Partida Rol por web

Con el mismo aire señorial que su esposo, Elizabeth entra a la sala y localiza a su marido con la mirada. El variopinto entorno la distrae por unos momentos, haciéndola sonreír, hasta que se sitúa a su lado.

- Serán días interesantes.

Un hermoso lobo descansa a los pues del árbol en el que Guips, su amo, se ha acomodado. Bosteza como toda respuesta y sigue dormitando en una media duerme-vela.

Tenía que reconocer que el lugar no estaba nada mal, se podía descansar bien y sin preocuparse por la policía; aunque no me debía acomodar demasiado, no sólo había ido para descansar, sino que también tenía trabajo que hacer, conocer a alguien interesante que pudiera serme útil para mi próximo plan.

Oli, no te acomodes demasiado, ya sabes que tenemos trabajo que hacer. Le ordené  a mi primo, que caminaba a mi lado. Aunque de momento supongo que nos podemos tomar un par de cervezas.  Lo primero era observar a toda aquella gentuza para ver si alguien verdaderamente valía la pena.  Nos acercamos a la barra y pedí dos cañas de cervezas. Cuanto rarito junto. Comenté sin importarme si alguien me escuchaba.  Que piensas tú, ves algo interesante?

Cada uno parecía ir al lugar que más se ajustaba a sus gustos. Unko se vio muy tentada de ir a la piscina de bolas, siguiendo a Sota de Bastos, pero finalmente un olor familiar hizo que recorriera gran parte del lugar hasta hallar su procedencia: la fuente de chocolate.

Con los ojos como platos, la lengua de fuera y babeando se acercó hasta la fuente, pero no llegaba. Con una traviesa sonrisa escaló por el mantel como un mono hasta que tuvo a la altura de su golosa boca la fuente de chocolate, pringándose cara y ropa. 

Con cuidado aparto los ojos de mis interlocutores para ver al recién llegado, curiosidad en la mirada y sonrisa clasica en los labios.

- hola Philippe, encantada de conoceros, yo soy Lianne y no te preocupes - digo con una sonrisa -Catrina no intentará comerse a tu hurón, es demasiado delicada para hacer eso ¿verdad condesa? -preguntó a mi bonita acompañante que esta ocupada con las hadas

-por ahora solo estoy de vacaciones, pero dentro de poco tendré que pensar en que hacer en la vida ¿y tú ? ¿Que es lo que haces por la vida?- preguntó por cortesía.

- Sí que veo algo interesante - Sólo que era evidente que no se refería a lo mismo que ella, a juzgar por cómo se estaba comiendo con la mirada a las mujeres al alcance de su vista. Sólo las dos niñas se salvaban de su escrutinio.

Entonces presta atención nuevamente a su prima Ana y coge su cerveza - Sabemos que todos pueden tener potencial, pero las decisiones las tomas tú.

Esforzándose por seguir el ritmo de Unko, correteaba una bolita de aspecto mapachil. Cuando llega a la mesa, da un par de saltos tratando de encaramarse también sin resultado, pero afortunadamente su dueña ha dejado caer algunos canapés al suelo en mitad de su proeza escalatoria, a los cuales ataca sin remilgos. Su expresión dibuja la felicidad absoluta.
 

Miro a mi alrededor intentando sopesar cuales de los nuevos inquilinos sería un buen fichaje para montar jaleo, rápidamente mis ojos se posan en el orco y después en el extraño ser acurrucado en lo alto de un árbol del jardín. Sin más dilación salgo al patio junto a mi acompañante y nos acercamos al árbol sobre el que descansaba la curiosa figura, a esta distancia nos damos cuenta de que a los pies del árbol hay un gran lobo tumbado:

-¡Hola, mi buen y salvaje camarada! ¿Gustas de una cerveza con nosotros y luego, quizá, hacer alguna correría?- dije en el tono mas amigable posible. 

Desde mi posición puedo escuchar perfectamente a todos los invitados... y mis ojos se pierden hacia el bosque, pues algo ha capturado mi atención.

No he llegado a dar ni un paso cuando un pequeño mono... no, una niña, escala en busca del chocolate, y una bola traviesa la sigue sin demasiado éxito. Y río, genuina, ante la imagen que se dibuja. Niego con la cabeza y me agacho para ayudar a la bola mapachil a asaltar la comida junto con aquella niña.

Naivé.

Me presento, pero sin mucho más estamos en la entrada... y hay mucho por ver.

Lo primero que me llama la atención es la puerta roja... me acerco a ella, la entorno, para observar desde la poca luz que entra del exterior. Abro los ojos como platos, ante lo que veo, pero rápidamente recobro la compostura, meto la mano...

Y saco una tira larga de plástico de burbujas. Corto un trozo y se lo ofrezco a mi acompañante y, cuando paso por delante de la fuente, dejo un trozo sobre la mesa, por si a aquella niña se le ocurre jugar un poco y así, finalmente, mis pasos me llevan ante la entrada del jardín, observando desde mi posición en busca de las hadas, repleta de una malsana curiosidad.

La sombra de la anciana que sigue los pasos de la joven Naivé mira el trozo de plástico de burbujas que tiene entre las manos. Un momento después, mira a Naivé con odio mal disimulado, y sigue levitando tras los pasos de su nieta, como una sombra más.

Complacida por las instalaciones. Vamos Pepito hay ir al Sauna.

Amigos de madera serian tan amables de traerme queso, pelucas y muchos ratones amaestrados de ser posible y muchos amuletos anti gato por favor.

Si pepito, despues vamos a la puerta roja

El bostezo lo emitió tras contemplar a su alrededor, como una especie de señal de indiferencia. "¡Con lo fácil que es distraer a los niños!", repetía su antigua aya. ¡Ja! Las horas que había pasado Rhoda soportando el aburrimiento con ella y otros niños del parque. Eso sí que eran bostezos de puro hastío. Pero ahora... Bueno, ahora quizás podía hacer algo que se acercara más a sus intereses, al menos un ratito.

-¡Ada! -gritó la niña con un chillido agudo. 

Sus mejillas se encendieron al comprobar que la mujer no estaba ni remotamente cerca. "¿Por qué se empeña en hacerme enfadar?".

-¡Ada, voy a ir a comer algo! - continuó ella, gritándole a la nada. -Haz lo que quieras, ¡no te espero! ¡Hay señores de madera!

Mira a Raksha desde lo alto de su "nido" con cierta reticencia...
Que sea un vaso de vino, la cerveza es para los descerebrados!
Las reuniones sociales no son lo mio, pero cualquier excusa es buena para hechar un trago.
Se va con el personaje y con un firme silbido ordena a Willy a seguirle hasta la barra.

Es lo que se escucho no muy lejos de la piscina de bolas y por allá, saliendo de una de las puertas, aparecía Terrorista Nº2 con la cara ligeramente hollínada.

-No, no, no. La culpa es tuya amigo. Te avise de la colocación de la bomba y tenias mas de 30 segundos para desactivarla, si no lo has hecho mala suerte. -Parecía hablar con alguien pero al estar en el linde de la puerta. -¿Como? No se de que te quejas, has vuelto a perder y es tu problema que mueran los rehenes de por medio. Tienes suerte que sean simples maniquís sin carisma alguna. -Giro la cabeza en ese momento para ver a donde habían llegado y levanto o intento levantar una ceja con asombro, pero su cara seguía siendo "casi" inexpresiva.

-Coño. Una piscina de bolas. Mira podemos volver a probar el C4. Nunca he hecho volar una piscina de bolas y por lo que parece... hay otro tipo de maniquís aquí. -Señalo con su mano de indice y pulgar a la Sota de Bastos. -Que dices Contraterrorista nº3. ¿Probamos de nuevo?

Miro con cierta retención a la chica que se acercaba con su mascota, a la vez que escucho la respuesta algo descentrada de la dueña del gato. Al parecer aquella fiesta reunía a unas mentes para nada complejas.

Entonces, sentí un leve repliqueteo a mi lado, como mínimas explosiones que se sucedían y fue entonces cuando ví junto a mi a las dos damas emcapuchadas. Cierta sonrisa irónica amanece en mis labios y dice.- Pensaba que esta fiesta era para dar descanso a los que triunfamos y necesitamos oxígeno antes de reanudar... no para aquellas mentes rotas que ya no miran a la muerte y han vuelto de ella como una sombra... ¿No crees Yidorac...?

Al escuchar la profunda reflexión de Edd, solo podía decir una cosa...
Que profundo... ¿una cerveza? señalando los surtidores de la barra.

Al ver que Lianne le hace caso se sonroja. No acostumbraba a que las chicas le hicieran caso. 

En cuanto Bruno escuchó que Catrina no se la iba a comer... fue corriendo donde estaba la gata, simuló una especie de reverencia ante la condesa y la olisqueó un poco. Le corrió varias veces por alrededor pero no parecía hacerle mucho caso.  

- Yo... emm... yo vendía periódicos. Y bueno, hacía cosillas. Trapicheillos. Me han usado varias veces para infiltraciones... pero me he cansado de currar para otros. Intento montármelo por mi cuenta. - intentaba parecer maduro.

Bruno se puso a hacer de las suyas. Le pasó por entre las piernas a Lianne y se enredó en una. Después le mordisqueó ligeramente la zapatilla. - Bruno no molestes! - el hurón corrió sobre la espalda de Phillipe y se puso a hacer sus ruidos. 

Philippe se puso a susurrarle a su mascota, pero era facilmente audible. "Ya sé que es guapa. ¿Así que huele bien? ¿Y la gata te parece simpática? Muy bien"  

Como era de costumbre, no pudo evitar soltar lo primero que se le pasó por la cabeza. - ¿Por qué eres tan pálida? ¿Estás enferma?

Que lugar más fascinante. En un día normal, iría de cabeza a la Biblioteca. Siempre hay cosas nuevas que leer, aprender. Pero también había espacio para el ocio, relación con otros ilustres invitados. Y el jardín, oh el jardín.

Bien. Bien. Mucho más que bien. - Levanto un dedo mirando a la barra - Un vesper - Había bebido suficiente sangre de suficientes cráneos en mi vida. Un lugar cómo este requería más postureo.

Alzo mi copa ante los que me acompañan en tan fascinante lugar. - Aleister. A la salud de todos los seres inferiores que alguna vez se atrevieron a oponerse a nosotros.

- Oh... este calor me está matando. Tú, maniquí... ven y abanícame. Y tú... ven y  masajéame los pies. - se quitó las botas y aparecieron unos calcetines llenos de tomates. 

- Ohh.... siii... ni en el peor sueño de un dementor recordaba algo así. Dumbledore no los tenía tan bien entrenados. - al recordar al viejo se le cambió el gesto. 

- Delphi, querida, vete a jugar. Mira, tienes a un mocoso y a un dibujo de tu edad más o menos. Ten cuidado no los mates con un hechizo accidental, cielo. 

Al ver a Aleister hacer su reverencia le miró y le sonrió - Brindo por ello, muy bien dicho. 

Aunque lo primero en capturar mi atención del jardín eran aquellas pequeñas aladas enjauladas, son las palabras del encapuchado las que terminan haciendo que me gire hacia él, como si de repente acabase de aparecer y nunca antes hubiese estado allí.

Enarco una ceja. Una única carcajada. Niego con la cabeza.

Jamás me hubiese perdonado si hubiese dejado su alma descansar en paz -explico-, así que me acompaña por la eternidad, creo que ya es bastante agonía.

Extiendo entonces mi mano hacia él.

Naivé. ¿De qué conoces a la Yaya Yido?

Pero escucho de fondo algo de una cerveza y de un brindis de un tal Aleister, de modo que extiendo mi mano libre para tomar una copa de un cava que tiene más edad que alguno de los presentes... y la alzo para acompañar el brindis.