Partida Rol por web

Hogwarts: Alianzas 2.0

En la Casa Blanca

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02/02/2017, 23:54
Vilma Williams

Desde el escenario vi un primer plano de cómo todos observaban el anillo, pero nadie fue sospechoso puesto a que casi todos miraban al presidente en si. Cuando acabé la canción, la cual no me gustaba mucho, escuché la voz de Emily por el pinganillo. 

- Por supuesto...- Dije sin querer, contestando a Emily y haciendo que todo el mundo me escuchara. - ¡Por supuesto que sí! Puedo cantar cualquier canción que me pidáis siempre que me la sepa ¿Qué os parece una lenta para la próxima? ¿Alguna petición? - Pedí al público. 

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07/02/2017, 10:39
Eileen Morgan

Anillo. Relajarse. Nueva canción. Claro. A Eileen lo de esperar con paciencia siempre se le había dado de maravilla, no era como si tuviera ningún problema al respecto... Su rostro se convirtió en una tensa mueca hasta que se dio cuenta de que una invitada meneaba la cabeza y murmuraba a un acompañante una crítica despectiva sobre el servicio, la juventud y el trabajo duro. Viniendo de una mujer con pinta de relamida y que tenía un elfo doméstico arrastrando la cola de su túnica, le parecía de lo más irónico.

Forzó una sonrisa. Empezaba a entender por qué se decía que los camareros escupían en las bebidas de algunos de sus clientes y aunque se moría de ganas de hacerlo se limitó a servir a la mayoría sin más, conteniendo las ganas de recoger una de las copas de capa que estaba sirviendo en ese momento para bebérsela de un trago, a ver si así atemperaba sus nervios.

Por desgracia, tenía que contentarse con las maldiciones mentales y con meterle a prisa a Emily en sus pensamientos.

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18/02/2017, 20:20
Narradora

El presidente continuó con la ronda de saludos y todo fue normal. Cuando Vilma preguntó muchos invitados participaron en el intercambio de propuestas hasta quedar con una lenta que encajaba perfectamente con lo que el equipo necesitaba. La banda se sabía la partitura y Vilma era perfecta para cantarla.

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20/02/2017, 13:41
Max Scofield

La música comenzó a sonar en la sala, invitándonos a bailar gracias a los suaes acordes y la bonita voz de Vilma. Puede que fuera una idiota pero desde luego tenía buena voz, eso no lo podía negar nadie.

Dejé mi copa a un lado y cogí la mano de Zoey para poder avanza a la zona de baile, cerca de Peace, para comenzar a bailar con ella.

-Bueno... vamos allá. -sonreí. Comencé a bailar con ella mientras estaba atento a cualquier señal que indicara que teníamos que cambiar de plan o pasar a la acción.

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23/07/2017, 20:16
Narradora

Todo estaba saliendo según lo planeado. Peace aceptó bailar junto a Emily, siendo ahora mismo el centro de atención como era de esperar. 

Vilma entonaba una tranquila melodía, impregnando la sala de un toque mágico gracias a su voz. 

Max y Zoey bailaban con soltura cerca de Peace y Emily. Peace mantenía una pose erguida y elegante. Sabía perfectamente bailar, algo que Emily podía seguir con facilidad ya que Sean también era un gran bailarín. 

Kegan y Eileen quedaron muy tapados por el círculo de personas observando a los que bailaban y los que se unían al baile.

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25/07/2017, 10:09
Vilma Williams

Cantar una canción lenta era demasiado... lento. Y los nervios recorrían mis venas. Mientras las palabras acompañadas de melodía salían de mi boca, miraba al resto del equipo para ver qué hacían: Emily estaba bailando con Peace... Pero ¿cómo se suponía que iba a actuar después? 

Tenía la varita preparada, en todo caso, y desde el escenario veía todo. Algo me decía que pronto tendríamos que actuar. Actuar sin ser la cantante de una banda, me refiero. 

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04/10/2018, 13:44
Narradora

Conforme la canción iba transcurriendo, más gente se fue uniendo al baile. Max no paraba de mirar fijamente la mano de Peace, con aquel anillo escarlata en su dedo índice, hipnotizándole en medio de aquella danza. Vilma era capaz de cantar y no quitarle la vista a Emily y el ministro americano. Tenía un presentimiento extraño, como si algo malo fuera a suceder de un momento a otro. O quizás era porque Max estaba en la misma sala, y después de aquella agresión la chica se encontraba más en alerta que nunca.

Casi estaba por finalizar la canción cuando el secretario del ministro interrumpió su danza. Vilma sostuvo quizás un poquito más de lo debido la última sílaba que acababa de pronunciar pero supo reaccionar a tiempo y continuó con la última estrofa y el posterior bis antes de llamar en exceso la atención.

Secretario:- Señor ministro, un asunto urgente le reclama. 

Peace:- ¿No puede esperar, Argus?

Secretario:- Me temo que no... señor. Se trata de una urgencia mundial...- Le susurró al oído aunque Emily fue capaz de escucharlo con total claridad.

Si se trataba de una urgencia a nivel mundial su padre también debía de estar involucrado en aquello. ¿No era así? La auror lo buscó con la mirada por toda la sala, pero ni él ni Clark parecían encontrarse ya allí. ¿Cuándo habían desaparecido? Max, por su parte, se obligó a no cesar la danza con Zoey, a quien apretó con quizás más fuerza de la necesaria contra sí, llegándola a pisar.

Zoey:- ¡Auch!- ese pisotón le dejaría marca tanto en sus carísimo zapato de Channel como en su delicado pie.

Peace suspiró, como molesto por aquella interrupción y finalmente accedió a irse con su secretario tras disculparse con Emily. Tanto Vilma desde su escenario, como Emily y Max siguieron a Peace con la mirada a sabiendas de que no podían seguirle de inmediato. Llamarían demasiado la atención. Sean hizo una señal disimulada a sus compañeros de misión levantando el dedo índice de su mano derecha. Un minuto. Debían darle una ventaja de un minuto antes de ir saliendo de forma disimulada de la aquella sala. 

Pero Max no podía esperar. Aquel anillo podía ser su única salvación. El impulsivo Gryffindor tan solo fue capaz de aguantar diez segundos antes de soltar a Zoey y emprender su camino a la puerta de salida de aquel salón. Sean le siguió con la mirada, apretando la mandíbula. Le había dado clase en Hogwarts y no le sorprendía que Max actuara de aquella manera tan imprudente. Pero había albergado la esperanza de que tratándose de una misión tan importante, de vida o muerte, le hiciera caso. 

Sean:- Por una vez en tu vida, Scofield.

Emily sí esperó justo el minuto. Ni un segundo más ni un segundo menos. El haber perdido de vista a su padre la tenía muy nerviosa y preocupada. Se movió por la sala con dos copas de champagne, haciendo como que buscaba a alguien y de forma muy sutil logró salir de aquella habitación y tirar el contenido de ambas copas a unas macetas antes de salir de forma apresurada por el pasillo en busca de Peace y del señor Van Dyck. No había ni rastro de Max ya. Probablemente había salido corriendo por el mismo pasillo o estaba recorriendo otro.

Por su parte, Vilma lo tenía más difícil para largarse de aquella habitación. Al fin y al cabo era el centro de atención, subida a aquel escenario... Pero ella tenía mucha imaginación y se le daba muy bien actuar. Por lo tanto, fingió un desmayo que alertó a la sala. Sean la cogió en bolandas y la sacó de allí, alegando que necesitaba aire y felicitándola por aquella espléndida actuación una vez salieron. También se pusieron en marcha de inmediato.

Cada protagonista, por su cuenta, recorría las habitaciones, pasillos y diferentes entresijos de la Casa Blanca con mucha prisa y varita sujeta. Max se fue cruzando con gente que quería cortarle el paso pero se fue deshaciendo de ellos con rapidez y sin perder tiempo, pillándolos a todos desprevenidos. Sean continuaba sosteniendo a Vilma entre sus fuertes brazos pues era la manera de disimular tantísima prisa. A veces gritaba un "¡Necesita aire!" y a su vez la cantante se colocaba el antebrazo en la frente, con la cabeza echada hacia atrás y gritaba "¡Aire! ¡Aire!". Y finalmente, a solas en su recorrido, estaba Emily. La única de todos que estaba logrando pasar inadvertida por aquel lugar haciendo demostración de sus dotes de auror. Varita en ristre, sentidos agudizados al máximo... hasta que los encontró.

Había escuchado un ligero golpe a través de una puerta cerrada que la obligó a pararse en seco. Allí dentro había alguien y su sexto sentido le decía que debía de ser Peace. Como no podía entrar así como así, decidió que lo primero que debía hacer era espiar. Así pues utilizó su varita para hacer un pequeño agujero con el fin de escuchar y ver lo que ocurría en el interior. Y, desde luego, lo que encontró le heló la sangre.

Peace, bien protegido por más de ocho agentes secretos, tenía la varita levantada y apuntando hacia un hombre tirado en el suelo. El señor Van Dyck temblaba, gemía de dolor y tenía sus ropas antes elegantes rasgadas por algunas zonas. Sin duda alguna estaban utilizando la maldición cruciatus contra él. A un metro de él, tirados en el suelo e inconscientes estaban Clark y Jennifer. 

Peace:- Creo que va siendo hora de finalizar esta negociación, señor ministro.- decía Peace con total calma.- Tengo un baile al que asistir. Dígame donde encontrar los documentos o, tras acabar con usted, iré a por su hija antes de comenzar el ataque contra su querido país. Si no me los da, no quedará ni uno solo de sus queridos ciudadanos a los que tanto quiere proteger.

El señor Van Dyck jadeaba con intensidad, a cuatro patas e intentando levantarse sin éxito. Tardó unos segundos en mirar a los ojos a Peace y soltarle:

Señor Van Dyck:- Ni en sueños.

Aquello culminó con la paciencia de Peace que levantó la varita y de ella salió un fogonazo de luz verde que ihundó la sala y obligó a Emily a entrecerrar los ojos debido a la claridad. Emily emitió un grito de horror y desesperación que no pudo controlar. Grito que alertó a Sean, Vilma y Max que pararon en seco desde sus ubicaciones y reemprendieron la marcha cambiando la dirección de sus pasos.

Alertados por el gritos de Emily, Peace y sus secuaces miraron a la pared tras la cual estaba la auror.

Peace:- Bombarda.

Destrozó la pared pero Emily pudo apartarse a tiempo. Entre los escombros, el polvo y el humo pudo ocultarse mientras los ocho agentes, varita en ristre, se dirigían hacia ella. La chica, con lágrimas en los ojos y muchísima ansiedad, mantuvo la calma sin salir de su escondite, a sabiendas de que si salía sería su fin. Ella sola no podía ocuparse de esos ocho y luego del resto del personal de aquel lugar. Necesita ayuda. Y sabía que la obtendría. Él siempre aparecía. Él siempre estaría a su lado.

Y así fue. Justo cuando uno de ellos iba a descubrir el paradero de Emily, Sean y Vilma aparecieron.

Sean:- ¡Desmaius!

Y Max, que había hecho su aparición desde el lado contrario, se deshizo de dos de ellos. A uno le acertó un desmaius; al otro lo reventó con su potente puño de dragón.

Aquel fue el comienzo de una batalla caótica y sangrienta. La Casa Blanca se transformó entonces en un escenario lleno de gritos, hechizos, gente que se intentaba desaparecer, que corría, que huía o que luchaba. La inmensa mayoría de ellos iban contra Emily, Vilma, Sean y Max; pero ellos tenían una misión y no pensaban abandonarla hasta la muerte.

Entre medio de tanto jaleo los cuatro protagonistas lograron reunirse juntando sus espaldas para mayor seguridad. 

Vilma:- ¡¿Dónde está Peace?!

Era cierto. Tanto caos había proporcionado ventaja al líder enemigo, que seguro se había largado de la batalla para ponerse a salvo. Pero nadie puede ocultarse del olfato de un dragón:

Max:- Ha llegado la hora del plan D.

Fue entonces cuando Max comenzó su rápida e impresionando transformación. Sin pensar en las consecuencias que traería el transformarse en un inmenso dragón dentro del emblemático edificio de Washington, llevó a cabo su animagia. Al momento el gigantesco y temible dragón Max hizo su aparición en la batalla, deshaciéndose de un grupo grande de enemigos que no paraba de lanzar maldiciones. Instó a sus compañeros a subirse encima de él, ignorando los malos recuerdos que le traía ese hecho y los tres le hicieron caso. Una vez subidos en Max, éste alzó el vuelo, destruyendo aún más a su paso. Desde arriba, pues ya apenas quedaba techado en aquel enorme edificio, intentó vislumbrar a Peace. Solo esperaba, igual que el resto de sus compañeros en batalla, que no se hubiera desaparecido.

Y fue Vilma quien acertó a dar con el ministro americano.

 Vilma:- ¡Allí! ¡ESE CABRÓN ESTA ALLÍ!- Gritó super fuerte antes de taparse la boca con ambas manos, sorprendida por su forma de expresarse.

En cuanto estuvo en el punto de visión de Max, éste comenzó un descenso increíblemente rápido y en picado contra el ministro que intentaba, con todas sus fuerzas, correr hacia una chimenea aún en pie. ¡Iba a escapar! No iba a dar tiempo, por lo que Emily acertó a atarle los pies con un hechizo, lo que provocó que el mago cayera de bruces al suelo. Max, cegado por toda la destrucción que ese hombre había causado y por sus instintos animales de dragón, lo cogió con sus garras, lo lanzó al aire y... se lo comió. Escupiendo tan solo el brazo negro del hombre con el anillo aún en él que fue atrapado por Vilma como si de una pelota de baseball se tratara.

Vilma:- ¡Lo tengo! ¡Lo tengo!

Gritó contenta, quizás sin percatarse de qué era exactamente lo que tenía entre sus manos. Así había acabado la misión. Con Peace devorado por Max, la Casa Blanca derruida por completo, incendiada y con cientos de víctimas y heridos. El paisaje era completamente desolador. Pero al menos la batalla había terminado. Ahora había que encontrar supervivientes y para Emily el más importante era su padre. De una manera o de otra lo tenía que llevar a casa. Bajó de Max con rapidez y sin cruzar palabra con nadie comenzó a correr de nuevo hacia el edificio, seguida por Sean que gritaba su nombre. Vilma tenía que saber algo de Aen y Killian. ¿Y si a este segundo le había pasado algo por el estúpido de Aengus? No podía esperar para saber de él. La verdad era que estaba enamorada de él hasta las trancas... Dejó el brazo de Peace en el suelo y se largó por la chimenea. Max, por su parte, volvió a su forma humana, ignorando los ardores de su estómago, con la mirada fija en el brazo de Peace. Lo recogió del suelo y sacó el anillo con la piedra escarlata del dedo índice. Lo observó unos segundos, examinándolo con atención. Por fin lo tenía. Solo esperaba que de verdad funcionara.

***

El titular de aquel día del Profeta rezaba "Dos aurores, una cantante y un aventurero salvan el mundo mágico". En el artículo se narraba el intento del ministro americano por iniciar una nueva guerra mágica y su trágico final. Además, se anunciaba que el ministro británico se encontraba en San Mungo con heridas graves pero que evolucionaba favorablemente y que un auror americano, Clark Grint, había dado su vida interponiéndose entre la maldición asesina y el señor Van Dyck; evitando, de esta manera, el inicio de una guerra entre Reino Unido y Norteamérica en la que seguro que se unirían diferentes aliados y enemigos. Se podría decir que había salvado al mundo de la guerra mágica y de la tercera guerra mundial muggle. Se había decidido, por consenso y para sorpresa de muchos, que Emily Van Dyck se encargara de la presidencia del ministerio de magia mientras su padre se recuperaba. Por lo que de momento era la ministra regente del mundo mágico inglés. Al parecer nadie se veía capacitado en esos momentos para ocupar el asiento del ministro. 

Vilma había regresado a su casa, encontrándose, para su felicidad, que todo estaba en orden. Aunque el aspecto con el que ella llegó, con el peinado totalmente deshecho, llena de heridas, cortes, suciedad y el vestido casi inexistente, alarmó a los dos chicos. Killian se asustó tanto de verla en aquel estado que fue consciente al momento que podía haberla perdido y él sin haber podido hacer nada. Por tanto, en ese mismo momento, y sin importarle el aspecto tan feo de Vilma, se arrodilló ante ella y le confesó su eterno amor, pidiéndole matrimonio.

Max acababa de entrar en la siempre silenciosa habitación. Todo allí estaba como en calma y sin embargo no lograba nunca respirar paz. Acortó la distancia hasta la cama donde Meredith descansaba en su incesante sueño. La observó unos segundos. Esta vez el nudo en la garganta iba acompañado de unos pequeños temblores debido a los nervios. Sujetó su mano, que estaba helada, con la suya, tan cálida... Suspiró. Había llegado el momento de la verdad. Sacó un pequeño frasco que contenía la poción rojiza realizada por él mismo tras machacar aquel anillo extraño. ¿Funcionaría? Se la dio a beber, con mucho mimo, expectante, nervioso... y esperó algún cambio. Un segundo. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Siete... y nada sucedía. Hasta que... de pronto, Meredith, abrió los ojos.

- Tiradas (7)