Partida Rol por web

Nunca había estado tan nerviosa con una cita en mi vida. Auqnue claro, la verdad era que oficialmente era la primera cita que tenía nunca. Los encuentros con Sean no contaban al ser siempre a solas y al estar ya juntos. Me sentía idiota intentando escoger la ropa adecuada, pues al fin y al cabo pretendía encandilar a Aled para que soltase prenda. Si iba muy dejaba no pasaría el listón de futura esposa, pero si iba demasiado arreglada era demasiado sospechoso. Opté por algo intermedio, o esa era mi intención.

Pero la ropa era lo de menos. Eileen, la misión, Sean, conseguir sacarle algo del tema sin tener que llegar demasiado lejos, el secuestro de su padre... Que era una gelatina nerviosa cuándo Aled llegó no era una farsa, así que la risa tonta que intenté disimular con tos cuándo me dio la rosa fue estúpidamente genuína, aunque no exactamente por las razones que Aled podría imaginarse.

Me alegraba que no pusiese pegas a ir al cabeza de puerco. Pensé que diría algo cómo "ese tugurio es asqueroso" o "qué kinky Emily, te creía algo más sofisticada", pero al parecer le parecía bien alejarnos de rumores y comentarios. Aled parecía llevarlos mucho mejor que yo, que procuraba no estar en público más de lo justo y necesario. Habían sido las dos semanas más largas de mi vida, pero al menos había estudiado más de lo planeado. Algo era algo...

- Gracias. Tú vas muy elegante. Siempre lo vas. - le dije utilizando intencionalmente su misma frase, adaptándola.

La mirada de Aled era demasiado intensa y no pude aguanarla más que unos segundos. Aproveché para mirar entonces de refilón a Eileen. Seguro que estaba descojonándose. Y Lucas seguía sólo. Me preguntaba cuándo aparecería Tower.

- Mozart se peleó un poco con tu collar al principio, pero ahora lo luce con orgullo. - le informé tratando de empezar una conversación informal, intentando relajarme. Debía dejar de pensar en tantas cosas, debía de pensar en Aled cómo el niño que se había escondido detrás de su hermana la primera vez que nos vimos hacía unos diez años, pero también el chaval que de vez en cuando se soltaba y que había contado un chiste sobre hipogrifos en la última gala que habíamos atendido juntos, haciéndome escupir mi bebida a la hija de los Belfort. - ¿Qué te apetece pedir? La carta aquí no es demasiado extensa, pero la tranquilidad de algún modo se paga. Si te apetece emborracharme te informaré de que el Whisky de fuego no lo tolero, pero las cervezas de mantequilla acaban haciendo su efecto. - le dije guiñándole el ojo bromista. ¿Se podía considerar eso flirtear? Tal vez. No era buena en esto. Sólo con Sean, pero era distinto con él...

- Me alegro de que le guste.- seguro que el gato parecía más distinguido ahora. Había sido un pequeño detalle, incluso más minio que aquella rosa que no iba a estropearse durante meses. Incluso menos que la siguiente sorpresa que le tenía- La comida de aquí es bastante repugnante.- sincero y directo, acompañando las palabras con una mueca de asco que duró mínimos segundos.- Pero tengo la solución.- Se levantó entonces, mirando a Emily en todo momento, con intensidad, sin vergüenza.- Si me disculpas un segundo.

Se marchó hacia la barra y se puso a hablar con el tabernero. En ese tiempo de espera Vilma tomaba asiento con Henry mientras éste se peinaba algo y no podía evitar mirar a Lucas. Mía y Kegan hablaban y se dirigían miraditas enamoradas mientras continuaban agarrados de la mano y Eileen... ¡Eileen se acababa de levantar del asiento, había apoyado la rodilla en la silla, se había inclinado y ahora estaba besando a Zoey en los labios delante de todos!

En el tiempo que el besó continuó, Aled regresó posando dos platos en la mesa. Dos platos de postre con un trozo enorme de tarta de chocolate en cada uno y una pinta exquisita.

- Ventaja de los Rhys.-  alzó las comisuras de sus labios y se sentó frente a ella aún sin tocar la tarta. Solo quería deleitarse de la reacción de Emily. Estaba seguro de que estaba haciendo las cosas bien para sorprenderla.

Si hubiese tenido algo de beber, estaría ahora atragantándome tras el espectáculo de Eileen. Tanto huir de las declaraciones de amor y tantos "no es mi novia" para comerle el morro - seguía siendo un morro de caballo, no una boca de mujer - delante del público más variopinto de todo Hogwarts. Yo no entendía a esa chica.

Aled parecía no sólo tenerlo todo bajo control y con varias sorpresas, sino que vivía en su propio mundo y lo que hacían y dejaban de hacer el resto no le importaba un comino. Cruzaba el espacio de la barra del bar a nuestra mesa cómo si no existiese nadie más en el lugar. Claro que era un Rys, y eso es lo que hacen los Rhys.

Aún estaba descolocada por el espectáculo de Eileen cuándo Aled se presentó con la tarta de chocolate. Abrí al boca sorprendida y le miré.

- Tienes que compartir conmigo ese secreto. - le dije aceptando la tarta. - ¿Cómo has conseguido algo con tan buena pinta en... bueno, aquí? 

"¿Te fias del trozo de tarta?"

"¿Por qué no iba a hacerlo? Al fin y al cabo no le hizo nada al collar. Creo que genuínamente se cree que me gusta y definitivamente no sabe nada de mi relación con Tower. Y yo he sido la que ha propuesto venir aquí."

"¿Segura? Si después acabas en una de las habitaciones de aquí arriba y con menos ropa de la que traías puesta, no digas que no te avisé."

" Por Merlín, Aled nunca haría algo así... Y la tarta tiene una pinta espectacular. No comérmela estropea la cita antes de empezarla..."

Cogí el tenedor y partí un trocito de la tarta.

- Sin duda sabes encandilar a una dama. Eres una caja de sorpresas. - le dije antes de llevarme la tarta a la boca, para disfrutar tal al menos de algo esa tarde mientras llegaba al punto al que quería llegar. - Está deliciosa, Aled. Me encanta el chocolate, toma nota.  - le dije dándo unos golpecitos con el dedo en la mesa y riéndome. Mi sentido del humor era idiótico. - Voy a tener que empezar a interrogarte para poder sacarme yo también tartas de la manga y acertar. ¿Cuál es tu postre favorito? ¿Y bebida? ¿Talla de calcetines? - Levanté las manos. - Olvida eso último. cuándo me doy cuerda digo muchas tonterías.

Se cruzó de piernas y tras ver que Emily disfrutaba de todo, decidió unirse al placer de aquel plato. Cogió un trozo pequeño y se lo metió en la boca mientras la chica no paraba de preguntar y de hablar. A diferencia de su hermana, Emily era realmente parlanchina:

- Sabía que te encantaba el chocolate. En todas las cenas a las que vamos acabas al lado de la fuente de chocolate.- le explicó y después alzó nuevamente las comisuras de la boca.- Mi postre favorito es el helado de garbanzos*.- hizo una pequeña pausa antes de aclarar- Es broma. Me gustan las natillas. El café es mi fiel amigo. Y mi talla de calcetines es la cuarenta y tres.- tomó otro trozo de tarta, mirando al plato.- Y para tu sorpresa, mi color favorito no es el verde. Sino el azul.

Me encogí de hombros con cara de circustancia cuándo mencionó lo de la fuente. No mentía. Si hasta lo había hecho ene l baile de Navidad. Me había ido de un pelo el no sentarme directamente ahí durante toda la cena.

- Observador, observador...

Entrecerré los ojos cuándo dijo lo del helado de garbazos, pero no tardó en aclarar que era una broma y contestar a todas mis preguntas, incluso a la de los calcetines.

Aled incluso estaba bromeando y sonriendo. Eso era bueno. Estaba abierto. Lo malo era que si al final resultaba que no tenía anda que vr con Tower me iba a sentir miserable utilizándole así. Desde lo del secuestro de su padre se me había descuadrado el puzzle. Tal vez era para disimular, o tal vez los Rhys se habían negado a darle la poción y ahora estaba extrosianando a Anwen... 

Aparté esos pensamientos de mi cabeza, intetnado continuar la conversación de manera informal, intentando ser yo misma. Pero ser yo misma era decir burradas a menudo con las que muchos no sabían cómo actuar.

- Un cuarenta y tres. Dicen que la talla de pies tiene que ver con el tamaño de... - me detuve a punto de soltar algo demasiado bruto para la cita y bajé la mirada al plato de tarta. - De los puños. Para saber si un calcetín es de tu talla lo puedes enrollar en tu puño cerrado.

"Cóntrolate Emily!"

Y le gsutaba el café. Qué adulto. Yo sólo lo tomaba para no morir en época de estudios, pero si me daban a elegir prefería un sorbete o un batido. Era una lástima que no hubiese dicho cerveza negra o vodka o algo por el estilo sobre la bebida. Esta conversación sería más fácil si lo emborrachaba. O tal vez la que necesitaba un trago era yo.

- El azul eh. - dije volviendo  al tema. - Es lógico, realza tus ojos. - Tanto Anwen como ALed tenían unos ojos asombrosamente azules. A lo mejor la sangre real influenciaba el color de sus ojos.

"Ja, ja, qué chispa."

- Si lo llego a saber vengo con el uniforme de Ravenclaw. - bromeé. - ¿Te gusta la música Aled?

Sencillamente wow. Zoey no se esperaba para nada aquel gesto público de Eileen. Su novia. Novia. ¡Novia! Siempre había querido presentar a una chica con la que tuviera una relación real y pasional como su novia. Y ahora por fin podía hacerlo. Correspondió el beso de la morena, no sin sorpresa. Agradable, sin duda. Y cuando la chica se apartó de nuevo, Zoey se relamió con disimulo los labios, aguantando, como siempre, una sonrisa que amenazaba con aparecer.

- Eres una caja de sorpresas.- comentó. Desde que la había conocido no había parado de impresionarle.- ¿Tu chocolate? ¿Te refieres...?- miró en su bolso y sacó una caja enorme de él. ¡Pero enorme! Sin duda su bolso tenía un hechizo de "baúl sin fondo". Y estaba repleta de bombones de chocolate de todos los tipos y excelente calidad- ¿... a esto? Es solo una de las cinco cajas que te tengo. Pero no podía traerlas todas.- Y así te obligaba a hacerme visitas.

Se sentaron y Henry intentó vigilar a Lucas de forma disimulada, aunque el disimulo no era lo suyo para nada. Por suerte, Lucas no parecía percatarse de nada, sumido como estaba en sus pensamientos. 

- Ya... este sitio es horrible.- estaba de acuerdo con Vilma, pero se levantó para hacer sus deseos realidad- Voy a por esas cervezas.- Henry no era una persona con dinero, pero para dos cervezas los ahorros por haber trabajado repartiendo cosas el verano pasado le llegaban

Mientras tanto, Aled volvía de la barra con dos platos con tarta de chocolate de una pinta impresionante. Emily parecía estar pasándoselo bastante bien en aquella cita con el Slytherin. En ese momento, Kegan y Mía seguían sujetos de la mano, sonriéndose y dedicándose palabras enamoradas; y Eileen... ¡Eileen se acababa de levantar del asiento, había apoyado la rodilla en la silla, se había inclinado y ahora estaba besando a la chica rubia abogada de los Morgan en los labios delante de todos!

Henry regresó con los mugrientos botellines de cerveza, flipándolo con Eileen:

- ¡Alucina! ¿Tú sabías eso?- Que lo repitan de nuevo. ¡Que lo repitan de nuevo!- Aunque si se juntaba con Bella debía haberlo imaginado.

En el fondo nada había cambiado, salvo que se moría de ganas de largarse de aquel lugar cutre y recuperar el tiempo perdido con Zoey entre besos y más besos. Los últimos días de sequía habían sido demasiado angustiosos y la verdad era que necesitaba borrarlos, necesitaba abrazar a Zoey y asegurarse de que era real, que seguía ahí para ella.

- Ya ves, aunque también tengo sorpresas malas - poco a poco se iba animando, aunque le estaba costando. Aún se notaba los ojos calientes por las lágrimas. Eso sí, ver cómo sacaba una caja enorme de un bolso diminuto, confiriéndole un aspecto incluso cómico, logró ayudar bastante a que sus labios dibujaran una tenue sonrisa -. Ohhh, ¡te has acordado! Pensaba... - sacudió la cabeza, sin querer acabar la frase, con lo que abrió la caja y atreverse con un bombón cuyo envoltorio convirtió en una pequeña bolita que le lanzó a la rubia a la cara -. Om, genial. Chocolate - puso cara de placer mientras masticaba antes de mirarla con expresión inocente -. Oye, ¿hoy puedo dormir contigo?

Mia era alguien en quien podía confiar y Kegan lo sabía. Por lo que al final decidió contarle la situación y fueron ambos juntos.

Se sentaron en un sitio donde pudiesen verlo todo y aunque aparentemente no le quitaba los ojos de encima a Mia, en realidad procuraba estar más atento de su alrededor que de otra cosa.

Reía con Mia y tonteaba con ella sutilmente, el pensar que su madre podría estar viéndolos le cortaba el rollo y le hacía sentirse vergonzoso a partes iguales, pero tenía que parecer que no estaban prestando atención a nada.

- Esperemos y estemos pendiente por alguna señal - le susurró a Mia al odio y tras eso le dio un beso en la mejilla y rió, probablemente cualquiera que le viese pensaría que le había dicho algo más… privado.

- En eso tienes toda la razón. Aunque no me gusta nada Van Dyck.- La detestaba. En el último año había conseguido ponerle en evidencia en más de una ocasión y cuando había estado preparado para vengarse no pudo por miedo a que le relacionasen con los ataques.- Esperemos que sea algo pasajero.

Continuaron su paseo cuando a Anwen se le cayó la rosa al suelo. En ese momento, antes de que Roy pudiera agacharse para recogerla, otra persona lo hizo. El profesor Pullap recogió la flor y se volvió a poner de pie, ofreciéndosela a Anwen con amabilidad:

- Cuidado. No la pierda señorita Rhys.- le dijo.

- Bien. Tengo la varita preparada. ¿Dónde está tu madre?- y le sonrió de forma tan melosa que nadie podría pensar que estaban hablando de su suegra- Da un poco de miedo que pueda ocultarse tan bien.

Recibió el beso de Kegan, ampliando la sonrisa, ahora de forma más sincera, mientras miraba al resto de mesas. En una Aled Rhys volvía de la barra con dos platos con tarta de chocolate de una pinta impresionante. Emily parecía estar pasándoselo bastante bien en aquella cita falsa con el Slytherin; Henry pedía un par de cervezas de mantequilla y Elieen... ¡Eileen se acababa de levantar del asiento, había apoyado la rodilla en la silla, se había inclinado y ahora estaba besando a la chica rubia abogada de los Morgan llamada Zoey en los labios delante de todos!

Eso último hizo alucinar tanto a Mía que no pudo evitar poner cara de fliparlo y soltar un:

- ¡¿Pero qué...?! Kegan, Kegan. ¡Morgan se está besando con esa chica!

Arrugó la nariz al recibir el impacto del envoltorio, siempre sonriente, mientras observaba el orgasmo chocolatero de Eileen en primera persona. Lo que le gustaba comer. 

- ¡Vaya! Sí que acerté entonces.

Ante la broma, amplió la sonrisa mostrando su perfecta y blanca dentadura. Y entonces Eileen le dio una sorpresa más. Realmente inesperada. Dormir juntas aquella noche. En otras circunstancias le habría empezado a dar vueltas al significado de aquella oración, pero no en aquel momento. La ilusión de poder aunque fuera solo abrazar a la Ravenclaw por la noche le fascinaba.

- ¡Claro! Hoy y todas las veces que quieras.- hizo una leve pausa, cogiendo el botellín de la cerveza de Eileen y tomando un sorbo de allí antes de continuar.- ¿Y ahora me dirás que tienes ropa interior sexy preparada? - bromeó. Era casi lo que faltaba con tanta sorpresa.

Si se percató de la referencia entre los calcetines y los puños y no puños, no lo exteriorizó. Continuó con su expresión seria pero al mismo tiempo agradable. No parecía frío y daba pie a conversaciones. Eso siempre era de agradecer. Tomó otro trozo de tarta antes de contestar:

- No mucho. La música no me dice nada interesante. Prefiero pasar tiempo escuchando noticias. Eso sí que sirve.- descruzó las piernas, adoptando una postura más informal y continuó con la mirada fija en Emily, casi sin pestañear.- ¿Y a ti? Apuesto a que te va el rock.- nuevamente alzó las comisuras de su boca buscando una sonrisa que no terminaba de formarse.

Era un alivio que no le preguntara porque la verdad era que en gran parte lo que quería era matar la inseguridad que sentía desde que había dejado de hablarle y aquella taberna de mala muerte no era el sitio. Necesitaban un rato de intimidad, de hablar, de abrazarse y de besarse. Y ya está. No es que no estuviera ya preparada para algo más, era simplemente que aquella no era la noche. Aquel era el día de la reconciliación, uno en que sus sentimientos seguían a flor de piel. Por no hablar del día en que por fin verían al Hijo de puta sádico supremo.

Una vez más, sus ojos barrieron la estancia con disimulo, deteniéndose un rato de más en la mesa de Emily, antes de volver a posarse en su compañera.

- Pues va a ser que no - respondió, poniendo un puchero -. ¿No te acuerdas que mi padre no quiso regalármela por Navidad? Pues eso. Mi ropa interior no es sexy. Puedes regalármela tú y entonces seré tu mantenida - bromeó, alzando una ceja en un pretendido gesto seductor.

No se lo estaba tomando en serio, obviamente, porque si no a aquellas alturas sería un bonito tomate.

No pudo evitar reír tanto por la situación como por la sorpresa de Mia.

- Me alegro que por fin haya encontrado novia. Y sí, yo ya sabía sobre sus gustos. - continuó riendo

Mientras Mia prestaba atención a la pareja, él continuaba manteniendo su atención en el solitario chico, que allí estaba, esperando aún a alguien que no parecía llegar. Mientras, pensó en la pregunta de Mia que había quedado un poco en el olvido por ese beso entre las chicas, y no pudo evitar pensar que Mia tenía razón, pues él tampoco sabía dónde se había escondido su madre.

Vaya, era una lástima que Aled no viese todo lo bueno que la música podía aportar. Auqnue bueno, tampoco era que fuese a pasarme el resto de mi vida con él, así que tampoco me iba a quitar el sueño.

- Ganarías si lo hicieses. Aunque también me gusta el jazz, el blues, el country, la música clásica y el pop ochentero. De todos modos, cuando alguien hace buena música, hace buena música. Da igual el estilo. Excepto la música latina y caribeña. No la soporto. Y la electrónica, esa que hacen los muggles sin intrumentos, sólo usando aparatos eléctrónicos. - seguramente Aled nunca había oído hablar de ello. - Es un insulto a la música.

Tenía que intentar centrar la conversación en él. Lo que necesitaba era que el hablase, no que me escuchase divagar.

 - ¿Y qué noticias interesantes has escuchado últimamente? - lepregunté terminándome la tarta, pero pensando en si soltaría algo de valor.

La verdad es que los entrenamientos con Smallet eran duros pero no me quejaba: yo había tomado una determinación y seguiría hasta el final. Me esforzaba al máximo para mejorar y ser más útil en caso de que tuviera que llegar a defenderme a mi o a alguien. Por suerte Meredith me apoyaba en todo y eso sólo hacia que la quisiera aún más. 

Que mi padre no respondiera en parte no me sorprendía porque ya sabía de que pie cojeaba. Si el no me ayudaba yo mismo intentaría investigar por mi cuenta para intentar averiguar el paradero de mi madre. Pero me había planteado no amargarme aquel día. Quería pasar un día de San Valentín con mi novia y contarle algo muy íntimo para mi así que dejé a un lado mis preocupaciones y me centré en pasarlo bien. 

Ya en el bosque sonreí al ver que estaba con ganas de pasar el día conmigo así que comencé a caminar con tranquilidad con ella. -A ver... tengo varias ideas... una de ellas es esconderme y que me encuentres sin utilizar tu varita. Otra es darte primero tu regalo y después contarte una cosa que te va a gustar para que se te pase el enfado por haberte regalado algo y otra es contarte primero esa cosa para luego darte el regalo sin que te enfades... -me acerqué a ella y besé sus labios antes de sonreír de forma juguetona. -Y otra es buscar un claro tranquilo en el que poder... uhmmm -mi sonrisa se ensanchó. -jugar a papás y mamás.

Si algo me sabía mal en el mundo era que Henry me invitara. Visto estaba que el chico no tenía dinero. Menos mal que por navidad le regalé unas deportivas nuevas. Y hablando de regalos...

En mi pequeño bolsillo tenía un regalo para él pero no veía el momento oportuno para dárselo. Era una figurita hecha a mano de él y yo que había podido hacer en mis tiempos libres con la ayuda de Albert y Kate. Suspiro al pensar en Albert... Me sabía muy mal dejarle de lado este día.

Me trago la cerveza de mantequilla casi de golpe y con la espuma en el bigote sonrío a Henry y le doy las gracias.

- La verdad es que me es indiferente.- Contesto mirando a Eileen y la abogada. La verdad es que cada vez me daba más igual lo que hiciera esa chica. -Pero recuerda que no tenemos que perder de vista al sujeto X...- Le susurro echándole en cara que se estaba distrayendo. 

- Por cierto, tengo una cosa para ti pero... Quizás no sea el momento de dártelo. Ya sabes, sería otra distracción. Quizás en el tren, de vuelta.- Le digo guiñándole un ojo. Si podíamos repetir de nuevo en el tren sería genia.

-Con lo que os divertís molestándoos cualquiera diría que en verdad si os gustáis.- Comentó divertida.- Van Dyck no es mala chica pero en algunos ámbitos es...demasiado peculiar. Yo hubiera preferido a Lilian, pero parece mucha mujer para Aled.- Continuó despreocupadamente, disfrutando del paseo. Pero entonces apareció Sean.

Hasta cierto punto, el ganar aquel duelo y el conseguir besarle le había supuesto una especie de victoria. Aunque el profesor se controlara, el deseo estaba ahí. Eso hacía que se sintiera algo más segura frente a él. Aún así le dio un pequeño vuelco el corazón en el instante en el que Sean Pullap le tendía la rosa (¿y a quien no le daría?). Aquel no era el momento para que apareciera ¡Que era su cita de San Valentin! Si él seguía comprometido que hiciera el favor de no cruzarse con ella.

-Gracias profesor. Lo tendré. No querría perderla.- Intentó apartar rápidamente la vista de Sean y dirigirla hacia Roy. No quería que se diera cuenta de lo que la atraía Pullap. Sobretodo ese día. Sería de muy mal gusto.

Tanto Roy como el profesor exhibieron una leve sonrisa ante el comentario de Anwen. El primero al sentirse complacido por el interés en la rosa que él le había regalado, el segundo probablemente por empatía. 

Pullap:- Bien. Pasadlo bien, chicos.

Roy:- Usted también, profesor.

Pullap contestó a Roy después de haber empezado a caminar en dirección contraria a ellos:

- No creo que hoy sea un buen día para mí.- y amplió la sonrisa ante aquel comentario mientras se alejaba más de la pareja.

Poco le importaba a Roy si el jefe de su casa lo pasaba bien o mal. Lo importante era Anwen. Continuaron el paseo caminando tranquilamente. En realidad no tenían prisa para nada.

Roy:- ¿Quieres hacer algo en particular?