Partida Rol por web

Llevas ya un tiempo trabajando en el Moonlight club, eres una de las chicas mejor consideradas, al menos por la Madame Florentine, la dueña del local y mujer de cierto poder en el mundo social de la ciudad. Tu especialidad son las variantes más fuertes del sexo, o algún trabajito más especial los que requieren la máxima discreción, gente de poder.

El local goza de cierta inmunidad tanto por la policía como por la mafia, la madame se encarga de esas cuestiones (mantener el prestigio, el autogivierno del local) y os deja tener algunas armas pero solo usarlas en caso de extrema necesitad, la paz es muy endeble estando rodeados de corrupción, mafias y demás cosas.

Esta noche estas tenido un trabajito intenso, un cliente ha pedido una sesión de bondage con cuero, látigos y esas cosas, nada más verlo supiste que pertenecía a la mafia rusa, son inconfundibles, se llama Andrei, le preparaste “un bonito” show donde le dabas lo que había pedido, primero cuerdas y algunos golpes en el trasero, y luego sexo para dejar bien satisfecho al cliente.

Lo tienes esposado a la cama y estas sobre él cabalgándolo, de pronto le da como un mareo y el hombre se queda quiero y su tez se vuelve gris, le acaba de dar un ataque al corazón, intentas reanimarlo pero es inútil.

Anoche tuviste “trabajo” aunque por suerte el cliente se fue pronto a su casa lo que te permitió descansar. Tras un desayuno decidiste salir a hacer alguna compra, abriste el buzón de la correspondencia que hay en el descansillo de la escalera y una carta te llamó la atención, no era ninguna factura, estaba escrita a mano, sin esperar, la abriste por curiosidad.

Cita:

Anoche tuviste “trabajo” aunque por suerte el cliente se fue pronto a su casa lo que te permitió descansar. Tras un desayuno decidiste salir a hacer alguna compra, abriste el buzón de la correspondencia que hay en el descansillo de la escalera y una carta te llamó la atención, no era ninguna factura, estaba escrita a mano, sin esperar, la abriste por curiosidad.

Cita:

Enarco una ceja al terminar de leer la carta.

-¿Madame Florentine?- digo en voz baja y por más que pensara, el nombre de aquella persona no me resultaba familiar y sentía cierta desconfianza. ¿Por qué sabía donde vivía y a que me dedicaba? era muy extraño y debía llegar al fondo del asunto.

Guardo la hoja en el bolso que llevaba y camino hacia la puerta de salida, pensativa, el nombre de aquella mujer no abandonaba mis pensamientos.

Al salir del edificio, saco unas gafas oscuras, de un tamaño grande y me las pongo. Miro hacia ambos lados, dudando unos segundos sobre la dirección de aquel lugar.

Tenía buena memoria y sabia que alguna vez lo había visto, no estaba muy lejos asi que opté por caminar y no irme en coche.

La mañana era agradable y la ciudad retomaba su ritmo matutino, ya tenías algo en lo que pensar y caminaste abstraída la mayor parte del camino, así que cuando menos te diste cuenta ya habías llegado al Moonlight Club.

Un edificio aislado con parking propio, a estas horas estaba desierto, las luces de neón estaban apagadas, pero lo que si que había en la puerta era un hombretón, un vigilante de discoteca por si alguna cosa se torcía.

El hombre te miró de arriba abajo pero no preguntó nada, se hizo a un lado dejándote pasar, el interior estaba casi tan vacío como el parking, pues no había nadie a excepción de una chica tras la barra del bar que ahora mismo estaba limpiando vasos y copas.

Camino en dirección al bar, observando cada pequeño detalle de aquel lugar. Había pasado un buen tiempo desde que decidí no trabajar más en un club nocturno, era un poco agotador cumplir un horario y trabajar por cuenta propia tenía la ventaja de disponer del tiempo que quisiera para descansar, salir de compras, ir a la peluquería y hacer tantas otras actividades.

Al llegar a la barra, me cruzo de brazos y miro a la chica de arriba a bajo. Carraspeo para llamar un poco su atención y acto seguido le pregunto -¿Madame Florentine se encuentra? tengo una reunión un poco urgente con ella...- observo como limpia los vasos, esperando su respuesta.

No había casi nadie en el local así que enseguida le llamaste la atención nada más entrar, no se sintió incomoda cuando la miraste de arriba a bajo, sin duda al trabajar de cara al público y más en un sitio como ese estaba acostumbrada a que la mirasen así, te sonrió – Un momento

Descolgó un teléfono - ¿Madame Florentine? Tiene una visita… una chica… ¿Si? Ahora la mando para allá – colgó el teléfono – Suba por las escaleras, la primera puerta a la derecha – la chica que parecía sonriente, siguió limpiando copas

Le dedico una media sonrísa, gesto de gratitud por su ayuda.

Miro hacia la escalera y me encamino hacia ésta. Tardé unos pocos minutos en llegar hacia mi destino. Miro hacia ambos lados un poco desconfiada, ya que todo esto me resultaba extraño.

Paso la mano derecha por mi pelo, arreglandolo un poco. Golpeo tres veces la puerta y espero expectante la respuesta. ¿Como sería Madame Florentine? comienzo a imaginarla, tal vez una mujer de mayor edad, gorda y rubia. No pude evitar sonreír al imaginarla.

El local es limpio, huele bien y a estas horas ya está puesto el aire acondicionado para que la temperatura sea agradable, tras subir la escalera llegas a la puerta que te habían indicado, una puerta de madera sin ningún tipo de inscripción, das esos golpes en la puerta y no tardas en escuchar contestación – Adelante…

Abres la puerta y entras a lo que parece un despacho, con su mesa, libretas… y tras ella sentada en una mesa una mujer, rubia si, mayor… tendría su edad, detrás de ese maquillaje calculabas que al menos unos cuarenta años, pero sin duda se cuidaba y gorda… decididamente no.

- Pasa siéntate… tu eres… Emiliana ¿Cierto? – lo pregunto pero sin duda que estaba segura, se levantó para estrecharte la mano antes de que te sentases, te dio la impresión de que era una mujer inteligente – lo primero ¿Cómo estás?

Me sorpredí al verla. Era totalmente diferente a lo que había imaginado. Una mujer guapa, elegante y con cierta clase.

Entro a la habitación quitandome las gafas oscuras, dejandolas encima de la cabeza. Miro la habitación, cada detalle, el lugar tenía buena pinta.

Le sonrío -asi es, soy Emiliana y me encuentro bien. Espero que usted también lo esté -camino hacia la silla que me ofrecía y me siento, subiendo una pierna a la otra -aunque para ser sincera estoy un poco confundida por su carta- cierro levemente los ojos, frunciendo un poco el ceño, cunfundida -¿Nos conocemos de algún lugar?

- Estoy bien, gracias – dijo con voz cantarina

Cuando le dijiste lo de la carta comenzó a reír – Si, si, cierto, te debo una disculpa… verás, en este negocio nadie mueve un dedo sin que lo sepa, entiéndelo… un local así cuesta de mantener y una… - levanta las palmas de las manos - tiene que estar informada de todo…

Saca un cigarrillo con boquilla y lo enciende - ¿Fumas? – te acerca el paquete

Quizás ya era el momento de ir entrando en materia - Sabrás que este no es un local cualquiera… y yo se que tú tampoco eres… una fulana cualquiera – se te quedó mirando estudiándote – en definitiva, te quería hacer una oferta – echa la ceniza en un cenicero plateado – has de saber que aquí no tenemos esclavas, y con tu caché te permitiría disponer de bastante libertad… en tu caso, si no quisieras hacerlo con un cliente, no estarías obligada… - de nuevo esa mirada que te estudiaba - ¿Cómo lo ves?

Justo en este momento llaman a la puerta, una atractiva chica asoma la cabeza - ¿Si, Arlen? - debe de tratarse de una de las que trabaja aquí

Tras intentar reanimarlo me quedo quieta aun sobre el pongo los ojos en blanco y suspiro, algo que siempre habia sido caracteristico en mi es la frialdad con la que trataba todo si no me pagaban.

Me aparte dejandolo tal cual en la cama y me puse una fina bata de raso granate para salir de la habitacion en busca de Florentine.

Saliste de la habitación con esa bata semitransparente, las habitaciones estaban en el primer piso al igual que el despacho, que era el lugar donde solía estar Madame Florentine, desde la barandilla pudiste ver el local vacío a excepción de la chica que ocupaba la barra, en estos momentos limpiaba copas, fuera, en la puerta principal el vigilante “armario” montaba guardia.

Olía como siempre de bien y el aire acondicionado para que la temperatura fuese agradable siempre encendido, justo al llegar  la puerta del despacho de Florentine escuchaste voces, llamaste a la puerta y la entreabriste - ¿Si, Arlen? – te preguntó la madame, sentada frete a ella y de espaldas a ti había una chica, que se gira a mirar quien eras, a esta chica que no conocías, sabías que Florentine quería ampliar el número de chicas, quizás esta fuese una de las nuevas candidatas.

Acepté el cigarrillo que me ofrecía y comencé a jugar con el con los dedos. Veía como me observaba y yo hacia lo mismo.

Comienzo a relajarme al escuchar su explicación, tenía sentido y su negocio no era como los otros; tenía clase al igual que ella.

-No está tan mal lo que me está ofreciendo. Flexión en horarios, elección de clientes...- hago una pausa y le sonrío -¿Y cuanta sería la paga?- mis ojos brillan, dinero, mi tema favorito -ese es un factor importante...- pongo el cigarrillo en mi boca, sin dejar de sonreír. Saco un encendedor lujoso de mi bolso y acto seguido, lo enciendo.

No le presto mucha atención a la persona que estaba fuera, primero lo primero y era saber la cantidad de dinero que me ofrecería.

Cerre la puerta y me apoye en ella apartandome el pelo de la cara y mirandola con toda la tranquilidad del mundo - Tenemos un problema con el ruso... bueno mas bien el ya no tendra nunca problemas - Suspire poniendo los ojos en blanco y clavando mis ojos en los de ella - Le ha dado un paro cardiaco...

Me prepare para su reaccion pues sabia que eso podia ser un enoooooorme problema para nosotras.

Emiliana al principio no presta mucha atención a Arlen que se asoma a la habitación, o al menos hasta que comienza a hablar...

Florentine abrió los ojos como platos y te frunció el ceño como que decirlo ahí delante de esa chica quizás no era lo apropiado, pero… trató de sonreír un poco nerviosa – Son… cosas que pasan… - dio una nueva calada a su cigarrillo con boquilla – bien, dame cinco minutos en seguida resolvemos eso… ¡Espera! – pareció cambiar de idea

- Emiliana, discúlpame, tengo que solucionar este embrollo, no tardaré, si quieres puedes bajar y tomar lo que quieras en al bar del local, estas en tu casa, no te vayas por favor…

La madame se levanta y se acerca a Arlen suspirando – vamos a la habitación, a ver que tenemos…

¿El ruso? pienso confundida tras dar una primera y última calada al cigarrillo, no me apetecía mucho fumar en aquel momento.

-No se preocupe, resuelva su pequeño problema, yo estaré esperandola aquí- le sonrío primero a ella y por cortesía a Arlen -si me aburro quizá baje al bar, pero por ahora me quedaré aquí- tras una nueva sonrísa, dejo el cigarrillo en un cenicero del escritorio, me cruzo de brazos y observo detalladamente el lugar.

-Espero que no tarde Madame Florentine, nuestra conversación quedó en el punto más interesante- agrego y suspiro.

Comienzo andar con Florentine hacia mi habitacion dejando por el rabillo del ojo a la muchacha, era normal que necesitara mas chicas pero algunas de las que llegaban no eran de mi agrado, hacia tiempo que habia decidido que habia tres posiciones, mujer de compañia, prostituta y putas, y de lo que mas llegaban era de lo ultimo, el peldamño mas bajo de este trabajo.

Al llegar a la habiatacion abri la puerta dejandole ver el panorama que se nos presentaba por delante.

- Gracias y disculpa de nuevo – te sonrió, cogió la carpeta que tenía entre manos y salió por la puerta con Arlen.

El silencio inundó la estancia, el cigarrillo de la madame reposaba humeante en el cenicero.