Partida Rol por web

¡Por fin!

Por fin había llegado el gran día. Habías estudiado mucho para poder graduarte en el instituto. Muy pocos de tus compañeros y compañeras se habían quedado atrás pero lo cierto es que al menos tú habías logrado terminarlo. Habían sido años muy duros, algunos de vosotros habían sacado notas impresionantes y otros aprobados justitos Incluso algunos habían repetido alguna vez algún curso. Pero lo importante es que POR FIN había llegado el día.

Aún estabas en tu casa preparándote para el gran día, no habías llegado al Salón del instituto que era donde se iba a realizar el acontecimiento más importante del año. Era el momento de vestirte para la ocasión, ir a buscar a tus amigos, a tu pareja o ir tu solo hacia allá. 

En el instituto os habían enseñado que ir en pareja al baile era algo heteronormal y que no había necesidad de caer en ese cliché. Así que, quizá habrías decidido ir por tu cuenta o incluso con un grupo de amigos.

El baile estaba a punto de comenzar, había que vestirse, prepararse, tomarse las fotos pertinentes, tus padres tenían que decirte lo guapísimo que estabas y si había suerte quizá habríais alquilado una limusina para llegar hasta allí, a pesar de que no quedaba demasiado lejos de tu casa. Podías aprovechar para ir a buscar a tu pareja, o tal vez quedar con tus amigos para ir todos juntos. 

Fuera como fuese había llegado el día de ir al Gran Baile de Graduación. 

POR FIN había llegado el momento.

La fiesta de graduación de este año ya está aquí. Siempre me pasa lo mismo, me ofrezco voluntario para ir de vigilante (al fin y al cabo es una fiesta) y ahora me da bastante palo. Pero ánimos Ben, que no está tan mal. Siempre es gracioso ver cómo vienen los chavales, algunos más disfrazados que vestidos. Y espero que algunas vengan bien guapas. ¿A ver que se ponen Diane y las otras? Con un poco de suerte me divierto. A ver quién es la profesora que me acompañará, por suerte no la bruja de la jefa de estudios, Elaine (demasiado vieja para estos trotes, pero no para ser una arpía). Pero ahora no me acuerdo a quien eligió la vieja (ninguna voluntaria creo). Pero bueno, a ver si Jarvi echa un poco de burbon al ponche y me animo un poco. Y que Ethan o algún otro moco repelente no se chive. Como se sepa que los he pillado, se acaba el ponche y según como se acaba la fiesta. Al menos, el baile significa que se acaba el curso. ¡Vacaciones y no volver a ver a algunos de estos adolescentes! Aunque a otros se les echará de menos. Benjamin piensa mientras, saliendo de la ducha, se viste con su traje para la fiesta. Aún falta bastante para que empiece pero le toca llegar pronto para asegurarse que esté todo listo y para llegar antes que todos los chavales. La arpía no quiere que se queden solos y empiecen a drogarse, follar y destrozar el colegio, que es lo que cree que pasa cuando un par de adolescentes están sin vigilancia.

Así que aunque falten un par de horas buenas para que pase algo interesante en el instituto, sale de su casa. Al salir, tira la botella vacía de cerveza que le ha servido de merienda y se despide de Alan, que justo hoy ha quedado con su prima y las amigas. Se sube a su viejo Ford y comprueba que lleva en el maletero la última botella que les confiscó a los del equipo de fútbol. Al baile!

Sus manos se movían de un lado a otro, sus ojos eran dos rendijas y su rostro una máscara de furia. Su respiración se hacía cada vez más pesada y el rojo amenazaba con volverse su nuevo color de piel. Cuando ya no podía más, Marty arrojó su corbata al piso con rabia.

-Al diablo con esto- dijo desabrochándose también el cuello de su camisa y observándose en el espejo de su cuarto-. Lo natural siempre me favoreció.

Pero detrás de su figura apareció una pequeña mujer pelirroja que le miraba con ojos brillantes y emocionados. Su madre apenas contenía sus lágrimas al observar a su pequeño bebe ya graduado y tan preparado. El traje negro había sido un regalo de su padre por aprobar (nunca pensó que llegaría ese momento) y ahora supervisaba cada detalle del joven.

-Dios Marty, déjame ayudarte- Marty se giró y dejó que ella hiciera los arreglos, aunque sabía que no duraría mucho estando tan presentable-. Te ves tan, tan- un momento de duda, buscando la palabra adecuada-, diferente.

-Claro ma- una sonrisa pícara surgió de sus labios, sabía a lo que ella se refería, pero no hacía falta aclarar nada. Sus padres no eran muy estrictos con él, sabían lo que hacía y, aunque a veces tenían algunas “charlas”, apenas podían corregirlo-. No te acostumbres mucho ¿eh? – agregó con una risilla que fue interrumpida cuando su madre intentó acomodar su cabello con su mano, previamente humedecida con su saliva. ¿Por qué las madres hacían eso a veces?-. Ok, creo que mejor ya me voy. Salúdame a papa- su padre debería estar trabajando a esas horas.

Marty salió de su casa a paso lento, tenía un camino relativamente corto hasta la escuela, pero como se lo tomaba con tanta calma, tardaría lo suyo. Aprovechaba para que los vecinos vieran su traje nuevo, su aspecto de chico confiable y responsable. Incluso les saludaba cuando alguno se asomaba por la ventana.

-Hola señora Willkins- la mujer le miraba con mala cara desde el otro lado de una verja-. Saludos a su hija…

Marty no recordaba si había quedado con alguien para ir hasta la escuela, no le había pedido a nadie ser su pareja tampoco, decidió dejar las cosas al destino. La vida era un conjunto de aleatoriedades, uno podía fingir que la controlaba pero eso era una vil mentira, se tenía que disfrutar el momento. Marty disfrutaba cada segundo.

-¡HOY SERÁ UNA NOCHE QUE NO OLVIDAREMOS!- gritó de repente hacia la nada, alzando los brazos hacia el cielo. Pensó en detenerse un rato en el parque, encontrarse con algunos de sus amigos y fumar algo antes de entrar. Para ir celebrando que ya no tendrian que volver al insti, aunque las perspectivas de un futuro trabajo asolaban a algunos. A Marty no.

Tendria que haberselo pedido. No se porque no se lo he pedido. Eres idiota por no haberselo pedido. 

Joe llevaba un mes queriendo pedirle a Billie que fuese con el al baile, pero una respuesta negativa por su parte podria hacer que su relacion fuese muy incomoda. Ademas le daba un poco de miedo como se lo pudiese tomar Diane. Joe y Diane no estaban saliendo ni nada parecido pero ella habia mostrado interes alguna que otra vez, y no es la clase de persona que permitiese a otras tocar "sus cosas", aunque no las estuviese usando en el momento.

-Uffff!!!! Todo era mucho mas facil cuando me daba igual lo que pensasen los demas. Al diablo, la voy a llamar ahora mismo y se lo voy a pedir.-

Tendre que tener cuidado de que no suene demasiado a cita. No quiero que se asuste. Penso Joe mientras cogia su movil para llamarla.

Joe llama a Billie por telefono y le ofrece recogerla en su limusina e ir juntos al baile.

El vaho del baño tapaba el cristal, y yo ya estaba listo. Vestido con aquel traje y camisa. La corbata seguía colgada en el pomo de la puerta. No pensaba llevarla.

Ni siquiera desempañe el cristal para ver si estaba bien peinado o no. No valía la pena, a penas tenía ganas de baile, pero lo prefería a escuchar a mi madre sollozar durante un buen rato, y a mi padre destrozando cada segundo de su compañía con remilgos y reprimendas de como podría ser mejor hijo, y ahorrar problemas.

Abrí la puerta y la pequeña Lucy corría escaleras abajo buscando a mi madre para chivarle que ya estaba listo y me iba a ir.

Dejé escapar el aire en un gran resoplido y bajé. Y allí estaban Lucy y mi madre esperando, con amplias sonrisas y adulaciones que no agradecí ni atendí.

Levanté una mano en forma de despedida y con la otra en el bolsillo iba a abrir la puerta de mi casa para salir cuando mi madre me frenó puniendo su mano sobre la mía. Su sonrisa tenía cierto matiz de preocupación mientras me decía.- ¿Está todo listo Dylan?, ¿Dinero, llaves, medicación...?.

No la dejé terminar y me solté con fuerza de su mano.- ¿Para qué preguntas por el resto si lo único que quieres saber es si me he vuelto a tomar las pastillas?. Déjalo mamá, no intentes hacerte la despistada y si tanto te gustan coge unas cuantas y te las enchufas junto a un lingotazo.

Fijo que así papá y tu pensaís en otras cosas que no sea en amargarme la existencia y seguir haciendome sentir culpable.

Salí de casa y dí un gran portazo, aunque pronto se la puerta se abrió, no sabía si sólo era mi madre, aunque pronto la voz de mi padre me hizo deducir que no.- DYLAN, ESPERA. LE HE DICHO A GEORGE QUE TE ACERQUE EN EL ALFA ROMEO HASTA EL BAILE, NO TARDARÁ EN... -. Mi padre me gritaba desde la puerta intentando aparentar cercanía y nada de enfado a pesar del portazo. Me giré y le presenté mis respetos alzando mi anular izquierdo y le dije.- Gracias por el flanqueo Señor 0`Brien, pero prefiero ir andando... quedaté tu chofer, no querrás que sepan que somos de la misma familia. Ya me las apaño yo.

Mi padre se distinguía por negar mis actuaciones o por infravalorarme cuando estaba con sus amigos, sus actuaciones en soledad o familia me resbalaban. Cuando alguien no es capaz de valorarte dentro de su circulo no merece la pena que lo siga haciendo detrás.

Iba pensando y en mis cosas y maldiciendo su estúpida actitud, cuando vi las luces de un coche acercarse hacía a mí, un gran pitido, un estruendo, y luego silencio.

Con mis puños cerrados en mis oídos y los ojos cerrados esperé unos segundos, y cuando el silencio me alertaban de que nada más iba a pasar, abrí la mirada y me incorporé.

La calle estaba desierta, apenas me había alejado unos cien metros de casa y las alucinaciones ya estaban allí. Quizás Ben, no quería perderse la fiesta, quizás se mereciese estar más que yo allí.

Dos manzanas y llegaría al baile, mis manos en los bolsillos y un silbido en mis labios mientras miraba a mi alrededor, precabido, de que nada volviese a mezclarse con la realidad. Aquellas horas de libertad fuera de casa debía de aprovecharlas. Ahora llegaba el verano, y mientras el resto se divertiría yo no sabía a que nuevas ordenes y exigencias familiares me atendría.

Era hora de disfrutar y dejar aquello a un lado. Una noche que recordar, me dije a mi mismo.

Era el día más importante de su vida, al menos lo sentía así. La graduación era el cúlmen de todo el trabajo realizado durante dos años, no significaba solo salir de su zona de confort y socializar con sus amigos, conocidos para encontrarse en la fiesta con más gente indeseable que estaba deseando perder de vista, significaba muchas otras cosas más, romper con la adolescencia y emprender el camino hacia la madurez. Darle la importancia que merecía este hecho vital y relevante para su vida era justo lo que le ponía más nerviosa. En las últimas semanas había pensado mucho en sus nuevas responsabilidades, su cambio de entorno, los exámenes futuros que tendría que aprobar para entrar en una buena universidad, los amigos y profesores que dejaba atrás... Nada volvería a ser igual.

Se sentía agobiada, y para colmo él tenía parte de culpa en esto. Todo habría resultado más fácil si Marcus no la hubiese invitado a ir al baile con él. Primero creyó que el vestido retro de su madre con volantes sería su salvación y que nadie llevaría un vestido tan original como ese, más tarde dudó porque aunque le encantaba lo vintage y era enemiga del despilfarro, el ansia por sentir el vestido como suyo y no algo prestado le podía. En la tienda de vestidos ideales para bodas y demás celebraciones se probó un vestido negro muy bonito con pedrería en el escote y estilo de corte asimétrico.

El blanco con él iba a desentonar mucho, pero aquel color tan oscuro no le convencía, así que volvió al blanco y lo hizo eligiendo un vestido elegante, lleno de detalles en seda, encaje y una falda de tul coronada por otra tela semitransparente con lunares blancos. Lo mejor era la parte de la espalda. Costó unos 300 dólares pero sus padres lo pagaron encantados.

Su hermano mayor Mike se reía de ella por sus quejas y suspiros, desde el otro lado de la puerta de su habitación su risa malvada le sacaba de quicio. Estaba terminando de ondularse el pelo de forma minuciosa con sus tenacillas cuando de repente, sonó el timbre de casa, su pulso reaccionó al instante poniéndose a revolotear acelerado.

- ¡Llaman a la puerta! ¡Abre idiota, es Marcus! ¡Haz algo por mi aparte de descojonarte! - gritó muy indignada. Ordenó un poco su habitación, recogiendo más o menos todos los potingues y cogió un bolso de mano pequeño para seguidamente bajar las escaleras e ir al encuentro de su amigo.

Sonrió ilusionada y feliz por verle plantado en la puerta de su casa y ser ella su pareja de baile esa noche... Para ella siempre estaba guapo. - ¿Vamos a pie verdad? ¿O puedo pasar de las converse reventadas para ir caminando hasta el insti? - preguntó elevando las cejas mirando a Marcus y después a su hermano.

- Ni lo sueñes hermanita... - replicó Mike. - No os voy a llevar en mi coche, que os pegue el aire.

Terminé de arreglarme frente al espejo, dando los últimos retoques a mi cresta para hacer que sobresaliera con furia con el contraste de mi cabello rapado. No me había puesto nada especial para la ocasión, pasaba de esas mierdas de bailes, creados para que las niñas pijas se lucieran al lado de los musculitos sin cerebro. Ese iba a ser nuestro futuro, arpías como Diane, con más tetas que sesera. Menuda panda de imbéciles… El caso es que una vez terminé de arreglarme, salí de casa, echando un vistazo al salón donde mamá dormía con un cigarrillo apagado entre los labios y una botella de Jack Daniel’s liquidada sobre la mesa.  

Me largué de ese sucio lugar espetando que las cosas pronto cambiasen, con la universidad podría largarme de una vez y no tendría que volver a ver el careto a ninguno de la clase. Aunque tenía que admitir que en el fondo, había cogido cariño a algunos compañeros, aunque fueran una minoría.

Caminaba tranquilamente por la calle, con la mano dentro de los bolsillos de la chaqueta y la cabeza baja mirando hacia el frente. Cuando de pronto escuché un grito unas decenas de metros por delante de mí. No tardé demasiado en reconocer esa voz, más viendo su silueta a no demasiada distancia.  Era Marty, seguramente la persona con la que mejor había conseguido llevarme durante el curso. Aunque quizá el hecho de que siempre que estábamos juntos, era estando fumados, había tenido algo que ver

- ¡Tú, pringao! ¿Qué coño haces dando voces? – pregunté en voz alta mientras me acercaba a él, soltando una carcajada mientras dibujaba una sonrisa en los labios – Vaya pintas que llevas, ¿piensas enchufarte unas rayas antes de ir a misa, o qué?

Acto seguido inspeccioné sus manos, con la esperanza de que ya llevaba algo encendido en ellas. Iba a ser una noche dura, por lo que sería mejor empezar cuanto antes.

Joanne se miró al espejo y sonrió, satifecha. Se había comprado comprado una camiseta negra en la que se podía leer claramente "eat plants and chill" especialmente para la ocasión y había decidido acompañarla con unos pantalones pegados de un color negro brillante. Ni siquiera iba a vestir zapatos, se había decantado por unas zapatillas vans negras. Marcus estará orgulloso. Pensó, mientraqs e alejaba del espejo. Sabía que la mayoría de las chicas, por no decir todas, llevarían vestido, pero ella se había negado a hacerlo. Para ella lo heteronormativo no se quedaba en ir al baile con pareja, iba más allá. Las chicas con vestidos y tacones, los hombres con trajes... No era algo que fuese a admitir. Había decidido romper el molde e ir con pantalón y camiseta, dando a entender que pasaba del baile y de todo lo que representaba. Solo le importaba una cosa y se podía leer perfectamente en su camiseta.

Cogió un bolso de tamaño considerable y metió lo indispensable para pasar una buena velada. Se maquilló lo mínimo con productos no testados con animales, que resultaban ser casi el doble de caros, y bajó las escaleras. Allí la esperaban sus padres con una cámara de fotos y críticas camufladas con halagos.

¡Oh cariño! ¡Estás preciosa! Dijo su madre mientras sacaba cinco fotos seguidas. Aunque habrías estado mucho mejor con el vestido rojo que vimos en la tienda. Tras pronunciar aquellas palabras la siguiente foto captó como su hija ponía los ojos en blanco.

Mamá, ya hemos hablado de esto. Además, el colorante usado en el vestido provenía de escarabajos, lo miré en internet. Ni siquiera era una opción. La recriminó, sin perder la sonrisa.

Lo sé, lo sé, pero era tan bonito... Su madre no se percató de que su hija sufrió un escalofrió al imaginarse los pobre escarabajos muertos rozando su piel cuando se puso el vestido.

Que lo pases bien, preciosa. Si necesitas cualquier cosa, llámanos. Se despidió su padre.

Tras despedirse de ambos, Joanne fue andando y sola al baile. Aquella era otra muestra más de lo poco que le importaba aquella formalidad social. Se sacó una manzana del bolso y avanzó tranquilamente hacia el instituto. Tenía grandes planes para aquella noche y ninguno de ellos tenía nada que ver con la fiesta, sino con sus amigos y con su pasión. Estaba deseando enseñarles a sus amigos lo que había hecho para alegrar la noche.

Iba a seguir recto cuando una voz le sobresaltó. No tardó en reconocerla y se dirigió hacia el parque con una sonrisa. Igual no iba a tener que ir sola al parque al fin y al cabo. No quería admitirlo, pero a parte del hecho de que quería revelarse contra la sociedad... nadie la había invitado.

¡Ey! Saludó, plantándose de un salto frente a la pareja que se había formado. ¿Tomando el aire? ¿No se suponía que deberíamos estar ya allí? Dijo, sin mucho interés. 

Oh, espera, ¿vais juntos? Les preguntó a Sam y a Marty. ¿En plan pareja? Preguntó, empezando a sentirse un poco avergonzada, en parte por hacer la pregunta, ya que consideraba bastante improbable que Sam y Marty fuesen juntos al baile, y en parte por si sus peores temores se volvían ciertos y resultaba ser ella la única que iba sin pareja al baile.

Ethan salió de casa y sus padres insistieron en que lo llevasen en coche a pesar de que hacía el trayecto andando todos los días. El coche era un descapotable color negro bastante moderno, capricho de su padre. Pásalo bien Ethan dijo su madre al volante. No entiendo porqué no has invitado a alguna de tus amigas a la fiesta. Yo si fuese tu habría invitado a Wanda, Milldred o a Joanne. No se hijo se me hace raro que no hallas invitado a nadie. Ethan agachó la cabeza y no dijo nada mientras su padre seguía insistiendo con ese tema. Si de verdad fuese tan fácil como dices padre pensó Ethan.

Poco después Ethan llegó al baile y se bajó del coche despidiendo a sus padres. Al fin estaba en la fiesta.

Marty se giró con lentitud, observó a Samantha enarcando una ceja y adoptando una pose que había visto en Joe. Incluso logró imitar la mirada que hacia este cuando había algo que no le agradaba.

-Debe estar confundida- dijo con noto grave alzando su mentón-. Soy el conde Fulanito, señor de todo lo que alcanzan su ojos- se inclinó rozando su cara con la perfecta cresta de su compañera-. No conozco a ningún Marty- cuando empezó a ponerse colorado y a salírsele casi lágrimas de los ojos, comenzó a reír con una tronadora carcajada-. Juajuajua debería ser actor juajua- y acto seguido aferró a Samantha con un fuerte abrazo, lo cual era normal en Marty-. ¡Samyyyy! Justo mi persona preferida- al ver como sus ojos miraban sus manos, Marty abrió los ojos con sorpresa-. ¡Mierda! Me olvide traer mi reserva- claro que Samantha ya conocía ese chiste, Marty jamás iba a ningún lado sin hierba-. Bah, si no te lo crees no tiene chiste- justo cuando revisaba sus bolsillos (sabía bien donde estaba, solo se hacía rogar), apareció Joanne de quien sabe dónde. Al parecer su grito había reunido a la manada-. ¡Joany!- otro abrazo con fuerza y el diminutivo. A algunas personas no les gustaba que Marty fuera tan efusivo, pero a él no podía importarle menos. Joanne pensó que ellos iban juntos, como pareja. Marty arrugó los ojos pensativo, como si algo rondara por su mente-. ¿Pareja? ¿Ella y yo?- Marty no recordaba haberle pedido ser su pareja, así que la miró otra vez arrugando sus ojos, como si así pudiera desentrañar ese misterio-. Nah, no lo creo- luego sacando algo de su bolsillo agregó-. Sabes cuál es mi pareja…

Aquella sería con toda probabilidad la noche más importante de su vida. Después de tantos años de estudio, Marcus sentía que acababa una era. Aquella noche, los compañeros de clase que le habían acompañado durante los últimos años dejarían de serlo. Los que de verdad le importaban seguirían siendo sus amigos y continuarían en su vida, pero en cuanto a aquellos a los que detestaba, el muchacho gótico sabía que solo era cuestión de tiempo que terminaran convirtiéndose en perfectos desconocidos para él.

Tenía mucha curiosidad de saber qué depararía a Diane y sus adláteres dentro de diez o veinte años. Probablemente acabasen ejerciendo algún trabajo poco remunerado, aunque en el caso particular de Esteisy imaginaba que acabaría viéndola en algún realitie show nacional, como una futura edición de Big Brother o uno de los sucedáneos de Jersey Shore. Con estos pensamientos en mente, Marcus esbozó una sonrisa mientras observaba su reflejo en el espejo del cuarto de baño de su casa.

-Estás listo para darlo todo esta noche -se dijo, forzando aún más su sonrisa.

Procedente de su habitación, se escuchaba una de sus canciones favoritas, con un volumen tan alto que podía escucharse desde el cuarto de baño, a pocos metros del dormitorio.

Como era habitual, Marcus vestía completamente de negro, aunque esa noche su traje era mucho más elegante de lo que resultaba habitualmente. Además, esa misma tarde había aclarado sus largos cabellos, de intenso tono azabache, y se los había alisado durante casi una hora. Marcus quería que su pelo estuviese perfecto. Todavía recordaba las numerosas veces en que el bueno de Billy Bob, quien se sentaba delante, se soltaba la coleta, agitaba su larga melena rizada sobre la mesa del gótico y la cubría, Marcus suponía que sin querer, de decenas de diminutas partículas de caspa. Semejante recuerdo le resultaba repugnante, pero gracias a él, Marcus había aprendido a cuidarse el cabello para dar una mejor imagen, al menos dentro de lo que su estética gótica se lo permitía.

Y no era para menos. Esa noche, el muchacho acudiría al baile de graduación acompañado por Amy Hammond, una joven preciosa que se había convertido en su amor de instituto. Aún no había podido convencerla de que se pasase al Lado Oscuro, aunque todo se andaría.

Marcus salió del cuarto de baño y acudió a su habitación, repleta de toda clase de objetos personales que le traían toda clase de recuerdos. Clavado en la puerta se encontraba el único examen en el que el profesor Johnson le había puesto un sobresaliente alto, y que el joven gótico lo consideraba un honor, ya que aunque era un alumno aplicado, nunca había sido especialmente bueno en Ciencias. En una pequeña estantería se encontraba la webcam que solía acoplar para hablar y ver a Billie mientras jugaban a los Sims, con la esperanza de que lo sacase en algún vídeo de gameplays. También se hallaba allí el cactus que Joanne le regaló una vez, y lo cierto es que la chica había acertado con el regalo, ya que era la única planta que a Marcus no había terminado secándosele. E incluso había una cachimba olvidada, que a día de hoy el gótico no estaba seguro de si pertenecía a Marty, Samantha o era de las suyas.

-Deséame suerte, Poe -le dijo el gótico al animalejo que reposaba sobre su cama, observándole con sus grandes ojos, de un tono amarillo anaranjado.

Marcus se acercó para acariciar al gato y darle un beso de despedida en la cabeza, entre las orejas, pero el felino no se lo tomó nada bien.

Esquivando por muy poco el zarpazo, Marcus abandonó su dormitorio a toda prisa.

Su padre se hallaba roncando en el salón, sentado en el sofá. En la televisión se podía ver que estaba viendo un partido de rugby o fútbol americano. El gótico no se fijó bien, por lo que no estaba seguro de cuál de los deportes era. Se acercó a su padre y, tras comprobar que en efecto estaba dormido, le arrebató las llaves del coche.

Sin más, abandonó su domicilio familiar, o "mi humilde morada", como solía denominarla el muchacho, y condujo el coche de su padre hasta la casa de los Hammond para recoger a Amy. Llamó al timbre de la vivienda y esperó a que le abrieran, con las manos en la espalda.

Cuando vio llegar a Amy y dibujarse una sonrisa en su expresión, adelantó una de sus manos y le mostró una rosa roja que había comprado esa misma tarde en una floristería. Él prefería el negro, aunque suponía que a la chica le agradaría más un color más vivo.

-Una rosa para una flor -comentó Marcus, en un tono un tanto teatral. Luego, se formó una sonrisa en sus labios. "El rojo está un poco más cerca del Lado Oscuro" se dijo, esperanzado. Después, observó a Amy y afirmó-: Estás preciosa.

El gótico ofreció a la muchacha su brazo para que se agarrara a él y le señaló a un automóvil, quizá no muy nuevo, que estaba aparcado frente a la puerta de la vivienda.

-He venido en el coche de mi padre, no creo que le moleste -aclaró-. No necesitaremos andar. -Después, ofreció de forma caballerosa el brazo para que Amy se agarrase.

Con la boca muy abierta frente al espejo del baño, retoco el rimel de mis pestañas preparándome para la gran noche. Esta es la noche en que voy a ser elegida reina del baile por última vez en el instituto. Se apelotonan muchos recuerdos agradables de mi estancia en esta institución. Desfilan por mi mente una a una todas las humillaciones a las que sometimos a todos esos frikis, que resultarían entrañables de no ser porque daban asco. Todos esos momentos inolvidables que nunca más volveré a compartir.

Por un instante las lágrimas se concentran en mis lacrimales y me veo obligada a parapadear varias veces y a darme aire a los ojos abanicándome con la mano casi tan abierta como la boca. Consigo controlar las lágrimas para que no me estropeen el maquillaje que tan cuidadosamente he estado aplicando en los últimos minutos.

Me repongo y me miro al espejo. En mi reflejo veo mi escultural cuerpo enfundado en un ajustadísimo vestido rojo con brillos que muestra una de mis largas piernas de animadora así como un escote en el que se podría asomar medio instituto y, con toda probabilidad, ya lo había hecho.

Me pongo el brazalete de Swarovski que me regaló mi tío político Edmund, que es un cuarentón guarro y buscaba roce, pero tiene buen gusto para las joyas, y al cuello el fino colgante con forma de corazón e hilo de plata regalo de Dylan cuando eramos novios pero que Jason cree que me compré un verano en las Bermudas.

Inspecciono mi imagen con gesto crítico y decido que aún no estoy lista. Me llevo las manos a la espalda, separo el cierre del sostén y me lo quito sin quitarme el vestido. Vuelvo a observar mi imagen. - Ahora sí.[/I]

Salgo de mi habitación con baño en suite, de donde no he salido en las últimas dos horas, y bajo las escaleras en dirección al salón de mi casa. Abajo, mis padres y mi hermana pequeña la empollona, observan con admiración como desciendo las escaleras.

Casi puedo oír los pensamientos que atraviesan la mente de cada uno de ellos.

Mi hermana la empollona - Ojalá yo tuviera ese cuerpo.

Mi madre - ¡Ay! ¡Ay, ay, ay, ay, ay! ¡Que mi hijita se ha hecho mayor! ¡Y está hecha toda una #$%*!

Mi padre - ¡Mi dulce hijita! ¡Está hecha toda una mujer! ¿A qué decía que se dedicaba ese tal Jason?

Les dedico una sonrisa amplia y llena de dientes blancos como nieve pura.

Hija mía - Dice mi madre - estás radiante. Y muy sexy. Emmm. ¿No llevas puesto el sostén de encaje rojo que te compramos? Era un Victoria's Secret

¡Mamá! ¡Me apretaba mucho y no me dejaba respirar! - Respondo mintiendo y poniendo morritos para fingir disgusto.

Pero es que costaba casi 100 dólares.

Cambié de objetivo - ¡Papá! Mamá no me deja en paz.

Mi padre miró a mi madre. Una vez más, pude leer sus pensamientos - Debería ponerse ese sostén. De hecho, debería ponerse uno más clásico, de hierro fundido. Y una camiseta interior. Y ya puestos, un jersey de cuello vuelto.

Cariñito, Peluchina - Empezó mi padre intentando convencerme - Deberías hacer caso a tu mad...

¡Papá! ¡Hoy es el día más importante de mi vida! ¡Llevo esperando este mo...!

Mi padre no estaba muy por la labor de muchos dramas hoy, así que me cortó en seco girándose a mi madre para reprenderla.

¡Margaret! - Siempre podía contar con papá de mi lado. - Deja a la chiquilla.

Mi hermana puso los ojos en blanco y bufó. Yo ladeé la cabeza y le dediqué una sonrisa y un parpadeo perfectamente medido.

Me voy a la cocina - Dijo ella - Hay una tarrina de helado de chocolate que lleva mi nombre.

Recuerda que el chocolate va directo a las caderas, Rachel. - Le dije con fingida complicidad - y todos sabemos tu pequeño problema con las caderas. O quieres que te recuerde por qué dejaste de usar la bañera

¡¡Dejé de usar la bañera por lo que tú hacías en ella!! - Respondió ella.

¡Rachel! - Dijo mi madre yendo detrás de ella a la cocina.

¡Rachel! - Dijo también mi padre, pero se quedó en el salón conmigo.

Cuando terminé de bajar las escaleras, mi padre se acercó a mi para decirme.

Oye, cariñito. Verás. Esto no es fácil pero... - Sacó un objeto del bolsillo y me lo ofreció. Era un objeto pequeño envuelto en un plástico metalizado con forma cuadrada.

¡¡PAPÁ!!

Bueno. Ya sabes. No queremos que...

¡¡Pero papi!! - Corté una vez más a mi padre. Después suspiré, cambié el tono de voz y le cogí de las manos para responderle con mi impostada voz más dulce. - Sabes bien que nunca me han besado. Ni mucho menos voy a necesitar - hice una pausa cargada de gestos exagerados - ¡eso!

Mi padre suspiró. - Sí, bueno, pero...

¿No recuerdas que soy tu Peluchina? - Mi padre era como los profesores del instituto pero con inmunidad a mis tetas. A poco que fingiese, veía a su pequeña princesita dulce e inocente.

Tienes razón. Perdóname. - Dijo dejando el objeto encima del aparador junto a la entrada. En ese momento sonó el timbre de la puerta y mi padre apartó la vista y olvidó de qué estabamos hablando. La totalidad de su mente se centró en una única idea: Acababa de llegar el maldito bastardo que iba a llevar a su peluchina al baile. Le tocaba hacer de padre.

Yo aproveché su distracción para coger el pequeño objeto y meterlo en mi pequeño bolso de mano, junto al set de maquillaje de emergencia, el teléfono móvil y los otros tres hermanos gemelos del objeto que acababa de guardar.

¡¡Ya llegó Jason!! - Dije y eché a correr escaleras arriba.

¡¿Dónde vas?! - Preguntó mi padre.

¡A hacerle esperar! - Respondí justo antes de encerrarme en mi cuarto.

- TA-DA~ -Dije mientras enfocaba mi reflejo en el espejo de pie que tenía en una esquina de la habitación. En mis vlogs no podía faltar el OOTD (outfit of the day), menos aún cuando se trataba de una ocasión especial como era el día de hoy.

Había escogido un vestido rojo de tirantes y corte griego y unos zapatos negros de tacón. De mi hombro colgaba un bolso, también negro, en el cual se podían apreciar en dorado dos C entrelazadas.

Al final no me había puesto ninguna gargantilla, pues había optado por dejar mi melena suelta para dar más aspecto de diosa griega y de lo contrario quedaría demasiado sobrecargado. Aproveché, eso sí, para estrenar una pulsera de oro que me había comprado en Tiffany & Co. durante el último viaje a New York que hice.

- Es una ocasión especial y como tal, la ropa también tenía que serlo. -Comencé a explicar, mientras con mi mano libre jugaba con la parte baja del vestido, moviéndola.- Además, siempre he dicho que el armario es una inversión, me gusta comprar ropa que me vaya a durar. -Sonreí.- Aclarado eso, el vestido es un Chanel, de los más sencillitos pero que no pierde encanto y se sale de sus clásicos, lo cual de vez en cuando está bien. -Me coloqué de lado, asegurándome de enfocar con la cámara varios ángulos del vestido.- Los zapatos son unos Louboutin, clásicos clásicos y que nunca fallarán en ninguna ocasión. -Con la mano, levanté ligeramente los bajos del vestido para enfocar los zapatos con la cámara, ladeando el pie y levantando el talón para enfocar claramente la tan característica suela roja.- Y el bolso también es un Chanel. Y antes de que preguntéis, los modelos exactos de todo os los dejaré en la cajita de información. -Abrí el bolso y enseñé el contenido a la cámara: un neceser y varias baterías.- Os prometí que grabaría la graduación y como podéis ver tengo pensado no perder detalle. Y tranquilos, que ya no tendréis que sufrir más con mi pulso, como podéis ver, ¡ya me hice con un trípode! -Señalé justo debajo de la cámara donde se podía ver el objeto en cuestión.- Ya sé que en algunas ocasiones me he reído de este modelo en concreto por su parecido con cierto juguete adulto, pero viendo reviews era de los mejores. -Y podía darle más de un uso, pensé.

Estaba a punto de parar de grabar cuando sonó mi iPhone. Extrañada, dejé la cámara apoyada en el escritorio y tras ver de quién se trataba, cogí la llamada con una amplia sonrisa en el rostro.

- ¡Joe! -Me agaché, asegurándome que estaba dentro del plano de la cámara e hice una mueca de sorpresa exagerada.- Claro, ahora mismo te mando mi dirección.

Colgué y le envié un WhatsApp. Tras guardar el iPhone en el bolso, volví a coger la cámara y esta vez me apunté a mi misma con el objetivo.

- Sé que os dije que iría sola para dedicarme 100% a vosotras, pero estoy segura de que os encantará verle. Es el chico que salía conmigo en la foto de Instagram de hace dos semanas, la que os volvió locas y donde me pedíais que lo sacase en algún video. ¡Pues aquí lo tenéis! Y ahora -miré a mi alrededor asegurándome de que no me dejaba nada- voy a bajar a esperarle. ¡Luego nos vemos! -Y pulsé el botón de dejar de grabar.

Bajé las escaleras hacia el salón mientras mi madre, toda emocionada, me grababa con la Canon y me hacía las fotos de turno.  

Todo un año siendo marginado. Su mejor amigo había sido Benjamin, pero es que era un profesor. A Billy sólo le gustaba leer, ver películas, divertirse de forma sana. Sólo lo marginaban por su aspecto.

Así que de perdidos al río. Si se van a reír, mejor que lo hagan con algún motivo, así Billy también podría reírse.

Había encontrado un chollo en una web de chollos que anunciaba chollazos y había comprado un disfraz que era un chollísimo. Billy se rio tras repetir la palabra "chollo" en voz alta en su habitación.

Abrió el embalaje y de dentro parecía que salía una luz que lo iluminaba. Ya estaba aquí. Tal vez no fuera a ser la estrella del baile, pero iba a ser el tipo del que más hablaran al día siguiente. Se puso el traje frente al espejo y sonrió.

Que se jodan los pipiolos y los pijos.

Iba a romper con lo establecido y lo iba a hacer siguiendo las normas.

Se puso la capucha de Pikachu y salió por la puerta, evitando que su cariñosa madre lo viera. Su sonrisa de oreja a oreja era pura satisfacción. Llegaría el último al baile y a ver qué pasaba.

-SI!!!- Joe gritó nada mas colgar el telefono. Rapidamente abrio la puerta y miro al pasillo para comprobar que nadie habia escuchado ese grito de celebracion que tan poco le caracterizaba. -Bah, me da igual, lo importante es que ha dicho que si.-

Joe se puso la corbata y se echó la colonia nueva que compro semanas atras con Billie, no era la que solia usar, pero debia admitir que olia muy bien. Bajo las escaleras donde se reunio con su padre, el cual pareció ni darse cuenta de que Joe estaba ahi. Para su padre ver a Joe bien vestido acudiendo a una fiesta elegante era algo habitual.

-ESPERA!- Gritó su padre. -Hoy es tu baile de graduación, no? Creo que la tradición es que te saque una foto y te haga sentir incomodo jajaja.- En ese momento, Alfred, el mayordomo jefe, entro en la habitacion con un paquete bajo el brazo que le entrego a Joe. -Aqui esta lo que me pidió Sr. Black.- Joe encargo un broche de hombro para regalarle a Billie, una tradicion en los bailes de graduación, con la esperanza de que fuesen juntos al baile. Menos mal que me ha dicho que si. Penso Joe.

-Eso es para Billie?- Pregunto su padre. Billie no le gustaba, su familia no era rica y no le gustaba como ganaba dinero. -Me parece bien que te diviertas con esta niña Joe, pero recuerda donde esta tu lugar y donde esta el suyo. El año que viene iras a Pensilvania a la escuela Wharton y tienes que centrarte. La Junta Directiva nunca te aceptara en la empresa si no te ven capcitado.-

-PADRE! No empizes otra vez. Billie es una chica estupenda y a diferencia de usted, ella no ha heredado su fortuna. Pensaria que sabria valorar eso en una persona. La Junta Directiva me ha visto ganar millones con mis inversiones, si eso no les parece suficiente al cuerno con ellos. Y si tu circulo de amigos no aceptan a una emprendedora natural como Billie es que son aun mas cinicos de lo que pensaba.- A diferencia de Joe, su padre no aceptaba a alguien que no proviniese de una buena familia, independientemente de lo que hubiesen conseguido por su cuenta. -Alfred, que preparen la limusina.- Y sin mediar mas palabra con su padre, salio de casa, se monto en la limusina y se fue a casa de Billie.

Al llegar, Joe recorrió lentamente la caminata de piedra hasta la puerta principal, estaba muy nervioso. Quedaba con Billie a diario y habian ido a muchas fiestas juntos, pero esta vez se sentia diferente. Vamos allá. Pensó Joe mientras llamaba a la puerta.

Michael acababa de arreglarse la americana dispuesto a salir de camino al baile cuando alguien tocó a la puerta de su habitación:

- Michael, hijo, puedo entrar? - preguntó su madre

- Por supuesto mamá - contestó Michael sin dudarlo

La señora O'Callahan entró en la habitación de su hijo visiblemente emocionada.

- Michael, estás guapísimo! No sabes lo orgullosa que me siento de ver como te graduas. Por cierto, cuando vas a hablar con esa chica que te gusta, como se llama... Wanda?

Michael miró a su madre con cara de sorpresa, no tenía ni idea que ella pudiera siquiera imaginar lo que él sentía por Wanda

- Las madres lo sabemos todo, hijo - dijo al ver la cara de Michael

- He tomado una decisión, mamá. Hoy será el día

- Bien hijo. Ahora baja, tu padre y tu hermana están deseando verte

Salieron los dos de la habitación y bajaron al salón donde esperaban el padre y la hermana pequeña de Michael, la cual al verlo salió corriendo a darle un gran abrazo

- Michael, hermanito, vas a ser el chico más guapo de la fiesta

Michael sonrió ante el comentario de su hermana y le dio un beso. Adoraba a esa niñita. En ese momento su padre se acercó y le alargó las llaves del coche

- Quieres llevártelo hijo?

- No, iré andando, es el baile de graduación y seguramente beberemos algo más de la cuenta, así que mejor no conducir

Tras las fotos de rigor, Michael salió de su casa dispuesto a cumplir con el plan que había pensado. Se dirigió hacia casa de Wanda, era pronto y seguramente todavía no habría salido de su casa. En cuanto llegó se quedó esperando en la calle y entonces vio como se abría la puerta y allí estaba, preciosa.

Se acercó a ella y, armándose de valor, le dijo lo que tenía que haber hecho hace tiempo

- Hola Wanda, me encantaría que me dejaras acompañarte al baile de graduación. No permitiré que Diane y el resto de sus amigas te estropeen este dia

En cuanto Marty empezó a imitar al imbécil de Joe, con esa mirada de creído sin arreglo, abrí la boca metiéndome un dedo en la boca haciendo un gesto de vómito. Aquel chico me parecía tan repelente, quizá lo peor de clase junto a la rubia sin cerebro por la que la mayoría babeaban. Tenía suerte de que Marty no fuera así, por lo que al final terminé riendo junto a él y correspondí a su abrazo con algo menos de efusión.

- ¿Con quién crees que hablas? – respondí con una sonrisa torcida en el rostro, mirando sus bolsillos para ver donde la llevaba – Vamos, hazte uno antes de que entremos. Habrá que aguantar a muchos imb…

De pronto apareció Joanna sin que nos hubiéramos dado cuenta de su presencia, preguntando si íbamos juntos al baile. La miré unos segundos sin contestar, tan solo mirando su rostro y la ropa que había elegido para el baile. Estaba preciosa, como siempre. Lo que me hizo sentirme una cobarde por no haberla invitado a ir conmigo. Pasaba de esas mierdas del baile y de todos los que iban, pero a su vez me imaginaba cómo sería pasar la noche a su lado. No como ahora, no como su amiga.

- Anda que has tardado mucho en responder – comenté mirando a Marty, con una ceja enarcada - ¿Tan malo sería tenerme de pareja para el baile?

- Tranqui, lechuguita. Vas a tener tiempo de sobra para aburrirte de las fiesta – reí con suavidad y alcé mi mano hasta su vientre, dándole un suave toque con el dedo – Estás…  - “muy guapa” - me gusta tu camiseta – pronuncié cortándome un poco antes de terminar la frase.   

- Venga, liatelo, nos lo fumaremos de camino – cambié de tema dirigiéndome a Marty, viendo su mercancía mientras se me hacía la boca agua.

Después de hablar por teléfono durante un buen tiempo con Diane, que al parecer estaba haciendo esperar a Jason, Javi termino de arreglarse normalmente dedicaba mucho tiempo a elegir cuidadosamente como se vestiría pero esta ocasión le estaba tomando más tiempo, pues debería ser perfecto todo, su ropa, su piel, su cabello su loción.

Por momentos se oía que tocaban su puerta mientras él contestaba con un

Javi: ya vooyy, ya sé que la limosina está afuera.

Rose ( madre de Javi ): Pues apresúrate hijo, es de mala educación hacer esperar a la gente.

Comento la Madre de Javi al tiempo que este abría su habitación y salía.

Javi: pues va a cobrar lo mismo por toda la noche, aun no estoy listo.

Rose: pero mírate, si te ves muy bien, seguro muchas chicas estaban esperando que las invitaras al baile.

Javi: no Mamá, no me quiero ver bien, tengo que verme perfecto.

Después de esto Javi se fue al baño para arreglarse los últimos detalles frente al espejo.

Al momento de salir, noto que la limusina lucia espectacular con esos arreglos de luces neón, bocinas, etc. Sin duda se podría hacer una buena fiesta ahí adentro pensaba Javi, mientras este de encaminaba hacia la limusina su madre lo alcanza con cámara en mano le pide que se acomode un poco para tomar una foto lado de la limusina y toma la clásica foto antes del baile.

Al entrar a la limusina notó todo el lujo de esta, rápidamente le dijo al chofer que música poner y que comenzara el trayecto al baile, mientras revisaba el frigobar, sacaba una botella de champagne y se servía una copa, pensando solamente en lo épica que sería esa noche.

Durante el trayecto y cerca del parque logra ver a Joanne que se veía espectacular en ese modo tan natural y despreocupado en el que iba.

-Manny, para, para, PARA MANNY!

Entonces con un frenon de llantas y lijero derrape el chofer de Javi, Manny, presiona el pedal de freno y detiene de pronto la limusina quedando a un costado del grupo de jóvenes que disponían asistir al baile, presentándose por la aparte superior de la limusina Javi, se ofrece a darle “Raid” a Joanne.

-Joanne, déjame decirte que luces espectacular hoy, sin duda serás la envidia de muchas, pero no puedes llegar caminando al baile, permite solucionar eso porque no subes y dejas a la parejita ir solos?

Javi sabia de la probabilidad de que Joanne rechazara la invitación, por lo que no tardo en completar sus comentarios y propuso a los acompañantes de Joanne unirse para aprovechar el espacio en el transporte que había alquilado.

-anda sube, que es un vehiculo hibrido “amigable con el medio ambiente”, Marty y Samantha también pueden acompañarnos si quieren.

Después de terminar su invitación se introduce nuevamente en la limusina durante unos segundos y abre la puerta de pasajero mostrando algunas copas y la botella.

-Entonces, que dicen?

El día había transcurrido demasiado rápido, comida tailandesa y una llamada de mi madre felicitándome desde Bali en su viaje anual. Mi padre con mis hermanos, ausentes en su nuevo negocio cafetalero, ni falta me hacian,  aunque en este momento ya estaba terminando una ducha rápida, ya se me había hecho tarde por estar preparando los controladores para la música, escucho a Jeremy, nuestro viejo y fiel mayordomo cortesía del antiguo linaje por parte de mi padre, siempre me parecía más el viejo tío estirado sabelotodo buena gente, que un simple sirviente, además era con quién me llevaba mejor de mi familia.

-Amo Josh... su traje esta listo...- me mostró uno de tantos aburridos trajes negros.

Sin quitarle la vista al tablero mezclador de tracks y mientras con una mano me sostengo la  bata de baño con la otra le señalo el saco de terciopelo verde esmeralda que he elegido.

-No gracias Jeremy, eso es lo que he elegido para esta noche.- Le doy un trago al red bull. Me cambio lo más rápido que puedo y acicalo mi cabello lo mejor posible, luego mientras me amarro las agujetas del zapato le grito a Jeremy. -¡No te quedes parado ahí con ese traje Jeremy!... ayúdame a subir al Mercedez negro los tableros y controladores, tengo que llegar antes que todos para preparar la música de la fiesta, ¡Esto va a estar genial!.-

Mientras me ajusto el corbatín tejido por Jeremy, -obsequio de algún cumpleaños- le digo a este que me comunique con Esteisy, el mayordomo me indica con la cabeza que no responde.

-Espero que tenga con quién dejar a su bendición, si no tendrás que hacerla de niñera Jeremy...- Me río mirándolo por el espejo mientras pone una  cara de susto. -Es broma... ¡Apúrate a cargar eso!... te alcanzo en un momento.- Peino mi cabello, no, mejor lo despeino un poco, listo, hora de partir.

- Hora de irse...Y POR FIN, ¡¡¡Adiós a la maldita escuela!!!!-

Llegué puntual a la puerta de la elegante casa de Diane, como no, en una limusina de alquiler a juego con mi traje.

Salí del coche con una gran sonrisa y el ramillete para Diane en la mano, dentro de una cajita transparente (tontería que me había costado 20 dólares más, casi más que el propio ramillete) y llamé a la puerta con los testículos de corbata, pues sabía que la puerta me la abriría el padre de Diane. Y me daba mucho miedo.

- Buenas noches, señor Weston. Vengo a buscar a Diane.

Para cuando la jefa de animadoras por fin baja me encuentra completamente rojo, a punto de romper a sudar, con una sonrisa que ya no sabía mantener y un vaso de agua que de tenerlo en la mano estaba caliente, sentado frente al padre de la chica.

Me puse en pie rápidamente, y de los nervios, le ofrecí el vaso de agua en lugar del ramillete.

- Estás... preciosa. Pero claro, como siempre.