Partida Rol por web

El espectáculo al acceder a aquella sala era impresionante, sublime. En otras circunstancias, incluso me habría ofrecido a participar de la fiesta. Claro, si no hubiera tenido intereses que se inmiscuyeran. Pero los tenía, de modo que mis ojos volaron raudos por aquella estancia. Del rostro del apaleado al de los dos torturadores, y finalmente al del rodiano del fusil, que montaba guardia. ¿Por qué Flarl no había venido con nosotros? ¿No habíamos acordado que ejerciera de guardespaldas? Definitivamente, la disciplina de equipo dejaba mucho que desear.

Oh, no, tranquilos... -Dije con una amplia y falsa sonrisa, alzando las manos desnudas- Creo que mi "amiga" y yo nos hemos equivocado de puerta, ¿no es así, "preciosa"? Anda, busquemos otro reservado más íntimo, y dejemos a estos caballeros con sus negocios...

Me giré, dispuesto a que saliéramos de aquel espacio cerrado en que estábamos en desventaja. Nuestros compañeros de armas estaban fuera, podíamos regresar con ellos un par de minutos más tarde, con un plan bien coordinado por una vez. Pero en aquel instante vi a través de la puerta a Cal corriendo con el fusil en las manos. Se iba a liar fuera, así que había que actuar de inmediato.

Mierda... -Gruñí, introduciendo mi mano en el interior de mi gabardina- Lo siento, caballeros, ésto también son negocios... -Dije extrayendo uno de mis blaster.

De los dos rodianos de la sala principal uno no llegará a saber nunca que acabó con él. El disparo del arma de Calron le abre uun boquete humeante en la espalda y lo manda al suelo sin tiempo a soltar un quejido. El resto de clientes toman esto como la señal para tratar de salir por piernas del local antes de que les alcance un disparo cruzado.  El otro rodiano se da buena prisa en volcar una mesa y parapetarse tras ella mientras trata de discernir si el tirador tiene algún aliado.

Por otro lado dentro de la habitación el disparo de Greekh pilló por sorpresa al rodiano impactandole en el hombro. Este soltó un quejido pero aguantó el golpe antes de maldecir en lengua rodiana, todo silbidos y chasquidos, y soltando el fusil sacó una vibrohacha que había permanecido apoyada en el sofá.

Chilló algo a los otros dos rodianos en su barbara lengua y ambos dejan de zurrar al pobre humano y desenfundan blasteres pesados de sus cartucheras.

Al ver el interior del reservado en seguida me di cuenta de que estábamos en clara desventaja. El humano estaba esposado, recibiendo una paliza, mientras dos rodianos se dedicaban a esto y un tercero le apuntaba. Por suerte el cazarrecompensas pareció darse pronto cuenta de lo mismo que yo, elaborando una excusa con la que pudiéramos salir del lugar sin complicaciones.

- Claro, hombretón, busquemos otro sitio. – le dije pegándome a él, mientras le hacía carantoñas en la mejilla con uno de mis dedos. – Te quiero solo para mí. – añadí con una estúpida risita.

Pero cuando nos giramos, dispuestos a dejar el lugar, escuché a Greekh maldecir; viendo justo después cómo Cal hacía de las suyas fuera.

Joder, esto se va a poner complicado…

El cazarrecompensas no tardó en atacar, dando en el blanco, mientras yo opté por ponerme a cubierto primero. Fue entonces cuando desenfundé mi arma y apunté al tipo que empuñaba la vibrohacha, disparándole en cuanto pude.

En la puerta del reservado los dos miembros del equipo se movieron con rapidez. Greekh dió un paso atrás saliendo del reservado y sacando uno de sus blasters abrió fuego junto a Saenia quien rodó hasta la avansala del reservado y se cubrió tras una mesa volcada, aunque quedando peligrosamente cerca de los rodianos. Los dos disparos de los aprendizes de mandalorianos impactaron en el pecho del rodiano que trataba de desenfundar una vibrohacha. Este soltó un chillido pero resistió los impactos, a traves de su ropa chamuscada podía observarse que contaba con alguna clase de blindaje.

Viendo lo rapido que los acontecimientos se habían torcido y con el sonido de los disparos del reservado actuando como eco de la salva del fusil de Calron el transdoshano dedicó unos segundos a hacerse una idea de la situación antes de desenfundar su vibroespada. Con el arma en la mano se sintió más en control y empezó a andar hacia el reservado mientras las celulas de energía de la empuñadura ponían en marcha el filo del arma y el omnioso zumbido se unía a la cacofonia reinante.
 

El rodiano de la sala principal corrió a parapetarse tras la mesa que había volcado mientras que los otros dos empujaron con brusquedad el humano al suelo y se parapetaron tras la mesa al otro lado de la cual se encontraba la twi'lek dentro del reservado.

Uno de ellos extrae entonces un pequeño comunicador de bolsillo y grita ¡Mutu shaka paka! ¡Mutu shaka unge!

El de la vibrohacha, que parece estar al mando, se lia a gritar en rodiano, completamente incomprensible para vosotros, mientras hace grandes aspavientos. Tras unos segundos con una vocecilla aguda y chillona os espeta ¡Vais a lamentar meteros en los asuntos de Zeeh el Sangriento! ¡Zeeh se va a comer vuestros higados!

Mientras con una mano sostiene el hacha y con la otra trata torpemente de quitarse la chaqueta para ganar capacidad de movimiento.

Con un grito propio de su salvaje raza Flarl se avalanza por encima de las mesas volcadas y esquivando a los bebedores que tratan de salir. Llega hasta quedar frente a la mesa tras la que se cubre el rodiano y levantado su arma trata de descargar un golpe en las partes expuestas del mismo.

El golpe resulta tan certero como mortifero y el golpe logra alcanzar al rodiano en mitad de la frente antes de que este pueda agacharse tras el borde del mueble. El filo del arma hace el resto y con un ruido chirriante se hunde en el craneo del rodiano acabando con él.

Con un movimiento rapido Flarl logra extraer el arma sin que esta quede trabada en el canto de la mesa. Ni el rodiano.

Disfrutaba de un buen tiroteo como el que más, aún más si cabe en el interior de un buen tugurio como aquél. Sin embargo, las cosas se estaban comenzando a torcer y aquello empezó a parecerme desagradable. La Twi'lek se había parapetado tras una de las mesas, en el interior de la sala, y aquello la dejaba prácticamente encerrada. No habría sido un verdadero y preocupante problema si el imbécil aquel no hubiera mostrado aquella vibrohacha, pero lo había hecho, y estaba convencido de que el muy loco se arrojaría con ella a por el enemigo más cercano sin el menor miramiento.

Di un par de pasos rápidos hacia el marco de la puerta y me cubrí a un lado de la misma, apretando los dientes. Extraje mi segundo blaster, y volví a asomarme para disparar a aquel Zeeh el Sangriento, esperando librarme de él a tiempo o, cuando menos, atraer su atención.

¡Nunca tendrás mi hígado, Zeeh! -Le grité, provocándole- ¡Seré yo quien devore tus entrañas!

El disparo de Greekh acertó de pleno al rodiano que parecía estar al mando pero lo obligó a exponerse demasiado durante un segundo. Esto significó que otro de los piratas rodianos aprovechó ese segundo extra para apuntar y disparar siguiendo las ordenes ladradas por el tal Zeeh.

El disparo fue certero y si no fuera por el blindaje que le consiguiera el Hutt el resultado podría haber sido mucho peor. Turganga sabía protejer sus inversiones, en ese caso el pellejo del devanoriano.

Mientras el otro de los dos rodianos parapetados tras la mesa trató tambien de abrir fuego contra el cazarrecompensas. El disparo fue rapidamente esquivado por Greekh quien puso su cara y pecho a cubierto. Aun así no retiró a tiempo la mano y el disparo alcanzó a su blaster arrancandoselo de entre los dedos.

Bien, carajo, bien, al fin pude realizar un buen tiro. La gloria la sentí por momentos, y la reacción de Flarl contra el otro rodiano fue sorpresiva, en cuestión de segundos el salón principal estaba asegurado pero con público. Teníamos que salir lo antes posible, me apresuré a correr hacia Greekh y Saenia a apoyarlos en el otro combate, parecía que le habían dado al devaroniano. 

-¡Cúbrete!- Le grité mientras corrí.

Calron corrió a colocarse al lado opuesto de la puerta al que se encontraba Greekh. Ambos uno a cada lado de la puerta cubrían las salidas del reservado en el que se encontraban Saenia y los tres rodianos.

El combate proseguía, mientras me planteaba si realmente había sido buena idea cubrirme con aquella mesa. Aquello me dejaba prácticamente encerrada en el lugar, pero por otro lado, salir de allí sin vencer a aquellos tipos no era una opción, teníamos que liberar al tal Kay para que nos diera la información que me llevaría a la verdadera libertad. Pero pronto me di cuenta de que el verdadero problema no era estar allí encerrada o no, sino el arma que desenfundó aquel Zeeh, el cual se encontraba demasiado cerca de mi.

A parte del que parecía el jefe, quedaban otros dos tras la mesa, y aunque me hubiera gustado arremeter contra estos antes de alejarme, no pude. Debía quitarme del alcance de aquella vibrohacha cuanto antes. Me dirigí rápidamente hacia la salida, cubriéndome yo también con el marco de la puerta, agachada junto a Greekh para no impedirle disparar; pero antes de alcanzar la entrada, traté de asestar un disparo al pirata rodiano que se encontraba más cerca de Kay con mi blaster.