Partida Rol por web

Pocahontas se hallaba sentada en los jardines de palacio, en compañía de Miko su preciado amigo y de Flit observando cómo ambos jugueteaban por los matorrales de este. 

Se alarmó sobremanera en cuanto Flora, Fauna y Primavera gritaron para que todos subieran a los más alto de la más alta torre, pues ellas solamente convocaban a todos cuando ocurría algo realmente grave. El mapache y el colibrí se escondieron entre los matorrales asustados, algo se avecinaba y no prometía ser nada bueno. Se levantó y corriendo se adentró en el castillo. 

Las escaleras no suponían demasiado problema para ella, pues estaba acostumbrada a correr durante bastante tiempo y aquello no supondría un esfuerzo sobrehumano.

Tras haber subido las 999 escaleras vio tal terrible desastre... El Hada Madrina se hallaba totalmente congelada sin  explicación alguna...

Por los dioses, el Hada Madrina... ¿pero que...?- Las palabras no eran las adecuadas para expresar la sorpresa que se había apoderado de ella

Al recibir la noticia de las hadas, Mérida corrió con el arco hasta la torre...que se quedó mirando con desesperación desde su base ¿y hay que subir toooodoo eso? uff comenzó a subir lo más rápido que pudo y tensó el arco al asomarse a la sala.
Al ver que solo estaban sus compañeros observando algo destensó el arco y se tomó un momento para recuperar el aliento...

Hasta que no notó a morfo esconderse entre su pelo no se dio cuenta de que algo ocurría Morfo, ¿que pasa? se acercó hasta el hada madrina con curiosidad y golpeó el hielo con una uña...¿quien podría hacer tal cosa?

Me encontraba maravillado mirando los tesoros incontables que el padre de Yasmín guardaba en su palacio cuando un trío de hadas chismosas me pillaron in fraganti -No, yo sólo estaba mirando, no iba a robar nada, lo juro -digo tratando de disimular.

Una vez en la torre subo, con la agilidad de una rata callejera o de un rey de los ladrones, todos los escalones hasta llegar al piso superior, donde una helada hada madrina nos aguarda.

¿Que ha ocurrido aquí? Esto debe ser algún tipo de maleficio, tal vez trató de robar algún objeto valioso y preciado, nadie puede controlarse ante los objetos que brillan -afirmo mientras jugueteo con algunas monedas de oro del tesoro de Jazmin que, accidentalmente, se metieron en el bolsillo de mi túnica.

El wookie se encontraba sentado en un rincón de los estudios Disney sumido en sus pensamientos. Desde que George Lucas había vendido la franquicia, Chewbacca había notado que su carrera tomaba un rumbo distinto. Su posición se había degradado tanto que, actualmente, la compañía lo subcontrataba como guardaespaldas de poca monta, ofreciendo sus servicios en la calle cual muchacha ligera de ropas.

Aquello era humillante.

Mientras intentaba ver como hacía para comunicarse con su representante gremial en el rubro de la actuación, pasaron frente a él tres moscas vestidas de colores chillones. ¿Qué copiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii era eso? Sí, por si fuera poco aguantar el exceso de purpurina que  reinaba en el lugar, desde que había ingresado en aquel paraíso para niños, tampoco se le permitía maldecir, ni siquiera en pensamiento. Aquella vida se estaba volviendo una miepiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

Prestó un poco más de atención a las molestas voladoras que no se apartaban de su cara por más que diera manotazos aquí y allá y se dio cuenta de que aquellos seres eran hadas y que traían un mensaje importante. Seguramente el jefe querría verlo. Aunque él no tenía nada que ver con un hada madrina. ¿No tenía nada que ver? El wookie hizo memoria y negó con la cabeza. No, no tenía nada que ver. Con alienígenas de varas razas y colores sí que podían relacionarlo, pero hadas y seres mágicos aún no entraban en su nómina de líos. Y si la Fuerza estaba con él, evitaría enredarse con una de esas "bíbidi bábidi bu!".

Susipirando, levantó su enorme corpachón y buscó en la Disneypedia la famosa Torre Más Alta. Sí que gustaban los nombres rimbombantes en aquel lugar! Anotó en su memoria las indicaciones de como llegar y resignado a que lo fueran a poner de niñera de los ratones de Cenicienta o que tuviera que acompañar al bosque a Blancanieves o volver a encontrar a esos niños cuyo padre los encogía de vez en vez, el wookie partió hacia aquel "dichoso" lugar.

A la señora Potts le había costado un largo rato llegar hasta lo más alto de la más alta torre, era bastante obvio que para una tetera de cierta edad subir un montón de escalones no era una situación ideal. Cuando al fin consiguió llegar arriba se detuvo un instante para coger aire, se encontraba sin aliento.
Pasados unos segundos se acercó al centro de la sala, donde se encontraban algunos de los habitantes de la zona. Y allí estaba, petrificada, el hada madrina había muerto.Oh, pero como es posible , mi querida hada madrina...comentó compungida por lo ocurrido, de pronto cayó en la cuenta de que allí había muchos jóvenes, este no era un lugar adecuado para ellos.Vamos, vamos, queridos, no os acerquéis tanto , aquí no hay nada que debáis ver...

Carl estaba siendo zarandeado por un gigante que hablaba raro y eso le irritaba.
-Ya, ya, gigante... bajame, puedo ir solo.-Pero solo le bajo cuando estaba en lo alto, en el fondo lo agradecía, bueno lo hacia su cadera, pero no quería admitirlo.

-Muy bien, ya estamos aqui ahora que se supone que tiene que sorprendernos.-Se coloco correctamente las gafas y a ver el Hada Madrina congelada y el tambien se quedo igual. Tardo un par de segundo en reaccionar.
-¿QUE hacen niños aqui arriba? Esto no es para ellos, ir a casa, esto es peligroso, vamos vamos. zarandeaba las manos y el baston su de 4 patas.

Me reí a carcajadas al ver al señor viejo zarandeando su palo raro diciendo que los niños no podían estar ahí.

- ¡Yo puedo estar dónde quiera, porque puedo volaaaaaaaaaaaaaaar! - dije mientras daba una vuelta a la torre. - Además, a mí nadie me ha dicho nunca qué hacer. ¡Yo soy el que le da órdenes a los niños perdidos. Por cierto, ¿alguien los ha visto?

No era raro que me olvidase de la cosas (o la gente), sobretodo cuándo descubría algo interesante.

-E!! E!!! Bájate de ahí, sera posible, donde están tus padre niño, voy a tener una charla con ellos.-No tenia ninguna intención de hacerlo realmente, era mucho trabajo para algo que ni le importaba, pero los niños se asuntan fácil si nombras a sus padres.

- ¡Oh dios mío!- grito al ver la cabecita helada de la hada madrina.- cúbranla con algo; leí una vez que si te congelan demasiado deprisa tus órganos no sufren ningún daño, ¡podría seguir viva!

Corro hacia el hada esquivando y apartando suavemente la multitud que la rodea.

- Oh dios mío…-repito con voz apenada mientras mis brazos corren a rodear el hada dejando que una lagrima resbale por mi mejilla y al recoger con mi dedo corazón esa lagrima me aparto de ella volviendo a confundirme con los demás personajes allí presente.

Sigo cabizbaja pensando en la desgracia que ha caído sobre el hada madrina, sin embargo al oír a la Señora Potts echando a los jóvenes me arranca una sonrisa “aunque hayan congelado al hada madrina, parece que seguimos cuidándonos los unos a los otros”.

-!Fuego,fuego!,¿alguien tiene fuego?-El pequeño Stich bajo de los hombros del Hada Madrina,haciendo gestos mimicos indicanco que alguien le diera calor para descongelarla.

Me giro hacia Carl:

-¿A quién llama usted niño, eh viejo? - me acerco a él dispuesto a rugirle en la cara pero recuerdo que no me he lavado los dientes y la boca me apesta a una mezcla de gusanos de mi amigo Timón con cucarachas de mi otro amigo Pumba.

Me doy la vuelta y me acerco al hada, me coloco delante suya y empiezo a mover la pata a ver si reacciona:

-¿Señora hada? ¿Está ahí? - al ver mi reflejo en el cristal empiezo a hacer muecas, pero veo que hay más gente y pido disculpas - lo siento, me he dejado llevar...

Vanellope frunció el ceño cuando vio a aquellas hadas y los labios se le arrugaron en una mueca siniestra. Los ojos le brillaron y miró a Ralph, divertida.

No entendía nada de lo que las hadas les habían contado, tampoco le importaba mucho, pero le hacía gracia el poder cazar a aquellos pequeños seres, como si de un juego se tratase. También se preguntó si podría ir a un sitio conduciendo en su kart de golosina más rápido que las hadas volando. Torció el gesto mientras se lo preguntaba.

Se encogió de hombros al segundo siguiente, dejando el tema correr, viendo que nunca sabría si podría comprobarlo.

Sin embargo, al volver a mirar a Ralph, le preguntó con la mirada si debían de ir, y volvió a encogerse de hombros con gesto aburrido y ladeando la cabeza. Trepó por su brazo y se sentó en su ancho hombro para ahorrarse el subir las escaleras. Sonrió de forma dulce a Ralph para que le hiciera el favor de llevarla, y se acomodó en su hombro, notando un ligero sopor.

Abrió los ojos en cuanto la vio. Se quedó con la boca abierta y no pestañeó en varios segundos, ojiplática.

Gruñó, enfadada, mirando al resto de seres que había allí y saltó del hombro del Ralph hacia el suelo. Cogió su motosierra y con un ruido sordo, la puso en marcha, con la mirada totalmente encendida.

-A ver, ¿quién de vosotros ha sido?- acusó, entornando los ojos, mirando a cada uno de ellos- Me imaginaba que este sitio podía ser peligroso. No debíamos haber venido aquí- dijo, tratando de elevar su voz por encima del ruido de la motosierra encendida.

Las cosas no iban bien, Alicia no sabía que hacer.

Se sentó en un escalón colocando su barbilla sobre las manos, frustrada. Refunfuñaba como la niña que era, intentando buscar una solución, pero sin llegar a ella.

-Esto es una pesadilla...-Dice. Luego mira a Peter y envidia que a pesar de los problemas, siempre tiene algo feliz que recordar para poder volar.-¿Alguien ha visto lo que ha pasado? ¿Las hadas... tal vez?-Grita en esta ocasión debido al ruido de la motosierra, de la cual se aleja con cautela.-¡No deberías tener eso!

Asoma un poco al hablarle Mérida, timidamente, se pone delante de ella y se transforma en una parodia de hada tiritando de frio y azul, despues, se transforma en un gorro de lana, en una bufanda y en unos guantes, vuelve a transformarse otra vez en el hada, pero esta vez con dicha ropa puesta sin temblar y con una sensacin de calidez

Pocahontas observa atónita el comportamiento de algunos de los presentes. Se puso a caminar dando vueltas delante de el Hada Madrina, y acercó la mano para asegurarse que estaba congelada y lo que había visto no era alguna broma.

Si... está congelada por completo

Al escuchar el sonido de la motosierra se encogió inconscientemente. Odiaba el sonido de esos cacharros, siempre era mejor el sonido de la naturaleza antes que escuchar cualquier cosa con ese ruido tan insufrible.

Finalmente fue a sentarse en una de las sillas de la estancia mirando a ver si alguien podía tener alguna ligera idea de quien hubiese podido cometer tal cosa.

¿Alquien tiene alguna idea de quien o que ha podido hacerle esto al Hada Madrina?

El tipo grande de la cresta y la cría habían estado tumbados en el césped cuando les alcanzaron aquellas extrañas mensajeras.  Ralph contempló, silencioso y apático, los ojos de su compañera que brillaban entusiasmados ante la novedad, pero él se sentía demasiado bien acomodado allí, porque, si bien añoraba su montaña de ladrillos viejos y gastados, no estaba del todo mal en su improvisado colchón. Tranquilamente, se podría haber pasado la tarde ahí tumbado, ignorando a una infinidad de molestas viejas aladas, pero, por desgracia, Vanellope tenía otros planes.

Se dijo y se quejó para sus adentros que la joven tenía exceso de actividad y curiosidad para un cuerpo tan pequeño pero sonrío al ser consciente de que, por mucho que se endurecieran, seguía habiendo cosas que nunca cambiaban.

Resopló y gruñó ante la petición de ir hacía la maldita torre, ¿había visto qué altura? Reflejó contrariedad, pero en el fondo, y aunque no fuera nunca a reconocerlo abiertamente, le gustaba seguirla hacia sus improvisadas, inesperadas  y siempre locas aventuras.

La sintió corretear por encima de sus hombros y alzó la cabeza rascándose el pelo mirando el camino que había que recorrer antes de hacerlo. –En fin, haremos algo de ejercicio.- Se consoló justo antes de empezar a trepar clavando sus puños en la fachada (pues no esperéis que el grandullón fuera a pasar por esas escaleras de caracol tan estrechas). Y así llegaron, incluso antes de asomar la nariz por la ventana la alocada niña había saltado adentro y se la oía esgrimir la motosierra.

–Pequeña ¿Qué hay? ¿Qué ves? ¿Te han hecho algo?- Había tanto ser extraño de por medio que no veía nada, fuera fiambre congelado o no, pero si su amiga estaba en apuros no tardaría en entrar a romper las cosas, algo que, al fin y al cabo se le daba francamente bien.

Sentada en su nube, la recta institutriz miraba el revuelo que se iba formando alrededor de la más alta torre. Se empolvó la nariz con gesto meticuloso mientras su loro-paraguas comenzaba a importunarla como siempre con su parloteo.
 

_ Mary, Mary ¿no crees que deberíamos acercarnos a ver que sucede?

La mujer fulminó con una mirada de reojo a su paraguas y comprobó en el espejito de la polvera el resultado de su arreglo.

_ Ni hablar... tengo muchas cosas que hacer hoy... y seguro que toda esa algarabía me retrasa en mis tareas...

_ Mary... eres una aburrida _ le replicó su imagen en el espejo, actuando una vez más por libre sin reflejarse como debiera.

_ Ay... seréis pesados... _ gruñó mientras cerraba la polvera de golpe acallando las protestas de su reflejo y la dejaba caer en el fondo de su bolso._ Está bien... vamos a ver que sucede... Hop, hop!! Vamos!! Un, dos!!

Abrió el paraguas y con delicadeza se dejó arrastrar por una corriente de aire hasta entrar por la ventana de la más alta torre, esquivando al siempre travieso Peter Pan por muy poco:

_ Jovencito... ¡mire por donde va! _ alcanzó a decir mientras se sujetaba el gorrito de cerezas y entraba. Al ver al hada madrina congelada se cubrió la boca con la mano y exclamó _ Pero ¿quién ha podido hacer algo tan horrible?

- ¿Padres? ¿Qué son padres? ¿Se come? Yo no tengo de eso, no tengo nada. - dije al hombre arrugado mientras ponía mis bolsillos del revés.

Cuándo una niña rara encendió un aparato que parecía un arma dentada, aplaudí con entusiasmo.

- ¡Niña! Te ofrezco un puesto con mis subordinados: Los niños perdidos. Puedes lechar con indios y piratas todo el día, ¿Qué me dices? Creo que podrías ser... una mofeta. Ah no, ya tengo una. ¡Una ardilla! -concluí con una sonrisa, cómo si fuese la mejor idea del mundo.

Callada y en la distancia veo como todos se pelean sin motivo aparente - Si pelearse sirviera para que el hada volviese a la vida, os ibais a enterar... pero sólo es un gasto inútil de energía....

Tras hablar me acurruqué en un rincón ignorando las disputas tontas del resto de los presentes.

Era temporada alta. Muchos dibus iban a ver al hada madrina esta época del año. Hasta tenía que haber hecho cola con su sobrino para entrar en el palacio. Y eso que había muchas escaleras y todo.

-Esjto no estabga en el ffollejto- dijo por lo bajini el pato, sintiéndose estafado al subir los escalones- se van a enzterajr.

Pero la sorpresa era mayor, el hada madrina no tenía un aspecto muy halagüeño.

-Siemjpre me pasan esjtas cozsas a mí- susurró nuevamente, pues que el recordara nunca había tenido unas vacaciones tranquilas sin que se le cerrara la tumbona con él encima o se le cayera una maceta en la cabeza... o que muriera la hada, como esta vez. Así que levantó el brato de indignación y preguntó a las otras hadas preocupadas- ¿y ahora quze hacjemos?

Dijo, esperando que les dijeran que les devolverían el importe de la visita. Luego, al ver como su sobrino se vistió de detective, le gritó. Ya había vuelto a hurgar en su maleta.

-¿Jpero quwe haces? Una cosa es que inbvestigues, pero ojtra quwe me quites los trajes.