En el búnker, llegó la primera buena noticia. Los informes de campo indicaban que su hijo ya estaba a bordo del portaaviones. Y su preocupación, casi una obsesión, era intentar que llegara hasta donde ella estara, o que se le pusiera a salvo del modo más rápido posible. Golan intentaba, por su parte, balancear su preocupación con la de su hija Laila, desaparecida, mientras los generales seguían dando órdenes que afectaban al destino del mundo.
-Señora, la flotilla de Estévez toma rumbo a Río, a la espera de instrucciones sobre el traslado de su hijo. Nos acaban de informar que Vancouver está bajo ataque aéreo del enemigo, y que el ejército brasileño ha iniciado una operación de contraataque desde el Amazonas hacia la costa, pero sin duda alguna necesitarán nuestro apoyo para que sea un éxito. De momento, no se tienen más noticias sobre la estación de la superarma o el destino del presidente Mascarenhas.
-¿Y mi hija?
-Todavía no sabemos nada sobre ella, señora.
La delgada figura entró finalmente en la sala de crisis, con aquel movimiento longilíneo y cadencioso propio de la raza gris. Los militares no acababan de acostumbrarse a tener gente de la "raza del enemigo" pululando por sus bases, y se les exigía identificarse utilizando uniformes o brazaletes para dar fe que eran de su bando.
-No van a encontrarla, al menos en la Tierra -dijo de repente.
Todos se giraron a mirarle y él entornó los ojos, llevándose una mano al pecho a modo de reverencia.
-Señora presidenta...
Ella parpadeó, mirándole fijamente.
-¿Sabes dónde está?
Él movió la cabeza de un lado a otro, pensativo.
-No a ciencia cierta, pero estoy casi seguro de que la falta de noticias tiene un motivo. Ogynt está muy enfadado por que han herido a la nave nodriza, así que desea asegurarse que no pierde una de sus principales bazas en ésta conquista. Apuesto a que ha tomado prisionera a su hija, y que en éstos momentos ha sido transferida a su nave nodriza. Si no me equivoco, emitirá un comunicado dirigido a usted en cuanto se resuelva el asunto del arma en Brasil. Si la captura, posiblemente le pida que sus fuerzas se rindan o iniciará un bombardeo orbital. Si no la captura, seguro que amenazará con ejecutar a su hija si usted usa la superarma de nuevo contra la nave nodriza.
Queen parpadeó, respirando hondo. En cualquier otra ocasión hubiera dicho a un consejero humano que minusvaloraba a su hija, pero teniendo a quien tenía delante sabía que él podía hablar con la certeza de ver a través del espacio y el tiempo. No era una posibilidad, sería un hecho.
-¿Y qué podemos hacer? -preguntó, nerviosa.
-Ganar tiempo. Si no estoy errado, en éste momento su hijo Jon planea un ataque protónico junto a los nórdicos para tratar de cerrar el agujero de gusano de Corea... por el otro extremo. Una maniobra complicada, que posiblemente termine en la generación de un agujero negro. Esperemos que se genere aquí, y no allí... o en ambos lugares al mismo tiempo. Pero de conseguirlo, cerraría una importante vía de refuerzos al enemigo, que tendría que luchar con los medios de los que ya dispone. Y sin duda, si conseguimos que el arma de Brasil vuelve a disparar y destruya la nave nodriza, el golpe contra El Dominio podría ser definitivo. Una victoria, como ustedes las llaman.
-¿Y mi hija, cómo la sacamos de la nave?
-Esa es la parte complicada, sin duda alguna. Solo la tecnología gris es capaz de teletransportar a través del bloqueo electromagnético al que se ha sometido el planeta. Sin embargo, nuestras fuerzas son insuficientes para entrar en la nave, e igualmente fracasarían. He mirado la posibilidad en el futuro, y solo existen dos opciones viables, pero con resultado incierto y diverso. Ambas opciones requieren del concurso de tres personas humanas, en el ataque a la nave nodriza tanto como en la superarma. Esas personas, que pueden ir juntas o por separado, y ahí es donde estriba un menor grado de éxito, son su hijo Faisal, la hija del presidente Mascarenhas y el señor Tom Ladlow.
Tom se lo quedó mirando, de brazos cruzados.
-Usted debe decidir a quién envía a dónde, pero el tiempo no juega a nuestro favor. Si cae la superarma, todo será mucho más rápido... y nocivo. Si no cae, es posible que su hija muera antes de que podamos teletransportar nuestro comando de ataque a la nave nodriza y tratar de rescatarla. Una decisión difícil, sin duda, pero que solo puede ser tomada por los Choi.
Finalmente, la figura chaparra y fornida se detuvo frente a él con una media sonrisa, mirándole desde arriba, pues él estaba sentado. La teniente le había saludado y él respondió con un asentimiento de cabeza.
-Gracias, Spearman. Como siempre, rápida y eficaz.
Ella sonrió brevemente, por las implicaciones que había detrás de aquellas palabras. Implicaciones personales e inconfesables en aquel contexto.
-Bueno, bueno. El pequeñín de los Choi, cuanto tiempo. La última vez que nos vimos fue en el entierro de mi padre, me parece. Una lástima que el viejo no haya vivido para ver todo éste patatal, por que le encantaba el caos, por mucho que dijera. Nunca se sintió realizado con la vida de millonario. No se si te he contado alguna vez que tenía casi ochenta tacos cuando robó un banco por pura diversión. Para demostrarse a si mismo que aún era capaz. Ah... como echo de menos al viejo.
Parpadeó, mirándole
-Tienes suerte, todavía tienes a los tuyos vivitos y coleando. Y se preocupan, joder si se preocupan. La que han montado, solo para que te salváramos el culo.
Sacó de su bolsillo lo que parecía una radio, y realmente era un terminal de comunicaciones encriptado militar, del que usaban los mandos para hablar entre ellos las cosas importantes mediante cifrado.
-Tienes una llamada, más te vale cogerla.
Se puso el teléfono a la oreja, un gesto que le parecía arcaico. Era una llamada de voz, no audiovisual. Así era siempre con el cifrado militar, seguro aunque limitado tecnológicamente. Al otro lado, una voz inconfundible.
-Faisal, soy mamá...
Le vinieron las lágrimas a los ojos, sabiendo que estaba a salvo. No dijo nada, pues le dio la llorera. Suhaila estaba al lado y le pasó una mano por detrás de los hombros.
-Estoy aquí con tu padre, Tom y otra gente que ya conoces. ¿Estás bien?
Esperó su respuesta antes de soltar la gorda.
-Hijo mío, no tenemos mucho tiempo y se que has pasado cosas muy malas y tensas. Que tienes ganas de descansar y dejar que nos ocupemos, pero tengo aquí al lado a M'Tsar y no todo son buenas noticias...
Hizo una pausa.
-Tu hermano se está reuniendo con los nórdicos, parece que van a atacar por su lado, algo muy importante, quizá nos salven el culo pero... el que debe salvarnos eres tú.
Respiró hondo, tamborileando los dedos sobre la mesa.
-Se que no te he hablado mucho del tema pero... eres muy importante, hijo mío. Has cambiado éste mundo y ahora podrás salvarlo. Solo siento pena, y algo de rabia, por que me gustaría que esa responsabilidad fuera solo mía, no tener que ponerla sobre tus hombros.
Tragó saliva, con los ojos vidriosos.
-Sabes que llevo toda la vida preparándote para ésto, y sin embargo tengo mucho miedo. Tengo miedo por vosotros, por lo que hemos desatado, por el daño que estamos haciendo al mundo...
Respiró hondo, conteniendo el llanto y para no ahogarse.
-Hijo mío, han secuestrado a tu hermana. La tiene Ogynt, en la nave nodriza. Y eso no es todo...
Se secó las lágrimas con el dorso de la mano.
-Hay que ayudar a... a tu suegro. La superarma de Brasil no debe caer, pues es nuestra mejor oportunidad para acabar con Ogynt y su nave. Y ambas cosas las debes hacer tú. Rescatar a Laila y recuperar la supearma, salvar el mundo. Tenéis que estar tú, Tom y Suhalia. Y toda la ayuda que podamos mandaros. M'Tsar irá contigo a la nave nodriza, según me dice será su final, pero quiere sacrificarse por nosotros, para darnos una oportunidad. Hijo mío...
Volvió a respirar fuerte.
-Tú debes decidir cual es el próximo paso, y nosotros haremos todo lo posible por ayudarte.