Partida Rol por web

-Bueno no queremos molestarle buen señor... pero verá, ese hombre que menciona mi compañera es alguien importante y ha desaparecido, simplemente queríamos saber si le había visto, por ello mis compañera le explico como era físicamente, pero si le hemos molestado le pedimos disculpas mi buen señor-trato de tranquilizarle amablemente.

Me rasco el mentón mientras mi mirada se pierde en busca de la torre de la que habla el pescador.

-La bella Liriandra... se comenta que es hermosa, parece ser que nuestro amigo se enamoró de ella, ¿tan bella es?-le pregunto como si nada tratando de ser un poco sutil.

 Liriandra es la muchacha mas bella que he visto por estas tierras. Y por eso estamos asi... Muchos vienen a cortejarla y ninguno lo consigue. No se si vos, elfo, estais pensando en hacerlo. Su amigo, sea quien fuere, seguramente fue rechazado y se largaria del pueblo...

El hombre lanzó la red una vez mas.

Alaina mueve la cabeza en señal negativa al mirar a Reithar .

no sabe nada

Tras eso se lo penso un momento y le regreso la moneda a su compañero

Devolver cosas eso es lo ultimo ..... la bondad de este se pega espero que sea solo una pasa o morire de falta de halcol en sangre!!!!

-Vaya, ya veo... suele rechazar mucho supongo... tan bella será que tal vez sí que busque algo especial-digo como divagando mientras escucho el susurro de Alaina y le hago una señal para que se quede mi moneda-. Tal vez el joven Cedric, a pesar de ser muy atractivo, no tuviera lo que ella está buscando... Igual yo sí lo tengo, ¿no crees, compañera?-intento que participe en la conversación.

"Tal vez si este hombre piensa que la pretendo pueda darnos más información" pienso mientras hago un pequeño guiño a Alaina.

-Pobre Cedric, igual se fue tan deprimido que se excluyó en soledad... o tal vez a la joven Liriandra sí que le gustó y lo tiene allí... ¿Podría ser un rival?-hablo como si hablara sólo, como si pensara en voz alta o como si hablara con mi compañera.

-SEñor, disculpe si le moelstamos, espero que se le de bien la pesca. Creo que iremos a visitar a la joven Liriandra, igual me considera de su agrado-le digo amablemente con una sonrisa amigable en el rostro esperando una respuesta por su parte-. Usted parece saber... ¿cree que seré de su agrado?-le pregunto abiertamente intentando deducira si sabe algo de Liriandra que pueda contarnos.

 El hombre miro hacia el elfo y una mueca se dibujo en su cara. De pronto empezó a reir a carcajadas.

-Ahora resulta que el elfo me pregunta sobre su atractivo.-reia sin parar- Por favor joven, es usted muy gracioso pero ahora mismo estoy trabajando-dijo otra vez serio- Por favor, dejadme tranquilo de una vez.

Una especie de sentimiento extraño para mí comienza a despertarse.

-Tienes razón-le digo a Alaina sin molestarme en susurrar-. Espero haberle molestado de verdad... pero... que tenga usted un buen día y una buena pesca-añado frío pues soy incapaz de tratar mal a alguien de verdad-. Tenga cuidado es usted mayor, igual no le conbiene trabajr mucho-digo antes de darme la vuelta y marcharme.

Respiro rápido tratando de controlar ese sentimiento tan sumamente raro en mí.

El guerrero enano caminaba unos pasos por detrás, ajeno a la conversación de las damas. Demasiado embriagado por el alcohol para discutir sobre cualquier cosa, se fijó en el destartalado cartel que se balanceaba rítmicamente. "Barbería" rezaba el letrero. Un escalofrío cruzó el cuerpo del enano.

- ¿Quien tendría valor, o sería tan estúpido para confiar su barba a un lugar tan decadente?

No había dudas, cada vez le gustaba menos aquel pueblo.

 Al entrar un hombre maduro os recibe. Mantiene un aire digno y un porte altanero. Al veros entrar os saluda amigablemente y os invita a pasar.

-Buenos dias, extranjeros-os dice con una mueca que podría recordar a una sonrrisa. Aquel hombre parece un fuerte marinero al que los años han erosionado como el agua en las rocas.

El camino por el pueblo ha transcurrido en un silencio que Artin no se atrevería a catalogar de incómodo, pero que no le ha acabado de satisfacer. Esperaba que la clériga le replicara, que hubiera un cierto debate entre ellas sobre esa cuestión, pero la joven se había limitado a escucharla, sin dar muestras de estar ni de acuerdo ni en desacuerdo con ella. Y por algún motivo, eso le había dejado mal sabor de boca a la hechicera.

Intento no pensar más en ello ni prejuzgar a la nueva compañera tan pronto. Posiblemente, ella tendría sus motivos para haber dicho lo que había dicho. Posiblemente, no hubiera una mala intención en su silencio. Posiblemente, con el tiempo, pudieran hablar como amigas, vivir como camaradas y discutir como un matrimonio casado con demasiados años ya encima, como ocurría con el resto del grupo. Posiblemente.

Abstraída en sus pensamientos, Artin había vagado por el pueblucho sin prestar demasiada atención, y había sido el cambio de luz lo que la había devuelto a la realidad. Mirando a su alrededor se situó en lo que bien podría ser un taller de algún tipo, pero no tenía muy claro de qué. No había nadie trabajando en aquel momento en nada, no había un fuego ardiendo en ningún hogar, las herramientas que estaban a la vista eran escasas, estaban maltrechas y no daban una idea clara, en su opinón, de qué se hacía allí. Ni siquiera el hombre que los recibió le aportó pistas sobre su oficio, pues aunque los recibió de forma amable, se percibía en él una dureza peculiar, como si estuviera muy curtido en algo. La pregunta era... ¿En qué?

La hechicera se dejó llevar por el instinto, esbozó su sonrisa y permitió que las palabras volvieran a fluir con la naturalidad habitual.

- Buenas tardes, buen hombre. Disculpad que os molestemos, pero estábamos buscando la herrería del pueblo y a su herrero. ¿Podríais indicarnos cómo llegar hasta allí? - Preguntó. Por que si algo tenía muy claro Artin es que el lugar donde ahora estaba no era, ni en el peor de sus sueños, una herrería.

 El hombre empezo a reir.

Me temo que no. Es decir, no tenemos un herrero. Yo soy lo mas parecido ya ven, barbero, ebanistero, hago ataudes y ademas me podeis considerar el alcalde de este pueblo...si es que eso significa algo.-El hombre abrió los barzos para que os fijarais en el lugar. En efecto, el aspecto caotico del sitio daba a entender que alli se hacian demasiadas cosas. Como si toda la actividad se hiciera en esa cabaña y en el agua.

Artin frunció los labios como si fuera una niña pequeña a la que le acaban de decir que no hay postre. De hecho, fue consciente de su gesto demasiado tarde, y para cuando quiso corregirlo (estaba segura de ello), todos los presentes ya lo habían visto, así que no hizo mucho por remediarlo. A fin de cuentas, era la pura verdad: hacía muchísimo que no podía dedicarle un tiempo a su oficio, lo echaba de menos y de algún modo tenía la certeza de que haber tenido la oportunidad le hubiera devuelto el buen humor. Pero no había tenido aquella suerte.

Repasando mentalmente las palabras del carpintero, se dijo que pese a todo no lo tenían todo perdido.

- Una lástima que no tengáis herrero, hace mucho que no me reúno con un colega del oficio, y tenía en mente aprovechar la oportunidad para poner a punto nuestras armas...  - Comentó, a modo de explicación. Después esbozó la mejor de sus sonrisas, con fingida sorpresa. - Oh, pero disculpadme, qué modales los míos. Mi nombre es Artin, Artin Gorunn, y mis compañeros son Gog Barbasangre y Victoria. Formamos parte de un grupo de aventureros, de ahí lo de nuestras armas como comprenderéis. Y lo cierto es que los avatares del destino nos han llevado por el sendero que nos ha traído a su villa, maese....

Dejó la frase en el aire, como si acabara de darse cuenta de que no sabía el nombre de su interlocutor.

Gog hizo una leve reverencia hacia el Eldum, cuando Artin pronunció su nombre. Aun estaba intentando recomponerse de la desagradable impresión que le había causado aquel lugar. Pues si el exterior era infame, el interior superaba todas sus expectativas.

El enano se removía intranquilo mientras se mesaba las barbas, intentando no fijarse demasiado, en los distintas herramientas de los diversos oficios que ejercía aquel humano.

Si bien la conversación no le atraía en exceso, pues no sabía de que serviría, se mantenía expectante.

 Podeis llamarme Edlum, y vuestro destino os ha traido a un rincon de mala muerte-dijo sin ganas-aqui no hay nada que hacer, los barcos ya solo pasan una vez cada luna llena y lo unico que vienen son carroñeros buscando quedarse con unas migajas. No se que os ha traido aqui, pero no encontrareis mas que agua salada y pulgas.

Edlum parecia querer ser cortes pero a su vez se mostraba irritado y cansado. Estaba claro que a las gentes de aquel pueblo no les gustaban los extranjeros.

Artin mantuvo su encantadora sonrisa, esta vez de forma natural. Por algún motivo, aquel hombre le caí bien.

- Si los caminos de los aventureros acabaran todos en palacios enmoquetados, maese Edlum, pocas aventuras correríamos salvo las palaciegas.... y estas no son especialmente de mi gusto. - Comentó, con un deje de camadería. - Aunque lo cierto es que en esta ocasión no esperaba encontrar un lugar tan aparentemente desolado... por muy Costa Tempestuosa que fuera...

-La culpa es vuestra, de todos los extranjeros que venis aqui. Nos habeis llevado a la ruina-dijo enfadado, pero al cabo de unos segundos trató de calmarse-Disculpadme, tenesi que entender la situacion en la que nos econtramos...

El pronto del hombretón sorprendió durante un instante a Artin. Quizá lo esperaba (todo en aquel hombre parecía una renuencia forzada, una resignación mal acomodada, una impotencia mal disimulada), pero no por ello fue menos sorpresivo. Durante un instante valoró las distintas posibilidades, su experiencia previa con todo tipo de personas. Y decidió que Eldmun parecía el tipo de persona dividida entre la necesidad de contar sus penas y la rabia de tener que hacerlo. Y por lo tanto sería una de esas personas a las que si interrogaba directamente no responderían.

En consecuencia, Artin se mantuvo en silencio, mirando al hombretón como si diera por hecho que no había terminado de hablar, invitándole en silencio a continuar con su relato o a darlo por concluido de forma explicita.

 Sabeis, al principio del año iba bien. La pesca era abundante y  el mercado no nos iba nada mal. Todo se ha estropeado en las ultimas semanas-dijo con rabia, como si estuviera contando un tropezon tonto o algo por el estilo- Las capturas diarias han ido disminuyendo y los aldeanos apenas cojen ahora algo mas que algas y restos de naufragios. El barco mercante no ha venido desde la primavera y aunque venga no tenemos pescado para comerciar solo madera y eso no basta para mantener a la aldea todo el invierno.
Y por si eso fuera poco Delthis ha cargado la aldea con impuestos asfixiantes, que se llevan el poco dinero que tienen sus habitantes...

Dihco esto dio la espalda a los tres visitantes y saco de un armario una pequeña botella de licor, se sirvio en un pequeño vaso de metal y de la bebió de un trago.

 mientras caminas por la costa, algo lejos de las rocas ves a lo lejos a los pies del acantilado unas pequeñas barcas con varios pesacdores arrancando moluscos de entre las rocas. te quedas un rato observandoles y aunque lo hacen de manera tranquila te das cuenta de que es un trabajo muy duro. Todos aquellos hombres parecen llevar años haciendo aquello. Pasas un buen rato observando sus quehaceres hasta que una de aquellas barcas se empieza a alejar de las rocas y va hacia la playa, donde estas tu, prtevisiblemente para dejar las capturas del dia.

Gog miró deseoso la botella de licor, como si ya hubiera digerido todo el alcohol que había bebido en la posada. Mojando sus labios con la lengua se movió algo inquieto en el mismo lugar donde se encontraba.

- Bien, bien... ¿Y toda esa desgracia es culpa nuestra? ¿De los extranjeros? Meneó la cabeza algo incrédulo. - Dudo que mis amigos y yo tengamos tanto poder como para dominar el mar y los animales que en el habitan. Carraspeó ligeramente observando el baso vacío que sostenía Eldun.

- Será mejor que te expliques mejor, amigo.