Partida Rol por web

-Una sospecha no es una acusación, Kaldreade. Se puede sospechar de alguien, pero acusarle, votarle, puede significar su muerte. Es algo muy distinto que alguien te de mala espina a que estés seguro de su culpabilidad y le acuses.

Las palabras de Yannick fueron las que realmente me impactaron e importaron en ese momento. ¿Eko, un traidor? Nunca lo había sospechado, sinceramente. Pero siempre habían estado muy unidos, y acusarle públicamente significaba condenarle.

Me planteé la posibilidad de que fuese otra estratagema, otro teatro como el que en un principio me pareció la historia de los ataques a Valfar y a Azhariel, pero luego recapacité: si ambos son traidores, no ganarían nada matándole. Y dudo que los traidores se traicionasen entre sí, así que me creí las palabras de Yannick, por extraño que me pareciese.

Las palabras que llegan de Yannick hacen que el ataque a Kaldreade pase a un segundo plano. Miro a los dos detenidamente y siento un odio creciendo en mi interior. Eko, aquel que nos había apoya, aquel en el que había confiado.... había sido precisamente el que había asesinado a Valfar. Sé que Yannick no acusaría a nadie de esa forma sin tenerlo claro y menos aún a Eko. Me costaba creer en la culpabilidad del negro, pero más me costaba creer en la de Yannick. Se acabó, Eko. Esa acusación será tu fin.

Espero a escuchar lo que tenga que decir Eko antes de hablar. El final de todo esto parece que está cerca. Espero que Valfar vuelva para vivirlo conmigo.

Las palabras de Yannick resuenan entre todos mientras una roca empieza a crujir a vuestro lado.

Vuestras miradas vuelan en esa dirección mientras una corriente de humo parece envolver la estancia y el lugar…. Algunos están algo perdidos, pero Azhariel, sabe perfectamente donde esta situada la niebla… sobre la estatua de Valfar.

Poco a poco se dejan ver sobre el suelo cascotes de lo que antes fue la antesala de su muerte, liberándose pronto de aquella marca que lo hacía inerte.

Por encima de la niebla empiezan a asentarse los pies de Valfar, mientras que sus brazos se desentumecen de frio abrazo de la parca…

Ahora la piel de Valfar, esta integra, sin señal alguna de marcas de Melknhar sobre su piel, y sus ojos, irradian un gélido pensamiento, totalmente representado sobre un azul profundo.

Y ahora entre sus manos acoge un nuevo arma, que le acompañará sobre los días que le queden en el lugar.

Su astil largo, recuerda al de una lanza, pero su hoja es afilada y curva… Los antiguos japoneses la llamaban Naginata, la lanza de los templados… satírico nombre conociendo el carácter de Valfar.

Que ahora de nuevo luce su mirada sobre vosotros, en especial sobre alguien conocido… Azhariel.

Mi atención vuelve a desviarse por segunda vez en escasos minutos. Lo que tenga que decir Eko ya no importa. El sonido de la roca al crujir centra toda mi atención en lo único que importa, la estatua de Valfar. Está pasando. Lo han traído de vuelta. Va a volver a mi lado. Al fin y al cabo puede que no estemos separados cuando todo acabe. Veo sus pies, sosteniendo su nuevo cuerpo. Han desaparecido las marcas tan características. Toda debilidad ha desaparecido, ahora es fuerte, hasta da un poco de miedo con ese arma. Le pega más.

Corro hacia él. Extiendo mis alas y alzo el vuelo para ir más rápido. También lo hago para impresionarlo, quiero que vea lo poderoso que me he convertido. Quiero que esté orgulloso de mí por haber mantenido la promesa que habíamos hecho de mantenernos con vida si uno de los dos volvía y el otro no. Solo tengo ojos para él. Me planto frente a él y noto como mi corazón late con fuerza, por fin vuelve a estar lleno de nuevo.

Le doy un abrazo largo lleno de sentimiento a Valfar, incapaz de expresar solo con palabras todo lo que siento. -No sabes lo que te he echado de menos. Creía que no volvería a verte. No volveré a cometer el mismo fallo. No volveré a arriesgar tu vida. Lo siento mucho.-Miro a esos ojos azules que se han vuelto más penetrantes de lo que ya eran. Sonrío y me aparto de su lado para que pueda decir lo que le venga en gana. No volveré a mandarlo callar. Desde que lo hice todo fue a peor.

-Sea quien sea el que lo haya traído de vuelta. Gracias. Muchas gracias. No puedes ni imaginar todo lo que te debo. No merecía morir así.

Abro los ojos, la luz me ciega durante unos instantes que necesito para acostumbrarme, pero antes de que mis ojos puedan ver de nuevo, Azhariel está junto a mi.

Extiendo los brazos y lo envuelvo con una fuerza inusual en mi, al igual que el poder que poseo por parte de mi legado también le empuja hasta mi para sentirlo más cerca.

-Azhariel... - Murmuro y pienso entonces en las alas que he visto, alas de cuervo como Raven*... preciosas.

-Azhariel... gracias por mantenerte con vida, gracias por darme un motivo por el que luchar.

Mis labios se unen a los suyos en un beso lleno de pasión.

-Te he echado de menos, ahora todo saldrá bien, te lo prometo.

Nybras escucha en silencio el altercado entre Kaldreade y Elizabeth y asiente levemente cuando ella puntualiza que es diferente sospechar de acusar. Por fin alguien parecía haberlo entendido... 

Sin embargo, su atención también está pendiente de la respuesta de Eko a las palabras de Yannick, la hora del juicio se acerca y esa respuesta puede cambiar muchas cosas. La joven, enreda sus dedos en el pelaje de Nyx, calmando su interior con su ronroneo. 

Cuando la roca en la que se había convertido Valfar empieza a resquebrajarse, Nybras simplemente sonríe con anticipación y dirige su mirada a Azhariel primero y al reencuentro de los dos jóvenes después, ampliando su sonrisa al ver el beso en el que se unen y apartando entonces la mirada para no provocar su incomodidad.

La joven cada vez tiene más esperanzas de salir con vida del lugar y cruza una mirada con Nyx, dedicándole a la plateada pantera su sonrisa.

Aún en shock por todo lo que estaba sucediendo, no pude sino esbozar una sonrisa al ver a la "pareja" junta de nuevo. Quería pensar que era cierto su inocencia. Pero mi mente estaba más pendiente de las dos discusiones que se habían abierto - ¿Entonces Eko...? - dije mirando a Yannick y sin acabar la frase - ¿Pero y entonces Kaldreade y su amenaza? - no era capaz de decir mucho más puesto que en mi mente ahora mismo se arremolinaban palabras y sentimientos inconclusos.

Helmuth valor, apoyado en un pilar escuchaba con los ojos cerrados y una socarrona sonrisa en sus labios.

La pelea entre los dos emos no era útil ambos se estaban exponiendo para que los asesinos tuvieran una escusa para votarles, eran un par de estúpidos. Por otra parte para que Yannick escucho sus dudas el día anterior y ahora el mismo lo ha confirmado.

-Perfecto, me alegra saber que mis sospechas eran totalmente ciertas sobre el negro.-Se levanto y camino hacia el gentío.-Que mas pruebas necesita el resto para cerciorarse de que en verdad es un traidor su propio amigo y quien tiene un gran peso en este cónclave a declarado la culpabilidad de este. Creo que el resto de conversaciones estan de mas.-Echo una rápida mirada a Kaldreade y Elizabeth.

-Así como la muerte de Pestilencia, creo que su muerte deriva en que alguien la creyó culpable y fue ajusticiada a su juicio como tantos otros.-Paso totalmente del nuevo regresado. Sabia que antes de morir era inocente, pero aun así no le pediría perdón. No lo merecía y no lo apreciaria.

Cuando Yannick comenzó a hablar, ya sabía de que trataba. Dirigió una mirada a Bheka, quién se mostró inquieto, pero se vería forzado a calmarse con la mirada de Eko. “Se libre”, fue su único pensamiento, y el animal hecho a andar escaleras abajo, como si quisiera hacerle huir de la matanza que la batalla que pronto habría en el lugar.

Volvió a mirar Yannick, y dejó que este soltase todo lo que tenía para decir. Palabras de lamento y pesar, pero cargadas de una sinceridad tremenda, palabras que habrían conmovido a cualquiera, pero no a Eko. Una sonrisa maliciosa no tardó en aparecer en su rostro, antes de comenzar a reír, despacio, pero que de a poco fue subiendo de volumen hasta convertirse en una carcajada. Pero la risa no era su única respuesta, y su voz no tardo mucho más en aparecer.

-  ¿Motivos? No sé si Domino o Jacob tenían motivos, yo los tuve... pero luego todo se convirtió en diversión. No solo disfrute intentando acabar con sus vidas. Atacar a quienes fueron mis “aliados” también fue muy divertido. Así que no seas tan dramático, haz lo que tengas, no... Haz lo que quieras hacer, así como yo lo hice. Después de todo lo vi en tus ojos Yannick... y en el de todos... - se gira a mirar a todos. - Van a matarme ahora con la excusa de querer justicia, pero van a disfrutar hacerlo... - Vuelve su mirada a Yannick.- Porque la única diferencia entre ustedes, y yo, es que yo no niego mi naturaleza.

- No lamento ni me arrepiento de lo que hice... salvo el haber tenido aliados tan patéticos y no haber durado más noches para poder terminar lo que empece. - Se cruza de brazos, su voz tenía un tono arrogante al ser oída, así como su postura corporal, escuchándose totalmente diferente al servicial Eko que quiso mostrar los días anteriores. Un engaño que lamentablemente no podría durar más. La mirada de Eko había estado fija en los ojos del hijo de Grovehn, pero no había ninguna muestra de conflicto por sus acciones y lo dicho en su mirada.

Avanzó, pasando junto a Yannick, empujándole levemente con su hombro, como si aquel hombre que días antes había depositado su confianza en él, fuese insignificante, como si no tuviese valor alguno.

Miró entonces a Azhariel, volviendo reír ante su mirada. La muerte de el y Valfar habían sido las que más goce la habían producido, aunque fuese una lastima que el no lo hubiese hecho.

- ¿Sabes? - Dijo al muchacho alado – La noche en que Valfar murió, te vi paseándote por el lugar, buscando como un bobo a quienes acababan con ustedes. Llegaste aquí queriendo grandeza, pero realmente no hiciste nada. Sin Valfar no habrías hecho nada por ti solo, y lo único digno de admiración en ti son ahora esas alas... Pero esas alas no son a ti a quién ayudan a volar, si no a quién te trajo de vuelta a la vida, como un esbirro, como a la tonta de Domino. Ah, por cierto, a tu amado no lo matamos nosotros, su sangre... o la grava que imagino esta dentro de él están en las manos de otro.

Luego mira a Kaldreade, a quién le dedica otra sonrisa.

- Si no me equívoco fuiste quién me saco de encima a la roca que esta allí tirada en el suelo – Dijo refiriéndose a Valfar. - Y también a la otra molestia. Es una lastima, también quería hundir mis garras en ella. -

De Kaldreade, su mirada fue a parar a Nekhbet. Boba como toda rubia, todo un estereotipo

- Nos fuiste útil, eres una boba, pero fuiste útil. Si el cobarde e inutil de Kaldreade hubiese votado por Valfar como esperaba, sin duda me podría haber divertido mucho más. Ah, y por cierto, no te equivocabas, Nybras, Verona y el resto si que conspiraban, pero a favor de ustedes, en aquel “lugar brumoso donde se siente una profunda tristeza” - se giro a mirar a la chica de la pantera, y luego a la chica de las cadenas. - Pero creo que alguien desistió de tener todo el poder para ella, y aprovecharlo para luchar a favor del resto. - Vuelve a mirar a Kaldreade - ¿Por qué crees que tus palabras son odiadas y no las de Diarmuid? Porque él esta allí con ellas, obviamente.

Luego sus ojos se van hacía el resto, muchos poco importantes, útiles si a la causa del mundo libre de demonios que querían destruir el mundo, pero inútiles realmente. Ovejas, sin voz, ni voto, incapaces de actuar en público por miedo, miedo al rechazo, miedo a las represalias. Por ello pasaba su mirada por Eva, Avla, Cristie, aunque deteniéndose en ella ultima. Camino hacia la chica ciega, pero deteniéndose a un par de metros.

- Sin duda te agradezco que hayas querido acabar con Valfar. Estúpidamente egoísta, pero útil también a nuestros planes. Te habríamos matado en la segunda noche de no ser por que tu imbecilidad nos era útil. -

Camino entonces hacia el centro del lugar, donde podría verles a todos, sonriente y expectante a que hicieran sus movimientos, su mirada no reflejaba temor alguno, solo un velo de ansías por lucha y sangres. Eko era un asesino, vivía por y para matar, pero aparentemente su tiempo se terminaba aquí, y aún así sonreía, casi de forma sádica, esperando a que todo acabara.

- Pero no crean que esto va a acabar con mi muerte. -

Helmuth valor sonrió de oreja a oreja tras escuchar la confesión del negro y no dudo en desenvainar sus espadas gemelas.
-Voy a disfrutar esto.-Dijo simplemente con pose amenazante, la espalda erguida y las espadas hacia abajo como si esperaba algo mas.

Yannick escuchó una a una las palabras de Eko. Al principio, cuando lo vio sonreír y comenzó a hablar, creyó que no le estaba entendiendo. Eso que decía era imposible. Implanteable.

Sin embargo, cada una de sus frases dejaba más claro que durante todo ese tiempo el negro le había engañado como a un tonto. Había sido exactamente lo que tenía que ser para que Yannick lo defendiera.

Conforme su discurso avanzaba Yannick se sentía cada vez más estúpido y más solo. La rabia iba inundándole, y se arrepentía de cada palabra de ánimo recibida y dada, de cada mirada comprensiva, de cada pensamiento dedicado al hombre que le había engañado.

Además, Eko parecía ya no querer callarse. Fue el leve golpe en el hombro lo que hizo despertar a Yannick, reaccionar, maldiciéndole por dentro. Ya no quería matarle como un amigo. Ya no quería tratarle como un hermano. Ahora sólo quería su sangre. Clavar su hoz en el bajo vientre del hombre y subir en un tajo ascendente hasta llegar a la garganta. Destrozarle la cabeza a golpes y, ante todo, hacerle pagar por cada mentira.

Entonces fue consciente de cómo había sido utilizado desde el principio. Fueron Eko y Jacob los que defendieron la inocencia del propio Yannick tras la muerte de Verona... ¿a qué cojones estaban jugando?

Sólo una cosa se mantenía del discurso de Yannick: ya no le importaban los motivos ni comprender al negro. Ahora sólo quería verle ahogarse en lodo.

Cuando el hombre se alejó, Yannick se quedó quieto, escuchándole hablar a los demás. Y con su amenaza final, sólo pudo tomar su hoz y señalarle con ella, un poco desequilibrado.

- ¡Tú! - gritó, sin ser capaz de pronunciar su nombre - ¡Te-te-te voy a matar más que a nadie! - dice, a pesar del poco sentido de la amenaza - ¡Voy a regar tu cadáver con la sangre de tu jodido perro! Y... y... - dice, aunque se queda un par de segundos callado, con la mirada fija en el hombre, jadeando - ¡mierda! - exclama entonces, más para sí mismo que para el otro, antes de golpear con todas sus fuerzas un banco cercano.

Después se sienta, ignorando a todos los de alrededor, ignorando al mundo, maldiciéndose a sí mismo por haberse equivocado tanto.

Mientras la rabia inundaba el lugar, el tiempo seguía su curso y con él, algunos cuerpos caídos seguían un antiguo ritual.

Aunque llevaba tiempo en el suelo, cercano al cadaver de Gael, aquella gema que portaba estallaba, irrumpiendo poco a poco en una luz parecida a la del sol.

Igual pasaría con el nuevo cuerpo de Escoria aún mojado por su propia sangre, pues la gema que descansaba junto a ella tambien dejó su existencia en una infinita luz que poco a poco se apagaba.

Primero vuestros oidos oyeron lamentos, luego cuerpos reptar, y tras todo ello... De nuevo el silencio volvía a reinar. Y dos nuevos simbolos lucían en dos nuevas sepulturas, reduciendo el número de sepulturas que iluminar.

Casi llegaban a la mitad las tumbas iluminadas, y la rabia y el odio seguía tiñendo el lugar...

Las palabras de Eko me dejaron casi tan petrificada como a Valfar. El muy hijo de puta no tenía el más mínimo pudor en reconocerlo todo. Nunca sospeché de él. Y lo peor, aseguraba que aún quedaban más. No me terminaba de creer lo que aseguró sobre Verona, pues aun así podría estar protegiéndola en un último y desesperado esfuerzo, quién sabe.

No pude más que esbozar una sonrisa ante las palabras de Helmuth, pues parecía haberme leído el pensamiento. 

¿Es posible que fuese la primera muerte de la que podíamos estar seguros de su culpabilidad?

-A ver qué tal te reciben en tu querido infierno, jodido bastardo -fueron mis únicas palabras.

Verona se acerca a Yannick, pasando junto a Eko, donde hace una pausa y sin dirigirle la mirada le dice...Has traicionado a quien te consideraba un hermano y has lastimado a uno de los mios...yo no olvido Eko...y aun muerto te lamentaras de eso...Continuo caminando hacia Yannick y le abrazo, tratando de protegerle con su propio cuerpo, despues poso sus manos en las mejillas del chico y le miro a los ojos, no dijo nada, solo nego con la cabeza...No más!!...le da un beso, mientras sus cadenas le rodean a ambos...Ketza se acerca a Trigo y le rodea como protegiendole, mientras mira en dirección en la que Bheka se fue...

 Me acerco lentamente a Eko - ni siquiera mereces descansar en una tumba Eko... te doy mi palabra que me preocuparé de que conozcas aquí mismo lo que es el fuego abrazador del infierno... no dejaré que tu traicionero cuerpo descanse al lado de los inocentes que han matado...- le digo mientras unas llamas de fuego  bailan sobre las palmas de mis manos.

me vuelvo y le doy una mirada a los que quedan - yo no niego mi naturaleza... si bien soy un semidemonio... tambien soy semihumano y este es el único mundo que conozco, al cual le llamo hogar y no permitiré que lo destruyan...- mi respiración se agita y las llamas de mis manos crecen- les hablo a ustedes los traidores que se esconden en las sombras... les hablo a ustedes que piensan que el rey del infierno los premiará si lo ayudan... si hay algo que sé sobre el... es que no compartirá la gloria de su triunfo con nadie, ¡insensatos!- 

... calmate... recuerda lo que te enseñó tu abuelo... calma.... calma... ya vendrá el momento...

Luego de unos momentos, logro calmarme... suspiro y apago las llamas de mis manos.

Nybras permanece en su lugar sobre la tumba, escuchando las confesiones de Eko con un gesto cada vez más serio. Sus pupilas se afilan cuando entrecierra sus ojos para mirar al hombre con un odio casi palpable, mientras éste decepciona y trata mal al mejor amigo que ha hecho en este lugar. 

La espalda de la pantera se tensa, mientras el animal clava también su felina mirada sobre él, anticipando con la tensión de sus músculos el momento en el que pueda lanzarse sobre él para despedazarlo. Un suave gruñido, casi inaudible sale de la garganta de Nyx mientras el pelaje de su lomo se eriza, amenazante.

La joven posa su mano sobre el cuello del animal, y las miradas de ambas se cruzan una vez más, aplazando el ataque hasta que llegue el momento. - Calma, pequeña. - Dice en un susurro, dirigiéndose a la pantera con el apelativo lleno de ironía que ha usado más de una vez. - Pronto llegará nuestro momento.

En silencio observa las reacciones que se desatan a su alrededor. Por una vez parece que atacarán todos a una. Y no puede evitar pensar que probablemente, si queda algún traidor vivo, también atacará a su lado, como si fuese uno más, traicionando incluso a su compañero.

Una mirada hacia Yannick le indica que Verona ya se está encargando de consolarlo, y Nybras centra toda su atención en Eko, fulminándolo con su mirada. - ¿Esto no acabará con su muerte? ¿Significa eso que todavía quedan más? - Se pregunta al escuchar sus últimas palabras, anhelando el momento del ataque, ansiando sentir el sabor de la sangre del hombre golpeando con fuerza su paladar, llenándolo de ese sabor metálico que les da la vida a los suyos.

Aún sentado, Yannick recibió el abrazo de Verona, escondiendo su rostro en ella, tratando de olvidar lo que estaba sucediendo por un instante.

Sin embargo, no era posible. La herida era profunda y ella parecía saberlo. Correspondió a su beso, tratando de ser cálido para ella, y luego sintió cómo las cadenas los rodeaban, casi abrazándolos.

Mientras tanto, la serpiente de la chica se acercaba a Trigo. El animal, asustado, no sabía muy bien qué hacer, y en un primer momento trató de huir. Sin embargo, cuando ella lo rodeó, se dio cuenta de que no tenía muchas opciones, así que hizo el mismo truco que Nekhbet había enseñado a Yannick: se hizo el muerto, esperando que Ketza perdiera el interés en él. La serpiente miraba entonces sólo en la dirección del perro, mientras Trigo la vigilaba una y otra vez, abriendo de vez en cuando los ojos y cerrándolos a toda prisa. 

- Gracias, Verona. - le dijo Yannick entonces, comenzando a ponerse en pie. Después le dio un beso en la frente y, tomando sus manos, otro en los labios. - Gracias, de verdad. Y ahora vamos. - pide - Tenemos un perro que matar.

Un nuevo amanecer… y como todos los acontecidos en este lugar, sería amargo.

Tardó unos minutos en volverse. Permaneció sentada de espaldas a las tumbas, fantaseando con la idea de que tal vez esta vez no hubiese nadie inerte en el suelo, aunque sabía que esa realidad se esfumaría tan pronto como se diera la vuelta.

Se acercó confusa, había dos cuerpos. Se llevó las manos a la boca. Es que esta masacre no iba a tener fin? Jamás hubiera esperado ver a Escoria allí tendida. Era una chiquilla…
Sobre Sandor, no se extrañó. “Siendo susceptible de morir en la noche tan solo se habría salvado de pensar los traidores que podría morir por nuestras manos al atardecer. O tal vez…”
Miró a todos los presentes. Alguno de los difuntos había sido salvado o había sido exterminado de algún otro modo? Y de ser así… quién? Por qué?

Se aproximó a los caídos y guardó unos minutos de silencio. Se estremeció al recordar las últimas palabras de Escoria, ahora creía que ella había presentido su muerte. Le daba la sensación que daban palos de ciego. Que eran títeres de una obra que empezó en el momento en que todos ellos pusieron un pie en Oldland. Una ciudad ya por siempre maldita.

Luego, todo se precipitó en un vórtice de acontecimientos difíciles de digerir.

Kaldreade dijo en su defensa unas palabras que fueron tomadas por todos como una amenaza. Especialmente le llamó la atención su mirada hacia ella y esa sonrisa agridulce, que parecía decir “te perdono”. Es que realmente la creía causante de todo? No era nadie importante y de las que menos poder tenía aquí entre el resto de semidemonios. Creyó injusta esa tácita responsabilidad que le estaba atribuyendo, pero aunque su mente le decía eso, su corazón no le permitía aliviarse de ese peso.

Cuando Yannick se dirigió a Eko se quedó helada.

A continuación otro alma regresaría de entre los muertos: Valfar. Los amantes se encontraron. Suspiró aliviada. Por fin cesarían esos lamentos en su cabeza. Podría significar ésto que tenían una posibilidad?

La respuesta de Eko fue violenta, fría, trágica e inesperada. Relamiéndose en sus propias palabras, riéndose de todos en un alarde de crueldad, confesando quién era y cómo había disfrutado… No le importaba lo que le dijo a ella, realmente lo merecía. Miró a Yannick. Era duro tener que matar al que hasta ahora creía un amigo, por lo menos había confesado antes de morir y en parte eso podría mitigar el dolor que sentiría, pero solo en parte…

Escuchaba en silencio lo que unos y otros tenían que decir, pero las palabras de Eko fueron como dardos. Nunca había desconfiado de él, y hasta que abrió la boca me preocupaba más el resto de amenazas vertidas, pero ahora sólo quedaba escuchar, la suerte estaba echada.

- Bienvenida - me limité a decir cuando ví a Escoria. Mi mente seguía analizando lo dicho por Eko. Desgranando cada una de sus palabras para encontrar cosas más allá de lo ya dicho.