Partida Rol por web

No todo podía ser malo, al menos esa convicción tenías. Las historias que se contaban de ese lugar eran terribles y tú mismo habías sufrido muchísimo en el trayecto de tu vida por lo que las personas pensaban que era y lo que realmente podía ser. Estabas harta de que incluso en este lugar tu certeza y cordura se ponía a prueba, pero hubo algo que iluminó tu caída, una luz incandescente, un soplo de vida que llenaba tu cabeza y tu corazón de una nueva esperanza en medio del desolador panorama.

Tu cabeza no lo comprendía, pero tu corazón podía sentirlo. Al abrir los ojos de tu corazón, viste lo que parecía ser un hilo rojo en tus manos; sin embargo, no parecía un hilo rojo cualquiera. Sentiste su poder y lograste ver una escena de un pasado distante, una escena en una acogedora casa de verano muy antigua.

Un creador de muñecas caminaba por el lugar con una sonrisa mientras veía a los ojos a su mujer amada. Mientras fundían su amor en un beso, una neblina fuerte los cubría, pero podías ver cómo un hilo rojo parecido al que sostenías en tus manos brillaba atando sus almas.

Las adversidades llevaron a que esa mujer muriera a muy temprana edad, pero no pudiste determinar la causa, solo lograste caminar hasta que era la habitación de la feliz pareja y la viste en su lecho de muerte, con la piel balnquecina, unas ojeras pronunciadas y una delgadez terrible. El hombre no la abandonó un segundo y así, la mujer encontró su muerte, junto al amor de su vida.

El hombre se encerró en la casa y dejó que todo cayera a una mala condición, mientras el hilo que sostenías entre tus manos brillaba más intensamente. En ese momento, comprendiste de qué se trataba. Era tu misión unir dos almas de ese lugar por aquel hilo rojo cargado de amor. Su amor los protegería, pero también podía llevarlos a la muerte. Era tu momento de atar dos almas en lo fatídico de este lugar.

Escojo a Amelia Lewis y a Josh Canetti

La oscuridad y la incertidumbre de la situación se apoderaba de los nervios de cualquiera mientras lo que se creía era un mito se volvía en una realidad. La pesadilla de la casa embrujada se volvía cada vez más vívida y era el momento de sentir pánico. Sin embargo, viste una delgada luz iluminando tu camino, un camino desconocido y aunque parecías no moverte de tu lugar, algo había que te hacía sentir que te desplazabas. ¿Era demencia acaso?

El paisaje se hizo completamente negro y, de repente, ese hilo rojo se hizo más grueso. Envolvía tu muñeca y se aferraba a ella con fuerza, a la par de arrastrarte hacia un lugar desconocido para ti. Caminaste lentamente hacia allí y a pesar de lo oscuro que estaba, algo en ti te decía que todo estaría bien, que solo tendrías que llegar al final de aquel hilo para que todo tuviera sentido.

Entonces, todo se tornó brillante y en un hermoso jardín antiguo, viste el final del hilo. Aquel no era un objeto ni un hilo vacío, sino que este llevaba a la mano de otra persona, persona que era tu destino conocer. Miraste sus ojos y comprendiste que aquello que les unía era más que solo un pedazo de tela, sino que era la consecución de todas tus plegarias y de todos tus anhelos. Tu corazón se sentía extasiado y latía con fuerza al ver a aquella persona al frente.

Ese hilo rojo había marcado su destino y los había reunido en aquel lugar para darles algo más de qué aferrarse, un sentimiento puro e infinito, el amor verdadero. Un amor por el cual irían a la tumba de ser necesario y que defenderían a toda costa sin importar las circunstancias.

Josh Canetti y Amelia Lewis, unidos por el hilo rojo del destino...

El hilo rojo había unido sus corazones para nunca separarlos, al igual que sus objetivos y lealtades. Solo se debían el uno al otro y así sería hasta el final. Con la oscuridad que nacía en los corazones de ambos, comprendieron que la única manera de escapar sería solos porque su amor no tendría futuro de esta manera.

-Espera... ¿qué es todo esto? -pregunté, sintiendo que algo había cambiado y que, extrañamente, habían surgido en mí sentimientos hacia una de las personas que me han acompañado a la prueba.

Entonces la veo. No recuerdo qué dijo que estudiaba ni si nos habíamos visto por la universidad con anterioridad. En esos instantes lo único que me importaba era protegerla, al precio que fuera, incluso mi propia vida. Solo tenía algo, un nombre...

-¿Amelia? -inquirí, extrañado, pensando si aquello no sería un sueño-. Eres Amelia, ¿verdad?

Amelia no se puede creer que todo aquello sea cierto. Sin saber cómo ni por qué su corazón da un vuelco en cuanto escucha la voz de Josh llamándola.

Es él... ¿Por qué me sonrojo...? ¿Qué es este nudo en la boca del estómago? Ay, ahí está...

-¿Josh? Sí, soy yo... -la joven alza la mirada con timidez, apenas capaz de mirarle directamente a los ojos sin enrojecer. -¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Al advertir que Amelia apenas podía mirarme a los ojos y parecía ligeramente ruborizada, me acerqué a ella y le posé una mano sobre el hombro, intentando hacerla sentir cómoda con aquella situación.

-Tranquila... Saldremos de esta. Estoy seguro de que lo que ha pasado en la casa no es más que una broma, aunque este lugar... -Dirijo una mirada a mi alrededor-. Puede que sí que existan los espíritus... -Al oír su pregunta, permanezco dubitativo. Durante un instante, había pensado que Amelia había forjado ese lazo entre nosotros, pero su pregunta me hace intuir que ella no ha tenido nada que ver-. No lo sé, Amelia. No sé cómo hemos llegado a este lugar. Tienen que haber sido los espíritus de la casa, o tal vez uno de nuestros compañeros. Pero eso ahora no importa, lo único importante es que salgamos de esta casa.

Amelia sonríe a Josh ante sus palabras de ánimo y el roce de su mano sobre su hombro.

-Estoy convencida de que saldremos de esta... Pero me temo que no es ninguna broma, verdaderamente existen los espíritus. Corremos peligro. Esa muñeca que vimos... es real.

La expresión en el rostro de la joven va tornándose cada vez más sombría conforme habla.

-¿Sabes? No importa cómo hemos llegado hasta este sitio. Lo cierto es que me alegro mucho de que estés aquí conmigo...

Amelia vuelve a sonreír a su acompañante.

-A mí... también me alegra mucho que estés aquí conmigo -confesé, enternecido por aquella sonrisa en el rostro de Amelia-. Es... no sé cómo explicarlo. Siento como si hubiera tenido un flechazo. No sé si esto es lo que siente un director de cine aunque encuentra a su musa, pero es increíble...

Me sentía como un niño pequeño, como si Amelia fuera el amor de mi vida, percibiendo un ligero cosquilleo en el estómago que hacía mucho que no percibía.

-Me temo que lo que vimos es real -afirmé, pensativo-. Lo de la muñeca, ese grito... Podría ser una buena puesta en escena, pero el hecho de que podamos estar hablando aquí, en este jardín... Hay algo en esta casa. Espíritus. Entidades. No sé exactamente qué, ni si son buenos o malos, pero creo que no seremos los únicos a los que han cambiado.

Amelia asiente con la cabeza con convicción ante las deduciones de Josh. Por unos segundos aparta la mirada, pensativa.  Por un momento abre la boca para hablar, pero vuelve a cerrarla. Con un suspiro mira directamente a Josh a los ojos y, ahora sí, habla con un hilo de voz.

-Mira... Sé que te va a parecer una locura... Pero creo que la única manera de salir de esta es siendo totalmente sinceros el uno para con el otro. Tengo evidencias más que suficientes para afirmar que alguien va a morir hoy.

Un ligero temblor se adueña de las manos de Amelia conforme habla.

-Hasta podría decir de quién se trata... Será Witaker.

En efecto, las palabras de Amelia me parecían una locura. ¿Hablaba de muertes? ¿Es que alguien nos podía matar? No obstante, confiaba en Amelia. En esos instantes, le confiaría incluso mi vida, por lo que decidí creerla. Era la única persona de la casa en la que podía confiar.

-Espera, Amelia... Estás hablando de muertes... Esto es... difícil de asimilar... -dije, respirando hondo-. ¿Te refieres a que sabes quién va a morir porque has escuchado o visto algo o... -La observé durante unos instantes, pensando en aquella posibilidad. No podía creerlo- ¿O es porque tú vas a matar a Witaker?

Me llevé una mano a la nuca, mientras suspiraba y pensaba en la revelación de Amelia. Witaker había demostrado ser uno de los más valientes de quienes se encontraban en la casa, por lo que era normal que, si había asesinos entre nosotros, optaran por liquidarle a él primero.

-Te soy sincero, Amelia... -dije, con nerviosismo, aún alucinado por la respuesta de la chica-. No sé nada de muertes. Solo he venido aquí a rodar una película, y mi intención es poder rodarla con todos los que sobrevivan. -Casi en tono irónico, añadí-: Es una suerte que no escogiera a Witaker como actor. Me hubiera durado un suspiro...

-Josh, yo vine aquí a tratar de investigar qué ocurría realmente en esta casa junto a... Trevor -la voz de Amelia se convierte en un sutil hilo de voz al pronunciar el nombre del otro joven. - Yo no voy a matar a Witaker, simplemente lo sé... Dejemoslo así de momento.

La rubia da un paso atrás alejándose ligeramente de Josh mientras él piensa y puede recapacitar sobre sus palabras.

Me acerqué hasta Amelia por detrás y la besé ligeramente en el cuello, mientras apoyaba las manos en su cintura y miraba el bello lugar en el que nos encontrábamos.

-No me importaría ni siquiera si fueras una asesina... Te quiero, Amelia, tal y como eres -dije, hablándole al oído-. Yo... Soy de los buenos. Solo necesito convencer a todos de que formen parte del reparto de mi película, y supongo que después de eso salir de aquí para rodarla... Pero solo puedo convencer de dos en dos. Esta vez he escogido a Carol Morton y a Daisy Thomas. No sé nada sobre ellas, pero confío en que, espiándolas, pueda llegar a obtener algo de información acerca de si son inocentes o forman parte de ese grupo de asesinos.

Acaricié el cabello rubio de Amelia mientras mis ojos estaban puestos en aquel paisaje que nos rodeaba.

-Es todo lo que puedo hacer, Amelia. Confío en que, siendo sinceros el uno con el otro, podamos compenetrarnos para lograr salir de esta casa con vida.

Amelia sonríe al sentir el beso y el abrazo de Josh. La joven acaricia las manos de él posadas sobre su cintura.

-Josh... -susurra ella desde su posición.

Con suavidad, se vuelve sobre sí misma para quedar cara a cara frente al joven. Ella rodea el cuello de su acompañante con sus brazos, abrazándose a él y quedando a tan solo unos centímetros de su rostro. Cuando retoma la palabra lo hace en su susurro.

-Tengo que ser sincera. No seré yo quien mate a Witaker, pero soy una de ellos... y Carol también. De hecho será ella quien se encargue de él. Si vas a espiarla, es muy probable que algo descubras, pero también que ella o el vigilante te descubran a ti. Ten cuidado. Si son conscientes de que ves algo querrán acabar contigo en cuanto tenga ocasión y lo tendré muy difícil para protegerte.

Una lágrima traviesa se escapa interrumpiéndola por un instante.

-Lo siento, Josh. Debería habértelo dicho antes, pero temía que no lo entendieras... Al menos aprovechemos esta información de la que disponemos para salir de aquí con vida.

-Ey, no pasa nada, Amelia -dije, con una sonrisa pícara-. No me importa lo que necesites hacer, sino la persona que eres. Tenemos que estar juntos en esto para salir de aquí con vida. Has hecho bien en contármelo...

Permanezco pensativo, dándole vueltas a la información que la chica que me ha proporcionado.

-Solo tenemos que evitar que desconfíen de nosotros, eso es todo -declaré, con la mirada perdida y trazando posibles estrategias que supusieran la supervivencia de los dos-. Carol no me descubrirá, porque no hablaré en el lugar al que va a llegar. Con suerte, pensará que Daisy es quien la ha invitado allí, e intentará ganarse la confianza de esta. Además de Carol, ¿quiénes son tus otros compañeros?

Más tranquila, Amelia se pone ligeramnet ede puntillas para depositar un suave beso en la mejilla de Josh.

-Somos Carol, Kazuo, Karioni y yo. -Responde ella pasando lista mentalmente. -Al menos contamos también con la ventaja de que ella no sospecha nada de lo nuestro.

Una sonrisa traviesa se escapa de entre sus labios.

-Si Carol mostrara alguna sospecha en tu contra y se lo dijera al resto me enteraría rápidamente.

Sonreí al sentir el beso de Amelia en mi mejilla. Incluso en medio de aquella amarga situación, había podido encontrar un rayo de esperanza que me diese fuerzas para seguir.

-Kazuo... -me reí, divertido. Incluso desde antes de entrar a la casa, había sospechado que el viejo no era tan frágil como aparentaba-. Tranquila, Amelia. Carol no llegará a sospechar de mí. No puede verme. Cuando ella acuda a escena con Daisy, lo más probable es que piense que ha sido Daisy la que la ha llevado a ese lugar. En cierto modo, es bueno tener a Carol con uno de los inocentes. Mientras más los desviemos de nosotros, mejor.

- Para ser sincera no creo que necesitemos preocuparnos demasiado por mis compañeros. Pudimos elegir muy rápido quién debería morir esta noche, pero han dedicado demasiado tiempo a decidir quién sería el encargado de hacerlo y quién vigilaría para evitar ojos indiscretos.

Amelia pone los ojos en blanco dirigiendo la mirada al cielo en señal de exasperación. Abrazada como está a Josh, echa un rápido vistazo a su alrededor amant de volver a contemplar directamente al joven.

- Ahora que lo pienso, alguien debe haber ayudado a que estemos tú y yo aquí ahora mismo. Así que hay al menos una persona en esa casa que sabe de nuestra intimidad, espero que, sea quien sea, la mantenga en secreto.

-Cierto -indiqué, asintiendo al hecho de que alguien debía de haber provocado que nosotros estuviéramos juntos-. A menos que esta unión haya sido cosa de los propios espíritus de la casa, lo más probable es que quien nos ha enlazado haya sido uno de nuestros compañeros.

Dirijo una mirada nerviosa mi alrededor, buscando a alguien cerca de nuestra posición, aunque sin mucho éxito. Mis ojos regresan a Amelia, con quien me mantengo abrazado y esbozo una sonrisa.

-Del mismo modo en que yo puedo espiar a quienes entran en mi sala de rodaje, ¿has pensado que nuestro "Cupido" también pueda estar espiándonos a nosotros? -pregunté a mi enamorada, intrigado-. Al fin y al cabo, él es el primero a quien supongo que le beneficiaría esta unión, por lo que no creo que vaya a delatarnos. Aunque no tenemos forma de saber de quién se trata. Podríamos usarlo como aliado.

Ella abre mucho ojos y boca fingiendo una gran expresión de sorpresa.
-Vaya, ¿crees que nos espían? ¡Eh, tú, seas quien seas, si no vas a unirte a la fiesta al menos déjanos algo de intimidad!
Amelia espera unos segundos antes de continuar hablando
-¿Nadie? ¿De verdad? Bueno, quizás sí que tengamos cierta intimidad aquí...