El señor alcalde había estado observando toda vuestra conversación ojiplático. Casi pareciera que en cualquier momento iba a sacar un bol de palomitas y a ponerse a comer como si de una película interesante se tratara. Finalmente, con el caer de la noche, carraspeó dando por terminadas vuestras discusiones.

-Ejem…  ejem… por muy “interesante” que esté esta conversación, me temo que debemos actuar. Ha caído la noche y esos asesinos podrían volver a actuar. Queridos vecinos, habéis hablado y la decisión ha sido tomada… Señor Mayers, me temo que será usted el enviado hoy al calabozo. No tema, ya sabe que no tiene que ser permanente. Si tiene a bien designar a un nuevo alguacil entre los aquí presentes, sabremos quién ha de guiarle allí.

El pobre hombre da un par de palmadas.

-Vamos, no hay más tiempo que perder.

Malaleche finalmente se sentó en su asiento, mientras buscaba sus pastillas para el corazón.

-Bue... Espero que hayamos acertao'o de lo contrario me temo que esta noche sera la ultima pal los wenos del pueblo. -Miro al niño en especial, pues la parecer era el inocente demostrado.

Con su voto en el pack, el Dr Posh debía irse a las celdas, pero la cosa continuaba (?) ................ 

Los siguientes minutos tras las palabras del Alcalde, pues, le parecieron causa de un gran error, tal vez firmado con sus iniciales, potenciando su frustración. Y por ello, entretanto, la joven viuda se da media vuelta en busca de su pequeño bolso, allí, posado entre alguna de las sillas. Para cuando da con él, cuasi ocultándose de los presentes rebusca en éste para llevarse una, y otra, y otra pastilla más a la boca.

Acto seguido y tras abanicarse la cara durante un instante, sigue (o persigue) la voz de la señora Riti girando la cintura.

- Si esto no se terminó ya, s-señora Ritiana, y Schulls es tan inocente como predicaste para... - ¿Para qué? - Clover arruga la nariz, expresando un mar de maravillosas confusiones acompañado de unos ojos que se van irremediablemente hacia el niño.

Pero....

Entonces no queda otra. Tienes que ser... tú... Ritiana - Sin duda, se clava en la anciana.

-Schulls. -dijo simplemente Mayers solemnemente.

El alcalde hace un leve gesto de asentimiento con la cabeza.

-Que así sea, si es tu decisión… Schulls, acompaña al señor Mayers, por favor. Esperemos que con ello se detengan las muertes.

NOCHE CUATRO

Una vez más, cae la noche sobre el pueblo. Tan solo restaban tres habitantes. Poco había que hacer. Riti, Mayers y Schulls emitieron su voto haciendo que fuera la anciana la seleccionada para ir al calabozo. El niño que ostentaba el puesto de alguacil poseía las llaves de la celda y, por lo tanto, debería ser el encargado de guiarla hasta la prisión, sin embargo, no fue necesario...

-Buen trabajo, pequeño....

Antes de tener tiempo para reaccionar siquiera o para asimilar lo que había ocurrido, escucháis una voz desde las sombras. A pesar de la profusión de mobiliario en la sala, esa voz parecía arrancar una especia de eco contra las paredes.  Casi ponía la carne de gallina.

-Reconozco que tuve mis dudas, pero habéis conseguido haceros con el pueblo. Enhorabuena. Pero antes... la cena.

Como si las sombras tomaran vida propia, notáis como en cuestión de un parpadeo algo se ciñe sobre Riti. Apenas escucháis un grito ahogado por su parte de sorpresa antes de caer al suelo. El vampiro había acabado con la vida de la anciana. Pero parecía que aquello no era suficiente para él. En cuanto acaba con ella, se lanza a toda velocidad sobre el alcalde, quien había presenciado toda la escena presa del pánico sin articular palabra.

-Prefiero sangre más joven, pero no está mal -dice vuestro amo relamiéndose tras matar al anciano. -Ahora, tal y como te prometí si llegabas al final, pequeño Schulls, la inmortalidad será tuya...

El vampiro actúa por tercera vez consecutiva en la noche, solo que esta vez decide acabar con la vida del doctor Mayers. En cuanto el médico acaba tendido en el suelo sin vida, se acerca al niño con una sonrisa sibilina. Con cuidado se acerca a su cuello y muerde de él. A los pocos segundos, lame la herida cerrándola antes de acabar con su vida. El inmortal hace una raja en su muñeca con su propia uña y se la tiende a Schulls para que beba de ella confiriéndole así el don.