Partida Rol por web

En completo silencio entro en la sala en la que a la cabecera de la mesa se encuentra el que dice ser Delthis, el temido mago sospechoso. Sonriente, como mi propio carácter muestra, me voy a presentar pero el amigable Mircea lo hace por mí aunque no tardo en inclinarme a modo de presentación  y mostrando mi claro respeto.

-Gracias por su amable convidación-menciono amablemente mientras me dispongo a sentarme en la mesa.

Mis ojos se posan de nuevo en ese enorme perro, pero Wolf, fiel a mis pasos, parece no llamarle la atención. Luego miro al cuervo que descansa sobre la butaca de Delthis.

"¡Debe ser el que descubrió a Alaina y a Artin!" pienso mientras lo escrutinio con la mirada. "Nunca me gustaron los cuervos".

Luego centro mis ojos en Delthis esperando que mis compañeros tomen la palabra.

-Seguro que su hija es muy hermosa-digo sonriente y sonando realmente sincero.

El enano se inclinó a modo cortés ante la presentación de Miceas, acompañado del tintinear del metal de su cota de malla. Al finalizar la reverencia, se arreglo la barba y el bigote, y tomando asiento se reclinó comodamente en la silla.

Los ojos de Gog observaban los platos servidos por los criados, y se complacían en lo que veían. Sus pupilas gustativas estaban deseosas de empezar la cena. Una amplia sonrisa de aprobación se dibujó en el rostro del peludo enano. ¿Acaso Gog había olvidado el porque estaban allí? Sin duda su mirada glotona así lo hacía parecer.

- Y la comida también hace muy buena pinta. Añadió sonriente al comentario de Reithar.

Victoria agachó la cabeza a modo de saludo cuando Mircea se presentó. 

Después miró al perro que estaba apostado en el suelo descansando, aquella criatura no le inspiraba buenas vibraciones, no entendía que hacía allí... Después apartó rápidamente la mirada de él, pues no quería que Delthis sospechase.

Finalmente esperó a que el resto de sus compañeros tomase asiento, para ser ella la que se quedase con el lugar menos deseado.

Alaina siempre cerca de Ladathus miraba impresionada cada rincon que le rodeaba para asegurarse de moverse rapido si algo malo pasaba

No conoci a ningun mago que pudiera atacarme sin lengua sera mejor quedarme cerca de el

No tardasteis mucho en acomodaros. Tampoco en escuchar unas pisadas que bajaban por la escalera de mármol que quedaba a vuestra espalda. Todos torcisteis la cabeza en su dirección.

El pelo largo y moreno caia sobre sus hombros y se movía agilmente, como si caminase casi sin levantar los pies del suelo. Su mirada profunda y su sonrrisa enseguida os encandilaron, al menos a los hombres del grupo. Vestía un corpiño pajizo y una falda azul hasta los tobillos, todo ricamente decorado con hilo dorado. Hizo una pequeña y cortés reverencia antes de pasar junto a su padre, darle un cariñoso beso en la mejilla y acto seguido sentarse a su lado.

-Me alegra que halláis venido, la tormenta parece amenazadora pero al menos pasaremos una cálida velada-dijo mirando al grupo- mi nombre es Liriandra, espero que disfrutéis la cena tanto como yo vuestra presencia.

Instintivamente al ver entrar a la joven me levanto mientras ahogo un poco la respiración. Mis ojos recorren su cara y su cuerpo y una expresión estúpida se dibuja en mi rostro.

Cuando habla su joven voz me sorprende, parece linda melodía a mis oídos. Me siento a la par que ella mientras escucho sus palabras entonadas con un dulce tono encantador.

-Encantado bella Liriandra, mi nombre es Reithar y es seguro que disfrutaré de esta velada en compañía de dama tan bella.... y caballeros tan corteses- comento tratando de disimular mi absurda reacción varoníl.

Wolf suelta un pequeño gruñido de desaprovación ante mi comportamiento y no puedo menos que lanzarle una mirada insiquisidora después de volver a fijarla en la dama.

Gog no pudo, o no quiso disimular lo agradable de la visión. Los ojos del enano siguieron el recorrido de Liriandra con una sonrisa tonta el boca. Nada cortés, y seguramente poco apropiada. Era una humana, si, y le faltaba algo de pelo en el rostro, pero Gog era capaz de apreciar la belleza, y además, hacía mucho tiempo que no yacía con ninguna hembra.

El enano se reclinó en la silla, sin apartar la mirada de la joven. Parecía beber cada palabra que salía de la boca de Lirianda.

Bueno, ya estamos todos- alzó las manos y dio un par de palmadas, que sonaron como dos copas de cristal o dos campanillas. Minutos después, varios sirvientes trajeron la cena. Constaba de un gran plato con una sopa que olia apeteciblemente pese a que no parecía tener muchos condimentos. Una pieza de caza, quizas una liebre, era el plato principal. Además había varias piezas de fruta, pan de distintos tipos y queso. No era la comida mas explendida que habíais disfrutado pero despues de la cena en la posada cualquier cosa parecía mejor- Que aproveche amigos mios, comed sin miedo. Si algo se acabase pediría que nos trajeran mas. Siento no poderos ofrecer una comida digna pues en estos tiempos la pobreza azota esta región.

Victoria no pudo disimularlo, comenzó a susurrar unas palabras, lo más bajas posible, todo ello lo hacía mientras los invitados estaban distraídos cuando los sirvientes ponían la mesa. Con cada plato que veía aparecer en la mesa, la clérigo hacía un gesto bajo la mesa. Así hasta que terminó con todos los alimentos que había en el lugar. Aprovechó las palabras de Delthis para camuflar las últimas palabras de su conjuro.

Ahora la comida debería de ser totalmente segura, así que hizo un gesto de aprobación a los demás y fue la primera en tomar la cuchara y empezar a sorber la sopa.

Delthis miró con el ceño fruncido a la Victoria, que había empezado a comer ya.

-Espero que la comida sea de su agrado. Tenemos por costumbre servir lo mejor que tenemos a las visitas y no suele haber mucha queja por parte del que come en esta casa aunque veo que no es costumbre vuestra respetar a aquel que os da comida-le dijo con un tono de reproche.

Alaina ugo con la comida , se la aproximo  a la boca , la trituro pero ningun bocado entro en su boca mientras hablaba un poco de todo simulando estar tranquila.

Sabe mi padre adotivo tambien era mago pero recibia menos respeto que usted

No puedo despegar los ojos de la bella Liriandra y por un segundo entiendo el por qué vienen desde tan lejos para conquistarla, pero pronto me doy cuenta de que mi forma d emirar puede ser descortés y armandome de mucha fuerza de voluntad miro mi plato de comida y comienzo a marearla antes de llevarme un trozo a la boca ayudado por los conjuros de Victoria que asegura que ésta se encuentra en buen estado.

-Seguro que la comida es de nuestro agrado. Sois muy amable con nosotros-comento con mi acostumbrada expresión sonriente en la cara y mi tono alegre.

Luego centro mi vista en el plato pues cada vez que la levanta no puedo evitar dirigirla a la joven Liriandra y no quiero hacerla sentir incómoda.

Tras acompañar a Landathus hasta el comedor y asentir durante la presentación que Mircea había hecho del grupo, Artin se había sentado allí dónde parecía que el resto la quería: frente a Victoria y muy cerca del mago y su hija. Observó la situación tranquilamente, y cuando todo el mundo hubo acudido y la comida estuvo finalmente servida, tuvo que reprimir un gesto de sorpresa ante lo modesto del banquete. Lo cierto es que viendo las formas de Landathus y después de lo que había escuchado en la aldea, casi había esperado encontrarse con todo un festín que contrastara de forma grotesca con la situación... pero no.

Delthis, pese a que parecía estar bien entrado en años, resultaba ser perspicaz y no perder ojo de lo que ocurría a su mesa. Quizá es que Victoria no había sido todo lo sutil que podía, pero la desaprobación del Mago ante su evidente ritual convenció más a Artin de que podía fiarse de lo alimentos que no de la supuesta efectividad de la clériga. Aún así, intervino.

- Disculpad a nuestra compañera, Delthis. Ha tenido una vida dura y difícil y tiene muy arraigadas algunas costumbres difíciles de ignorar. - Comentó con ligereza, como si tuvieran que lidiar con aquella escena cada vez que se sentaban a comer. - Acaba siendo más sencillo simplemente aceptar sus rarezas, ya que en el fondo es una dama encantadora. Dura como el pedernal, sin duda, pero encantadora.

Artin le dirigió la más cínica de sus sonrisas a Victoria, aunque de cara a los que no la conocían podía resultar de lo más encantadora. Volvió a dirigir su atención hacia el mago, mientras empezaba a comer lentamente, sin prisa ninguna.

- Pero sabed que nos sentimos realmente honrados de que nos invitara, Delthis. Teníamos muchas ganas de conocerle y poder conversar con usted después de llegar a Costa Tempestuosa, y en la aldea nos habían dado a entender que podía ser difícil conseguir una audiencia con vos.

Oh, no os preocupéis-dijo mirando a Victoria con una agradable sonrisa- Respecto a lo de la audiencia... la verdad es que no solemos recibir muchas visitas. Mi padre está ensimismado con sus estudios y bueno, no le gusta tener a los aldeanos merodeando por la torre-tras decir eso cogió un poco de queso y lo puso sobre una rebanada de pan y empezó a comerlo. Su aspecto era delicioso, el de ella, y escucharla hablar, verla mover sus manos os dejaba embelesados.

Victoria se limitó a devolver su sonrisa a Artin, ella no quería discutir sobre los tipos de magia, pues aceptaba que los dioses entregaban multitud y variedad de dones. Así que no la juzgaba, a pesar de ello no llegó a diferenciar su encantadora sonrisa y tan solo se limitó a encogerse de hombros y a asentir ante las palabras.

No había nada más que añadir. Buena salida, rarezas que tiene una...

Y continuó comiendo sin decir nada más.

Gog devoró de buena gana su plato de viandas. Su rostro sonreía mientras se llevaba la comida y la bebida a la boca. Sus ojos volvían constantemente al generoso escote de Liriandra, y suspiraba porque hubiera en él un poco más de vello enanil. Hubiera sido del todo lujurioso. Gog se sorprendió extrañando el calor de las hembras enanas. Sacudió la cabeza, y centró su atención en la conversación. Conversación que hasta entonces había desatendido.

Tal vez si prestaba atención, las imágenes de bellas enanas velludas bailando, desaparecerían.

Mientras Artin dirimía alguna contrariedad que se me pasó desapercibida, yo me he estado concentrando en no caer embelesado como un insecto ante la hermosura, del todo inesperada, de Liriandra; me la había imaginado más etérea, más feérica, no tan… salvaje, tan física, tan voluptuosa. Trago saliva por cuarta vez, tratando de decir algo, y de nuevo agacho la cabeza, concentrado en la sopa austera, como si estuviese intentando leer el porvenir en las hojas de hierbabuena. Sé que el modo infalible para cautivar a una chica es ignorarla. Y eso haré, ignorarla del todo, en cuanto reúna las fuerzas para emerger del pasmo.

-Ejem.¿Pobreza, dijo? Es cierto, pobreza… -Sorbo con demasiado ruido de la cuchara. Me quemo el velo del paladar. Quiero darle un trago a un vaso de vino, pero no hay. Con una ascua por lengua, sigo preguntando: -¿Y a qué se debe, la pobreza? Siendo usted un mago tan eminente, ¿no podría hacer algo al respecto? Por favor, un poco de agua...

-No puedo cambiar los elementos ni la voluntad de los dioses, mi buen bardo-dijo haciendo un gesto para que se te sirviera un poco de vino en la copa- Como habrán visto el tiempo dificulta la pesca, la ganadería y el cultivo. Además cada vez hay menos barcos mercantes, pues en estas costas hay muchos piratas que quieren seguir la estela de Alik "el rojo". Mi torre trata de servir de faro cuando es necesario y trato de ayudar a los aldeanos en lo que puedo, pero la verdad es que no puedo hacer mucho y ya estoy viejo y cansado...

Bebo con avidez, y ya apaciguado, repongo:

-Yo lo percibo pleno de vitalidad, Delthis. Aún no ha dicho su última palabra; es esta época del año, que se empeña en volvernos unos mustios.

Estoy rumiando para mí si será que no tiene ni idea de que Landathus les exige un tributo a los pueblerinos. No hay prisas, queda bastante velada para poder quitarnos las caretas.

-No he oído hablar de ese Alik "el rojo" -continúo-, pero sí tengo entendido que en la mayoría de los casos los piratas son los perros de caza que sueltan los poderosos.

Me mantengo tan atento a la belleza de Liriandra y, a pesar de mis esfuerzos de mantenerme conectado a la realidad, mi mente se empeña en centrarse en la bella muchacha observando cada recodo de su bello rostro. No puedo evitar conllevar una pequeña sonrisa a mis labios, pero trato de mitigarla pues comienzo a sentirme completamente idiota al no poder centrarme en la conversación.

Escucho algo de pobreza y algo de Alik "el rojo", pero no logro centrar toda mi atención pues está inmersa en los suaves movimientos de Liriandra al comer.

Carraspeo mi garganta y centro mi mirada en el plato tratando de comer algo y de centrarme en la conversación que mantienen Mircea y Delthis.

"Centrate Reithar, por favor" me autodigo.