Partida Rol por web

Según avanzaba hacia el otro extremo de la ciudad pudo observar como esta iba creciendo en altura hacia el centro y disminuyendo de nuevo conforme se acercaba a las afueras. Las últimas construcciones eran de uno o dos pisos, oficinas principalmente y algunos almacenes. Desde la azotea de uno de esos almacenes es de dónde pudo observar su objetivo.

La factoría de North Central Positronics estaba tan fuera de lugar en relación con la ciudad en la que se encontraba como lo estaba SubCity en aquella gran caverna. Mientras que la pequeña urbe parecía anticuada, atrapada en los años ochenta si se atendía a su arquitectura y el aspecto de sus comercios y vehículos, la fábrica tenía todo el aspecto de ser mucho mas actual, incluso de tener tintes futuristas.

Apartada de los últimos edificios por una gran extensión de unos doscientos metros, salpicada de parcelas valladas en las que se almacenaban contenedores de metal de vistosos colores algo desgastados y cruzada por carreteras que los conectaban con la fábrica y la ciudad, la sede de North Central Positronics parecía una construcción diseñada por una mente práctica que buscaba algo sencillo y limpio.

Se alzaba dentro de un perímetro de seguridad compuesto por un muro de un metro de altura y una valla metálica de tramos de tubos horizontales sujetos por vigas verticales cada pocos metros. Todo el conjunto aparecía rematado por alambre de espino e iluminado por torres con focos cada veinte metros aproximadamente. En esas mismas torres se podían observar dos pequeños globos cristalinos, uno a cada extremo, que presumiblemente contendrían cámaras de seguridad.

Tras el perímetro, una explanada dedicada al almacenaje de contendores similares a los que podían encontrarse en el exterior así como a aparcamientos, edificios auxiliares y zonas en las que se alzaban enormes depósitos de almacenamiento de líquidos y gases. Tras la fábrica, al abrigo de la misma, un generador eléctrico de gran tamaño. Por toda la explanada se podían ver diversas maquinas como toros o grúas para el transporte de materiales.

La fábrica se alzaba tres pisos sobre el suelo. El tejado inclinado del tercer nivel descendía hasta el segundo. Una carretera de dos carriles conectaba la entrada al perímetro con el interior de la misma, cerrada a cal y canto por un portalón de metal en el que se veía el nombre de la empresa y su anagrama, un hexágono blanco que contiene un ojo carmesí de varias pupilas concéntricas. En la trasera de la construcción dos chimeneas de dieciséis metros que no parecían expulsar ningún tipo de humo en ese momento. El conjunto quedaba rematado por docenas de tubos, focos, vigas y andamios seguramente dedicados a la ampliación de algunos sectores o al mantenimiento y reparación de otros.

La puerta de acceso al complejo estaba custodiada por una garita y franqueada por una doble barrera móvil. Sobre ella, un cartel en el que se podía leer: “Bienvenidos a North Cetral Positronics, hogar del mañana”

El examen de un ojo experto como el de 13 revela que la seguridad, aunque podría ser suficiente para personas normales, no supone un reto real para alguien como ella. Las vallas no eran lo bastante altas, la separación de las torres y sus cámaras dejaba ciertos puntos muertos en los tramos intermedios y solo había una garita en la entrada.

El momento de salir de turno había pasado y en el aparcamiento solo quedaban unos pocos coches, seguramente los del personal de mantenimiento del turno de noche, así como los de los posibles vigilantes.

Pudo escuchar también el ladrido de algún perro, aunque no fue capaz de localizarlo.

Tras echar un primer ojo al perímetro de seguridad, deduzco que lo único que debe preocuparme de todo el entramado de vallas, cámaras y guardias, es el sistema menos tecnológico de todos: el perro.

Sé por experiencia que los perros pueden percibirme aunque esté invisible. Además, recuerdo las formaciones en la Fundación, donde sacaban partido de mi habilidad de permanecer atenta durante horas a lo que tuvieran que explicarme (pues los ingenieros genéticos habían aislado el gen responsable del TDA y le habían dado la vuelta, para conseguir que aprendiera rápidamente y con efectividad), en donde me detallaron cuales eran las percepciones de los animales y cómo pueden estas intervenir con los sistemas de seguridad humanos. En conclusión: los perros se guían más por el olfato que por la vista, así que ahí no tengo ventaja.

La distribución de los edificios circundantes, en disminución de altura desde el centro hasta aquí, no me facilita la tarea de observar alrededor por si viera llegar ya al resto del grupo.

- Espero que no se hayan parado a tomar café. - Pienso con un deje de ironía que, desde hace tiempo, he descubierto que me produce una sensación placentera usar.

Como no veo llegar aun a los demás, me decido por investigar algo más detalladamente el lugar. Quiero localizar la ubicación del perro y ver cual sería la mejor manera de acceder al interior del edificio. Despierta mi interés, sobretodo, la zona que está aparentemente en obras. Ésa debe ser la zona más vulnerable para poder entrar en el interior si disparar ninguna alarma, pues las instalaciones están a medio acabar allí.

Así pues, me aguanto las ganas de traspasar de una vez el perímetro de seguridad y aprovecho el tiempo de espera que impone la pertenencia a un equipo para sacar más información sobre el objetivo. Vigilando bien que mis movimientos no puedan ser percibidos por la acción sobre el terreno, doy una vuelta completa al perímetro, ayudándome de la gracilidad y velocidad de mis largos saltos. Deteniéndome sólo donde parece interesante para descubrir exactamente como funcionan en el lugar.

El repaso al perímetro no añade muchas más información útil. Haría falta un tiempo del que Trece no dispone para poder predecir las rutas de las rondas de los vigilantes. Y mucho menos de los perros, que parecían campar libremente por el interior del complejo. Cinco o seis canes de buen tamaño, perros pastores quizá. La mala iluminación general y la carencia de medios para una mejor vigilancia hacían que situarlos o contabilizarlos fuera un poco complicado.

Lo que si pudo obtener fueron datos que añadían obstáculos a la posibilidad de entrar sin ser visto. Toda la valla perimetral estaba electrificada, como advertían varios carteles amarillos con señales de advertencia y peligro repartidos a tramos regulares. Pudo observar también que según los vigilantes se movían por el interior del complejo industrial, los focos de las torres exteriores se iban encendiendo e iluminando su avance gracias, teóricamente, a sensores de movimiento de amplio rango de funcionalidad. Tras unos minutos volvían a apagarse.

Toda la seguridad parecía estar controlada desde la garita de la entrada, aunque era más que posible que existiera una segunda sala de control en el interior. Era imposible averiguarlo sin medios electrónicos de detección.

La zona de los andamios no parecía tener mas seguridad que el resto de la fábrica, cubierta igualmente por las torres de focos, los sensores de movimiento y las cámaras, seguramente, con capacidad para grabar en visión nocturna. Sin embargo si pudo ver un punto de entrada al interior. Una zona en la que se estaba sustituyendo la antigua estructura de vigas y ladrillo por la nueva cobertura de metal que presentaba el resto del edificio. Quizá hubiera que mover algunas placas o forzar algunas puertas, pero parecía la mejor opción.

El coche patrulla disminuye la velocidad al llegar a la zona de la calle en la que antes se encontraban los aspirantes, aún con las luces y la sirena puestas. Pasa de largo mientras los agentes de su interior barren con la mirada los portales y coches aparcados sin encontrar rastro de nadie o nada que pudiera parecerles fuera de lugar. Poco a poco se van alejando por la calle por la que habían llegado Trueno y los demás, hacia el anillo de seguridad donde esperaba pacientemente Carbono. Incapaces de verlo o programados para ignorarlo, tuercen al final de la avenida, alejándose definitivamente del edificio al que había sido transportado el grupo mediante la magia del terrano.

-  ¡Ja! ¡De puta madre! - dijo, asomando el rostro por el borde de la azotea, hacia la calle - Has estado genial, rubio. Y sólo por eso, te explicaré lo de la chica robot.

Y diciendo esto, se dirigió hacia el borde del edificio y saltó al otro lado, puesto que estaba relativamente cerca. Sin embargo, no todos los accesos estaban tan accesibles.

- Zyne, necesitaríamos que tus amigas nos facilitaran el paso de un lado a otro - y como recordando lo sucedido, se volvió hacia Trueno - Sólo te diré que si se la intentas meter, ten cuidado de no llevarte un calambrazo. - dijo, rompiendo a reír descontroladamente, hasta casi llorar - Vamos, que no es humana.

Zyne escucha a Erick y luego observa el paso por el cual deben llegar al otro edificio. Piensa unos instantes, luego se agacha y apoya sus manos contra el suelo. Empieza a desprender un aura ténue de color verde, que parece estar substayendo de las profundidades del suelo. Nada ocurre aparentemente.

Zyne dibuja en su rostro una expresión de rábia y pega un puñetazo contra el suelo.

- No oyen mi llamada. Estoy demasiado lejos de ellas. Todo esto lo está, de hecho. Quizá si estubiera más cerca de la tierra...- dice Zyne, frustrado por no poder llevar a cabo su acción delante del humano engreído.

Amarok oteó el horizonte buscando la fábrica con la mirada. Zyne está llamando a sus espíritus hermanos que le proporcionarán a sus compañeros de misión y a él un puente de ramas y hojas elevadas hasta llegar a su destino. No sería el modo mas discreto pero si lo suficientemente efectivo.

El Inuit pensó que le gustaba este equipo, incluso pensó que podría llegar a apreciar la imprudente y chillona voz del insolente guerrero Erick. Posiblemente les echará de menos cuando vuelva con los suyos allá en la lejana Canadá Septeptrional.

A paso firme y de azotea en azotea el grupo va avanzando hacia el centro de la ciudad gracias a la combinación única de los portales mágicos de Trueno y el control vegetal de Zyne, que parecía capaz de generar puentes vivos de la nada. Poco a poco los edificios van ganando en altura y su arquitectura se ve mas cuidada y moderna que en las afueras, dónde los esperaba Carbono para evaluar sus capacidades y el éxito del trabajo. Los edificios de dos y tres plantas dejaron paso a los más altos de diez alturas, grandes ventanales y terminaciones en metal pulido.

La luz de la caverna, que hasta entonces había simulado un día claro, fue muriendo para crear un atardecer lánguido que dejaría paso a una noche profunda sin estrellas, perfecta para cubrir el avance de los aspirantes.

Las calles parecían tranquilas y silenciosas ahora que la gente iba regresando a sus hogares a descansar. O quizá a permanecer desconectados durante lo que serían las horas de sueño de un ser vivo, a la espera de ser interceptados por los aspirantes para poder activar sus rutinas de interacción.

No volvieron a encontrar problema alguno mientras cruzaban el centro de la ciudad y se acercaban inexorablemente a la zona industrial, dónde hallarían su objetivo. Y, si nada había ido mal, a Trece. Los edificios perdían altura y belleza según se alejaban de la zona comercial. Pequeños bloques de ladrillos y techados que debían pertenecer a almacenes industriales componían todo el paisaje industrial. En su última parrada, sobre el techo de un almacén al borde de una gran explanada de unos doscientos metros se detuvieron para contemplar su destino.

La factoría de North Central Positronics estaba tan fuera de lugar en relación con la ciudad en la que se encontraba como lo estaba SubCity en aquella gran caverna. Mientras que la pequeña urbe parecía anticuada, atrapada en los años ochenta si se atendía a su arquitectura y el aspecto de sus comercios y vehículos, la fábrica tenía todo el aspecto de ser mucho mas actual, incluso de tener tintes futuristas.
Apartada de los últimos edificios por una gran extensión de unos doscientos metros, salpicada de parcelas valladas en las que se almacenaban contenedores de metal de vistosos colores algo desgastados y cruzada por carreteras que los conectaban con la fábrica y la ciudad, la sede de North Central Positronics parecía una construcción diseñada por una mente práctica que buscaba algo sencillo y limpio.

Estaba situada en el interior de un perímetro de seguridad compuesto por un muro de un metro de altura y una valla metálica de tramos de tubos horizontales sujetos por vigas verticales cada pocos metros. Todo el conjunto aparecía rematado por alambre de espino e iluminado por torres con focos cada veinte metros aproximadamente. En esas mismas torres se podían observar dos pequeños globos cristalinos, uno a cada extremo, que presumiblemente contendrían cámaras de seguridad.

Tras el perímetro, una explanada dedicada al almacenaje de contenedores similares a los que podían encontrarse en el exterior así como a aparcamientos, edificios auxiliares y zonas en las que se alzaban enormes depósitos de almacenamiento de líquidos y gases. Tras la fábrica, al abrigo de la misma, un generador eléctrico de gran tamaño. Por toda la explanada se podían ver diversas maquinas como toros o grúas para el transporte de materiales.

La fábrica se alzaba tres pisos sobre el suelo. El tejado inclinado del tercer nivel descendía hasta el segundo. Una carretera de dos carriles conectaba la entrada al perímetro con el interior de la misma, cerrada a cal y canto por un portalón de metal en el que se veía el nombre de la empresa y su anagrama, un hexágono blanco que contiene un ojo carmesí de varias pupilas concéntricas. En la trasera de la construcción dos chimeneas de dieciséis metros que no parecían expulsar ningún tipo de humo en ese momento. El conjunto quedaba rematado por docenas de tubos, focos, vigas y andamios seguramente dedicados a la ampliación de algunos sectores o al mantenimiento y reparación de otros.
La puerta de acceso al complejo estaba custodiada por una garita y franqueada por una doble barrera móvil. Sobre ella, un cartel en el que se podía leer: “Bienvenidos a North Cetral Positronics, hogar del mañana”

La hora de salir de turno había pasado y en el aparcamiento solo quedaban unos pocos coches, seguramente los del personal de mantenimiento del turno de noche, así como los de los posibles vigilantes.

Erick, que tenía el oído mejor entrenado, pudo escuchar también el ladrido de algún perro, aunque no fue capaz de localizarlo en un primer momento.

- Joder... esto es enorme - dijo Erick, que no había dejado de soltar chascarrillos y comentarios soeces en relación a las posibles consecuencias de mantener una relación sexual con 13 durante todo el trayecto. Al finalizar el viaje, y situados sobre el tejado de aquel almacén, parecían hormigas comparados con la inmensidad que se extendía ante ellos.

Inmediatamente, empezó a tamborilear suavemente su muslo y a silbar una alegre melodía de tintes irlandeses. Si algo había demostrado Erick desde el comienzo de la prueba, es que las canciones que elegía para entretenerse no tenían ninguna relación entre sí.

No se que quieres decir con robot, parece del todo humana, pero eres demasiado vulgar para estar hablando de una damisela. Los puentes de Zyne nos llevan de azotea en azotea de manera facil, solo quedaba esperar que no demasiada gente alzara tanto la vista como para poder verlos. Finalmente llegamos hasta la fabrica y miro por los alrededores. ¿Alguien ve a nuestra compañera? pregunto al no verla a primera vista.

De nuevo el sonar parece la herramienta mas fiable del arsenal sónico de Erick. Por lo que puede interpretar, solo dos seres de tamaño humano patrullan el perímetro interior de la instalación, acompañados de dos figuras mas pequeñas, posiblemente, perros de buen tamaño. Otras cuatro similares se movían libremente por la explanada, entre la maquinaria y los contenedores y por la zona trasera, sin orden aparente.

Pudo detectar también otra figura humanoide moviéndose a gran velocidad alrededor. Le devolvía la misma resonancia que Trece, por lo que podría ser ella. O no...

La baja iluminación y la distancia se alían contra Trueno, que por mas que se esfuerza, es incapaz de localizar a Trece.

Zyne observa la enorme fábrica y piensa qué clase de lugar será. El contraste con la ciudad es notable. Se pregunta qué habrá en su interior y qué tendrán que pasar para llegar hasta su objetivo.

Suspira. Si la humana no se hubiera ido ahora ya podrían estar coordinándose y trazando planes para entrar.

Quizá haya entrado ya, de hecho Carbono mencionó que podría hacer las pruebas en solitario sin problemas y sus poderes la ayudan a infiltrarse en lugares. Mira a Trueno para esperar a que la encuentre, y después se une a la búsqueda con la mirada.

Un destello dorado a unos doscientos metros de tu posición. Cuatro figuras agazapadas captadas por el rabillo del ojo, sobre el techo de un almacén, en el límite de la ciudad, al borde de la explanada que separaba la fábrica del núcleo urbano.

Podría ser el resto de grupo. Podrían ser mas problemas.

La melodía finalmente terminó, y Erick pareció asentir hacia el cielo, sonriente como un niño.

- Hay cuatro guardias acompañados de perros rodeando la fábrica, y dos en el perímetro interior - dijo, como si fuera lo más normal del mundo - Y respecto a tu novia, está aquí, corriendo como si le debiera dinero a alguien. Probablemente quiera entrar dando un salto de los suyos.

Así que debían encontrar la manera de entrar sin ser vistos, o quizás usando la fuerza. Lamentablemente, el grupo no parecía muy inclinado a comportarse de la manera más efectiva y estaban jugando a los héroes. Mientras tanto, el tiempo contaba.

- Amarock, ¿esos espíritus tuyos pueden ayudarnos a entrar sin ser vistos? No sé, dijiste que eran del frío, ¿no pueden hacer niebla o algo? - dijo, dirigiéndose hacia la entrada y buscando la manera de saber qué habilidades realmente tenía el chamán - Si no, Zyne siempre puede invocar a las plantas y atrapar a los guardias de la entrada...

Apenas puedo ver nada por la oscuridad pero parece que el loco tiene una visión mucho más clara, es una lastima que no podamos ponernos en contactos con la mujer. Miro al hechicero de nuestro grupo.

¿Tus espiritus podrían hacernos ver que hay en el interior? si pudiera verlo podría abrir un portal en el interior.  Le explico

No son mis espíritus. Son Los espíritus. Y tampoco podrían revelarme lo que hay dentro. Pero yo puedo abrir el portal aún sin haber visto lo que hay en el interior. Respondía el inuit maravillado y a la vez aterrado por el control que intentan tener los blancos sobre la madre tierra creando nuevos espacios anti-natura. Pero la madre tierra se volverá contra ellos pensaba el chamán mientras se concentraba en la estructura del edificio.

Y en el interior, y si es que las réplicas de humanos pueden tener alma, los espíritus podrán confundirles para hacerles olvidar que una vez estuvimos aquí. Y se aterró solo de pensar que los humanos podrían tener tanto poder como para insuflar alma y vida a máquinas.

Llamaré a 13 de vuelta y entraremos juntos.

y seguidamente el chamán realizó una silenciosa llamada a los espíritus que transmitirían sus palabras a la cabeza de 13 y les habló en un idioma gutural y tan antiguo como la raza humana