Partida Rol por web

El parque de atracciones se encontraba llenísimo. Al parecer, las parejas habían decidido que sus inquietantes hijos descargasen allí todas las energías posibles. Al principio del mismo, hay un mapa de todas las atracciones.

Al llegar al parque de atracciones le compró un helado a gusto de la joven del puesto de helados. Él hizo lo propio comparándose un helado de turrón con chocolate que tanto le gustaba. El sitio estaba abarrotado de gente pero salvo las típicas discusiones de pareja, el niño que lloraba porque se le había soltado el globo y las largas colas que impacientaban a la gente...no le pareció ver nada relevante. Aún así, la entrada hablaba de bombas y eso no le gustaba ni un pelo.

- Hemos llegado al parque de atracciones, ¿te ha llegado alguna entrada relevante? Me da rabia haber sido tan inútil de dejarme hackear el móvil desde la comisaría. Pero no volverá a suceder, no seré tan descuidado la próxima vez. Ninguno de mis dispositivos ya está enlazado...solo me queda encontrar a alguien capaz de ayudarme a romper el hackeo. ¿Alguna idea de quiénes pueden ser los usuarios del resto de diarios del futuro? 

La jovencita parecía tener algún plan de actuación y él no iba a ser tan tonto de no escucharla, eran aliados después de todo.

- De momento puedes hacer uso del arma de mi compañero pero te pediré que me la devuelvas después, espero que no te importe. Después de todo, Nishijima la necesita para cumplir su labor. Confío en que eso no te suponga un problema. Intentaré conseguirte algo de la comisaría para que tengas con que defenderte.

Yunly agradeció aquel dulce y refrescante helado al comisaría.

-¿Dices que el chico que viste en la comisaría lo interrogaste esta mañana? Ese era ... Hitoshi... Hi to shi -comentó a regarñadientes, como si al desmembrar aquel nombre, le pudiese decir algo-. Podemos ir a alguna atracción. Hasta ahora no se me ha actualizado el diario. Y ... -suspiró mirándole-, está bien, te entregaré el arma.

Keigo miró a Yunly sin tener claro como actuar. ¿Parecían más una pareja o padre e hija? Era difícil de precisar...sduramente habrían opiniones de todo tipo si los veían así pero tampoco le dió mayor importancia. Pagó las entradas, ya no le quedaba tanto de la paga del mes, y se pusieron a dar una vuelta por el parque de atracciones. 

- Yo soy más de ver cómo la gente sube a las atracciones que de subir. Espero que no te importe... La realidad es que pasa ser un curtido policía, la idea de quedarse parada en alguna atracción a gran altura no le hacía demasiada gracia. No temía a la velocidad, es más, le apasionaba. Pero otra cosa era estar parado desde el cielo...no sabía definirlo, ¿Vertigo? No exactamente porque no se mareaba. Simplemente no le gustaba y prefería evitarlo. ¿Qué propones entonces? ¿Ir descubriendo las habilidades de los otros usuarios y cuando tengamos una buena estrategia, los atrapamos y encerramos en la cárcel? El El jefe de policía no quería que hubiesen asesinatos entre los usuarios pero sabía que era un macabro juego de Deus y que probablemente se viesen obligados a ello. Aún así, intentaría evitarlo en la medida de sus posibilidades.

- Mañana pienso volver al instituto mientras estén en clases. Nishijima descubrió hablando con el resto de profesores que Takao es el asesino de mujeres y que llevaba un arma blanca para cometer sus asesinatos. También allí espero encontrar a tu compañero Hi To Shi y obligarle a deshacer el hackeo si no quiere que le encierre de por vida. Entrar en la comisaría y hackear los ordenadores está penado con la prisión. ¡Me importa un carajo que sea menor de edad! A decir verdad, igual ya había cumplido la mayoría de edad...en ese caso sin que estaría en graves problemas. ¡Oh, una caseta para hacer puntería! ¿Un duelo?

-Creo que tiene mi edad- comentaba mientras apuntaba hacia las dianas-. Sabes Kurusu -se equipó de aquella pistola que sólo lanzaba corchos y se la arrimó-, me encantan los retos -en ese preciso momemento lo miró divertida y apuntó a su objetivo-. Si voy a ser su compañera de aventuras por un tiempo y ... puesto que ambos somos adultos... ¿puedo titubearle?

Aquella adolescente de dieciocho años brincó al comprobar que había ganado al policía. Sin lugar a dudas, se caracterizaba por poseer una buena puntería.

-Como sabrás, tengo una buena pun... ¡Oh! -exclamó al agacharse a por un yen-. Con esto le puedo invitar a un helado...

Al levantarse contempló a un policía sonrojado que apuntó rápidamente a su objetivo y acertó aquella diana.

-Jódete, te he ganado.

- ¡Vigila ese lenguaje, jovencita! O tendré que besar... Le dijo tomando con su mano su barbilla de la muchacha y girándole la cara con suavidad hacia la suya. Sus labios estaban a escasos centímetros y escuchó su entrecortado respirar, él también estaba excitado por el momento. Pero ruborizándose rápidamente la soltó y apoyando su mano sobre su nuca se disculpó. Perdóname, por un momento me recordaste a mi...no importa. Recordar a su fallecida mujer solo le hizo sentir una punzada en el kokoro y rápidamente recordó a su pequeño que estaba en el hospital. Esa noche debería volver para estar con él, era lo único que le quedaba.

- Ejem...¿Alguna novedad en tu dispositivo móvil? A mí tampoco me llegan entradas aunque sean sin sentido... Comentó tratando de quitarle hierro al asunto. La joven le empezaba a atraer y eso era peligroso, en muchos sentidos...

Miércoles 26 enero 16:06

Shimizu askdakasd comisaría asjdhashd

Nishijima ajdajhdja cerrajero.

-Kurusu si me dejas que...

La frase no fue completada debido a que aquel agente se había acercado demasiado, sobrepasando la pequeña barrera que aquella dieciochoañera había mantenido. Notaba como su respiración se entrecortaba y el pulso se le aceleraba. Los labios de Yunly eran carnosos y sedosos, realmente apetecibles.

-Corramos un tupido velo... negro -concretó al escuchar las disculpas de aquel agente-.

El sonido de su teléfono alivió a la joven, quien torpemente lo abrió y leyó en voz alta:

Miércoles 26 enero 16: 05

El octavo se encuentra en la calle... ¿Vendrá? Sigo disponiendo del arma.

El alcalde se halla en el instituto.

La decima se encuentra en el parque.

Al escuchar las entradas del móvil de la joven asintió  e hizo lo propio enseñándole las suyas aunque fuesen incompletas. Entendía que la señorita Shimizu podría haber acudido a la comisaría y que Nishijima había llamado a un cerrajero. No creyó que fuese nada de gravedad.

- Vale, sabemos que el octavo está en la calle y que puede que se acerque ¿Cierto? No sabemos quién es exactamente pero podemos averiguarlo si vamos en su búsqueda. ¿Quieres que acudamos a las calles a ver si algún rostro nos resulta familiar y somos capaces de ponerle nombre? Fue la primera opción que le vino a la mente. La tensión sexual entre ambos aún era patente pero el joven policía no sabía si era algo mutuo o solo había sido un malentendido. La joven había mencionado que corriendo un tupido velo y se resignó a ver lo elemental. El era un hombre con un hijo a quién cuidar y ella una muchacha hermosa que chasqueando los dedos podía tener a sus pies cientos de hombres. Era una batalla perdida. O simplemente Keigo no era capaz de dar el primer paso para rehacer su vida, seguía atrapado en el pasado.

- Sea como sea, acerquémonos hacia la entrada...

Entonces vio la casa del terror y recordó las veces que había usado la excusa de recorrer esos pasillos para sentir a su ex-mujer abrazada contra él atemorizada por las calaveras y los vampíros. Sonrió recordando aquellos momentos y no pudo evitar mirar a los ojos de la joven. ¿Quizá habría intuído sus deseos?

-Prefiero quedarme aquí -sentenció con un atisbo de esperanza; pues se lo estaba pasando genial. De pequeña había ido a estos parques de atracciones en más de una ocasión-.

Como si de un déja vú se tratase, Yunly recordó aquel divertido episodio de la casa del terror con su hermano. Él era más asustadizo que ella, lo había heredado de su padre y ella... era su madre. Como si una ente divina le hubiera hecho a su imagen y semejanza. Por lo que miró con deseo aquella entrada...

-¿Sería capaz aquel melenas de ir a la casa del terror? -pensó para sí sin darse cuenta que se encontraba reproduciendo el mensaje en un susurro-.

Movió la cabeza, alejando sus pensamientos y se centró en la misión: encontrar al octavo.

-¿Estás seguro de lo que quieres hacer? El ir a la entrada y esperarlo allí. Lo digo porque... es realmente sospechoso -se encogió de hombros, mientras emprendía la caminata-.

Guiado por su instinto, Keigo tomó de la mano a la joven muchacha y tirando con suavidad de ella la arrastró hasta el interior de la casa del terror. Sabía que aquello parecía una locura pero no había podido evitarlo, probablemente nunca más en toda su vida recorrería una atracción así por dentro y le pudieron las ganas. Además, la compañía de la joven era muy cálida y entendía que conectaban, puede que incluso hubiese química entre ambos aunque no lo podía asegurar.

El comienzo era tal y como recordaba, un pasillo hasta el fondo, girar y subir unas escaleras...a mitad llegaba el primer susto. Una calavera enorme caía desde un lateral y desde el suelo te echaban un chorro de aire que te erizaba la piel.

- Uff, ¿menudo susto eh? Ambos se habían tomado de la mano y en ese instante se habían abrazado unos instantes. Aunque juraría que el único sobresaltado había sido él, y eso que sabía que allí había truco. 

Esta muchacha parece que tenga el temple de acero...¡sorprendente!

Y entonces decidió arriesgar y tomarla por la cintura mientras andaban.¿Le habría sentado bien el gesto?

-Menudo susto -repitió las palabras de aquel hombre entre risas. Para ser un agente de policía era un tanto... ¿gallina?-.

Sin embargo, en aquel momento que se reía por la acción de su compañero, la mujer del grito apareció en escena, hecho que la pilló desprevenida y por mera intuinción se había agarrado con fuerza al brazo de él.

-Eso no me lo esperaba...

Y es que, después de tanto tiempo, aquel personaje icónico de terror aún le seguía atemorizando. No consentía ver ninguna de esas películas, pues siempre que sus padres las veían, Yunly le pedía a sus padres que durmiesen con ella. Pero ,aquella vez, no dormerían con ella, ni se encontraban allí. Estaba ella sola acompañada por un... ¡Brazo!

¡Acababa de sentir un brazo por su cintura! ¡Oh, no! ¡Era el brazo de la mujer del grito!

-¡¡CORREEEEEE!! -exclamó corriendo hacia la salida, sin esperar al policía-, ¡esa mujer nos va a perseguir!

Desde la aparición de la mujer del grito todo fue muy cómico y realmente Keigo lo disfrutó, volvía a sentirse vivo tras años de luto y dolor. Aquella muchacha era un soplo de aire fresco a su lastimosa vida y cuando ambos emprendieron a correr no pudo evitar reír.

- Eso ha sido realmente divertido, jaja. Hacia muchísimo tiempo que no disfrutaba tanto...te lo agradezco. Le sonrió con ternura nada más salir de allí. Aún con la adrenalina en el cuerpo, el hombre divisó el fotomatón cutre cercano a la entrada. Ya puestos, decidió que debían tomarse unas fotos e inmortalizar el momento. Buscó el formato más ñoño, uno de corazoncitos rojos de fondo y un marco de un corazón enorme que les permitía salir en medio. Van a salir muchas fotos seguidas, supongo que ya sabes cómo va esto...le dijo a modo de sabio entendido señalando exactamente dónde estaba el objetivo que hacía las fotos. Recordaba haber salido cortado hacia años y esperaba que esa vez fuese diferente. Bueno, prepárate que esto es una locura...espero salir decente en alguna. Le doy ¿Eh?  1...2...3!

Entonces ambos empezaron a hacer muecas divertidas, posar con ambos dedos y...de improviso...la besó. Un beso fugaz, eléctrico, un mero roce. No podía dejar de mirarla a sus hermosos ojos y sus labios seguían a escasos milímetros. Deseaba besarla nuevamente pero solo si ella quería...aguardó, un poco más...

 Bueno, prepárate que esto es una locura...espero salir decente en alguna. Le doy ¿Eh?  1...2...3!

 En unos cuantos segundos ambos se encontraban posando divertidamente. En lugar de buscar al octavo se hallaban posando en un fotomatón con corazones (¡Iugggggggh!). ¡Con lo que ella odiaba ser tan empalagosa! ¡Qué diantres estaría pensando aquel hombre con moñerías como aquellas!

El flash de la última foto apareció como si de un rayo se tratase. Fue ahí, cuando sin saber cómo, los labios de Kurusu buscaron los de ella.

-Poison de Alice Cooper -susurró con la respiración entrecortada (¿Qué cojones...?)-. I wanna kiss you, but your lips are venomous...

Se levantó del asiento, mordiéndose los labios, y le dio la espalda. Estaba confusa, muy confusa. Confusísima. Realmente confu...

En un ágil movimiento, se sentó en su regazo, observó la mirada de aquel policía que rebosaba incertidumbre y le besó.

Al escucharle susurrar aquellas palabras, Masaru su quedó dudando que podrían significar...quizá la muchacha no deseaba aquella situación y al verla levantarse, morderse los labios y darle la espalda, pensó que era mejor no hablar, agachar la cabeza y que ella se fuera sin mediar palabras. Justo entonces la magia obró. La hermosa joven se sentó en su regazo y le besó...un beso ardiente, lujurioso, lascivo, que Masaru no tardó en responder entre abriendo su boca y dejando que las lenguas de ambos hallasen a su par e iniciasen una danza ancestral. Un baile acompasado en el que entremezclaban sus jugos con aromas y tonos que recordaban a los helados recién saboreados, dulces y fragantes. Después de unos segundos, ambos separaron sus rostros y el hombre solo pudo completar...i don't want to break these chains...y le sonrió volviendo a darle un pico en los labios. Sabía que el momento había sido grato y placentero para ambos. La arrebujó contra sí y susurró. Ambos sabemos que tarde o temprano Deus querrá obligarnos a enfrentarnos...pero por mi parte, tú ya me venciste a todos los niveles. Déjame ser tuyo. Úsame para tus propósitos.

Lo había dicho, lucharía por ella en esa batalla sin cuartel. Haría todo lo que estuviese en sus manos. También le reveló su mayor debilidad.

- Solo una condición, querida. No quiero que lastimen a mi pequeño...está enfermo en el hospital...

Keigo había caído por completo en las redes de la atractiva joven, estaba enamorado de ella y cualquier iluso podía constatarlo. Iba a jugar otro tipo de partida en contra de Deus. Lucharía por ella y por su pequeño. Al resto...los eliminaría de ser necesario.

Abrió los ojos al esuchar la letra continuada de la canción. Sin lugar a dudas la había oído, lo cual le recordaba la edad del agente. Yunly carraspeó... ¿A su mercerd? Eso sería peligroso, demasiado. Se apartó de él tras escuchar su gran debilidad. Pudiera ser que aquel sería su objetivo: convertirse en dios del mundo, para curar a su enfermo hijo... ¡Espera! ¡Un hijo! ¿¡Pero qué!?

La joven movió la cabeza en forma de negación. ¿En qué momento se le había ocurrido estar allí haciendo....? Doce eran los años que separaban a ambos adultos. Vivían en mundos diferentes y en una misma realidad, pese a que ella sintiese que aquel mundo no era el suyo. Aunque, pensándolo bien, su objetivo en este juego era sobrevivir, para vengar la muerte de su familia a manos de... su madre y traerlos consigo.

-No se puede luchar contra Deus sin que muera uno de los dos, esto no es la icónica escena de los Juegos del Hambre, pese a que nos hayamos convertido en un plagio. No te prometo salir con vida de aquí, de este juego. Tengo mi objetivo propio: recuperar a mi familia por encima del todo a si que...

Buscó la mirada de Kurusu con dureza, para seguir con su discurso:

-Estás a tiempo de matarme. Jura que me matarás en el caso de que estemos en esa situación. Al igual que, si ganas, trae a mi familia. Si es tu debilidad, irán a por él. -apretó los puños y su mandíbula se tensó. Pese a que quería ganar con todas sus fuerzas se veía doblegada. Como si 'algo' se lo impidiese-. Esa es mi condición.

Suspiró como si pudiera vaciar todo el aire que albergaban sus pulmones. Ahora, deberían dejar atrás las confensiones para centrarse en el octavo, quien hacía minutos no daba señales de vida.

-A por él... ,o a por la décima...

Kurusu escuchó las palabras de la joven pero pese a que asintió, él no estaba dispuesto a matarla. Llegado el momento, de quedar solos ellos dos, se suicidaría de ser necesario para que la joven cumpliese su sueño de hacer regresar a su familia. Esa muchacha había calado hondo en su corazón y sentía que con ella podía hacer que el tiempo volviese a moverse de nuevo. Llevaba cinco años parado por completo, desde la muerte de su mujer y la grave enfermedad que afectó a su hijo, era hora de un cambio.

- Bien, pongámonos en marcha entonces. El primer objetivo será el octavo... Comentó poniéndose serio y trazando una posible estrategia. No quería estar jugando al rato y al ratón, ir a un lugar y ver cómo se le escapaban. Había que limitar sus movimientos.

- Descubriremos quién es exactamente y trataremos de descubrir su habilidad. Puedo usar a mis hombres para limitarle los movimientos una vez lo tengamos identificado y si supone una amenaza para tí, lo verás escrito en tus entradas. 

Rebosaba confianza y se sentía bien consigo mismo. Miró a lo joven y deseó que aquella no hubiese sido la última cita, sino el comienzo de una relación entre ambos. Acercando su rostro al de ella le susurró.

- No solo quiero una alianza contigo...¿Aceptarías salir conmigo? Se que soy más mayor que tú pero ambos somos adultos y...siento algo que no puedo explicar por tí. Entonces girándose se dirigió al coche y levantando un pelín la voz pero si mirarla directamente dijo. Piensalo jovencita, no te decepcionaré. Siempre había deseado decir algo como aquello.

Kurusu parecía John Travolta en las escenas de Grease al situarse en el vehículo.

-Parece que te han dado pilas de duracén... ¿eran recargables? -cometó dando por respondida la última propuesta del policía-. Por lo demás, acepto tu invitación, ir directamente hacia él.

Acto seguido se posicionó en la puerta del copiloto, ejerciendo una pequeña vuelta alrededor del vehículo, esperando a que su dueño lo abra para entrar.

-Los he visto más rápidos, señor Kurusu... Creo que usted es un poco lentorro...

Yunly tardó en reaccionar, pero se dio cuenta de un detalle. En su diario ponía que el octavo vendría al parque.

-Kurusu, no te acompañaré. Cambio de planes, me quedo por el parque. Él vendrá, luego es mejor que nos encuentre por aquí. Me moveré si hace falta, mientras lo espero. Tú... podrás irte o esconderte o venir o... lo podemos esperar en el vehículo. -comentó llevándose pensativa el dedo índice a su barbilla-. El caso es que es mejor esperarlo... o , al menos, esa es mi opinión.