Partida Rol por web

- ¡Guau, es preciosa! - dijo contemplando la brillante snitch dorada mientras escuchaba las palabras de Maren. A él los relatos y todo lo relacionado con ese deporte le fascinaban - Tienes que contarme más de esas historias sobre tu padre - Malcom también se apuntó al entreno - Claro, cuantos más seamos mejor. Así podremos ensayar cosas.

Entonces escuchó a Valeria - ¿Una Saeta de Plata? Vaya, es todo un clásico, me muero por verla. Eh... - Iba a pedir que se la dejara, pero se echó atrás. Liam tenía una Moscarda castigada por las horas de práctica, pero su madre le había enseñado que había que cuidar y respetar las cosas de los demás, y él no se veía capaz. Palideció solo con pensar en tener un accidente con esa escoba - No te preocupes, tengo la mía - dijo con resignación - Aunque no te guste el Quidditch puedes venir con nosotros después, y leer al aire libre.
 
Mientras seguía maravillado por esa snitch que no podía parar de mirar, escuchó un fuerte golpe - Eh mirad, Nathan ha escuchado la bella voz de las mandrágoras - se habría echado a reir, pero se contuvo.

Abro bien los ojos cuando escucho al estúpido de Ladien hablando mal de los compañeros de Slytherin. Él y Nathan son como uña y carne, no se contentan con buscarse enemigos solo de la casa, han de hacerlo en todos lados.

Me muerdo la lengua un instante pues no soy de las que les guste formar escándalo en clase pero si le dedico una mirada de odio al que se cree mejor por su pureza de sangre.
-El sombrero seleccionador sabe lo que hace. - le corrijo con una falsa sonrisa. -Lo saber mejor que tú.

Cada vez que entro al salón común de Slytherin y veo a esos dos elementos juntos riéndose de quien les parece siento la necesidad de hacer algo malo. Algún día alguien les dará una lección y no serán ellos los que se rían de los demás.

La conversación sobre Quidditch se torna rápidamente en un tema tedioso para mi. Desconecto, es un juego que no me gusta, jamás se me ocurriría sentarme en una grada a animar a los imbéciles de mi casa.

Una delicada sonrisa se dibuja en mis labios mientras escucho las respuestas de mis compañeros. Era increíble contar con amigos para practicar Quidditch o simplemente tener el apoyo necesario para ello. 

- ¿Una saeta plateada?  Wowoww son muy veloces,  yo tengo una de fuego. Es un modelo más vieja que la tuya aunque es muy rápida también. Puedes unirte con nosotros Valeria, ya sea para volar o acompañarnos. - expreso en un tono sincero,  me caía muy bien la Raven. 

Luego es Malcom quien se une a la idea, ahora centrando la mirada en la suya,  alzó un pulgar en señal de aprobación. Era de mi casa y contar con su compañía simplemente podía ser muy divertido. - Claro, cuento contigo. Verás lo bien que lo pasaremos. - respondo alegre,  se notaba que me gustaba formar grupos y hacer actividades. 

Y mientras planeaba alguna que otra actividad extra,  es Anne la que manifiesta su interés. - Buenisimo, puedes venir a animar,  volar o lo que gustes. Serás bien recibida. - parecía una chica divertida, la idea era pasarlo bien. 

Al margen de la conversación sobre Quidditch, sucedían cosas alrededor que me causaban gracia,  el desmayo del Slytherin por descuidado era una, pero como no me gustaba los conflictos paso de ello raudamente. - Ya estaban algunos un poco tensos,  no quería meter leña al fuego. 

Por suerte o gracias a Merlín,  Liam un tanto fascinado por la Snicth es quien ahora me habla. Sin dudas hablar sobre mi padre o sobre las historias de Hogwarts me encantaba. - Cuando quieras Liam, no almorzamos en el gran salon y hacemos pic nic en el lago para contar esas historias. - lo consideraba un amigo,  al margen de que nunca hablamos de ello. 

Antes de que la chica pudiera decirme nada, escucho un golpe sobre la mesa y veo a Nathan que había olvidado ponerse las orejeras, así que voy hasta donde estaba y se las coloco para que no se desmaye.

Una vez me aseguro de que está bien, vuelvo hacia donde estaba y en el camino miro a Kerry, quien antes me había lanzado una mirada no muy bonita y le regalo una de mis mejores sonrisas acompañada de un guiño y una leve risa. 

- Este es todo tuyo, Nathan - le digo refiriéndome al niño que se metió con él mientras vuelvo a mi sitio - Ah, hola Lavinia, no me había percatado de tu presencia - le digo esbozando una sonrisa e inclinando mi cabeza un poco a un lado - pero bueno...nada raro - río - y estoy totalmente de acuerdo contigo, me alegro mucho de que el sombero te haya puesto en Slytherin a pesar de ser una aas - me contengo las ganas de decir "asquerosa sangre sucia" - preciosa hija de muggles, estoy seguro de que no podré aburrirme teniéndote en la casa - le digo mientras la dejo a mis espaldas.

Tim vio como Nathan se acercaba a él sonriendo y tratando de insultarle. No le importaba. Los insultos que había recibido de sus vecinos antes de entrar en Hogwarts eran mucho más elaborados. Sin embargo, cuando se acercó sin ponerse las orejeras una voz de alarma saltó en su cabeza.

Cuando el joven Slytherin se cayó al suelo tuvo que actuar rápidamente. Comprobó que no hubiese recibido ningún golpe en la cabeza y dejó que su compañero de casa le pusiera las orejeras. Quizá eso valiera para que volviera en sí.

- Deberías t-tener más cuidado- dijo mientras se ponía rojo al darse cuenta de que con esta acción podía llamar la atención de sus compañeros. Cuando la profesora se acerco a interesarse por su compañero, se separó con sigilo y volvió a sentarse mirando fijamente su cuaderno, esperaba que nadie se hubiera dado cuenta de su existencia.

Una vez Ladien me puso las orejeras, empiezo a recobrar el sentido poco a poco y me levanto del suelo ayudado por la profesora.
Primero respondo a Tim asintiendo con la cabeza, con una mueca de desprecio. Antes de que aquel bicho empezase a gritar, había podido escuchar a Austin dirigirme un insulto, pero al marearme no había podido replicarle aún. Cuando la profesora se va a seguir dando la clase, escucho a mi compañero de Slytherin. Le dedico una sonrisa y contesto al insulto del otro:
-Tienes razón, sin embargo tú ya eres una preciosa mariposa. ¿Todos tus insultos suenan tan bien como huele tu perfume, señorita Ware? -No puedo evitar mostrar en mi rostro una gran sonrisa de superioridad.

Me llamo James-  Se presentó a Tim. Mientras Tim ayudaba a Nathan, James recogió las cosas que la mandrágora que había traído Nathan hubiera podido tirar por el suelo. - Deberías sentarte y tomar a-apuntes Nathan. - Dijo señalándole un sitio libre

Todo el mundo hablaba entre ellos y solo una o dos personas parecían atender a la profesora. Por mi parte, el madrugar tras estar casi toda la noche despierto no ayudaba a prestar atención a la señora Sprout.

Yo la conocía un poco mejor que otros y sabia que podías vaguear si no llamabas la atención, ademas las orejeras eran tan suaves y blanditas que ni los gritos de los retoños podían evitar que cerrara los ojos y quedara dormido, con una sonrisa en la cara y la cabeza ligeramente ladeada. Por suerte deje el libro que traía conmigo en la mesa, junto a la maceta que aun no había ni mirado.

Me callo y dejo que el que se cree uno de los líderes del segundo año en Slytherin hable para soltar lo que estoy acostumbrada a escuchar desde que llegué a Hogwarts.

Pongo la mandrágora dentro de la maceta y voy rellenándola con tierra. Aprieto la planta con rabia cerrando los puños en torno a ella. Como un mantra me repito a mi misma: odio es igual a rabia y rabia igual a fuerza. Lavinia eres fuerte.

No envidio la capacidad de Ladien para ser cruel, de hecho sé que si yo descendiera de un linaje como el suyo actuaría del mismo modo burlándome de otros sangre sucia. Quizás esa maldad es la que me abrió las puertas de esta casa.

Alzo la mirada de la maceta y busco los ojos de mi compañero. -Ni falta hace que me veas, no pido tu atención. - comento tranquila mientras lo miro con un gesto de desprecio.

A punto está de llamarme asquerosa sangre sucia delante de la profesora de herbología. Ojalá lo hubiera hecho. Hubiese llorado lágrimas de cocodrilo con tal de que se le aplicara un buen castigo.

Antes de que pueda añadir algo más me da la espalda. Suspiro y pongo cara de fastidio. Es insoportable.

-Señorita...Ware? ¿De verdad consideras eso un insulto? -preguntó sorprendido Austin- ¿Qué será lo siguiente? ¿Que tu papá gana más que mi papá? -miró a Nathan con una sonrisa de oreja a oreja. Señaló una mandrágora- Discutes igual que ella, aunque su voz es más soportable. Tal vez para el año que viene puedas vértelas de igual a igual con un niño de preescolar -hizo una pequeña pausa- Será mejor que te comportes si no quieres terminar llorando y llamando a tu mami.

Dicho esto, siguió prestando atención a la profesora, aunque trataba de escuchar las conversaciones de sus compañeros.

Cuanto más hablaba Austin, mayor era mi sonrisa, hasta que finalmente no pude reprimir una pequeña carcajada. Me encantaba ver como intentaba sacar a relucir su ingenio para hacerme quedar mal, lo cual la verdad es que me importaba poco, pues la opinión de los presentes me es bastante indiferente.

Cuando termina de hablar, me dirijo hacia James, el cual me había ofrecido un sitio.-Tienes razón Vulliamy, no pienso seguir perdiendo mi tiempo con este mestizo. Suficiente tiene ya con lo suyo.-Mientras hablo, pongo una mano en el hombro del chico, como si fuera mi amigo.-Cuidado con quien te juntas.-Le digo mirando al Hufflepuff.

Al terminar de hablar, me pongo en mi sitio, sin intención alguna de prestar atención a lo que dice la profesora, esperando a ver si pasa algo interesante que haga que no me quede dormido.

- Vamos niños, no os distraigáis, que si olvidáis poner el abono para que conserven el calor no crecerán adecuadamente.

Galadriel se giró levemente hacia Ladien y lo saludó, presentandose cordialmente. Al escuchar que debió ser una Slytherin solo se sonrió, -No es la primera vez que lo escucho...- Y luego vio a Nathan saludarlo y mirarla, al mismo tiempo que negaba con la cabeza -¿Él es Nathan?- dijo mientras quedó mirandole y admirando el "espectáculo" que el -cuatro-ojos- Estaba dando. Era casi un chiste para todos los de la clase, excepto claro para Tim. Era su compañero de casa y aunque odiara que fuera tan tímido y jamás fuese capaz de defenderse, al momento de meterse con él, Gala le defendió -Claro, Ladien, ten cuidado- sonrió -Algunas juntas pueden ser más peligrosas que otras- dirigió la mirada a Ladien y sonrió, refiriéndose a ella. Como había terminado de trasplantar a su Mandrágora, se levantó y pasó al lado de Nathan. Tomó la maceta con una sola mano y con la otra agarró las orejeras de Nathan y las lanzó hacia atrás del invernadero. -¡Ups! lo lamento, no se vaya a marear, señorita- Se rió mientras seguía avanzando por el salón. Sonrió y le guiño el ojo a Tim y fue a entregarle la Mandrágora trasplantada a la profesora.

Valeria añadió su abono tranquila y distraidamente mientras ojeaba las páginas de sus libros. Parece que el tema del Quidditch le interesa tan poco que omitió más referencias al respecto.

_{- Oh... se dice que Merlín tomaba té de hojas de Mandrágora... y que estaba muy feo...} 

Distraídamente trasplantó su mandrágora de maceta. Tan distraidamente que la dejó del revés, con las hojas hacia abajo y las raíces hacia arriba. Cuando empezó a echarle tierra por encima mientras leía no encontró las hojas al manotear a ciegas, y levantó la mirada de sus libros soltando una pequeña exclamación.

_{- ¡Uy! Pobrecita... a ver, así mejor... -} comentó mientras le daba la vuelta y sacudía la tierra de las hojas del tubérculo gritón, volviendo a hundirlo en el abono tras esto. _{- Ea... a dormir a dormir... -} Le dijo al vegetal mientras le daba unos distraídos golpecitos casi maternales.

Tampoco parecía haberse dado cuenta de las pequeñas disputas ni de las amistades que se formaban en la clase. A ella solo le importaba que Gulfred el Brujereador añadía mandrágora picada a sus pasteles de carne para mejorar la artrítis. Pero nunca se demostró que funcionase. Eso si, estaba muy feo, como el té de Merlín.

_{- Jiji... Gulfred, que tonto...}

Parece que hay pique nada más empezar el día, puede ser interesante. Me acerco a Ware mientras contesta a Nathan.

-Dejalo, no merece la pena iniciar una pelea.-  le digo mientras ignoro al Slytherin.

Arrastro a Ware lejos de la discusión y lo acerco a donde estan el resto de componentes de Ravenclaw. Vuelvo a mirar por encima del hombro el libro de Valeria. Cuando veo que pone la mandragora al revés estallo en carcajadas.

-JAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJJA.- casi me caigo al suelo ante la imagen de la planta dando patadas al aire.

Aquel juego sobre los nombres estaba bien, hasta que aquella muchacha rubia de gesto contrariado lo aguó todo con su mal caracter,. A pesar de su negativa a poner nombres la miré de lado y dije a mis compañeros de juego.- Seguro que se llama Malababa.... .- Me giro dado la espalda a la chica y digo.- No sé como la casa de Helga no ha puesto orden ya, se supone que vosotros destacáis entre todos por vuestra lealtad, ser amigables además de saber colaborar... Puede que tú necesites todo eso...

Los chicos de Slytherin parecía comodos con aquella situación a lo cúal, solo seguí las indicaciones de la profesora y callé aunque sin dejar de escuchar.

Cogí un poco de tierra, la ahuequé, y tras posar a la cría de mandrágora empecé a taparla con abono. La gente hablaba de ir a entrenar al Campo de Quidditch a lo cuál yo dije.- Yo no soy bueno en los deportes, pero os puedo animar también...

Eso es lo que suelo hacer con mi primo cuando estamos en la granja mientras él entrena. 

La que se estaba liando en el Invernadero. Sin duda aquella clase no iba a ser aburrida. Troy miró su maceta con Mandrágora incorporada. 

- Bueno, ¡habrá que intentarlo!- comentó a sus compañeros cercanos. 

Se frotó las manos con los guantes, concentrándose en lo que tenía que hacer.

Sujetar y tirar. Sujetar y tirar.

¡Allá va! Sujetó con toda la fuerza que pudo reunir la parte saliente de la mandrágora y tiró con fuerza. Al momento la tierra se removió - con algo de dificultad- y salió la cabeza de la mandrágora, gritando de tal forma que podría romper los cristales. La mantuvo sujeta con el brazo extendido y cara de disgusto por el agudo pitido.

- ¡¿Alguien me puede decir qué tengo que hacer ahora?!

Liam posó su pequeña mandrágora en la mesa con la esperanza de que se calmara, pero era en vano - ¡Quieres calmarte ya, por favor! - Hasta había intentado acunarla en sus brazos cual bebé, en un ridículo intento de que cesaran sus lloros. Y es que la suma de todos esos gemidos empezaba a parecerle insoportable, de no ser por las orejeras estaría tendido en el suelo hacía tiempo.

Se fijó en su amigo Troy, sentado a su lado - Madre mía, la tuya está especialmente chillona - dijo echándose instintivamente las manos a los oídos - No tengo ni idea, supongo que habrá que extraer su zumo, pero por aquí no veo ningún exprimidor -  comentó mientras miraba a lo largo de la mesa intentando encontrar algo parecido. Cuando estaba en su casa le encantaba hacer zumo de naranja, así que imaginaba que sería algo parecido.