Partida Rol por web

Su concentración se extendió en el tiempo, a medida que la tensión provocada por el miedo a lo que había sucedido la última vez se dispersaba fue percibiendo matices más claros de lo que allí había sucedido.

-temo decirle que se equivoca, señor Grend – anunció aun con los ojos cerrados alzando la cabeza – creo que necesitaremos la opinión de un experto en portales – anunció abriendo los ojos mirando a ambos hombres antes de alzarse y sacudirse la ropa – sea quien fuera el artífice de este caos, alcanzó la biblioteca a través del Nuncamás, no me cabe la menos duda – la seriedad de sus palabras así lo plasmaban – y no siento obligación alguna, o atadura para hacerlo, solo una fuerte voluntad y determinación por parte de la criatura

Miró a Grend, que no a los ojos, en busca de su opinión al respecto, o si acaso él tenía alguna idea de como averiguar algo más sin tener que recurrir a Darren. Que estaba segura sería reticente a renunciar primero a su jornada laboral, y segundo a su oportunidad de ligar con la dependienta con la excusa de poder mantener su vigilancia sobre el libro.

El profesor Grend siguió observando un momento el lugar que le indicaba Mara. Ajustó sus anteojos, cuya montura formaba un aro de cobre y corroboró parte de lo que decía Mara. Ciertamente, la magia que allí se había obrado no era un portal de invocación, sino uno de translación y el origen más común de ese tipo de portales era el reino de las hadas.

Rápidamente, empezó a pensar alternativas. Aunque los conocimientos de portales de Darren podían ser algo superior a los suyos, sus habilidades mágicas aventajaban claramente a las del joven anticuario. Y alguien había descrito alguna vez la Taumaturgia como el "arte de hacer trampas" y con ella bien podía suplir los datos adicionales que pudiera conocer Darren. Además, por lo que sabía del joven, su erudición sobre portales estaba más relacionada con otros mundos o dimensiones que con el Nuncamás y si la hipótesis de Mara era correcta, seguramente no podría aportar nada más que él mismo.

De hecho, Raymond estaba completamente convencido de que él era la persona idónea para saber qué había ocurrido aquí. Por supuesto. ¡Faltaría más!

Tras repasar un poco más la zona donde había aparecido la criatura, Grend creía saber cómo hacer para tener una idea más clara de la misma.

Sí, sí. Han llegado hasta aquí desde el Nuncajamas. Eso está claro. Pero no es lo más preocupante del caso. Ha venido directamente desde allí, lo que quiere decir que sabe qué parte de allí interconecta con la biblioteca. Eso no es tan fácil de saber o averiguar, y desde luego no ha sido suerte. Ha sido a conciencia.

No necesitamos a Darren para esto. Puedo crear un ritual que nos de algo más de información sobre la criatura que entró, y el cómo. Bueno, más bien confirmar el cómo. Con más tiempo quizás podría incluso seguirle la pista, pero eso implica un viaje por el Nuncajamas, y no es algo recomendable la verdad. También averiguar cómo logró afectar a la srta. Wright cuando ya no estaba aquí, aunque para eso voy a necesitar su ayuda.

Empezó a despejar la zona y creó un circulo donde se había trasportado la criatura, después usó su voluntad para cerrarlo y a partir de ahí empezó el trabajo de verdad.
Se quitó su chaqueta y sombrero y los dejó cerca en una silla. Después se arremangó la camisa por lo que Mara pudo ver que llevaba dos brazaletes de cuero con algunos simbolos extraños.

Me temo que tardaremos un buen rato. Así que procuren estar en silencio. Mara, si eres tan amable de darme la mano. Luego necesitaría que centraras tú voluntad también en el circulo, y sobretodo en lo que vistes que te atacó.

Entonces empezó a concentrarse y formular en su mente lo que necesitaban. Una mimagen del portal, para averiguar cómo lo hicieron exactamente. Otra de la criatura, gracias a la ayuda de Mara, y así poder identificarla. Y por último el hechizo que usaron para afectar a la joven, una vez más gracias a la ayuda de ella ya que fue la que lo recibió.

Durante un momento el profesor Merrick se queda mirando pensativo, hasta que se da cuenta de lo que pretende hacer el señor Grend. Rápidamente, se dirige al mostrador de la biblioteca, coge un bolígrafo y algo de papel. En ese momento la imagen le resulta familiar a Raymond y recuerda al alumno que fue Merrick una vez, siempre tomando apuntes diligentemente, extremadamente interesado, sobre todo cuando contaba anécdotas fuera de lo normal en la escuela.

Era realmente curioso y didáctico, en cierto modo, observar trabajar al señor Grend. Transmitía seguridad en la precisión de sus movimientos y palabras.

-comprendo – se limitó a decir la joven psiquica

La complejidad de los portales, otros mundos y dimensiones se lo dejaba a Darren, que había tratado de explicarle como funcionaban una docena de veces y en cada una de ellas le costaba seguirlo, quedándose sencillamente con que el Nuncamás era un lugar del que mantenerse alejado.

Dejo al mago trabajar, permaneciendo tan atenta como Merrick y sobresaltándose ligeramente cuando Grend solicito su ayuda en la realización del ritual, limitándose a asentir y tomar su mano. Dedicó una mirada a Merrick y en muda solicitud le ofreció su mano para que uniera al proceso, sumando su voluntad a la de ellos. Que además había presenciado lo que había provocado sobre ella la huella psíquica del ser que buscaban.

Ante el gesto de Mara, el profesor Merrick dejó sus apuntes y se unió a los otros dos. Su poder mágico era prácticamente nulo y, al parecer, sus conocimientos eran también bastante escasos, por lo que su presencia no servía de mucho.

Otra cosa era la ayuda de Mara. A pesar del origen desconocido de sus poderes, estos parecían bastante notables y la mujer había estudiado lo suficiente sobre taumaturgia como para poder ayudar a la preparación del ritual. Cuando todos estuvieron juntos dentro del círculo que había trazado Raymond, la realidad pareció empezar a difuminarse a su alrededor y, desde la seguridad del círculo que parecía flotar a un lado, pudieron ver lo que había ocurrido en la sala.

Las sospechas del profesor Grend se confirmaron en cuanto vio la imagen, pues ya conocía a la criatura en cuestión que había pasado por esta biblioteca. Para Mara, los ojos felinos que ya había visto en su visita anterior a este lugar se extendieron definitivamente para permitirle observar por completo a una persona que, salvo por su mirada, parece humana. Sin embargo la magia del ritual que han preparado les permite distinguir su naturaleza feérica.

Pero no es un hada normal. En absoluto. Eso sería como comparar a Gandalf el Blanco con un ilusionista callejero que se hace llamar mago. Este ser es mucho, mucho más antiguo: un auténtico señor de los Sidhe que lleva vivo casi tanto tiempo como la especie humana.

El portal que había creado le había traído directamente del Nuncamás, tal y como habíais deducido. Pero hay algo extraño en el conjuro que utiliza, como si se sirviera de un ancla para localizar el punto exacto al que llegar: algo, o alguien, ha dejado una señal sobrenatural que le ha servido para llegar hasta aquí.

El ser empieza a caminar por la biblioteca, pero la imagen se vuelve ligeramente borrosa durante unos minutos (o, al menos, lo que os parecen minutos). El conjuro que habéis realizado no os permite saber en detalle todo lo que ha hecho aquí, aunque evidentemente busca algo entre los libros, que parece encontrar en el último momento.

Cuando la figura se para durante un rato en la zona de culturas antiguas, de repente alza la cabeza y mira al vacío. Mara reconoce el gesto y el instante que ya había vislumbrado con su visión e, instintivamente, se encoge dispuesta a recibir de nuevo el golpe de viento que la mandó volando de un lado a otro de la sala. Tal y como ambos ya sabían, el aire se empieza a arremolinar alrededor del sidhe y se acelera bruscamente en todas direcciones, causando un auténtico caos en la biblioteca. Veis cómo saca de su bolsillo un pequeño pañuelo manchado de sangre y sonríe.

La magia de vuestro ritual os permite entender un poco mejor lo que ha ocurrido y, como por ciencia infusa, deducís que la sangre del pañuelo pertenece a Mara. Pero, el cómo es posible que haya tenido acceso a algo así está fuera de vuestra pecepción extendida. Lo que sí deducís es que el señor sidhe tenía algún tipo de protección contra cualquier tipo de vigilancia mágica y detectó la visión de Mara, incluyéndola en el conjuro que iba a realizar de todas formas. La habilidad y el poder que necesita para hacer eso retrasando parte de su efecto durante varias horas está más allá de vuestro conocimiento.

De repente, el mismo ritual que avisó al sidhe de la visión de Mara parece activarse de nuevo y el ser mira directamente hacia vuestro círculo.

— ¡Ah! Raymond Grend — ¿Habría visto el nombre en la mente del mago durante su encuentro anterior? Desde luego, su pronunciación, sin ser exacta, se parecía bastante al Nombre Verdadero del mago — y la señorita Wright. Es la segunda vez que me observan. ¿Creen que ese debil círculo puede protegerles de mí? — Sonríe.

No esperaron a que haga nada más. Rápidamente, el profesor Grend disipa la energía mágica del ritual y rompe el círculo mágico, haciendo que la percepción de los tres participantes vuelva al momento actual.

En cuanto Grend vio al señor de los Shide que apareció en el portal estuvo a punto de disiparlo, pues para su desgracia lo conocía. Bueno, sabía algo sobre él. No mucho, pero sí que era absurdamente peligroso.
No obstante se obligó a continuar, el hecho de que estuviera allí implicaba muchas cosas, pero también dejaba preguntas. Eso sí. En cuanto notó que le reconocía sus ojos se abrieron como platos.

No es posible. No puede ser.

En esta ocasión no espero a que tratara de poner a prueba su circulo. Lo rompió para cancelarlo al momento. Seguramente salvando a los tres que estaban allí de algunas contusiones más.

El mago se soltó de Mara y se puso en pie algo nervioso. Empezó a pasear de un lado a otro.

No puede ser. Lo que ha hecho es imposible. Bueno. Imposible es evidente que no. Pero sí muy muy improbable.

Seguía paseando tratando de dar con una explicación de todo aquello.

Merrick. Ya has visto por donde ha ido. Así que necesito saber exactamente qué es lo que falta de esa sección. O qué es lo que había hasta hace poco y ahora ya no lo tienes. Seguramente tendrá que ver con ritos o cultos mesopotámicos, aunque podría equivocarme.

Se giró a la chica.

Mara. Esa criatura, tenía sangre tuya. Y antes de que digas que es imposible no es cierto. Es, en todo caso, improbable. ¿Te has herido hace poco? Algo que te haya hecho sangre.

Se volvió al profesor otra vez.

Ah. Por cierto Merrick. Antes te pregunté si ha entrado alguien nuevo, aparte de nosotros, últimamente. El shide que entró porque tenía un ancla a este mismo lugar. Un ancla que alguien dejó para él. Por lo que si no ha venido nadie nuevo tenemos que empezar a pensar en alguien habitual. O al menos alguien que trajera algo nuevo a la biblioteca recientemente.

Seguía teniendo muchas preguntas, pero no podía hacerlas hasta que tuviera alguna de las respuestas. Mientras caminaba se paró de repente.

Darren. Hay que avisar a Darren.

Miró a Mara con Urgencia.

Mara. Llama a Darren. Yo no me puedo poner, pero dile que saque de su tienda el caballo del shide. Cuanto antes.

Poner rostro a su agresor no tranquilizaba la inquietud de Mara, que temía por el poder del, ahora reconocido como señor de los Sidhe, pudiera volver a afectarla y con ella arrastrar a los dos hombres. Algo que había dejado en las sabías manos de Grend, segura que el sabría como impedir que transcendiera trato de mantenerse concentrada en lo que acontecía ante sus ojos. Al acercarse el momento se preparo y fue cuando todo se precipitó, el desconcierto era patente en ella cuando Grend hizo desvanecerse la visión rompiendo el circulo. Permaneció arrodillada en el suelo aun cuando ambos hombres habían soltado sus manos, su mirada perdida en algún punto sin definir de la biblioteca, allí donde había estado él.

-eso era...¿como...- balbuceó para si tratando de recuperarse del shock, respirando pesadamente

Grend paseaba, lo escuchaba elucubrar en voz alta pero ella permanecía ausente, frotando enérgicamente las palmas de las manos contra el pantalón, fue su voz la que reclamo su atención sobresaltándola.

-¿¡acaso se piensa que la voy regalando!? - declaró molesta, aunque no con él, levantándose para quedar a la altura de Grend.

Su perplejidad inicial había pasado a una ira contenida.

-¡ese ser tiene mi sangre! - con la manos en jarras tomo una profunda respiración y lo solto con fuerza- Joder...no...no que recuerde – sus ojos bailaban de un lado a otro rebuscando en su memoria.

No era una persona especialmente torpe y dudaba que aquello fuera...negó con la cabeza sonrojándose evitando la mirada de los dos hombres. No. Debía ser...sus ojos se abrieron y miro a Grend, que no a los ojos.

-¡En Rainier!- anunció de golpe – es lo único que se me ocurre, aunque sigo sin saber como...hace una semana mis hermanos vinieron desde Denver a pasar unos días en una casa que alquilamos en el Parque Nacional del Monte Rainier...hacíamos senderismo y para impedir una caía algo aparatosa de uno de ellos me herí en el brazo con una piedra afilada – se subió la manga de la chaqueta mostrando una fina linea en la piel, casi sanada por completo pero visible el corte que se había hecho en el antebrazo- no puede haber sido de ningún otro modo...pero ¿por qué? ¿por qué mi sangre?...no lo entiendo ¿como podía él saber...? - trago con dificultad al sentir la adrenalina disparándose en su interior

Sabía poco de la magia de sangre pero tenía claro que no nada bueno podía salir de que alguien tuviera su sangre.

-¿a Darren? - pregunto extrañada no sucumbiendo aún al pánico añadido cuando pronunció el nombre de su amigo – el caballo de Shide...bien si...¿que caballo? - tenía claro que se trataría de una figura inmediatamente se recrimino el hacer la pregunta – si llamar a Darren – giró en redondo buscando el lugar en el que había dejado su bolso, agachándose a cogerlo – debo regresar a la superficie aquí abajo la cobertura es nula ¿necesita que le diga algo más a Darren señor Grend?

Raymond levantó las manos a la defensiva tratando de dar un poco de espacio a Mara para que se calmara. Sin duda la información sobre su sangre habría sido algo duro de digerir.

Afortunadamente la joven sabía que aquello era importante y dejó de lado el enfado para pensar. Tras recapitular, si era cierto lo que decía de su sangre, y no veía motivos para dudar, aquello suscitaba nuevas preguntas y pocas respuestas.

¿Después de aquel incidente ha estado en la biblioteca? Porque si es así bien puede haber sido el foco de atraccción. Involuntario por supuesto. Pero lamentablemente eso implica otro hecho. El que la conoce. No ya sus habilidades, si no que tiene acceso a este lugar.

Había vuelto a su tono educado. Aunque no quiso comentar en voz alta el hecho de que pudiera ver desde el pasado un hecho acontecido ahora. Por segunda vez. El mago conoció al shide esa misma mañana, no había posibilidad que antes lo hiciera. Lo sabría. Pero la imagen del pasado hablaba como si estuviese actuando ahora mismo. Eso no podía ser. ¿verdad?

Digalé sólo que saque el caballo y que nos reuniremos con él lo antes posible.

Controlar sus emociones era algo en lo que había adquirido gran práctica a lo largo de todos esos años, y en esos momentos estaba haciendo un esfuerzo monumental por mantener la calma, aunque las aletas de su nariz junto con sus respiración marcada evidenciaran el hervidero que era por dentro.

-No – respondió sin vacilar – hace al menos un par de años si no más que no pisaba la biblioteca – no lo hacía desde que tenía acceso a los libros de Darren, solo algo muy concreto la habría llevado a ir a la vigesimoséptima – también había llegado a esa conclusión, gracias – añadió con amargo sarcasmo al remarcar el mago lo obvió

No tenía nada en contra de Grend, lo apreciaba a su manera, en ese momento estaba pagando con él su monumental enfado, lo sabía, pero ya tendría tiempo de disculparse. Cerró los ojos conteniendo preguntas que seguramente no tuviera respuesta para ella en ese momento, así que opto por sacarse de la ecuación y dar tiempo a Grend a que pensara y ver si así sacaba un conejo de su chistera.

-el caballo de shide...bien, de acuerdo – volvió a repetir y se encamino a la salida, deteniendo su paso en el umbral de la puerta – volveré en cuanto termine, si no los veo arriba antes.

El profesor Merrick parece entre sorprendido y maravillado por lo que acaba de ver. Por no decir asustado. Tarda un tiempo en reaccionar y mira anonadado a Raymond.

— Profesor, con este desastre sería imposible identificar los libros que ha podido mirar. — Se acerca la zona desde la que surgió el conjuro y empieza a revolver entre los libros que hay en el suelo. — Pero justo antes de que ese hombre invocase el torbellino, me pareció ver que tenía este libro en las manos... — Tal vez la definición de torbellino no sea del todo errónea, pero de "hombre", desde luego, tenía poco más que la anatomía. Pese a todo, Anthony se agacha a coger un libro, que está a punto de partirse a la mitad en cuanto lo recoge y alguna de sus páginas se esparcen por el suelo. — "Dioses Asirios del Inframundo"... El libro está completamente destrozado, y tardaremos días en ver si le falta alguna parte. — Mira nuevamente a la biblioteca, compungido. Algunos de los volúmenes, sobre todo los más antiguos, han sido gravemente dañados y sus páginas sueltas se encuentran bajo alguna de las estanterías y otros libros.

Se queda pensando un rato sobre lo que le ha preguntado Grend.

— No, aquí no ha venido nadie nuevo. Sólo se admite a algunos alumnos y los escojo personalmente al inicio del año, siempre entre aquellos que conozco ya de cursos anteriores, como le podrá indicar la señorita Wright. No entiendo bien a qué se refiere con un ancla, pero ahora que hablan de caballos... ¿Se refiere a algo así como un Caballo de Troya? ¿Algo que permita meter al enemigo en tu propia casa? — Niega con la cabeza, dubitativo. — No tengo ninguna noticia de nada que pueda haberse traido de esa forma, pero preguntaré a mis alumnos esta tarde, por si a ellos se les ocurre algo más.

Salió dejando atrás la biblioteca a pasos agigantados, hacia todo lo posible por no lanzarse a correr, siendo lo que más le apetecía hacer en ese instante además de gritar. Algo que liberaría toda la tensión que se estaba acumulando en ella. Desanduvo nuevamente sus pasos por segunda vez ese día hasta alcanzar la biblioteca principal, cuando salió de detrás del acceso oculto procuro hacerlo con la mayor discreción posible, esperando hasta estar segura que no había nadie en las inmediaciones.

Mientras subía las escaleras de caracol había encendido el teléfono móvil, cerciorándose así que al salir pudiera usarlo. Finalmente en cuanto estuvo en linea marco el número de Darren.

La voz de Darren se escucha por teléfono finalmente:

— Rey's Antiques, dígame.

Cuelgas el teléfono, prácticamente pensando que Darren se merece cualquier cosa que le ocurra.