Partida Rol por web

Historias de Ultratumba: El Ritual

I. El Paseo de los Reyes.

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09/09/2021, 19:15
Prudence "Prue" Hawkins

Se estaba poniendo nerviosa con todos aquellos hombres desconocidos juzgándola. Había hecho amistad con Rainer y sintió que la había perdido en menos que canta un gallo debido a la demencia que parecía tener después de la noche que habían pasado en la cabaña. Estaba tensa, aunque resplandecía, a medida que pasaban los minutos mas incómoda se sentía.

Intentó ayudar a Tak, y lo hizo de corazón, pero el impacto que se llevó sobre las manos por parte de Holtzmann la hizo dar un sobresalto y ahogar un gritito agudo. - ¡Joder! Mira, no sé qué coño has visto esta noche, pero vas a tener que calmarte. - Dijo a Rainer a ceño fruncido y sin mirarle. Sí, estaba haciendo mal ¿Pero esa era la manera? ¿Acaso la veía aún como la joven Prue o ya la veía como una bruja?

Rainer trataba a sus chocolatinas como si fueran basura consumible. No le quitó razón, aunque algunas estaban realmente buenas. Recogería los restos antes de irse de la cabaña, al fin y al cabo era uno de sus tesoros que había llevado hasta allí.

Con el bote de alcohol lejos de su alcance, se sujetó las manos y miró confusa a todos, finalmente a Tak. Apretó los labios, mirando a Albert y rebuscó en su botiquín hasta que sacó povidona. Porque tenía. - Lo siento. Te juro que no quería matarte. - Dijo a Tak sonriendo con tristeza tras un intento de devolverle la sincera sonrisa que el japonés le había dedicado. - ¿Povidona? - Buscó aprobación antes de emplearla, incluso miró a Albert con el bote en mano. - Me estoy poniendo un poco nerviosa. - Confesó luego a Tak en voz baja, mirando sus manos, con miedo a que alguien le volviera a dar una patada a sus bonitos y jóvenes dedos. Ahora sí, comenzó a curarle con cuidado.

Miraba de reojo al resto, Remo estaba afectado, pero no sabía cual de los cuatro estaba peor. Ella no tenía excusa, aparte del tatuaje y la tensión del momento que podía mascar a la perfección. Pero como no era psicóloga ni tenía la experiencia suficiente para ello, no podía atender a los perturbados, solo la herida física de Tak.

Apretó los labios levantando un momento la mirada del pequeño pecho de Tak, para observar sus ojo rasgados. ¿Tratada con amor? Podría decirse si se suprimían los detalles perturbadores. - Lo sé... - Lo admitió, sin decir nada más por el momento. Bajó la mirada de nuevo a la herida, le parecía mas atractiva que cualquiera de las miradas de todos ellos, desquiciados con motivos.

Cuando acarició su frente, sus manos se detuvieron un momento sobre la herida y volvió a mirar a Tak a los ojos. Vio la sombra que apareció en su mirada y la mantuvo todo lo que pudo mientras se mantenía totalmente quieta, paralizada. - Quizás aún puedas salvarte... - Comentó, no con certeza, si no mas bien con esperanza.

- A mi ese muñeco me daba muy mal royo, me alegra que Remo haya acabado con él. Pero... estoy de acuerdo que quizá no ha sido buena idea.. - Miró a Remo con tristeza, a cejas muy arqueadas, con esos enormes ojos expresivos que tenía con mirada fija. Luego miró confusa tanto al chino como al tipo duro por eso del amigo y el pajarito. Arrugó la nariz con esa expresión de asco la caracterizaba como la joven Prue insatisfecha de siempre.

Las cejas de Prue se levantaron al creer haber escuchado a Von Haus decir que estaba muy buena. No le miró mal, de hecho sonrió por dentro, al fin y al cabo era un halago, pero sabía que su sueño... ella no era real, era el bosque que lo manipulaba con sus deseos mas profundos o quizá los mas banales para cautivarlo.

Le tocaba hablar. Quizá la ahorcarían ahí mismo por bruja, pero tenía que hacerlo. O quizá no... no estaba segura, pero si sabía que era lo mas justo para todos.

- Lo... lo que le dije a Rainer anoche en secreto es que vi unos ojos en el bosque, donde el ciervo. - Comenzó a hablar, mientras seguía curando la herida de Tak. Haciendo la tarea de lo mas normal. - En mi sueño... iba caminando solo en ropa interior y camiseta por el bosque, tenía frío, estaba mojada, hasta que me encontré de nuevo con esos ojos. Fuera del sueño eran unos párpados cerrados, en la vida real, pero en mi sueño eran unos ojos abiertos. Era... era... un... algo que no se describir, como un monstruo enorme del bosque. - Frunció el ceño recordándolo. - Me hizo sentir impúdica, perturbada, mal... Podía elegir, si correr o rendirme a sus pies. Podría haber huido pero... Rainer me dijo... que no tuviera miedo, que lo que había ahí fuera no podía hacerme daño. - Elevó la mirada y buscó la mirada de todos. - Él me hizo sentir segura anoche, y sentía que no podía hacerme nada así que me rendí a sus pies. Luego todo lo que soñé fue simplemente maravilloso. Y finalmente desperté.

Sí, acababa de confesar que había ¿Vendido su alma? Al ente del bosque, impulsada por la fuerza que Rainer le había inspirado la noche anterior, no pensó que fuera real.

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09/09/2021, 20:57
Rainer Maria Holtzmann

El estado de agitación de Rainer fue cambiando paulatinamente por un estado más tranquilo y depresivo. Después de haberse tragado una de las chocolatinas de la mesa, notó como si una membrana pegajosa se le adhiriera a las paredes del alma.

Miró a Remo, quien lo amenazó con hablar o recibir un buen puñetazo en la boca. Un puñetazo o quizá le sacaba los dientes con tenazas, pues le amenazó a su dentadura. Rainer se rio con ganas, con una carcajada que resonó en toda la cabaña.

¿Mi dentadura? ¡Jajajaja! Qué ocurrente, señor Williams, qué ocurrente.

Volvió a revolver las chocolatinas, pero esta vez las dejó sobre la mesa. No encontró más Twix. ¿Se había comido un Twix realmente o había sido otro delirio, uno de corte futurista y demasiado temprano para los años 80 en que vivían?

Yo sé lo que sé, señor Williams. Y lo que no sé, pues no lo sé. Incluso podría decirte que sólo sé que no sé nada. Y quizá sea así, ciertamente. Porque antes creía que se podía saber algo. Pero ahora no sé nada. El vacío. Nada. Quizá este sea un bosque socrático. ¿Has escuchado hablar del élenchos, señor Williams? No, no creo, tú no entiendes de filosofías, claro, tú eres más de pum pum, ¿eh? Un púgil que se la toma con muñecos indefensos y doctores delirantes, ¿eh? Muy poquito deportivo, si me permites decírtelo, señor Williams, muy poquito deportivo tu estilo.

Revolvió de nuevo las chocolatinas, mientras sonreía y murmuraba algo entre labios. Pero entonces, Von Haus le gritó y le habló en alemán.

Ja, ja, Doktor. Ok, ok, sehr gut, sehr gut. Como quieras, Doktor. Fóllatela, si quieres. No pierdas el tiempo con puzzles ni otros jueguitos de mesa. Fóllatela mientras puedas, porque luego viene el vacío. Nada importa, Doktor —le dijo en un inglés perfecto que todos pudieron entender—. Follar o no follar, esa es la cuestión. Yo digo: follar. Al fin y al cabo, todos seremos como Yorick después, Alas poor Yorick! Y de un Alejandro finalmente se hace un tapón para un barril. ¿Conoces Hamlet, Doktor? Muy apropiado, muy apropiado. Quinto acto. Gran escena. Hamlet, Horacio y el patán. Junto a una tumba. De día. Muy apropiado.

Después, Rainer escuchó el sueño de Prue y abrió los ojos. Ella también se había sometido al bosque, pero ella había salido ilesa y radiante. Eso confirmaba la idea de Rainer: Prudence estaba conectada con el bosque.

Yo me rendí a la mujer ciervo. Subí por la escalera de caracol y llegué a las profundidades. Había raíces en el techo. Sí, pero la mujer ciervo ya no era una mujer. Yo me sometí y me rendí, porque me daría las respuestas. Y me las dio, estoy seguro. La respuesta es la gran náusea. No hay más. Dejad de buscar. Tú, Doktor, deja de buscar: folla y punto. Tú, señor Williams, sigue rompiendo cositas con esas manotas tuyas, sé feliz en tu brutalidad animalesca. Tú, Guten Tak… Vaya tajo tienes ahí. Pero no pasa nada. La vida o la muerte, es todo lo mismo. Yo lo sé, así que no te preocupes si mueres desangrado.

Y, entonces, calló y se puso serio. Se notó que su mente voló lejos de allí. Y una lágrima silenciosa calló por su mejilla.

Bianka… —murmuró con un gesto de tristeza—. Tengo que volver y acabar con su sufrimiento. No hay Anima Mundi, sólo sufrimiento. Tengo que volver para acabar con su sufrimiento… No hay esperanza…

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10/09/2021, 17:12
Tak Yagami

En Capítulos anteriores...

@Prue: Cuando acarició su frente, sus manos se detuvieron un momento sobre la herida y volvió a mirar a Tak a los ojos. Vio la sombra que apareció en su mirada y la mantuvo todo lo que pudo mientras se mantenía totalmente quieta, paralizada. - Quizás aún puedas salvarte... - Comentó, no con certeza, si no mas bien con esperanza. 

Ahora siento mi optimismo renovado... Cuidado ahí... Ssss... —repliqué a la enfermera.

Gracias. —Fue mi única lacónica respuesta a sus cuidados.

O eso debió parecer.

En Capítulos anteriores...

@Remo: - Deja a tu amigo dentro de la bragueta, colega, este es un lugar familiar -se animó a bromear, aunque esperaba que estuviese hablando de su miembro y no de un amigo invisible "real". Ya eran suficientes desquiciados, contandose a él mismo.

Miré a Texas Ranger de soslayo, lamentando la unidimensionalidad de la mente de aquel entrañable pero malpensado osezno antropomórfico.

Eh. ¡Eh! ¿Quieres saber si puedes encontrar a tu amigo en este bosque? —le pregunté cuando me dio la espalda, dispuesto a ahostiar a Crazy Rainer, ahora reconvertido en Blue Rainer, el mejor amigo con el que compartir anécdotas depresivas en un día de lluvia.

¿Quieres saber si tienes siquiera la posibilidad de dar con él? —volví a preguntar. 

Contesta. Vamos. ¡Contesta!

Le señalé con el dedo.

Un dedo afilado.

Acusador.

Me caes bien... Pero no soy un muñeco de trapo. Si vuelves a tomarme por estúpido te patearé el culo, Remo Williams. —le dije empleando su nombre completo y un tono seco, más heredado de mi padre que de mi madre. —No estoy bromeando. Mira por un momento a tu alrededor. —Señalé la runa de Prue, luego a Rainer y a Von Haus. Finalmente me señalé el pecho. —Esto es real, Remo. Esto. Es. Real.

Quizás no me creyeron. Quizás mejor así.

Luego, por fin, Prue nos contó su sueño. De alguna manera, encajaba en la narración de Von Haus, también en la de Rainer. Solo Remo y yo parecíamos discurrir un trayecto onírico distinto, más peligroso para nuestra integridad física. ¿Por qué? ¿Por que habíamos permanecido más alejados de Prue?

Von Haus parecía tener anhelos libidinosos hacia Prue, algo que en su inglés macarrónico todavía se podía inferir. Entonces llegó Rainer y empezó a divagar sobre la insoportable levedad del ser.

@Rainer: Tú, Guten Tak… Vaya tajo tienes ahí. Pero no pasa nada. La vida o la muerte, es todo lo mismo. Yo lo sé, así que no te preocupes si mueres desangrado.

Es una preocupación sin sentido, tienes razón. Llegado el caso Remo puede rematarme, supongo. Tiene experiencia en esas cosas, ¿eh? —contesté mientras me encogía de hombros y suspiraba. —¿Quién es Bianka?

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10/09/2021, 17:41
Tak Yagami

Cuando Prue empezó a vendarme el torso, fingí retirarle la mano de la herida, pero en realidad la presioné con algo de fuerza, captando su atención.

La miré a los ojos un breve instante.

Tenemos que hablar... a solas.

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13/09/2021, 00:26
Director

Prue no terminó de aplicar el vendaje a Tak, sino que se apartó de él bastante airada.

—No voy a ir contigo a solas a ningún sitio —espetó, bien alto para que todos pudieran oirla.

Situada en mitad del salón era evidente que buscaba refugio y apoyo. Su primer impulso fue Rainer, pero luego recordó como él le había mirado y arrugó el rostro. Sus siguientes palabras tampoco ayudaron mucho. No se acercó a Von Haus, por supuesto. Por eliminación, caminó dos pasos hacia Remo pero no muchos más. Necesitaba un apoyo pero todos se habían vuelto locos. ¿Era ella quizás la única cuerda entre tanto enfermo? ¿Era eso lo que significaba el símbolo grabado en su frente?

—Nadie va a follar aquí —dijo, sintiendo la boca sucia —. No soy una cualquiera. Dejad de hablar de mí como si fuera un trozo de carne. No soy vuestra chica, ni siquiera en vuestros sueños.

Se sentía incómoda, sucia. Von Haus, que tenía edad suficiente para ser su padre, había contado con pelos y señales un sueño subido de tono que la tenía a ella por objeto de deseo. Eso ya era sucio y turbio a partes luego. Rainer, que había parecido el más centrado hasta entonces, había dicho aquellas horribles palabras. “Fóllatela, si quieres”. ¿Es que era una víctima? ¿Es que ella no tenía ningún poder de decisión? Por primera vez sintió miedo, no por el bosque, la cabaña o su anterior inquilino, sino por los hombres que la rodeaban. Cuarto hombres fuertes y calientes podían someter a una chica como ella con facilidad ¿Qué serían capaces de hacerle si quisieran? ¿Serían capaces de…? Por instinto miró a la puerta, al bosque. Una opción desesperada. Pero una opción…

Dio un paso más hacia Remo, pero luego recordó como había babeado encima de una de las revistas que habían encontrado en la cabaña. No quiso que la malinterpretara. Todos eran pervertidos y parecían querer una sola cosa de ella. “Hombres”, le había advertido una vez a su abuela, sin entenderla muy bien. Ahora comprendía.

Decidida, aunque con las manos presas de temblores, empezó a guardar sus cosas en la mochila.

—No voy a pasar otra noche aquí. Tengo un mapa y voy a seguirlo —lo tiró a sus pies —. Hay otra cabaña. O eso creo. Podemos llegar en menos de un día — más que una afirmación, era una pregunta. —. Aunque significaría adentrarnos más en el bosque. Pero mirad, desde ese lugar queda muy cerca el linde del bosque y más allá está el Refugio.

Era cierto, si atravesaban el bosque podrían regresar al Refugio mucho más rápido que volviendo sobre sus pasos y tomando el Camino de los Reyes. Al inspeccionar el mapa vieron exactamente a lo que Prue se refería. El día anterior no lo habían visto, seguramente por la tormenta. Ahora, con la claridad y la calma, el mapa les rebelaba un segundo lugar. Un sombrío dibujo de una construcción de madera que se encontraba a menos de un día de camino. Y desde él, como había dicho Prue, tardarían menos de un día en llegar al límite del bosque. Una vez fuera calcularon que serían solo dos o tres horas más de camino hasta el Refugio.

Por supuesto el dibujo de la nueva cabaña solo aparecía en el mapa de Prue. Los de sus compañeros, más modernos, habían omitido el lugar. Lo que podía significar que ya no existía.

—También podemos volver sobre nuestros pasos. Prefiero dormir a la intemperie que volver a dormir aquí.

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13/09/2021, 01:20
Remo Williams

Remo siempre había sido el loco, el incomprendido, el marginado. En aquellos momentos le daba la impresión de ser uno de los más normales. Amenazaba al alemán delirante y lejos de obtener una respuesta medianamente coherente, el tipo se burlaba de él. No es que pensaba en pegarle en serio, pero su reacción lo descolocó. 

Luego el oriental. A él si que le había dado en algún punto sensible, aún sin quererlo. Lo interpeló respecto a lo que había confesado sobre Brian. A esta altura dudaba de que tuviese alguna respuesta de él o de cualquier cosa, y todo lo que pretendía era salir de allí, llegar al maldito Refugio, volar de nuevo a USA, ponerse al volante de un camión, y escuchar ua buena canción de country mientras iba a la parada de Sally a coquetear con ella. A la mierda los misterios, los sucesos sobrenaturales y toda esa mierda. Visitaría la tumba vacía de Brian y le contaría cómo había fracasado en encontrarlo. Pero no podía, porque seguía en aquella pesadilla noruega con aquellos locos.

Cuando Tak lo amenazó, sus puños se cerraron, lo miró muy muy serio, como nunca lo había hecho hasta el momento, y un buen puñado de segundos pasaron demasiado lento, como si no quisieran ponerse en su camino. Al cabo de aquello, aflojó el semblante un poco y rió con ganas, aunque un poco exagerado.

- ja ja ja, no podrías conmigo ni con una mano atrás -exageró, pero no volvió al tema, incluso ignoró lo de que podía rematarlo y las burlas de Rainer. Veo que es real -siguió con el resto de lo que había dicho-, pero te lo pudiste hacer dormido, de cualquier forma, o algún animal o algo, no tuvo por que haber sido un demonio con forma de ciervo. 

Luego Prue contestó, ya asqueada de las insinuaciones y las costumbres masculinas. No la culpaba, pero tampoco la había tratado ni condescendiente ni queriendo aprovecharse de ella. Había cosas más importantes de las que ocuparse y estaba seguro de que en ese sentido no iba a pasarle nada. Y estaba seguro porque él no lo permitiría, así que lo dejó, tal vez a la chica le sirviera aquello para desahogarse. Era mucho más útil ver que hacer a partir de ahí, por lo que miró el mapa.

- Tampoco voy a volver a dormir aquí, salvo que caiga otro maldito diluvio -coincidió. Pero lo de la segunda cabaña me da yuyu. No quieres contarnos de dónde sacaste el mapa, bien, me da igual, pero en los nuestros no aparece esa cabaña. Entonces, o es una gran ayuda, o es una especie de trampa del espantapájaros que nos hizo venir. Yo me inclino por la segunda. Esta misma cabaña la encontramos así, y miranos todos: Delirantes, heridos y peleando. Yo creo que una segunda cabaña hará que esto termine con alguno muerto. Yo digo que vayamos en la linea más recta posible hacia el Refugio y nos vayamos de aquí. Aunque si todos están de acuerdo con seguir el mapa, bueno, no me iré solo, iré con ustedes. Tampoco soy tan idiota - concluyó, mirando a Rainer.

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13/09/2021, 14:32
Albert Von Haus

Cuando Prue contó su sueño y dijo que luego todo fue "simplemente maravilloso" sonreí. - ¡Ah! ¡Cgreo que esa piagrte la grecuegrdo muy bien! - Bromeaba y no bromeaba, solamente jugaba con aquello. Todos éramos adultos o eso creía.

Pero Rainer enseguida saltó como un loco perturbado. Que follase. ¡Santo Cielo! ¡Si pudiese ya estaría dándole lo suyo a Prue! Pero estaba lejos de mi alcance. A millones de kilómetros de mí. Era un imposible que solo podría tener en sueños y en mi cabeza. - Yo nein venido a follagr, mein doktor. - Dije con seguridad aunque la verdad era que no me importaría nada darle varios repasos a Prudence.

- Cgreo que ninguna hemos vienido aquï piagra eso. Nos tgrajo otgra cosa... una hombgre mistegrioso y una niecesidad. - Miré a todos y cada uno de los presentes mientras permanecía sentado sin moverme. Tiempo de descanso igual a menos dolor. No iba a ponerme en pie porque sí y no podía alterarme como ellos y ponerme a su nivel.

Remo me rompería en dos de un solo golpe. Tak, necesitaría alguno más, pero no muchos. Rainer no sabía por donde iba a salir, pero sin duda con aquel sueño y su estado mental, más nos valía tenerle controlado. Y Prue, vi el miedo en sus ojos y la repugnancia en su rostro. - Nein iba a mientigr Pgrue. La cgriatugra del biosque jugö conmigo, con mi deseo. Omitigr esa pagrte... egra dejagr a todas ciegos. Esa cosa, esos iojos que viste, me quegrrïan como el hiombgre de agrriba. Nein... no cgreo que matagrlo sea bueno, piegro menos malo que viva. Se nutgre de ël y a niosotgros ya iba a cazagrnos igualmiente. Nein cgreïa que una joven como tü llievagrïa tan mal un simple suegno y una grealidad.

Miré a la joven a los ojos. - Empieza tü a acostumbgragrte a que los hombgres te migren con deseo, Pgrue, pogrque egres hegrmosa y si no te acostumbgras lo piasagras muy mal. Y nein te pgreocupes pogr mï. Pegrro liadgradogr... Pogr mucho que te diga podgrïa segr tu piadgre... - Sonreí con dolor y melancolía. - ... y un padgre debegrrïa pgrotegegr a su familia... - Y agaché la mirada y me presioné la pierna, aumentando el dolor en ella para disminuir el que sentía dentro. En ese instante quería morir y por un segundo deseé haber aceptado la propuesta de la criatura. Pero estaba allí por respuestas, respuestas que dolerían mucho más que todo aquello.

- Y nein, niada de dogrmigr en la intempiegrie en este biosque. Ël vive en el biosque... puede que en las cabiagnas sölo pueda entgriagr en nuestgros sueños... fuegra... ya vistëis todas a la ciegrvo.  - Dije con claridad señalando hacia la puerta una vez me recompuse. - Sí, Pgrue, tienes un miapa que sin bgrüjula no sigrve de nada y menos aquï dentgro, donde tiodos los ägrboles son iguales. Te guste o no, estamos todas en esto. Y grecuegrda esto: en los mïos suegnos, manda esa cgriatugra o mando yo... si lo hace ella y tengo que contagr que me ha vuelto a tentagr contigo, lo hagrë. Los mïos me los guagrdagrë. Ahï no tienes podegr sobgre mï.

Entonces miré el mapa. En mi estado necesitaría una semana para llegar, pero no iba a quedarme allí solo ni les iba a dar mi brújula. Eso lo tenía claro. - Iespegro que sï, que yo llegue en un dïa... y que el doktor tambiën. - Dudaba que su estado mental le ayudase a seguirnos. Más bien sería un impedimento.

- Holtzmann, ¿listo piagra seguigrnos pogr el biosque o tiene iotgros planes miejogres? - Le pregunté a lo que quedaba del descerebrado alemán, del cual, tras contar su sueño, comprendí de donde salió toda su locura, pero no podía ayudarle con nada.

- Quizás debí dedicarme a la medicina... seguramente mi vida sería distinta. Primero: no estaría aquí, con una panda de locos y una idiota que se piensa que la vamos a hacer algo malo. De querer hacerla algo, ya se lo habríamos hecho... niña estúpida...

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13/09/2021, 21:01
Rainer Maria Holtzmann

Tras pensar en Bianka, el rostro de Rainer quedó apesadumbrado y en silencio. Las pullas y puñaladas volaban de una forma extraña de un lado al otro de la cabaña entre los distintos viajeros, fruto de la locura, de absurdas amenazas o de respuestas a la defensiva. Todos tenían para todos en aquel «carnaval lisérgico».

La respuesta airada de Prue no le importó. Ya nada le importaba demasiado. Pero sería bueno salir de allí, aunque sólo fuera para volver y terminar con el sufrimiento de Bianka. La búsqueda había sido en vano, un intento fútil por agarrarse a una esperanza que nunca debió haber tenido en primer lugar. Todo en vano: Bianka, el pequeño Günther. Todo en vano. Todo vacío y náusea. Así pues, cuando decidieron que sería buena idea salir de allí, decidió que se sumaría.

Tak le preguntó quién era Bianka y Rainer levantó su cara despacio para mirar al japonés en silencio, con su rostro triste. Luego miró sus todavía sangrantes heridas. Se levantó despacio y llegó hasta el señor Yagami. Miró sus heridas con atención y luego volvió a mirarlo a los ojos.

Eso ya no importa, señor Yagami. Como tampoco importa si morimos o vivimos, pero prefiero salir de aquí lo antes posible: hay algo que tengo que hacer antes de cortarme las venas y terminar con todo de una vez. Con unos tajos así, no vas a caminar muy rápido, así que déjame ver qué puedo hacer…

Tras decir eso, se dirigió a su mochila y sacó su kit de primeros auxilios. Preparó antiséptico, gasas esterilizadas, vendas y sacó unos antibióticos y analgésicos. Volvió al japonés. Le lavó y desinfectó las heridas, las taponó con gasas y después le colocó unas vendas alrededor del torso.

Más te vale que funcione. Toma esto, quizá lo necesites —dijo poniéndole en la mano unos antibióticos y unos analgésicos.

Después, miró al resto con un rostro vacío. Detuvo su mirada en Von Haus, quien le preguntó si estaba listo para marcharse:

Vámonos de aquí de una vez. El señor espantapájaros puede quedarse con sus secretos. De todas formas, posiblemente no va a venir. Quiero irme a casa. Hay algo que tengo que hacer.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Jajaja, esa tirada JODE. Lo siento, Yagami-san, morirás lentamente.

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15/09/2021, 11:50
Tak Yagami

Eh. Frena en seco. Protesto, Señoría. —dije a Prue alzando una mano. Sin saberlo quizás, había cruzado una línea conmigo que no estaba dispuesto a permitirle cruzar.

A mis ojos, eres una niña. Una bastante desconfiada, por cierto. En eso, debo decirlo, nos parecemos mucho. Tú y yo no vamos a follar ni en sueños. —espeté mirándola a los ojos como un halcón haría con un ratón. —Y ninguno de los aquí presentes... —miré a todos, en especial a Von Haus. —Ninguno, se te va a acercar mientras yo esté aquí. Eso te lo juro por mi padre. —dije poniéndome en pie. Como si jurar de pie tuviese más valor.

Así que Dok, lamentándolo mucho, tendrás que seguir usando la diestra. O la siniestra. ¿Eres zurdo? —dije guiñándole un ojo a Von Haus al tiempo que le daba una palmada en el hombro, por aquello de relajar la tensión del momento. Volví a centrar la mirada en Prue. —Supongo que será difícil para ti. Puedo entenderlo. Tómate tu tiempo.

En mi fuero interno, un pensamiento: Putos adolescentes en su eterna búsqueda de la identidad.

Lancé una mirada de soslayo a Holtzmann.

¿Están caducados? —pregunté con sarcasmo al pobre Rainer cuando me puso en la mano un puñado de pastillas.

Allí, lo tenía claro, había dos doctores pero ningún médico. Crazy Rainer había apretado los vendajes con una saña directamente proporcional a la bilis que supuraba Prue por su boca, asqueada por nuestra presencia. No supe entonces qué afrenta había cometido para merecer un tratamiento digno de un preso de guerra en la campaña militar del Pacífico, pero supe excusar al tipo porque parecía estar sumido en una rotunda -y repentina- depresión. Joder, hasta manifestó sin inmutarse tendencias suicidas. El puto Rainer Mary. Ese que el día de ayer ofrecía chocolatinas intertemporales a todos como si tuviese la misma candidez que una entrañable abuelita.

La tal Bianka le había jodido bien, eso estaba claro. No sé por qué intuí que su deseo de salir del bosque y esa última cosa que tenía que hacer tenía una naturaleza turbia y sospechosa. Guardé la nota mental para más tarde. El trayecto daría lugar para conversaciones, esperaba, algo más positivas.

Empezaba a tener recordatorios más que suficientes para saberme desubicado en aquel paraje inhóspito rodeado por un mar de verdor, lejos de las luces de mi ciudad y acompañado por un elenco de extraños, a cada cual más enajenado mentalmente, con la sola excepción de Texas Ranger, tipo al que la situación solo parecía rebasar su corta paciencia. No era esa clase de hombre que lidia con lo sobrenatural tratando de comprenderlo o asimilarlo, pero era, al fin y al cabo, una respuesta tan válida como mi opción personal y obsesiva. Debía aprender a respetarlo, aunque en mi fuero interno era plenamente consciente de que estábamos sometidos a una amenaza tan real como, por el momento, solo perceptible para los ojos de la mente.

Bueno, parece que queréis levantar el campamento... Eso, que le den al japo, él puede pelearse con un tigre y seguir adelante. —dije poniéndome la camisa con cuidado. —Vamos a buscar ese condenado Refugio.

Notas de juego

Me podía tirar escribiendo varias parrafadas más, pero espero a que Rag nos avance por el bosque y voy repartiendo píldoras ^^

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16/09/2021, 20:37
Director

—No necesito que nadie me proteja —espetó Prue, se dirigía a Tak y a Remo pero a quien miraba desafiante era a Von Haus, después de confesar su sueño era quien más inquietud le generaba.

—Sé cuidar de mi misma —había terminado de empacar sus cosas de forma tan arbitraria que su mochila había aumentado de tamaño una tercera parte —. Y sino, ya tengo otro que parece velar por mí —dijo mientras se palpaba la frente —. Que mierda, joder.

Abandonó la cabaña echando pestes, demasiada testosterona.

Los cuatro hombres recogieron sus cosas cuidadosamente. Tuvieron que echar una mano a Rainer quien de vez en cuando se quedaba mirando el bosque, a través de una ventana rota o de la puerta, que Prue había dejado abierta. Era evidente que no se quería quedar sola aunque tampoco entre ellos.

Von Haus se aseguró de recoger sus grabadoras e hizo una última grabación, otra estúpida grabación de mierda según Prue, lo que les retrasó diez minutos más. Remo se sintió mejor con la promesa de la marcha picándole bajo la planta de los pies. Hablar, pensar, darle vueltas a ideas que podían no tener fin, o podían tenerlo y volverte loco del todo, no era lo suyo. Tak se resintió un poco. El vendaje de Rainer no era del todo perfecto y la cura tampoco había sido del todo acertada, pero aguantaría todo el día. Las pastillas habían mitigado el dolor y había dejado de sangrar. Su sombrero estaba de una pieza.

Los cinco se encontraron en el exterior. El sol se filtraba lánguido y gris entre las nubes para caer como melaza entre las hojas de los árboles. El ambiente era húmedo, olía a vegetación. El viento se había convertido en brisa y la tormenta en un ocasional aguacero, un mero calabobos que quedaba opacado mayormente por la densa vegetación. La tierra olía a ozono, el verde era intenso, como una esmeralda viva. Sería un lugar precioso de no estar cargado de pesadillas.

 

Emprendieron la marcha con bien ritmo. Prue no soltó el mapa. Von Haus lo consultaba de vez en cuando para reajustar el rumbo. Miraba su brújula, el mapa, y hacia una corrección. Entonces Prue volvía al frente del grupo y el doctor se quedaba atrás, cojeando. Rainer iba el segundo. Tak y Remo le vigilaban. El académico parecía haberse relajado un poco. El aire fresco le había sentado bien. Prue tiraba de ellos, enérgica. Quería salir de allí. Se mantenía distante y a la vista, era inagotable. Cuando no sabía qué camino tomar, regresaba junto a Von Haus, aunque generalmente era el alemán quien tenía que llamarla para que detuviera su marcha.

Von Haus lo estaba pasando mal. Apenas había descansado por la noche y aunque había intentado no hacer grandes esfuerzos, su pesada mochila y la maldita pierna, esa puta rota y recurrente que arruinaba todas sus historias, le ardía como un hierro al rojo. Remo tuvo que ayudarle a cargar con parte de su equipo para que pudiera continuar*.

El camionero se sentía cansado también, pero nada fuera de lo normal. La vida en la carretera era dura. La fatiga era vieja compañera. Él tenía mecha para rato. Una caminata no podría con él. Tak, sin embargo, había visto reducida su movilidad. El dolor seguía presente, y cada subida y bajada era una esquirla que se clavaba en su pecho por triplicado.

Von Haus aprovechó la caminata para escuchar las psicofonías. La que había dejado en la cabaña no le rebeló más que silencio. La del desván le trajo una sorpresa. Von Haus había grabado exactamente doce minutos con cuarenta y dos segundos. Justo en medio de la grabación escuchó algo. Tuvo que subir el volumen al máximo. Se detuvo y los demás lo hicieron con él. Era inconfundible; la voz de una mujer.

—Ha empezado...miedo, está oscuro y frío, para mí. Quédate a mi lado. Vuelve. Nadie más lo hace.

Ninguno logró identificar la voz, no pertenecía a sus recuerdos ni a sus sueños. Era una voz lastimosa, femenina, de una mujer joven, pero no tanto como Prue. Hablaba con un extraño acento, como si el inglés no fuese su idioma natal.

 

Pasaron medio día entre árboles. Decidieron que tenían que parar cuando Von Haus comenzó a quedarse atrás más tiempo del deseado. Encontraron un pequeño claro de tierra batida. El científico encontró una buena piedra donde sentarse y estirar la pierna. Le estaba matando, de verás. Prue les instigó a que siguieran un poco más. No quería que la noche les descubriese en el bosque. Aún había tiempo, aseguraba Von Haus. Pero ella no le creía.

—Si tengo que irme yo sola, lo haré.

No lo hizo. Había miedo en su voz. Miraba al bosque y su rostro era sereno, pero también veían incertidumbre en su expresión, como quien mira a su padre, al que ama, pero descubre que sujeta la cabeza ensangrentada de su madre decapitada.

Tak agradeció el descanso. Con tanto movimiento se le abrieron las heridas. Las vendas tenían tres manchas rojas que le recordaron la noche anterior. Rainer, a un lado, lanzaba miradas furtivas al bosque.

Remo ya había empezado a sacar sus provisiones cuando se percató de que había algo en el suelo. Se agachó y lo tomó entre sus manos. La cartera estaba cubierta de tierra. Era de hombre y parecía llevar tiempo enterrada. Las lluvias de la noche anterior debían haberla desenterrado.

La inspeccionó, primero solo, luego bajo la atenta mirada del resto. Había algo de dinero mojado, tarjetas de crédito, tarjetas de un club de tiro y otra de un club de amantes de la naturaleza. También una licencia de conducir noruega. El hombre de la foto, un tal Olsen Solberg, debía tener unos cuarenta años en ella. El carnet había sido expedido en 1965 y caducaba en 1975. Las tarjetas de crédito, con menos vital útil, habían caducado en 1972. En uno de los bolsillos encontraron una foto del señor Solberg y su familia. En ella aparecía el viajero junto a su esposa y su hija, de unos ocho años y rubios cabellos, todos con equipamiento de montaña, mochilas, guantes y gorros. Tras ellos un paraje natural.

—Que siniestro —dijo Prue —. ¿Creéis que la perdió en el bosque?

La lluvia había removido al tierra. Tak, el más observador, encontró algo más en el claro. Un cordón le llevó a una bota de montañista. También a una camisa, un gorro y un par de guantes, todo con aspecto viejo, demacrado por el olvido. Remó desenterró una mochila de excursionista, con su cantimplora de metal aun colgando, mudas en su interior y un reloj de pulsera parado. Alguna moneda suelta, una tarjeta de autobús o un libro sobre aves blanqueado por las agua y la tierra. Algo les decía que, si seguían excavando, encontrarían más objetos.

—¿Estamos en un cementerio? —preguntó Prue, pero allí no había ningún cuerpo, solo cosas.

- Tiradas (1)

Notas de juego

*O habrá que deshacerse de parte de él si Remo se niega. Ahora mismo es el único con la fortaleza mental y física para ayudar a Von Haus.

Hora, 13:00, aún hay mucho sol. Es el momento de la comida.

Todos, tirada de percepción.

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16/09/2021, 20:39
Director

Notas de juego

Rainer ya no estará tan zumbado, puede volver a ser él, de forma paulatina, entre este turno y el siguiente. Mantendrá algún deje, por supuesto, pero ocasional. De vez en cuando, lo dejo a tu elección, mirará al bosque y le parecerá que alguien le está llamando. A veces será una voz femenina de mujer (la mujer ciervo) y otra, algo más grotesco. Pero no sabrá si la voz es real o se encuentra solo dentro de su cabeza. Puedes volver a controlarle con todas sus facultades.

Aunque que sepas que me ha encantado el señor Holtzmann pirado.

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16/09/2021, 23:55
Rainer Maria Holtzmann

La luz que lo rodeaba era pesada. Poco a poco, el velo del delirio que hacía unos momentos había caído sobre Rainer, cubriéndolo por completo, fue deshaciéndose. Pero, en su lugar, quedó una pátina de cierta tristeza que el berlinés no conseguía sacudirse del todo. El bosque, ese misterio insondable al que él había mirado a la cara esa noche, a su agónica, espectral y tenebrosa cara, se levantaba a su alrededor como el olor de mil cadáveres perfumados con incienso celestial: así de horripilante, así de atractivo, así de agobiante. Todo ello al mismo tiempo.

Mientras avanzaban rumbo a la siguiente cabaña, Rainer podía escuchar de vez en cuando un susurro que lo llamaba. La voz de ella, llamándolo. Pero, otras veces, la voz era más una cacofonía que le daba escalofríos. Entonces, miraba fugazmente al bosque, dudando. Miraba a sus compañeros por un momento, sin saber si ellos también lo habían escuchado. Y luego seguía la marcha.

Cuando escuchó la voz grabada por Von Haus, al principio pensó que era de nuevo la voz de ella llamándolo desde el bosque, pero no fue así. Era una voz que salía de la grabadora de su compatriota. Si bien Rainer no reconoció la voz, sintió como si esa voz fuera de algún modo dirigida a él. Quizá la voz de la mujer ciervo, quizá la voz de Bianka. Su cuerpo tembló al pensar en esta última opción. Le decía que estaba oscuro y frío, le pedía que volviera, que se quedara junto a ella. Estuvo a punto de ponerse a llorar al pensar en la oscuridad que debía cubrir a Bianka, atrapada, sola, pidiéndole que se quedara junto a ella. Pero no. No era la voz de una ni de la otra. No reconocía esa voz. No era Bianka.

Tras medio día caminando por el bosque, llegaron a un claro. Rainer tomó asiento. Al hacerlo, notó por primera vez en todo el día el agotamiento que lo embargaba. El delirio en el que se había sumido por la mañana le había hecho olvidar su cuerpo, pero tras la caminata y haber despejado ligeramente la cabeza, su cuerpo le recordó que esa noche no sólo no había descansado, sino que se sentía como si un orangután le hubiera dado una paliza.

Creyó escuchar de nuevo la grotesca cacofonía proveniente del bosque, llamándolo, cuando Remo llamó la atención sobre aquella cartera oculta. Rainer miró aquello con cierta atención, pero sin levantarse del lugar que había elegido como asiento, un simple tocón. Pero cuando a la billetera le siguieron unas botas y luego todo un conjunto de ropa, la atención de Rainer se avivó.

Una víctima del bosque. Otra más.

Algo se había renovado en su interior. Sintió, de nuevo, una punzada de interés en ese bosque, ese bosque que seguía llamándolo. Sintió sus niveles de adrenalina subiendo suavemente, como si su cuerpo le pidiera de nuevo ascender por esa escalera de espiral que lo llevó a la profundidad del bosque, raíces en el techo, como un drogadicto que quiere volver a probar la sustancia que supone su perdición.

Más. Busquemos más.

Y, tras decir esto, se agachó para seguir escarbando en el suelo con sus propias manos.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Ni una tirada sin fracaso. Joder, esta partida está maldita, ni una buena tirada XD

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17/09/2021, 10:39
Tak Yagami

En silenciosa procesión por este bosque que empieza a antojárseme maldito, avanzamos.

Caras largas, almas lánguidas. Prue se ha vuelto intratable. Es difícil tender puentes con ella y lo cierto es que mis sospechas hacia su persona no hacen más que incrementarse cada minuto que pasa. Por su parte, Rainer es una escuálida sombra de la persona que conocí ayer. Murmura ese nombre en no pocas ocasiones. Bianka. Parece acechado por miedos tangibles solo para sí mismo. Observa el bosque con avidez, como si anhelase escuchar una voz susurrarle al oído. Su cordura se ha resentido tras la experiencia nocturna. No le culpo.

Observo a Von Haus avanza con notable dificultad. Su ronda de noche por el bosque no le ha ayudado a su maltrecha pierna. Remo le echa una mano con los pertrechos, algo con lo que me gustaría contribuir pero, siendo sincero, bastante tengo con no proferir un alarido de dolor cada vez que respiro. El vendaje no es profesional y caminar, aunque necesario para llegar al Refugio, no me está haciendo ningún bien. Solo los antibióticos me mantienen en pie ahora mismo. Procuro pensar, abstraerme.

Pienso en muchas cosas, algo que me ayuda a sobrellevar el lacerante hormigueo que recorre los tres tajos que surcan mi pecho y que, cuando cicatricen, dejarán una marca indeleble en mi piel hasta el gran final del detective. En cierto sentido, creo que el bosque me considera hostil. Un invitado no deseado. Es una sensación que estoy acostumbrado a encajar en el trato personal. Aunque, viendo mi estado actual, no sé si podré aguantar la experiencia completa. Tengo que mantenerme alerta. Es difícil anticiparse a una situación sobrenatural, impredecible por cuestión de principios. Y aun así, debo hacerlo. Puedo hacerlo.

Von Haus parece un auténtico freak de las psicofonías. Nos pone a todos una voz en off en su radio y veo en los demás desasosiego y temor. No me inmuto. Yo no. Aprovecho para respirar, para descansar contra un tronco. A mí solo hay una cosa que empieza a preocuparme de verdad.

¿Debería dormir esta noche...?

* * * * *

Hacia las 13 horas, damos con indicios suficientes para pensar que no somos los primeros en perdernos en este bosque.

Remo encuentra una cartera, perteneciente al parecer a un tal señor Solberg. Saco mi cuaderno. Anoto el nombre completo. Según los datos de las tarjetas de crédito y el permiso de conducir, deduzco que este tipo desapareció hará unos diez años, quizás más. Pero lo que parece un funesto enigma que no encontrará solución convencional pronto se transforma en un aluvión de pruebas sólidas de que no estamos hollando un bosque. Esto es un camposanto.

Empiezo a examinar lo que encuentro con minuciosidad, todo lo que hallamos mientras escarbamos la tierra. ¿Por qué aparecen ropajes sin cadáveres? ¿Por qué aquí? ¿Marcas en la ropa? ¿Un patrón que pueda establecerse con respecto a los desaparecidos?

Vuelvo a sentirme un sabueso. Lo llevo en la sangre. Y es esa sensación, solo esa cálida sensación, lo que aplaca el dolor y la angustia que amenaza con corroerme por dentro.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tak tiene el ojo rasgado y fino ;-)

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20/09/2021, 01:36
Remo Williams

La caminata era extenuante pero el humor de Remo había mejorado considerablemente. Puede que le viniera bien alejarse del posible error que había cometido destruyendo el muñeco, o simplemente el optimismo de estar moviendose con la expectativa de llegar a algún lugar prometedor, o encontrarse con alguien que pudiese ayudarlos. Moverse siempre era mejor que quedarse quietos. Incluso tal vez fuese la costumbre de ver pasar tramos y tramos de carretera y dejarlos atrás que lo hacía sentirse un poco más cómodo.

Los demás no parecían compartir su entusiasmo. O su falta de pesimismo, por ser más exactos. Von Haus era uno de los que peor la estaba pasando, por lo que ofreció llevar sus cosas. No era todo altruísmo, no. Había una buena parte de poner lo suyo para seguir moviéndose. Tak tampoco estaba en las mejores condiciones, se tomaba la herida y recordaba a todos lo inexplicable de su origen. Remo no quería ni mencionar el tema, y callaría si surgía.

Rainer estaba un poco mejor, lo que no era decir mucho, y Prue tenía ciertas actitudes de niña caprichosa. En un momento amenazó con irse y el caminero se mordió la lengua para no decirle que si era por él que se vaya. No era lo que quería, pero tenía los nervios de punta.

Cuando encontró las cosas un sentimiento de fatalidad recorrió su columna. Sabía lo que encontrarían si seguían excavando. Lo sabía. Pero de alguna manera había que hacerlo. Era como cuando te rascas una costra que sabes que no ha cicatrizado del todo, pero no puedes resistir la tentación. Sabía que se arrepentiría en cuanto apareciesen otras "cosas".
 

- Tiradas (1)
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20/09/2021, 10:09
Albert Von Haus

Al menos aquella charla sirvió para que descansase un poco más y el dolor del despertar se mitigase un poco. Pero solo un poco. Solo de pensar lo que me esperaba por delante creo que hacía que aquel dolor aumentase. Y lo peor de todo no era aquello, sino Prue y la demostración de que clase de mujer iba a ser en el futuro. Rainer había perdido la cabeza por un sueño, aunque se estaba estabilizando, pero ella... ella no era para nada la joven inocente que fingía ser y su actitud cada vez me parecía más la de una mente perturbada.

Si realmente desconfiaba tanto de nosotros, si creía que el bosque la protegería tras esa runa en su frente, ¿por qué nos esperaba? Si tanto me temía, ¿por qué venía a mí para consultar la brújula y el mapa?

Apoyado en mi bastón, me movía como podía por aquel suelo, lleno de hojas secas, ramas, raíces y barro. Mi fiel y aliado bastón, se convertía en algunos momentos en mi peor enemigo, cuando lo apoyaba en alguna zona demasiado blanda y al cargar mi peso sobre él se hundía y me tocaba cargar el peso sobre mi lastimosa pierna. En esos momentos se me escuchaba quejarme de dolor, porque el pinchazo que sentía en el muslo subía por mi pierna, se unía a mi cadera y ascendía por mi columna.

Solo pensar en ellos me daba fuerzas para continuar.

Tak no lo estaba pasando bien con su herida y de alguna manera me dio pena no hacer caso a mi padre y estudiar medicina en lugar de física. Junto con la química podría estar en un laboratorio ayudando a la gente con nuevos fármacos y ahora podría curar la herida de ese chico. - Si a ti diolegr miucho, yo diagrte vicodina. Te quitagra el tuyo diologr segugro. - Le dije al detective, aunque aún ignorase que lo fuese y a pesar de que a mí ya casi no me hiciese efecto.

El peso de la mochila no ayudaba nada tampoco. Sabía que la había cargado de más, pero jamás pensé que me vería en esta situación. Por fortuna Remo se dio cuenta del problema y me ayudó con mi carga. Pero estaba claro que en cuanto mi ropa estuviese sucia y empapada, la dejaría atrás, me pondría la otra muda y aligería algo la carga... No podía depender de los demás ni hacerles cargar con mis cosas. El desgaste iba a ser mayor para todos.

Intento pensar en la cabaña, en lo ocurrido en ella, pero el dolor no me deja. Solo puedo centrarme en quien va delante de mi para seguirle, pues Prue parece ir a su bola. Se acerca a consultar el mapa con la brújula. Ni me habla, ni me mira. Me dan ganas de darla un bofetón para que espabile y despierte, pero sé que no es la solución. También puedo mandarla a la mierda copiando en otro mapa la ubicación de la cabaña. Sí, esa idea es buena...

Me iba quedando atrás cada vez con más facilidad. Me esforzaba, pero el dolor me mataba, sino parábamos... necesitaba un respiro. Más mi pierna que yo y aún sin quejarme, se dieron cuenta de ello y paramos para descansar y comer algo. Me acomodé en una piedra y estiré mi pierna, para buscar de inmediato mi vicodina en mi bolsillo y tomarme un par de pastillas. Me atontarían un poco, pero no me colocarían. Dos las toleraba muy bien... incluso tres, pero no era momento para esa tercera porque esa podía tomarla en un lugar tranquilo, como mi casa, donde poder dormir después un rato. No en un bosque donde algo grande y cruel nos observaba entre la maleza, los troncos y las rocas llenas de agua y musgo.

Entonces encontramos lo que parecía ser un cementerio de excursionistas o al menos de sus cosas, porque lo que no habían eran cuerpos... al menos por el momento.

Vi como los hombres empezaban a rebuscar, Rainer con sus manos, desesperado. Como si su propia existencia dependiese de lo que encontrase allí. Yo no podía ayudarles, solo descansar y conseguir que el dolor mitigase lo suficiente para no ser una carga. Busqué en mi mochila y bebí algo de agua, para sacar algo de comer después y luego cogí mi hacha. - ¡Gremo, üsala piagra caviagr! -  Se la lancé, con su protección de plástico en el filo y cayó no muy lejos de él.

Y mientras ellos buscaban con sus propias manos, yo lo hacía con mis ojos. Si la lluvia había sacado aquella cartera a la luz, seguramente había desenterrado más cosas.

O quizás era la criatura del bosque quien lo había sacado a la luz, para atemorizarnos y mostrarnos que nos iba a pasar. COn esa idea en la cabeza, saqué la grabadora. Aún con todos trabajando, si no hablaban demasiado, quizás sacase algo. Dije algo en alemán cuando empecé a grabar, lo habitual: fecha, hora, lugar y situación de como estaba el sitio donde se hacía la grabación y miré mi reloj. Diez minutos en silencio y sin moverme, solo contemplando el entorno y como los demás parecían buscar un tesoro.

Y miré a Prue o más bien a su runa en la frente.

Debía copiarla y compararla con las otras. Si el dolor me dejase pensar quizás... quizás llegase a recordar algo sobre alguna de ellas. Pero sabía que esta vez no me dejaría. Quizás si esa noche descansaba bien, por la mañana con mejor lucidez...

- Tiradas (1)

Notas de juego

No sabía si valía observar en la tirada para subir a 65, pero con ese 8...

Tak tiene el ojo rasgado y fino ;-)

Pues Remo te superó, a ver que ojo rasgado y fino usaste para mirar xD

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21/09/2021, 00:45
Director

Un ansia de conocimiento se apoderó de ellos. Querían saber. Uno de los secretos del bosque se encontraba allí, enterrado bajo sus pies. La tierra húmeda resultaba fácil de remover. Hundieron sus manos en la tierra, deseosos de saber, de encontrar sus perturbadores tesoros, tratando de desenterrar una momia, una maldición. Von Haus, que tenía un don natural para encontrar una piedra o árbol que le sirviera de asiento, los observaba desde la distancia. Le tendió su hacha a Remo para que lo usara como una pala improvisada. Pero el camionero pensó que podría darle otro uso. Fue el primero en darse cuenta.

Prue no cavó. Miraba a sus compañeros, aturdida y asombrada a partes iguales. Tak y Rainer removían la tierra. Cada pocos segundos lograban extraer un objeto nuevo de la tierra. A veces eran unas pocas monedas, otras un mapa de carreteras, una bota, un bastón de peregrino, un sombrero, pasamontañas, una pareja de guantes. Un oso de peluche. Prue iba colocando todos esos objetos en una pila funeraria, a modo de siniestra colección. No encontraron cuerpos  ni restos, solo objetos, de hombre, mujer y niño.

Remo se fingió cansado y se recostó contra un árbol, el hacha en las manos. Ya había olido a su presa. Prue fue la siguiente en verlo. Casi parecía imposible no verlo, aunque Rainer, dado su estado, no se había percatado de su presencia. Él seguía cavando y cavando, prisionero de los nuevos descubrimientos.

El rostro de la muchacha era demasiado expresivo, ahogó un pequeño “¡Oh!”, que Tak captó con rapidez. Su olfato de detective voló de la muchacha a la espesura y entonces también se percató. Él fue más discreto. Cruzó una mirada de entendimiento con Remo, quien asintió. Von Haus no hizo ademán alguno, pero por cómo se había colocado, fingiendo que le dolía la pierna para cambiar de postura, era evidente que también sabía que estaba ahí, en la espesura. Acechándoles.

Remo reaccionó el primero. Tomó a la criatura por el cuello y la arrastró fuera de la maleza, mostrando su fea cara a todos. Olía a cerdo, orín rancio y sudor del que se pega a la piel. Esperaron que rugiese, que tratase de amedrentarlos. En lugar de ello, gritó como una mujer. Remo lo arrojó, no sin esfuerzo pues era bastante pesado, lejos de él, haciéndolo rodar por el suelo. Perdió las gafas. El ridículo hombrecillo que había estado espiándoles pasó unos lastimosos segundos palpando el sueño y gimoteando, totalmente desorientado.

—¡No me pegéis! ¡No me pegéis! —El hombre alzó las manos, suplicante, tenía mocos secos alrededor de la nariz y los ojos llorosos —. ¡Soy Clark! ¡Mi nombre es Clark!

Un nombre, como si eso pudiera explicarlo todo. Clark, el hombre perdido del bosque. La nueva interrogante.

Era un tipo orondo, no estaba en muy buena forma. Se acercaba peligrosamente a los cuarenta, deslizándose sobre un patinete de colesterol, sedentarismo y bocadillos con doble de mayonesa. Su pelo era rubio, corte de oficinista, pegado a cráneo debido a sudor, la suciedad y ahora a la tierra por la que había dado varias vueltas. Llevaba equipamiento de montaña; botas, guantes y un horrible y llamativo chaleco rojo, hasta un ciego hubiera podido verle entre la maleza. No llevaba encima su mochila, tampoco cantimplora. Hacía varios días que no se había afeitado y su cabello estaba sucio, así como como su rostro y sus manos. Estaba temblando

—Yo…yo, no quería espiar…tenía miedo. Escuché voces…me acerqué y…solo miraba —pasaba su mirada nerviosa por encima de todos ellos, encontrado rostros en los que no podía confiar, rostros que no podía definir.

A cuatro patas, palpaba el suelo como un niño grande perdido en el supermercado. Encontró sus gafas de cristal grueso, se las colocó.

—¡Oh, cielos! ¡¿Eso es un hacha?! No, soy inofensivo. Soy Clark. Clark —emitió un graznido, nervioso, agudo, lleno de pánico.

Se centró en Prue, la única mujer, quien esperaba fuera la más piadosa-

—Llevo perdido dos días en el bosque, creía que no había nadie más. No… no he comido nada desde entonces. Sed, tengo sed…mucha sed. Agua…¿Tienen un poco? Mucha sed…Me llamo Clark, me perdí. Cogimos un atajo, a través del bosque…nos equivocamos y ahora no sé volver. No sé dónde estoy —sus labios estaban resecos, ligeramente agrietados —.Tengo sed. A…agua…¿Agua?

Estaba a punto de echarse a llorar, aunque no sería la primera vez tal y como delataban los surcos limpios que habían seguido las lágrimas a través de su rostro. Se sorbió los mocos y les miró a todos. Sus gafas estaban empezado a empañarse.

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21/09/2021, 01:42
Rainer Maria Holtzmann

Escarbar lo calmaba. Sentir sus manos hundirse en esa fría tierra. Encontrar nuevos objetos que hablaban de alguien que también se perdió ahí, alguien a quien seguramente el bosque absorbió como lo estaba absorbiendo a él. Almas gemelas. Almas gemelas en la perdición. Quizá. Siguió y siguió, obsesionado, y no se percató de que todos se habían puesto en pie y estaban al acecho de un nuevo descubrimiento. Un ser humano. Pero Rainer seguía escarbando.

Herr Solberg. Herr Solberg —murmuraba mientras seguía escarbando y encontrando nuevos objetos.

Pero entonces escuchó el grito emasculado de aquel hombre. Volvió su mirada y vio la escena. Todos estaban ya atentos a aquel guiñapo. Un hombre perdido, mugriento, sediento, hambriento. Clark. Rainer sintió pena. Por primera vez en todo el día una mínima compasión humana afloró en él de nuevo. Estaba volviendo a ser él, a pequeñas ráfagas, por momentos. Sacó su cantimplora y se acercó a Clark. Se la tendió.

Jeder Engel ist schrecklich. Todo ángel es terrible, amigo. Wer, wenn ich schriee, hörte mich denn aus der Engel Ordnungen? ¿Quién me oiría, si gritase yo, desde la esfera de los ángeles?

Se detuvo un momento para mirar a su alrededor y con sus manos señaló el bosque que los circundaba. A continuación, empezó a recitar lo que claramente eran unos versos, entonando a veces en un susurro y a veces con una melodiosa voz:

Denn das Schöne ist nichts
als des Schrecklichen Anfang, den wir noch grade ertragen,
und wir bewundern es so, weil es gelassen verschmäht,
uns zu zerstören. Ein jeder Engel ist schrecklich.

Pues lo hermoso no es otra cosa que el comienzo
de lo terrible en un grado que todavía podemos soportar
y si lo admiramos tanto es sólo porque, indiferente,
rehúsa aniquilarnos. Todo ángel es terrible.

Miró a Clark.

Estos versos los escribió Bianka Kleinfeld, señor Clark. Bianka Kleinfeld, «un alma que pugna por mostrar que el mundo no termina en lo que vemos, sino que las palabras pueden ser la ventana que abren la vida a una dimensión oculta», como dijeron en la Neue Rundschau.

A continuación, de su mochila sacó una barrita de cereales y se la extendió también a Clark.

Beba. Coma. Y, luego, responda a las preguntas que le harán estos caballeros. Porque le van a hacer preguntas. Unas cuantas.

Y, tras decir esto, volvió a sentarse en el tocón en el que se había sentado antes. Estaba cansado. Estaba agotado. Decidió comerse él también otra barrita de cereales mientras, según suponía, los demás emprendían el interrogatorio. No le pasó por alto, sin embargo, la curiosa pila funeraria que Prudence había hecho con los objetos de Solberg y familia. La miró curioso unos segundos. Esa muchacha era extremadamente rara. Ein jeder Engel ist schrecklich. Todo ángel es terrible.

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21/09/2021, 17:15
Remo Williams

- No -había detenido Remo a Rainer cuando alcanzaba comida y bebida al recién llegado. No hasta que conteste.

El camionero miraba alrededor intentando ver si el tal Clark estaba solo. ¿Cómo había salido de la nada? ¿Estaría perdido igual que ellos? ¿Lo que los salvaba de ser un Solberg o un Clark era el mapa de Prue? La observó con desconfianza, frunciendo el ceño. Se preguntaba quien sería ese "alguien" que ahora cuidaba de ella. Se preguntaba si ella misma sabía a quien se había referido. Pero no dijo nada.

- A ver, Clark. Te daremos agua y comida, pero antes responde. ¿Quienes son "nosotros"? ¿Con quienes venías? ¿Y qué fue de ellos? ¿De dónde vienes y cómo llegaste al bosque? Mas te vale que contestes -sumó la visión del hacha que llevaba en la mano como argumento adicional.

Fueran cuales fueran sus respuestas ¿Qué harían con él? ¿Lo llevarían? Remo mas o menos confiaba en dormir con casi todos los presentes, a excepción de Prue, pero agregar un elemento más de peligro lo hacía dudar. Aquello se complicaba más y más.

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22/09/2021, 16:49
Tak Yagami

Gracias, Dok. Lo tendré en cuenta, pero, de momento, sufrir me consuela. Significa que sigo vivo. —dije con una sonrisa melancólica al bueno de Von Haus, hombre al que la convivencia con los fármacos parecía más que familiar.

Nunca fui amigo de las drogas, con la excepción del tabaco... y los Kojaks. La vicodina apartaría el dolor, pero me haría lento, ausente a mi entorno. Y no tenía pensado dejar que esa cosa volviese a sorprenderme ni en una representación onírica de mi despacho en Brooklyn.

Mi charla con Dok fue poco antes de empezar a reunir junto a Rainer la colección de otoño-invierno del superviviente caído en desgracia en el Bosque de los Reyes. La cantidad de prendas pertenecientes a desconocidos que había atesorado el bosque como si de trofeos de guerra se tratase me generó un mal pálpito. No éramos, ni por asombro, los primeros en perderse en aquella espesura.

Algo me sacó de mis elucubraciones. Divisamos a un proyecto de acechador escudriñando entre el follaje. Agradecí en silencio la dureza de Remo porque lo cierto es que confiar en desconocidos me parecía otra buena forma de acabar sepultados bajo hojarasca en mitad del bosque. Además, Remo cubría un rol en este variopinto grupo de senderismo extremo del Bosque de los Reyes muy necesario en este momento.

Era el Poli malo.

Clark, ¿no? Oye, relájate. Vamos a hablar un poco. ¿Has dicho que llevas por aquí vagando durante dos días? Cuéntanos qué pintas tú por aquí. Pareces asustado. ¿Has tenido por casualidad pesadillas? —mi pregunta iba con segundas, claro.

Notas de juego

El señor Williams ha hecho un interrogatorio preliminar tan brillante que no tengo nada que añadir, solo esperar la réplica de Clark ;-D

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25/09/2021, 13:03
Albert Von Haus

Cuando vi la maleza moverse de aquella manera, pensé que teníamos a la criatura encima, observando nuestra reacción con aquel cementerio de pertenencias, donde no había ni huesos. Tan solo ropa y objetos personales. Eso me ponía los pelos de punta, porque ya conocía un destino: pertenecerle en ese extraño estado durante el resto de... a saber cuanto tiempo llevaba aquel hombre allí así, pero por como estaba su piel, podría llevar años y años. Incluso varias vidas.

Desde luego que fue un acierto darle a Remo el hacha, sobre todo cuando me di cuenta de que se había dado cuenta antes que yo de que aquello estaba allí. El único que pareció no enterarse de nada fue Rainer, que seguía escabando con sus manos, tratando incluso de encontrar su cordura bajo aquella tierra llena de muerte y dolor.

Pero en ese momento solo me preocupaba lo que había oculto, vigilante, algo que Tak también percibió y que Remo, demostrando un gran coraje por su parte, agarró con fuerza y sacó de su escondite a aquella pequeña y asustadiza criatura. Sus ojos, ocultos detrás de unas gafas, mostraban o querían mostrar miedo al tiempo que la voz de aquel hombrecillo suplicaba y rogaba asustado.

Observé a Rainer, cuya bondad se sobrepuso a su locura temporal, como Remo le presionaba para hablar y Tak parecía  jugar al poli bueno. Que daban dos piezas por moverse. La Reina y yo.

No quería levantarme. No quería caminar. Necesitaba descansar si quería lograrlo, pero ella, la Reina, Prue, quizás tuviese respuestas. Así que me levanté y me apoyé en mi fiel bastón, para caminar hacia la joven mientras los hombres mantenían a ese tal Clark sujeto y controlado.

- Pgrue. Te niecesitamos todas. - Dije a la joven acercándome con cuidado pues sabía de su temor, especialmente hacia mí. - Niecesito que le migres a los ojos y nos digas lo que ves. - La petición era rara, pero ella era la única que había visto los ojos a la bestia y aquel sujeto rondando por allí aún vivo... podía ser un nuevo cebo. - Biusca mäs allä del suyo miedo. - Tendí mi mano hacia Prue a sabiendas de que no la cogería. - No te hagrä niada. Yo te pgrotegegrë a tü y los demäs tambiën. Te niecesitamos igual que tü a nosiotras. ¿Ja? Vamos... - Y avancé sin ella, esperando que me siguiera.

Y mientras ocurría todo aquello, mi grabadora seguía en funcionamiento pues se me olvidó apargarla tras la llegada inesperada de aquel visitante. Si ella de doblegó ante la criatura, si esta la acogió, podría ver más allá de lo que veíamos los demás, porque esa runa la debía haber vinculado a ella de alguna manera, tal y como aquellas runas marcaban su territorio en los árboles, quizás a ella le hubiese dado algo más. Y era un buen momento de comprobarlo.

Solo esperaba que ella accediese, porque sino... nos iba a dar igual.