Partida Rol por web

El guerrero de cabello blanco descargó su furia contra los guardias, aunque el huidizo soldado logró esquivarle, no así sucedió con uno de los dormidos que con la ayuda de Erik fue eliminado. Mishima atinó cuando intuyó que el que tiraba del grupo sería el que tendría las llaves. El manojo estaba en su bolsillo y con él era posible liberar a los prisioneros, en su mayoría en el suelo. Zarandearlos un poco era suficiente para levantarlos. Al abrir los ojos podían ver que ahora los captores murieron y había un grupo de personas instándoles a seguirles. Era el miedo a la nueva situación la que les indujo a ponerse en movimiento.

Evram estaba al fin junto a su padre, mas el futuro era incierto para ellos, incluso para la familia. Había mucho que pensar y que hablar pero quedó aplazado hasta que pudieran refugiarse.

De esa manera guiaron con pasos rápidos por las calles de Kintargo. Había una calma que contrastaba con el acelerado corazón que conducía a los rebeldes. Había sido el segundo combate contra las autoridades, estaba vez no eran los matones del inquisidor, sino los propios dottari que mantenían el orden. Eran resistentes pero no invencibles, aunque ahora sabían un poco más sobre su equipo o tácticas de combate.

La aparente tranquilidad les permitía recorrer la ciudad sin encontrar inconvenientes. Tan sólo atrajeron la atención al entrar en el barrio al sur, la zona era pobre y concentraba el mayor número de kintargianos de otras especies, principalmente tiflins. Atrajeron algunas miradas curiosas pero no se detuvo su paso.

Unos quince minutos después podían atravesar de nuevo las puertas arrancadas del establo. El lugar seguía en la misma lamentable condición. La puerta seguía rota y por alguna razón nadie había entrado en el lugar.

Pudiendo detener al fin, los prisioneros pudieron presentarse. Jacob era un viejo ciudadano, carpintero de profesión, que no tardó en indicarles que fue capturado la noche anterior. Itza era una extranjera que no entendía del todo el lenguaje y por el momento callaba, en tanto que Elías, el guerrero que permaneció despierto, había sido capturado en el puerto y comentaba que no sabía el motivo aparte de una pelea en la taberna de Clenchjaw tras la que fue arrestado.

Vraris, el padre de Evram y cabeza de familia de los Thell, abrazó a su hijo y a Vundav.

- Gracias por haberme buscado, creo que querían torturarme en la plaza. Ahora que estoy libre temo que el inquisidor se enoje con los Thell y busque nuestra desgracia.

El noble parecía mantenerse sereno pese a las repercusiones de lo ocurrido. Se dirigió al resto de presentes.

- Os agradezco sinceramente la ayuda, solo que mi liberación no es suficiente. He de mantenerme escondido y vosotros - decía refiriéndose a Vundav y Evram - tendréis que abandonar la casa, alojaros junto a algunos de nuestros amigos.

Observó a Vundav, sin tener claro qué sería lo mejor para el joven que se había estado alojando en su hogar.

Al entrar en el establo, ambos habían echado un vistazo alrededor por precaución, todo estaba vacío pero se escuchó algo similar a un pequeño aleteo cuya procedencia no podían determinar con claridad pues no había nada.

Vundav abrazó a su padre adoptivo con cariño.

- Aquí podrás estar seguro hasta que la cosa se tranquilice un poco y podamos sacaros de la ciudad sin peligro. Me preocupan Madre y Hermana, si las capturan a ellas como rehenes la situación habrá empeorado mucho. Espero que Vela las consiguiera ocultar a tiempo. - dijo mirando a Evram. Esperaba que su hermano hubiera hablado el asunto con su chica.

Tras ello miró a los otros prisioneros.

- Lo mismo es para vosotros. Permaneced ocultos aquí hasta que podamos sacaros de la ciudad sin peligro. 

La chica era extranjera, así que Vundav repitió sus palabras pero directamente a su mente, para que entendiera bien la situación y se ofreció como intérprete de cualquier cosa que quisiera decir.

El combate había sido corto pero intenso y había culminado en una victoria que, si bien no parecía extraordinariamente relevante, había sido muy significativa. Ver a Vundav reunirse con sus allegados llenaba el corazón de la joven de alegría y esperanza. Aquella reunión bien había valido el riesgo y esperaba que diese motivos sólidos al joven para permanecer con ellos. Aquel momento bien valía ser inmortalizado en una canción. Esa idea peregrina le dio a la semielfa la idea de inmortalizar aquella odisea épica contra la tiranía y la opresión en una saga que perdurase e iluminase el camino de todos aquellos que se encontraban bajo el puño de hierro de algún tirano. Que inspirase esperanza en tiempos desoladores y prendiese las llamas de la rebelión en los corazones de los subyugados. 

Con la cabeza perdida en aquella idea, Nikkha siguió al grupo hasta el viejo y destartalado almacén. Al llegar allí, se percató de las escasas opciones que tenían para refugiarse y rápidamente hizo una lista con sitios alternativos "razonablemente seguros" a los que poder acudir para casos de emergencia. Un lugar acudió a su mente y quizás era el momento de asegurar algún punto extra en la ciudad. 

La bardo dejó que Vundav se ocupara de su familia mientras ella se dirigió hacia sus compañeros

-Chicos si vamos a seguir rescatando prisioneros, haciendo aliados y contactando con disidentes, quizás sería buena idea empezar a crear o acondicionar zonas francas o al menos lugares que la guardia no conozca para poder ofrecerles un poco de seguridad- Propuso mientras miraba al los prisioneros- Yo conozco un lugar, tal vez deberíamos explorarlo para asegurarnos de que puede ser un buen sitio. Su nombre es Clenchjaw's. ¿Que os parece la idea?

Sus deseos eran acabar con los guardias... con todos. No obstante sus compañeros tenían razón, era mejor irse y alejar a los prisioneros.

Pero mientras escapaban algo no cuadraba. ¿Quién era esta gente? Un carpintero, un guerrero y una extranjera. Todo pintaba ser un señuelo, o una parodia para servir de advertencia al resto de ciudadanos contra una posible rebelión asesinando inocentes para insuflar miedo.

Trató de recordar si había visto a alguno de los dos hombres. Al guerrero posiblemente lo conociera si solía meterse a menudo en problemas. Pero quién de verdad le preocupaba era la mujer. ¿Tan al azar habían cogido a sus presas que ni siquiera se preocuparon de si eran de la ciudad?

¿O acaso el objetivo era inflitrarlos aprovechando que serían rescatados y ganarse su confianza antes de traicionarlos a todos?

Se dirigió a ella.- ¿Quién eres? ¿Cómo es que no conoces nuestro idioma?- Y amplió a los otros dos,- ¿qué motivos tenían para encerraros y juzgaros?

Mishima no se alegró lo que se dice alegrarse cuando volvieron a aquel lugar tan...sucio. No obstante comprendía la necesidad de hacer aquella parada allí. Su inquietud natural hizo que se fijara en todo como si fuera la primera vez que estuviese allí, por lo que notó algo raro. Se fijó en que Arden había mirado al mismo sitio que él, y le asintió.

Con un andar indiferente se acercó mientras recogía un poco de arena del suelo.

El hombre llevó las manos a la cintura, logrando calmarse tras la precipitada huída. Le dolían las muñecas por los estrechos grilletes y es que Elías se veía un tipo fornido que podía levantar un arma con facilidad.

- Clenchjaw's, allí es donde estaba yo. - Dijo mirando a la bardo. - Un lugar muy animado donde se intercambian muchas historias. Últimamente la clientela es un poco violenta.

Se señaló al labio, tenía el lado derecho partido y morado, hubiera parecido que los guardias habrían hecho aquello de no ser porque él aclaraba ahora su origen.

- Te reconozco, has estado allí ganándote monedas con tu música. Has de ser muy buena amiga suya si piensas que te va a dejar usar un trozo de su posada. No le va muy bien, por las peleas, por la gente que últimamente va por ahí y todo eso.

Explicó a Nikkha.

El noble evaluó las palabras de su padre, estaba conforme con lo que decía.

- Vela nos acogerá a todos el tiempo que haga falta. Tiene un corazón de oro y por supuesto no nos dejará tirados. Su familia nos hará un hueco, eso es lo que pienso. Irnos de Kintargo... lo perderíamos todo, padre. Antes prefiero enfrentarme a él, a ese traidor que ha cogido el poder. Éstas personas le están empezando a desbaratar los planes, yo pondré mi magia para lo que haga falta.

Miró a su amigo, Vundav, pero justo en ese instante parecía atender a Norwind y la extranjera.

- Sí, padre, y deberías ir con ellas. Eres demasiado conocido y lo mejor será que te ocultes un tiempo. Déjanos a Evram y a mi que nos unamos a la rebelión y, con mucha suerte, podremos deponer al tirano.

Vundav puso la mano sobre el hombro de su hermano con una sonrisa mientras miraba a todo el mundo. No quedaban restos de las dudas que pudiera haber tenido en el pasado

La joven trató de comunicarse con los kintargianos, encontraron que hablaba un dialecto del común que dificultaba dar con el sentido de sus palabras. Por aproximación era posible entenderse, aportando un poco de paciencia al proceso.

- Me llamo Itzá, vengo de lejos, llegué hace dos meses y encontré un trabajo pero la guardia me apresó.

Las reacciones de Itzá parecían a la defensiva e incluso el intento de Vundav por preguntarla mentalmente le hicieron entrecerrar los ojos de manera suspicaz. Por su lenguaje corporal no se encontraba cómoda.

Entretanto Mishima trataba de coger suciedad del suelo creyendo que podría lanzarla con facilidad. Lo que halló fue polvo y restos orgánicos, paja, incluso habían excrementos secos de animales que hacía tiempo estuvieron encerrados aquí. Lo que tenía a mano no era suficiente como para descubrir el origen del sonido que había llegado a su fino oído.

Trató de escuchar de nuevo pero ahora no había rastro. Al mirar hacia arriba, pudo observar la punta metálica de un cuchillo asomado en lo alto de los tablones que cruzaban de un lado al otro del establo. El arma se mantenía ahí, esta vez no se movía como sucedió con el que se cruzaron durante la primera visita de los rebeldes.

Discretamente, me había quedado atrás con el arco en la mano, esperando que el puñado de tierra que había cogido Mishima hiciese salir de su escondite a algún tipo de ave que se pudiera utilizar para el espionaje. Al ver que nada aparece, relajo mis músculos mirando al monje y vuelvo a meter la flecha en el carcaj.

- ¿Qué es eso? - le pregunto señalando el cuchillo. Mientras espero su respuesta, me acerco a los magos. - Vosotros... ¿podéis detectar con vuestra magia si alguien ha estado espiando este lugar? O utilizando algún tipo de familiar para hacerlo...

La pregunta roza la paranoia. Seguramente cualquier pajarraco se había colado aquí buscando comida o algún sitio donde anidar y le hemos espantado al entrar. Pero, dadas las circunstancias, más vale prevenir...

Finalmente, me vuelvo hacia Nikkha. - Creo que es una buena idea - le digo. Tener sitios donde esconderse siempre lo es, claro, sobre todo en mi profesión. - Seguramente pueda ayudar buscando refugios para pasar una noche, aunque los que yo suelo utilizar son bastante precarios y a penas servirían para uno o dos días. Pero puedo echarte una mano buscando - digo, recordando las marcas que se utilizan el los bajos fondos para indicar lugares seguros y próximos objetivos de robos.

Que estos tres hubieran caído prisioneros seguía siendo muy extraño.

Ademas sus compañeros parecían haber visto algo en el refugio y se activaron sus sentidos avisando al resto del grupo. Estad alerta, ¿qué ocurre?

Mishima y Arden estaban mirando a un punto concreto. Norwind trató de agudizar su vista para tratar de percibir algo. Nada parecía moverse, ni siquiera escucharse, pero había empezado a confiar en lo que ambos sentían, así que sacó sus dos espadas para estar preparado por si tenían que volver a luchar.

Vundav negó a Arden.

- No conozco magia de este tipo, lo siento.

De todas formas se preparó por si alguien les hubiera seguido. Aún* mantenía el poder de sus armaduras mágicas, por lo que se sentía protegido, pero aún así miraba el lugar que señalaban sus compañeros.

El derruido establo era un buen escondite para esperar a que las cosas se calmaran un poco. Y si la memoria no le fallaba, juraría que la primera vez que estuvieron por allí se había mencionado la posibilidad de que esa edificación estuviera conectada con los túneles inferiores. Al menos eso creía recordar, la no muy lejana borrachera le había dejado los recuerdos recientes un tanto tocados. Aunque lo que sí que recordaba era el cuchillo por el que ahora preguntaba Arden.

 -Era una trampa. Cuando entramos aquí por primera vez, ese cuchillo se lanzó solo contra nosotros. Hasta que dejó de hacerlo. Creo que era una trampa hecha con medios físicos, no mágicos, pero no recuerdo todos los detalles con exactitud. No presté suficiente atención.

Tras decir aquello, el guerrero buscó las puertas arrancadas del establo para intentar volver a ponerlas en el hueco del umbral.

 -Si alguien me echa una mano podremos tener esto cerrado y a salvo de miradas indiscretas.

Lo que había dentro al guerrero le preocupaba menos que los destacamentos de soldados que había fuera del establo. No es que fuera un edificio muy grande, fuera lo que fuese que acechaba en su interior sería menos grande y numeroso que el ejército de la ciudad, eso por descontado.

Al ver como no sucedía nada al tirar la tierra, ni tampoco veía a nadie oculto, Mishima se encogió de hombros ante las preguntas de sus compañeros.

Parece que nada. Me había parecido ver algo por aquí arriba. Pero debe haber sido un efecto óptico agravado por la tensión de la situación. Es igual.

Miró a su alrededor una vez más y volvió con el resto. Escuchó las propuestas de buscar escondites, pero no conocía lo suficiente la ciudad. Así que prefirió ayudar a Erik con la puerta mientras los otros hacían planes.

Los prisioneros no sabían demasiado o preferían no hablar mucho, se habían librado de algún destino aciago, ya la noche en la casa de espera fue bastante dura y aunque este lugar era sucio, al menos no tenían amenazas a la vista. Salvo quizás la del cuchillo que permanecía arriba. Mientras Erik colocaba la puerta, al menos apoyándola para ganar algo de discreción, el objeto afilado cayó hacia el suelo, golpeando y resonando con fuerza. El carpintero casi dio un salto al ver aquél suceso.

- Es que este establo, ¿no sabéis que está embrujado? No es buena idea quedarse aquí.

El hombre se alejó tratando así que llegar a una posición menos arriesgado, en tanto que la humana de piel amarillente y el mercenario miraban pero menos dados a asustarse por aquella caída.

Evram recurrió a sus conocimientos mágicos, realizando gestos con los dedos con los que parecía estar amasando algo a ojos de cualquiera que no entendiera de las artes arcanas.

- Ese objeto no tiene magia en él.

E hizo lo mismo luego arriba, tras lo cual negó.

- No sé lo que ocurre, quizás algún tipo de conjuro o artilugio sencillo que hace que se mueva. Volviendo al tema, como dice mi amigo Vundav yo apoyaré la rebelión que queréis llevar a cabo contra el inquisidor. Necesito que se vaya para que mi familia vuelva a vivir sin miedo a lo que pueda sucederle.

El mago parecía decidido y miró al aasimar, agradecido por contar con la ayuda del joven, quien bien podría olvidarse de todo y marcharse de Kintargo.

Nikkha se quedó muy extrañada con los movimientos que hacían los objetos en aquel sitio. El hecho de que no hubiera magia la perturbaba de sobremanera. Si no eran objetos mágicos... ¿que movía aquellos enseres? Sólo se le ocurría que hubiera un mecanismo o que los moviera alguien invisible o un fantasma. Y no sabía que idea le resultaba más inquietante.

-Ey chicos esos objetos me ponen un poco nerviosa, deberíamos dedicarles un pensamiento- sugirió con voz pensativa- puede que sea alguna entidad que no podamos ver por algún motivo- aportó- quizás podríamos poner tiza o algo en el suelo para ver si alguien lo pisa o lo mueve de alguna manera o avisar a alguien que pueda determinar que pasa.

Asiento ante la explicación de Erik de la presencia del cuchillo y agradezco con un gesto la respuesta de Evram. Seguramente haya sido sólo un pájaro, pero si había una trampa en la entrada puede que haya más, así que doy una vuelta por la habitación en busca de algo más que pueda ser peligroso. Si todo resulta seguro, intentaré echar un vsitazo al cuchillo antes de quitarlo del lugar donde se quedó clavado.

- ¿Crees en los fantasmas? - le pregunto a Nikkha mientras camino por la habitación.