Partida Rol por web

Barry se para frente a la puerta de su objetivo toma aire.

Bien, este es el sitio.

Toca con tres golpes fuertes, pero no demasiado brutos. No quiere parecer ni una girl Scout, ni un cobrador de hacienda. Ni mucho menos la policía.

Aun no tiene claro que es lo que le van a decir, quizás algo como.

Si conducías el coche de tu hermano, tuviste que ver quien mato al mío. Venga cuéntame todo lo que sepas.

Seguramente cosas como esas no funcionen demasiado bien, pero no tenían mucho más que decir.

Después de tocar en la puerta se echa a un lado. No quiere impresionar a otro taponcillo con su corpulencia.

Luego de que Barry llama a la puerta, los tres esperan ahí, en el pasillo, a que alguien les atienda. Lo único que se puede oír es el sonido de las manecillas de un reloj, atrasado, el cual marca las 14.30hs, al otro extremo del pasillo, y el murmullo de una televisión que viene desde detrás de la puerta de uno de los departamentos contiguos... pero no hay respuesta por parte del “3B”.

Esperan varios segundos, en silencio, mientras oyen como el motor de uno de los ascensores, de el único que funciona, se pone en marcha, mientras esperan una respuesta a la llamada de Barry, respuesta que nunca llega.

Tras esperar unos instantes apoyado en la pared, termina por soltar un largo bufido por la nariz

Después de lo de la muerte de Terry fue interesante este rato en el que jugamos a los detectives, por lo menos me olvidé por un momento de toda esa mierda. Ahora sería mejor que nos pusieramos a arreglar el tiempo perdido entre nosotros, y no a buscar un maldito coche fantasma...

- Parece que no hay nadie... ¿qué hacemos, dejamos ya todo esto?

Vamos a esperar un poco, pongámonos delante de otra puerta. Puede que el tipo que buscamos este intimidado, o puede sea el que sube por el ascensor, y si ve a tres tipos delante de su puerta seguramente no le guste lo que vea.

Se aparta a dos puertas de distancia, y se coloca frente a otra, en el lado opuesto del pasillo. Con la mirada perdida, y el oído puesto en el ascensor que venía subiendo.

Era un poco estúpido ponerse en otro lugar, pero realmente si el que subía era el tipo que buscaban, sería mejor así. Aunque no había forma de estar seguro, ni siquiera de que fuera a parar en esa planta.

No obstante se relajo, si no encontraban al tipo, casi mejor. No sabía porque había muerto su hermano. Pero nada de lo que hicieran se los iba a devolver. Y si tuviera delante realmente al asesino que haría. No estaba seguro, pensaba en matarlo a golpes, o en dejarlo ir. En encerrarlo, o en acabar con su vida y la sus seres queridos.

La cordura y la ira se rifaban su mente en una dura batalla mientras sus hermanos seguían pendientes de la puerta del supuesto contacto.

Enciende un cigarrillo mientras descansa al lado de la puerta de la escalera, no ha necesitado que su hermano le dijese mucho más; sabia que llamarian la atención los tres frente a la puerta y, por eso ni siquiera se habia acercado a esta, quedando donde ahora se encontraba, mirando de vez en cuando su reloj; como si esperase a alguien.

Al escuchar las palabras de su hermano, Ted se despega de la pared y se dirige lentamente hacia donde se había vuelto a colocar Barry

-Sí, tienes razón, no se me había ocurrido... -dice sin mucha convicción. Las posibilidades de que el tipo estuviera intimidado dentro del apartamento o de que fuera él quien subiera precisamente en ese momento eran pocas pero ¡hey! no perdían nada por esperar algún minuto más

Los tres toman nuevas posiciones, buscando no levantar sospechas y no parecer una amenaza ante el tipo del “3B”, o quien quiera que este ahí, si es que hay alguien.

Sin embargo, los segundos se siguen sucediendo y no hay respuesta del “3B” a la llamada de Barry. El humo del cigarro de Roger flota sobre las cabezas de los tres mientras esperan ahí, en aquel pasillo.

El sonido del ascensor aumenta cada vez mas y mas, haciéndose cada vez mas cercano, hasta que finalmente suena la campana que avisa aquel arribo, y las puertas metálicas se abren de par en par, en aquel piso, a unos metros de los tres hermanos, llamando la atención de los tres, puesto que aquel es el único movimiento que han visto en el edificio desde que entraron.

Detrás de las puertas ven a una señora, una anciana con varios inviernos en si historial, abrigada hasta las narices y con un sombrero bastante ridículo, adornado con una margarita enorme, a la cual le acompañan unos copos de nieve.

La anciana va arrastrando una canasta con las varias bolsas de compras, ademas de llevar dos bolsas mas con ella. Sale del ascensor arrastrando el canasto con bastante dificultad, sin percatarse de la presencia de los tres, mientras escuchan como gruñe levemente mientras intenta sacar aquel pesado trasto del ascensor al mismo tiempo que procura que las puertas no se cierren dejando las otras dos bolsas que lleva ahí dentro.

- Permitame, señora. - sentencia aguantando el cigarrillo entre los labios mientras sujeta las puertas del ascensor.

Mientras Roger sostiene las puertas del ascensor, ayudando a que la anciana pueda retirar sus compras desde su interior sin demasiada dificultad, tomándose su tiempo y haciendo bastante esfuerzo, aunque con bastante menos trabajo gracias a la ayuda de Roger, la puerta de las escaleras se abre súbitamente.

A través de ella, ven asomar a un muchacho negro, vestido a la moda, con dos bolsas de compras, una a cada mano. Se hace un silencio de uno pocos segundos. El muchacho clava los pies una vez sale de las escaleras y mira a los tres, Barry, Ted y Roger, este ultimo aun sosteniendo las puertas del ascensor mientras la anciana sigue sacando sus cosas de él.

Se hace un silencio incomodo mientras las miradas se cruzan por una fracción de segundo, antes de que la cara de completa tranquilidad del tipo que acaba de salir por la puerta cambie por un gesto de susto.

- ...¡Oh!, ¡Mierda! - dice mientras mira a los tres, y acto seguido suelta las bolsas para dar media vuelta y comenzar a huir por donde acababa de llegar, como si se hubiera encontrado con tres fantasmas, sin dar tiempo a nadie de reaccionar.

Ahí están los tres, viendo como el tipo aquel da media vuelta apenas los ve, tirando todo, y huyendo por las escaleras, ante la mirada atónita de todos, sin dejarles siquiera decir una palabra, mientras Roger todavía sostiene las puertas del ascensor y la anciana, completamente ajena a la situación, se dispone a entrar de nuevo para sacar la ultima bolsa de su interior.

Observa a sus hermanos con las cejas alzadas al tiempo que sigue manteniendo la puerta del ascensor a la señora mayor. Un leve encogimiento de hombros, espera que sea suficiente para que se dén cuenta de que no puede dejar de prestar su ayuda a la señora asi de golpe. Y que espera que persigan al chaval o hagan algo ellos. Mientras el cigarrillo continua humeando, como si fuese la chimenea, con cada inhalación del hombre.

Ted mira con una expresión vacía, un instante, al muchacho que acababa de aparecer por la escalera. Se encontraba un poco distraido, pues de primeras no se le había pasado por la cabeza que fuera el mismo tipo que andaban buscando, pero tras ver la reacción del chico de tirar todo lo que llevaba encima, no quedaban muchas dudas de que se trataba realmente de él. -Joder- alcanza a decir en voz baja. Sin pensárselo dos veces, como accionado por un resorte, echa a correr en dirección a las escaleras, saltando por encima de las bolsas, y siguiendo el ruido provocado por los pasos apresurados del tipo.

-¡Eh! Tío! -grita mientras se apoya en el marco de la puerta y sale disparado bajando los escalones a todo lo que da de sí -¡Eh! 

¡Joder! Se habrá creido que somos los encapuchados

En respuesta a la frase del negro que acaba de aparecer por la puerta de la escalera, sigue otra muy parecida de Barry.

No me jodas.

Parecía completamente imposible, que fuera el tipo el que llegara, y que además los reconociera a ellos. Y no solo los reconociera, sino que huyera de ellos.

Roger se queda clavado en el sitio, está claro que no sabe si cerrarle la puerta del ascensor a la señora en toda la cara, o correr detrás del negro. Y Ted por su parte, ya había empezado a correr como un descosido.

No le apetecía en absoluto ponerse a correr. No quería perseguir a un tipo por las calles heladas de Queens, para luego explicarle que solo querían hablar con él. Pero como lo iban a hacer entrar en razón.

Empezó a moviesen, pensando en gritarle, que les había mandado allí su hermano. Pero seguramente eso acojonaria mas al tipo. Así que desecho la idea a la misma velocidad que la pensó.

Al final, no quedaría otra que agarrar a aquel tipo por el cuello, y darle una buena para que les contara la mierda que sabía. Que por la forma de correr no debía de ser poco.

Barry emprendió la carrera, solo unos segundos después que Ted, pero aquello suponía una fuerte desventaja. De todas formas, en el hueco de la escalera no podían haber bajado los dos juntos. Ahora contaba con llegar a la primera planta, donde el pasillo era más amplio y poder esprintar allí. Puesto que físicamente, estaba más fuerte que su hermano, y puede que también estuviera mas fuerte que el negrata al que seguían.

Se dejo caer por el hueco de la escalera, los otros no dejaban de hacer ruido, pisadas, saltos, la adrenalina le supero y empezó a bajar con furia, dejando a un lado sus pensamientos.
La verdad es que explotar físicamente era algo que necesitaba y no se atrevía a pensar siquiera. Estaba en un estado de frustración, y desahogarse físicamente era lo mejor que podía hacer, aunque no lo mas racional.

La anciana termina de quitar la ultima bolsa del ascensor, con completa tranquilidad, ajena a todo aquello, mientras Ted y Barry salen corriendo detrás del moreno, y Roger aun sostiene las puertas del ascensor.

- Gracias, querido – le dice la anciana a Roger, dibujando una sonrisa en su rostro, mientras de fondo se puede escuchar como la puerta de las escaleras se cierra de golpe tras el paso de Barry, y como los pasos de sus dos hermanos y le negro rebotan por el hueco de la escalera y llegan hasta el pasillo – dejame darte una propina, hijo – dice la anciana, con una sonrisa, mientras abre su monedero y comienza a revisarlo de manera meticulosa, aun ajena a todo aquel escándalo.

Ambos, Ted y Barry, casi sin pensarlo salen corriendo detrás de aquel tipo, dejando atrás a Roger, quien todavía le sostiene la puerta a la anciana, la cual no parecía muy enterada de la situación, no al menos hasta el momento en el que salieron de ahí a toda prisa.

Los pasos de los tres, de Ted, quien va a la cabeza, y Barry detrás, a unos metros de su hermano, perseguidores de aquel negro, el cual esta a varios metros de distancia al frente, resuenan por todas las escaleras a medida que descienden a toda velocidad.

Los tres descienden rápidamente, golpeando contra la pared en cada vuelta, en cada rellano de aquella escalera, al ser empujados por la inercia de su propio cuerpo en aquel descenso a toda prisa.

El moreno siquiera repara en sus perseguidores, no gira la cabeza, no mira hacia atrás, solo corre a toda prisa, perseguido por Ted, a pocos metros, y por Barry, un tanto detrás, mientras continúan bajando, acercándose cada vez mas al final de las escaleras.

Ted baja las escaleras a toda prisa, aunque sin terminar de recortar del todo los pocos metros que le separaban del que seguía. Su corazón bombeaba con fuerza, hacía tiempo que no experimentaba una explosión de adrenalina en la sangre, y la última vez que vivió una sensación similar no es que terminara muy bien que digamos... Con la vista puesta en alcanzar al pandillero, no se le pasa que el corpulento de su hermano Barry le sigue justro detrás de él. Entre todos hacían un estrépito considerable con sus pasos, así que no sabía muy bien si Roger también había echado a correr con ellos o no. Lo que sí sabía era que no se iba a parar a comprobarlo, había que alcanzar al chico.

-¡Para un momento!-dice jadeando- hemos hablado... - hace un paréntesis en la frase al prepararse para apoyarse en una pared- ...con tu hermano... somos hermanos... de quien viste que mataron anoche

- Por favor... No es necesario señora, - recrimina él con un gesto de su mano mientras entra al ascensor - mi padre siempre me enseñó a ayudar a las damas. - continua despidiendose con la misma mano tras pulsar el botón de bajada - Que pase un buen dia, señora. - termina por decir mientras las puertas se cierran.

El jodido Murphy se la había jugado con sus malditas leyes, otra vez... Su vida era un combate de boxeo contra las leyes de ese Murphy y en el trigesimo asalto, seguía perdiendo. Exhala el humo del cigarrillo mientras mira a la puerta del ascensor, esperando llegar al bajo y poder interceptar al hombre que lógicamente estaba asustado tras lo que vió anoche. Seguramente pensase que iban a por él, por haber sido testigo.

Un clinck suena cuando el ascensor se detiene en el bajo, tira el cigarrillo al suelo y lo apaga pisándolo mientras mira las puertas abriéndose.

Barry corre como un descosido, pero es consciente de que si acelera demasiado puede lastimarse un tobillo, o caer malamente, y eso no le conviene a nadie. No es una cuestion de vida o muerte, ya no.

Asi que corre rapido pero sin intentar matarse en el proceso.

El ascensor baja rápidamente mientras Roger suelte el humo a través de su boca y va viciando el aire de aquel lugar. Una luz se mueve por el panel, pasando del indicador del tercer piso hasta la planta baja, lugar en el cual al llegar se escucha una pequeña campanada y las puertas se abren de par en par.

Al poner un pie fuera del ascensor y dentro del pasillo de aquel piso, y en un acto de de casi perfecta coordinación, Roger puede notar como al mismo tiempo la puerta que da a las escaleras, ubicada a su izquierda, se abre de par en par, y por ella asoma aquel muchacho negro al cual sus hermanos habían salido a perseguir. El muchacho sale a toda velocidad, golpeándose contra uno de los costados del pasillo al no poder detenerse por la inercia, pero sin detenerse y siguiendo a toda marcha hacia la salida del edificio.