Partida Rol por web

Controlar a aquel último guerrillero nos costó más que abatir a los otros tres, pero al fin lo habíamos conseguido. Flarl de nuevo se permitió juzgar el trabajo de los demás, metiéndome en el saco incluso. Enarqué una ceja, viendo cómo se alejaba. Demasiado había hecho ayudándoles para que encima saliera con esas.

Saurio antipático…

Cuando Greekh bromeaba con Cal se me escapó una sonrisa que procuré que no viera el francotirador, aunque cuando el cazarrecompensas se giró me puse seria al ver cómo me miraba. Sin embargo, sus amables palabras impidieron que le reprochara su actitud como hubiera hecho en otras circunstancias.

- Gracias, pero córtate un poco ¿Quieres? – le pedí en tono neutro, antes de que nos sugiriera asegurar el perímetro y revisar los cadáveres. – Ten cuidado, parece estar malherido. – advertí al devaroniano mientras se dirigía al soldado inconsciente.

Por mi parte, me dirigí hacia otro de los caídos, esperando encontrar algo de utilidad para después ocultar el cadáver tras algún arbusto.

Realmente no lo podía creer. No lo podía creer. Mis ojos abiertos totalmente sin creerse lo que había visto. ¿Qué carajos acaba de pasar? Mis dientes apretados de la rabia y la indignación ante tamaño desastre. ¡¿Cómo carajos no le di a ese perro malnacido?!

Después del derribo de Greekh apenas recliné un poco el rifle mientras trataba de reconciliar el que se fuera con total impunidad el desgraciado. Entonces Greekh me hizo ese comentario. Esas ganas de darle un puñetazo...

Me aguanté, cerré los ojos y respiré profundo una vez mostrando un poco la frustración. -De seguro no me buscan por un magnicidio- Le respondí la broma con una leve sonrisa, no valía la pena seguir con el asunto. Habría preferido acompañar a cuernitos con el interrogatorio pero los pésimos tiros me desalentaron. No es mi presa, ni tampoco los otros cadáveres.

-Iré a montar guardia- Dije mientras me colocaba junto a un árbol en el camino que seguía a la ciudad.

Saenia y Flarl se dedicaron a regirar y registrar las pertenencias de los caidos. Al menos aquellas que seguían en un razonable buen estado tras los cortes de la vibroespada y los disparos de pistola laser. Apartando prendas chamuscadas o ensangrentadas revisais lo que llevaban los hombres que os emboscaron. Aparte de baratijas, celulas de energía gastadas y otros objetos sin impotancia conseguiis encontrar chips de créditos por valor de 120 créditos y un par de binoculares que parecen estar aún en buen estado.

Eso si el hallazgo más relevante consiste en que cada uno de los tres guerrilleros llevaba encima un salvoconducto que le permitía cruzar los puestos de guardia hasta Ord City. Se trata de pequeñas tarjetas con la información del sujeto y los códigos de seguridad que deben ser escaneadas por los guardias de los puestos de control.

Greekh revisó rapidamente que el guerrillero no llevase ninguna arma adicional encima y una vez se hubo asegurado de que este estubiese desarmado apoyó su cuerpo inconsciente contra el tronco de un arbol. Le quitó el casco y las gafas y descubrió debajo el rostro de un humano que aparentaba poco más de veinte años de edad. La suerte parecía sonreilre al ponerle enfrente a un novato y no a un veterano.

Los efectos del laser aturdidor empezaron a desvanecerse y el joven parpadeo con fuerza unas cuantas veces tratando de orientarse y recordar donde se encontraba.

¿Que...? ¿Quienes...? balbuceó ¿Que ha pasado?

Al terminar mi parte, me acerqué a Flarl, comprobando que entre ambos habíamos hecho un nada desdeñable hallazgo. Conté las unidades y me acerqué hacia donde se encontraba Greekh, dispuesta a informarle de lo que habíamos encontrado. Sin embargo, algo me impidió hacerlo de inmediato.

- Pero si no es más que un crío… - dije consternada, al ver el rostro de aquel que se disponía a interrogar, pero en seguida me recompuse; después de todo, aquel crío nos había intentado matar. – Hemos encontrado 120 créditos, unos binoculares con visión nocturna, y lo mejor… Tres salvoconductos. Con ellos deberíamos poder cruzar los puestos de guardia. Llevan información de los sujetos y los códigos de seguridad necesarios para pasar los puestos de control. – expliqué con una sonrisa. – El chico llevaría otro, ¿No? – pregunté al devaroneano.

El guerrillero mira con miedo evidente el rostro del devanoriano que tiene frente a él mientras su frente se cubre de sudor. Cuando oye la voz de la twi'lek sus ojos se agrandan como si hubiese logrado encontrar una salida a tan peliaguda solución. 

¡No me mateis ! dice alzando la voz Si quereis puedo daros mi propia identificación, podeis reprogramarla con vuestras identidades y los puestos de control os dejaran pasar. Os mira implorante Por favor dejadme marchar, no me hagais daño y os daré lo que querrais.

El despertar siempre era un momento importante. La consciencia anda en horas bajas, y se descubre demasiado en demasiado poco tiempo. Se descubre dónde se encuentra uno, en qué condiciones, ante quién. Y por sorprendente que pueda parecer, que el primer rostro que se vea resulte ser el mío suele producir un efecto especial. Supongo que, por un instante, en lugar de a un devaroniano creen estar ante un verdadero demonio.

Pobres ilusos.

La Twi'lek se acercó a desvelar lo que habían encontrado. Disimulé mi malestar por hablar tan abiertamente ante el prisionero. ¿La chica no entendía que el conocimiento era poder?

No era ningún niño cuando empuñaba un arma... -Apunté sin quitar los ojos del soldado, sonriendo con malicia- ...ni lo será cuando vuelva a empuñar una. Si... si vuelve a empuñarla... -Amenacé veladamente, acariciándome los labios mientras el chico trataba de salvar su vida. Desde luego, nos ofrecía lo único de valor que tenía, su salvoconducto, con explicaciones de cómo emplearlo. No estaba siendo demasiado inteligente, eso sin duda alguna. No se guardaba as alguno, no conservaba ninguna posible ventaja. Si nos entregaba aquello, ¿qué motivo había para conservarle con vida?- Sin duda, esa identificación ya es nuestra... chico. Y ahora, si quieres salir con vida de ésta, será mejor que juegues bien tus cartas. Después de todo, sois vosotros los que habéis disparado sin preguntar, acusándonos de lo que no somos. -Afirmé negando con un dedo ante su rostro, divertido- De modo que, por lo que a mí respecta, os habéis buscado todo esto... -Señalé a sus compañeros fallecidos, dejando claro que no me importaba dejarle a él en el mismo estado- Vas a tener que decirme un par de cosas, chico. La primera, cuántos controles vamos a encontrarnos en nuestro camino hasta la ciudad, y dónde se encuentran. La segunda... a dónde vas a dirigirte y qué vas a hacer, en el supuesto caso de que te soltemos, para no ser un peligro para nosotros. Y, chico... se convincente...

El muchacho traga saliva mientras sus ojos permanecen fijos en el dedo que se mueve delante de su cara. La voz del cazarrecompensas destila peligro y el muchacho empieza a sudar de forma copiosa ante sus apenas veladas amenazas.  Trata de hablar y apenas un hilo de voz sale de sus labios.

Por favor, por lo que más querais no me hagais daño musita sin apartar los ojos de la garra de Greekh os diré todo lo que quereis saber. Traga saliva de nuevo Hay controles solamente en la carretera principal y en las afueras de Ord City, las fuerzas del gobierno no se atreven a entrar en los bosques por peligro a la guerrilla. Respira ruidosamente Si seguiis por el bosque no encontrareis ninguno hasta llegar al perimetro de seguridad de Ord City y luego ya estaréis dentro. En ese momento su voz se quiebra y suelta gruesos lagrimones Si me soltais os juro que no le diré a nadie que os he visto, volveré a casa de mis padres y no me meteré en lios. Lo prometo ¡lo juro! Nadie sabrá donde estais ni quienes sois. Por favor, os lo suplico dejadme ir. Y rompe en sollozos.

El último de los guerrilleros confirmó que tal y como sospechaba aquellas identificaciones podían reprogramarse, lo cual era una muy buena noticia; justo antes de que Greekh replicara a mi apreciación de que no se trataba más que de un crío. Estaba de acuerdo con él, pero no quise darle la razón, limitándome a presenciar el interrogatorio que realizaba de modo bastante eficiente.

Esa eficiencia se confirmó cuando entre lágrimas el soldado respondió a sus preguntas para después suplicar por su vida. Avancé un par de pasos con rostro pesaroso, acercándome a él y poniéndome de cuclillas para mirarle directamente a los ojos. Me quedé así unos segundos, hasta que terminé por girarme y dirigir mi mirada al cazarrecompensas.

- Mátalo. – le pedí. – No quiero correr riesgos. – expliqué, antes de sacar mi módulo de datos.

Volví a alejarme y con las identificaciones en mi mano traté de ver cómo reprogramar estas, no debía ser muy complicado.

Anoté en mi cabeza los datos que nos facilitaba el joven recluta, proyecto de soldadito que no llegaría a concretarse. Era una lástima, porque no obtenía ninguna satisfacción cargándome a un niñato llorica.

Teníamos algo parecido a un plan, o al menos una ruta menos insegura. Eso era suficiente para mí, de modo que me entretuve analizando los movimientos de la Twi'lek. ¿Qué pasaba por su pelona cabeza mientras miraba de cerca a aquel mozalbete a los ojos, acuchillada frente a él? Mi sonrisa se curvó en una mueca siniestra al oírla tomar la palabra, sentenciando al prisionero sin reparo alguno. No era lo que esperaba, y aquello era una grata noticia. No tenía ganas de lidiar con los remilgo de gente incapaz de tomar las decisiones correctas, por duras que fueran.

Tengo una idea mejor... -Dije acariciándome los labios con la lengua, mirando a la mujer- ¿A cuántos has matado tú? A uno, ¿verdad? Cómo yo... Y Flarl a dos. Los tres nos hemos manchado las manos por esta empresa... -Comenté con complicidad, irguiéndome y lanzando una mirada de soslayo a Cal, volviendo a mirar a la Twi'lek para comprobar si comprendía por dónde iba- ¡Cal! ¿Has terminado de calibrar tu arma? -Le grité, haciéndole un gesto para que se acercase- Pues va siendo hora de que demuestres que estás tan dispuesto como nosotros a mancharte las manos, ¿no crees? -Propuse, dándole una palmada en el hombro- No querrás que alguien sospeche que has fallado esos disparos a propósito... -Añadí con malicia, guiñándole un ojo.

-Oh, claro, por supuesto que lo estoy...- Mientras que el devaroniano se aproximaba a tocarme el hombro, no se dio cuenta que mi rifle estaba apuntándole a la entrepierna y mi dedo estaba en el gatillo -...tanto que si no le das un tiro ahora...- Mi expresión pasó a una de seriedad. -...no vas a disfrutar de más burdeles-

Lo quedé mirando por unos momentos a ver su reacción, pero antes de que me respondiera me alejé de él esbozando una sonrisa y me acerqué a la Twi'lek. -¿Tienes un cuchillo allí?, creo que podría servirnos todavía más- y más de cerca al oído le susurré algo que solo ella escuchó -Y si tienes un geolocalizador, mejor- 

Lo más probable es que si queda libre huya a su base, la cual podrías asaltar en un tiempo más. Mi mente comenzó a dar un par de vueltas a la idea. Quizás inclusive colocarle un explosivo, pero no podría dar nuestra información, no se lo podemos permitir.

Me acerqué al chico y le dije. -Mira chico, eres muy joven y todavía quizás tengas algo más de vida por delante...- Trataba de sonar algo comprensivo -...pero no podemos dejar que hables- Lo miré a los ojos, esta vez si iba en serio -Dime, ¿Qué prefieres, tu vida o tu lengua?-

Un precio justo por su vida.

El muchacho observa con ojos febriles el debate entre los miembros del equipo sobre si matarlo o mutilarlo. Las propuestas cada vez le pintan un destino más desagradable por lo que decidido trata de empujar a Calron y echar a correr para huir de la tortura y la muerte. 

Con un impulso contra el tronco del arbol en el que lo habais apoyado el muchacho se pone de pie y trata de golpear a Calron con su hombro para abrirse paso en una carrera alocada hacia el bosque.  Desgraciadamente su desesperado ataque choca contra el recio ex-soldado sin lograr derribarlo y el muchacho vuelve a caer de culo al suelo del bosque.

Habíamos encontrado todo lo que necesitábamos, el guerrillero había hablado y nos había dicho todo lo que teníamos que sabes, sin embargo ahí estábamos. Dándole vueltas a si teníamos que matar al joven guerrillero o no. La idea de Greekh me pareció bien, aunque se equivocó en que la Twi'lek no había matado a ninguno de los guerrilleros aún. Pero me parecía bien que lo matara Mohamed.

Sin embargo, este dudo, le ofreció clemencia. El guerrillero cogió la opción menos sensata de todas, intentar escapar, pero parecía demasiado herido como para conseguirlo.

Estaba ya harto de toda aquella situación, así que saqué mi vibroespada y la hundí en el pecho del guerrillero.

- A partir de ahora, no te quitaré el ojo de encima Cal... - Le dije mirándole a los ojos. - Ahora esperemos a que ella consiga reprogramar las identificaciones, y continuemos.

La espada del trasdoshano voló rauda como un rayo y habló con la misma elocuencia que el silencio que hasta entonces había mantenido Flarl. El golpe fue mortal y cruzó el pecho del muchacho asomandole la punta unas pulgadas por debajo del esternon. Ni tan siquiera alcanzó a gritar, cuando Flarl arrancó el arma lo que se desplomó en el suelo era ya solo otro cuerpo sin vida.

La reacción de Cal me sorprendió, sin duda. Verle apuntarme de aquella manera no reflejó nada en mi rostro, que seguía observándole con sonrisa y mirada maquiavélicas. Abrí mi gabardina lentamente, llevando la mano a uno de mis blaster. ¿Quién podía asegurar si iba a usarlo con el prisionero o con quien osaba amenazarme de aquella manera? Extraje el arma, pero la dejé a un costado de mi cuerpo, apuntando al suelo.

Pero el muy imbécil quiso darle un nuevo giro al asunto, e involucrando a Flarl quiso darle al chico una oportunidad que no podíamos permitirnos. Y que era realmente estúpida. ¿Quitarle la lengua para que no hablase? ¿Y qué le impedía hacer gestos, escribir, señalarnos delante de sus compañeros soldaditos?

Preparé el arma para cargarme al prisionero mientras Cal hablaba con él, disparando junto a su puta cabeza. El chico trató de escapar sin éxito y Flarl le dio matarile rápidamente. Ese si demostraba efectividad y, sobre todo, profesionalidad. Era alguien con quien se podía currar. Sus siguientes palabras dieron de de ello, y me hicieron sonreír aún más.

Mal jugado, Cal... -Susurré sin temor a que lo oyera. Le había dado la oportunidad de demostrar su compromiso on el grupo, y la había cagado- ¿Ryloth? ¿Va a ser un problema esa reprogramación?

Las cosas no salieron como había previsto, pero al menos el resultado sí había sido tal. Greekh parecía contento con mi decisión de eliminar aquel riesgo, pero aun así no se encargó él mismo de acabar con el chico, lanzándole un órdago a Cal. Al escuchar aquello dos ideas cruzaron mi mente. O el tipo obedecía o trataba de quedar por encima del cazarrecompensas. Por desgracia la elegida fue la segunda.

Estas cosas no traen nada bueno…

Después de amenazar a Greekh con volarle sus partes, Cal se acercó a mí, comenzando a esbozar una idea y susurrándome algo.

¿Un geolocalizador? ¿Para qué?

Su idea quedó del todo clara cuando se dirigió hacia el chico, queriendo al parecer cortarle la lengua para que guardara silencio. Pestañeé un par de veces, incrédula, pues no sabía cómo eso iba a impedir que nos delatara.

El soldado aprovechó la tesitura para intentar escapar, pero Flarl estuvo rápido y acabó con él, manifestando lo que opinaba de la actitud del humano; cosa que Greekh no tardó también en hacer, aunque en voz más baja. Acto seguido pronunció el nombre que les había dado, y distraída con el panel no me había percatado de que se refería a mí, hasta que al preguntarme para la reprogramación le miré.

- No, espero que no… Pero con vuestro espectáculo improvisado me habíais distraído. A ver si dejáis de medírosla y cada uno se ocupa de lo que tiene que hacer. – miré entonces a Cal, entrecerrando mis ojos ligeramente. – Y eso va especialmente por ti. No tengo ningún geolocalizador, pero como encuentre uno creo que ya sé dónde lo voy a poner… - sonreí con malicia, antes de continuar con la programación.

Los dedos de Saenia vuelan raudos por la pantalla tactil de su modulo de datos. Los distintos cortafuegos y protecciones existentes en los salvoconductos no presentan ninguna dificultad para vuestra técnico quien los desactiva en cuestión de segundos. Luego lo único que hay que hacer es cambiar los datos de identificación por otros que coincidan con vuestras razas y aspecto físico. Para cuando acaba disponeis de cuatro salvoconductos aparentemente válidos que os permitirán cruzar los puestos de control.

Solo os queda la decisión de si seguir bosque a través o volver a la carretera para llegar a Ord City.

Cuando estas guardando tu modulo de datos descubres que al copiar la información de los salvoconductos para modificarla también copiaste algo más. Al parecer los salvoconductos pueden usarse como llave electrónica para abrir una puerta en un edificio en una de las peores callejuelas del barrio junto al espaciopuerto.

La respuesta de la Twi'lek me sorprendió, y no me molesté en ocultarlo. Ni la sorpresa, ni la decepción. Aquella expresión era tan primitiva como ridícula, además de completamente fuera de lugar. Para empezar, en mi especie eran las hembras las dominantes, por lo que serían ellas quiénes, en otros tiempos más primitivos, se "medirían" de aquel modo. Por otra parte, reducir cualquier diferencia de opiniones o perspectiva a una cuestión de quién quedaba por encima sólo servía para alejar la atención del verdadero foco del problema. A ojos de cualquier ser con un mínimo de inteligencia, una estupidez ridícula e insultante. Algo que habría esperado de otros, pero ella parecía más lista.

Medírnosla, ¿eh? -Dije tomando la identificación que me tocaba, mirando a Ryloth con un aire de decepción, si no desprecio- Esperaba algo... mejor.

Me guardé la identificación en el bolsillo interior de la gabardina, extrayendo de su funda el segundo blaster y asegurándome de que ambos estuvieran en modo de combate.

Bien... "compañeros"... -La palabra iba acompañada de evidente sorna- ...por si no habéis oído a "deslenguado", avanzando por el bosque evitamos todos los controles. Por supuesto, corremos riesgo de encontrarnos a la guerrilla. Si esto fuera fácil no me habrían contratado... -Añadí con orgullo- Personalmente, prefiero evitar esos controles. Podríamos tener suerte y no toparnos nada hasta la entrada de la ciudad. ¿Alguien en contra?

El resto de la banda asintió en silencio a las palabras del cazarrecompensas devanoriano. Después de unos minutos y tras amontonar los cadaveres de los guerrilleros y cubrirlos con algo de hojarasca os poneis en marcha de nuevo a través de los bosques. 

Por suerte no os cruzais con ningúna patrulla republicana ni ninguna avanzadilla de guerrilleros del FLM y al caer de la noche lograis llegar a las afueras de Ord City. Vuestros salvoconductos os permiten pasar el control de entrada con apenas algunas advertencias de los guardias gubernamentales de que respeteis la paz. Os uniis a las multitudes de refugiados, soldados de permiso y sinvergüenzas varios que ocupan las calles de Ord City