Partida Rol por web

Adam permanece callado, con las manos sobre el volante, mirando hacia la entrada de aquella casa frente a la cual se habían detenido tras cruzar todo el distrito hasta el barrio residencial, muy lejos de la zona en donde se había criado Barry, y cuyo paisaje dista mucho del que se suele ver en Queens.

Ninguno dice absolutamente nada. Durante el viaje, y en aquella espera, un silencio incomodo se hace dentro del automóvil de Adam, quien deja entrever un perfil entre concentrado y preocupado a la vez.

Fuera del coche, algunos copos de nieve comienzan a caer de manera tímida, avisando de otra posible tormenta para aquella noche.

Finalmente, Adam parece salir de su trance y vuelve la vista hacia Barry.

- Bien, Bohrer esta en su casa, completamente solo, no espera a nadie, es nuestra oportunidad – se inclina sobre el tablero mientras habla, y del maletero saca un estuche negro, pequeño, del tamaño de un paquete de cigarrillos. Se inclina sobre su asiento y de él saca un objeto parecido a un grabador, de esos utilizados por los periodistas – esto es un micrófono – le dice a Barry, mientras se lo alcanza – llevalo en el bolsillo de la chaqueta, y trata de no golpearlo. Solo tienes que hacerlo cantar, y entonces será nuestro, ¿entiendes? Sin marcas, sin golpes, necesitamos que hable, pero lo necesitamos intacto, esto tiene que ser legitimo - le dice mientras mira a Barry a los ojos fijamente.

Raymond permanece callado, con las manos sobre el volante, mirando hacia la otra esquina de la calle en la cual habian permanecido la ultima hora, quietos, y sin decir ni hacer absolutamente nada.

Ted y Roger tampoco habren la boca ni hacen otra cosa mas que observar fuera del coche. Durante el viaje, y en aquella espera, un silencio incomodo se hace dentro del automóvil de Raymond, quien deja entrever un perfil entre concentrado y preocupado a la vez.

Fuera del coche, algunos copos de nieve comienzan a caer de manera tímida, avisando de otra posible tormenta para aquella noche.

Finalmente, Raymond parece salir de aquel trance, al mismo momento que una camioneta negra, bastante lujosa, se detiene frente a una de las casas que hay en la esquina contraria, hacia donde había estado mirando fijamente todo ese tiempo.

- Ahí están nuestros hombres – dice mientras se acomoda en el asiento, sin dejar de mirar en aquella dirección, mientras dos tipos se bajan de aquella camioneta, dos traficantes, dos de tantos que se podían ver en Queens.

Raymond se inclina sobre su asiento, buscando algo debajo de él, mientras los dos tipos que acaban de bajar de la camioneta se meten en la casa. En ese momento saca un pequeño bolso deportivo de abajo de su asiento.

- Aquí esta el dinero – dice mientras le alcanza el bolso a Roger, sentado en el asiento de su acompañante – cincuenta grandes, es todo lo que pudimos conseguir, pero será suficiente para conseguirles una reunión con Walker. Solo muestren el dinero, digan que quieren pagar su perdón, y sigan la corriente... yo me encargaré del resto – mira fijamente a Roger – y recuerden, lo necesitamos vivo... de lo contrario todo esto será inútil, ¿entienden? - dice seriamente, sin parpadear mientras mira a los ojos de Roger.

Barry tienes muchas preguntas en mente. Muchas, de las cuales solo Adam podria responder, y sin embargo, no es capaz de decir una sola palabra.

Tener a su viejo amigo, a un mar de distancia a pesar de estar sentado junto a el, era una herida abierta en su alma. Hacia horas que no se reconocia a si mismo. La venganza, era sin duda un camino hacia la autodestruccion. Y el estaba abrazando ese camino con una sonrisa.

Aquel barrio le recordo la casa del maromo que habia liquidado la noche anterior. No se consideraba un asesino, pero habia matado un hombre, y lo peor, era que solo sentia un vacio seco por dentro. Se dio cuenta, de que estaba muy lejos de ser una buena persona. Y no le importo.

Adam saco una gravadora. La cogio, era pequeña, podria llevarla en la mano y nadie la veria. Pero le dijo que la metiera en el bolsillo de la chaqueta. En lo unico que podia pensar, era en entrar y reventarle la cabeza a aquel tipo, no en charlar con el. Pero tenia que ser adulto y pensar con un poco de coherencia.

Aquel politico era una rata, una rata de las grandes, y le habia metido en un juego complicado. Ahora tenian que usar otras reglas. Las reglas de la calle no bastaban para cazarlo.

Visualizo la conversacion. Y se dio cuenta de que para todo el mundo, el estaba muerto. No sabia hasta que punto le podria importar al politico su muerte, y hasta que punto sabia quien era el. Pero seria interesante hacer la visita como si fuera un fantasma.

LLegados a aquel punto. Barry sabia dos cosas de aquella reunion. Le iban a disparar, y tendria que ser muy astuto sin parecerlo.

Adam, si se supone que soy un fantasma, estaria bien que las luces de la casa no funcionaran, y que la calefaccion tampoco.

No lo miraba, Adam era policia, no mago. Pero no podia dejar de pensar que darle mas salsa a su papel, podia hacerlo verosimil. Al final daria igual.

¿Como entro?

Esa si era una pregunta importante. Era la casa de un tipo blanco importante, tendria seguridad, y seguramente vendrian polis comprados por todas partes en cuanto diera cuatro pasos. Suponia que Adam tendria pensado algo. Asi que escondio la gravadora en el bolsillo de la chaqueta, y miro la residencia.

Ted se rasca la barba mientras escucha las palabras de Raymond.

-Señor sí señor... - dice con socarronería como respuesta. Sale con decisión del vehículo y se enciende un cigarro, mirando en la distancia la casa en la que se habían metido los dos camellos con los que iban a hablar mientras espera a su hermano salir también. Roger tenía el dinero, y por lo menos también una pistola. Él sólo tenía ganas de hacerlo de una vez, aunque echa a andar con tranquilidad, aguardando que su hermano se pusiera a la par. No tenía prisa por llegar a donde estaban los otros hombres.

De puta madre, vamos a ir con esos tíos enseñando un fajo de papeles y yo sin una maldita pipa. Si se nos rebotan me voy a cagar en los muertos del negro este.

Cuando llega a la altura de la casa no espera para tocar con sus nudillos en la puerta.

- Supongo que con tocar el timbre bastará – responde Adam – pero dudo que el viejo Bohrer crea en historias de fantasmas – dice mientras se lleva la mano dentro del saco. Revuelve un poco y finalmente saca una pistola, una 9mm automática, vaya a saber alguien mas experimentado en eso la marca, pues Barry no tiene ni idea al respecto – Creo que esto va ayudarte a asustarlo – hace algo con el arma, posiblemente cortar el cartucho, aunque Barry tiene poca idea realmente – al menos mas que entrar a la casa agitando cadenas – añade mientras le alcanza el arma.

Barry coge el arma. No tiene más idea que la de un tipo a verlas en la tele y de lejos en las calles.
No hace más comentario. Pero le sorprende que un poli le dé un arma cargada a un civil, y menos para meterse en casa de un tipo que había matado a su hermano, y que estaba muy cerca de matarlo a él y a sus hermanos, o sino, al me nos enchironarlos de por vida.

No tenía sentido, pero su vida en las últimas horas había dejado de tener sentido. Había matado a un tipo, y aun era incapaz de sentir otra cosa que no fuera indiferencia.

Había visto la muerte tocar en su puerta y meterse en su cocina. Y aquella experiencia ni siquiera le había proporcionado una nueva perspectiva.

Debía de estar muerto por dentro, porque en lo único que podía pensar era en joder a aquel cabron blanco en su casa de diseño.

Espero que tengas razón y que el tipo me abra la puerta y me deje entrar.

Barry no se lo pensó mas y se bajo del coche, si Adam tenía alguna otra cosa más que añadir bien podía haberlo hecho ya. Se acababa el tiempo.

Mientras el frio se congelaba en su cara, y reñía con el frio vacio de su interior Barry camino lentamente hasta la puerta de entrada.

El lugar era como muchos otros, una casa bien acomodada, grande, con grandes cristaleras y una entrada despejada. No tendrían problemas en identificar a un negro enorme acercándose a la casa. Y seguro que en aquel barrio era muy probable que simplemente por tener ese aspecto ya fuera tomado por sospechoso.

Cuando se paro ante la puerta de madera de doble hoja y toco el botón del timbre, se pregunto como el tipo al que habían liquidado tenía una casa como la que tenía. Seguía sin pegarle para nada, quizás el inmueble fuera el pago por el trabajo de liquidar a Terry. Poco importaba.

No se sorprendió al darse cuenta, cuando apretó el timbre por segunda vez, que no se oía nada. No era el timbre de una casa pequeña, que sabias que funcionaba porque oías el timbre dentro. Ni era el portero de ningún cutre edificio de viviendas, que al tocar escuchabas un sonido como un zumbido indicando que funcionaba. No aquel timbre era soso, frio, y nada le decía si alguien dentro había escuchado que tocaban.

Se quedo esperando, incomodo, moviéndose debajo de la ropa que estaba húmeda por culpa del clima. Pensando en que le diría a aquel hombre cuando abriera la puerta. No sabía aun que diría, ni que cara pondría. No sabía si le pegaría un tiro directamente o intentaría hablar con él. Aun no lo había decidido.

Los dedos de Roger se crispan en torno a las asas de la bolsa de deporte. La cantidad de dinero que puede haber ahí dentro le marea un poco, pero el saber que va a estar cara a cara con el bastardo que mandó asesinar a su hermano le produce sensaciones aún más fuertes.

Inspira hondo mientras Ted llama a la puerta y su último pensamiento antes de que ésta se abra es "ojalá le vaya bien a Barry".

Tras tocar el timbre un par de veces y esperar frente a la puerta de la casa, nervioso, frotando sus manos para alejar el frío, esperando alguna respuesta que parece no llegar, Barry finalmente escucha un sonido al otro lado de la puerta. Primero unos pasos, y luego el sonido de la llave girando dentro de la cerradura. Finalmente la puerta se abre, apenas unos centímetros, pero suficientes como para dejar ver el rostro de Bohrer que asoma por la pequeña abertura que se forma, mirando hacia fuera, a Barry.

- ¿Que quiere? - pregunta, de manera tajante, desconfiado... como cualquier blanco de aquella zona le respondería a un negro como Barry al tocarle a la puerta. Nada extraño, parece que Bohrer no tiene idea de quien es el que esta frente a su puerta.

Tras tocar el timbre un par de veces y esperar frente a la puerta de la casa, nervioso, frotando sus manos para alejar el frío, esperando alguna respuesta que parece no llegar, Roger y Ted finalmente escuchan un sonido al otro lado de la puerta. Primero unos pasos, y luego el sonido de la llave girando dentro de la cerradura. Finalmente la puerta se abre, apenas unos centímetros, pero suficientes como para dejar ver el rostro de un sujeto bastante grande y con cara de pocos amigos, el cual asoma por la pequeña abertura que se forma, mirando hacia fuera, a ambos hermanos.

- Mierda... si que tienen huevos para venir hasta aquí, eso, o son unos idiotas – dice el tipo, mirando a ambos de arriba a abajo, y abriendo un poco mas la puerta de la entrada, dejando ver el interior de la casa, y a los dos tipos que habían visto bajar de la camioneta minutos atrás, quienes ahora se acercan a la puerta, posiblemente esperando problemas - ¿A que debo esta visita? ¿Quieren problemas o finalmente decidieron solucionar los míos? - pregunta a ambos mientras dibuja una leve sonrisa en su rostro.

Barry lo miro durante unos tres segundos sin decir nada. Estaba claro que el hombre de color tenía muchas cosas en la cabeza cuando vio la cara del hombre blanco.

Sin embargo, cuando noto que el otro estaba por cerrar la puerta empezó a hablar.

Vera, señor, me han enviado para proponerle un negocio. Se que puede parecer que llego en un mal momento, pero las cifras que mi jefe quiere que le explique son realmente.... imponentes, y solo necesita algo de apoyo por su parte.

Echa un vistazo atrás, como si vigilara que hubiera alguien.

Si no le importa, hace frio, seria educado que me invitara a pasar al menos al hall, además, no me gustaría que se filtrara a la prensa nada de lo que tengo que proponerle.

No sabía si estaba colando, si todo lo que decía podría tener sentido para aquel hombre. Era un negro, con pinta de negro, hablando de negocios millonarios.
Seria extraño si aquel hombre le concediera aunque solo fuera un segundo más. Pero apelaba al único sentimiento que sabía que existía bajo aquella carcasa viaja. Avaricia.

Solo tenía que entrar, una vez la puerta se cerrara tras él, bueno, pues la pistola le convencería de hablar con él. Pero por el momento solo podía revolverse de frio en la puerta.

Bohrer se queda mirando unos segundos a Barry, como si lo analizara de arriba a abajo con la vista, apenas asomando parte del rostro desde detrás de la puerta.

- Largo de aquí – dice finalmente, de manera seca y malhumorada, dejando bien claro que no le hace mucha gracia que un negro de Queens toque a la puerta de su casa para ofrecerle negocios multimillonarios. Tras aquellas palabras corre la cara de la abertura y se dispone a cerrarle la puerta en el rostro a Barry.

Lo había visto muchas veces en la tele, en series de policías y en alguna que otra película.
Un pie colocado en el quicio de la puerta solía conseguir evitar que una persona cerrara la puerta y le diera unos segundos más de conversación.

Tendría que pasar a la acción, había que mezclar verdad y mentira a partes iguales.

No le interesa cerrar la puerta, señor. Mi jefe, tiene amigos importantes en los centros de policía local, y bueno, existen unas fotos comprometidas, pero de verdad le interesan sus ofertas mucho más que sus amenazas.
La elección es sencilla, dinero o escándalo, yo si fuera usted, y no lo soy, daría la oportunidad a un hombre cualquiera, que bien podría haber ido a su casa a instalarle un dvd, más que a un grupo de tipos armados, algunos con pistolas, pero muchos más con micros y cámaras de fotos.

Todos aquellos lechosos tenían siempre los mismos vicios, sabía que aquel no podía ser distinto, tenía tratos con todo tipo de gente desagradable, le había hablado de polis, de prensa, de sicarios, como una mención más que como una amenaza directa y sobre todo había hablado de pasta.

Pero su carta estrella, además de su pie a punto de ser arrollado por una puerta blindada, eran las pruebas. Fuera como fuera, aquel hombre tenía secretos, y las pruebas eran cosas valiosas. El no sabría a que se refería Barry, pero poco importaba, quería tener la oportunidad de dejarlo dudarlo, de que pensara que quizás escucharlo 5 minutos fuera mas cómodo que darle la patada y luego llamar a la policía. Y eso conseguiría.

Solo 5 minutos de su tiempo, si no le gusta lo que vengo a comentarle, llame a la policía y ellos se encargaran de librarle de un ciudadano curioso merodeando en su propiedad.

Barry no sonreía, ni tampoco intentaba ser amenazador, no simplemente hablaba con un tono urgente, que bien podía haber sido por el frio, por la importancia de sus supuestas mentiras, o cualquier otra cosa. Pero no quería intimidarlo.

Solo quería entrar, y cuando entrara, bueno, entonces todo sería distinto. Su furia y el arma que llevaba bajo la chaqueta hablarían de otros temas, temas de sangre, pero necesitaba quitarse de la calle.

Sabía que se dirigían hacia la boca del lobo. Iban a ponerse a la merced de Walker, pero para poder llegar a él parecía la única manera. Aunque no temía lo que pudiera pasar, no tenía un buen presentimiento...

Ted mantiene un semblante serio ante el gordo que les había abierto la puerta. Mirándole directamente, le contesta sin ponerse nervioso, siguiendo el guión que les había indicado Raymond:

-No buscamos problemas, venimos a pagar nuestro perdón.

Roger levantó la bolsa significativamente tras las palabras de su hermano y entreabrió la cremallera con cuidado, para que el gorila pudiera ver el reflejo verde de los billetes. Su rostro era pétreo, su mirada brillante. Una mole de músculo e impavidez asintiendo desafiante.

-Creo que Walker querrá vernos.

El matón dibuja una leve sonrisa mientras sus ojos van directo a los billetes que asoman desde la bolsa. No puede evitar pasar su lengua por sobre el labio inferior, relamiéndose por aquella cantidad de pasta.

- Bien – dice mientras choca las manos y mira a ambos hermanos nuevamente – veo que están convencidos, pero no soy yo quien toma este tipo de decisiones – mira por sobre su hombro al interior de la casa. Los dos matones que hay dentro se acercan a la puerta, parándose a ambos lados de el – Creo que vamos a tener que hacer una visita al jefe y arreglar todo esto. Ahora, si no les molesta, antes de hacer nada vamos a tener que registrarlos – dice aun con una leve sonrisa en el rostro, mientras los dos gorilas que lo acompañan se acercan a los hermanos Foster y, tal como habían dicho, los registran, sin encontrar nada que les llame la atención..

- Excelente – dice finalmente, tras el cateo – si están seguros, podemos ponernos en marcha – añade, acercando su mano al bolso con el dinero, aun con aquella sonrisa en su rostro, como si disfrutara de todo aquello.