Partida Rol por web

Aquella cocina no parecía nueva, al contrario, desde su suelo hasta la vajilla en los estantes más altos, se podía ver -y oler- que todo esto pertenecía al milenio pasado, pese a ello la calidad de todos los artículos que había ahí era más que envidiable, pese a tener ya una centena de años la mayoría, su cuidado y trato parecían como nuevos. Desde la cocina de leña hasta toda la cerámica que había repartida por el lugar, así como los robustos muebles de madera.

Pese a todo, no hay nada que pueda llamar la atención de nadie, lo más nuevo era un conjunto de 5 neveras que se encontraban relegadas y apartadas en un armario, tras unas puertas correderas, también de madera. Dentro había ingredientes para cualquier tipo de comida, y al parecer podía alimentar a un regimiento por semanas sin preocuparse del desabastecimiento. Además había un enorme cubo de basura con unas leves manchas de sangre en un borde.

Otra cosa que podría llamar la atención eran algunos productos más o menos comestibles, esparcidos por toda la cocina, se supone que o bien son condimentos o bien son decoración, ahí había rúcula, enebro y perejil. A lo que uno podría preguntarse debidamente, ¿Qué diablos es una "Rúcula"?.

Otra cosa importante a ser destaca era que en el centro de la cocina, sobre una de las mesas, se encontraba "Madame Leurre", con los brazos extendidos y boca arriba, sus ojos abiertos de par en par en una desagradable mueca de sorpresa a la par que la baba y la sangre se le caía de la comisura de los labios.

Los más perspicaces notarían que en su pecho, clavado cual bandera, se encontraba un portentoso cuchillo de cocina que le había atravesado el corazón sin muchos miramientos, siendo esta la causa de la muerte más probable. Por otro lado, en el suelo de la cocina un pentagrama se encontraba dibujado con la sangre de la difunta Madame Leurre.

Los niños hicieron un círculo al rededor del cadáver de la muerta e hicieron una oración en hebreo, aunque se podía escuchar de fondo un "_{Antonio Antonio Antonio Antonio"} eso si, expresando un gran pesar.

Al terminar, rociaron algo de agua bendita. - Bueno esperemos que su alma no se convierta en una malvada, que bastante trabajo tenemos ya. - dijo como de costumbre la niña, pues los otros parecían rehusarse a hablar. - Vamos a investigar la sala en busca de pistas de entes malignos. Por cierto id pensando quien se ofrece para ser el recipiente de sacrificio, puede que sobreviváis _{o no...} - tras decir eso con cara de indiferencia absoluta, empezaron a rebuscar entre los cajones de la cocina.

Busco en la alacena y demás armarios mientras no quito ojo de los demás, cualquier cosa me servirá, un cuchillo, un destornillador, un tenedor, un bazooca...

Johan se llevó la mano a la nariz esperando recibir un olor fétido, sin embargo el cadáver parecía estar fresco. Se sentía incómodo ya con los extraños niños allí, pero algo tenían que saber pues mucho misticismo los rodeaban. - Puedo ser yo. - Dijo terminando la oración con tono de duda, en parte quería saber qué pasaría, al igual que descubrir si son farsantes o no, después de todo son niños. 

- Por otra parte, parece ser que el cubo de basura está manchado de sangre. - Toma con un dedo un poco de esa sustancia roja e intenta saborearlo para salir de dudas.

Paso seguido, se asomó dentro del bote.

-Pequeños conmigo no conteis. Os deseo suerte en vuestra busqueda. Sin añadir mas explicación a los niños siniestros se detuvo a analizar la escena del "crimen". 

Había mucho que comprobar, pero lo que estaba claro que lo que hubiera en aquella mansión, sobrenatural o no, era realmente peligroso.

Norbert se acerca al cuerpo para examinarlo mas de cerca, tambien su vista no puede evitar derviarse del cubo de basura y de la sangre.

El Dr Freud entra en la cocina con aire despreocupado, mirando a las musarañas y con la mente en alguna otra parte (a saber donde). Al ver el cuerpo sin vida sobre la mesa queda impactado y se detiene en seco, observa la escena durante unos instantes, lo mira todo desde su posición, tan solo unos pasos por delante de la entrada. Hace un chequeo general de la cocina, paredes, suelo, muebles, entradas y salidas, signos de lucha, manchas de sangre...busca cualquier cosa que pueda llamar su atención. Al cabo de un rato por fin decide acercarse al cadáver de Madame Leurre, le intriga como ha llegado el cuerpo hasta allí.

Al parecer en la basura hay un trozo grande de carne cruda, para alivio de todos los presentes, parece ser de animal y no de Madame Leurre, quien, en sus más o en sus menos, aún se encontraba entera, pese a estar más muerta que la carrera de Megan Fox en Transformers tras comparar al director con Hitler. Eso sí, parece no-comible, está demasiado tersa y dura, y cualquier cocinero la descartaría.

- Oh, mierda - dije al ver el cadáver - qué mal rollo - miré el pentagrama y traté de no pisarla. Seguro que era magia satánica o algo así.

La escena de los niños hablando en idioma demoníaco no mejoraba el ambiente. 

- Alto ahí, pequeños demonios - me aparté rápidamente de los niños y los señalé - a mi no me miréis, yo paso de convertirme en un experimento de magia negra.

Mirando el cadáver, me acerqué junto al tipo que estaba examinándolo. Cogí una servilleta y saqué el cuchillo de las entrañas de la muerta. Con sumo cuidado, examiné el cuchillo intentando determinar si era un arma usada para sacrificios. 

- Viendo el pentagrama, podríamos decir que parece un sacrificio de algún culto oscuro. ¿Será esta una daga de sacrificios?

Viendo que había un trozo de carne en la basura, lancé una pequeña risita.

- Seguro que la madame se lo quería comer - comenté, burlona.

-¿Habra sido cosa de esos niños del demonio? quizá se hartaran de esperar un voluntario... simplemente lo tomaron. Nobert se aseguro que los niños salieran de la cocina antes de hablar. Si eran ellos los responsables mejor si no oían sus sospechas. Le ponían los pelos de punta.

¡ANTONIOOOOOOOOOOOO! - decía uno de los macabros niños exorcistas cogiendo el cacho de carne que el resto rechazaban, para después volver al salón con el resto de sus compañeros.

- Ale, ya tienen algo con lo que jugar, así se quedan un ratito tranquilitos _{y sin sacrificar a nadie} - dije viendo como los siniestros niños corrían con trozo de carne.

Me quedo mirando la escena, aquella habitación, por algo que no entendía del todo, no cuadraba con el resto de la casa, quizás la estética, o simplemente la falta de ostentación de la que el resto de la mansión hacía gala, suponía que los fieles del servicio fueran más humildes y no necesitaran de tanta pomposidad, sin embargo algo le escamoteaba y su instinto siempre acertaba.

Sale de la cocina siguiendo a los niños, parecían los únicos que sabían lo que hacían.

-¡Retour soit mal! Al ver que aun quedaba uno de los niños, el mas rarito. Se le puso mal cuerpo al francés. -Que se entretengan lo que quieran con ese trozo de carne, mejor él que nosotros. Termino sonriendo a la mujer en gesto de complicidad.

Caminando hacia el cadaver se detuvo a su lado y miró su cara. -No quiero acabar así. Susurro. Antes de separarse del cuerpo se fijó en la boca abierta.

Viendo que poco más se podía hacer allí, decidió preguntarse si dirigirse al salón o seguir en busca de pistas.

- Hmmm un trozo de carne en el bote, con sangre en los bordes...- Observó al difunto cuerpo de Madame Leurre que brotaba sangre de sus labios.

-Llámenme loco pero esto tendría alguna conexión con la causa de su muerte, cualquiera pudo haber clavado el cuchillo luego de asesinarla para crear confusión. - Se llevó una mano a los bigotes como parte de inercia, jugueteando con estos.

- ¿Podría estar envenenado el trozo de carne? ¿Se habrá atragantado? Bueno, de igual manera parece muy grande como para llevárselo todo a la boca. - Johan comenzó a pasear por toda la cocina revisando los distintos condimentos regados, al llegar a la Rúcula puso una cara de confusión, como si se preguntara en qué comida la había probado.

- También está el hecho de las circunstancias de su muerte, ¿la tomaron de sorpresa o la drogaron? - Se preguntaba mientras olía los condimentos, no mantenía contacto visual con los demás presentes debido a su timidez, para él era mucho más fácil evitar los ojos de los demás, ojos de ira, de confusión y de orgullo.

En el interior de la boca de la gorda estaba la lengua de la gorda.

Al parecer el cuchillo que atravesó su pecho también lo hizo en su aparato digestivo y respiratorio, provocando que en sus ultimos momentos de vida esputara sangre por la boca y de ahí el misterio de aquella sangre en la comisura de sus labios.

Al no poder dar con nada relevante, se dispuso a volver al salón donde se encontraban los demás. Sacó una libreta del bolsillo debajo de su saco y un pequeño lápiz, intentó recrear la escena de la señora gorda muerta, junto al pentagrama en el suelo. En otra página hizo un pequeño esbozo del bote de basura y en una esquina de esa misma página, dibujó la Rúcula.

- Será mejor no manipular mas la escena del crimen, estén atentos. - Mirando al suelo, se dirigió al salón.

Por curiosidad, miré dentro del tarro que ponía rúcula.