque mi cigarro en la boca del soldado que me habia prestado fuego para encenderlo de manera delicada y sensual para luego tomar  mi cerveza y haciendo lo propio no  iba a dejar que se llevara todos los premios aquel grandote que ademas no la habia bebido toda.

Bebi mi cerveza con tal rapidez que tal vez habia salpicado algo sobre mi pecho, pero no me importo, cuando termine la botella estaba vacia. Coloque mi mano sobre mis labios un segundo mientras recuperaba la compostura tras aquella azaña y luego de recuperar mi cigarrillo de la boca del soldado dije:

- Y sin eructos. Sonriendo a los demas como si le hubiese ganado al grandote que bebio su medio jarra.

Estaba lista para otra cerveza aunque no la beberia de la misma forma. Jamas me habian sacado borracha de un bar y hoy no seria la primera vez.

Abrahams agarró el cigarillo con su índice y pulgar en cuanto Gwendolyn lo posó sobre sus labios y le dió una larga calada, casi como si así pudiese saborear los labios de una mujer después de tanto tiempo.

-¡Tú eres una avispa!-dijo señalando la insiguia de la chaqueta, la cual había pasado por alto hasta ese momento.

-Había escuchado de vosotras pero aún no había tenido el placer-dijo antes de dar un trago de su wisky, el cual le supo a gloria bendita.

-¿Sabes? Creo que tenéis más pelotas que muchos hombres... y que muchos soldados. Y en parte lo digo por ti, Kansas...-añadió riendo entre dientes, justo antes de acercar su vaso al de ella, ofreciéndole entrechocar ambos en su honor.

-Por las Women Airforce Service Pilots.Eres la prueba viviente de que los ángeles tenéis alas, muchacha.

MacReady no pudo menos que reírse de los comentarios de sus dos superiores. Lo de la granada había sido increíble y había sido increíble, y la acción del sargento Abrahams había salvado a todos quienes se encontraban en el búnker. Él no sabía si eso hacía merecedor a Abrahams de una medalla, pero a ojos de MacReady desde luego que la merecía.

Aunque lo que sin duda había captado la atención del joven soldado fue la rapidez con la que aquella piloto recién llegada se había terminado su botella, demostrando un mayor aguante que el mismísimo Kansas, que solo había podido tomar la mitad.

-Eso ha sido impresionante -reconoció MacReady, alucinado-. Creo que no vas a poder superarla, Kansas... -El soldado se adelantó, tendiéndole una mano a Gwendolyne-. Soy Rhys, soldado raso. Había escuchado sobre el buen trabajo que hacían las Wasp en el aire. Aunque no sabía que también aguantaran tan bien la cerveza.

El número de soldados iba poco a poco incrementándose en el local, y la situación se volvía por momentos, más escandalosa. Unos minutos más tarde, tres mujeres entraron y se dirigieron hacia vuestra compañera.

-Eh, Gwen. ¿Pensabas quedarte tú con todos los chicos de la base? -dijo una de ellas, despertando un silbido tras otro por parte de todos, cuando se dieron cuenta de lo que acababa de llegar.

Era una chica morena de cabello largo, que os miró de arriba a abajo.

-Hola, yo soy Laurel. Y estas son Kay y Roberta.

Kansas se quedó con la boca abierta al ver a las nuevas.

-Va-ya. A eso lo llamo yo traer refuerzos -comentó, acercándose a toda velocidad a una de ellas, la rubia que habían presentado como Kay.

-Hola, encanto. Me llaman Kansas, pero tú... puedes llamarme como quieras.

Los ojos de Kansas parecían querer salir de sus órbitas y su boca no tenía ninguna intención de cerrarse.

Los ojos que si salieron de sus órbitas fueron los de Penwater al ver como aquella  mujer se bebía de un trago la jarra de cerveza, pero sobre todo, al ver como derramaba parte del contenido sobre su generosa delantera. ¡Eso si que era un espectáculo! La presión de su entrepierna así lo acreditaba.

Thomas no era un mujeriego, de hecho, era todo lo contrario a eso. No tenía demasiada experiencia con las mujeres y eso jugaría en su contra en aquella misión. Sin duda Abrahams, Kansas o el propio Odball tenían más enteros para salir victoriosos en esas lides, pero Tom no se iba a rendir sin luchar, no era su estilo. Y cuando aparecieron otras tres mujeres dignas de ver, Penwater pasó al ataque.

- ¿Laurel? -  Preguntó acercándose a la joven. -  Bonito nombre. No lo había escuchado. ¿De dónde eres?

Y cuando la noche parecia mejorar llegaron las chicas. Vi a Laurel entrar con su sequito de High School y aproximarse como abeja reina de la manada. 

Les di un beso a cada una. Aunque hubiesen rivalidades eramos compañeras, volabamos juntas, habiamos entrenado juntas y tambien otras cosas juntas.

- Si ella es Laurel, pero no tiene mucho sabor, dije a modo de broma. 

- Gracias, gracias, dije a John con una sonrisa. 

- La practica hace la maestria, dije a Rhys.

Despues de que los chicos se pusieran mas comodas con nosotras faltaban ver que plan habia para el resto de la noche. Tal vez nadar seria una buena opcion aunque no sabia si todas tendriamos traje de baño.

Me aparte un momento con Kay para hablar con ella algo a solas y despues volvimos al grupo.

Mi conversacion con Kay era para saber como habia sido su vuelo. Suponiendo que era la mas inexperta de nosotras y lo demas. 

Esta implicito que no me llevo muy bien con Laurel si quieres tirar de esa cuerda. 

Y Roberta... pues ya veremos. 

Haber si la intriga de hablar a solas con Kay sirve de algo. 

=P

Laurel miró a a Penwater, se acercó a él, pasó sus brazos alrededor de su cuello y dejó que sus labios se quedaran a escasos centímetros de los suyos, mientras la fragancia de su perfume os envolvía a todos, amenazando con arrastraros a la locura.

-Soy... de donde tú necesites, soldado -le dijo, aunque al oír la broma de Gwen, frunció el ceño -. Y lo dices tú, cariño, que a duras penas consigues mantenerte en vuelo. A lo mejor mi sabor es precisamente el que él necesita.

La situación se volvió algo tensa entre las chicas, sobre todo cuando Kay se retiró a hablar con Gwen a solas. Lo que se llevaran entre manos, evidenciaba que Laurel no parecía contar para ellas.

Curioso.

Pero no fue eso lo único que sucedió.

De repente, una mole gigantesca de más de dos metros, se interpuso entre todos vosotros.

Estos refuerzos necesitan soldados de verdad, y me parece que ninguno de vosotros dais la talla -dijo el hombretón, mirando a Laurel, pero también a Gwen, a quien le guiñó el ojo descaradamente -. Chicos, ¿qué decís vosotros? ¿Dejamos que se las lleven?

Las palabras de King Kong iban dirigidas a un nutrido grupo de miembros de la armada que se levantaron de la mesa en la que estaban y se acercaron a vosotros. Eran cuatro marineros parecían no estar dispuestos a permitir que la marina quedara en mal lugar.

Yo creo que con estos no tenemos ni para empezar, King -dijo uno de ellos, chupando su asqueroso cigarro y estirándose después los dedos, como si estuviese preparándose para algo importante.

Y no era el único. Los demás parecían estar ahciendo lo mismo.

El marinero se acercó a Kay y le dio el puro.

-Sújetame esto, muñeca. Luego volveré a buscarlo -le dijo, haciendo un chasquido con la boca.

Tener tan cerca a Laurel hizo que su deseo por salir de allí de inmediato y tomar a aquella mujer fuera casi irresistible y lo hubiera hecho de no ser por la repentina aparición de aquellos papanatas de la armada. Le querían levantar el ligue, cosa que no iba a dejar que pasara, aunque no iba a forzar las cosas. La decisión era aquella diosa del sexo que solo un momento atrás, tenía abrazada a su cuello. 

- Creo que las chicas con lo suficientemente inteligentes como para elegir por si mismos. - Respondió. - Como si prefieren marcharse solas. No son propiedad de nadie y menos de un gorila sin cerebro...

Penwater se preparó para lo peor. Sabía que la reacción más probable a su respuesta era un puñetazo directo al mentón. No quería empezar una pelea, pero al fin y al cabo ya había prendido la mecha.