Partida Rol por web

De nuevo todos en el comedor...

Bien, veo que estamos todos excepto Rodrigo que queda eximido de esta tarea.
Señores, no me fio de estos italianos, pero tampoco creo que nos hayan mentido. Sin duda aquí está pasando algo extraño. Niños que desaparecen? ,
Bien el plan es el siguiente:

Nos quedaremos aquí encerrados como nos dijo el alcalde. Pero no por mucho tiempo, cuando haya anochecido quiero que os deslicéis por la ventana del cuarto de Rodrigo que creo que da a la parte trasera de la casa. Quiero que vayáis al ayuntamiento a echar un vistazo y en definitiva, que observéis y si véis algo extraño en el pueblo, no actuéis, al menos de momento. Excepto que seáis atacados claro. Quiero que salgáis armados por si acaso. Intentad no ser vistos, o tenré que dar explicaciones a ese cabrón del alcalde. Antonio, te sientes con fuerzas?

Con las justas que al fin y al cabo son sobrantes. Contestó con energia y sin titubear. Estoy más dolido de las mozas desta tierra que del balazo, mi señor.

Rosendo reflexionó sobre las ordenes dadas, inquieto. A él no le convencían aspectos puramente técnicos de la cuestión, y decidió plantearlos.

-Señor, si no queremos que nos miren mal o nos ataquen, creo que sería mejor llevar solo espadas y dagas. Si nos ven por la calle con picas y arcabuces sabrán que no estamos de paseo. ¿No le parece?

Por lo que he podido ver ninguno de vosotros lleváis espada. Sólo Rosendo, Antonio y Miguel llevan daga.

Javier podéis prestar vuestra espada y subir a por la de Rodrigo?

para Pablo y Diego, así todo hombre llevará un arma de guante blanco. Tenéis razón Rosendo, mejor no hacer ruido.

Asiente de mala gana y mira con cara de pocos amigos a Diego, tendiéndole su espada a Diego

Cuidadla bien, esta espada ha pertenecido a mi padre y al padre de mi padre antes que a mí. Es un recuerdo familiar. Vuelve vivo o muerto, pero con mi espada!

Sube escaleras arriba y baja corriendo de nuevo con otra espada muy parecida a la suya propia.

Tomad Pablo, lo anterior también vale para vos. Cuidadla bien.

Apoyando la pica contra la pared del cuarto de nuestro compañero herido, me preparo con los demás para "pasear" por el pueblo.

- Sí, creo que lo mejor será no llamar la atención.. Dagas sólo.

El muchacho despistado reacciona de repente, desenvainando su espada.

Antonio deja la pica guardada y vuelve con la daga.

Vamos a ver que tal se porta esta.

Bien ahora que todo el mundo tiene un arma, podéis descansar si así lo queréis hasta que anochezca , voy a decirle a las dos mozas que nos preparen algo de comer mientras esperamos.

El hombre se levanta y entra en la cocina, ois como dice algo en italiano a las mujeres a lo que responden con monosílabos.

Rosendo se tocó el mostacho, tomando asiento en un taburete. No estaba hecho para las comodidades, pues había pasado al raso gran parte de su vida. Para él, la mejor cama era un suelo arcilloso y su manta, sintiendo el cambio de temperatura en la tierra. Solo a veces, cuando llovía mucho o hacía demasiado frío, se refugiaba donde podía.

Se miró las manos callosas, pensativo. Estaba lejos de Extremadura, en Italia. Era una tierra que se parecía a las Españas, y que a la vez era diferente. Aquellos dos mujeres que comenzaron a servir escudillas de sopa caliente, sopa con verduras y algo de cecina, le resultaron tambien familiares y a la vez extrañas, con sus miradas huidizas y aquel parloteo en lengua italiana (que a su vez era parecida pero a la vez diferente). Se preguntó si todas las naciones del mundo eran así, y si eso era verdad, ¿Por qué se peleaban? Nunca había escuchado hablar a más extranjeros que los italianos y algunos comerciantes portugueses, y creía en su ignorancia que todas las lenguas del mundo debían parecerse de una u otra forma.

Comió su sopa despacio, con cuidado de no quemarse, y le recordó un poco a los pucheros de su madre, cuando era chico. Vió que Pablo limpiaba su espada, y se preguntó que hacía un hombre como él en la guerra, alistado con él. Se consoló pensando en que, llegado el momento, lo mismo valía para parar una bala rey que roque, y que no siempre iban los mismos a hacer las mismas cosas. Había visto a muchos soldados, y podía afirmar que la gran mayoría eran gente sencilla, labradores o hidalgos empobrecidos. Él parecía más lo segundo, por la educación que tenía.

-¿Ha estado vuestra merced en Toledo? -le preguntó.

El muchacho arquea una ceja mientras enfunda su espada.

-Fue toledana villa de Don Fabrique la que me vio nacer. -Comenta añorante. -En ese bello paraje los niños juegan con espadas de madera desde su tierna infancia y al cumplir los 14 años es tradicional que las familias desahogadas regalen una espada a sus hijos. –Exclama con orgullo. -Es una de las mercedes concedidas por la mucha ayuda que le dimos a nuestra majestad católica durante su combate con la Beltraneja. 

Se tocó el mentón, sonriendo por su irritación. Él no estuvo presente en las primeras presentaciones de aquella escuadra de recién alistados.

-Nunca he estado en la capital de las Españas. ¿Cómo es?

Se llevó otra cucharada de sopa a la boca.

Me parece amigo Rosendo que te confundes. La capital de las Españas es Madrid, al menos allí lleva la corte desde el año 1562 después de Nuestro Señor Jesucristo. No soy muy listo pero el maldito cura del pueblo me llenó la cabeza de capones por no saberlo, y desde entonces conozco fecha y resultado.

El orgulloso toledano mira primero a Rosendo y después a su amigo Antonio.

-Toledo es la más hermosa de las ciudades hispánicas como dijo el buen padre de nuestro rey. -Entonces mira a Antonio. -En cuanto a Madrid es mejor olvidarlo, un lugar en medio de ninguna parte no durara mucho como capital. Mis profesores auguran que el buen príncipe nombrara Salamanca como su capital para demostrar su ilustración y su buen juicio de aqui a cinco años más tardar.

Dudo que el Principe elija Salamanca, muchos cambios de capital nos mostrarian debiles. Antonio sonrió. Y si no que nombren Zaragoza, que somos pocos pero no poco.

-¿Qué importa el lugar de la capital mientras sea una la corona?- Dice intentando zanjar el tema. -Por cierto. ¿Qué os parecen esas muchachas italianas? ¿Crees que alguna querra dormir en buena compañia esta noche?

El cabrero se rascó la mejilla.

-Esquivas son las mujeres a la hora de dar sus favores -dijo- Si vuesas mercedes quieren intentarlo, adelante. Por mi parte, prefiero concentrarme en lo que se nos ha ordenado.