Partida Rol por web

Os alejáis de Darren, pensando en vuestras opciones. Para ir a la biblioteca seguramente estaría bien llamar al profesor Merrick antes de ir, dado que esta tarde tendrá la reunión con sus alumnos de la que había hablado a Mara. El puente está siempre abierto, claro, y no tendrá restricciones de horario.

Mientras se dirigían a la biblioteca, y notando que la joven estaba peor de lo que daba a entender, Raymond aprovechó el contacto que mantenía con ella para aliviarla un poco.
Después de lo que pasó por la mañana el mago iba debidamente pertrechado con todo lo que podía, afortunadamente al parecer, por lo que activó uno de sus objetos para sanar las posibles heridas de Mara.

Cuentamé algo más de la biblioteca. ¿Cómo es que la conoces y puedes entrar tan facilmente en ella? No es habitual. Yo mismo no he sido capaz de acceder, y lo he intentado varias veces.

El agradable cosquilleo que la invadió al contacto con el mago corto la respuesta en su cabeza, resulto extraño e inesperado pero a medida que la sensación recorría su cuerpo aliviando el dolor de su espalda y costado no pudo más que sentirse agradecida.

-gracias, señor Grend -dijo curvando las comisuras de sus labios – ¡oh! Creame para nada es fácil entrar, mucho menos dar con ella – aclaró divertida negando con la cabeza mirando al frente en todo momento – en los campus siempre se escuchan leyendas urbanas de todo tipo, unas absurdas y otras más plausibles, como la vigesimoséptima. En cuanto oímos hablar de ella nos intrigo...creo que no fue – llevo la vista al cielo haciendo memoria –hasta que a finales del segundo semestre, cuando el profesor Merrick se dio cuenta que poseía un talento especial y me dejo un rastro de migas de pan para ponerme a prueba, que di con ella – sonrió con satisfacción ante el recuerdo – hay restricciones como cualquier otra biblioteca, aunque más especiales, y nadie entra sin el permiso de Merrick, quien selecciona personalmente a las escasas personas que tienen acceso de la vigesimoséptima.

Esperaba a ver respondido a su pregunta, aún así le dio tiempo a procesar su historia por si tenía más preguntas antes de volver a hablar.

-sí de veras quiere ir deberíamos llamar al profesor Merrick – anunció deteniendo el paso y encarando al hombre sin mirarlo directamente – tiene pensado reunirse con sus alumnos para explicar lo sucedido a la biblioteca y pedir ayudar a algunos de ellos para comentar con el control de daños, catalogando y ordenando de nuevo los manuscritos...y deberíamos pedir un taxi

Se habían alejado suficiente del lugar en que habían dejado a Darren pero no podían llegar a pie al campus, había que cruzar toda la ciudad hasta el norte cruzando el puente Montlake y esperar que ningún barco lo estuviera cruzando, con lo que con suerte no les llevaría más de veinte minutos desde donde estaban, medía hora máximo.

Raymond hizo un gesto con la mano quitando importancia al hecho. Luego escuchó atentamente las explicaciones de la biblioteca y ahí frunció un poco el ceño. El que ese profesor Merrick hiciera pruebas a gente con talentos especiales no le gustó demasiado. Pero dejó por un lado esos pensamientos, al menos hasta conocerlo en persona y poder evaluarlo. Podía estar equivocado respecto a sus sospechas. Después de todo ni siquiera el Consejo Blanco era infalible y tenía sus cosas oscuras.

¿Y me dejará entrar? Había entendido por sus palabras que quería mí ayuda para examinar lo que pasó, y ver si podía arrojar alguna luz a lo sucedido. Pero parece que tienen la cosa bastante controlada.

Medito un rato antes de contestar, ella misma tenía sus dudas en si una segunda visita a la biblioteca arrojaría más luz sobre lo sucedido, aún no sabiendo si el libro que buscaba ese ser era el mismo que custodiaba Darren. Era todo un tanto ambiguo para quien está acostumbrada  construir la historia y no resolver el misterio.

-​​​​​No habrá problema, estoy segura - le aseguro convencida - le seré honesta señor Grend, no se si servida de algo o no visitar la vigesimoséptima. Ignoramos como supo de la existencia del lugar o como pudo entrar. Si bien es cierto que solo se necesita una mínima muestra de poder para sortear las medidas de seguridad establecidas por Merrick no detecte nada en la entrada que indicara que ese ser accedió por ella - desvió la mirada acariciándose el costado que Grend acababa de sanar antes de volver a hablar- y créame señor Grend...es peligroso.... Mmm...queries preguntarle algo, en mi intento de averiguar lo sucedido alcance a ver a ese ser pero el me vio a mi tambien. No puedo olvidarme de esa felina mirada de depredador sonriente al verme - relato con la mirada perdida en un punto brillante del zapato de Grend-  entonces hizo uso de un poder elemental de viento, creando un vendaval que destrozó la biblioteca y me lanzo a mí por los aires a varios metros de distancia...eso...eso no es normal señor Grend ¿O si? Nunca me había pasado 

En un momento de pausa de la conversación, Mara llama al profesor Merrick, que le confirma que pueden ir sin problema y paráis un taxi para que os lleve a la universidad.

Grend escucha atento la descripción de lo que le ha sucedido a Mara y, al igual que lo que ella misma había deducido y Darren le había dicho, la psicoquinesia no debería poder generar un efecto físico semejante en uno de sus usuarios.

Raymond puso cara de extrañado cuando Mara le describió lo que pasó.

-Eso que cuentas no es posible. O por lo menos muy, muy improbables. No niego que haya pasado lo que cuentas, faltaría más. Pero hacer algo así, interferir en una psicomancia...Francamente nunca he oído nada parecido, y eso me asusta un poco la verdad.

Se quedó pensando un momento pero finalmente sacudió la cabeza.

-No sirve de nada especular. Sin ver la criatura que viste no puedo saber lo que és. No obstante, tengo algunos conjuros que quizás me podrían decir qué sucedió en la biblioteca. Si el rastro y la impronta que ha dejado debería poder detectarla.

-Sabremos más cuando lleguemos.

El mago trató de confortar a la joven con una sonrisa. Pero en su interior estaba preocupado. Las cosas cada vez se iban complicando más. Y eso que parecía dificil después de la mañana que habían tenido.

El taxi os lleva hasta la universidad y, por segunda vez en el día, Mara se dirige al despacho del profesor Merrick. Raymond no había trabajado en este campus, aunque sí había hecho más de una visita cuando trabajó él mismo en la universidad. De hecho, cuando entran en el ala del profesor, reconoce la cátedra de historia hacia la que se dirigen.

La secretaria les saluda y le hace un gesto a Mara. — El Profesor les está esperando — dice amablemente, mucho más tranquila que en su primera visita.

Entrais en el despacho y Raymond, casi inconscientemente, se fija antes en los libros y la disposición que en el hombre que está sentado detrás del escritorio.

— ¡Ah! Hola Mara... Gracias por venir tan pronto — dice Anthony levantándose y cruzando el despacho hacia vosotros. — Éste debe ser... — Se interrumpe de repente mirando a Raymond. — ¡El profesor Grend! Pero... si se jubiló hace años... ¡Sigue igual que cuando me dió clases!

Raymond, sobresaltado, se fija en el hombre. El nombre no le resulta familiar* y han pasado muchos años desde que impartía clases como para reconocer a uno de sus antiguos alumnos que, al contrario que él mismo, ha envejecido notablemente desde sus incipientes veinte años hasta haber mediado la cincuentena.

De nuevo, y al igual que con Darren, el que Grend le diera la razón no era tranquilizador. Así lo reflejaba su gesto serio.

-francamente...a mi también- replicó dando un vistazo sobre su hombro, allí donde habían dejado a Darren – esperemos que así sea – dijo subiendo al taxi junto al mago

No estaba siendo un día fuera de lo habitual, estaba acostumbrada a la interferencia de lo sobrenatural en su vida pero no de una manera tan...amenazadora. Y recorrer los pasillos de la universidad dos veces en un día le añadía extrañeza, demasiados frentes abiertos con una correlación poco común, era sin duda más que la intrusión a una biblioteca secreta de lo oculto y cuanto más grande fuera el asunto más peligro implicaría y más personas podría salpicar. No, sin duda no estaba siendo un buen día.

-buenas tardes profesor – saludo vistiendo una sonrisa despreocupada cuando entraron al despacho – sí, este es...- quiso tomar la palabra cuando el hombre miro a Grend pero el mismo profesor las interrumpió, que ante sus sorpresa alzó una mirada de ojos abierto hacía el mago – usted...¿fue alumno del señor Grend?...vaya...esto si que es una grata sorpresa – sonríe con genuina diversión – profesor Merrick, el señor Grend a accedido a echarnos una mano en el asunto de la biblioteca ¿les parece bien si vamos para allá? - solicito cortés dejando algo de espació a los dos hombres

Emmm.

Raymond carraspeó un poco tratando de recordar al hombre que tenía delante como el joven al que, según él, había dado clases. No es que fuese imposible, de hecho incluso se sentía algo halagado de que hubiese acabado de profesor de historia, pero lo cierto es que no lo recordaba. Lo mismo no era uno de esos estudiantes que dejan huella. Aún así se sintió un poco mal por no poder recordarle.

En un primer momento pensó en mentir y decir que era un pariente, pero habiendo venido a lo que habían venido, y lo que seguramente iba a tener que hacer, no tenía mucho sentido.

Ejem. Así que Profesor ¿eh? Mis felicitaciones. No es nada fácil dar clase y moldear a jovenes más o menos impresionables. Aunque supongo que eso ya lo habrá descubierto por sí mismo.
En fin. ¿Qué puedo decir? Una vida sana es lo que tiene.

Lo mejor era ir directo al grano.

Parece que tienen algún problema inusual. Y la joven señorita Wright cree que puedo ser de utilidad. Así que estoy a su disposición.

El profesor sonríe, como quien sabe algo más de lo que se está diciendo.

— Vida sana... Claro, ahora entiendo algunas cosas... — Se vuelve hacia Mara y su sonrisa se hace más amplia. — Sí, pero siempre es agradable como profesor ver que tus alumnos han llegado a convertirse en alguien con quien se puede contar.

Coge su chaqueta y se dirige a la puerta. La mantiene abierta para dejaros salir y apaga la luz y cierra con llave una vez estáis fuera. — Vengan conmigo, por favor. Mildred, no creo que vuelva hasta mañana. Pase una buena noche.

Por lo que Mara puede ver, el profesor está mucho más tranquilo que cuando la visitó esta mañana. Tal vez sus conclusiones anteriores han ayudado a calmarlo o puede que se haya hecho a la idea de lo que ha ocurrido.

— ¿Cómo está tu espalda? Veo que caminas mejor... — Le dice a la mujer mientras se dirigen a la biblioteca de la sección de historia.

Entráis allí y el profesor saluda a la bibliotecaria, que mira a sus acompañantes pero no dice nada, dado que Merrick se adelanta con un sencillo «vienen conmigo». Camináis entre los pasillos de una biblioteca bastante antigua hasta una zona recóndita y prácticamente vacía. Como si estuviérais en una novela gótica, el profesor hace girar un candelabro y aprieta un trozo de madera oculto en una de las formas grabadas en la estantería para hacer que ésta se desplace hacia atrás, revelando una escalera de caracol un poco más adelante.

— Ya estamos cerca — informa al profesor Grend cuando empezáis a descender por ella y devuelve la estantería a su lugar.

A pesar de su afirmación, camináis unos minutos más por un laberinto de túneles completamente olvidados hasta que llegáis a una puerta que parece desentonar con todo lo que habéis visto hasta ahora. Se trata de una puerta blindada relativamente moderna que, según informó antes Anthony a Mara, han instalado hace poco.

— Además de su localización — informa Merrick a su antiguo profesor — esta es la última medida de seguridad que hemos instalado. Sólo alguien con cierto poder mágico es capaz de abrirla y, salvo en mi caso, es necesario que venga acompañado... Mara la investigó antes, porque creemos que, quienquiera que entrase en la biblioteca, no forzó este acceso de ninguna forma.

Espera antes de abrirla, por si el experto quiere investigar la puerta. Pero Raymond se queda parado un momento, pensando en otra cosa. Es normal que no se acuerde de un alumno, pero si hubiera tenido alguno con capacidades mágicas, seguramente no le habría olvidado fácilmente.

-mucho mejor, gracias – agradeció su interés siguiéndolo de nuevo por ese camino conocido en dirección a la biblioteca.

No había mucho más que decir, podía justificar que había sido menos aparatoso de lo que parecía, que el dolor había sido pasajero pero lo cierto era que el impacto de lo sucedido había sido más doloroso que el golpe en sí. Y ahora Merrick parecía tan calmado que prefirió no alterarlo de nuevo.

Buscó el rostro de Grend, que no sus ojos, cuando se detuvieron ante la estantería, expectante. Era su primera visita, y ella jamás olvidaría la primera vez que vio aparecer la entrada oculta, aunque claro, él era un mago veterano quizá fuera una tontería, de todos modos era lo único por lo que sentir una emoción positiva en ese día.

-Después de usted, señor Grend – le concedió pasar en primer lugar comenzando a bajar la escalera de caracol hasta las entrañas del acceso a la biblioteca. Ante esta y la alusión a su persona se vió en la necesidad de decir algo mientras el mago seguía absorto en sus pensamientos – tan solo pude detectar sentimientos de expectación ante la biblioteca por lo que sus paredes contienen pero nada que indicara una intrusión de cualquier tipo

Raymond mira bastante sorprendido a Merrick cuando habla de la especialidad de la puerta para abrirse. Había asentido sonriendo a su comentario de "ahora entiendo algunas cosas", pero lo que decía indicaba que Merrick tenía algún tipo de aptitud mágica. Y eso era algo...intrigante.
Una cosa era que no se acordase de él, había dado clase a muchos alumnos a lo largo de los años, pero que no se acordase de alguien que tuviese un talento mágico por menor que fuese. No era normal. ¿Le habrían hecho algo para hacerle olvidar? Eso tendría sentido. Sería muy preocupante, pero tendría sentido.

El mago se dio cuenta de que se había quedado ensimismado y sonrió a sus acompañantes.

-Perdón. Me he despistado en mis recuerdos.

-Lo cierto es que tenía muchas ganas de visitar la biblioteca. Había oído rumores e historias por supuesto, por lo que es un honor poder entrar. Lamento que sea en estas circunstancias, eso sí.

-Mejor entremos. Está claro que la criatura que la allanó posee algún tipo de poder. Vayamos al lugar que "vio" la señorita Wright y allí trataré de buscar restos de la actividad que se realizó.

El Profesor Merrick pone la mano en la puerta y notáis una leve magia que surge de ese contacto. Esa magia podría parar a un mortal pero, desde luego, no a alguien con un mínimo poder arcano. Un instante después la puerta se abre, dando acceso a los últimos metros del pasillo y a una puerta más antigua.

Tras esa puerta de madera está la biblioteca tal y como Mara la había dejado con el profesor. El interior sigue siendo un auténtico pandemonium, con librerías volcadas y sus libros dispersos por todos lados. Cuando Mara le indica a Raymond el lugar del que surgió el poder que la derribó, el mago puede identificarlo fácilmente como el epicentro de la destrucción que ha destrozado el lugar.

Raymond le echa un vistazo a la biblioteca saboreandola un poco. Siempre le han parecido un lugar importante. Tanto conocimiento junto es algo digno de ver. Y para un maniatico de la información como él aquello es lo más parecido al paraiso.

-Vale. Creo que veo el lugar donde ha sucedido todo. Es bastante obvio. No fue nadie herido tengo entendido ¿verdad? Salvo la joven Wright cuando le pasó "eso".

Mientras hablaba sacó unos quevedos de su chaleco y se los colocó. Estaban atados a una cadenita de plata para que no se cayeran. Después se dedicó a observar la estancia empezando por el epicentro. Le costó un poco concentrarse y varios refunfuñamientos. Pero finalmente le pareció ver algo.

Ahí estaba de nuevo. Ver la destrozada biblioteca le produjo la misma impotencia que la primera vez, solo que en esa ocasión permaneció en un segundo plano dejando que Grend hiciera su magia.

-así es – confirmo al captar el hombre con precisión el origen de aquella fuerza de destrucción – Merrick asegura que no había nadie...tampoco yo sentí lo contrario...solo al intruso – remarcó sintiendo erizarse la piel de la nuca

Estudió detenidamente y en absoluto silencio el proceder de Grend, curiosa por que pretendía hacer, preguntándose que tendrían de especial esos anticuados quevedos, a parte de estar encantados por supuesto.

Cuando el señor Grend se acerca a la zona indicada por Mara no le cuesta demasiado distinguir los restos de una potente evocación mágica en el lugar. Conoce bien el elemento principal utilizado en el conjuro: Aire. Sin duda todo esto ha sido generado por un potente remolino de viento. Pero, ¿cómo ha sido capaz de afectar a Mara con ese mismo conjuro cuando la chica llegó a éste lugar horas después de que se lanzase el hechizo?

Con sus anteojos, intenta seguir a quienquiera que hiciera todo esto. Sin embargo, las huellas no son fáciles de distinguir en la biblioteca tal y como está. En primer lugar ve el camino que siguió Mara en su visita anterior, pero al darse cuenta de que finalmente los pasos son interrumpidos por el efecto mágico que la empujó y que se vuelven dubitativos después de eso, descarta el rastro.

Intenta seguir una segunda pista, que parece revisar la biblioteca de forma más metódica, como si conociera el lugar. Al llegar junto a Merrick se da cuenta de que las huellas que sigue son las de su antiguo alumno cuando entró y vió todo este desastre.

Se concentra finalmente y consigue distinguir otros pasos diferentes, mucho más ligeros que cualquiera de los anteriores, a pesar de que las huellas son de mayor tamaño que las de Mara. Seguro de que está siguiendo el rastro correcto, observa el camino que llevó el intruso por la biblioteca. Puede ver que, antes de llegar hasta el epicentro del conjuro, entró en varios pasillos de libros, pero con las estanterías derribadas va a ser complicado saber qué miró en ellos. Pasó algo de tiempo en la zona de culturas antiguas, desde donde evocó el viento que ha causado este desastre y después de eso sus pasos le llevan al mismo sitio del que aparentemente surgieron: un lugar en el que no hay absolutamente nada, a un par de metros de la pared más próxima y un poco más lejos de los primeros libros.

Parece claro por qué las salvaguardas de la puerta no habían sido perturbadas, porque Raymond está seguro de que, quienquiera que hizo esto, nunca cruzó las puertas ni el pasillo por el que ellos han llegado.

Tras recorrer el camino que siguió la criatura tan solo restaba tratar de averiguar qué es lo que había estado buscando, aunque no iba a ser algo fácil. Pero por el caos causado casi podría asegurar que no encontró lo que había venido a buscar.

La criatura, una especie de elemental de aire, estuvo rebuscando en esas secciones-el mago señaló los sitios- en especial en aquella parte de allí. Luego volvió a este lugar y aquí se esfumó.
El caso es que llegó hasta este lugar sin pasar las protecciones de la biblioteca. Fue...invocada aquí dentro. Y se fue de la misma manera.
Asi que diría que el que lo hizo conoce la estancia, o al menos ha estado en ella, ya que ha podido meter al elemental aquí dentro directamente.

¿Ha venido alguien nuevo últimamente?

El mismo recorrido que ella había hecho horas atrás era ahora repetido por Grend, intrigada en su proceder lo siguió sin perder detalle hasta que el mago finalmente compartió sus descubrimientos.

-¿invocada dice? - abrió los ojos ante la revelación - ¿es posible profesor Merrick? - desconocía si la biblioteca disponía de protecciones tan precisas, así que era mejor salir de dudas – y dice que fue en este preciso lugar que desapareció – se movió donde había indicado Grend – señor Grend ¿esta completamente seguro que es este lugar? - se quiso asegurar al arrodillarse con intención de examinar más de cerca, con sus manos extendidas y listas para cuando Grend se lo confirmara o corrigiera

El profesor Merrick se encoge de hombros y explica que, si la bilbioteca tiene algún tipo de protección contra las invocaciones en este lugar, desde luego él lo desconoce. Sus poderes, si es que realmente tiene alguno pues lo único que habéis detectado es su interacción con la puerta, no llegan a tanto ni de lejos.

Cuando Raymond confirma a Mara el lugar en el que desapareció el rastro (y del cual provenía), la chica se arrodilla y pone las manos en el suelo, recurriendo una vez más a su poder de psicoquinesia. El profesor Merrick se pone tenso, esperando que la mujer vuelva a salir volando por los aires o algo parecido, pues su escasa experiencia con el poder de su antigua alumna no ha sido precisamente normal.

Sin embargo esta vez no ocurrió nada fuera de lo esperable. Mara sintió una sensación de poder concentrado y de una fuerte voluntad y determinación en la criatura que llegó allí. Desde luego, no había ningún rastro de obligación en la presencia que sintió, así que no parecía muy probable que hubiera sido invocada de ninguna forma. Antes bien, la sensación que transmite es de una concentración intensa, como si concentrase un gran poder para materializarse en ese lugar. La chica se concentró, intentando averiguar un poco más, captar algo sobre el lugar del que provenía, pero las sensaciones eran confusas, demasiado caóticas como para darles sentido.

Pero... ¡Espera! Había sentido alguna vez un caos similar y normalmente estaba relacionado con el Nuncamás. Ahora parecía claro que había llegado aquí a través de un portal al mundo de las hadas. Sin embargo, de haber un portal permanente lo habrían sentido nada más llegar a la biblioteca, sobre todo el señor Grend. Evidentemente se trata de una criatura poderosa si ha llegado a abrir un portal temporal hasta este lugar con la precisión suficiente como para entrar en esta sala, que tampoco es demasiado grande.