Las flores de cerezo están destinadas a caer
pese a su aprecio, todas han de perecer
y con todo esto, tu también has de fenecer
Las flores de cerezo están destinadas a caer
pese a su aprecio, todas han de perecer
y con todo esto, tu también has de fenecer
Mori de una forma absurda, si hubiera sabido, hubiera actuado contra la enana primero. Pero ahora me encontraba rodeada de muertos. Al parecer tampoco esperaban que murieran tan jóvenes.
Había gritado el nombre de los verdaderos asesinos, aun que hice un asesinato, no fui yo el que causo toda esa masacre pero...
Maemi se encontraba sentada en un banco contemplando la belleza del gran cerezo que perduraba incluso en el más allá. Mientras que en el mundo terrenal el árbol se consumía liberando su peste a carbono, en este plano de penumbras emitía pequeñas lucecitas por cada uno de los pétalos que morían, acompañados de una melodía por todos los sentimientos que los humanos transmitieron a lo largo de los años. De repente, un hedor a brasas humanas irrumpió la escena, haciendo que cubriese su nariz, si es que aun tenía nariz y si es que pudiera remediarlo. No lo pudo, la maldición de cada una seguía presente en este lugar. Tampoco duró mucho en acostumbrarse.
—Bueno, así que dos de mis tres principales sospechosas estáis aquí. Y al parecer contigo, Miko, no me equivoqué. Eres una asesina. Me acompañarás al infierno por lo que hiciste a Gabi-chan.
Y la primera el hablar de todos los presentes fue Maemi.
-Si pero ¿Existe el infierno? ¿Al final quien tiene razón?
los budistas, los cristianos, los judíos, los indus, los árabes o los pastadaristas...Yo prefiero al dios espagueti.
Habían pasado varias horas tras mi muerte y al parecer todas estaban calladas, tal vez esperando a la siguiente visita, el su lugar al parecer nadie murió.
...
...
Y bueno... ¿No tienen comida aquí en este lugar?
Haciendo gala de un vocabulario nunca imaginado en alguien como Gabi, ésta habló dirigiéndose a Miko
-"Maldita zorra!!! Tu me asesinaste, porque? Qué te habia hecho yo? Ahora te pudriras en el infierno como la vulgar asesina que eres"
Maemi se aburría encogida en aquél banco, su cuello aún borboteaba sangre, aunque ya no le dolía, ni siquiera sabía si seguía teniendo cuello o no.
—Pues todavía no hemos recibido la visita de ningún ángel, demonio, o dios, si es que Megumi no cuenta como deidad. Así que descartamos muchas religiones y nos quedamos con las cercanas a nuestras raíces. Tú y yo, Miko, viajaremos al purgatorio por lo que hicimos, a solventar nuestras penas... Las demás podrán tener otra oportunidad en la Tierra. A menos que... ¿esto sea ya el purgatorio? No sé, no lo entiendo, debe ser algún tipo de maldición o una bendición armoniosa de la Festividad de los Cerezos... quién sabe...
El silencio se hizo de nuevo. Parece ser que, estando ya muertas, cada una esperaba el final de su existencia sin preocuparse demasiado por el resto. Pero Maemi, des vez en cuando, contemplaba el comportamiento de las todavía vivas, no entendía por qué seguían viéndolas o escuchándolas, ¿no es un mundo diferente?
—Tampoco entiendo por qué seguimos viendo y escuchando a las vivas. Me extraña mucho que Akakyosha no esté muerta ya con todo lo que sabe y lo bien que dirige la investigación desde el principio. Una de tres: o ella es la asesina, o está del lado de las asesinas, o las asesinas actúan con estupidez.
Las flores de cerezo están destinadas a caer
pese a su aprecio, todas han de perecer
y con todo esto, tu también has de fenecer