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El santuario [Partida]

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09/04/2011, 23:36
Director

Feralis, Santuario Mental

Día 300, Mañana

 

Templo de templos, el Santuario Mental se yergue en medio de la peligrosa Jungla del Ayer, un lugar habitado por ancestrales criaturas, primitivas bestias anacrónicas salvajes y feroces, exiliadas del presente.  Las altas paredes que amurallaban el santuario estaban construidas con piedras pesadas de un material similar al mármol, los bloques habían sido encantados para proteger al orgulloso templo de las insidiosas criaturas del exterior.

La ubicación de la capilla no fue producto de la ignorancia o de la mala planificación sino más bien de una concienzuda estrategia que pretendía aprovechar el entorno para proteger el templo.  Así la magia pudo focalizarse en proteger todos y cada uno de los bloques que constituían la muralla exterior.  Los hechizo utilizados eran muchos y cada uno tenia un objetivo distinto, los unos se encargaban de mantener unidas las placas rocosas para evitar que tanto el tiempo como los elementos destruyesen la superficie, otros procuraban esconderlo de aquellos ojos que no estaban destinados a verlo, había incluso algunos que alertaban al maestro de posibles intrusiones y muchos de los que ni siquiera se conocía su uso.

Quienes debían de ver el templo se encontrarían con una elevada pared circular que poseía dos puertas, la una en el extremo este, la otra en el oeste, grabadas con variadas formas que parecían relatar una mítica historia.  Los tremebundos portales eran tan anchos como cuatro carretas y su altura parecía infinita, se abrían elevándose en lubricados rieles y tirados por gruesas cadenas de un material metálico liviano y fuerte como nunca antes visto.  El sistema que se encargaba tanto de la apertura como del cierre era puramente mecánico sin un mínimo rasgo mágico en él y debía de recibir un asiduo mantenimiento a fin de evitar averías que inhabilitasen las puertas.  Las leyendas contaban que tremendo mecanismo había sido diseñado por los pocos ingenieros gnomos que habían acompañado a los hombres que trascendieron las puertas a Feralis antes de que estas se cerrasen definitivamente.

Un vez atravesada la muralla se llegaba a un patio interior para luego llegar a las murallas interiores, estas impedían el acceso a las escaleras que daban acceso a un patio desde el que se podía llegar a las viviendas de iniciados y maestros, la herrería, los almacenes y, enfrente de estas unas nuevas escaleras que conducían a la armería y los dos dojos principales donde los iniciados entrenaban, siguiendo hacia el norte y subiendo una nueva escalera se llegaba finalmente al templo propiamente dicho, allí el Maestro del Pentagrama lideraba el aprendizaje de los otros maestros e iniciados y allí, precisamente allí se albergaban los más preciados volúmenes en las secretas bibliotecas.

Apenas el grupo se hubo acercado la puerta oeste se abrió dejando ver la figura de un hombre grande, de amplias espaldas y avanzada edad.  Tenía la tez de un tono moreno, aceitunado, sus ojos eran verdes y su cabello, descuidado y negro, se encontraba atado sobre su cabeza en una trenza sostenida por un broche metálico con forma de dragón y entretejida por uno hilo rojos que caían hacia los lados de su cabeza.  De sus orejas colgaban dos pendientes negros que poseían la forma de una garra y se curvaban hacia arriba, en sus hombros, sobre sus ropas de color blanco, se posaban hombreras de cuero que tenían por función permitir que un grácil halcón se posara sin dañar el cuerpo del anciano.  Sus piernas estaban cubiertas por pantalones de un extraño cuero blanco que poseían unas vistosas perneras color dorado, en sus pies vestía unas imponentes botas de piel que poseían un espolón plateado justo sobre el talón del que colgaba una poderosa garra.

-Se han retrasado- dijo

Su voz era profunda, ancestral y grave, Mara sintió el reverberar de las ondas sonoras contra su pecho y se vio turbada por un instante.  La atención del anciano se fijó uno a uno en los integrantes del grupo, sonrió dejando ver sus dientes cuando posó sus ojos en el dragón y luego, no sin perder la extrañes observó detalladamente al infatigable golem que cargaba al pequeño Bathory.

-Verdaderamente sorprendente- dijo entre risas –Tienes una gran imaginación  ¿No es así pequeño?  Jamás se me hubiese ocurrido crear algo como esto.  Eres un pequeño interesante.  Es una gran proeza la que haz realizado.  ¿Ya le has puesto nombre? Deberías hacerlo, creo que le gustaría tener uno, también podrías darle una boca, quizá tenga algo para decirte-

Observó fijamente a los ojos de Grumman y enarcó las cejas –Extraños son los tiempos venideros, y más extraños aquellos que los vivirán- pasó rápidamente a Zib que continuaba durmiendo en brazos de Sarah y emitió un suspiro de resignación.  Luego miró fijamente a Miriel su sonrisa demostró felicidad -¡Tigre!- dijo emocionado –Hace mucho que no veía un hermano felino- de pronto sus ojos se tornaron amarillos y una pupila oblonga y vertical se expandió en ellos.  Cuando miró a Elena sus ojos eran humanos otra vez –Una joven de las aguas y con un poder casi tan grande como el de un dragón.  Úsalo bien pequeña-

Les hizo señas para que lo siguieran y los condujo por el sinuoso sendero que discurría por el patio interior, el cual estaba cubierto por árboles de gran altura y tupido follaje.  Detrás de ellos la pesada puerta se deslizó hacia abajo y se cerró suavemente.

-Es una verdadera obra maestra- dijo el hombre refiriéndose a la puerta –y lo mejor de todo es que no hay nada mágico en ella.  Fue diseñada por el gnomo Bólboton y construida por artífices Klaus-

Dentro de aquel extenso patio pudieron ver sinuosas figuras que se movían entre el follaje de las ramas o se escondían tras la densa vegetación, sin embargo no fueron capaces de apreciarlas con claridad.

-Son lo guardianes interiores- explicó su guía sin detenerse.

Luego de algunos minutos alcanzaron la puerta que conducía al patio interior allí los esperaban siete personas formadas en una pequeña hilera, a sus oídos llegaron los sonidos de la forja, ubicada a sus derecha y los gritos del resto de iniciados que entrenaban en los dojos a su izquierda.  El hombre se detuvo ante las siete figuras y comenzó las presentaciones.

- Maestro Alquimico Encantador Shamshad- dijo y un hombre mayor de poblada barba gris y blanca sonrió mientras daba un paso al frente, vestía ropas negras y llevaba su cabeza cubierta por una especie de gorra de lana.  - Maestro Alterador, Yolihuant- anunció y una mujer de tez morena, cabellos negros y gruesos y ojos profundos avanzó esta vez, llevaba una vicha en su cabeza que sujetaba su pelo y dos discos de madera en cada uno de los lóbulos de sus orejas que formaban sendos orificios, sostenía sus peinado con dos palillos detrás de su cabeza y lucía un collar hecho de fibras vegetales. –Maestro Animista Zsa Zsa– continuó.  La mujer que se deslizó hacia el frente esta vez lucía un pesado saco marrón que se abotonaba al frente, su rostro era redondo y su cabello, antaño rubio, hoy era de un hermoso tono blanco, excepto en las puntas, donde todavía conservaba algo de color.  Su expresión denotaba un corazón puro y sincero.

-Él es el Maestro Conjurador Cosmin- tras avanzar el hombre dedicó una gran sonrisa a los pequeños que no pudieron más que reír ante las fachas del Maestro Conjurador, su pelo se encontraba completamente desarreglado, sus cejas estaban pobladas de pelos negros que se extendían hacia arriba formando picos y debajo de su nariz crecía un tupido bigote blanco.  -Ansgar Maestro Destructor- de cabellos y barba blanca, el maestro destructor se vestía con ropas harapientas de color rojo y blanco.  El siguiente maestro en ser presentado fue el Maestro Elementalista Tatsuo, de rasgos orientales cabello corto y barba larga, el maestro vestía una túnica azul con detalles anaranjados mientras fumaba una extraña pipa, los saludó con una inclinación de cabeza y su continuó con la presentación del último de los maestros allí presentes el hombre tenía algo extraño que ninguno de los presentes pudo determinar.  Mukul era el Maestro Ilusionista, tenía ojos color verde claros y una piel aceitunada, su cabello se hallaba cubierto por un turbante tan blanco como sus barbas y vestía una túnica de seda del mismo color.

-El Maestro Restaurador Feliza no se encuentra ahora en el templo, pero ya tendrán tiempo de conocerla, ahora los guiaré hasta sus habitaciones y al atardecer enviaré alguien en su busca para presentarles al resto de los iniciados-

Dicho esto los condujo a una pequeña casa en la que los niños y adultos pudieron relajarse, el golem no entraba en ella por lo que se sentó fuera y se apoyó contra la pared a la espera de que Bath descansase lo suficiente y quisiera salir a reunirse con él

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10/04/2011, 03:55
Elena

Feralis, Santuario Mental

Día 300, Mañana

Elena

 

Llegué a un lugar que parecía seguro. Allí una persona me dijo algo, algo importante, una cosa de esas cosas que sabes que no debes dejar pasar sin prestarle atención.

Que era la joven de las aguas y que mi poder era tan grande como un dragón.

Eso dijo. Sus ojos estaban llenos de esa luz que tiene alguien que sabe lo que dice y por cómo su piel se formaba parecía una persona muy, muy grande, pero de mirada amable, aunque poderosa.

Iba a decirle que sí, que yo iba a cuidar mi poder, a saber usarlo, pero no manejaba aún la comunicación con las personas grandes como con los niños, así que simplemente sonreí. Escuché lo que les decía a los otros y luego fuí llevada por un sendero. Al final de éste, o en un lado de él, había una puerta rara. El hombre dijo que la puerta había sido hecha por un gnomo. El nombre me pareció chistoso pero aguanté la risa. Sin embargo, busqué los ojos de Miriel para ver si a ella también la había pasado algo parecido.

Entonces fue que algo se movió. Mis ojos se abrieron como platos y parpadeé. Escuché que el anciano habló de guardianes. No pude ver a ninguno bien y puse cara de puchero.

"Después voy a perseguir uno, quiero ver cómo es...", pensé, con la idea fija.

Después fuimos llevados delante de siete personas. Eso creía, no sabía contar tan bien. Cada uno, bueno muchos, se presentaron como los Encantadores esto y aquello y finalmente nos llevaron a otro sitio, en donde podríamos relajarnos. Ví que la mascota de Bathory no podía entrar. Era una lástima porque de tan rara daba ganas de verla todo el tiempo. 

Me puse a esperar que me dejaran en el suelo y me acerqué a mis amigos.

-¿Vieron lo del bosque?? ¿Lo que se movía pero no se veía como se movía?? Yo quiero tener uno. Quiero tener uno como Bath tiene a su cosa rara, con esos brazos raros... No es justo.

Miré al niño con otra cara de puchero.

-¿Por qué sólo tú tienes mascota? ¿Eh?

Luego me puse a discutir, sí así como hacen los grandes, cosas más importantes.

-¿Nosotros somos como esa gente? ¿Creen que vamos a ser como en el sueño??

Sonreí y luego pensé en los dos que habían muerto, eran tres pero en este momento pensé en los dos solamente.

-Pero nadie tiene que morir.... eso seguro. Tenemos que.... ser más fuertes, más... más mejores. Mejores. Sí. Eso.

Concluí como si fuese la verdad más directa, simple y cierta.

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10/04/2011, 12:45
Bathory Iman

Feralis, Santuario Mental

Día 300, Mañana

Bathory Iman



Yo estaba muy cansado, con hambre, aburrido y todavía extrañado por el "sueño", me sentía triste ya que hacía mucho que no veía a mama y casi no podía recordar su rostro. Desde hace unos días Urokron me miraba siempre, sin apartar la vista de mi, yo pensaba que le estaba empezando a caer bien algo raro en Urokron ya que no era muy expresivo con sus sentimientos, de vez en cuando sentía como algo familiar, algo que paso en el sueño, algo... de seguro debo de estar diciendo estupideces, aunque no supiera que significaba esa palabra se la había escuchado decir a Mara. Ya estaba tan cansado que era incapaz de  molestar un poco a Zib, a lo lejos se empezó a ver una silueta de como si fuera una especie de poblado, a medida que nos acercábamos se aclaraba mas la silueta, si estaba seguro de que era un pueblo -Mira Zib, un lugar donde poder dormir calentito, a claro también comer- le dije con una sonrisa, después de una semana de estar con esas especies de criaturas, que me caían muy bien era algo como de confianza, les tenía confianza ya que hice muchos amigos ahí, cuando nos dispusimos a partir yo me puse muy triste ya que no quería abandonar a la gente de ese poblado.
 
 
Note que Sarah y Urokron se sentían preocupados por algo que no estaba seguro de que era, hablaban de cosas raras como de que alguien les seguía, y no parecía pararse a descansar. De repente sentí como una fuerza que me era conocida y mi cara se ilumino con una gran sonrisa -Elementalllllllllllllllllllllllllllllllll- y salí corriendo al lugar de donde provenía esa fuerza, si era el elemental o al menos eso es lo que dije que era en el sueño, me acerque a el y le abrace, el me agarro y me poso suavemente en sus hombros de roca, y aunque unos de los brazos que me agarro era de fuego parecía que al tocarme se volvía completamente frió, me sentía muy feliz de tener a Elemental conmigo aunque no se como pudo llegar hasta aquí, ya que el de donde provenía era de mi sueño o al menos eso pensaba yo.
 
 
Tras varias semanas de caminar y de enfrentarnos a innumerables peligros, llegamos a una especie de puerta gigante, de donde derrepente apareció una persona muy arrugada, yo me imaginaba que el sería un abuelo, ya que mi abuelo también era arrugado, el nos saludo y nos dijo que habíamos llegado tarde, después de eso yo y Elemental nos pusimos a molestar a Zib dándole pequeños empujones ya que lo que decía el abuelo no me importaba, hasta que menciono mi nombre y le deposite toda mi atención -Verdaderamente sorprendente- dijo entre risas –Tienes una gran imaginación  ¿No es así pequeño?  Jamás se me hubiese ocurrido crear algo como esto.  Eres un pequeño interesante.  Es una gran proeza la que haz realizado.  ¿Ya le has puesto nombre? Deberías hacerlo, creo que le gustaría tener uno, también podrías darle una boca, quizá tenga algo para decirte- ¿un nombre? a si, se va a llamar Apoteo, ya que esa fue mi primer palabra que dije, o al menos eso dicen mis padres, si Apoteo me gusta el nombre pues así se llamara, y con respecto de lo de la boca, nose como hacerle una boca, bueno igual después selo preguntaría a Sarah, pero yo lo único que exprese hacía el abuelo fue una gran sonrisa, y seguí molestando a Zib, pero cuando me quise dar cuenta ya era demasiado tarde, no sabía que el estaba durmiendo y lo desperté- Ups, lo siento- en ese preciso instante me quede dormido. Cuando me desperté vi a muchos abuelos mas que se estaban presentando.
 
Me parecía que Elena se sentía un poco celosa ya que ella no tenía  una mascota -¿Por qué sólo tú tienes mascota? ¿Eh?-
-Bueno, eso es porque yo soy especial - acabe la frase y le enseñe la lengua, después de eso me acerque a Sarah y le pregunte -Sarah, ¿como puedo ponerle boca a Apoteo?-.
 
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10/04/2011, 22:35
Grumman Immelson

Dia 37 a 300
Grummy

El sueño había sido abrumador, la muerte había sido muy real, demasiado, lo suficiente como para que por unas horas el pequeño Grummy se retirase a su interior y se resistiera a hablar. Como cuando era más pequeño, en sus sueños alcanzaba conceptos que su mente aún no comprendía, y a la vuelta de los mismos le quedaban los hilos de una idea que podía tocar con la punta de los dedos, pero nunca terminar de aferrar.

Eso intentó hacer el pequeño hasta que se hizo evidente que del sueño sólo quedaban imágenes inconexas, y como siempre, si algo había aprendido, quedaba oculto tras su consciencia de niño y fuera del alcance de su yo. Despues de agotarse, durmió, esta vez sin pesadillas y profundamente.

Despertó al día siguiente con hambre, y poco a poco se fue adaptando a la rutina. No volvió a hablar del sueño, y si se lo recordaban se limitaba a encogerse de hombros y decir - Estoy vivo ¿Verdad? entonces no importa. -  pero dentro suyo sabía que había sido importante.

El pueblo de los minotauros fue un alivio para todos, Grummy se relajó y se permitió acercarse más a sus compañeros, especialmente a la niñas con las que compartía pocos juegos. Normalmente Zib y Bath lo arrastraban a "juegos de niños" pero Bath se sentía muy a gusto con los niños mino y Zib como siempre lo seguía a todos lados.

Los días pasaron, los sueños volvieron y se fueron y en algún momento apareció la criatura de Bath. Parecía simpática, aunque nunca decía nada, lo malo era que ahora Bath jugaba menos con ellos. De todos modos a Grummy le gustaba jugar con Elena más que con los demás, no porque los otros le gustaran menos sino porque con ella se sentía más a gusto, quiza porque ambos habían llegado con Urokron. 

Poco a poco iba aprendiendo nuevas cosas, nuevos trucos del camino difícil, y sobre todo le gustaba observar a Urokron, aprendiendo sus movimientos cuando era dragón, imitándolos cuando era hombre. En esos momentos la forma que adoptaba en sus sueños adquiría forma y color. Casi le parecía verlo justo fuera del alcance de su vista y podía palpar la textura y el calor de las escamas en el dorso de su mano. Claro que cuando miraba no estaban allí, pero sabía que pronto las tendría, y no cometería estupideces como la del sueño.

El viaje fue largo, sus silencios cada vez mas cortos y espáciados, y para cuando llegaron al templo el pequeño dragón había aceptado que no volvería a ver a su familia. Su primer cumpleaños lejos de ellos fue la marca de su definición, y el Grumman que llegó al templo ya no aceptaba ser llamado Grummy.

Dia 300, Santuario
Grumman

Con ojos asombrados el pequeño observó las puertas deslizarse con apenas un suspiro, las criaturas salvajes que los amenazaban quedaron atrás, y la maravilla reemplazaba por completo al miedo en su retirada. Todo era tan grande que se sorprendió al ver que los recibía un hombre, y no un gigante.

Se encogió de hombros ante las palabras del anciano, no las entendió, o no quizo entenderlas. ¿Que tenía de extraño que él fuera un dragón? Urokron también lo era y a él no le había dicho nada. A Bathory le elogió el  Golem, a Miriel le festejó el parentezco, a Elena le dijo que era casi tan poderosa como un dragón y a Zib... no le dijo nada, como siempre el muy remolón dormía.

Cuando le presentaron a los maestros a duras penas si retuvo sus nombres, aunque sus caras sí se grabaron en su mente. Finalmente llegaron a la casa y, afortunadamente, pudieron relajarse... claro, hasta que Elena comenzó a hablar y Bath le contestó sacándole la lengua.

- Si, parecían interesantes, pero no se si quiera tener uno, quizá son tan feos como Bath. - dijo riendo y guiñándole un ojo a Elena.

Volvía el tema del sueño y nuevamente el encogimiento de hombros.  - Yo ya soy así, pero vivo, y lo que hay que hacer es evitar que Zib aprenda magia. - Dijo buscando pinchar al otro chico, y fracasando rotundamente ante el ronquido que éste dio en respuesta. Hiz un gesto de fastidio y miró a las chicas, parecía que otra vez quedaban ellos solos. - Mañana temprano vayamos a conseguir un guardián para Elena. -  propuso en voz baja - Y si Miriel quiere uno, también.

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14/04/2011, 21:00
Zibwreof Shataer

Dia 37 a 300

Zib

Luego de aquella noche en que los pequeños tuvieron un sueño mas que vivido y real, Zib le habia costado algunos dias olvidar lo que ocurria en aquella batalla. Se habia sentido poderoso, grande y fuerte, pero aun asi, nada habia podido detener una mofa del destino.

Los dias continuarion con la peregrinacion, hasta que llegaron a un extraño poblado donde los integrantes eran diferentes a lo que antes habia visto. Aun asi Bath parecia comodo con esas presencias y Zib no lo comprendia del todo bien. De todos modos, mucho tiempo no estuvieron alli, y continuaron con el camino.

Unos pocos dias despues, Bath volvio a llamar la atencion de todos, tras desaperecer sigilosamente y regresar a los hombros de una extraña criatura. Puede que al principio el pequeño tuviese celos, pero mas bien lo que sentia era una curiosa sensacion. En algun lado, o momento, habia creido ver o sentir el mismo ser, y acompañado de Bathory o al menos una version de el. Aquello tampoco lo entendia, y eso le hacia doler la cabeza, por lo que por momentos trataba de olvidarlo y volver a los juegos cotidianos.

Feralis, Santuario Mental

Día 300, Mañana

Zib

Finalmente, el grupo llego a su destino. Y un majestuoso templo se alzaba ante ellos, aunque Zib no pudo ver demasiado, porque dormia. No fue hasta que Bath lo molesto, que se desperto con un ligero gruñido y entonces para su sorpresa, vio que habian varias y extrañas personas frente a ellos. Asi como su apariencia, sus nombres tambien eran confusos, pero el que le llamo la atencion fue Zsa Zsa, que de algun modo le divertia y hacia acordar al zumbido de las avejas que conectaba automaticamente en su mente con el sabor de la miel. El pequeño se relamio los labios tras ese pensamiento, y ya totalmente despierto, se quedo prestando atencion a la situacion.

Tras aquella singular presentacion, todos fueron invitados a una casa, donde los pequeños pudieron sociabilizar y comparir sus puntos de vistas ante tales nuevas fuentes de informacion.

Elena comenzo mencionando algo respecto a aquel sueño, al parecer compartido, que tuvieron, y la sensacion de recordar que el no habia logrado ser del todo util, a pesar de un notable potencial, le hacia fruncir el seño, pero no fue hasta que Grumman hablo que el respondio con cierto enojo: -Si aprendere magia. Pero creo que tengo que aprender otras cosas tambien. Todos hicimos cosas raras y poderosas, pero creo que esperaba poder pelear cerca y no de lejos. El pequeño se quedo en silencio. Recordaba fragmentos de la batalla y no supo decir que hubiese hecho en lugar de lo decidido, pero sabia que algo se le ocurriria.

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14/04/2011, 21:53
Miriel

Dia 37 a 300
Miriel

Aquel sueño no se le iba de la cabeza a Miriel. No paraba de soñar con todo lo que habia ocurrido: las muertes de sus compañeros, la de los gnolls, los poderes de Grumman y Elena... Pero con lo que mas soñaba, era con aquella mujer en la que se habia convertido durante unos minutos. Una mujer fuerte y segura de si misma, que no necesitaba a nadie que la cuidara, aunque necesito la ayuda de su amiga Elena cuando los Gnolls casi acabaron con su vida.

El tiempo paso, y la pequeña hacia migas con todos sus compañeros. Pero Bath siempre llamaba la atencion y era el más morrudo a ojos de la niña. En cuanto llegaron a una aldea, Bath se hizo amigo de sus habitantes, Miriel se sintio excluida, pero por suerte, los demas también, por lo que tenia con quien jugar. Pero cuando Bath aparecio con una rara criatura, sus celos crecieron más. Deseaba montar en aquella criatura, y crear ella misma otra. Empezo a pensar como podria haberlo conseguido, hasta que desistio. Ninguna de sus ideas parecia funcionar.

Feralis, Santuario Mental
Dia 300, Mañana
Miriel

Al llegar, Miriel no estuvo callada como hacia siempre, sino que tatareaba canciones sin letra, observando todo su alrededor con atencion. Intentaba seguir al grupo, pero muchas veces se atrasaba al detenerse a ver una flor, una planta, un animal o lo que fuese que le llamara la atención. Mara tuvo que ir a buscarle varias veces, hasta que consiguio que la niña no se separara de su lado. En ese momento ya estaban en el interior de las murallas y el señor anciano ya hablaba con los niños. Sus celos crecieron al ver como le felicitaba a Bath por su imaginacion, pero su carita no lo demostraba.

Cuando los ojos de aquel hombre se volvieron amarillos, Miriel instintivamente dio un pasito hacia atras y se acerco mas a Mara. Todavia no sabia a que se referia con el nombre de tigre y su emocion, pero pronto entendio que ella tambien era como él, que aprenderia a convertirse en su forma animal. Mostro una pequeña sonrisa, y escucho lo que decian los niños.

-¡Sí, sí!-exclamo al oir que Grumman prometia conseguir un guardian para ella.-¡Yo te acompañare!

-Yo sere como Miriel mayor pero mucho mejor.-le contesto decidida a Elena.-Quiero aprender algo mas que la espada, como por ejemplo... ¡saber curar! Si todos sabemos como sanarnos, ¡no habra mas muertos!-añadio con una sonrisa, convencida de que así se arreglaria todo.

Luego presto atencion a las presentaciones de los maestros, pero no se quedo con el nombre de ninguno, por mucho que se esforzara.

Notas de juego

Ya esta

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06/05/2011, 20:45
Director

Feralis, Santuario Mental

Año 4 día 16

 

Aquel día pequeños y adultos pudieron discurrir libremente por el santuario teniendo únicamente restringido el acceso al Templo.  Cada uno se movió de forma independiente demostrando así cuales eran sus intereses, al principio lo hicieron con cierta timidez, transitando en grupo y no alejándose demasiado de lo adultos, pero luego, a medida que comenzaron a sentirse más confiados se aventuraron con soltura.

No pudieron ir en busca del guardián para Miriel pues las puertas que conducían a los patios interiores se hallaba cerradas a cal y canto, sin embargo esto no les impidió corretear y maravillarse con los movimientos marciales de los mayores.

A la mañana siguiente los adultos, incluido Urokron, debieron abandonar el templo.  Aquello provocó diversas reacciones en los niños que ya se habían encariñado con los mayores, sin embargo el que más sufrió la separación fue Zib pues hasta el momento era el único de los pequeños que no se había separado de su madre en aquellos cuatro años.  Por esta razón su llanto fue el que más se prolongó y su estado de animo decayó tanto que afectó incluso aquello en lo que más se destacaba, dormir. 

Zib extrañaba el calor que el cuerpo de Sarah le brindaba por las noches, extrañaba sus mimos y su preocupación, pero sobre todo extrañaba sus palabras, pues el sonido de su voz era tan dulce que el pequeño niño-oso no podía evitar sentir el sabor de la miel en su paladar cuando la escuchaba hablar.  Así, sin miel ni madre, sólo a excepción de sus compañeros y la creación elemental de Bath, Zib llego a comprender aquello por lo que sus amigos habían pasado para llegar allí y en algún lugar de su mente se preguntó por qué y sobre todo, se preguntó si valía la pena.

Aquella experiencia, junto con la vida que llevaron en el santuario, moldeó el carácter de los pequeños volviéndolos un poco menos inocentes y quizás algo más serenos y meditativos.  En aquel lugar los días eran una rutina estricta, por la mañana se levantaban temprano, incluso antes de que el sol asomara por sobre los enormes árboles de la jungla y comenzaban un arduo entrenamiento físico destinado a fortalecer tanto sus cuerpos como sus mentes.  Las enseñanzas los preparaban sutilmente para comprender y utilizar la elasticidad de los principios que regían a la creación.  La práctica física fortalecía sus cuerpos haciendo que estos dependiesen menos de la energía sagrada que los animaba.  Flexiones de brazos, abdominales, caminatas y carreras eran acompañadas con la practica de un antiguo arte marcial conocido por pocos y dominado sólo por unos cuantos.  En todo momento se les exigía conservar la concentración y focalización en la tarea que estaban llevando a cabo, se les exigía mucho pero a cambio, quienes lograsen pasar a la siguiente etapa recibirían un premio más que satisfactorio.

Finalizada aquella etapa del entrenamiento se les permitía ingerir un escueto desayuno que consistía en una especie de potaje caliente y pan hecho sólo con harina, leche y manteca.  Luego todos y cada uno de los alumnos se sentaban en el suelo y meditaban durante algunas horas, despejaban sus mentes, dejaban fluir sus preocupaciones y armonizaban el flujo energético que circulaba tanto en el interior de su cuerpo como a su alrededor.  Aquella parte era una de las que más le costaba al joven Zib pues casi siempre solía dormirse y despertaba sobresaltado por los codazos que Bath le propinaba cuando empezaba a roncar.

El tiempo transcurrió con una constancia aplastante, pronto a los ejercicios físicos y mentales se sumaron estrictas clases donde se enseñaba a los alumnos diversos conocimientos.  Aprendieron sobre el uso de varias plantas y de cómo lograr con ellas algunos preparados que aceleraban o permitían la sanación del cuerpo, también aprendieron cuales eran comestibles y cuales no, cuales podían intoxicar a una persona y cuales podían utilizarse para detener y paralizar los músculos de sus enemigos.  Aprendieron también a escribir y leer, algo que en Feralis, y sobre todo en los humanos, no era para nada común.  Se les enseñaron también los diversos accidentes geográficos y las costumbres de típicas tanto de licántropos como de humanos, oyeron hablar de la raza maldita y en las clases de historia aprendieron sobre los antiguos reinos humanos y sobre aquella época dorada y pacífica donde hombres y licans convivían en armonía y paz.

Sólo cruzaron a “Los Maestros” en esporádicas ocasiones y, hasta el momento, no tuvieron oportunidad de intercambiar con ello más que un par de miradas cuando los veían realizando prácticas con estudiantes más avanzados que, por otro lado, no eran muchos y que, al alcanzar la adultez, dejaban el santuario para no volver.

Al alcanzar los siete años de edad el entrenamiento marcial incluyó el uso de diversos tipos de armas.  Espadas, arcos, alabardas, hachas y otras tantas conformaban el conjunto del armamento utilizado.  Desde ese momento el avezado ojo del maestro de armas comenzaba a prever las inclinaciones de cada uno de sus nuevos discípulos, haciendo que sus enseñanzas se adaptasen para que cada uno recibiera un entrenamiento adecuado a las capacidades innatas que poseían.  De entre ellos, en el combate con espadas, destacaba un pequeño llamado Dimas que había llegado al templo un año después que ello y tan sólo quince día antes que el niño perro al que llamaban Markus. El resto progresaron más o menos en igual medida a excepción de Zib que por su carácter remolón y despreocupado se mantuvo siempre algo rezagado respecto de sus compañeros.

 

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07/05/2011, 00:09
Bathory Iman

 Feralis, santuario mental


Año 4 día 16

Bathory Iman

Aunque me había molestado mucho que Sarah  no me hubiera contestado a la pregunta que le hice, no me enfade ya que no soy rencoroso y menos con la madre de un amigo, los días siguientes fueron muy similares, y ya había pasado mucho tiempo desde lo del sueño compartido y yo le seguía dando vueltas, y sorprendido por lo de Apoteco (mi elemental) como siempre yo le seguía molestando a Zib cada vez que se iba a dormir, y el se enfadaba mucho. Nunca me separaba mucho del grupo que habíamos formado entre los pequeños, ya que todos nos llevábamos bien, unos mas que otros, pero en definitiva bien, yo cada vez me sentía mas seguro al lado de Apoteco, y iba dejando cada vez mas de lado a mi grupito de amigos, pero a pesar de eso mi relación con Zib cada vez se estrechaba más.
 
Uno de esos días los adultos se marcharon, yo no sabía el porque, y eso nos deprimió a todos, pero especialmente más a Zib, que hasta llego a llorar. Yo por lo menos seguía conservando a Apoteco, una gran alegría, ya que es como un padre para mi, desde el primer día que llegue al templo y el anciano me dijo que porque no le puse boca, me quede dándole vueltas a eso, e intentando concentrarme y de repente estirar las manos hacía él, pero no pasaba nada, después de eso le metí la mano adentro de su cabeza llena de aire, moviendo la de un lado para otro intentando ponerle una boca, pero fracasaba y mi ultimo esfuerzo fue ponerle un palo, pero se caía, hasta que me di por vencido, ya que yo pensaba que después tendría el poder suficiente, como en el sueño. Yo veía que habían mas niños, algo raro, seguro que habrán venido por dragón, o por suelo, pero cada vez que veía mas niños me volvía mas competitivo, y siempre echándoles miradas malas para que les enfunda miedo.
 
- Vamos Zib, levantateeeeeeeee (le grite al oído) ya es la hora del entrenamiento arriba, arriba, arriba...- lo que mas me gustaba era el entrenamiento, ya que eso era para hacerme mas fuerte, y me esforzaba al máximo, llegando a hacerlo como uno de los mejores, siempre hacía todo lo que el maestro me decía, nunca fallándole en nada, lo que mas me gustaba era la parte de las artes marciales, ya que era lo que se me daba mejor, igual que los movimientos con las espadas de madera, pero eso no me importaba, ya que algún día lo haría con espadas de verdad, y lo que aveces me pasaba, que era algo muy raro es que en ocasiones sentía mas fuerza de la habitual, e incluso también en ocasiones me dolía la frente, llegando a sentir dos bultos, algo bueno lo de la fuerza, ya que aprovechaba esas ocasiones para molestar a Zib, y el casi sin poder defenderse, pero lo de los bultos me molestaba un poco, llegándome hasta el punto de irritarme, pero lo que se me daba peor era la parte de pensar, (aunque no era tan malo ya que sabía planear estrategias) y la de la botánica.  
 
Otra de las cosas que mas me gustaba era tomar ese potaje raro que te asía sentir mejor, y relajarte y armonisarte con el medio y dejar fluir la energía.O no, otra vez no, Zib se había vuelto a dormir - Pst, pst, hey, Zib, despierta (codazo), no te duermas mas- le dije en un suave susurro, de seguro el maestro nos había escuchado, pero no quería interrumpir la clase, y ademas como a mi me resultaba fácil relajarme, eso me sumaba puntos para no regañarme.
 
Las clases de conocimientos no me gustaban para nada y me aburría, yo solo pensaba en el combate. No sabía mucho de las plantas, pero no era un bobo y me daba para poder llegar a aprobar. Hoy tocaba el tener que comer una hoja sanadora, pero no te podías equivocar, yo me puse en grupo con Zib y como no me enteraba de cual de las hojas era la sanadora, le di una al azar, y se comió la paralizante, quedo 1 hora tirado en el suelo sin poder moverse - Ups, lo siento, culpa mía, culpa mía-.

 En clase de armas podíamos elegir cualquier tipo de arma de acorde con nuestras habilidades a mí me iba mas la espada así que la escogí, y empece a practicar, en la clase había un niño llamado Dimas, un gran espadachín incluso mejor que yo, su nombre me parecía familiar y también el de otro niño, Markus, no tenía ni idea pero le resultaban familiar, fue entonces cuando decidió contarselo a Zib, fui hacía el y le dije - Hey, ¿no te resultan familiares los nombres Dimas y Markus?-. le dije esperando obtener una respuesta rápida y sencilla.
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07/05/2011, 01:27
Elena

Elena

Feralis, Santuario Mental

Año 4 día 16

Los años pasaron como gotas, despacio pero seguros, abriéndose camino a través del río del tiempo. Cada vez nos enseñaban más cosas. Las clases eran variadas: desde lo físico a lo espiritual. Todo contemplado por estas gentes que nos tenían viviendo en el templo.

Lamenté la pérdida que Zib tuvo cuando Sarah se fue. Noté en él los rastros de ausencia que hubo en mí. Era un recuerdo de mis papás, de mi isla, de mi mundo ahora escondido en el fondo del mar.

-Hay que seguir -le dije un día y es que ya era una filosofía de vida. Ser como el agua, moverse, transformarse, adaptarse. 

Sobre nuestros días, cada vez me hacía más amiga de Miriel, pero no por nada en particular, o quizás por ser la única niña junto conmigo. Los demás eran también importantes para mí, mucho, sólo es que con ella tenía toda la confianza para hablar de todo. Era bueno.

Respecto a las clases, me encantaba la de meditación. Cerrar los ojos y vislumbrar esos rincones que la mente cobija, encontrase consigo misma. Era maravilloso. Amaba imaginar mundos, lugares de paz y tranquilidad. Me gustaba pintarlos de azul y volar en ellos con mi cabeza. La clase física también me agradaba, pero no tanto. Sin embargo notaba su utilidad, todo lo que me enseñaban era importante. Sobre las artes marciales, aún me salían bastante rudas pero me destacaba por la elasticidad. Respecto a las armas, supe cuál sería mi preferida ni bien posé mis ojos en ella.

-Ésta -dije, como si el arco hubiese pronunciado mi nombre. 

-Ésta es mía y yo soy de ella -el arco para mí era femenino y tenía un nombre particular que le adjudiqué "Erina". En mi cabeza ella era una guerrera que volaba por los aires con velocidad en forma de flecha.

Además me encantaba ver el agua, cuando tenía que pasar por un arroyo, podía estar largos minutos contemplando cada rayo de luz atrapado entre sus aguas.

-Es mágica -le decía a Miriel señalando el líquido. 

-El agua está hecha de magia... magia de vida.

Dije y luego entre risas nos salpicamos. Eran momentos de plena felicidad. 

"Espero que duren", pensé... pero lo dudaba.

 

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07/05/2011, 10:36
Miriel

Feralis, Santuario Mental
Año 4 Dia 16
Miriel

La niña de pelo blanco y negro salio al patio. Llevaba unos pergamino y una pluma con un tintero que habia conseguido que le prestaran pocos minutos antes. Se sento en la humeda tierra frente al bosquecillo que limitaba el Santuario y metio la pluma en el tintero, dibujando unas rayas muy finas en el pergamino. Formo un cuadrado en el centro, y escribio: "Santuario". Otras rayas mas finas rodeando el cuadrado principal.

-¿Bosque se escribe con b o con v?-pregunto. Se dio la vuelta y vio que no habia nadie mas con ella. "Vaya. Pensaba que estaba Elena."penso mirando a todos lados. "Seguramente estara otra vez en el arroyo" se dijo a si misma levantandose. Casi siempre iba alli para reflexionar, y otras veces la acompañaba ella y jugaban chapoteando en el agua. Miriel se levanto la larga camisa blanca hasta la altura del ombligo, dejando ver mas pergaminos atados a un cinto que ocultaba debajo de sus ropas. Eran su secreto. Su mas guardado secreto. Siempre dibujaba mapas, algunos como les enseñaban y otros imaginandose su mundo perfecto. Tenia uno del interior del Santuario, otro de los alrededores, y otro, su preferido, era el de su primer hogar. En el que ella se habia criado junto a sus padres y al que deseaba volver cuando fuera mas mayor para enseñarles a sus padres todo lo que habia aprendido.

Acaricio el papel de los suaves manuscritos, algunos mas viejos que otros, y guardo el que estaba dibujando en ese momento. Luego miro recelosa a todas partes, y una vez asegurandose de que no habia nadie, camino por el sendero hasta el arroyo. Por el camino miraba las plantas, intentando recordar lo que habia aprendido, sin tocar ninguna. No queria que le pasara como al pobre Zib, que quedo paralizado por la culpa de Bath por no saber distinguir las plantas. No pudo evitar una pequeña sonrisa al recordar a Bath intentandose disculpar ante Zib, que pareceria dormido sino fuera porque tenia los ojos abierto. Pero de ellos 5, Zib era el que mas le daba pena. Despues de que nos dejaran los adultos, el no paraba de llorar, porque el habia sido el ultimo en separarse de su familia. Miriel le habia regalado un retrato dibujado muy torpemente de su madre, para que se sintiese mejor, pero no sabia si le habia ayudado o empeorado.

Otra de las cosas que mas le gustaba de las clases era la lucha con armas. Habia intentado manejar el arco, pero no era muy buena. Pero sin embargo, si que era buena lanzando dagas o luchando con la espada, aunque le daba algo de rabia que Dimas le superara. La clase de meditacion era una de las que peor le salia. Al contrario que Elena, que no paraba de aprender filosofia, Miriel no acababa de entender para que servia la clase. Sin embargo, se esforzaba por darle algun significado filosofico a las cosas que le rodeaban, sin exito.

Ya habia llegado al pequeño rio sumisa en sus pensamientos. Se arrodillo en la orilla, y contemplo su rostro en las cristalinas aguas.

-¡Eh!-dijo tocandose el pelo.-¡Se me ha vuelto a cambiar de color el pelo!-refunfuño. Le gustaba mas su color natural moreno, y no ese color blanco con mechas negras que a veces le aparecia. Se dio un par de palmadas en la cabeza, como intentando volverlo a su color original.

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09/05/2011, 22:36
Zibwreof Shataer

Todo ser en el universo tiene a priori las mismas posibilidades que el resto. La vida misma a traves del tiempo se encarga de marcar y pulir diferencias entre los semejantes. Cada pequeño que conformaba el grupo habia tenido que sufrir desde muy temprana edad. Muchos de ellos vieron de cara a la muerte y se vieron obligados a sentir lo que es la soledad y la falta del ser que los trajo al mundo. Aquellas serian huellas que marcarian a cada uno de una forma diferente. Algunos lo verian como fortalezas otros como debilidades, y todos tendrian la posibilidad de elegir como seria su futuro.

Zib no fue la excepcion, aunque si fue al que mas tarde le llego la prueba. Aquello, visto de una manera podria parecer una bendicion, visto desde otra una desgracia aun mas grande que las del resto. Siendo el hijo de una mujer poderosa y orgullosa, pero a su vez dueña de un corazon noble y amable, muy a pesar de su conciencia, no podia preparar de ninguna manera lo que el niño oso tendria que aprender cuando ella no estuviese. Se equivoco de sobremanera, pero no hay manera de culparla. Nadie esta listo para separarse de sus hijos a tan corta edad.

Cuando esto ocurrio, Zib no comprendia. Sabia que tanto su madre, como tia, incluso Urokron, eran diferentes. De alguna manera como ellos mismos. No comprendia porque no podian quedarse. Compartir las lecciones. Jugar juntos un poco mas. Convivir un poco mas.

La unica manera que un niño pequeño muchas veces encuentra para expresar sus incertidumbres es mediante el llanto. Zib se sentia abandonado. Poco comprendia del porque de aquel viaje, de aquel templo y las extrañas personas que lo formaban. Apenas encontraba compañia en sus compañeros y amigos, y en Bath a quein consideraba un hermano. Pero es que siendo todos tan chicos, no podian mas que aceptar el mundo de los adultos y seguir adelante. Y asi se lo habia aconsejado Elena. Seguir adelante. De la misma forma Miriel habia hecho un retrato de su madre, que por mas imperfecto y distinto a la real, Zib encontraba el mismo fascinante.

A pesar de las palabras y gestos de apoyo por parte de sus compañeros a Zib le costo trabajo acostumbrarse a la idea de no tener mas a su madre ni ningun adulto conocido y confiable cerca. Los primeros dias perdio el apetito y por las noches temia irse a dormir solo y despertar de la misma manera. Finalmente se quedaba dormido, tras el cansancio, y es cuando recobraba fuerzas. Porque en el mundo onirico, el pequeño no se sentia tan solo. La imagen de un hombre adulto lo acompañaba, y aunque no lo reconocia le resultaba familiar, y aquella sensacion lo hacia sentirse fuerte y lleno de vida. En muchas ocaciones tambien soñaba con su madre, aunque no era exactamente de forma fisica que la veia, la podia recordar a traves de los sentidos. Su dulce y reconfortante aroma. Su tacto suave, calido y amoroso. El vibrar de sus palabras, que casi siempre carecian de sentido, pero hacian que el estomago se le calentara y llenara como si al beber un te con mucha miel se tratase.

Y su imagen. En contadas ocaciones podia incluso soñar con su madre, tal y como la recordaba. En esos momentos Zib descansaba muy bien y al despertar y ver el dibujo de Elena, procuraba recordar a su madre y plasmar aquellos calidos sentimientos en su corazon y mente. 

Y entonces, muchas veces, al despertar, mas bien al ser despertado por sus compañeros, dado que ya era la hora, tenia la sensacion de haber pasado la noche con su madre. Aquello lo reconfortaba de sobremanera, y le servia para seguir adelante. Aunque a veces en verdad la extrañaba de forma fisica y real, se habia hecho a la costumbre de cerrar los ojos y sentirla dentro de su ser.

Por esa epoca, Zib se dormia bastante, a veces por querer estar mas tiempo con su madre y las cosas que evocaban sus recuerdos sensoriales, y otras para conocer y aprender mas sobre aquel hombre, que tambien lo reconfortaba. Por lo general, cuando soñaba con el segundo, se despertaba y sentia un fino pelaje en sus brazos, piernas y pecho. Aunque este parecia desaparecer con el transcurrir de los dias sin dejar rastro alguno.

Con el pasar de los años, Zib se dio cuenta que aquellos sueños eran mas recurrentes durante las epocas donde la nieve caia. Su cuerpo se volvia mas pesado y receloso, e incluso su mente parecia menos propicia para aprender y prestar atencion. Aquello lo llevaba, en varias ocaciones, a quedarse dormido, y no siempre encontraba la compañia de su madre en esos momentos.Sin embargo, muchas veces, despertaba o eso creia, de forma mas salvaje y primitiva. Segun podia entender, durante las epocas de invieron, un fino pelaje le crecia en brazos, piernas y pecho. Aquello lo protegia del frio, aunque no tanto como hubiese querido.

Por el contrario, durante las epocas de calor se sentia mas vivo y con energia, incluso de mejor humor. Podia aprender mejor durante las clases, meditar sin quedarse dormido y hacer uso de su fisico, de manera mas agil y fuerte. Tardo 3 años en darse cuenta de aquel patron, y no fue hasta que tuvo nuevamente aquel sueño de las lunes y ver su rostro peludo, con ocico y pronunciadas orejas, reflejado en el agua que lo comprendio. Es por eso que desde aquel momento, su mayor preocupacion fue haber encontrado aquella suerte de debilidad. No podia permitir que algo tan universal como el clima le afectara de aquella forma. Y en la meditacion fue que encontre la manera. Mediante este camino, podia siempre recrear en su mente el ambiente propicio que su cuerpo exigia, y aunque no se comparaba con el natural, en varias ocaciones le ayuda para sobrepasar el desgano y le pesadumbre que el frio le contagiaba.

Aparte de las clases de meditacion, que le gustaban mucho y se esforzaba bastante, sobretodo para poder evocar concientemente lo que queria y desesaba y a su voz, saber sortear las complicaciones del inconciente de una manera mas despierta, tambien las clases fisicas le divertian muchisimo, siempre y cuando estuviese dispuesto a ello.
Aunque sabia de la utilidad de las armas, y veia con aprension la destreza con la que Elena se manejaba con el arco, al principio a Zib le gustaba mas prepararse pura y exclusivamente con el cuerpo. Le gustaba, cuando asi lo sentia, hacer pruebas de fuerza y resistencia, no tanto asi como de velocidad, donde se cansaba con mayor facilidad. Pero en lo que a fuerza bruta se trataba, le divertia y agradaba mucho superarse dia a dia. A pesar de su corta edad, Zib ya alcanzaba un metro cincuenta y ocho de altura y pesaba alrededor de sesenta y dos kilos.

Con Bath las cosas parecian por momentos muy bien y por momentos no tanto. Seguian tan unidos como siempre y con el pasar de los años, las bromas subian de tono, pero aquello solo llevaba a divertidas y dolorosas riñas que en pocos dias pasaban. Sin embargo, por momentos Zib preferia estar apartado del resto, meditando, para combatir las bajas temperaturas. Aquello a veces le tomaba mas tiempo del que creia, pero no se sentia mal, sabien que el resto del grupo tenia donde buscar compañia.

Mientras los jovenes se iban adiestrando y perfeccionando en las armas que habian elegido, Zib seguia sin dar con un arma adecuada para su fisico. Ninguna arma arrojadiza, incluyendo un arco, se le daba bien con tan grandes y torpes manos, y las espadas, le parecian carecer de sentido. Necesitaba de algo mas contundente, y en todo lo que podia pensar era en sus brazos, que si bien aun estaban en desarrollo, sabia, presentia, que los podia hacer mucho mas grandes y fuertes, e incluso peludos.

Sin embargo, una vez mas, mediante un sueño, Zib recordo aquella mejestuosa arma que una vez, o al menos eso creia, porto. Si bien, nunca la habia podido usar, sabia que era su suya. Que le pertenecia. Algo asi como el "bichito" de Bath, que tampoco se comprendia, pero que era suyo, desde incluso antes de su existencia.

Asi que cuando Zib meditaba, procuraba tambien pensar en aquella arma. Pensaba en su forma, su textura, su peso. Era poco lo que recordaba y mas bien lo atribuia a su imaginacion, pero la viva imagen de el mismo portando aquella pesada y devastadora arma, lo animaba y se permitia volar y crearla en su mente.

Otra de las materias que aprendian en el templo era herbologia, y junto a Bath, era una de las que menos le interesaba. No sabia si era porque no le agradaban del todo las plantas, mucho menos despues de quedar paralizado por culpa de una de ella y Bath, por que le daban hambre o porque simplemente al distraerse, y encontrar a Bath tambien distraido, se molestarian mutuamente y pasarian el tiempo de esa forma en lugar de aprender la importancia de las distintas hierbas y sus usos.

Ya habiando transcurrido algunos años desde la llegada al templo, y Zib mas interesado en las armas, o mejor dicho, en su arma, decidio describir dicho objeto a quien les enseñaba el arte de las peleas, y asi seguir sus corazonadas y su imaginacion. Se trataba de un hacha de dos manos, y muy a pesar de que no era como la recordaba, le gustaba el uso que le exigia, al tener que emplear sus dos manos y poder dar fuertes estocadas desde la direccion que el creyera conveniente.

Notas de juego

Perdon por el post onda tirabuzon, pero es que queria plasmar varias ideas y conceptos que no supe muy bien como conectar. Cualquier cosa cuando tenga mas tiempo lo reviso y corrijo si me hace falta.

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23/05/2011, 14:09
Director

Feralis, Santuario Mental
Año 7 Dia 1

Todos habían cumplido ya los siete años de edad.  Había pasado ya mucho tiempo desde que trabajasen las mismas rutinas una y otra vez sin salir siquiera una vez del templo.  Comprobaron que a medida que pasaban los años eran menos los alumnos que quedaban y finalmente comprendieron que al cumplir tres veces siete años de entrenamiento, las puertas del templo se abrían para absorber por siempre a un nuevo septeto de jóvenes.  Algunos de los pequeños se asustaron, hoy se iría un nuevo grupo y entonces sólo quedarían catorce alumnos, siete que ahora rondaban los catorce años y ellos, siete años menores.  Dragón, Miriel y Elena, de mente más aguda que Bathory y Zib, se percataron de este detalle así como también de la importancia del numero siete dentro de lo ritos de la hermandad.  Siete eran los templos, cada uno dedicado a un principio, Siete eran los integrantes de cada uno de los grupos que eran entrenados, Siete los años que separaban cada una de las graduaciones.  Siete eran también las horas de la mañana, Siete las de la tarde y catorce las de la noche divididas en dos períodos de Siete horas llamados Primera y Segunda noche respectivamente.  Según contaban las leyendas el período más peligroso del Ciclo, donde las fuerzas obscuras se hacían más poderosas , iba desde la mitad de la Primera Noche hasta la mitad de la Segunda.  Algunos de sus maestros decían que esto era mentira, que aquellas fuerzas eran igual de fuertes a todas horas y que, al igual que sucedía con ellos, sólo importaba cuan fuerte fuese su voluntad y su conexión con su espíritu.

Siguiendo con el análisis de aquel místico número, Siete también eran los días de la semana, Siete las semanas que comprendían un mes y Siete los meses que comprendían un año.

Pero aquel día era especial aquel día no sólo se despedía al mayor de los grupos sino que además se los honraba a ellos, a los pequeños quienes habían finalizado ya el primer ciclo.  Por supuesto que no podrían entrar al templo, no hasta completar el tercer ciclo, pero también recibían su homenaje.  Aquel era también el día de Zib, Bathory, Miriel, Elena, Grumman, Dimas y Markus, porque aquel día era el día en el que alcanzarían completa comunión con su espíritu animal.

 

Veintiún alumnos se formaban en las escaleras que conducían al templo principal de acuerdo al ciclo en que se hallaban.  Veintiún años rondaban los primeros, catorce los segundos y siete los integrantes del último septeto.  Delante de ellos, formados en dos hileras se hallaban el instructor herrero, el talabartero y el historiador a la izquierda.  A su diestra estaban el marcial, el escritor, quien se había encargado de formarlos en cuanto al conocimiento de las lenguas escritas y orales de Feralis y también allí el herbalista quien les había explicado los rudimentos de aquella ciencia que podría resultarles de los más útil.

Las puertas se abrieron y uno a uno fueron saliendo los místicos personajes que les dieran la bienvenida el primer día que pusieron un pie en aquella fantásticas construcción.

Una vez todos estuvieron presentes comenzó el homenaje a los que partirían.  El Maestro invocador llamó a extrañas aves que entonaron sus trinos, los instructores, al menos algunos de ellos, tocaron diversos instrumentos que se sumaron a la música de las aves acompasándose en una bella y rítmica melodía.  La celebración con bailes, muestras de destrezas y cantos duró hasta el comienzo de la tarde, luego los Sumos Maestros hablaron personalmente con cada uno de los graduados, les abrieron las puertas del templo y les permitieron ingresar.  Un vez los pórticos del Templo se hubieron cerrado detrás del último alumno que comenzaba a convertirse en Maestro llegó el momento de ellos, el momento de los pequeños.  Los siete pequeños avanzaron hasta el centro de una estrella de cinco puntas que se hallaba tallada en el suelo conformada por una especie de cristal por el que parecían fluir diversas energías lumínicas cada una con su propia tonalidad, el resto de alumnos, instructores y maestros se formaron en círculo rodeando la enorme talla.

 

El primero en cambiar fue Markus, el niño perro se convulsionó y lentamente su cuerpo comenzó a transformarse.  El pelaje que cubría su cuerpo comenzó a hacerse menos denso, sus piernas cambian de forma, se hacían más rectas y su rostro cánido comenzaba a esconder el hocico mientras sus colmillos se volvían menos agudos.  Su cara se despejó de bello, sus ojos perdieron su tonalidad amarilla y adquirieron una verdosa, sus orejas puntiagudas se retrajeron y redondearon colocándose a ambos lados de su cabeza, su postura se volvió más erguida  poco a poco el hasta entonces niño perro se convirtió simplemente en un niño, nada lo diferenciaba ahora de Zib, Bathory o Grummy, nada excepto los rasgos innatos de cada uno, los mismos que diferenciaban a los hombres entre sí.  Antes aún de que tuviesen tiempo de asombrarse Elena comenzó a cambiar, su piel se torno mucho más tersa a medida que adoptaba un color gris, su boca se estiró como si formase una especie de pico y de su columna creció una cola que terminaba en una potente aleta.  Su cuello perdió algo de movilidad costándole mirar hacia los costados, una protuberancia en su frente le permitía proyectar ondas sonoras que le darían la habilidad de ver sin utilizar sus ojo, no sabía como había adquirido aquel conocimiento, pero no dudaba de su veracidad.  Se sintió torpe, lenta y supo que aquella forma estaba hecha para el agua y no para la tierra.

La niña delfín miró a su diestra girando parte de su cuerpo y vio a Zib, sus manos crecían, se hacían grandes, también lo hacía su estatura, su pecho se hinchaba y comenzaba a llenarse de un largo pelo marrón.  Sus manos ahora se habían convertido en fuertes zarpas y su rostro había adquirido un dejo osezno con mandíbulas movidas por poderosos músculos y afilados dientes tan capaces de desgarrar la carne como su Garras.

La transformación continuó ahora en Miriel, su cabello se volvió negro con manchas blancas ¿o era blanco con manchas negras? Era difícil de precisar, sus pies y manos se transformaron, su postura se encorvó un poco y descubrió que con sólo pensarlo podía extraer poderosas garras de entre sus dedos que convertían tanto a sus manos como a sus pies en armas letales.  Su rostro se redondeó, su nariz se transformó en una especie de triángulo invertido y pudo apreciar muchos olores que antes se le escapaban, sus ojos también cambiaron, ahora eran capaces de recibir más luz, su pupila se volvió vertical y fue capaz de percibir muchos, muchos más detalles que antes, le creció también una cola que la ayudaba a equilibrar sus movimientos y a diferencia de Elena se sintió mucho, mucho más ágil que antes.  Intento hablar pero en su lugar emitió una especie de rugido, delicado, como su voz pero rugido al fin.

Ahora cambiaba Grummy, su cuerpo parecía solidificarse mientras poderosas escamas crecían en su piel, se volvía fuerte, no sólo en su cuerpo sino también en su mente, comenzaba a comprender las cosas de otra forma, comenzaba entender el mundo desde lo que significaba para un dragón.  Un poder ancestral creció en el, un poder potencial pero poder al fin, se sentía nacido de aquella poderosa energía que lo envolvía y lo formaba y comprendió que tanto el como sus amigos eran todavía cachorros, pero que un día alcanzarían la adultez y con ella llegaría una nueva forma.  Comprendió que su vida se extendería por siglos si algo no acababa con el en la batalla y comenzó a vislumbrar que el destino de Feralis se hallaría atado al suyo propio, de alguna forma el era todos y todos eran él.  Le resultaba difícil comprenderlo si intentaba usar su mente humana, pero lo comprendía perfectamente cuando pensaba como Dragón.  Instintivamente miró a Bathory, las energías comenzaban a confluirse en él alertando al Grumman del inminente cambio.

Bathory gimió al ver como el suelo comenzaba a alejarse, primero creyó que se estaba elevando mas luego comprendió que estaba creciendo.  Sus pies se transformaron en poderosas pesuñas que rasgaban la piedra, su pecho creció más aún que el de Zib o el de Grumman, sus brazos se hicieron fuertes la igual que sus piernas, su cuerpo se cubrió poco a poco de una piel gruesa y un pelo de tintes negros, su cara cobró rasgos bovinos y en su frente crecieron poderosos cuernos.  Se sentía poderoso, fuerte e indecible.  Instintivamente miró a Apoteo y para sorpresa de muchos aquella criatura también cambió adquiriendo lo rasgos bovinos de Bath aunque manteniendo sus propiedades elementales.

De repente y casi al unísono todos se volvieron hacia Dimas, Grumman pudo sentir un gran aumento en la energía que rodeaba al pequeño, similar a la que presintió en las anteriores transformaciones, sin embargo nada ocurrió.  Dimas siguió siendo simplemente Dimas, al menos en apariencia.

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26/05/2011, 19:11
Elena

 Feralis, Santuario Mental
Año 7 Dia 1

Elena

Había entendido cómo funcionaba ésto. Cuando pasaban tres veces siete años las puertas del templo se abrían para dejar salir a los que ya sabían sus artes y recibir a un nuevo grupo de iniciados. A nosotros nos faltaba mucho camino, sí. Teníamos apenas siete años, algunos ocho, en realidad no estaba segura de la edad de todos mis compañeros. Hoy era un día importante, pues un grupo se iba y cada vez eramos menos en el templo.

Me dí cuenta entonces de cuál importante era este número, el siete: siete templos, siete integrantes de los grupos entrenados, siete años separando cada una de las graduaciones, y hasta el tiempo se dividía en siete. Se decía que la hora más peligrosa se producía desde la mitad de la Primera Noche hasta la mitad de la Segunda, justamente también en siete se dividían, separadas por dos períodos.

-Interesante...

Dije para mí misma a medida que pensaba en todas estas cosas. 

"Siete meses, siete semanas..."

Entonces me puse erguida, recordando en dónde estaba. Hoy también seríamos honrados, después de todo habíamos llegado a la primera parte de un ciclo.

-Vean, de a poco nos iremos convirtiendo en personas poderosas, y deberemos ser responsables de eso.

Era verdad, poder y responsabilidad se tomaban de la mano. 

Estábamos formados en un orden especial: veintiún alumnos formados en las escaleras, en relación al ciclo en el que se hallaban. Pronto, la puerta se abrió y salió de allí uno de los hombres que nos recibió el primer día en que llegamos a este mágico lugar. Una sonrisa iluminó mi rostro recordando ese momento. Ahora el día en que haríamos una comunión con nuestro espíritu animal. Algo muy importante para todos nosotros.

Ví al maestro invocador llamar a extrañas aver que llenaron de magia el aire con sus melodiosos trinos, y como los músicos acompañaban tocando sus instrumentos y había bailes y danzas. Luego nos hicieron entrar al templo, uno a uno. Mi corazón se llenó de una emoción impresionante a medida que el momento se aproximaba. Avanzamos entonces hacia una estrella de cincos puntas que había tallada en el suelo, y ahí fue que lo verdaderamente interesante ocurrió.

Ví a Marcus cambiar y mi rostro de asombro era evidente pero cuando llegó mi turno, nada lo superaba. Mi piel se volvía algo grisáceo, sentí como mis piernas se unían formando una magnífica aleta; la boca se estiró hasta hacerse una especie de pico largo. El cuello se hizo más rígido, torpe para este mundo. Con mucha rapidez comprendí que esta forma era para el agua, aquí me serviría de muy poco. También supe que podía emitir ondas sonoras, ¿quizás con mi frente? que me ayudarían a localizar mi posición.

Y entonces ví las otras transformaciones. Ninguna era menos que excepcional. Ví las garras de Miriel, las zarpas de Zib, las pezuñas de Bathory y su enorme pecho. Cada uno de nosotros se asemejaba a un animal pero seguíamos conservando rasgos humanos. Era maravilloso.

Entonces tocaba el turno de Dimas y todos miramos hacia él, pero nada ocurrió. Es decir, había una gran energía que manaba de nuestro compañero, pero más que eso seguía siendo el mismo; al menos en apariencia.

-¿Qué significa lo de Dimas? -pregunté, esperando poder hablar puesto que era la primera vez que lo intentaba en esta forma. A su vez, intenté volver a ser solamente humana puesto que, como bien lo había comprobado, esta bella forma no era útil en tierra, en donde me hacía sentir bastante torpe y tiesa.

De todas formas estaba más que feliz.

Era algo que tenía que ocurrir... era ¿el destino?

 

 

 

 

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27/05/2011, 13:31
Bathory Iman

 - Hey, Zib ¿sabes porque siempre llegan y se van chicos cada cierto tiempo?, yo no me entero de nada, pero me parece que hoy es uno de esos días, estoy un poco nervioso, porque según los maestros, hoy era el día en el que alcanzaríamos la completa comunión con nuestro espíritu . ¿No crees que el entrenamiento de ayer fue un poco duro?- dije cambiando de tema.Siempre hacíamos lo mismo, me gustaba, pero también me hubiese gustado cambiar un poco de rutina, para variar un poco.

 
Me parece que el 7 tenía que ver con algo, pero no me daba cuenta de qué, -bueno si no me acuerdo es porque no es importante-,pensé, los maestros nos decían que no creyéramos las leyendas de que las fuerzas obscuras eran mas poderosas en la mitad de la primera noche hasta la mitad de la segunda, yo no lo creía pero había quien si.
 
Unos minutos mas tarde nos indicaron que fuéramos al templo principal y que nos pusiéramos en el orden que nos iban a decir, cuando llegamos allí nos encontramos con todos nuestros instructores durante todos estos años.  De repente vimos a las personas que nos habían recibido el primer día que llegamos a esta gran estructura, me puse feliz por el interior, pero estaba serio por afuera, ya que sabía que esto era muy importante y debía mostrar respeto.
 
Una vez todos en sus posiciones empezaron con el homenaje, el maestro invocador invoco a unas extrañas aves que empezaron a entonar unas melodías acompañadas de los instrumentos que los maestros tocaban, los sonidos que se emitían eran muy bonitos y pegadizos, después empezaron a..., empezaron a... realmente no lo sabía porque estaba mirando la majestuosa figura de Apoteo, que tantos años me acompaño y me apoyó en lo bueno y en lo aburrido, y aunque no pudiera hablar, sabía que algún día podría. A continuación se abrieron las puertas del templo y los mas grandes se dispusieron a entrar, me dio un poco de envidia, ya que tenía curiosidad por saber que habría adentro, después las puertas se cerraron, y avanzamos hacía el centro de una estrella de cinco puntas que se hallaba tallada en el suelo conformada por una especie de cristal y por ese cristal se veían unas luces muy raras, y el resto de los maestros y alumnos nos rodearon, algo raro iba a pasar, de repente Markus empezó a cambiar su aspecto perruno, poco a poco hasta que fue simplemente un niño, me quede con la boca abierta y me quede pensando quien sería el siguiente, Elena empezó a cambiar, y se transformo en algo que seguramente había visto hace muchísimo, muchísimo tiempo, cuando yo era nada mas que un simple niño y estaba con mamá y papá de los que ya no me acordaba de su rostro.  Elena era algo parecido a un pez grande, cuyo nombre no me acordaba, que había visto hace un montón de tiempo cuando acompañe a mi padre una vez a pescar, después Zib, me estaba muriendo de curiosidad, hasta que su cuerpo fue cambiando e incorporó una forma de oso, después Miriel empezó a cambiar y adopto la forma de un tipo de felino, ahora era Grumman quien cambiaba, su cuerpo adquirió la forma de un dragón, no me sorprendí, ya que ya lo había visto transformado en esa forma en el sueño que tuvimos hace mucho tiempo, empece a sentir algo adentro de mi cuerpo y inmediatamente dije - Toro- pero en lugar de eso, emití un gemido, que creo Apoteo y yo habíamos entendido.  Empece a alejarme del suelo, enseguida me enteré que yo estaba creciendo, me salieron unas grandes pesuñas en donde deberían estar los dedos de mis pies, empece a sentir que mi cuerpo se ensanchaba, crecía y se volvía más fuerte, también me crecía una capa de pelo gruesa, me crecieron dos cuernos gruesos largos y poderosos, me sentía poderoso. Instintivamente mire a Apoteo y para mi sorpresa Apoteo también había acogido mis rasgos, pero siempre teniendo sus propiedades elementales, mire hacía Dimas y pude observar que su aspecto no cambió.

Notas de juego

apollo = apoyó

crelleramos = creyéramos

mama = mamá

papa = papá

cullo = cuyo

incorporo = incorporó

entere = enteré

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27/05/2011, 17:38
Zibwreof Shataer

El tiempo transcurria en un abrir y cerrar de ojos. Los pequeños crecian tanto en cuerpo como en mente, y de a poco sus habilidades se afilaban cada vez mas.

Cierto dia el grupo fue llamado a una importante tradicion de la cual hasta el momento Zib no se habia percatado. Se trataba de una ceremonia, donde los tres niveles de aprendizaje entraban o salian de un ciclo de 7 años.

Asi fue como cada uno se posiciono donde le correspondia, y frente a los Maestros y el grupo, tuvieron por primera vez un acercamiento fisico con su espiritu animal. En el caso de Zib, tal como habia ocurrido en sus sueños, pudo ver como se transformaba en lo que seria un ozesno joven. Sentia su cuerpo mas grande, poderoso pero tal vez lento y sus sentidos del olfato y oido agudizados.

Observo como sus compañeros tambien cambiaban, lo que mas le sorprendio fue el cambio inverso de Markus, y el cambio de la mascota de Bath. Y se pregunto de que manera cambiaria ahora su entrenamiento, siendo todos tan distintos, tal vez ahora cada uno recibiria clases por separado.

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28/05/2011, 02:37
Grumman Immelson

Feralis, Santuario Mental
Año 7 Dia 1

Grumman

Siete veces siete veces siete, casi de tres veces esos días habían pasado desde que llegaran al Santuario, mil días entrenando, aprendiendo, preparándose. Había aprendido los nombres de los días, y como se tejían en semanas, en días, en años... y supo que los días, las horas, los minutos no tenían principio ni fin a no ser que los nombrasen. Empezó a estudiar las leyes naturales, el porque de las cosas, las verdades que sus maestros quisieran enseñarle, y aquellas que descubría detrás de las lecciones y escondidas entre los recovecos del templo.

Siete veces siete veces siete, casi tres veces de esos días habían pasado desde que la inocencia quedara tras las puertas del santuario. Aunque a decir verdad había empezado a despedirse de la misma desde que iniciara el ascenso hacia el templo perdido de Urokron. El cuerpo también debía aprender, o al menos eso era lo que Grumman entendía dada la exigencia de las interminables lecciones. Y como todo lo que provenía del santuario se ocupó de aprenderlo, lo hizo su carne y su sangre, la perfección no era su meta porque él sabía que un yo perfecto dormía en su interior.

Mil días habían pasado y cada uno de esos días había comulgado con el espíritu del mundo, había sentido como su energía y la de todo lo que lo rodeaba se interconectaba, y en algunas ocasiones excepcionales había llegado a entender que eran una. Cuando eso sucedía encontraba escamas en el dorso de sus manos, o podía notar bajo su pelo una cresta diminuta pero bien definida, e incluso alguno de sus amigos le había dicho que tenía los ojos de un dorado intenso y parecidos a los de Urokron.

Grumman extrañaba la presencia de Urokron, aún más que la de sus padres, quizá porque en el viaje hacia el santuario había entendido que no volvería a verlos. La conexión que sentía con el dragón, sin embargo, iba más allá del cariño que sus padres le habían dado, era algo físico que se hacía patente en cada meditación. Sus padres le habían dado vida, habían forjado el molde para su espíritu, pero la energía que lo animaba era parte de Urokron y los suyos.

Cuando llegó el momento de comenzar a entrenarse con armas se hizo evidente su procedencia, como a su padre se le hizo natural el manejo de la lanza, tanto como arma de asta o arrojadiza. También descubrió que le gustaban las cadenas, o en este caso las cuerdas anudadas que se usaban para simular la sencilla arma de complicado dominio. De alguna manera los movimientos fluidos que requerían ambas armas complementaban su entrenamiento mental. Cuando había tenido una buena sesión con las armas, era cuando más lograba conectarse durante las sesiones de meditación.

Jugaba con sus compañeros cuando el tiempo lo permitía, e incluso en sus juegos se mezclaba lo que aprendían. Pero al menos durante esos momentos podía disfrutar de la compañía de Elena, Miriel, Zib, Bathory, Markus y Dimas sin que hubiera adultos controlando lo que hacían, o al menos diciendoles que hacer.

Finalmente llegó el día, sus maestros lo habían mencionado en sus clases y los ciclos del calendario habían avanzado hasta alcanzar el momento. Hoy siete salían al mundo, siete ascendían un escalón, y siete entraban al círculo, hoy los maestros comenzaban a buscar a los siete nacidos que formarían la siguiente generación. Grumman esperaba ese día sin saber que esperar, principalmente porque sería un cambio en sus rutinas y el primer paso en el verdadero aprendizaje.

Durante la ceremonia Grumman pudo ver por última vez a los siete mayores, los que dejaban de ser alumnos para convertirse en Maestros. Y una vez que estos se fueron, y los siete siguientes ocuparon su puesto, les tocó a ellos, a los más pequeños. Para ellos era el inicio de un cambio, el principio del verdadero autoconocimiento, hoy completarían la comunion con Feralis, hoy su totem se revelaría.

Siempre que las clases trataban de los totems, Grumman se preguntaba que espíritu favoreceríaa  sus compañeros. No tenía duda sobre el suyio, lo había sabido desde que sus pesadillas terminasen, aunque no supiera qué era lo que sabía. Él era Dragón... Markus era humano, sorprendente si no se tenía en cuenta que no era humano. El totem de Elena no era adecuado para la tierrra, pero Grumman la había conocido en una playa y sabía que el agua era su elemento. Zib... oso, explicaba el por que se quedaba dormido debía vivir un invierno eterno, pensó con una sonrisa. Miriel era felina, adecuado a su belleza y personalidad. Su cambio no lo sorprendió a nivel físico, pero si lo que vino con él, esa ampliación al infinito de lo que conseguía en sus más profundas sesiones de meditación. Con nuevos ojos observó el cambio de Bathory, y por el vínculo que veía entre él y su golem no le extrañó verlo cambiar también. Dimas no cambió, al menos no de forma visible, pero su potencial también se había disparado y abría espacio para muchas preguntas. Y allí estaban ellos ahora, cambiados, hermanados con sus totems, esperando un nuevo día.

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28/05/2011, 16:45
Miriel

Feralis, Santuario Mental
Año 7 Dia 1
Miriel

Ya llegaba el ansiado dia, en el que otra vez el numero 7 apareceria. Miriel se lo habia comentado una vez a sus compañeros, y descubrio que Elena y Grumman tambien lo habian descubierto. Se quedo sorprendida, porque pensaba que era la unica que lo sabia. Pero de aquella forma, en los pequeños crecio mas el vinculo que les habia unido desde pequeños.

Los niños caminaron hacia donde se tendrian que reunir, y Miriel contemplo todo maravillada. Nunca habia visto nada igual, y se pellizco para comporbar que no era un sueño. Y no lo era. Miriel sonrio feliz, y se llevo la mano a su colgante, que ahora solo llevaba en ocasiones especiales.

Uno a uno, los niños entraron en el circulo. Miriel se coloco al lado de Elena y de Grumman, y espero a lo que tenia que pasar. Primero fue Markus, pero Miriel no se dio cuenta de las transformaciones hasta que Elena empezo a cambiar.

-¿Que ocurre?-pregunto asustada, agachandose junto a su amiga. Y Zib cambio. Vio como su compañero se convertia en un oso, el animal al que tanto temia cuando vivia en el bosque. Y ella misma cambio.

Sabia que ella era la misma que antes, pero se sentia diferente. Supo al instante que muy fuerte, rapida y agil. Intento decirselo a los demas, pero lo unico que salio de su boca fue un rugido. Y los demas empezaron a cambiar, transformandose en animales desconocidos para ella. Menos Dimas. Dimas seguia con el mismo aspecto que siempre. Miriel intento decir algo, pero solo sono otra vez un rugido. Aun asi, no hacia falta preguntar que habia dicho, pues todos tambien habian pensado en lo mismo. "¿Porque Dimas no cambia?" era la pregunta que se formulaba en la cabeza de los pequeños.

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19/07/2011, 20:17
Zibwreof Shataer

El grupo de chicos, cada vez mas grandes y con responsabilidades mas marcadas por el entrenamiento y la enseñanza, se encamino, aunque con la charla, Zib ya no estaba seguro si iban a comer o no. Conversaban sobre la elección de sus estudios y aunque la mayoría coincidía en que era importante saber bastante de cada una, por política del Santuario debían empezar de a una. El chico oso se había decidido pero no había comentado nada, hasta que Bath hablo. -¡Ey! Yo también quiero aprender de Tatsuo. El control que ha tenido sobre los elementos es impresionante. Claro que no todos me interesan... aunque estoy seguro que una combinación seria extraordinario. También me ha llamado la atención Cosmin, creo que con ingenio y creatividad se pueden hacer grandes cosas. Y muy ricas, por cierto. Pero la idea de la alquimia no esta mal, algo parece bastante complicada. Me parece que todas tienen su lado atractivo y entretenido y su parte complicada y aburrida. Sin embargo... Tatsuo, esta entre mis predilecciones. Termino la frase mirando y sonriendo con cierta picardía hacia Bath, esperando provocarlo, no para disgusto, sino como un mero chascarrillo.

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20/07/2011, 01:12
Elena

Feralis, Santuario Mental
Año 10 Mes 3 Dia 24

Escuchaba las opiniones del resto. Algunos querían aprender el arte de Tetsuo, otros cosas más peligrosas, otros aún no estaban del todo decididos. 

-Yo creo que aprenderé lo que tenga que ver con la curación. Eso me interesa mucho... además de manipular elementos pero todavía no estoy segura. Me parece mejor centrarme en la sanación y que lo otro sea complementario. ¿No?

Seguía pensando en voz alta mientras caminaba junto a mis compañeros.

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26/07/2011, 00:10
Bathory Iman

Feralis, Santuario Mental
Año 10 Mes 3 Dia 24

Tras haber intercambiado varías palabras con mis compañeros,me acorde de que quería hacerle unas preguntas al maestro destructor,así que sin mas dije -Bueno, me acabo de acordar que tengo algo que hacer, después nos vemos- al acabar de hablar sonreí y me fui a buscar al maestro destructor.