Partida Rol por web

De amanecida el alférez entra en el barracón despertando a todo el personal.
Os sobresaltáis e incluso os enfadáis, cómo os pueden levantar tan temprano?, rápidamente os vestís cogéis vuestras armas y seguís al Alférez al exterior. Allí os espera el capitán con el uniforme de combate , coselete, morrión, espada al cinto y en su mano derecha sostiene una pica reglamentaria.

Soldados, la mayoría de los capitanes delegan en su alférez para que instruya a los hombres. Pero yo soy un perro viejo, de muy pobre familia. Me he ganado el puesto en el campo de batalla y si todavía sigo vivo es porque tuve un capitán que nos enseñó a mantenernos vivos!! A partir de hoy, Julián y yo seremos vuestra sombra, no quiero ni que hagáis de vientre sin que esté yo cerca. Queda claro??

Gira sobre sus talones y hace una reverencia a los soldados allí formados. Se pone en una esquina y el Alférez en la otra.

Piqueros conmigo!!

Arcabuceros y Mosqueteros conmigo!!!

-¡Arriba, holgazanes!

Despertó temprano, por una patada en la planta del pie que le dió el sargento. Parpadeó, mirando la claridad del día. Un soldado a su lado, más amanerado, se quejó.

-Es muy temprano, sargento.

El sargento le miró con una expresión ceñuda y divertida.

-¿Crees que un hideputa francés va a reparar en la hora antes de degollarte? ¡Arriba!

Salieron tras vestirse rapidamente y tomar las armas aun con las legañas en los ojos. El capitán dió la orden, y luego el alférez. "Esto se pone interesante", pensó el cabrero, y firme y muy envarado, como le habían enseñado, formó con los piqueros, cerca del capitán.

Ah! una última cosa antes de que nos dividamos. Formamos la 10ª compañía del Tercio, como veréis no tenemos suficientes mosqueteros - mira a Don Pablo y a otros tres hombres - y nos sobran arcabuceros en el resto de compañías , así que los arcabuceros servirán en esta misma compañía junto a los mosqueteros.

El bachiller se despierta sobresaltado por el griterío.
-¿Es que siempre nos tenemos que despertar a ...- Al ver al capitán el joven calla repentinamente. Son pocos los que hablan mal delante de un capitán sin conocer algún castigo.
Cuando escucha las palabras de Don Julián se decide a seguirlo tras tomar su mosquete del petate.
En ese momento cuando el capitán planta la mirada sobre él, sonríe con nerviosismo con el mosquete en las manos. Lo agarra casi como si fuese un palo mientras busca a Diego, el único arcabucero que conoce.

Los gritos del Capitán me sacan de mis tristes sueños, y me dirijo raudo fuera, casi completamente vestido y con mi pica en la mano.

Tras escuchar las instrucciones y presentación del Capitán, le sigo. - Pongámonos manos a la obra,, hay mucho que aprender y, a buen seguro, poco tiempo para hacerlo

Las palabras del alférez no sorprendieron a Diego, que pese a permanecer en el lecho, llevaba ya un rato despierto. Se alzó presto, sin dar lugar a la pereza o al desasosiego matutino a entrar en su mente, y se vistió con sus ajadas ropas, no olvidando el retal de tela roja que, en combate, le identificaría como soldado de su Católica Majestad y cristiano de bien.

Una vez fuera del barracón, miró al capitán con ojos de conocedor del oficio mientras éste hablaba, de hombre a hombre, pues:

- ... sea capitán o mariscal de campo, no es menos el más humilde de los soldados por serlo, si no que serán su bravura y bizarría las que medirán su hidalguía.

Y, al terminar el capitán y asintiendo levemente ante tales palabras, se dirigió a dónde se encontraba el alférez, llevando el arma sobre el hombro como soldado viejo que era.

La gran parte de los soldados seguís al capitán hasta una explanada de tierra donde hay varios muñecos de trapo .

El capitán os manda formar delante de los muñecos y os hace una demostración con la pica impresionante, avanza agilmente hasta el muñeco moviendo la pica de un lado a otro haciendo fintas, y finalmente la clava en el pecho del muñeco. Todos quedáis perplejos de la velocidad y maestría del capitán, además de su fuerza. Pues maneja la pica como si fuese paja.

La fuerza de los Tercios reside en la pica muchachos, un hombre no vale nada. Un piquero no es nada, sin sus compañeros. Cada hombre pelea hombro con hombro con otros dos, en formación en cuadro. Cada hombre protege al que está a su izquierda.
Si uno de vosotros rompe la formación, todos moriréis.Los de la segunda fila, Si veis que un compañero cae, recoged su pica y seguid luchando!! . Debeis ocupar su puesto en la primera línea de combate.
Este arma, es letal para los soldados de a caballo, y mantiene alejados a los de a pie. Como habréis observado, casi ninguno de vosotros tiene un coselete, la corona no está para derrochar ducados. Las indias se llevan gran parte de los gastos. Pero yo os prometo que si lucháis bien, pronto vestiréis en sedas!!

Los soldados aplauden y vitorean al capitán , que hace un gesto con la mano para acallar a los soldados.

EL mayor peligro para un piquero, son los perdigonazos enemigos!!! , pero para eso nosotros tenemos a nuestros chicos!! señala a una loma cercana donde están tirando los mosqueteros y arcabuceros.
Sé que pensaréis que son un poco afeminados , pues no luchan como los hombres cuerpo a cuerpo , yo también lo pienso!! carcajadas generalizadas pero esos cursis os salvarán la vida más de una vez! a mí me la salvaron, asi que cuidadles bien y protegedles en el combate y ellos os protegerán a vosotros.

Los veinte con armas de fuego, seguis al alférez a lo alto de una loma cercana. Allí hay varias dianas de paja pintadas de rojo y amarillo . En el frente hay una línea dibujada en el suelo, y el alférez os indica que os pongáis en la línea detrás de él.
El Alférez toma un mosquete , introduce la pólvora y la bala. Saca una boquilla de madera de uno de sus bolsillos y la coloca en el suelo donde apoya el arma y dispara.
Os pide que os acercáis, increíble!! un disparo en el centro de la diana. Hace un gesto y empieza a repartir las mismas boquillas de madera a razón de dos por cabeza.
Os tiráis al suelo y empezáis a disparar.

Los Mosquetes disparan balas de 2 onzas, aquí hay varios sacos y no os faltarán en el campo de batalla. Los arcabuces llevan balas de plomo de tamaño medio. El tercio da veinte onzas de plomo a cada arcabucero y un molde para que se fabrique sus propias balas antes de la batalla.Sólo hay que calentar el plomo a fuego hasta que sea un líquido y después meterlo en el molde hasta que se enfríe. Fácil y efectivo. Cada proyectil no llega a 1 onza.
Pensaréis que son mejores los mosquetes que los arcabuces, pero estáis muy equivocados. Llevamos más de diez años usando arcabuces , y este es el primer año que usamos mosquetes. No es necesaria la boquilla de madera para disparar un arcabuz, aunque es verdad que mejora la puntería. La ventaja del arcabuz es que puedes atinar a un francés entre ceja y ceja de pie. Todos reis de buena gana incluido el alférez. El arcabuz es más ligero y manejable , y un balazo en la cabeza o el corazón es mortal, así que apuntad bien a esas partes. Si le dais a un francés en el estómago estáis jodidos, pues el cabronazo tardará días en morir y puede seguir jodiendo. Seguid disparando!!! , que yo hable no quiere decir que tengáis que dejar de disparar. Bien como iba diciendo, formaremos en dos líneas. Los de la primera línea en el suelo con mosquete y los de la segunda con arcabuz agachados. Cuando los mosqueteros disparen y mientras recargan , los de la segunda línea se pondrán en pie y dispararán para luego agacharse y recargar. Sólo dispararéis a mi orden , no somos campesinos ni bandidos. somos soldados!! varios pajes velarán por que no os falten las balas ni la pólvora. Cada soldado llevará un saquillo con pólvora y levantará la mano cuando necesite más pólvora o balas y el paje correrá hasta él para darle más. Nuestro objetivo serán primero los arcabuceros enemigos si los hay, protegeremos a los piqueros . Si lo hacen bien, mantendrán alejados a los de a caballo y nosotros acabaremos con ellos. Pero debéis recordar que si los jinetes llevan coraza debéis apuntar a la cabeza los arcabuceros, las balas no atraviesan corazas. Sólo los mosquetes pueden , y sólo si están a menos de cien pasos. Los que tenéis arcauz disparad a los que no llevan coraza. Sólo dispararéis a la infantería si yo doy la orden, y cuando los caballeros o arcabuceros enemigos no representen un peligro. Formaremos en el flanco de los piqueros. La caballería nos protegerá, pero los buenos tiradores no necesitan protección. Haced que vuestras armas rugan y sobretodo, nunca dejéis de disparar. Esa es la clave. Nunca dejar de disparar. Seleccionad al blanco y no malgastéis balas.

Observo la pica que sostengo con mi mano derecha tras ver la demostración del capitán.

- Dudo mucho que yo sea capaz alguna vez de hacer algo parecido pienso dándome cuenta de que en toda mi vida las armas no han ocupado nunca un puesto preferencial.

Los vítores de los demás me sacan de mis pensamientos.

Cita:

- La fuerza del ejército reside en el ejército, no en las individualidades No recuerdo dónde leí esa frase, pero aquí y ahora me doy cuenta de lo real que es.

El cabrero observó y escuchó al capitán, tocándose el mentón puntiagudo por la barba de pocos días. Asimilaba lo que escuchaba, aunque no le gustó para nada lo de la parte de los coseletes. Si los franceses los llevaban, tendrían ventaja.

Escuchó la mención a los arcabuceros, y sonrió. En verdad, el matar de lejos era cosa poco honrosa, pero quizá más descansada. Quizá luego, por las noches, el fantasma de las caras desencajadas y sin vida de los que has aliviado el ánimo no acude con tanta puntualidad a su cita.

Aguardó las órdenes del capitán, apoyada una mano en la pica.

Bien ahora intentadlo vosotros!!!

El resto de la mañana y el resto de la tarde practicáis y practicáis una y otra vez los mismos ejercicios hasta que a los piqueros os salen callos en las manos y calambres en los hombros del peso de la pica , y picores de ojos , visión borrosa y dolor de cabeza a los de a fuego.

Al caer la tarde, por fin el ansiado rancho. Un potaje caliente que os desentumece los miembros, y aunque no sea gran cosa os sabe cual el más exquisito manjar que hayáis probado.
Los soldados os retiráis a los barracones, y uno a uno os tiráis literalmente sobre vuestros camastros y uno a uno vais quedando dormidos.

Al llegar al barracón, Diego buscó con la mirada a don Pablo y, al encontrar sus ojos, izo un gesto.

- Hemos de resolver algo - murmuró.